AL REGRESAR
Música de FÉLIX PÉREZ CARDOZO
Canción de EMILIANO R. FERNÁNDEZ
AL REGRESAR
RETORNO AL PIE DE LA VENTANA
La revolución entre las facciones liberales de los sáko puku y los sáko mbyky ardía en el Paraguay. El tamaño del saco marcaba la diferencia de bando. Una vez más se cumplía el ritual de sangre en la inacabable lucha por el poder político. Emiliano R. Fernández se alistó en la fuerza gubernista al mando de José Félix Estigarribia. Éste había sido su jefe en Concepción cuando se presentó a cumplir su servicio militar en lo que entonces se llamaba Primera Zona Militar.
En el minucioso poema Trayecto de mi campaña el poeta va contando, punto por punto, los lugares por donde pasó partiendo de Asunción hasta Ka’í Puente (hoy Coronel Bogado, en el Departamento de Itapúa) -donde se libró la decisiva batalla en la que fue derrotado el Coronel Adolfo Chirife, retornando luego, tras la rebelión ya sofocada, a la capital.
Lo que Emiliano omite decir en esa puntillosa obra es que en Quyquyhó conoció a María Bárbara Ayala Báez y que ésta le acompañó desde allí hasta retornar a su punto de partida. Mientras los hombres combatían, en algún lugar que imaginaban seguro, se guarecían las mujeres para volver después con sus compañeros hasta tanto se presentara otro enfrentamiento.
Siempre se menciona que a María Belén Lugo -con quien Emiliano se casó durante la guerra con Bolivia- el artista andariego le dedicó más versos y atención, por lo tanto. María Bárbara, sin embargo, ocupó -antes de que se diera el romance con su “amada Belencita”, un sitio privilegiado en su vida ya que le dio tres hijos varones: Laureano, nacido el 4 de junio de 1924; Norberto, del 6 de junio de 1925 y Juan de Dios Fernández Ayala.
Los «emilianore» no registran el nombre de la dueña de su corazón en esos años inmediatamente posteriores al episodio fratricida en el que tomó parte el poeta combatiente.
Laureano Fernández sostiene que Emiliano no le escribió versos a su madre porque ésta le amenazaba con dejarle si es que transgredía su prohibición. Su hermano Norberto, sin embargo, afirma que Al Regresar es la única poesía cuya destinataria fue su madre.
«Esa obra le hizo a mi mamá. Tuvo que haber sido entre 1924 y 1926 en que nacimos los tres. Papá era un hombre que no se quedaba y se había ido de la casa enojado con ella. Regresaba con una serenata para recomponer su situación. A1 decir 'dueña mía', 'tu amigo que te adora con vehemencia' y otras expresiones parecidas le estaba indicando lo mucho que le quería», señala Norberto.
«Mi madre era una hermosa mujer, menudita, de ojos pardos. Papá ko hova tavyva'ekue (Papá era de mal carácter). No era fácil llevarse bien con él. Con mamá se peleó y ella se fue. Se juntó con otro y formó otra familia. Nunca se arregló con papá. Yo era lactante. Mamá me dejó, junto a Laureano, en Bejarano (Barrio San Pablo hoy) donde teníamos parientes. Juan de Dios nació ya en Puerto Casado. Yo de grande, ya luego de salir del cuartel, le conocí a mi madre», concluye Norberto Fernández Ayala.
AL REGRESAR
Como ráfaga ondulante desde aquella lejanía
hoy por verte dueña mía ne rokême añemboja
prorrumpiendo mi acento con el alma estremecida
virgencita compasiva epu'â ejapysaka.
Si mi canto no perturba a tu alma adormecida
despertad niña querida che rayhúrô gueteri
no te ajenes de tu amigo que te adora con vehemencia
despertad pues tu inocencia che tormento ehendumi.
Aunque mucho he sufrido tu ausencia en los desiertos
nunca nunca el pensamiento ndehegui che ndaipe'ái
porque eres tú mi estrella vespertina guiadora
que imagino a todas horas ku aimérô ndavy'ái.
Si me hallo desolado al más hondo cautiverio
me engaña el misterio mamove ndorohechái
más aumenta mis amores la distancia opresora
ni la más perversa hora ndaikatúi chembyesarái.
Pero al fin llegó la hora que mi vida deseaba
esas horas alejadas chehegui iñemimby
por los bosques más sombríos en rincones separados
donde nunca ha llegado ne ñe'ê che tupâsy.
Pero hoy la ingrata dicha me arrastra hacia tu lado
de un tiempo dilatado aguahê romyangekói
pretendiendo esa mirada de tus ojos rutilantes
me pondré aquí delirante jepiguáicha rohenói.
Largos años así pasaban en mi nido solitario
pensativo y visionario che añomi nderehe'ỹ
cabizbajo en la tiniebla sin la luz de nuestro cielo
sin ningún grato consuelo asufri ne pore'ỹ.
Como ráfaga ondulante llego al pie de tu ventana
despertad joven lozana che rayhúrô gueteri
vengo ansioso ante tu planta para verte hoy siquiera
en tu reja hechicera amondoho techaga'u.
Letra: EMILIANO R. FERNÁNDEZ
Música: FÉLIX PÉREZ CARDOZO
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