FILATELIA, CORREOS Y SELLOS PARAGUAYOS
MUNDO FILATELICO
BUENOS AIRES – ASUNCIÓN
1975
PROEMIO
Bajo este tomo, titulado "FILATELIA, CORREOS Y SELLOS PARAGUAYOS", nos proponemos reseñar nuestro desarrollo postal y sus emisiones de sellos más significativas, amén de ubicar esta afición en el Paraguay, y destacar su trayectoria al paso de sus años de existencia.
El presentar este trabajo ha sido la consecuencia de una natural inquietud por el devenir de la filatelia paraguaya. El hecho de que ella atraviesa una dura prueba, contribuyó en grado sumo a una toma de conciencia en torno al ideal de verla auténtica e íntegra.
Resumir en un grupo de hojas toda una actividad intelectual escrita por varias generaciones, como es la filatélica, no es tarea fácil sin prescindir de varias facetas de su competencia. Nos apresuramos por lo tanto a señalar, que este trabajo está amoldado en función de su principal destinatario: el filatelista paraguayo.
Nos hemos limitado a dejar correr este pasatiempo como tal dentro del Paraguay, a ver su evolución, sus factores alternantes, sus aspectos salpicados de sapiencia, sus momentos de placer y hasta de desengaño.
Separar la filatelia de las demás aficiones similares y analizarla como un fenómeno distinto, rico, e inagotable era la meta propuesta. El sello postal como un estimulo y su aprecio por los coleccionistas como una reacción positiva nos ha obligado, empero, a ir más lejos de lo pensado; pero sin llegar a explicaciones en extremo meticulosas, las que dejamos para quienes se sientan capaces de darlas.
Consideramos finalmente oportuno, separar este tomo del que le acompaña, aquél, dedicado a la filatelia general y enfocada desde sus diversos ángulos.
EL AUTOR.
Asunción, Paraguay, 1974.
INTRODUCCIÓN
Como en cualquier lugar, también aquí las emisiones postales y la filatelia tuvieron su realización distinta, según el juego de los factores que en ellas participaron.
Las condiciones nada propicias por las que atravesaba el país cuando la implantación del sello adhesivo en Gran Bretaña y su posterior, divulgación, hicieron que el nacimiento del nuestro, postergado por largos años, tuviera lugar en circunstancias harto penosas.
Nos hemos esforzado por bucear a las profundidades, para acercarnos a la realidad, cotejando y estudiando lo poco que quedaba, ya sea sobre el papel o en el latente recuerdo de algunos memoriosos colegas. Demás está decir que no siempre coincidieron las opiniones de quienes vivieron la filatelia paraguaya con sus emisiones primorosas y deseadas, muchas aun hoy al alcance del filatelista de recursos limitados.
Preferimos este método al de tomar atajos muchas veces peligrosos; medio por el cual pronto hubiéramos llegado a metas superficiales que no interesan a la vida filatélica paraguaya.
El Paraguay principió tras la hecatombe de 1864/70 su reconstrucción y restauración cultural. En los albores del siglo XX -año 1901- se imprimieron en talleres nacionales los primeros timbres postales aquí confeccionados para el país. Era un paso señero, pero lejano de ponernos a la altura de otros países que contaban no sólo con instituciones filatélicas, sino ya con órganos de publicidad.
El arribo de filatelistas extranjeros dio a esta ciencia un nuevo impulso. Nació el "Centro Filatélico del Paraguay" en 1913, gracias al feliz emprendimiento de un buen número de colegas. Un órgano de difusión fue editado en 1921 por vez primera, por otro club, el "Paraguay Coleccionista". De ahí en más se sucederían los progresos en esta rama. Pero no faltarían los años de zozobra con sellos salidos en forma dudosa, con fraudes filatélicos que pondrían el tinté negativo. Impresiones desafortunadas en el exterior e interior habrían de traernos una reputación poco honorable: la afición filatélica se volvería reacia. Pero este entretenimiento sano no perdería sus sostenedores y continuaría palpitando.
Todo esto lo hemos reunido para pretender que lo expuesto sea un eslabón -el más pequeño- de toda una larga cadena que la filatelia paraguaya adeuda a sus cultores y a sus similares del mundo. Era necesario adelantarse al peligro, ya palpable, de que la indiferencia y el tiempo destruyeran los escasos testimonios vivientes que aún eran asequibles.
Comprendimos finalmente, por sobre todas estas consideraciones, que la historia de la filatelia nacional debía, de una vez por todas incorporarse a la de la cultura paraguaya, de la cual legítimamente forma parte.
CAPITULO I
CRONICÓN POSTAL DEL PARAGUAY
La historia de los correos en el territorio paraguayo es la historia de sus comunicaciones, verbales, escritas y por signos que los grupos de poblaciones establecieron y perfeccionaron, en cierta forma ya desde antes dé la llegada, del hombre europeo.
Para abarcarla, delimitaremos al Paraguay en su realidad geográfica. Partiremos desde donde se encontraba antes de su descubrimiento y su posterior colonización. Aquel territorio provincial se extendió desde el Mato Grosso hasta el Río de la Plata, y desde las estribaciones andinas hasta el Océano Atlántico.
Resultó penoso el paulatino incremento de las comunicaciones, síntesis del esfuerzo del nativo primero, y del colonizador y del mestizo después, por enlazar sus deseos mediante mensajeros diestros para el servicio.
La historia global de los correos en el Paraguay permanece en gran parte inédita. Sus dificultades en reconstruirla y el escaso interés demostrado por los investigadores de nuestro medio deben ser los causales básicos. Es intención nuestra editar, por separado y en un futuro mediato, un trabajo más sólido sobre su desarrollo, de perfiles tan nítidos y peculiares como los del propio hombre de la tierra.
Las comunicaciones telegráficas, que merecen un estudio profundo por un capacitado en la materia, no están incluidas, salvo esporádicamente, en el presente resumen.
El cronicón aquí introducido es un bosquejo teórico de lo que debería abarcar una historia postal del Paraguay que incorpore documentos de distintos archivos, estadísticas, memorias, etc., que tratamos superficialmente.
Por demás, fueron desdeñadas en grado sumo las comunicaciones por correos en nuestro país, tanto más cuando contaron con la indiferencia de los desconocedores de sus grandes ventajas en la tarea del progreso.
Los correos patrios participaron en trascendentales obras y en importantes manifestaciones de cultura nacional. Mediante ellos pudieron comunicarse pueblos y comarcas aislados por decenios; mediante ellos pudo rehacerse la historia de varias etapas oscuras, y cuya correspondencia celosamente conservada también conservó con idéntico celo los verídicos testimonios del momento.
Por ello es importante una reseña más amplia de estas comunicaciones en nuestro país. Con compendiosas pinceladas intentaremos aquí señalar por ahora la materialidad de los indicadores de su función a través del desarrollo en el Paraguay.
Esto, a modo de contribución nacional para el año 1974, centenario de la creación de la Unión Postal Universal.
CORREOS PRECOLOMBINOS
Entendemos por "correo" tanto a quien tiene por oficio llevar y traer la correspondencia como al servicio público en sí, cuyo objetivo es su transporte, manejo y distribución. En una definición más próxima sobre las comunicaciones precolombinas, será menester referirnos en primer lugar a los mensajeros aborígenes, que por distintos medios transmitían pensamientos con símbolos y gestos, desconocedores como eran de la grafía concebida por entonces fuera de estas tierras.
Es así como funcionaron las comunicaciones en el amplio territorio más tarde conocido como Paraguay; aquel perímetro poblado por diversas razas y donde la tupí-guaraní quedara como paradigma nacional.
Escribe don Moisés S. Bertoni en "Resumen de Prehistoria y Protohistoria de los pueblos Guaraníes", Asunción 1914:
"Cuando los guaraníes quieren transmitir sus pensamientos, noticias o avisos a sus compaisanos, o bien a otra tribu, envían, por medio de un propio o mensajero y envuelto en una piel o en una bolsita, un gran número de pequeños y variados objetos, y la persona que la recibe la abre como he visto hacer delante de mí e inmediatamente reconstruye lo que diremos el telegrama, la comunicación "escrita" en una forma tan extraña. Esto sucede y ejecutan con la mayor rapidez, que verdaderamente me ha asombrado, trasladándose el mensajero de un punto a otro en muy poco tiempo, y el que lo recibe, traduciendo el significado de esos objetos sin que le quepa la menor duda. Esta especie de alfabeto debe ser bastante rica, porque en ocasiones he visto bolsitas que contenían centenares de piezas diferentes.
Entre los objetos empleados para tal fin se encontraban piedrecillas, granos, dientes, fragmentos diversos, etc. Eran éstas, las conclusiones del sabio suizo, quien además propugnaba la existencia de un tipo de escritura guaraní, similar al quipo de civilizaciones más evolucionadas del continente, como ser la del Perú.
Afirma el investigador Carlos A. Pusineri, que sus numerosos hallazgos de urnas funerarias aborígenes del Paraguay no le permitieron toparse con nada parecido a una escritura. Las piedrecillas y los cantos rodados en ellas encontrados tienen colores naturales y no facultan a aseverar la existencia de un sistema de comunicación superior (Museo privado del citado investigador, Asunción).
Esto no desvirtúa ni excluye al "parejhara" ("parejhá": correo, mensajero) por cuanto las comunicaciones a nivel oral y simbólico fueron ágiles y eficaces. Permitieron un constante vaivén de noticias entre las diversas tribus esparcidas a lo ancho de este territorio virgen y hostil.
Tales las referencias más claras que nos sirven de base para la época contemplada. Es de esperar que otros aportes enriquezcan aún las conclusiones parciales a que se ha llegado sobre esta peculiar actividad nativa.
El chasque -del quechua "chasqui"- era el individuo encargado de transportar el correo en el imperio de los incas. "Llamáronlos chasqui, que quiere decir trocar, o dar y tomar, que es lo mismo, porque trocaban, daban y tomaban de uno en otro, y de otro en otro, los recados qué llevaban. No les llamaron "cacha", que quiere decir mensajeros, porque este nombre lo daban al embajador o mensajero propio que personalmente iba de un príncipe a otro, o del señor al súbdito". ("Comentarios Reales" del Inca Garcilaso de la Vega, 1539 - 1615, Tomo II, p. 132).
Ninguna semejanza efectiva debió existir entre los medios de comunicación incas y los guaraníes. Aquéllos poseían sus caminos reales extendidos en más de 16.000 kilómetros; caminos que serpenteando los Andes a grandes alturas, configuraban una encomiable obra del ingenio aborigen y sirvieron para el desplazamiento de los correos del occidente continental. Los originarios de nuestra tierra, nómadas por naturaleza, nunca conocieron semejante avance. Transportaban sus mensajes valiéndose de corredores improvisados -el caballo era desconocido en América- lo cual aumenta ante nuestros ojos el mérito de sus esforzados servidores.
Los instrumentos de percusión como el tambor, fueron empleados al igual que las señales de humo para la transmisión de mensajes en nuestro continente.
LOS CORREOS DURANTE LA COLONIZACIÓN EUROPEA
Tras el descubrimiento de nuevas tierras en el año 1492, los Reyes Católicos de España, decidieron extender con firmeza y continuidad sus comunicaciones, de manera a estar preferentemente informados de lo sucedido en esos territorios. Como medida de organización fue establecido 22 años después el "Oficio de Correo Mayor de las Indias, Islas y Tierra Firme del Mar Océano, descubiertas y por descubrir". El cargo de "Correo Mayor de las Indias" recayó por Cédula Real del 14 de mayo de 1514 en don Lorenzo Calindez de Carvajal, quien podía concederlo a sus descendientes y sucesores.
Este oficio tuvo a su cargo el transporte de los papeles oficiales del Reino, dirigidos y destinados a sus máximas autoridades. Lejos se estaba, sin embargo, de contemplarse un sistema postal como el conocido más adelante, donde todos los habitantes tuvieran acceso.
Tal el inicio efectivo de la creación de una estructura de correos oficiales para los territorios dominados por la Península Ibérica. Con la expedición de don Pedro de Mendoza, Primer Adelantado al Río de la Plata, llegó el primer plantel caballar a estas regiones. Su importancia para el futuro desarrollo de las postas, base de las comunicaciones terrestres del continente, fue decisiva. Al Paraguay fue introducido por Alvar Núñez Cabeza de Vaca 2º Adelantado.
En 1524 el conquistador Alejo García descubrió el actual Paraguay y se internó en sus selvas. Otros intrépidos Capitanes, Juan de Salazar y Espinoza, y Gonzalo de Mendoza, fundaron el fuerte "Nuestra Señora de la Asunción" el 15 de agosto de 1537. Fue el inicio de un orden que aunque incipiente, se mostró ya lleno de vigor.
La creación del primer Cabildo en el año 1541 dio comienzo a una vida cívica a la manera colonial, impuesta por la metrópoli.
El incendio de varios días de gran parte del fuerte convertido en poblado, ocurrido en 1543, redujo mucho lo logrado en esos años. Debió reconstruirse con tesón y sacrificio.
Con Alvar Núñez Cabeza de Vaca llegaron también al Paraguay sus portacartas, Por un escrito de fecha 6 de marzo de 1545 los oficiales reales Alfonso Cabrera, Felipe de Cáceres y Garci Venegas se dirigían desde Asunción al Rey de España:
“... dezimos que a nra. noticia es venido que en ciertos porta cartas que estan en el depósito de los bienes de Alvar Nuñez Cabeça de Vaca diz que ay escripturas e cartas ansi en lo que toca al favor de nros. negocios como al favor del dicho Alvar Nuñez. Cabeça de Vaca . . ."
(Archivo Nacional de Asunción, Vol. 308 N. E.)
Dice Walter B. L. Bose, ilustré historiador argentino que mucho aportara a la historia postal del país:
"Los primeros datos relativos a "cartas" y "correos" en el Río de la Plata se refieren a una Real Provisión de 1546, sobre "inviolabilidad" de 'la correspondencia, dirigida al Gobernador y jueces Reales y publicada en la Asunción del Paraguay en agosto de 1557. ("Los Correos de Número", p. 7).
Este valioso documento hace remontar las recomendaciones sobre correos en el Paraguay a las de más antigua data en esta parte del continente. Las condiciones de su manejo y transporte fueron penosas en todos sus aspectos, si bien aquello se circunscribía, como queda visto, a las comunicaciones reales en forma de cédulas, pliegos, provisiones, etc.
La importancia de la correspondencia en esta etapa de colonización puede ejemplificarse en los miles de legajos de cartas que guardan los archivos españoles y americanos, fuente indispensable para todo investigador.
La Provincia del Paraguay se hallaba sujeta al Virreinato del Perú desde el año 1542. De la Asunción partían sin cesar contingentes que fundaban pueblos y ciudades en apartadas comarcas. Sus títulos reales de "muy noble" y "muy ilustre" conferídosla, fueron prueba de su temple y trascendencia en los albores de la conquista. Las sucesivas fundaciones se convirtieron en sitios que enlazar, y en ese aspecto los correos tendrían en adelante que jugar un papel primordial.
Por una Real Cédula de 1602 fue nombrado Hernandarias, Gobernador de la Provincia del Paraguay. Este criollo pujante tiene en su haber varias realizaciones, sobre todo de orden cultural. Carecemos de referencias sobre la vida postal dé entonces, la que sin embargo debió circunscribirse al contacto con la corona de España y el Virrey con asiento en Lima.
Según Walter B. L. Bose, "Al Paraguay jamás llegaron los tenientes del Correo Mayor de Indias, el cual se había establecido en 1561 en Lima, trasladando a América sus privilegios perpetuos a ese oficio…". ("Los Origenes del Correo en el Paraguay" 1769-1811. Edición especial, p. 3).
A comienzos del siglo XVII arribaron los primeros misioneros jesuitas en calidad de evangelizadores. Su discutida actuación en nuestro medio es tema de polémicas que escapan a nuestra reseña. Importa sí, y mucho, las relaciones epistolares que gradualmente establecieron de las misiones al exterior, y de ellas entre sí.
En julio de 1610 fue fundado Loreto sobre el río Piraga, hoy Brasil. Este hecho significó el arranque de la vida social de una comunidad que se extendió positivamente y creó una de las civilizaciones culturales más peculiares. Un siglo después sus correos privados alcanzarían el cenit en importancia.
Por Cédula Real del año 1620 quedó dividida la "Provincia Gigante de las Indias", perdiendo ésta su litoral Atlántico. Condenada de ahí en más a ser mediterránea, sus incidencias fueron harto negativas para el comercio y simultáneamente para el desarrollo de sus correos.
En consideración de la importancia que para la corona de España tenían las cartas dirigidas al Rey, dictóse la C. R. del 30 de diciembre de 1649 en Madrid, que pedía que en las cartas que escriban al Rey los Virreyes, Presidentes Gobernadores, Arzobispos y Obispos y Oficiales de la Real Hacienda, se individualicen las citas de leyes y ordenanzas que se hagan. (Archivo Nacional de Asunción, Vol. 4, N° 9).
Prueba de que los correos no habían asumido aún un papel regular aquí la tenemos en el "Libro de entradas de Hacienda Real de todos Ramos" correspondiente al año 1672, y que nada incorpora sobre el particular. (Archivo Nacional de Asunción. Vol. N° 430, N. E.).
Un proyecto del año 1717, de crear un servicio de correos entre Buenos Aires hasta Potosí, Chile y el Paraguay fue rechazado cuando su presentación al Consejo de Indias. Para entonces, las comunicaciones seguían siendo difíciles entre la Provincia y los territorios adyacentes.
Ejemplo palpable de lo que representaba la inviolabilidad de la correspondencia es un auto proveído por el Gobernador don Diego de los Reyes Balmaceda, ordenando que nadie salga de la Provincia sin su licencia, y para averiguar quiénes abrían las cartas y pliegos, "... que se han entregado a varios en igual forma, después de haberse echado comunicación sobre ello". Esta resolución lleva fecha 15 de mayo de 1720 (Archivo Nacional de Asunción, Vol. 97, N° 7).
Las misiones jesuíticas se valieron de viajeros y comerciantes en un principio, y de su propia flota más tarde, para su servicio de correspondencia que las enlazaba con la Orden Superior y con cuantos conventos se encontraban diseminados en el Río de la Plata. La primera imprenta había sido puesta a funcionar en Loreto para 1700 y constituyó un acontecimiento de nombradía en esa expansión cultural.
Las incursiones bandeirantes creaban en tanto, serios problemas a las misiones, las que constantemente, sobre todo las ubicadas al este, permanecían alertas o erraban con natural perjuicio para su estabilidad.
También debemos a Bose haber hallado en el Archivo General de la Nación Argentina una carta de mediados del siglo XVIII de un padre del pueblo de San José. Extractamos su parte medular, pues pinta en forma clara cómo era el intercambio postal en las reducciones. Estas, abarcaban además parte de lo que hoy constituye la Argentina, el Brasil y el Uruguay.
"Llegan cuarenta cartas, pongo por caso, al pueblo de San José, de las cuales diez o doce son para los Padres de aquel pueblo; déjanse éstas y todas las demás se despachan al instante a San Carlos, con una hoja que llaman Guía, que es un papel con un breve saludo y luego se pone: van treinta cartas, etc. De San Carlos luego se despachan a la Candelaria en la misma conformidad, Y de la Candelaria a Ytapúa, si van por aquella vía o a Santa Ana, si van a los Pueblos del Paraná adentro. Con eso, en brevísimo tiempo las cartas despachadas de Yapeyú, que es el último hacia el Sur, llegan al pueblo de Corpus que es el último hacia el Norte, y del pueblo de San Ángel, que es el último hacia el Oriente, hasta San Ignacio, Guazú, que es el íntimo al poniente".
"Las cartas las lleva un muchacho de las caballerizas en los pueblos que distan poco, como Santa Rosa o Sta. María o San Ignacio que no hay más de tres leguas. Mas si distan los pueblos más de nueve o diez leguas, las lleva un indio caballerizo que no llega a aquel pueblo donde van los cartas, sino que las entrega a otro indio de su pueblo, guardián del camino, que suele estar dos leguas adelante, y este luego las lleva a otro indio del otro pueblo, guardián también del camino, que está a igual distancia de su pueblo, a donde las lleva; y si hay otras cartas las trae de vuelta y, las entrega al que cuida el camino del dicho pueblo". ("Las Postas en las Provincias de Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y Misiones, 1772-1820", p. 90).
Pero la civilización guaraní dirigida por los jesuitas, de siglo y medio de duración, venía siendo igualmente acosada en otros frentes. Con la firma por Carlos III del decreto especial del 2 de enero de 1767 que ordenaba la expulsión de éstos, se esfumó uno de los mayores monumentos culturales de América. Sus servicios de correos, aunque simples, sufrieron un golpe mortal para desaparecer definitivamente de estas tierras. La selva volvió a apoderarse de las tierras usurpádales, y la mayoría de sus moradores se dispersó para ser absorbido por el mace magnum.
En el Archivo Nacional de Asunción (Vol. 58, N° 3) se conserva una interesante "Ordenanza, que manda el Rey observar a los Administradores, Interventores, Oficiales, Carteros, Mozos de los Oficios de Correo Mayor del Reyno, los Visitadores, y guardas de la Renta, Maestros de Postas y Postillones, para el buen desempeño de sus encargos". Está dado en San Ildefonso el 23 de julio de 1762 y detalla los cargos y responsabilidades de los mismos.
Con fecha 24 de agosto de 1764 se conoce un Reglamento Provisional de 22 partes, con preceptos que hacen al establecimiento de un nuevo correo mensual de España a las Indias Occidentales. Está dado y suscrito en San Ildefonso por el Marqués de Grimaldi. ("Documentos para la Historia Argentina", tomo V, Buenos Aires, p. 172/87).
Este fue declarado "Superintendente General de los Correos y Postas de Indias con privativa y omnímoda jurisdicción..." por real decreto del 26 de agosto de 1764, el cual además mandaba guardar el establecimiento de los antedichos correos marítimos, al tiempo que mencionaba la salida mensual de un "paquebot" de la Coruña al puerto de San Cristóbal de la Habana (Archivo Nacional de Asunción, Vol. 58, N° 3).
En 1769 se estableció definitivamente el primer correo terrestre entre Buenos Aires y el Paraguay. Por Bando del 30 de junio fue dada a publicidad en Buenos Aires la tarifa de cartas de y hacia el Paraguay. Era ésta:
“Carta sencilla, 1 1/2 reales;
carta doble, 2 reales;
carta triple, 2 1/2 reales;
carta de una onza, 3 reales;
carta por correo extraordinario, 5 pesos".
Al mismo tiempo fueron nombrados administradores para Corrientes y Santa Fe: puntos intermedios ambos, entre Asunción, conocida como "Paraguay" en ese aspecto, y Buenos Aires. Por las dificultades existentes en nuestra capital, donde el dinero metálico poco se conocía en las transacciones, aunque se lo citaba en los papeles de la Real Renta de Hacienda, la nueva práctica se hizo esquiva y lenta en el Paraguay.
Escribía entre otras cosas desde Asunción el Tte. Oficial Real don Juan Bautista Goyri, nombrado para el cargo de Administrador interino de Correos en 1769:
“... ha causado justo sentimiento el impuesto de tierra (se refería a la tarifa de portes), los particulares que transitan en la carrera de este comercio para ese puerto (el de Buenos Aires) jamás se han interesado en imposición pecuniaria, ni otro efecto alguno, sino que se han servido en mutual correspondencia unos a otros". (Walter B. L. Bose, última obra citada, p. 91).
Deducimos los impedimentos de este servicio si se quiere extranjero a la costumbre de aquellas personas habituadas a intercambiar correspondencia como se estila aún hoy en forma familiar.
En 1770 se hizo cargo definitivamente de la administración de la estafeta de correos de Asunción don Juan B. Goyri. Ínterin era Gobernador y Capitán General de la Provincia del Paraguay el Coronel don Carlos Morphi, quien recibió el mando en Asunción el 29 de septiembre de 1766. (Arch. Nacional de Asunción, Vol. 1, N° 21).
Es menester señalar que los administradores de correos y maestros de postas gozaban de los fueros que les eran otorgados, así la exención del servicio, militar, la jubilación, etc.
Los correos para las Misiones y el Paraguay partían de Buenos Aires usualmente los días 19 de cada mes.
Ocupaba, el cargo de Administrador Principal de Correos de Buenos Aires desde mediados de 1772 don Manuel de Basavilbaso. Este comisionó a don Bernardo de Garmendia el establecimiento, entre 1772 y 1774, de la primera carrera de postas entre Buenos Aires y Asunción. En Ytapúa - hoy Encarnación - se fijó el lugar de canje de la correspondencia. Luego dicho intercambio se realizó también en Bobí (General Artigas). Desde Asunción a Ytapúa o viceversa, corría una carrera que abarcaba aproximadamente 75 leguas.
Por Cédula del 8 de agosto de 1.776 el Rey de España agrupó a la Provincia del Paraguay bajo el Virreinato del Río de la Plata, con capital Buenos Aires. De ahí en más quedó Asunción sujeta a la autoridad de la metrópoli del sur. Este cambio no mejoró su situación de dependencia, ya que se mantuvo la opresión económica.
En un informe del Gobernador de la Provincia del Paraguay a S. M. el Rey de España, fechado en Asunción el 29 de enero de 1777, escribía don Agustín Fernando de Pinedo:
". . . En toda esta Provincia no ay ni corre moneda alguna, admito molestar la Real atención de V. M. en exponer los perjuicios, incomodidades y pensiones, que se originan de esta falta (Arch. Nacional de Asunción, Vol. 142, N° 4).
Las dificultades ya aludidas sobre la tarifa postal vigente determinaron el establecimiento de otra muy especial en el año 1777, ésta ya exclusivamente para el Paraguay:
"Carta sencilla l 1/2 real ó 4 libras de yerba.
Carta doble 2 reales plata o 5 1/2 libras de yerba.
Carta triple 2 1/2 reales plata ó 8 libras de yerba
Carta de peso 3 reales plata ó 11 libras de yerba."
En tabaco o algodón se cobraban 2, 3, 4 y 5 1/2 libras respectivamente.
Gracias al "Itinerario Real de las Carreras de Postas, establecidas desde la Admon. Gral. de Correos de Buenos Aires a las Provincias de su Agregación" del 1° de abril de 1778 y cuyo original se conserva en el Museo Postal de Buenos Aires, sabemos que el correo giraba desde Buenos Aires a la Asunción una vez por mes, amén de otros interesantes dates en él contenidos.
Algo después ocupó el cargo de Administrador de Correos de la Asunción don Bernardo de Jovellanos, ya con título definitivo.
Principió a emplearse una marca para la correspondencia que salía de la capital. Fue la de "Paraguay", confeccionada en Buenos Aires. Refiere el historiador Walter B. L. Bose:
"Para señalar la correspondencia procedente del Paraguay se aplicaba en la Asunción a las cartas un signo postal con la leyenda "Paraguay'' y otro "Franca". Fueron grabados en bronce por orden de Basavilbaso en 1774 y se usaron en color negro hasta el año 1789, en que Jovellanos dispuso que en las cartas de particulares debía stamparse en rojo y en las oficiales en negro. El porte se cobraba al destinatario, salvó cuando el remitente lo abonaba previamente, en cuyo caso se aplicaba el signo "Franca". ("Evolución del Correo en el Paraguay", Revista AFRA N° 15, 1946, Buenos Aires).
Se conocen igualmente marcas de "Villa Rica", "Ytapúa", "Yapeyú" y "Santa Rita".
PRIMERAS MARCAS PARA LOS CORREOS PARAGUAYOS
Señalan la iniciación de una prefilatelia propiamente dicha. Estas marcas, fijadas en las cartas junto a los nombres de los sitios de remisión y de destino, nos permiten reconstruir parte de su itinerario, si bien las piezas conservadas son sumamente raras.
Por disposición de Juan José de Vertiz y Salcedo, Virrey de las Provincias del Río de la Plata, de fecha 18 de mayo de 1780, se ordenaba que ninguna persona que navegase en las embarcaciones desde Buenos Aires hacia las colonias o a Montevideo, y desde este puerto hacia España, lleve pliegos o cartas sueltas fuera de la valija, cajón o paquete despachado por el Administrador de Correos. ("Documentos para la historia del Virreinato del Río de la Plata", Tomo 1, p, 297/98).
Años después, ya todos los negocios de correos, postas y estafetas se regían por lo previsto por Real Cédula del 12 de octubre de 1785. (Archivo Nacional de Asunción, Vol. 186, N° 3).
En 1793 se creó una carrera de postas entre Villa Rica y la estancia Santa Ana de Caazapá. En el camino quedaron las postas de San Borja, Santa Clara y Parada de San Félix, éstas posteriormente establecidas.
Si tenemos en cuenta los excesivos impuestos de "sisa" y "arbitrio" a sus productos y las dificultades geográficas y por ende económicas que la acosaban, es de comprender el porqué del lento desarrollo de la Provincia del Paraguay, y dentro de ella, del de sus correos.
Las relaciones entre las autoridades y los maestros de postas estaban reguladas por contratas que regían entre ambas partes. El Archivo Nacional de Asunción conserva en el volumen N° 519 N. E., veintinueve de estos instrumentos de un mismo tenor. Reproducimos dos trozos de uno de ellos:
"Digo yo D. Roque Villalva, Maestro de Postas del parage nombrado Caa-ñavé, que por esta contrata me obligo a servir en este cargo quince años, manteniendo y teniendo prontos los suficientes, y buenos caballos para cualquiera ora que mensualmente llegue el Correo general, aprontándole también el correspondiente Postillón, sugeto honrado, y de empeño para que le acompañe de ida, y vuelva hasta las postas inmediatas, lo que cumpliré exactamente...".
“... A todo me sugeto, y obligo con mi persona, y bienes, sin más paga ni estipendio, que el goze de los fueros que están concedidos á los Dependientes de esta Real Renta, y que cumplidos los quince años contados desde el mes de junio de 83, en que entré a este cargo, se me conceda mi jubilación y retiro (si lo pido y hubiese cumplido bien) con el goze de los mismos Fueros y privilegios como está mandado por Real Decreto". (19.X.1795),
Por disposición del 10 de enero de 1802 firmada por Pedro Cevallos, Virrey de Buenos Aires, podían "...los Capitanes Generales, Presidentes y Gobernadores de Provincia, entender en primera instancia, cada uno en su peculiar territorio, en todos los asuntos judiciales que se ofrezcan en dichos ramos..." (Archivo Nacional de Asunción, Vol. 186, N° 3). Esta resolución vino a aclarar un diferendo promovido entre los empleados de la Real Renta de Correos de Villa Rica y las autoridades judiciales sobre un fuero que gozaban dichos servidores.
En 1802 era también don Lázaro de Ribera, Gobernador Intendente Subdelegado de la Real Renta de Correos".
Cerramos aquí nuestro esquema del movimiento de correos en la Provincia del Paraguay, hasta principios del ochocientos. Los mismos jugaron un papel valioso en la etapa previa de la independencia nacional, y las postas coloniales siguieron funcionando largo tiempo en la naciente república.
PERÍODO INDEPENDIENTE
En Asunción se vivían momentos de efervescencia política antes de concretarse el movimiento de mayo de 1811. Las secuelas del cambio operado en Buenos Aires, donde una junta de patriotas se había hecho cargo del gobierno tras el alejamiento del Virrey Cisneros, habrían de repercutir en nuestro medio por diversos factores.
En una nota firmada por Bernardo de Velasco, Gobernador de la Provincia del Paraguay, de fecha 19 de septiembre de 1810, se pedía que cesaran las comunicaciones con el pueblo de Buenos Aires, "...que no puede proporcionarnos sino ideas de subversión y mentiras para sorprender a los ignorantes . . .", (Archivo Nacional de Asunción, Vol. 212, N° 3).
En la misma fecha el Administrador de Correos de Asunción don Bernardo Jovellanos lanzó una circular por él suscrita, donde aclaraba que se hacía preciso, se avise al público que siempre gira el correo mensualmente para Buenos Aires. (Archivo Nacional de Asunción, Vol. 212, N° 3).
Advino el golpe del 14 y 15 de mayo de 1811 que depuso al Gobernador español y colocó una Junta en su reemplazo, aunque Velasco formaba parte de ella. En coincidencia, dejó aparentemente de usarse la marca colonial "Paraguay" para la correspondencia.
El sexto punto de la Constitución del 22 de junio de 1811 es de citar, pues decía: ". . . Que esta Provincia, no sólo tenga amistad buena armonía y correspondencia con la Ciudad de Buenos Ayres, y demás Provincias confederadas, sino que también se una con ellas para el efecto de formar una sociedad en principios de justicia, equidad y de igualdad...". ("Álbum Gráfico de la Rca. del Paraguay", A. López Decoud, p. 43).
Este artículo reflejaba el interés del Paraguay por mantener los lazos con Buenos Aires, al tiempo de exigir justicia, equidad e igualdad. En otras condiciones contempladas en dicho documento se pedía el cese del cobro del peso de plata por cada tercio de yerba, con el nombre de sisa y arbitrio.
En el aspecto postal siguieron utilizándose por mucho tiempo aún las guías que acompañaban a la correspondencia, y que tenían origen colonial. En ellas se destacaba nítidamente la escasa cantidad de cartas francas, es decir cuyos portes habían sido abonados por los remitentes, en relación con el grueso, cuyo transporte se cobraba a los destinatarios.
A principios del año 1815 ocupaba el cargo de Administrador de Correos del Paraguay don Ramón Azuaga, en reemplazo de Bernardo de Jovellanos, quien dirigió la administración por muchos años.
Ese mismo año fue nombrado Administrador don Pedro Miguel Decoud, hombre capaz que emprendió con acierto la conducción de los correos de la República del Paraguay. Las tarifas habían sido reducidas a 1, 1 1/2 y 2 reales para cartas sencillas, dobles y triples respectivamente. (Archivo Nacional de Asunción, Vol. 224, N° 14).
Durante el año 1816, y quizá antes, era Administrador de Correos de Icuamandiyú -hoy San Pedro- don Policarpo Patiño, más tarde Actuario del Supremo Gobierno del Dr. Francia.
Con la toma del poder en dictadura temporal primero, y en perpetua luego (Congreso del 30 de mayo de 1816), el Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia inició el aislamiento progresivo del país. Pese a las restricciones en el servicio de correos, el Dictador se hallaba permanentemente en contacto con sus delegados administrativos en distintos puntos, sobre todo fronterizos, quienes con la celeridad acostumbrada enviaban noticias al Supremo.
En el año 1824 ocupaba aún el cargo de Administrador General de Correos don Pedro M. Decoud.
Una de las pocas referencias sobre el tema la trae Francisco Wisner de Morgenstern en "El Dictador del Paraguay, Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia", p. 131/32.
"Habiéndose interceptado en marzo (1825) unas cartas que llegaron de Buenos Aires, con noticias de la reunión del próximo Congreso, noticias que fueron interpretadas por el Dictador peligrosas para la seguridad del Estado, resolvió la inmediata supresión total de los correos que iban por tierra desde la Asunción a las Provincias del Sud. Sin embargo de esto, el Dictador tenía en la policía secreta tres individuos de su más confianza, Orrego, Galíndez y Boláñez, a quienes ocupaba periódicamente enviándolos en comisión a la Provincia de Corrientes para estar al tanto de sucesos que se desarrollaban en aquella Provincia vecina y en las demás Provincias del Sud".
En esta época seguían activos varios maestros de postas, dentro de las limitaciones impuestas, según consta por varios nombramientos. Para el año 1832 era "Administrador General de Correos, Estafetas y Postas de la República del Paraguay" el Sr. Juan Manuel Alvarez, quien había reemplazado a Decoud. Desconocemos la fecha de nombramiento de quien al mismo tiempo era Ministro Tesorero del gobierno.
El 29 de abril de 1835 acusó don José Mauricio Jara haber recibido ocho cuadernillos de papel blanco remitidos por Juan Manuel Alvarez “... para el gasto de la administración del correo de mi cargo". Empero, en enero del mismo año señaló Jara "... no haber habido ingreso alguno de dinero en esta administración de mi cargo" (Arch. Nac. de Asunción, Vol. 1880 N. E.).
De lo que antecede puede deducirse el mantenimiento de la estructura postal, sin usuarios prácticos.
El 20 de septiembre de 1840 falleció el Dr. Rodríguez de Francia. Poco después, el 25 de noviembre, fue nombrado postillón de correos de Asunción don José Andrés Gómez.
Una junta Provisional de Gobierno y un Triunvirato dirigieron la República poco tiempo, hasta que un hombre emprendedor se hizo cargo del poder constitucional, tras ocupar los cargos de Secretario de la Comandancia General de Armas y Cónsul de la República. Se llamaba Carlos Antonio López; versado compatriota y profundo conocedor de las necesidades del país,
Por un decreto del 15 de diciembre de 1842, firmado por los cónsules don Carlos A. López y Cnel. Mariano Roque Alonso, se dispuso el cese temporal de los correos ordinarios de Corrientes, admitiéndose sólo partes oficiales de los gobiernos limítrofes o vecinos, (Arch. Nac. de Asunción, Vol. 253, Nº 5).
En esta etapa de estructuración es de citar que en febrero de 1843 fueron nombrados varios maestros de postas para el interior del país.
Hemos encontrado varios rótulos, de circulares remitidas por la Administración General de Correos, firmados por Juan Manuel Alvarez, para los Maestros de Postas de costa arriba y que llevaban estampadas las marcas coloniales de "Franca" y "PARAGUAY" en rojo claro. Son del año 1843 y prueban el empleo hasta ese entonces de dichas inscripciones en Asunción. (Arch. Nac. de Asunción, Vol. 259, Nº 12).
La Ley que establecía la Administración Política de la República, sancionada por un Congreso General reunido el 13 de marzo de 1844, establecía en su art. 30° de atribuciones presidenciales:
"Todos los ramos de obras públicas, caminos, postas, correos, establecimientos de educación primaria y científicos, costeados por los fondos de la Nación; todos los objetos y ramos de hacienda y de policía, son de la suprema inspección y resorte del Presidente de la República", También en 1844 fue nombrado "Administrador General
interino de Correos y Postas de la República" el Sr. Hermenegildo Quiñónez, en substitución de don Juan Manuel Alvarez quien hasta entonces había conservado el cargo.
De una "Instrucción que deberá observarse en la Administración de Correos de Villa Rica", que tiene fecha de 14 de febrero de 1845 y está firmada por Hermenegildo Quiñónez (Arch. Nac. de Asunción, Vol. 259, Nº 13) transcribimos dos reglamentaciones, la tercera y la cuarta respectivamente:
"Usará de dos cuños, o sellos con que sellará las cartas, el uno con la inscripción de "Villa Rica" y otro con la de "Franca", para distinguirse el destino de la Administración de donde proceden".
"Las cartas que se reciban en dicha Administración se marcarán de esta manera: la carta 'sencilla 1 real; la doble que se conoce contiene adentro otra carta más 1 ½ real; la triple que es más que doble 2 reales; y pasando una onza 5 reales; y por este orden cobrará a los interesados las que no sean franqueadas, entregando las franqueadas sin cobrarles porte alguno".
La marca "Villa Rica" se aplicaba a las cartas que no habían pagado porte. En cambio, se agregaba la de "Franca" en caso contrario.
Esta reglamentación, que con fundamento suponemos habrá regido para otras administraciones del interior y la capital, demuestra el mantenimiento del uso de las marcas individuales para los pueblos de donde procedía la correspondencia.
El primer período presidencial de don Carlos A. López fue testigo de un incremento progresista antes desconocido. Los adelantos en materia postal trajeron al país un sistema de comunicación bien definido, con postas establecidas en puntos cercanos y lejanos entre sí. Su custodia y dirección quedaba a directo cargo del Presidente de la República, quien conocedor de los beneficios que su buen manejo reportaba a la nación puso el suficiente empeño en ampliar los vínculos tanto con el interior del país como con las naciones amigas.
"También ha proveído (el gobierno) otros muchos socorros y gratificaciones, en que no fueron olvidados los empleados en las postas, que hacen un servicio incesante a la Patria". (Mensaje presidencial a los HH. RR. de la Nación, 30 de mayo de 1849).
Por decreto del 4 de julio de 1849 se dispuso arreglar a la brevedad posible el servicio público de correos y postas de la Comandancia de la Villa de la Encarnación con la Tranquera de Loreto y el Uruguay, (Arch. Nacional de Asunción, vol. 286, N° 16).
Desde principios de los años cincuenta inicióse el empleo de una marca en forma ovoide, con la inscripción "Admon Gral de Correos de la R. del P." que luego se generalizó a toda la República. El negro fue el color de mayor aplicación; son conocidos escasamente el rojo y el azul metálico. Las marcas se aplicaban, por lo general, al reverso de las cartas.
Desaparecieron antes de terminar la guerra contra la triple alianza. El sobre más antiguo que hemos hallado de los muchos conservados en el Archivo Nacional de Asunción, lleva fecha 10 de junio de 1868 y está marcado en azul, en Ybycuí.
MARCA EMPLEADA EN DIVERSOS COLORES
PARA LOS CORREOS DEL PARAGUAY
Hacia agosto de 1853 ocupaba el cargo de Administrador interino de Correos, Estafetas y Postas de la República don Benigno González, en reemplazo de Hermenegildo Quiñónez.
En adelante tuvo importancia el correo de gabinete, que se cursaba con regularidad. Los peligros que hacia 1854 y antes se cernían sobre la República en relación a una invasión de parte del dictador argentino Rosas, temida por el Presidente López, hizo que éste atendiese con preferencia lo relativo a la defensa del país, para contrarrestar un eventual choque.
En las diversas postas establecidas en la República del Paraguay se mantenía todo lo necesario para un normal transporte y aprovisionamiento. Así, casi todas contaban con canoas para los parajes difíciles, con galpones, postillones, guías, etc. Los chasques no sólo transportaban correspondencia, sino también elementos varios como frutos, armas, implementos de trabajo, etc.
En carta de Humaitá, de fecha 1° de abril de 1856, el Brigadier General Francisco Solano López escribía a don Buenaventura Decoud:
". . . Se me pasó prevenir a Ud. en mi anterior el gran riesgo que los chasques correrán en adelante, y que por consiguiente se mire mucho, para no despacharlos sino en casos muy urgentes..." ("Con la Rúbrica del Mariscal", Juan I. Livieres Argaña( tomo III, p. 48).
En aquellos años transportaban correspondencia numerosos vapores, tales como el "Rio Blanco", el "Buenos Aires", el "Uruguay" y otros.
El tratado entre la Confederación Argentina y la República del Paraguay, suscripto el 29 de julio de 1856, trató en varios artículos las pautas básicas del cambio mutuo de correspondencia, mucho de lo cual no llegó a cabal realización.
En 1856 ocupaba ya el cargo de Administrador General de Correos del Paraguay don Francisco Javier Acuña, quien había substituido a Benigno González.
Según el "Régimen observado en esta Administración General de Correos hasta el día de la fecha", que lleva la firma de Francisco J. Acuña y fue confeccionado el 9 de abril de 1858, la tarifa de portes era la sgte:
Una carta, peso de cuatro adarmes hasta seis, un real.
Una carta con mayor peso que el de seis adarmes, hasta doce, tres reales.
Luego un real por cada seis adarmes.
"Los impresos periódicos, sea cual fuese el país de su publicación, como igualmente la dirección de su sobre, están sujetos al porte de dos reales cada número ..." (Archivo Nacional de Asunción, Vol. 326, N° 5).
Tanto el correo procedente del exterior como del interior pagaba igual porte en el Paraguay.
El deceso del Presidente, en setiembre del 1862, trajo en sucesión a su hijo Francisco Solano López, quien mantuvo el impulso creador de su antecesor.
El telégrafo nacional transmitió su primer mensaje entre Asunción y Villeta en fecha 16 de octubre de 1864. Hubiera tenido importancia durante la guerra que se avecinaba, de no haber quedado destruido poco después.
Por decreto del 19 de octubre de 1864 se asignó al Administrador General de Correos don Francisco J. Acuña el sueldo mensual de 35 pesos nacionales, a cuyo cargo corría el Ministerio de Hacienda. Era éste ya un hombre anciano, que cumplía además la misión de censurar los periódicos del exterior, abonados en el país (Ref. "Historia del Paraguay", Carlos A. Washburn, Vol. III, p. 41/42).
Con el inicio de las hostilidades se creó un vacío obligatorio en el desenvolvimiento de los correos paraguayos. Por un decreto expedido en el Cuartel General de Humaitá en fecha 4 de septiembre de 1865 removíase de su cargo a Francisco J. Acuña, nombrándose Administrador General de Correos, al Sr. Tomás Alfaro (Arch. Nac. de Asunción, Vol. 343, N° 11).
Tenían ahora preeminencia los correos militares paraguayos, y más tarde los aliados tras la ocupación de gran parte de nuestro suelo. En campaña, el Mariscal López organizó un disciplinado sistema en base a chasques, que le permitió estar constantemente informado de lo ocurrido en zonas estratégicas, gracias a partes, órdenes e informes que circulaban por medio de estos esforzados servidores.
En plena campaña bélica la Dirección General de Correos de la Argentina estableció correos para el transporte de la correspondencia del Ejército en el norte de aquella confederación. Escribe don José Marcó del Pont bajo "Correo argentino en el Paraguay" (Revista de la Sociedad F. Argentina, Sept./Oct. 1908 N° 128, p, 108/109 y Nov. Dic. 1908, N° 129, p. 133/137):
"Un señor Pedro Casartelli, comerciante de Itapirú y agente del vapor "Pingo", estableció una estafeta para la correspondencia de y para Corrientes, lo que comunicó al público por medio de un aviso publicado en "La Esperanza" de Corrientes del 17 de octubre de 1867.
Por nota del 30 de octubre suscripta por Gervasio A. de Posadas, Director General de Correos de la Rep. Argentina, y en consideración de que la localidad de Itapirú era paraguaya, concedía a los señores Allica y Camelino establecer "una agencia temporal". Desestimaba así la estafeta abierta sin autorización por Pedro Casartelli. (Marcó del Pont, trabajo cit.).
Cuando a principios de agosto de 1868 el Ejército paraguayo debió evacuar Humaitá, Posadas decidió la apertura de otra estafeta, esta vez en Humaitá. Fue nombrado Administrador don Guillermo Zanda, quien la habilitó a partir del 3 de octubre de 1868 empleando en ella sellos argentinos con la efigie de Bernardino Rivadavia.
Estos fueron marcados con una cancelación especial, a quince líneas horizontales, en forma de rombo, con la letra "H" (Humaitá) en su centro.
Zanda se hizo luego cargo de la Administración de Correos de Asunción desde el 20 de enero de 1869. Con la formación del gobierno provisional dejaron de funcionar las estafetas aliadas en nuestro territorio. Otra marca con la inscripción "Correos de la Asunción" en forma de círculo y con una estrella en el centro era utilizada para librar la correspondencia en la capital, si bien en un principio se mantuvo la marca de Humaitá ya en Asunción.
En forma paralela, el ejército brasileño había mantenido seis correos en nuestro territorio, los que también gozaban de franquicias. Se asigna cierto valor a unas etiquetas que se cree circularon con correspondencias destinadas al Brasil, las cuales iban vía Buenos Aires. Son conocidas en distintos tipos de colores y papeles y llevaban la inscripción "Exercito em operaçoes contra o Paraguay", a cuatro líneas. Deben haber tenido origen privado.
El Sr. Charles Jewell afirma en la publicación filatélica suiza "Schweizer Briefmarken Zeitung" N° 11, p. 293/298, año 1952, que dichas etiquetas fueron auténticamente usadas, aunque planteaba la interrogante sobre si eran o no comprobantes de pago de franqueo. De cualquier forma contrariaba el estudio del especialista brasileño José Kloke y del norteamericano S. Rich, quienes llegaron a la conclusión de que se trataba de simples "souvenirs" (C.C.P., abril 1944).
Se conocen además algunos sobres portadores de la cancelación ovoide "Esquadra Bloqueadora Ao Paraguay", remitidos al Brasil desde el Paraguay en plena conflagración.
SOBRE REMITIDO DESDE EL PARAGUAY
CON FRANQUEO ARGENTINO Y MARCA “H” DE HUMAITÁ
El gobierno provisional del Paraguay estableció otra tarifa postal el 16 de noviembre de 1869, la que ocho meses después perdió fuerza con la llegada de los sellos postales. Se daba en "centavos" y debió volverse a una en "reales" (Ver cap. 11).
Don Guillermo Zanda fue nombrado Administrador General de Correos interino en fecha 4 de noviembre de 1869. Hasta entonces había, ocupado el cargo de Administrador de la estafeta de Asunción, abandonada por sus legítimas autoridades en el transcurso de la guerra.
Por disposición oficial del 14 de diciembre de 1869 se decidió reorganizar las vías de comunicación desde la capital hasta Salvador, Igatimí, Villa Rica, Encarnación y Pilar, estableciendo postas.
Aclaramos que a partir del 15 de agosto de 1869 todos los decretos y leyes citados se hallan transcriptos en los diversos Registros y Gacetas Oficiales del Paraguay. Omitimos, pues, su referencia.
LOS CORREOS TRAS LA GUERRA DEL 1864 AL 1870
Desde la primera semana de agosto de 1870 empezaron a circular sellos nacionales adhesivos, con valores de uno, dos y tres reales, en base a una nueva tarifa postal aprobada el 9 de agosto del mismo año. El previo pago del porte era ya ineludible para la correspondencia al exterior.
La Constitución del 1870 atribuía al Congreso en su artículo 72, inc. 11, "Arreglar y establecer las postas y correos generales de la República y reglar el comercio marítimo y terrestre con las naciones extranjeras".
El proceso de reconstrucción fue lento. La organización de las postas distribuidas en el interior se hizo en forma paulatina, con nuevos nombramientos en reemplazo de quienes habían caído en defensa de la Patria. Pese a los insistentes pedidos que por agosto de 1870 se formulaban para el establecimiento de estafetas en las estaciones del ferrocarril, su aceptación iba postergándose sin justificativos, hasta que finalmente se accedió para beneplácito de las poblaciones ubicadas a lo largo de su trayecto.
Desde septiembre se publicaron quincenalmente por los periódicos, detalles de la correspondencia que existía en la administración de Asunción, la que abría sus puertas de 9:00 a 16:00 horas los días hábiles, y de 7:00 horas los de despacho de valijas. En más de una agencia marítima se hallaban los días de partida dé vapores, empleados postales que recibían y franqueaban el correo. (Ref. "La Regeneración", 28/VIII/ 1870, N° 137, Asunción).
El presupuesto mensual de gastos de la Administración ele Correos para el año 1873 pinta su estructura y alcances:
1 Administrador $ 170,00
1 Auxiliar $ 42,50
1 Repartidor de cartas $ 25,50
Gastos de oficina $ 10,00
Bastante modestas, pues, las obligaciones de este servicio, que prueban aún su desarrollo incipiente de postguerra. De cualquier forma había interés por motivar su evolución y hacer girar con rapidez el correo de un sitio a otro. A tales propósitos estaban empeñados los gobiernos que se sucedieron.
El 3 de julio de 1.873 quedó nombrado Administrador General de Correos de la República don Isidro Ayala, quien fue sustituido poco después por el Capitán de Fragata Romualdo Núñez. A éste sucedióle don Ildefonso Machaín, nombrado el 25 de noviembre de 1874.
Poco antes, un trascendental paso hacia la coordinación de las actividades postales de todo el mundo había sido dado con la celebración de un congreso postal en Berna, Suiza, que culminó con el tratado del 9 de octubre de 1874. En él, el Paraguay no había estado presente.
En los pasos previos a la venta del ferrocarril, concretada más tarde, siempre se imponía la cláusula de que la empresa debería conducir gratis la correspondencia pública remitida por la Administración de Correos. Ej.: decreto del 16 de enero de 1877, art. 12º.
En Asunción fue firmada el 17 de marzo de 1877 una convención de 16 artículos, en materia postal, entre el Paraguay y la Argentina. Era la primera registrada entre nuestro país y otro. Estaba destinada a "mantener las buenas relaciones y a llenar las exigencias de ambos países". Fueron plenipotenciarios el Dr. Benjamín Aceval, Ministro de Relaciones Exteriores por el Paraguay, y el encargado de negocios argentino en el Paraguay, Dr. Manuel Derqui. ("La Reforma", Nº 436, 24/III/1877, p. 1/2, Asunción).
En curso estaban los "reales" y los "pesos" en el Paraguay, éstos divididos en cien centavos. Cada real equivalía a diez centavos (Ley del 29 de agosto de 1877).
El Congreso Legislativo sancionó el 4 de septiembre de 1877 una nueva ley de tarifa postal para el movimiento de correspondencia en el país y hacia fuera de él. Se había decidido utilizar el porte de "5 centavos" para cualquier carta qué no pasase de 9 gramos, con lo que se abarcaba la mayoría, así como por cada bulto que no excedía de 50 gramos. Los libros, folletos, grabados, litografías, música y otras impresiones pagaban 5 centavos por cada 500 gramos o fracción de peso. Los diarios y periódicos quedaron libres de porte. Esta ley, de 14 artículos, se adecuaba con tranquilidad a las exigencias del momento.
Por entonces era único chasque de Asunción hacia Villa Rica, don Tomás Bartllet, quien salía por tren y continuaba a caballo. Tocaba además puntos como San Estanislao, Caazapá, etc. Luego de un recorrido de varios días, volvía a Asunción. Se lo conocía como "correo de campaña" en los presupuestos y papeles oficiales.
Por un decreto, del 31 de diciembre de 1877 se adecuaron los antiguos sellos nacionales a la nueva tarifa; decidióse su habilitación individual en "5" (centavos). Al día siguiente, 1° de enero de 1878, presentaba renuncia al cargo de Administrador de Correos don Hipólito Machaín. Todo hace suponer que por desavenencia con la decisión de habilitar los sellos o poner en práctica la citada tarifa.
Fue reemplazado el día 2 por don Silvano Sánchez, bajo cuya responsabilidad quedaron las habilitaciones. La Administración de Correos seguía con los tres mismos cargos mencionados más atrás. No contemplaba un reparto obligatorio de las cartas a domicilio, ya que había que agregar un monto extra para pretenderlo. De ahí la ausencia de un cartero asunceño.
En mayo de 1878 se reunió en París otro Congreso postal, decidido cuando la firma del tratado dé Berna. Se creó en él la denominación dé “Unión Postal Universal”, tradicionalmente U.P.U. Nuestro país no fue signatario del acuerdo por no hallarse representado. Fue firmado el 1° de junio.
En mayo de 1879 presentó renuncia como Administrador don Silvano Sánchez, siendo nombrado en su lugar don Manuel Ávila (ver cap. III). Su destacada actuación para bien de la administración redundó en un notorio auge del movimiento postal. El correo dependía en su aspecto orgánico del Ministerio del Interior.
También del año 1879 se conoce una reglamentación e itinerario del correo paraguayo, que especifica los puntos de destino, las postas que debían ser enlazadas, las disposiciones a cumplir por sus transportadores y los días de partida. Uno de esos volantes estaba fijado en el interior de la Administración de Correos de Asunción.
La prolongación de las vías del Ferrocarril trajo, en relación con servicios pasados, una premura considerable en el movimiento de correos.
El Paraguay se adhirió en todas sus partes a la convención postal firmada en París, por Ley del 2 de junio de 1880, siendo trasmitida a la oficina respectiva dicha decisión, la que nos incorporaba definitivamente al movimiento internacional de correos.
El 28 de abril de 1881 se asignó por primera vez una subvención de 100 pesos fuertes mensuales a una empresa de mensajerías, la de los señores Saturnino Muniagurria y Cía. La Administración de Correos de Asunción funcionaba en un edificio fiscal muy deteriorado, sobre la calle Palma, esquina Atajo (hoy calle Alberdi).
Otra ley sobre tarifa postal quedó promulgada por el Poder Ejecutivo el 3 de julio de 1881 y se ajustaba a los términos de la convención postal universal. Era el trabajo más sólido de cuantos habíamos tenido a la fecha en la materia. En aquella ley, los diarios y periódicos volvieron a estar tasados para su transporte. En cambio y con posterioridad, se declaró libre de franqueo a toda correspondencia emanada de entidades oficiales y municipales.
Una interesante reglamentación sobre la propiedad de la correspondencia, firmada el 15 de octubre de 1881, vino a disipar dudas en cuanto a su manejo.
El 20 de octubre de 1882 fue suscripto con Bolivia un ajuste sobre materia postal.
Ante el rechazo general de la prensa y de los lectores habituados a recibir sin cargo los diarios y periódicos nacionales, el 1° de diciembre de 1882 volvieron a ser declarados por decreto, libres de porte en todo el territorio del Paraguay.
Una nueva tarifa adecuada a las necesidades, fue puesta en vigencia desde el 2 de octubre de 1883 para el interior del país.
El 10 de diciembre de 1883 fue nombrado el primer Director General de Correos y Telégrafos. Recayó la designación en su propio Administrador don Manuel Ávila. La sección telegráfica tenía entonces ocho funcionarios, incluyendo el Director General, y se habían establecido oficinas en Villeta, Villa Oliva, Villa Franca, Pilar y Humaitá.
"Habiendo terminado la construcción de la línea telegráfica que parte de esta ciudad al Paso de la Patria, ha quedado habilitada para el servicio desde el 1° de marzo último, con el unánime aplauso del país y ante las manifestaciones entusiastas de júbilo de los pueblos favorecidos más inmediatamente por este veloz mensajero del pensamiento". (Del mensaje del Gral. Bernardino Caballero al abrir las Sesiones del Congreso, el 1° de, abril de 1884. Imprenta de la Democracia, p. 8).
En 1883 había sido puesto internamente en vigor un "Reglamento de Correos en Campaña", con el consentimiento del Ministerio del Interior. El mismo logró ordenar de manera clara las atribuciones y funciones de sus encargados, sus dependencias, modos de trabajo, etc. Lo expidió Manuel Ávila. ("Recopilación de Leyes y Disposiciones fiscales de la Rca. del Paraguay", Rafael C. Vallejos, p. 165/67).
El 26 de mayo de 1884 se acordó favorecer con una subvención de 100 pesos fuertes mensuales a la "Mensajería Paraguaya", propiedad de don Feliciano López, que de ahí en más recorriera el trayecto entre Paraguarí y Villarrica.
Conjuntamente con la emisión de tres sellos en agosto de 1884 aparecieron los primeros enteros postales para el Paraguay. Tenían impreso los valores de 2 centavos rosado y 5 centavos azul. Su empleo, muy útil por cierto, se prolongó con regularidad hasta principios del siglo XX para desaparecer paulatinamente. Los enteros postales de 1931 son los últimos que conocemos.
El primer representante del Paraguay ante un congreso de la Unión Postal Universal, que se celebró a partir del 1° de octubre de 1884, fue designado el 1° de agosto. Era don Francisco de Almeida Rebullo, cónsul general de nuestro país en Portugal.
Por entonces la Dirección General de Correos y Telégrafos seguía funcionando en las calles Atajo y Palma, sede igualmente del Tribunal de justicia. Pero pronto la repartición postal habría de desalojar el inmueble, para quedar el Tribunal como ocupante exclusivo.
Por Ley del 4 de septiembre de 1884 se creó la junta de Crédito Público, entre cuyas incumbencias estaba la de "proveer a la Administración de Correos de las cantidades de estampillas, sobres timbrados y cartas postales". La J. de C. P. fiscalizó las tareas económicas de la Dirección General de Correos. A la junta debían los interesados hacer sus pedidos, tanto de sellos postales como fiscales.
Debe recordarse que los timbres o sellos fiscales se coleccionaban casi del mismo modo que los postales, lo cual se abandonó vista la monotonía de sus diseños y los progresos en materia filatélica.
Según otra ley del 5 de septiembre del mismo año, el traspaso de los sellos postales seguía este orden: el Ministerio de Hacienda los recibía y fiscalizaba; los remitía a la contaduría general, la que a pedido de la junta de Crédito Público los entregaba con las formalidades de rigor. De este organismo iban al correo central de acuerdo a las necesidades postales.
Como antecedente fraudulento es de citar que hacia marzo de 1885 fue descubierta una falsificación de estampillas fiscales. A partir del día 30 de ese mes se fijó un término de treinta días para el canje total de los valores en poder de particulares; esta medida erradicó el mal.
En esa época se crearon numerosas mensajerías en el territorio, las que subvencionadas por el Estado tenían itinerarios fijos que recorrer.
Tras la renuncia de don Manuel Ávila en octubre de 1885, fue nombrado en su reemplazo don José R. Mazó, quien permaneció al frente de la Dirección General por espacio de seis años.
Con el año 1886 aparecieron los primeros sellos para los correos oficiales de la República. Los emitieron hasta el año 1939, en sucesivos valores.
A modo complementario de estas reseñas, veamos algo de la parte física dé nuestros correos. En la capital existían en el año 1887, amén de la Dirección General con sus cinco oficinas, la Estafeta N° 1 (Puerto) y la N° 2 (Estación del F. C.).
En el interior del país se contaban desparramadas 33 oficinas, al tiempo que se proyectaba establecer dos más, una en Tabapy y la otra en Nueva Germania.
Diez buzones capitalinos se hallaban colocados en los siguientes sitios:
Aduana Central.
Teatro Nacional
Esquina Villa-Rica y 15 de Agosto
„ Estrella e Itauguá
„ Atajo y Pilcomayo
„ Oliva y 25 de Noviembre
„ Igualdad y Uruguay
„ Asunción y Tacuarí
Estación del Ferrocarril
Casa de Correo
Es de señalar que en 1887 las vías postales explotadas eran de 72 km. en el aspecto férreo, 2.025 km. de campaña y 897 km. de vías fluviales y de lagos. ("Anuario Estadístico de la Rca. del Paraguay", año 1886, p. 192/99).
Los correos al interior contaban con diversas vías desde Asunción. Una era por medio de los vapores de la carrera del litoral, aguas arriba y aguas abajo. La vía férrea era empleada hasta Paraguarí. Destacaban además las de la Cordillera N° 1 y Nº 2 y las vías de San Estanislao, Misiones, Villa Encarnación y Jesús, e Itá.
Por Ley del 8 de julio de 1889 se aprobó el acta adicional de Lisboa del 21 de marzo de 1885, así como la convención de fecha 3 de noviembre de 1880 sobre cambio de encomiendas postales, modificada y completada en el congreso de Lisboa.
Los empresarios de mensajerías fueron obligados en agosto de 1891 a establecer un itinerario fijo de acuerdo con el Ministerio del Interior, encargado éste de coordinar todo lo relativo al manejo postal de estas empresas privadas.
El 2 de septiembre de 1891 fue nombrado don Ángel Peña como Director General de Correos y Telégrafos, en substitución de José R. Mazó.
El Paraguay celebró con el Uruguay el día 14 de marzo de 1892 una convención bilateral sobre encomiendas postales, suscrita por sus respectivos directores generales y ratificada por el Congreso Nacional el 29 de agosto de 1893. Había celebrado otra para el intercambio de cartas con valores declarados con la Argentina, firmada en Buenos Aires el 3 de febrero de 1892, y una más sobre intercambio de encomiendas postales.
En prosecución de los convenios internacionales, signifiquemos que con fecha 4 de agosto de 1893 se confeccionó un Reglamento de Servicio de Encomiendas para con la Rep. Argentina, la Oriental del Uruguay e interior del país. Fue aprobado por decreto del 30 del mismo mes en todas sus partes de giros, valores declarados y encomiendas postales.
La carencia de aun código postal obligó a las autoridades paraguayas a hacer suyo el argentino, como era norma en otras jurisdicciones. Por Ley del 17 de abril de 1894 se adoptaban ". . . como Códigos de la República, los Códigos Postal y Telegráfico vigentes en la República Argentina, dictados durante la Administración del Doctor don Carlos Carlés . . .".
Los mismos comprenden tres tomos. El primero sobre organización general y reglamento de correos; el segundo sobre recepción de objetos postales de acuerdo con las convenciones de la U.P.U., y el tercero trata sobre las convenciones, el reglamento de orden y detalle, la convención telegráfica de San Petersburgo, el reglamento telegráfico del servicio internacional y la convención telegráfica argentina.
Si bien la Dirección General introdujo paulatinamente modificaciones que fueron aprobadas, hace tiempo que es una necesidad el confeccionar un código enteramente nacional. El adoptado es casi desconocido, inclusive por numerosos juristas, pues pocos se han preocupado en leerlo.
El 19 de junio de 1894 fue designado Director General de la institución el Sr. Pedro Saguier. En esa época la central trasladó sus actividades a una antigua casona, más conocida como "Casa de los Gobernadores". Era ésta una construcción, con un patio central ocupado por el Telégrafo Nacional, sostenida de decenas de columnas. La central de correos llegó a ocupar gran parte de ella. Tenía su entrada directamente frente al río Paraguay.
El 18 de julio de 1898 se fijó el equivalente a las tasas para portes en el intercambio de correos entre los países miembros de la U.P.U., que incluía al Paraguay.
Ante la renuncia presentada al cargo de Director General por don Pedro Saguier, es nombrado el 28 de febrero de 1900 el Sr. Ángel D. Peña para ocuparlo. Su fallecimiento en enero de 1901 dejó vacante el puesto, hasta la designación de don Gregorio Benítez por decreto del 21 de dicho mes.
En corto tiempo se sucedieron varios cambios en la más alta conducción. Con la renuncia de Benítez al cargo de Director General fue nombrado el 20 de marzo de 1902 José Antonio Ortíz, quien no aceptó la designación. Le sucedió don Carlos R. Santos con nombramiento del 25 de abril de 1902. A partir del 27 de julio de 1903 la Dirección quedó bajo las órdenes de don Gregorio Pereyra Cazal.
La filatelia iba teniendo su importancia en el desarrollo de los correos mediante la compra, a veces masiva, de valores para el franqueo. Escribía el diario "El Paraguay", N° 1043, del 18 de julio de 1903:
“... La administración debería hacer lo posible para evitar poner en circulación nuevas sobrecargas, pues los filatelistas, que no saben lo que pasa aquí, están persuadidos que estas habilitaciones constituyen una especulación del gobierno". ("Estampillas", p. l).
El 29 de marzo de 1905 fue nombrado Director General de Correos y Telégrafos don Constantino Misch tras renuncia del anterior. Misch, un esforzado director, imprimió laboriosidad y mejoró los servicios.
Carlos A. Recabarren León fue nominado el 19 de marzo de 1907 como dibujante de la Oficina Técnica de la Dirección de Correos; era uno de los primeros. Para el 20 de abril se autorizó la compra en Buenos Aires de 48 sellos fechadores de metal e igual número de sellos de bronce para la Dirección General. Esto demuestra que los matasellos seguían siendo confeccionados en la Argentina para uso en el país.
Otra ley de tarifa postal fue promulgada el 25 de abril de 1908 dejando nula una anterior del 1/I/1906; contemplaba el precio de veinte centavos para cartas simples de quince gramos o fracción. La casilla de apartados costaba anualmente 40 pesos fuertes.
Meses después, el 7 de julio, tomó el cargo de Director General don Gerónimo Soler, en lugar de Constantino Misch quien había renunciado. Varias quejas que contra el servicio habían sido normales en muchos años no cesaron pese a que eran defectos comprensibles en su origen, por la dificultosa evolución del sistema postal paraguayo.
Al año siguiente surgiría una destacada figura como Director General de Correos y Telégrafos. Era la de don Juan Francisco Pérez Acosta, ilustre historiador y conocedor profundo del correo paraguayo. En forma interina habría de sucederle más tarde don Andrés A. Rivarola.
Por una resolución del 12 de octubre de 1910 se autorizó a la D. G. de C. y T. a tomar en arrendamiento por un importe de 200 pesos oro sellados, mensuales, "... para local provisorio de la repartición, el edificio altos calle Presidente Carnot (hoy Pte. Franco) esq. Caballero, propiedad de los señores Pecci Hnos. y Cía.".
Poco después se trasladó la Dirección General a ese bonito inmueble que aún hoy subsiste. Abandonaba la "Casa de los Gobernadores", inexplicablemente demolida en el año 1913.
Sucedió a Andrés Rivarola, en forma interina, don Ernesto Fernández Urdapilleta, con nombramiento del 9 de febrero de 1911. Era el año del Centenario de la Independencia Nacional, y la Dirección General rindió su justo homenaje por medio de una serie de siete bellos timbres. Era la primera vez, en más de 40 años, que el Paraguay recordaba su independencia por medio de sellos postales.
Estos, originados en un decreto del 15 de julio de 1910 que autorizaba su confección, y en otro del 6 de febrero de 1911 que consentía su circulación, fueron puestos a la venta a partir del miércoles 11 de octubre. Dos días antes se había dictado una resolución en el sentido de qué se vendería "... por ventanilla la cantidad que estrictamente sea necesaria para el franqueo de las piezas postales que a tal fin sean presentadas". Para obtener mayor cantidad debía el solicitante dirigirse por nota a la Dirección General.
Agreguemos finalmente que por Ley del 10 de octubre de 1910 se había decidido que, "el producido de los sellos conmemorativos se destinará a costear el edificio central e instalación para Correos y Telégrafos".
El 20 de febrero de 1911 se designó Director General de la institución a don José I. Meza, quien prácticamente no se ocupó del cargo por ausencia. Nuevamente Fernández Urdapilleta interinó el puesto hasta que Meza, Director nombrado, tuvo otro destino. La situación se aclaró con el definitivo nombramiento de Ernesto Fernández, el 7 de julio de 1911.
Contaba por ese año la Dirección General con un total de treinta empleados y funcionarios, incluyendo los de más alto cargo. Esto hablaba de una evolución y del cambio operado, aún cuando todo dentro de un marco de lentitud.
Suma importancia tenía entonces el tendido de líneas telegráficas, que sí se hacía aceleradamente. No nos explayamos sobre el tema por ser ajeno a nuestra competencia.
La proliferación de expendedurías de sellos postales no autorizadas, obligó a la Dirección General a tomar cartas en el asunto. Por Resolución N° 175 del 19 de octubre de 1911 se las consideró clandestinas, ya que eran contrarias a la ley postal. ("El Día", N° 92, 3/XI/1911, Asunción).
El horario de oficina para la sección administrativa era a fines de ese año de 6:30 hs. de la mañana hasta el mediodía.
En el 1912 los cambios estuvieron al orden del día. Si se hizo popular el hecho de que cuatro Presidentes ocuparon ese año la más alta magistratura, quedó en el anonimato el que otros tantos Directores Generales de Correos y Telégrafos hayan sido removidos de sus cargos como siguiendo el ejemplo. El 16 de febrero tomó la dirección don Juan C. González Peña en reemplazo de Ernesto Fernández Urdapilleta, renunciante. El 4 de marzo sustituyó a aquél don Manuel M. Gorostiaga, quien sin durar en sus funciones tres semanas se alejó para dar lugar el 23 a don Ramón Lara Castro. Y el 16 de diciembre ocupaba la Dirección General don Severiano Zubizarreta. Este, a principios de año retiróse de ella, quedando la misma acéfala. Tal la vorágine del cambio, que por supuesto ningún favor hizo a la repartición.
También en 1912 fue suspendido el servicio de correspondencia a las Misiones, reanudado el 19 de junio de ese año en esta forma: De Paraguarí, tras la llegada del tren los miércoles y sábados por la vía de Tabapy, Quiindy y Caapucú; los días martes y viernes por la de Acahay, Ybycuí, Quyquyó y Mbuyapey. La reorganización del servicio debió ser a caballo, hasta el restablecimiento de las mensajerías paralizadas. (Ref. "El Nacionalista" N° 9, 30/V/1912, Asunción).
Luego de un corto lapso de tratativas, el Director renunciante, Severiano Zubizarreta, decidió aceptar de nuevo el cargo. Fue confirmado el 7 de junio de 1913.
El 24 de junio se autorizó a la D. G. de C. y T. a comprar para sus oficinas tres máquinas timbradoras del extranjero. Eran las primeras que se empleaban en nuestro país para tal fin.
La profesión de chasque o mensajero no era indudablemente una muy segura; solían ser atacados por delincuentes convencidos de obtener alguna utilidad. En julio de 1913 fue asesinado el humilde cumplidor del trayecto San Pedro - Lima, sustrayéndosele toda la correspondencia. Sin embargo, el empeño de éstos demostró en incontables jornadas su temple y decisión de servicio. Merecen un homenaje de recordación por la misión cumplida a lo largo de la historia del Paraguay.
Por Ley del 26 de agosto de 1913 se aprobó la Convención Postal Universal, el protocolo y la reglamentación del Congreso de Roma, celebrado el 26 de mayo de 1906.
Para 1914 el departamento de correos contaba ya con cinco categorías distintas de oficinas de campaña. En Asunción funcionaban seis centrales, dos oficinas de "Ultima Hora" en el puerto y la Estación Central del Ferrocarril, y ocho sucursales como ser las de Puerto Sajonia, Loma Clavel, Ysaty, Recoleta, Lambaré, etc.
En vista de las dificultades con que tropezaba la Dirección General para percibir el producto de las ventas de sellos postales en el interior, se decidió expenderlos en oficinas de particulares con escritorio y en casas comerciales, con un descuento del 10 % en la primera compra y 5 % en las siguientes. (Decreto del 7 de marzo de 1914).
En 1915 fue nombrado Director General de Correos y Telégrafos don Pacífico de Vargas, en reemplazo de Severiano Zubizarreta.
Por entonces la Dirección General se trasladó paulatinamente a otro local sobre las calles Alberdi, Benjamín Constant y Buenos Aires (hoy El Paraguayo Independiente), donde aún se encuentra. El inmueble había sido adquirido a la familia de los Sres. Juan y Luis Patri de nuestra capital. Como un hecho curioso señalaremos que el sitio que la central destina hoy a las encomiendas y paquetes; sobre la calle El Paraguayo Independiente, estaba reservado para la caballeriza de sus anteriores propietarios.
Esta construcción sufrió algunas leves reformas. Recibió uno que otro daño revolucionario debido al sitio que ocupa, pero se mantuvo erguida. Así, sigue sirviendo a las comunicaciones postales del país.
El 8 de febrero de 1917 reemplazó a Pacífico de Vargas el Sr. Miguel Gerónimo Soler, como Director General de Correos y Telégrafos.
Las habilitaciones dé sellos con sobrecargas se autorizaban por decretos, los que a veces no se ajustaban a la existencia de valores en Tesorería. Veamos un ejemplo: el 5 de agosto de 1918 se resolvió la habilitación de 800.000 sellos deficientes en 40 centavos para uso postal. Pero sólo lo hicieron con 444.600 ejemplares, pues notóse una fuerte existencia de otro sello postal de 40 centavos; (Yvert N° 205). De ahí el cuidado que debe ponerse al tratar las tiradas de estos sellos modificados en su valor.
A fines de marzo de 1919 fue designado como Director General de C. y T. el Sr. Juan Bautista Nacimiento.
El 17 de noviembre de ese año se celebró con el Brasil un convenio para intercambio de valijas diplomáticas; el cual rigió desde 1920.
El 13 de julio de 1920 fue promulgada la Ley N° 408 del 19 de julio, que facultaba a la Dirección General a vender valores postales a comerciantes del interior del país.
Por otra Ley N° 446 del 18 de noviembre era promulgada una nueva tarifa postal en lugar de la anterior.
Aún en 1921 se contrataban servicios privados de chasques como lo prueba el contrato entre la D. G. de C. y T. y el Sr. Roberto Bernard, a quien se adjudicaban 9000 pesos mensuales por decreto del 8 de febrero de 1921, para cubrir el servicio de Paraguarí a varios pueblos circunvecinos.
El 16 de mayo de 1921 quedó librado al público asunceño el desaparecido servicio interurbano "Por Expreso". La carta simple en el radio capitalino costaba 2 pesos; la con aviso de retorno, 4 pesos. Era un adelanto en la materia si se considera que Asunción carecía de una red telefónica. Los sellos de franqueo eran inutilizados con una marca de goma con inscripción "Servicio por Expresó", a dos líneas.
El 10 de septiembre de 1921 se nombró Director General de la institución a don José del Rosario Ayala. Eran momentos en que el servicio iba incrementando sus ingresos al agilizar el movimiento. Ese año se recibieron del interior un total de 341.906 piezas postales y se expidieron otras 968.225. En cambio, el mismo servicio de cinco años después acusaba, según las estadísticas, un total de 803.591 y 3.808.690 piezas respectivamente. ("Memoria de la Dirección General de Estadística", 1927, Correos y Telégrafos, p. 23, Asunción).
En febrero de 1922 principiaron a utilizarse en los pueblos y ciudades del interior del país, sellos provistos dé una sobrecarga "C" en tamaño grande, los que gozaban de un descuento sobre su valor facial y no podían emplearse dentro del radio capitalino sino de complacencia.
Por un decreto del 19 de septiembre de 1925 púsose en vigencia en el Paraguay la Convención Postal Universal de Estocolmo, firmada el 28 de agosto de 1924.
A mediados de junio de 1926 apareció el primer número quincenal de la "Revista Postal y Telegráfica", vocero de la Dirección General de Correos que cumpliera una digna función divulgadora. Fueron sus primeros directores y redactores los señores J. Arturo Lavigne y Ernesto Jiménez. Su administrador, don Enrique Jara Casco.
El 7 de julio de 1926 quedó determinado que "El Contador General, el Director del Tesoro y los Directores de Aduana, de Correos y Telégrafos y de Impuestos internos durarán en sus funciones por un período de cuatro años, que coincidirá con el período presidencial y durante él no podrán ser removidos sino por faltas o mal desempeño en sus funciones debidamente comprobados". (Ley N° 817, art. 42º).
La tasa postal y telegráfica interna para el Paraguay fue aumentada por Ley Nº 829 del 29 de julio de 1926.
El ex-Director General e intelectual, don Juan Francisco Pérez Acosta había sido comisionado a varios congresos postales internacionales celebrados en los Estados Unidos de Norteamérica, la Argentina, el Uruguay, etc. Estimaba en su justa medida la importancia de los correos en el desarrollo y el progreso de nuestro país.
El primer vuelo-ensayo que se cree transportó correspondencia entre Buenos Aires - Asunción y retorno, se efectuó el 26 de noviembre de 1927. Era el "Voyage Nungesser-Coli" de los aviadores franceses Dieudonné Costes y Joseph Le Brix.
El 27 de agosto de 1928 se confirmó en el cargo de Director General de Correos y Telégrafos al ingeniero civil don Agustín Muñoz, hombre de dinamismo y erudición que permaneció más de cuatro años al frente de la institución.
Bajo su conducción se realizó el primer vuelo regular de transporte aéreo dé correspondencia entre el Paraguay y la Argentina. Su inauguración tuvo lugar el 14 de enero de 1929 con un avión "Late 26" de la Compañía General de Empresas Aeronáuticas, Líneas Latecoere, del vecino país. Para el efecto había sido celebrado un contrato de 21 artículos en fecha 14 de septiembre de 1928, autorizado por decreto del 9 de diciembre de 1928. En dicho contrato quedó estipulado todo lo relativo al transporte postal entre sus capitales. ("Revista Postal y Telegráfica… Nº 30, Sept. 1928, p. 12/14).
Era un paso valiosísimo para extender los contactos que, ora duros, ora lentos, se hacían ya con rapidez en contraste con el penoso y cansino transitar de los memorables chasques coloniales. Pronto este servicio aéreo fue ampliado al Brasil, el Uruguay, Europa y África. (Resolución de Correos Nº 36 del 25 de febrero de 1929).
Ese mismo año, la línea Asunción -Buenos Aires fue mejorada con la inclusión de aviones "Late 28" para ocho pasajeros, que volaban a una velocidad media de 230 kilómetros por hora.
El 17 de diciembre de 1929 fue creado efectivamente el Museo Postal de Asunción, con el nombramiento posterior de don Carlos Rocholl como su primer director (ver cap. III).
Por decreto del 27 de enero de 1930 se amplió el servicio aéreo y externo y se estableció una tarifa de sobretasa para las piezas transportadas en dicho servicio.
En mayo del 1930 llegó a Buenos Aires en vuelo regular el primer dirigible "Graf Zeppelin", que hacía el viaje a Sudamérica desde Alemania. En adelante, la fiebre de vuelos, cancelaciones y sellos con dicho motivo regularía parte de los correos aéreos americanos; del paraguayo entre ellos. Hasta los últimos vuelos de fines de 1936, nuestro país confeccionó marcas y empleó sellos alusivos.
Estos aparatos, que llevaban el nombre de su ideador, hicieron época con el transporte de pasajeros y correos. La aeronave que tocaba Sudamérica hacía escalas en Recife (Pernambuco), Río de Janeiro y/o Buenos Aires para enfilar de retorno hasta Friedrichshafen, Alemania. Los "Graf Zeppelin" realizaban además otros vuelos en diversas direcciones del globo.
La correspondencia a transportarse por estas máquinas se depositaba en nuestro país en el correo central de Asunción, hasta cierto horario. Su representación la ejercía el "Syndicato Cóndor Ltda.", a cargo de don Manuel Ferreira.
El 12 de junio de 1930 efectuó la compañía Panagra su primer vuelo entre el Paraguay y los Estados Unidos de Norteamérica, abriendo una nueva ruta aeropostal. Ese mismo mes el célebre aviador francés Jean Mermoz (1901-1936) unió Francia con Sudamérica y transportó un nutrido grupo de cartas y sobres con un lote de nacionales. Los hoy conocidos "Sobres Mermoz" salieron de Asunción el día 8.
El 17 de julio se autorizó a la D. G. de C. y T. a contratar el suministro gratuito de doce series mensuales, dé 10.000 cartas - tarjetas cada una, con leyendas patrióticas y comerciales tal como fueron ofrecidas por don Jaime Birks. Estas no llegaron a imprimirse en la forma convenida.
Los periódicos y diarios nacionales, que por épocas tuvieron franqueo gratuito y en otras pagaron derecho de distribución, se vieron nuevamente beneficiados por la Ley N° 1155 del 9 de Agosto de 1930, que los declaró libres de porte.
El "Ensayo de Servicio Aéreo Interno" realizado en septiembre de 1930 es de citar como pionero en este aspecto. La correspondencia manejada recibió una marca romboide con la inscripción citada. El avión visitó varios pueblos del interior. El año 1930 había traído, de esta manera, varios testimonios de la conquista aérea, ligados a las relaciones postales de positiva repercusión para su mejoramiento.
La calidad de los sellos nacionales seguía sin ser del agrado del usuario y de los filatelistas; sumábase a ello el esporádico incumplimiento de algunos decretos sobre la cantidad de valores a ser emitidos, habilitados o incinerados, lo cual creaba un clima de intranquilidad entre los colegas. Pero nuestros sellos eran poco especulados - salvo alguna que otra variedad - y reportaban entradas regulares a la Dirección General, para la que a menudo se leían sugerencias en el sentido de buscarse una imprenta extranjera de producción superior que los Talleres de Valores Oficiales de Asunción.
Por un decreto del 17 de septiembre de 1931 se reglamentó la impresión de valores, según el art. 36 de la Ley N° 817/26 sobre organización financiera.
A fines de 1931 aparecieron los últimos números de la "Revista Postal y Telegráfica". Seis prósperos años indicaron su ocaso. El último que conocemos es el 62. En noviembre de 1937 reaparecieron hasta mediados de 1938: hemos visto sólo seis números mensuales.
Con el inicio de las hostilidades masivas en el Chaco, el Presidente Dr. Eusebio Ayala declaró técnicos numerosos cargos postales, exentos del servicio de las armas dada su importancia en tan crucial momento. Se organizó el transporte y distribución de la correspondencia de y hacia el frente de guerra, hábilmente cumplidos por el Ejército Paraguayo. La correspondencia del soldado estaba libre de porte y se conocen diferentes marcas empleadas.
Del Congreso U.P.U. celebrado en Londres en el año 1929, nuestro país aprobó por una Ley del 9 de julio de 1932 la Convención Postal Universal, con reservas en los artículos N° 25, 32, 33 y 48.
Don Aníbal García se hizo cargo de la Dirección General por nombramiento del 25 de agosto de 1932, en lugar de don Agustín Muñoz cuyo período legal feneciera según la citada Ley N° 817/26.
Por un decreto del 12 de julio de 1933 se autorizó la impresión de valores postales en homenaje al 441° aniversario de la partida de Cristóbal Colón hacia este continente, en los talleres gráficos "La Colmena S. A.". Los sellos, obtenidos sobre papel de mala calidad, fueron los primeros tricolores y en "offset" producidos en el país. Los anteriores habían sido logrados en el Paraguay por litografía o tipografía.
Refiere el historiador Walter B. L. Bose, que el 13 de mayo de 1936 se decidió crear en la Rep. Argentina dos agencias postales temporarias con los nombres de "Campamento de Repatriación de prisioneros de la Guerra del Chaco-Formosa." y "Campamento de Repatriación de prisioneros de la Guerra del Chaco-Quiaca". Sirvieron para el envío de la correspondencia de los cautivos, que también circulaba libre de franqueo en esa república.
Por nombramiento del 22 de febrero de 1936, don Manuel Báez Allende sucedió al Sr. Aníbal García en el cargo de Director General de Correos y Telégrafos. De corta duración en sus funciones, cedió su puesto por renuncia, siendo nombrado el 27 de mayo del mismo año don Ramón T. Cortes.
Un Decreto-Ley del 11 de junio de 1936 autorizó nuevas tarifas postales y de telecomunicaciones para el Paraguay. El manejo de una carta cambiada en el interior del país hasta 20 gramos costaba ahora 3,00 pesos.
Siguiendo con los cambios que afectaron no sólo la más alta jerarquía postal, señalemos que el Coronel don Sampson Harrison fue nombrado Director General a fines de agosto de 1937, con el compromiso de permanecer algo más de seis meses. Bajo su conducción fueron inauguradas nuevas dependencias en Caacupé y Caraguatay, así como elaborado un proyecto general para oficinas en el interior, el cual no prosperó. Fue Harrison el primer militar de carrera en encabezar la Dirección General de Correos y Telégrafos.
En marzo de 1938 le sucedió el Tte. Coronel de Administración don César Molinas. Bajo su dirección fueron emitidas por el correo central, a fines de 1939, varias bonitas series elaboradas en Nueva York por la "American Bank Note Company'' y en Londres por la "Waterlow and Sons Ltd.". Las dos primeras emisiones, "Paz del Chaco" y "Homenaje al Pueblo" lo adjudicaron por licitación según Resolución de Correos N° 12/39. Su respaldo puede encontrarse en un decreto del P. E. del 10 de febrero de ese año.
La Dirección General participó su lanzamiento con una tirada limitada de atractivos cuadernos alusivos, que se emplearon luego con otras emisiones. Su regularidad acabó hacia 1961, aunque el último conocido fue editado en el año 1968. Una práctica que lamentablemente se relegó pero que suplía en parte la falta de volantes informativos.
El entonces Ministro de Hacienda Dr. Enrique. Bordenave había respaldado la impresión de sellos en el exterior, apoyo éste que debió ser decisivo.
Siguieron luego las series de "Feria Mundial de Nueva York", "Centenario del Sello", "Centenario de la muerte de Gaspar Rodríguez de Francia", y otras.
En el ínterin quedó como Encargado de la Dirección General de Correos y Telégrafos el Dr. Alberto Nogués, por alejamiento del Coronel Molinas. Habiendo renunciado el Dr. Nogués, fue designado el 26 de diciembre de 1940 nuevo Director General en carácter definitivo el Capitán de Fragata don Ramón Díaz Benza.
A esté reemplazó como interino desde el 28 de abril de 1941, y finalmente en carácter definitivo a partir del 8 de agosto de ese año, el Capitán de Corbeta don Eliseo Alfaro Huerta, quien acertadamente impulsó las comunicaciones postales en el Paraguay.
La desaparecida "Revista Postal y Telegráfica" se transformó en "Revista de Correos y Telégrafos", con su primer número de enero 1942.
En febrero de ese año fue habilitado un equipo neumático interno, que unía secciones telegráficas. Más tarde cayó en desuso. Durante esta administración se volvió a inaugurar el Museo Postal, se concluyó el catálogo de sellos paraguayos (ver cap. V) se creó una comisión filatélica asesora, amén de obras de interés común.
A pedido de la Dirección General, y en base al trabajo de investigación de don Moisés S. Bertoni, el artista Roberto Holdenjara concluyó su lienzo "El Parejhara", para el que posaron varios indígenas con atuendos típicos. Representa un símbolo de las comunicaciones nacionales y fue exhibido por primera vez en 1942.
A partir del 1º de enero de 1943 se permitió en el Paraguay el uso de sellos de correo ordinario para correo aéreo y viceversa, que anteriormente carecían de valor de franqueo.
Por Decreto-Ley N° 655 del 5 de octubre de 1943, que estableció "el Régimen Monetario Orgánico de la República del Paraguay", fueron convertidos 100 pesos en 1 guaraní; este nuevo valor tenía como fracciones a 100 céntimos.
La correspondencia simple que circulaba en el interior pagaba 7 pesos por unidad que no rebasaba los 20 gramos. Como una reminiscencia del año 1878, en 1944 las tarifas internas se redujeron a cinco céntimos por pieza, con aumento del volumen de cartas intercambiadas. Se recurrió a varias habilitaciones en forma de sobrecargas.
La necesidad de fijar los períodos de vacaciones para los empleados postales movió a la promulgación de un decreto en fecha 28 de febrero de 1944, que permitía tomarlos en el primer semestre de cada año, distribuidos en seis turnos de treinta días cada uno.
En enero de 1945 fueron incinerados 100.000 sellos aéreos de 5 centavos "Monumento de Itororó" (Yvert A. 72) que habían sido resellados en 70 céntimos sin cumplir su misión.
Tras la renuncia por razones de salud del Capitán Eliseo Alfaro Huerta y su consecuente alejamiento de la Dirección General, 1o reemplazó el Capitán de Navío don Humberto Infante Rivarola, con nombramiento del 22 de marzo de 1945.
Ese mismo día fue cambiada la denominación de "Dirección General de Correos y Telégrafos" por la de "Dirección General de Correos y Telecomunicaciones" en consideración de que comprendía varios servicios de comunicación, amén del telegráfico.
Por derivación, la publicación mensual recibía ahora el nombre de "Revista de Correos y Telecomunicaciones", la cual ya superaba los 60 números.
El cambio de signo monetario derivó en un hecho curioso en la localidad guaireña de Carlos Pfannl, donde el administrador de la estafeta don Juan Tischendorf confeccionó personalmente etiquetas con la inscripción "Remitido sin franqueo por carencia momentánea de estampillas"; las que perforó con una ruedita. Si bien muchas fueron rehechas, existen originales y su uso está comprobado. Circularon en noviembre de 1945 y son interesantes documentos de la época.
ORIGINAL PROVISIONAL DE COLONIA CARLOS PFANNL
Considerando que los correos de la República se hallaban por entonces ya bien organizados, limitaremos nuestra reseña a los cambios que en ellos se produjeron con el correr del tiempo.
Por permiso otorgado al Director General Infante Rivarola, se hace cargo del despacho el Capitán de Fragata Sixto Romero González a partir del 2 de febrero de 1946. Este, que había permanecido casi seis meses como interino es nombrado en carácter definitivo en fecha 18 de julio de 1946.
De corto tiempo en sus funciones, cede el puesto al Dr. J. Bernardino Gorostiaga, designado para el cargo de Director General de Correos y Telecomunicaciones en fecha 5 de septiembre de aquel año.
Por decreto del 18 de noviembre de 1946 se estableció y reglamentó la práctica de la "Colombofilia", declarándose elemento de utilidad pública a la paloma mensajera. Como es sabido, la práctica colombófila es una de las más antiguas y perfeccionadas que se conocen.
El 22 de enero de 1947 se dictó un Decreto-Ley que atribuía al Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones, “…la dirección y control de los servicios de correos y telecomunicaciones".
El movimiento postal del año 1947 era en cuanto al número de piezas llegadas y salidas de la central de correos, tanto del interior o exterior, el siguiente:
Total de piezas expedidas: 3.962.635.
Total de piezas recibidas: 3.631.311.
("Anuario Estadístico de la República del Paraguay - 1946/47'', p. 248).
A consecuencia de la renuncia presentada por el Director General Dr. Gorostiaga, fue nombrado el 21 de noviembre de 1947 nuevo Director General el Sr. Salvador Guantes.
Tras casi un año de funciones, es nombrado en su reemplazo, el 16 de noviembre de 1948, don J. Manuel Frutos Pane, como nuevo Director General de Correos y Telecomunicaciones.
Por una Ley del 26 de noviembre de 1948 se creó la "Administración Nacional de Telecomunicaciones", pasando poco después a depender de ella los servicios de telégrafos que fueron competencia postal por más de 75 años.
El 30 de enero de 1949 cesó en sus funciones dé Director General el Sr. Frutos Pane. La responsabilidad del alto cargo recayó a partir del cinco de febrero en la persona de don Emilio Berino.
En febrero del mismo año quedó definitivamente designada como "Dirección General de Correos" la institución postal. Con los números 84/86 dejó de aparecer en enero la "Revista de Correos y Telecomunicaciones". Volvió a circular desde mayo de 1949 en forma mensual bajo el nombre de "Parejhara" como órgano oficial de la Dirección de Correos. Era su director don Víctor Almeida G., y conocemos 11 números.
Grandes fueron los esfuerzos del Sr. Berino por mejorar la marcha de los correos nacionales. Su larga actuación dentro de la institución postal -había ingresado el 1º de abril de 1924- le conferían cualidades especiales para conocer a fondo su organización. Su constante preocupación por la suerte de los carteros, así como por el mejoramiento del edificio que ocupaba la institución, hicieron de él un hombre apreciado por los funcionarios postales. Lamentablemente, muchos proyectos suyos no canalizaron debido a la indiferencia con que fueron tomados Riera de la D.G. de Correos.
El 4 de septiembre de 1950 el Paraguay lanzó una serie de cinco valores aéreos en homenaje al 75 aniversario de la Unión Postal Universal. Era la primera emitida por nuestro país en recordación de la U.P.U.
Por Decreto-Ley N° 10 del 31 de enero de 1952 se establecieron nuevas tarifas postales para la correspondencia interior y exterior. Cada carta hasta 20 gramos pagaba ahora 0,20 guaraníes en el interior.
La depreciación de nuestro signo monetario hizo necesario un nuevo Decreto-Ley que bajo el N° 66 y en fecha 28 de febrero de 1953 fijara las tarifas postales actualizadas. La carta simple cursada en el interior costaba 1,00 guaraní hasta 20 gramos, mientras que el derecho de certificación era de 80 céntimos por unidad.
Por decreto del 18 de marzo de 1953 fue nombrado Interventor de la D. G. de C. el Dr. Alberto Castillo Brugada, quien cesó su misión el 22 de junio del mismo año, luego de un eficiente trabajo.
El día 25 de junio se encarga al Sr. Alfonso E. dos Santos, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario Adscripto a la Presidencia de la República, la misión de reorganizar la institución, con facultades de Interventor.
Por Decreto-Ley N° 32 del 29 de marzo de 1954 se hacen depender del Ministerio de Hacienda, la Imprenta Nacional y los Talleres de Valores Fiscales de la República.
Desde noviembre de 1954 queda a cargo del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones el fijar las tarifas de locación de las casillas habilitadas en la Dirección de Correos (Decreto del 26. XI. 1954).
Por permiso otorgado en septiembre de 1955 al Sr. Alfonso E. dos Santos, lo interina como Interventor Reorganizador el entonces Director de Correos Coronel Cirilo E. Meza.
Con el mes de mayo de 1956 reapareció bajo el N° 1 la ahora "Revista de Correos", órgano oficial de la Dirección General. Era su director y administrador don Fernando Rivarola. Conocemos siete números mensuales.
En fecha 7 de septiembre de 1956 diéronse por terminadas las funciones del Interventor Reorganizador don Alfonso E. dos Santos. Al mismo tiempo fue nombrado nuevo Director General el Sr. J. Virgilio Cataldi.
El Decreto-Ley Nº 116 del 21 de enero de 1957 modificó y estableció nuevas tarifas postales para el servicio internacional y el régimen interno del país. Las cartas se cursaban ahora por 1,50 guaraníes hasta los 20 gramos. Según el art. 11º, gozaban de franquicia en lo interno las Municipalidades, los Colegios Nacionales, las juntas Económicas Administrativas, etc., tal como en varias leyes anteriores.
El Director General don J. Virgilio Cataldi asistió a partir del 19 de agosto de 1957, al XIV Congreso de la Unión Postal Universal celebrado en la ciudad de Otawa, Canadá, en representación del Paraguay.
El 8 de noviembre del mismo año fue promulgada la Ley N° 490, que creaba un timbre adicional de 0,50 guaraníes en sellos de correo por cada carta a remitirse con destino al exterior o interior del país. Su finalidad: recaudar fondos para construir un monumento en honor al Mariscal Francisco S. López. (Ver cap. VI).
La evolución positiva de los correos seguía su incansable marcha en nuestro país. Asunción se hallaba ligada, por rápidos medios, a los más alejados rincones del globo. En el interior del Paraguay la correspondencia llegaba por caminos, algunos tradicionales, otros modernos, a pueblos y comarcas del suelo nativo.
A consecuencia de la renuncia presentada por el Director General de Correos, Sr. Cataldi, fue nombrado nuevo Director General en fecha 3 de junio de 1959 el señor Enrique Volta Gaona.
Ejemplo de apoyo oficial, en ninguna época escatimado hacia nobles emprendimientos por medio de sellos postales, fue el decreto del 29 de diciembre de 1959 en consideración de una nota elevada por los padres jesuitas del Colegio Cristo Rey al M.O.P.C., en la que solicitaban colaboración para la reconstrucción de la Iglesia de San Ignacio Guazú en su antiguo y primitivo lugar, en recordación al 350º aniversario de su erección. Les fue acordada por el susodicho decreto una entrega de hasta guaraníes 500.000 para el histórico fin citado.
La década de los años sesenta inició los contratos y concesiones de sellos pictóricos paraguayos a particulares en forma regular, con influencias no tan visibles en el desarrollo de los correos en sí como en el de su prestigio exterior y filatélico.
Por Ley N° 725 del 30 de agosto de 1961 se aprobaron y ratificaron las actas suscriptas en el Congreso de la U.P.U. realizado en Otawa, de las cuales el Paraguay fue signatario. La calidad de los matasellos en, las distintas reparticiones dejaba mucho que desear desde hacía largo tiempo. Su pésimo estado de conservación, los años de servicio y otros factores hicieron necesaria una reposición general. La misma vino en agosto de 1963 para contento de muchos usuarios y en especial de los filatelistas que sabían valorar esta medida.
Un ejemplo del acrecentamiento de la cantidad de correspondencia recibida del exterior lo dan las estadísticas del 1965, que señalan un total de 4.849.142; piezas llegadas al país ese año. Esto obligó a un aumento significativo de funcionarios postales. ("Boletín Estadístico del Paraguay", N° 22/ 25 - Dic. 1966, p. 57/8).
El Director General don Enrique Volta Gaona representó a nuestro país ante el 9° Congreso de la Unión Postal de las Américas y España (U.P.A.E.) celebrado en la ciudad de México en agosto de 1966, siendo a su regreso repuesto en el cargo de Director General, interinado por el Coronel Cirilo E. Meza.
Por decreto N° 23.185 del 6 de diciembre de 1966 declaróse intervenida la Dirección General de Correos, nombrándose en carácter de Interventor a don W. Antonio Galeano. Por entonces se había producido la renuncia del anterior Director General.
Por otro decreto del 7 de diciembre del mismo año se conferían al señor Interventor las facultades propias de Director General, cargo para el que fue definitivamente nombrado.
Por un decreto del 30 de enero de 1967 fueron confirmados en sus cargos 737 funcionarios de la Dirección General de Correos, con algunas vacancias, a solicitud de la Intervención en la institución postal.
La Dirección General hizo entrega de una donación con lo producido por parte de la emisión "Villa del Maestro" (decreto del 23. V. 1969), para sufragar varios gastos de construcción de esa villa. El aporte fue una contribución exclusiva de la institución postal.
Por Ley Nº 229 del 26 de diciembre de 1970 se establecieron nuevas tarifas postales para el servicio interno e internacional, considerablemente elevadas en relación a las anteriores. La última se mantuvo invariable más dé una década. Las cartas simples cursadas en el interior del país costaban ahora a razón de 3,00 guaraníes por los primeros 20 gramos.
Las estadísticas correspondientes a 1970 muestran un acentuado incremento de la correspondencia manejada. Así tenemos:
Cartas recibidas por el Servicio internacional 7.691249 piezas.
Cartas despachadas por el Servicio Internacional 3.147.376 piezas.
(Anuario Estadístico del Paraguay 1970", Asunción, 1971, página 95).
Usualmente se conciertan contratos entre las compañías aéreas que llegan hasta Asunción y la Dirección General de Correos, para regular los diversos aspectos que hacen al transporte de la correspondencia. Así el contrato "Ad-Referéndum" suscripto el 9 de octubre de 1972 por la D. G. de Correos y la Empresa Aérea Iberia para manejo de correspondencia por vía aérea. Este contrato fue aprobado por decreto del 30 de octubre del mismo año.
La Dirección General abona mensualmente por giraduría a las diversas empresas de transporte aéreo ligadas a ella por contratos, los importes respectivos por los servicios prestados.
A partir del año 1972, algunos bancos de plaza y entidades privadas obtuvieron autorización para librar su correspondencia con la típica marca proveniente de máquinas de franqueo, en color rojo de acuerdo al convenio postal universal. Era aquí una innovación, que tiene aún pocos usufructuarios. En cambio, está muy propagada en el exterior.
El sistema de "Franqueo pagado", que habilita la circulación de correspondencia sin necesidad de emplear sellos postales adhesivos; es bastante empleado por diversas firmas comerciales del país.
El 10 de julio de 1973 fue inaugurado el primer correo aéreo militar entre las repúblicas del Paraguay y Bolivia.
La apertura de varias sucursales en la capital e interior es un aspecto que enfatizar en la vida presente de nuestros correos.
El Inspector General de Correos Sr. Pedro N. Cáceres participó en representación de la institución postal del Paraguay, como en ocasiones anteriores, del XVII Congreso de la U.P.U. que se realizó en Lausana, Suiza, en mayo de 1974, y durante el cual se trataron temas de actualidad e interés.
La Asociación de Empleados Postales del Paraguay recibió en fecha 25 de septiembre de 1974, por intermedio de su Presidenta, Dra. Catalina Arza, su certificado de filiación a la Federación Internacional de Correos, Teléfonos y Telégrafos.
La Dirección General ha emprendido varias obras durante su presente conducción. Son de citar los periódicos retoques al viejo edificio que ocupa -que algún día deberá ser abandonado por inadecuado a las necesidades del momento- el cambio parcial del mobiliario arcaico, la duplicación de las casillas de apartados que así tuvo una correcta solución, etc.
En el edificio central de la institución funciona una sección telegráfica, así como el Museo Postal de Asunción.
Está, por demás, habilitado diariamente un eficiente servicio de atención al usuario en horario extraordinario.
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CAPITULO V
LAS RELACIONES FILATÉLICO-POSTALES
La filatelia es la hija dilecta de los correos. Capaz de mantenerse a sí misma y de crearse fisonomías propias, es incapaz, sin embargo, de cortar por siempre el cordón umbilical por el que recibe nuevos componentes. Esto, so pena de renunciar a su personalidad.
La premisa de la cual partir para comprender la imposibilidad de que correo y filatelia actúen unilateralmente es natural. Si cayeren en ese error, tardarían poco en notar la rigidez de tal práctica y de buscarse para restablecer el contacto.
Las relaciones filatélico-postales se inician en el Paraguay con sus primeros sellos. Muchas reglas debieron dictarse desde entonces para regular aquella unión, la que por desconocimiento de algunos administradores paraguayos causó malestar en la provisión de sellos que iban a poder del filatelista cuando estaban destinados al servicio. Con don Manuel Ávila se estrecha el contacto y se encarnan en él ambas corrientes en forma ingeniosa. Otros directores fueran filatelistas, y los demás debieron tener conocimiento en la materia para ubicarse con soltura en su función:
Este capítulo está destinado a significar los puntos comunes ya establecidos, para hacer resaltar los pendientes. Voluntad postal la hay y he ahí la exposición organizada en 1959, las tres marcas empleadas en 1946, 1963 y 1972 en homenaje a las entidades filatélicas del país, los sellos que con esos temas se editaron por el Paraguay, etc. Voluntad filatélica tampoco falta y valga como ejemplo el título de Miembro Honorario conferido por las dos entidades al Director General de Correas en funciones.
El interés de estrechar las relaciones debe ser espontáneo, de ambas partes. Ninguna tendrá dificultades de exponer sus puntos de vista. El diálogo franco permitirá que fecunden las ideas para provecho recíproco.
LAS REVISTAS POSTALES
Los voceros de los correos paraguayos tuvieron repercusión en el ambiente filatélico nacional, al cumplir un continuo papel de acercamiento.
Hacia el 15 de junio de 1926 apareció su primer número oficial, que hiciera de caja de resonancia del sector postal y que daba privilegiado sitio a la filatelia paraguaya. Muchos colegas eran asiduos colaboradores de la publicación. Por varios años ella llenó el claro producido tras la suspensión de los tres órganos filatélicos escritos con que se contaba. La Revista Postal y Telegráfica siguió apareciendo hasta 1931, en que un receso se apoderó de ella. En los años 1937/8 reapareció esporádicamente.
Discurrió un grupo de años en blanco y volvió la publicación a imponer su tónica al desenvolvimiento postal en el Paraguay. Para enero de 1942 reaparecía bajo "Revista de Correos y Telégrafos" en su primer número. Se creó en ella una sección filatélica que daba cabida en forma aislada a los escritos del tema. Continuó bajo "Revista de Correos y Telecomunicaciones" hasta enero de 1949 (N° 84/86).
Por similares razones a las filatélicas, aquella publicación se transformó en el "Parejhara", órgano oficial de la Dirección de Correos, y cuyo primer húmero apareció en mayo de 1949. Este se desintegro quedando un lustro de vacío. Finalmente, apareció la "Revista de Correos" a partir de mayo de 1956, también de corta duración. Hasta aquí lo estadístico.
Resalta de lo antedicho su papel, que por la tónica oficial poseía un alto significado. Tesonero esfuerzo de distintos directores en contribución al mejor conocimiento de sus actividades, las hoy silenciadas revistas postales escribieron un bonito capítulo de historia. El hecho de haber cumplido una misión de vanguardia deberá asimilarse en el presente para volver a esas publicaciones instructivas y útiles al movimiento postal, para su apreciación cabal por el usuario,
Explotar este vínculo aportará su dosis de impulso, en altiva función social hacia la ciudadanía, buena parte de la cual desconoce por completo las actividades postales del país, no aprovechándose al máximo de ellas.
No hace falta recordar otra vez su importancia en cuanto atañe a la filatelia. Hubo épocas de las que únicamente estas publicaciones recogieron sus actividades.
LA U.P.U. Y SU INTERCAMBIO DE SELLOS
El Paraguay se adhirió a la Unión Postal Universal en 1880, y se hizo respetuoso de sus normas al aceptar las cláusulas del convenio universal.
Este aún contempla el canje de sellos postales de cada emisión por intermedio de la Oficina Internacional, donde todos los países afectados remiten un grupo de sellos que se distribuye en tres o menos ejemplares a cada país, en base a la cantidad de sellos recibidos.
Los sellos llegados al Paraguay fueron quedando tal vez en su Dirección General o en un departamento autorizado, pero una que otra vez, manos comerciales se apoderaron de ellos en forma ilícita.
Un mejor ordenamiento y control vino en los años veinte y así, en 1925, la Dirección General de Correos emitió una resolución por la que se autorizó la entrega de un espécimen de cada valor de las estampillas remitidas por la Oficina Internacional de Berna, durante tres años, al Sr. Federico López, a cambio de una colección completa de sellos nacionales.
Aquella resolución fue ratificada el 29 de julio de 1926 con otra N° 169 del mismo tenor, pero en favor de don Luis Dubrez, quien también cedía una colección completa -entiéndase de valores normales- a cambio de una provisión de sellos de la U.P.U. ("Revista Postal y Telegráfica", N° 9/10, Dic. 1926, pp. 3/4).
No fue preocupación constante el custodiar celosamente el material recibido y añadir las nuevas emisiones que provenían de las naciones adherentes. Durante todos los años posteriores e inclusive los últimos, la Oficina Internacional de Berna sirvió así de nexo para la remisión a ésta de miles de series de sellos postales que deben formar parte de nuestro museo postal.
Sin embargo, nadie las ha visto aún exhibidas o clasificadas. Es necesario saber que están bien protegidas y que con el tiempo dichos sellos puedan formar colecciones para beneficio de nuestra filatelia.
Sin tener en cuenta su alta valor filatélico, por la cantidad duplicada y triplicada que debe haber llegado a poder del correo nacional desde buen tiempo atrás, es obligación de exhibir los sellos convenientemente, en planchas de metal recubiertas de vidrio, como estilan otras administraciones postales.
Entre las tareas en vista está la de reestructuración del museo y reorganización de su sección filatélica, con su correspondiente cargamento de sellos.
EL MUSEO POSTAL DE ASUNCIÓN
Fue deseo de varios directores generales el contar con un museo con las piezas que participaron en el desarrollo de los correos paraguayos, La idea cobró forma en el siglo pasado, sin que las contadas unidades que iban agrupándose pudieran semejarse a un cuerpo uniforme. Sucesivos directores se empeñaron en conservar algunos objetos de interés en sus dependencias, otros escamotearon tan noble práctica para provecho personal.
Consecuencia del interés en crear un Museo Postal fue la promulgación del decreto de fecha 17 de diciembre de 1929, signado por el entonces Presidente de la República; Dr. José P. Guggiari e inspirado en el Director General de Correos y Telégrafos Ing. Agustín Muñoz, que organizaba el museo postal.
La medida, de notoria dimensión cultural, merece transcribirse parcialmente, para compenetrar al filatelista con su espíritu.
"Art. 1° Créase bajo la dependencia de la Dirección General de Correos v Telégrafos el Museo Postal a cargo de un funcionaria con el titulo de Jefe del Museo Postal,
Art. 2° Será de cargo de esta oficina:
a) Asesorar a la Dirección de Correos en la preparación de los diseños de los sellos a emitirse con el objeto de que las emisiones autorizadas por el Poder Ejecutivo se hagan conforme a las recomendaciones de la Oficina de la Unión Postal Universal de Berma.
b) Verificar la impresión que de dichos valores se haga, aprobando o rechazando las planchas antes de que los valores sean lanzados a la circulación.
c) Fomentar el Museo Postal.
d) Atender la venta y canje de sellos postales a los coleccionistas v comerciantes filatélicos, lo mismo que el canje de sellos postales,
Art. 3° A los efectos de la formación del Museo Postal, el jefe de esta oficina conservará:
a) De 10 a 100 sellos de cada valor postal existente o a emitirse, que le serán entregados con el control de la Dirección del Tesoro;
b) Las pruebas de impresión de sellos postales, presentadas por el establecimiento al cual se encomienda la impresión de los mismos;
c) Colecciones generales especiales dé sellos nacionales y extranjeros debidamente clasificados en álbumes habilitados al efecto, sellados y rubricados por la Dirección General de Correos y Telégrafos. Estos documentos serán conservados en cajas fuertes, una de cuyas llaves quedará a cargo del Director General y otra a cargo del Jefe de la Oficina.
Art. 7° La Dirección General de Correos y Telégrafos pondrá a disposición del Museo Postal, revistas filatélicas o postales del extranjero, con el objeto de poner a esta oficina al corriente de los sellos nuevos emitidos por otros estados".
Otro decreto del 5 de febrero de 1930 (N° 35.840) modificó levemente el presente instrumento de creación.
Aquel decreto gubernativo cubrió lo más destacado de las manifestaciones filatélico-postales, con trasfondo histórico. Once días después nombróse a don Carlos Rocholl en comisión, "Jefe de la Oficina de Museo Postal de la Dirección de Correos y Telégrafos". El mismo quedaba entonces en buenas manos, habida cuenta de la dedicación de este investigador.
La vida del Museo Postal fue limitada, pero se mantuvo modestamente. Don Carlos Rocholl aportaba sus conocimientos; merced a ellos nos quedaron los bonitos matasellos "Zeppelines" y tantos otros dibujos de su autoría. El cambio práctico vino con su inauguración plena el 19 de agosto de 1943 en presencia de las máximas autoridades nacionales. (Decreto-Ley N° 18.073) Escribía la Revista Postal N° 21 en su editorial: "El Museo Postal y de Telecomunicaciones, cuyas salas están abiertas al público todo el día, posee un caudal de reliquias que servirá para instruir y enseñar gráficamente sobre el pasado y el presente de nuestras comunicaciones postales y telegráficas". ("Revista de Correos y Telégrafos", Sept. 1943, p. 3).
En un hoy clausurado corredor, de aproximadamente treinta metros de largo, se dispusieron las piezas, en vitrinas, al aire libre y colgadas. Dominaba desde un extremo todo el ámbito, la flamante tela de R. Holden Jara, "El Parejhara". Unas colecciones de sellos paraguayos y muchos otros valores, componían lo intrínsecamente filatélico.
Aquellos hombres forjadores se marcharon y la Institución quedó, Como tantas otras cosas, el Museo Postal fue desangrándose sin remedio. Las colecciones filatélicas vandálicamente robadas, sus componentes ultrajados y varias preseas abandonadas ante la indiferencia general y el dolor de quienes reunieron ese pedazo de historia postal con tanto esfuerzo, pusieron la nota de tristeza a ese virtuoso raudal que fue el Museo Postal.
Desconocemos si se realizaron pesquisas sobre el particular, detalle de suma importancia para restablecer algún día las colecciones filatélicas con sus valores, entre ellos los imperforados que tenían en el Museo Postal a su exclusivo destinatario. Mal podríamos, en esta situación, formar una simple colección ante el temor fundado de darla por desaparecida al poco tiempo.
El Museo Postal desalojó más tarde el largo corredor donde fuera habilitado en 1943; un sitio que no debía ocupar sino durante la búsqueda de otro más adecuado, a decir del Director General Capitán Alfaro Huerta.
Pasó a abarcar luego un pequeño espacio, siempre dentro de la Central de Correos, ya con sus escasos objetos ubicados casi sin indicadores para el visitante que sabe de su existencia.
Se mantiene una pequeña biblioteca con revistas postales y trabajos ajenos al museo. Inclusive, la pintura de Holden Jara fue retirada inexplicablemente; debe volver, pues le pertenece por principio inquebrantable.
Se impone, mientras tanto, una urgente reorganización de este museo, para darle vida como tal e inscribirlo dentro del grupo de museos nacionales. Su decreto de creación, que no sabemos haya sido derogado, debe adaptarse para regir su estructura actual.
REGISTRO DE FILATELISTAS Y COMERCIANTES
En el reducido medio nuestro es de valorar cualquier protección brindada por la Dirección de Correos a los filatelistas y comerciantes que habitualmente la transitan y se proveen en ella de sellos. Dispensarles trato preferencial, pero no exclusivo, por sobre los desconocidos que deben aparecer en otra escala, avalaría su condición de clientes sostenedores del sistema.
Al volver a hacerse obligatorio un "Registro de Filatelistas" del tipo establecido el 23 de abril de 1930 - que más bien tuvo cariz comercial - éste permitirá adecuar las necesidades postales a las filatélicas, para evitar falta de valores e impedir hacer oídos sordos a los derechos de sus cultores.
Los argumentos considerados en el decreto referido carecen de fuerza presente, pero valdría la pena recordar algunos sintéticamente, Decían así:
"Art. 1° - Créase a cargo de la Dirección de Correos y Telégrafos y bajo la atención inmediata de la Tesorería de la misma repartición, el Registro de Filatélicos, en el que se tomará razón del nombre, apellido, edad, estado, nacionalidad y domicilio de los exportadores de sellos y de las personas qué habitualmente adquieren más de 500 sellos de cada valor.
A estos efectos la Dirección habilitará un libro rubricado y foliado por ella.
Art. 2° - La Tesorería de Correos y Telégrafos otorgará a las personas así inscriptas, una tarjeta de identidad personal en la que se hará constar la fecha dé su inscripción y su nombre, edad, estado, nacionalidad y domicilio.
Art. 5° - La Tesorería de Correos y Telégrafos a la vista de las solicitudes presentadas, limitará los pedidos de suerte que ninguno de los inscriptos quede en la imposibilidad de adquirirlos, ni se resienta la venta de dichos valores para el franqueo de la correspondencia".
Es evidente que se consideraba aquí a los comerciantes dedicados a la exportación de sellos postales, sin distingos de condición. El registro que propugnamos que sea abierto protegería al filatelista nato, y al comerciante de otra manera.
No pecamos de desconocedores al omitir referirnos al registro existente en la Dirección General y que cumple la función de fijar cantidades de sellos concesionados a sus inscriptos. Esa lista se estableció en base a factores no precisamente filatélicos, sino comerciales y de influencias.
La conveniencia de poner al día un registro para los filatelistas y comerciantes nacionales, y si posible fuera para los extranjeros con quienes asentar un servicio futuro de novedades que mantendría la Dirección Gral., en forma continua y con emisiones normales, destaca con meridiana claridad.
La tenencia de una verdadera lista con datos correctos evitaría injusticias y pondría definitivamente las cosas en su lugar.
UN MERITORIO CATÁLOGO PARAGUAYO
Hacemos referencia a la obra casi ignota pero muy loable realizada en los años 1943/44 a iniciativas de la Dirección General de Correos y Telégrafos del Paraguay, en armonía con la filatelia y el deseo de legar un trabajo digno por su contenido postal y filatélico.
Titulada "Sellos y otros valores postales y telegráficos paraguayos. 1870-1944", es de valor para el estudioso de nuestros sellos. Su origen está contenido en el prólogo, que hace referencia a los intercambios de notas entre la Dirección de Correos y el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones. La primera, fechada 2 de octubre de 1944, resumía el interés dé la Dirección de Correos de editar una obra, “. . . que llevará el propósito principal de dar a conocer a los filatelistas del mundo entero nuestros sellos y a atraer la atención y cambiar el punto de vista de los mismos hacia ellos, que hoy día por su impresión y sus interesantes motivos nada tienen que envidiar a los de otros países".
Y la realidad era aquélla. Nuestros sellos eran prolijos y sobrios: la culminación exitosa de un catálogo llenaría una necesidad muy sentida. En la misma nota, la Dirección General de Correos solicitaba la correspondiente autorización de dicho Ministerio para proceder a su impresión, la que se lograba por Resolución N° 373 del 25 del mismo mes, en la que el M. O. P. C. facultaba su impresión y publicación.
Se habían contratada los servicios del escritor rosarino don Rodolfo Bellani Nazeri, investigador y experto en palomas mensajeras. Este; bajo la supervisión de la D. G. de C. hurgo archivos registros y documentos privados para con los datos reunidos en la Dirección General concluir el trabajo, una "base para obras sucesivas". Las conversaciones con filatelistas y estudiosos en la materia resultaron fundamentales para coronar con éxito la empresa.
El catálogo fue íntegramente redactado a máquina de escribir; en varias copias y con numerosas reproducciones fotográficas. Llevóse el entonces Director General, Capitán Alfaro Huerta, los originales al Brasil para conseguir su impresión, frustrada ésta por carecer las fotografías de la nitidez adecuada. Mientras esto motivaba un nuevo trabajo fotográfico, el Capitán Alfaro Huerta se alejaba definitivamente del alto cargo por razones de salud. Quedaron los pocos ejemplares a máquina sin haberse impreso el volumen, como era intención de sus autores.
El mismo abarca 165 páginas, introducidas por una evaluación de nuestra pre-filatelia, para enfocar luego las emisiones normales. Por lo general se halla reproducido un sello de cada serie. Muchas tiradas, cantidades incineradas y fotos de enteros acompañan las reseñas cuando eran disponibles. Los sellos no tenían cotización, por cuanto no era un trabajo de fondo comercial.
Un resumen documental valioso, al punto que merece ser completado. Pese a lo transcurrido sirve de base a otros estudios que en él hallan sobrados datos. Una compilación singular es el legado de los años cuarenta: síntesis de demostración de cuánto puede lograrse con un trabajo desinteresado.
SOLUCIÓN AL DISTANCIAMIENTO: NOMBRAR UN GRUPO FILATÉLICO ASESOR
Las experiencias negativas otorgaron a la filatelia paraguaya el derecho a la duda sobre la buena predisposición de las autoridades postales -ayer, hoy y siempre- para con ella. Pero enterados ambos complejos de la necesidad de comprenderse respetuosamente y del interés común que tienen en sus desarrollos, sus contactos nunca salieron de un marco afable, pendular según los directivos que se sucedían en sus sectores.
Si el distanciamiento se enseñorea hoy como resaltante, debe verse en las actitudes de reserva a una culpabilidad mutua, sin disculpas. De la filatelia por faltar a sus integrantes el peso para hacerse respetar y demostrar con argumentos de fuste la necesidad de ser oídos, para evitar contraproducentes derivaciones como las que soportamos; del lado postal por seguirse una ruta equivocada al considerar a veces a la filatelia como intrascendente.
Un "no" y otro "no" a estas actitudes es nuestra respuesta. También un "no" a la del filatelista pasivo que deja hacer. La Dirección de Correos de Asunción debe por su parte con decir que es menester apoyarse en filatelistas que le aseguren orientación práctica. Esta ayuda será recíproca y brindará a la filatelia las comodidades que hagan de ella una afición más propagada de la que es en este país.
Aquellos privilegios que los correos otorgan en el mundo, y que ni merecen llamarse ya así por ser normales, se revierten en utilidad postal al crearse un beneficioso círculo de sincronía. Aprovecha el país que ve reproducidas sus bellezas por millares y sus próceres honrados una vez más; se beneficia la filatelia qué aumenta su capital de colegas; se benefician ambos al obtener un aumento significativo de su acervo, sin la menor alteración económica.
Los correos paraguayos deben rever su actitud presente hacia la filatelia nacional y aceptar de sus cultores proposiciones claras. Será la prueba de buena voluntad qué se requiere para avanzar. Ya no debe dejarse todo librado al azar y desoír las voces de protesta que se alzan luego de consumados los errores.
El nombramiento de un grupo filatélico asesor será el axioma de base y fondo. Con la selección de personas capaces, éstas tendrán la gran oportunidad de comprobar la predisposición de las autoridades encargadas, en aceptar sus consejos, siempre que no alteren el ritmo institucional. Los demás huecos se cubrirán en cadena de ahí en más.
La comisión filatélica asesora, integrada en 1943 por colegas capaces, sirvió de marco para un entendimiento común. Aquella decisión de formarla sintetizó los anhelos del correo nacional por conocer, a través de cuatro dignos representantes, los pormenores de esta ciencia. Un simple cambio de directiva acabó con aquel emprendimiento.
Un grupo filatélico asesor debe volver a ser integrado por la Dirección de Correos; previa proposición y anuencia de nuestras dos entidades filatélicas, con personas asociadas o desligadas, pero de merecimientos.
Gracias a una mirada retrospectiva y a una orientación del significado de la filatelia actual, se tendrá lo faltante para que ella se desarrolle entre los límites que le pertenecen.
LA SECCIÓN FILATÉLICA DE LA DIRECCIÓN DE CORREOS
Creada durante el gobierno presidido por el Coronel Rafael Franco, fue un importante avance para dar a nuestra ciencia una participación permanente en los cuadros postales. El Museo Postal, a cuyo directo cargo estaba anteriormente lo atinente a filatelia, se desprendió de esta manera de un renglón clave para su desenvolvimiento,
Debe su origen la "Sección Filatélica" a un decreto de fecha 5 de noviembre de 1936, promulgado atento a la nota N° 151/36 remitida en fecha 9 de octubre del mismo año por la Dirección General de Correos, a cuyo frente se hallaba don Aníbal García, y qué solicitaba su creación. He aquí las resoluciones del instrumento de referencia:
"Artículo 1°: Créase a cargo de la Dirección General de Correos y Telégrafos y bajo la superintendencia directa de la misma, la "Sección Filatélica", que tendrá a su cargo la venta de valores postales a las personas inscriptas en el Registro respectivo.
Artículo 2°: El Registro de Filatélicos autorizado por Decreto N° 36.704 de fecha 28 de abril de 1930, pasará a cargo de la Sección creada.
Artículo 3°: El servicio a cargo de la Sección Filatélica se regirá por el citado Decreto N° 36.704 y las disposiciones complementarias que la Dirección General de Correos y Telégrafos dictare para el efecto".
Su creación efectiva fue alargándose en el tiempo, hasta que se hizo realidad el 19 de abril de 1943. Tal una sucinta narración de su trayectoria.
En la actualidad se encentra ubicada en el 2° piso del edificio central de correos. No se manejan ya sellos en ella. Se limita la sección al establecimiento de relaciones filatélicas internacionales y a señalar los pasos que debe dar el filatelista que a ella se dirige.
RECUPERAR EL MERCADO
Dentro de las tareas que debe encarar la Dirección General de Correos para obtener el equilibrio "Correo paraguayo - coleccionista de sellos paraguayos" está la de formación de grupos filatélicos que reúnan nuestros sellos como oriundos de esta tierra y no como mensajeros de estampas ajenas, algunas incompatibles con ella.
Será oportuno hacer un estudio en basé a las posibilidades de colección de sellos nacionales. Par sus lazos amistosos y cercanos, las naciones limítrofes serán aquellas donde centrar la atención. Si bien el exceso de emisiones hará desconfiar a más de un temeroso de reiniciar para volver a caer en el tembladal, es probable lograrlo con una seria política de divulgación y de reanimación del deseo de coleccionar sellos paraguayos de venta libre. Los demás países americanos estarán entre los objetivos inmediatamente posteriores.
Con editar los directivos postales los volantes informativos, con buena anticipación, y sin abusar en cuanto a emisiones muy continuadas, aquel equilibrio perdido se restablecerá por sí solo. La seriedad que otorgue la imprenta escogida tendrá su peso y será un detalle que cuidar, más en lo moral que en lo económico.
Sigue en pie el deseo de volver a lo rutinario, a la costumbre de conocer miles de colecciones paraguayas en el exterior. Para ver realizado esté propósito, así como otros más amplios aún, faltará la conducción y el asesoramiento acertados, en un deseo por mejorar las entradas oficiales.
Las autoridades postales pueden estar tranquilas. La filatelia apoyará, la idea y brindará su colaboración para embellecer la imagen del país por medio de sus valores postales.
Alentamos todo anhelo principista como éste; es tiempo de creer que es posible.
Nosotros no lo hemos dudado nunca.
AL LECTOR
Fue nuestro deseo, desde un inicio, servir a la filatelia paraguaya con objetividad. Todo otro propósito lo hubiéramos descartado de inmediato, porque hubiera distorsionado el espíritu que nos impulsó a llevar sobre el papel este esquema de lo que representa la filatelia en su realización enteramente nuestra.
No pocos colegas y entidades aceptaron abrir sus archivos para facilitarnos lo solicitado. Empero, la marcha se hizo lenta. Convencidos estamos de que todavía existe oculto, material ampliatorio para este trabajo.
La lógica quiere que hayamos tal vez incurrido en algunas comprensiones erróneas, así como en omisiones. Se verán en esas faltas a defectos propios de un quehacer que como el filatélico, es tan propicio a interpretaciones variadas por falta de datos concretos, v de similares trabajos previos que en el momento de desarrollarse los hechos se omitieron efectuar en el Paraguay.
Los autores se sienten inmensamente agradecidos antes quienes llegaron a estas últimas consideraciones y lograron palpar su sentir en páginas dedicadas a dar a conocer la imagen de lo que es filatelia paraguaya a los que por negligencia, falta de oportunidad o desinterés la tienen concebida en otra forma o sencillamente la ignoran.
Nada más compensatorio que tener la certitud de haber cumplido con quienes depositaron su confianza en esta malla de hojas, tejida con lo que estuvo al alcance para beneficio de la filatelia nacional.
FUERON CONSULTADOS
TRABAJOS FILATÉLICOS Y POSTALES
CÓDIGOS POSTAL Y TELEGRÁFICO, Carlos Carlés, Buenos Aires, 1895.
GUÍA FILATÉLICA SUDAMERICANA, Luis Sobrino, Buenos Aires, 1892/95.
HISTORIA DEL CORREO DE ESPAÑA E HISPANOAMÉRICA, Walter B. L. Bose, Revista AFRA, N° 21, Buenos Aires, 1951.
HISTORIA DE CORREOS Y TELÉGRAFOS DE LA REPÚBLICA ARGENTINA, Ramón Castro Esteves, Edición Oficial Buenos Aires, 1934/39.
HISTORIA DE LA FILATELIA, Enr. Conr. Eberhardt, Santiago, Chile, 1890.
LAS POSTAS EN LAS PROVINCIAS DE SANTA FE, ENTRE RÍOS, CORRIENTES Y MISIONES (1772-1820), Walter B. L. Bose, Buenos Aires, 1971.
LOS CORREOS DE NÚMERO, Walter B. L. Bose, Córdoba, 1972.
LOS ORÍGENES DEL CORREO EN EL PARAGUAY (1769-1811), Walter B. L. Bose, Ed. Especial, Buenos Aires, 1940.
MEMORIA DE LA DIRECCIÓN GENERAL DE CORREOS DE LA REPÚBLICA ARGENTINA, año 1869, del "Anuario de Correos", Buenos Aires, 1870.
PREFILATELIA ESPAÑOLA, Jorge Guinovart y Manuel Tizón, Tomo I/ II, 1ª Ed. Barcelona, 1971.
THE STAMPS OF PARAGUAY, Charles J. Phillips, Londres, 1912.
OBRAS GENERALES
ÁLBUM GRÁFICO DE LA REPÚBLICA DEL PARAGUAY, Arsenio López Decoud, Buenos Aires 1911.
ANUARIO ESTADÍSTICO DE LA RCA. DEL PARAGUAY, correspondiente al año 1886, Oficina General de Estadística, Asunción 1888.
ANUARIO ESTADÍSTICO DE LA REPÚBLICA DEL PARAGUAY, 1946/47, Ministerio de Hacienda, Asunción, 1948.
ANUARIO ESTADÍSTICO DEL PARAGUAY, 1970", Ministerio de Hacienda, Asun-ción, 1971.
ANUARIO MONTE DOMECQ, Ramón Monte Domecq, año 1, edición 1915, Asunción.
COMENTARIOS REALES, Inca Garcilaso de la Vega, Tomos I/ III, Lima, 1973.
CON LA RÚBRICA DEL MARISCAL, Juan I. Livieres Argaña, tomos I/ VI, Asunción 1970/71.
CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA DEL PARAGUAY, Años 1844, 1870, 1940 y 1967, ediciones oficiales, Asunción.
DIARIO DE SESIONES Y ACTAS SENATORIALES, 1870/71, originales, Asunción.
DOCUMENTOS PARA LA HISTORIA ARGENTINA, tomos I/ VIII, Facultad de Filosofía y Letras, Buenos Aires, 1913/16.
DOCUMENTOS PARA LA HISTORIA DEL VIRREINATO DEL RÍO DE LA PLATA, tomos I/ III, Facultad de Filosofía y Letras, Buenos Aires, 1912.
EL CORREO MARÍTIMO EN EL RÍO DE LA PLATA, José M. del Pont, Buenos Aires 1913.
EL DICTADOR DEL PARAGUAY DR. JOSÉ, GASPAR R. DE FRANCIA, Francisco Wisner de Morgenstern, Concordia, 1923.
EL PARAGUAYCONSTITUCIONAL, 1870 - 1920, L. Freire Esteves y Juan C. González, Buenos Aires, 1921.
HISTORIA DE LAS LETRAS PARAGUAYAS, Carlos R. Centurión, Buenos Aires, 1948.
HISTORIA DEL PARAGUAY, Carlos A. Washburn, vol. I/ III, Buenos Aires, 1892/98.
KOLONIALVEREIN, UND PARAGUAYSCHWINDEL, F. L. Schultze, Ratzeburg, Alemania, 1894.
LA MONEDA DE 1870, Carlos Alberto Pusineri Scala (del Anuario de la Academia Paraguaya de la Historia, Vol. 8-10-1963/65), Buenos Aires, 1966.
LA RÉPUBLIQUE DU PARAGUAY, Ernest Van Bruyssel, Bruselas, 1893.
LA RÉPUBLIQUE DES GUARANÍS, C. Lugon, París, 1970.
MEMORIA DE LA DIRECCIÓN GENERAL DE ESTADÍSTICA, año 1927, Asunción, 1928.
MENSAJES DE CARLOS ANTONIO LÓPEZ, Primer Presidente Constitucional de la República, Ministerio de, Justicia, Culto e Instrucción Pública Asunción, 1931.
MENSAJES DEL PRESIDENTE GENERAL BERNARDINO CABALLERO, años 1882/84, Imprenta de "la Democracia", Asunción.
PEQUEÑA GEOGRAFÍA, Padre Fidel Maíz, Asunción, 1886.
PREHISTORIA Y PROTOHISTORIA DE LOS PAÍSES GUARANÍES, Moisés S. Bertoni, Asunción 1914.
RECOPILACIÓN DE LEYES Y DISPOSICIONES FISCALES DE LA REPÚBLICA DEL PARAGUAY, Rafael C. Vallejos, Asunción, 1891.
REGISTROS Y GACETAS OFICIALES DE LA RCA. DEL PARAGUAY, 1869-1974, Ediciones oficiales, Asunción.
CATÁLOGOS FILATÉLICOS
CATÁLOGO DE LOS SELLOS Y OTROS VALORES POSTALES Y TELEGRÁFICOS PARAGUAYOS, Dirección General de Correos y Telégrafos, Asunción, 1944.
CATÁLOGO DE LOS SELLOS POSTALES DE LA REPÚBLICA DEL PARAGUAY Y SUS DERIVADOS, Víctor Kneitschel, Buenos Aires, 1947.
CATALOGUE YVERT ET TELLIER, Amiens, Francia.
CORINPHILA-ZURICH, catálogos de remates, Zurich 1966/73.
MICHEL BRIEFMARKENKATALOG, Munich, Alemania Federal.
SENFS BRIEFMARKEN-KATALOG, Leipzig, Alemania.
SCOTT STANDARD POSTAGE STAMP CATALOGUE, Nueva York, U. S. A. Stanley Gibbons Stamp Catalogue, Londres, Inglaterra.
REVISTAS, FOLLETOS, SUELTOS, PERIÓDICOS FILATÉLICOS, ETC.
BOLETÍN DE LA FEDERACIÓN INTERAMERICANA DE FILATELIA, Nº 1/4, Santiago de Chile, 1971/74.
BOLETÍN ESTADÍSTICO DEL PARAGUAY, Año 8, N" 22/25, Asunción, 1965. Chile Filatélico, Santiago de Chile
EL COLECCIONISTA ARGENTINO, Buenos Aires.
GUÍA POSTAL, Santiago de Chile, 1880.
MADRID FILATÉLICO, Madrid
MICHEL RUNDSCHAU, Muenchen, Alemania Federal.
O FILATELISTA, Curityba, Brasil.
PARAGUAY COLECCIONISTA, Asunción, 1921/26.
PARAGUAY FILATÉLICO, Asunción, 1972/74.
PAREJHARA, Publ. postal, Asunción, 1949/51.
POSTAL HISTORY JOURNAL, Long Island, Nueva York.
REVISTA DEL CENTRO FILATÉLICO DEL PARAGUAY, Asunción, 1923/72.
REVISTA POSTAL Y TELEGRÁFICA, Asunción 1926/38.
REVISTA DE CORREOS Y TELÉGRAFOS (TELECOMUNICACIONES), Asunción, 1942/49.
REVISTA DE CORREOS, Asunción, 1956.
REVISTA AFRA, Buenos Aires.
REVISTA DE LA SOCIEDAD FILATÉLICA ALEMANA, Buenos Aires.
REVISTA DE LA SOCIEDAD FILATÉLICA ARGENTINA, Buenos Aires.
REVISTA FILATÉLICA PARAGUAYA, Coronel Bogado, 1944/55.
RINCÓN FILATÉLICO, Diario "La Tribuna", (Supl. Dominical), Asunción, 1971/73.
SENTENCIA DEL SR. JUEZ DE CRIMEN DR. VICENTE BRUNETTI EN LA SUPUESTA FALSIFICACIÓN DE ESTAMPILLAS, La Colmena, Asunción, 1912.
SCHWEIZER BRIEFMARKEN ZEITANG, Suiza.
DIARIOS Y PERIÓDICOS NACIONALES
Diversos títulos y ediciones. (Ver citas bibliográficas).
INDICE
RECONOCIMIENTO
PROEMIO
INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO I
CRONICÓN POSTAL DEL PARAGUAY
CAPÍTULO II
CAPÍTULO III
CAPÍTULO IV
SITUACIÓN Y PROYECCIÓN FUTURA DE NUESTRA FILATELIA
CAPÍTULO V
LAS RELACIONES FILATÉLICO-POSTALES
CAPÍTULO VI
LOS AÑOS DE PENUMBRA
AL LECTOR
FUERON CONSULTADOS
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