A comienzos de 1970, los aires de libertad recorrían con ímpetu los múltiples y sinuosos recodos de América Latina. En el Paraguay, el reino del terror impuesto por el dictador ALFREDO STROESSNER no había podido derrotar a los que seguían luchando para que el alba, en alguna mañana, apareciera ya sin mordazas ni amos.
La Iglesia Católica -luego del Concilio Vaticano II impulsado e iniciado por el Papa Juan XXIII y Medellín, su versión adaptada al molde latinoamericano-, había inaugurado un tiempo de mayor apertura. Se había volcado sin máscaras hacia los más pobres, la Teología de la Liberación estaba en marcha y las culturas autóctonas tenían espacios para expresarse. La idea de un Dios que castiga con el fuego perpetuo del Infierno a los pecadores se había mitigado para dar lugar a un padre bondadoso, deseoso de que sus hijos encuentren la redención primero en la tierra y luego en el cielo.
Esos vientos renovados -y renovadores- soplaron la inspiración de dos artistas paraguayos de elevados kilates que vivían exiliados en París: el poeta RUBÉN BAREIRO SAGUIER y el músico y compositor FRANCISCO MARÍN. Los dos eran víctimas de la persecución, condenados al destierro por el único "pecado" mortal de amar y augurar a su patria la primavera sin cesar de la libertad.
Acosados por los mismos dolores y esperanzas, los dos amigos se embarcaron en la aventura "socio-espiritual" de escribir la letra y componer la música de lo que llamaron MISA POR UN CONTINENTE. Esto ocurría entre fines de 1971 e inicios de 1972.
FRANCISCO MARÍN y sus compañeros habían formado parte en Buenos Aires del Conjunto de FÉLIX PÉREZ CARDOZO. Junto a la Compañía de Ballet de América Latina de JOAQUÍN PÉREZ FERNÁNDEZ llegaron a París en 1951 ya como "LOS GUARANÍS" integrado -además de él, obviamente-por CRISTÓBAL CÁCERES (hermano de EMILIO BOBADILLA CÁCERES), ÁNGEL SANABRIA y GERARDO SERVÍN. Luego se sumaría a ellos la bailarina FLORENCE DARMAND, quien se casó con Francisco y fue su compañera inseparable y abnegada hasta sus últimos días.
Muy pronto el grupo musical ganó prestigio entre lo más granado de la intelectualidad francesa. En el célebre cabaret literario la "ROSA ROUGE" (ROSA ROJA) Marín se hizo amigo de ALBERT CAMUS, JACQUES PRÈVERT, JEAN-PAUL SARTRE, SIMONE DE BEAUVOIR, JEAN GENET, JEAN COCTEAU y otros artistas de renombre universal.
RUBÉN BAREIRO SAGUIER, en el folleto que acompaña a la versión de la Misa grabada por el coro y la orquesta de la Escuela de Música "Maestro Herminio Giménez", de Itá, entre el 2004 y el 2005, relata el nacimiento de la obra compartida: "Un día fue llegando a mi casa Francisco Marín expresamente para contarme que él había comenzado a componer la música de una Misa y venía a pedirme que yo escribiera la letra. Confieso que la propuesta me impactó, me conmovió profundamente. En primer lugar porque la misma venía de una persona entrañable, con quien intimé intensa amistad, desde el primer día que nos conocimos en París. De las cosas más gratas que me acontecieron en esa ciudad tan ligada a mi vida -y más aún a la suya-, fue encontrarme con ese ser de un corazón inmenso, de una bondad y una generosidad sin límites".
El otro argumento que lo conmovió fue que la tarea a emprender era "apoyar la liberación de nuestro continente con esas armas 'cargadas de futuro': la música y la poesía".
La obra, de a poco, fue cobrando cuerpo. Los poemas iban vistiéndose de ritmos distintos, de compases solemnes o vivaces, para acompañar los distintos momentos de una misa: Kyrie, Credo, Agnus Dei, Sanctus y el Gloria.
*“”Hacía dos años que yo iba preparando esta misa. Yo dudaba. Ya existía la 'Misa criolla'-alude a la del argentino Ariel Ramírez-. Supe lo que iba a hacer al mirar a mi hijo menor que dormía. Pensé en los niños del Paraguay que se acuestan con la barriga vacía y no pueden irse a la escuela; en los niños de Vietnam que al mirar el cielo ven surgir aviones; en todos los niños martirizados. De un solo golpe, compuse el Kyrye sobre un ritmo de vidala, un motivo nostálgico del norte argentino", relataba FRANCISCO MARÍN al Semanario "La vie Catholique", número 1400, de la segunda semana de junio de 1972 en París. El niño al que hace referencia es Jean- conocido como "Juanchí"-, cuya madre es Florence. Su otro hijo es Rafael Marín- cuya madre es JOSEFINA INSAURRALDE-, nacido en Asunción en 1945.
"Cuando concluimos, le hicimos escuchar al querido amigo MIGUEL ÁNGEL ASTURIAS, quien se entusiasmó con la pieza y nos pidió -nos "exigió" -hacer el Introito. Fue un gran honor que un poeta y narrador de su categoría lo escribiera", relata también Bareiro Saguier.
La MISA POR UN CONTINENTE se estrenó el 13 de junio de 1972 en la iglesia San Roque, de París, según contaba el propio Francisco Marín en una entrevista publicada por Última Hora el 19 de diciembre de 1997.
"Actuó, acompañando a 'LES GUARANÍS' de Francisco Marín el coro Alborada. La primera voz del conjunto fue la del tenor VIRGILIO ROJAS. Entre los asistentes al estreno estuvo Don HELDER CÁMARA, arzobispo de Recife y Olinda (Brasil), uno de los precursores y fundadores de la Teología de la Liberación", rememora también Bareiro Saguier.
La grabación de MISA POR UN CONTINENTE se escuchó en público en Paraguay por primera vez en un acto público en la Catedral de Asunción el 22 de diciembre de 1997. Era el DÍA DE LA DIGNIDAD NACIONAL, al recordarse el 5° aniversario del descubrimiento del "ARCHIVO DEL TERROR".
INTROITO
Esta misa debe llegar a todas las manos, a todos los ojos, a todos los oídos. Música y palabra se unen en el clamor más apasionado, en la protesta más profunda y el testimonio más duro sobre la realidad de los pueblos que luchan por un mundo mejor.
A lo largo de esta misa se pasa de la ternura al relámpago, del grito al murmullo, en la palpitación de urea música cuyo eco antiguo no la vuelve menos moderna y cuyos acentos populares son únicos.
La selva, escuchando esta misa, se cambia en catedral; los volcanes en grandes sacerdotes; el sol en hostia santa y, a través de sus pautas de cristal, las cataratas repiten el canto de los pájaros maravillosos, de bosques impenetrables, de reos misteriosos y turbulentos. De todo ese universo mágico surge esta misa que recoge, además de este encantamiento de la naturaleza, el dolor de un mundo en que se jugarán y desde ya se están jugando-, las destinos del hombre de nuestra América.