-Sabes, ha muerto en Londres un músico paraguayo cuyo nombre no recuerdo, -le anunció a Alberto de Luque (nombre artístico de Vitalino Rodríguez Báez, nacido en Iturbe, departamento del Guairá, el 12 de marzo de 1938), en el centro nocturno de Tel Aviv (Israel) una cantante de color. Era el domingo 15 de setiembre de 1974.
El artista, al día siguiente, ansioso, quemado por el fuego de querer saber quién era el que había partido a la eternidad, salió a buscar en la ciudad los periódicos londinenses. En la primera plana de un diario, con sorpresa, encontró que el leader voice (primera voz) -como mencionaba la publicación que encontró-, de LOS PARAGUAYOS, LUIS ALBERTO DEL PARANÁ, había muerto en la capital de Inglaterra.
Sin reponerse del impacto que produjo en su afecto de amigo la triste noticia, Alberto se fue a su casa, tomó un cuaderno y un lápiz y se dirigió a orillas del Mediterráneo para darle molde verbal a su Descansa en paz. Allí, a oleadas, le llegaron las escenas de los diversos momentos compartidos con Paraná en Alemania (Hamburgo), Grecia, Irán y otros países. Y empezó a escribir desde la emoción de sus recuerdos. Sus versos resaltaron lo inmenso de la pérdida en una patria de duelo, el arte de Paraná expuesto en los más lejanos puertos y el homenaje fraterno del que se había inspirado para desearle un descanso en paz.
-Vamos al departamento-, le dijo a su esposa, que le había acompañado en ese momento de creación.
Caminaron dos cuadras y arribaron al lugar donde residían temporalmente. Ella preparó un tereré y él tomó la guitarra para ponerle música a los versos que acababan de nacerle del yvu más liando de sus sentimientos.
Cuando la obra estuvo terminada, le llamó por teléfono a uno de los integrantes de LOS AMIGOS -el grupo musical de Alberto, del que formaba también parte su hermano CARLOS AGUSTÍN RODRÍGUEZ BÁEZ-, MIGUEL OSCAR SABINO, de nacionalidad argentina, le cantó lo que había compuesto y le pidió que hiciera los arreglos para 20 instrumentos de la ORQUESTA DE CÁMARA DE TEL AVIV para grabar el tema de manera urgente.
Al día siguiente, a la tarde, ya estaban ensayando, ajustando las voces. El 18 de setiembre se hizo la grabación, en la que participó una cantante lírica. Esa misma noche, vía Aerolíneas Argentinas, el autor le envió el máster a su hermano MARCIANO RODRÍGUEZ BÁEZ, en Buenos Aires. Éste, con otras canciones interpretadas por Alberto, armó el disco DESCANSA EN PAZ, HOMENAJE A LUIS ALBERTO DEL PARANÁ.
El disco estuvo en Asunción antes de la llegada del féretro del intérprete que había llevado la música paraguaya por el mundo. Cuando arribaron los restos de Paraná, la canción desdobló sus alas, desde las radios, tras un recorrido de miles de kilómetros, para estar presente en esa hora de llanto. Era el adiós convertido en melodía.
DESCANSA EN PAZ
Enmudeció la lira y el canto de las aves
se tiñó de tristeza, de inmensa soledad,
doblaron las campanas con lúgubre tañido,
la patria está de duelo: ha muerto Paraná.
Soldado del folklore, soñador de caminos,
cultor infatigable del arte y de la amistad,
descansa en paz hermano en la gloria de los grandes,
bendice desde el cielo tu patria, tu heredad.
Descansa en paz hermano de sueños y esperanzas,
tu voz y tu guitarra ya nunca callarán mientras entonen
el ritmo de polcas y guaranias Paraguay en su entraña
tu imagen guardará; tu nombre es hoy leyenda Alberto del Paraná.
Hoy quiero yo cantarte cual tú cantaste siempre
con voz de paraguayo, oh colega inmortal,
supiste en cada frase cantar a tu bandera
y al temple de una raza, de un pueblo sin igual.
De luto mi guitarra hoy suena lastimera,
de duelo mi garganta no quiere ya cantar
mas retoma el sendero que fue tu gloria eterna
y hoy rezo emocionado: Luis descansa en paz.