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HARRIS GAYLORD WARREN (+)
  LA REVOLUCIÓN DE 1904 - SEGUNDA PARTE (Obra de HARRIS GAYLORD WARREN)


LA REVOLUCIÓN DE 1904 - SEGUNDA PARTE (Obra de HARRIS GAYLORD WARREN)


LA REVOLUCIÓN DE 1904

SEGUNDA PARTE

Obra de HARRIS GAYLORD WARREN


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LA REVOLUCIÓN DE 1904 - PRIMERA PARTE

Obra de HARRIS GAYLORD WARREN


EL DESARROLLO DEL COMPLOT


La revolución de 1904, popularmente llamada Revolución de Agosto, fue la mejor preparada de todas las revoluciones paraguayas. Para triunfar debió subvertir las fuerzas armadas, reunir pertrechos militares, minar la confianza en el régimen de Escurra, y convencer al pueblo de que los saqueadores debían irse. Probablemente la campaña de la prensa hizo mucho para lograr los dos últimos objetivos, aunque no existan estadísticas confiables sobre la circulación de los periódicos. El ejército, integrado de conscriptos, no era digno de confianza. Los pertrechos militares debían llegar principalmente de la Argentina, que también había de proveer reclutas. La cuestión del liderazgo se decidió fácilmente, porque existía el consenso de que Benigno Ferreira debía ser el comandante superior, con el doctor Emiliano González Navero como segundo. Aunque el principal intelectual liberal era el doctor Cecilio Báez, aquel era un escritor y catedrático incapaz de verse a sí mismo como jefe militar en la escena del combate, y estaba plenamente de acuerdo con que el honor recayera en Ferreira. Ferreira era líder de los cívicos; Navero, el de los radicales. (Báez, Cuadros históricos y descriptivos, pp. 271-72)

Dos comités revolucionarios se formaron en 1903. En el de Asunción estaban el general Ferreira, el doctor Báez, Navero, Emilio Aceval y los financistas Guillermo de los Ríos, Francisco Campos y Juan B. Gaona. Las políticas fiscales de Escurra habían provocado tanta irritación entre los hacendados y comerciantes ricos, que Ríos y Campos tuvieron pocas dificultades para recaudar dinero para financiar la revolución. Báez, después de haber hecho mucho con su pluma, aceptó el nombramiento de ministro en los Estados Unidos y México, (Gomes Freire Esteves, "Historia contemporánea de la república", en Luis Freire Esteves y Juan C. González Peña, eds., El Paraguay constitucional, 1870-1920 (Buenos Aires, 1921), pp. 1-140) probablemente a causa de la dificultad de entenderse con Ferreira, y González Navero asumió las funciones de Báez. Para el comité de Buenos Aires, Báez y Ferreira reclutaron tres hombres capaces como dirigentes: Manuel J. Duarte, Domingo García Torres y Elías García, cuya tarea principal era la de adquirir material militar y reclutas para la expedición naval que debía atacar pueblos ribereños paraguayos. El presidente [Juan G.] González había enviado a Duarte a Buenos Aires para recibir entrenamiento en la Escuela Naval. Después de graduarse, Duarte ingresó a la marina argentina y desempeñó tareas de relativa importancia. ( Duarte era teniente de fragata de la marina argentina, ejercía el cargo de secretario del Arsenal de Marina de Buenos Aires y el comando de la zona naval correspondiente. (Gomes Freire Esteves, Historia contemporánea del Paraguay (Asunción, 1996), p. 336.) La posición de Duarte puede explicar la facilidad con que el vapor Sajonia zarpó de Buenos Aires, punto comentado más adelante. (N. del T.))

En 1899, en una breve visita a Asunción, le dijo a Báez que los liberales sólo podrían ganar una revuelta si se unían; después del fiasco de 1902, los liberales estaban más dispuestos a seguir el consejo. En una visita a Asunción en 1903, Duarte conferenció con Ferreira y Adolfo R. Soler (otro líder cívico) y quedó tan satisfecho con sus planes que siguió adelante con los preparativos en Buenos Aires.

Los funcionarios argentinos apoyaron las gestiones de Duarte y su comité para conseguir hombres y suministros militares. Guillermo de los Rios fue a Europa para comprar rifles y municiones, pero la mayor parte del armamento reunido en La Plata procedía del Arsenal de Marina de Buenos Aires. Los suministros comprendían una batería de seis cañones Krupp, gran cantidad de granadas de artillería, 2.000 rifles Remington y muchas cajas de municiones. Algunos de los 300 reclutas eran argentinos; muchos eran paraguayos y otros, soldados de fortuna. (De W Haggard a Lansdowne, Paraguay Nº 5 Buenos Aires, 10 de agosto de 1904, PRO FO 59/62; El Siglo (Montevideo) 13 de agosto de 1904, adjunto a nota de W. R. Finch a Hay, N° 768, Montevideo, 15 de agosto de 1904, Despatches from United States Ministers to Paraguay and Uruguay, File Microcopies of Records in the National Archives, Nº 128, Rolls 1-19,11 de octubre de 1858-17 de julio de 1906, Roll 17. En adelante citado como DDPU 128/17.)

Providencialmente para ellos, los rebeldes tenían un barco listo para embarcar hombres y armamento. El Consejo de Agricultura e Industria del Banco Agrícola del Paraguay había recomendado al presidente Escurra comprar un barco para transportar los productos de exportación paraguayos a los puertos del Río de la Plata. En Buenos Aires estaba el Sajonia, que pareció ideal para el propósito. Escurra envió a Enrique Soler para comprarlo y nombró a un liberal, el capitán Ildefonso Benegas, para comandarlo; obviamente, Escurra no tenía la menor idea de la revuelta proyectada. Soler compró el barco y se lo entregó a Benegas, quien lo ancló en el Canal Sur de Buenos Aires y se dio avisó a Duarte, quien terminó los preparativos finales. El 4 de agosto, después de anochecer, una lancha del Arsenal de Marina llevó a Manuel Duarte, Elías García, Pastor Cabañas Saguier, Manuel Caballero y varios otros más al Sajonia. Duarte asumió al punto el comando del barco y se dirigió a La Plata, donde embarcó carga y pasajeros con documentos visados por el consulado paraguayo, y emprendió la travesía por el Río de la Plata (Del mismo al mismo, Nº 786, Montevideo, 12 de agosto de 1904, DDPU 128/17, y recortes adjuntos de El Día (La Plata), El Siglo y Diario Nuevo (Montevideo))

Se suponía que el destino del Sajonia era el Uruguay, pero el error se disipó rápidamente. Quizás a causa de la suposición Federico Alonso, cónsul general del Paraguay en Buenos Aires, se demoró hasta el 7 u 8 de agosto para informar a su Gobierno sobre la partida del Sajonia. Sin embargo, en los documentos consulares debía constar el destino del barco y por eso, o los documentos se habían falsificado, o también el cónsul se había sumado a los conspiradores. La injerencia argentina en el affaire era muy clara para el ministro británico en Buenos Aires, quien observó "hubiera sido muy extraño que un barco pudiera cargarse, armarse, equiparse y zarpar de un gran puerto como La Plata sin el conocimiento -por no decir la connivencia- de las autoridades locales al menos". (De Haggard a Lansdowne, Paraguay Nº 5, Buenos Aires, 10 de agosto de 1904, PRO FO 59/62.)


PRIMEROS ÉXITOS


Asunción se volvió una ciudad muy activa y alarmada el 8 de agosto, cuando el telegrama de Alonso llegó a la capital. El presidente Escurra declaró el estado de sitio y apresuradamente preparó un barco, el Villa Rica, para interceptar al Sajonia. Eduardo Fleitas -aún ministro del interior- se embarcó en el Villa Rica, un vapor mercante requisado de la empresa de navegación fluvial Mihanovich, en compañía del capitán Eugenio Garay (Eugenio Alejandrino Garay (1874-1937) fue enviado a estudiar, con Albino jara y otros jóvenes paraguayos, a la Escuela Militar de Chile. Apartado del ejército después de la revolución de 1904, Garay se desempeñó en el periodismo y la diplomacia. Durante la Guerra del Chaco, fue uno de los principales jefes militares paraguayos. (N. del T.))  y 150 hombres de infantería. Mientras el Villa Rica navegaba río abajo, quienes permanecían en Asunción podían leer el manifiesto aparecido con los nombres de los generales Caballero y Escobar, presidente y vicepresidente del Partido Colorado respectivamente. Recordando a los rebeldes que todos los partidos estaban representados en el gabinete y que la elección de 1902 había sido pacífica, el manifiesto de los generales tenía la impudicia de decir: el país es el hogar común y ningún partido tiene el derecho de perturbar la paz del pueblo porque las desavenencias deben tratarse pacíficamente dentro de las normas de la Constitución y de la ley. Desdeñosamente, el manifiesto afirmaba que los rebeldes no contaban en sus filas con ningún nombre asociado a las glorias pasadas -entiéndase con ningún soldado de la Guerra Grande- ("Manifiesto del Partido Nacional Republicano a sus correligionarios", El Paraguay, 9 de agosto de 1904, copia en nota de John N. Ruffin a Francis B. Loomis, Nº 160 Asunción, 11 de agosto de 1904, DUSCA T 329/6.)

Mientras el Villa Rica navegaba hacia su desastrosa confrontación con el Sajonia, los liberales abandonaban la capital por docenas para organizar la resistencia en el interior del país y sentar su cuartel general en Villeta. Otro vapor rebelde, el Gamo, comandado por Juan Francisco Recalde, llegó hasta la desembocadura del río Tebicuary con armas para los rebeldes que debían reunírseles allí. (Freire Esteves, "Historia contemporánea de la república", p. 92) El 10 de agosto, el Sajonia atacó y capturó Humaitá, una victoria fácil, porque la antaño formidable fortaleza había sido completamente desmantelada y convertida en un pueblo misérrimo con una plataforma para el tráfico fluvial. Más al norte se encontraba Villa del Pilar, famosa como puerto de entrada al país durante el régimen de Francia y destinada a convertirse en el cuartel general civil de los rebeldes de 1904. Frente a Pilar, el Villa Rica se preparó para la lucha, mientras los lugareños observaban desde la costa. Cuando los dos barcos se cruzaron en medio del río, los soldados del Villa Rica hicieron fuego contra el Sajonia pero sin causarle daño. El Villa Rica giró luego para remontar la corriente, pero fue aventajado por el Sajonia, que lo forzó a embicar en la costa [del Chaco]. Siguió una lucha de trece minutos, durante la cual Eduardo Fleitas se echó al agua tratando de alcanzar la costa argentina, pero fue capturado por los rebeldes. El capitán Garay, gravemente herido, se rindió después de haber sufrido bajas de 28 muertos y muchos heridos. Las bajas de los rebeldes fueron dos muertos y seis heridos. Duarte ancló el Sajonia en Pilar, enterró a los muertos en el cementerio del pueblo y organizó un hospital militar . (Ibíd., pp. 92-95; de Ruffin a Loomis, N° 160, Asunción, 11 de agosto de 1904, DUSCA T 329/6; de Haggard a Lansdowne, Paraguay N°- 6 Conf., Buenos Aires, 12 de agosto de 1904, PRO FO 59/62.)

La victoria de Duarte fue un severo golpe para el Gobierno de Escurra y un triunfo muy importante para los rebeldes. Controlando el río, Duarte podía reunir a los líderes, acelerar la instalación del cuartel general rebelde en Villeta y prepararse para el sitio de Asunción. Villeta era un punto de reunión conveniente para que los rebeldes emprendieran operaciones militares en los alrededores de la capital, mientras que Pilar se convertía en la sede del Gobierno revolucionario que el 16 de agosto nombró a Benigno Ferreira y Emiliano González Navero presidente y vicepresidente. Adolfo Riquelme, Manuel Benítez, Adolfo Soler, Eduardo Schaerer (Eduardo Schaerer (1873-1941), importante dirigente liberal, fue el primer presidente civil que pudo terminar su mandato presidencial (1912-1916) después de la promulgación de la Constitución de 1870. En el siglo XIX sólo lo terminaron los generales Bernardino Caballero, Patricio Escobar y Juan Egusquiza. (N. del T.)) y el doctor Francisco Rolón se contaban entre quienes integraron el Gobierno de Pilar y publicaban en forma irregular La Constitución como órgano de propaganda.( El periódico se imprimía en cuatro páginas de tres columnas. El número 5 es del 8 de octubre de 1904 y el número 6 del 19 de octubre. Hay copias en la nota de Waldemar C. de Korab a Loomis, Asunción, 4 de diciembre de 1904, DUSCA T 329/6.) Después de dejar el capturado Villa Rica en Pilar, Duarte zarpó para Bouvier, río arriba y en la costa argentina, donde el 13 de agosto embarcó a Ferreira y regresó a Villeta. En el ínterin Carlos Isasi, con una pequeña fuerza rebelde, había expulsado de esa localidad a los destacamentos de Escurra sin luchar. Docenas de rebeldes llegaban a Villeta desde las aldeas vecinas y el campo, y cruzaban el río desde la Argentina para unirse a la revolución. (1)

Los rebeldes contaban con la junta Revolucionaria de la Capital, que alentaba a desertar del ejército del Gobierno. Los periódicos extranjeros informaban sobre la simpatía generalizada por la revolución en las filas del ejército, así como de la pérdida de Villeta, Pilar, Humaitá, San Pedro y luego Concepción y Encarnación, convenciendo a los observadores de que la causa de Escurra estaba perdida. (2) Funcionarios de alto rango, como el vicepresidente Manuel Domínguez, el Presidente del Superior Tribunal de justicia Emeterio González y el senador Arsenio López Decoud se refugiaron en legaciones extranjeras antes de sumarse a los rebeldes en Villeta o Pilar. Las deserciones masivas del bando de Escurra comprendían a los estudiantes universitarios y los colorados disidentes. El vicecónsul americano informó que "quizás 90 por ciento de los habitantes de Asunción están ahora a favor de la revolución [...] entre las clases superiores (extranjeros), los rebeldes son considerados más ilustrados, más inteligentes e incluso menos deshonestos que los gobernantes actuales". (3) Tantos funcionarios públicos y miembros del Congreso habían abandonado sus puestos, que resultaba imposible el funcionamiento normal del Gobierno. Obviamente, la caída del Gobierno era sólo cuestión de tiempo y de encontrar una fórmula de compromiso aceptable para ambos bandos.

Al informar a sus gobiernos, los representantes extranjeros ofrecían interpretaciones diferentes. Un diplomático muy confuso y frustrado era el del Brasil, Itiberé da Cunha, decano del cuerpo diplomático, quien debió haber tenido un mejor conocimiento del plan revolucionario que el expresado en sus despachos. Todavía el 12 de agosto, Cunha informaba que Escurra no se había esperado un movimiento subversivo, si bien había notado la fuga de muchos liberales hacia el Chaco. Como sus colegas, él sospechaba de la complicidad del ministro argentino Alejandro Guesalaga (4) El ministro británico en Buenos Aires, W. H. D. Haggard, y su colega uruguayo creían que la Argentina patrocinaba la revuelta. Haggard repetía el rumor muy difundido de que la revuelta era "el primer paso en dirección a la anexión". (5) Uno de los más observadores, y quizás el miembro más capaz del cuerpo consular y diplomático en Asunción era Cecil William Gustav Gosling, llegado como cónsul británico en septiembre de 1899. (6) Durante su breve visita a Asunción para presentar sus credenciales en junio de 1904, Haggard se formó una opinión muy pobre del Gobierno de Escurra." (7)

Gosling confirmó el parecer de Haggard de que muchas personas bien informadas estaban convencidas de los propósitos anexionistas argentinos, aunque agregando: "Pero los brasileros se harán oír en el asuntó. (8)

Las operaciones militares de la revolución no tuvieron nada de espectacular. Las tropas rebeldes sondearon las defensas de Asunción, capturaron pueblos vecinos -incluyendo Villa Hayes, "capital" del Chaco, que se convirtió en el cuartel general del ejército rebelde del Norte-, y el importante puerto de Concepción. Rebautizados Libertad y Constitución respectivamente, el Sajonia y el Villa Rica dominaban el río, ayudados por otros dos vapores capturados por los rebeldes. Aquella flota violaba la ley internacional constantemente al detener e inspeccionar barcos extranjeros, una práctica continuada hasta que Cunha advirtió a Ferreira seriamente que el Brasil no toleraría en lo sucesivo los ataques piratas contra sus buques. (9) Escurra no podía tomar la ofensiva porque carecía de pertrechos militares, exceptuando los muy reducidos recibidos por Encarnación, cortados cuando los rebeldes capturaron ese puerto fluvial. (10) Las incursiones gubernamentales en los pueblos vecinos terminaban con victorias rebeldes por lo general. En un enfrentamiento notable, Enrique Solano López dirigió un destacamento del Gobierno para interceptar un envío de armas desde Villeta a Villa Hayes; fue derrotado y sufrió muchas bajas. (11) Aquello se compensó cuando Elías Ayala, comandante de Villa Hayes, envió a Albino Jara a reconocer Limpio el 24 de septiembre; Jara atacó a una fuerza del Gobierno muy superior y sufrió una severa derrota. (12)

En la inevitable batalla de manifiestos, la competencia estaba más bien pareja, si exceptuamos la extensión de los textos, donde los rebeldes ganaban holgadamente. El primer brulote liberal, escrito por Manuel Benítez, apareció el 15 de agosto. Benítez se limitó a repetir las acusaciones generalizadas contra el Gobierno en vez de presentar un alegato detallado contra el régimen. Existía, según él: "Un poderoso y unánime grito de protesta contra el Gobierno en el poder, desde un extremo del país hasta el otro". Los funcionarios públicos, sin preparación para ocupar sus cargos, carentes de honor público y privado, habían perdido la confianza del país. Por muy malos que hubieran sido los regímenes colorados anteriores, ninguno de ellos había caído tan bajo como Escurra, el bobalicón inculto que degradaba la presidencia. Una corrupción indescriptible alcanzaba a todo el Gobierno y el Congreso era una colección de bufones comprados en el mercado. (13)

Dirigido por Itiberé da Cunha, el cuerpo diplomático comenzó las tratativas de mediación desde los primeros momentos de la revuelta. Cunha y Guesalaga, de tiempo en tiempo acompañados por sus colegas francés e inglés (ocasionalmente por los cónsules británico y americano), iban y venían desde Asunción a Villeta. Los líderes rebeldes aumentaban sus fuerzas mientras mantenían negociaciones fútiles con Escurra, Caballero y Escobar. Las deserciones del Gobierno daban credibilidad al informe del vicecónsul americano según el cual la gran mayoría del pueblo se oponía a Escurra. (14)


(1). Rafael Barrett, "Paraguay -la última Revolución y la política actual-", adjunto a nota de Edward C. O'Brien a Elihu Root, N° 64, Montevideo DDPU 128/18; Freire Esteves, "Historia contemporánea de la república", pp. 93-94.

(2). El Grito del Pueblo, 2 de febrero de 1905.

(3). De Korab a Loomis, N°-172 Conf., Asunción, 26 de noviembre de 1904, DUSCA T329/6.

(4). De Cunha a Rio Branco, 2º  Sec. Nº 1 Res., Asunción, 12 de agosto de 1904, MDBA-OR 201/2/8.

(5). De Haggard a Lansdowne, Paraguay N° 6 Conf., Buenos Aires, 12 de agosto de 1904, PRO FO 59/62.

(6). Gosling prestó servicio en forma continuada hasta junio de 1903, cuando se retiró con permiso y retomó su puesto en enero de 1904. Fue nombrado Primer Secretario en octubre de 1904, aunque los británicos no tuvieran una legación en Asunción. De Gosling a Salisbury,  25 de septiembre de 1899, PRO FO 59/57; de Gosling a Lansdowne, Asunción, 12 de octubre de 1902, PRO FO 59/60; del mismo al mismo, Asunción, 11 de junio de 1902, PRO FO 59/61.

(7). De Haggard a Lansdowne, Paraguay N° 4 Conf., Buenos Aires, 8 de julio de 1904, PRO FO 59/62.

(8). De Gosling a Haggard, Asunción, 16 de agosto de 1904, adjunta a nota de Haggard

a Lansdowne, Paraguay N°- 6 Conf., Buenos Aires, 12 de agosto de 1904, ibíd.

(9). De Cunha a Rio Branco, 2º Sec. N° 11, Asunción, 11 de octubre de 1904, MDBAOR 201/2/8.

(10). Del mismo al mismo, 22 Sec. N° 16 Res., Asunción, 26 de noviembre de 1904, ibíd.

(11). La Constitución, 8 de octubre de 1904.

(12). De Cunha a Rio Branco, 2º Sec. N° 9 Res., Asunción, 28 de septiembre de 1904, MDBA-OR 201/2/8. Sobre Jara, ver Alfredo L. Jaeggli, Albino Jara, un varón meteórico (Buenos Aires, 1963).

(13). "Al Pueblo", manifiesto del Comité Revolucionario, 15 de agosto de 1904, adjunto N° 4 de nota de John N. Ruffin a Loomis, N° 163, Asunción, 8 de septiembre de 1904, DUSCA T 329/6. Benigno Ferreira, E. González Navero, Manuel J. Duarte, Manuel Benítez, Elías C. García y Manuel Gondra eran los primeros de los veinticuatro firmantes.

(14). De Korab a Loomis, N° 171 Conf., Asunción, 26 de noviembre de 1904, ibíd.

* Ver el ensayo de Warren titulado "La política paraguaya del Brasil, 1869-1876". (N. del T.)



EL PACTO DEL PILCOMAYO


Al presidir las conversaciones entre los bandos enfrentados, Cunha y Guesalaga no se ocupaban tanto del entendimiento entre paraguayos, como de la posibilidad de formar un Gobierno susceptible a la influencia de sus respectivos países. Obviamente, el Brasil había perdido la partida y no podría dirigir la política interna del Paraguay. Aunque había algunos anexionistas empecinados entre los argentinos, los realistas reconocían que cualquier intento de absorber el Paraguay provocaría una guerra con el Brasil, además de unir a los paraguayos en defensa de su independencia. La vieja disputa con Bolivia sobre la posesión del Chaco ocupaba un lugar muy importante en el pensamiento de los argentinos y brasileros, así como en el de los paraguayos. El Brasil había pagado a Bolivia una fuerte suma para resolver la cuestión del Acre; el futuro de Bolivia dependía de que encontrara una salida para sus productos. Bolivia trataba de comprar un espacio sobre el río Paraguay para establecer un puerto y tenía el apoyo del Brasil. La Argentina se oponía y Ferreira, que había perdido el poder en 1874 por haber contrariado la posición brasilera sobre el Chaco,* seguía siendo enemigo de otorgar a Bolivia cualquier ventaja que pudiera conducir a una ulterior reclamación territorial. (46)

La revuelta de 1904 -"la revolución civilizadora", como la llamaron algunos periodistas-, se detuvo súbitamente a principios de diciembre. Juan B. Gaona, presidente del Banco Mercantil fundado por él en 1891, recaudó $30.000 oro entre los comerciantes y estancieros ricos; con ese dinero disponible para la compra de armas, Ferreira podía armar muchos hombres más. La caída de Encarnación, la brusca negativa del Brasil de suministrarle ayuda a Escurra y el éxito de Gaona convencieron finalmente a los obstinados colorados de que no podían triunfar. Escurra comenzó las negociaciones directas con los rebeldes enviando a Villeta a Rufino Mazó, presidente de la Cámara de Diputados, para invitar a Ferreira a una conferencia.

Dos pequeñas flotillas partieron para el Pilcomayo en la mañana del domingo 12 de diciembre. Desde Asunción, el monitor argentino El Plata llevó al presidente Escurra, dos miembros de su gabinete y el cuerpo diplomático encabezado por Cunha y Guesalaga; le siguieron todos los barcos brasileros y argentinos estacionados en Asunción. En Pilcomayo les esperaban Ferreira, Duarte, Adolfo Soler y una delegación argentina venida de Buenos Aires. Todos los delegados se reunieron en El Plata para celebrar una conferencia presidida por Cunha. Las condiciones de la rendición ya habían sido suficientemente discutidas en reuniones anteriores, y sólo se necesitaba una carta del general Caballero para poner término a la guerra civil. Como Cunha observó: "Ni siquiera esta vez se ha tomado en cuenta la tradicional política guaraní, una política de desconfianza y mala fe, comprendida solamente por los paraguayos, como tan bien dijera el vizconde de Rio Branco, de lamentada y venerada memoria”. Para evitar mayores demoras, un mensajero partió al punto para Asunción a recoger la carta, y al caer la noche ya estaba firmado el pacto. (47)

Los términos del Pacto del Pilcomayo significaban una capitulación total del régimen colorado, con algunas pocas provisiones para salvar las apariencias. Escurra se comprometió a renunciar a favor de Juan B. Gaona; el ejército debía reorganizarse, conservando su rango todos los oficiales superiores y regulares; todo el equipo militar debía entregarse al nuevo Gobierno, que asumía los costos de la revuelta y las deudas del Gobierno anterior; los rangos militares concedidos por los rebeldes quedaban confirmados; se celebrarían elecciones libres; Elías García sería jefe de la Policía de la Capital; se concedía amnistía por todos los delitos políticos. Una cláusula adicional y secreta establecía la total disolución del ejército y su reorganización; para evitar conflictos en los comicios, los colorados se comprometían a no participar en las próximas elecciones parlamentarias (¡bonitas elecciones libres!); los ministerios del Interior y de Justicia debían seguir en poder de los colorados que los ocupaban, pero el del Interior perdió el control de la Policía de la Capital. Escurra procedería al desbande de todo su ejército con excepción de dos batallones; una vez cumplido aquello, Cunha se lo avisaría a Ferreira, para que entrara en Asunción. (48)

La liquidación del Gobierno de Escurra se efectuó en forma tan rápida y ordenada, que el general Ferreira entró en Asunción el 18 de diciembre. El Congreso se reunió al día siguiente y designó a Gaona presidente provisional para completar el mandato de Escurra. (49) Sin duda, Gaona era mejor que Escurra. Nacido en Asunción en 1848, tuvo el privilegio de ser alumno de Pedro Escalada, un maestro ejemplar. De joven se mantuvo alejado de la política, trabajó en las empresas de Miguel E. Elordi, se incorporó al ejército y hacia el final de la Guerra de la Triple Alianza fue capturado y llevado a Rio de Janeiro. Después de su regreso a Asunción se convirtió en socio de la firma Uribe y Cía. Agustín de Uribe y Gaona reorganizaron la compañía e hicieron una fortuna explotando dos yerbales famosos. La compañía creció adquiriendo estancias y otras propiedades en varias partes del país y tenía una próspera sucursal en Concepción. Gaona se retiró de la administración de la empresa pero siguió como presidente del Banco Mercantil. Era muy respetado en todo el país como industrial, banquero y comerciante. Durante su excepcionalmente exitosa carrera, había tenido cuidado de no vincularse estrechamente con ninguno de los dos partidos políticos. La elección de Gaona fue una recompensa para la clase comercial nacional y extranjera que había apoyado a la revuelta para remplazar a la "vieja camarilla de soldados" con un Gobierno más distinguido. (50)

Los soldados comenzaron a celebrar la paz antes de cumplirse todas las formalidades. "Es común ver soldados borrachos blandiendo sus sables y disparando tiros de revolver en las calles", informó el vicecónsul americano. Pero -añadió algo desdeñosamente- aquello podía esperarse de "el estado aún semi bárbaro de las razas indo hispánicas" (51) Ferreira llegó el 18 de diciembre con la flota rebelde, pero la gran celebración de la victoria se pospuso hasta el 24 de diciembre, cuando los ejércitos del Norte y del Sur, con un total de unos 6.000 hombres, entraron en la capital a las 9 de la mañana. El general Ferreira, seguido de todo su Estado Mayor, cabalgó a la cabeza de los dos ejércitos, que desfilaban a lo largo de las calles ocupadas por una alegre multitud que arrojaba flores a los vencedores. (52)

Uno se siente inclinado a asignar a la revuelta de 1904 una significación mucho mayor que la permitida por los acontecimientos. En el plano nacional, no hubo un cambio muy marcado en las pautas, rivalidades y prácticas políticas. De hecho, durante las negociaciones del Pilcomayo, Manuel Gondra,* generalmente considerado un hombre de paz por la generaciones posteriores, prefería asaltar Asunción a negociar, y contaba con el apoyo de Albino Jara, quien poco después quiso convencer a Gondra de que encabezara una revuelta contra Gaona. La dirección del Partido Liberal quedó en manos de los cívicos, quienes no pudieron superar la rivalidad con los radicales, una división que ha continuado, de una u otra manera, hasta hoy. También los colorados quedaban divididos a medida que los viejos dirigentes -Caballero, Escobar y José Segundo Decoud- perdían rápidamente el poco control que habían conservado. El Partido Colorado debería sostenerse durante más de cuatro décadas de dominio liberal y el periodo de transición del febrerismo antes de regresar al poder mediante la ayuda prestada al presidente Higinio Morínigo en la supresión de la larga revuelta febrerista-comunista de 1947. ** El Paraguay no conocería otra pax colorada hasta el advenimiento del general Alfredo Stroessner en 1954.

En el plano nacional, por otra parte, no debe desconocerse el progreso económico operado bajo los gobiernos colorados y la creciente influencia de los capitales argentinos, españoles e ingleses. Durante su primera era de poder, los liberales construyeron sobre los cimientos echados por los colorados. La venta de las tierras públicas en la década de 1880 tuvo muchos efectos negativos, pero también condujo a la creación de grandes empresas cuyos administradores se opondrían a la inestabilidad y corrupción políticas. Los colorados, especialmente antes de Escurra, hicieron importantes contribuciones al desarrollo económico, cultural y social, aunque ciertos ideólogos colorados hayan exagerado aquellos logros y caracterizado lo que siguió como "una larga época de anarquía y dictadores", que terminó en 1948 con la vuelta de los colorados al poder. (53)

La prensa liberal esperaba que "la revolución civilizadora y triunfante” comenzara su tarea de reparación castigando a los sangrientos y bárbaros colorados; que la justicia prevaleciera contra la cruel criminalidad de los Caballeros, Escurras y sus venales seguidores. El ejército triunfante acababa de terminar una tarea que ofrecía al país "un futuro pleno de esperanzas y bienestar, progreso y civilización". (54) Los liberales que esperaban cambios rápidos y drásticos quedaron desilusionados. Un periodista afirmó certeramente "la revolución no se ha emprendido contra tal o cual funcionario inepto o ladrón, sino contra la totalidad del régimen despótico; por lo tanto, hasta que no se haya procedido a la reorganización de todos y cada uno de los tres poderes públicos [ejecutivo, legislativo, judicial], el pueblo seguirá sospechando la existencia de una reconciliación criminal entre un pasado de barbarie y cruel decepción y un presente de reparación y plácida esperanza". (55) La crítica era justa. Al reseñar la situación en 1905, el año en que un golpe liberal expulsó a Gaona del Gobierno, el cónsul británico llegó a la conclusión de que no se habían justificado las esperanzas de cambio; poco o nada había mejorado; no se habían pagado indemnizaciones, y nada había para justificar el optimismo sobre el futuro político del Paraguay. (56)

A nivel internacional, la revolución marcó el triunfo de la larga lucha de la Argentina para despojar al Brasil del dominio en los asuntos del Paraguay. Por muchos años, liberales importantes habían vivido en la Argentina, y debía esperarse su adhesión a la Argentina. Todos los principales líderes liberales eran fuertemente pro argentinos, y ciudadanos argentinos ocupaban altos cargos en servicios del Gobierno. Un aumento de la influencia argentina, según el cónsul británico, sería positivo para el Paraguay, como lo sería "un nuevo Gobierno inspirado por ideas más modernas de civilización y progreso". (57) Por razones no del todo comprensibles, el Brasil renunció a su rol de árbitro de los destinos paraguayos. Económicamente, el Paraguay no justificaba una guerra entre el Brasil y la Argentina, porque el país no suministraba nada de mucha importancia a ninguno de sus poderosos vecinos. Y así el triunfador de la revolución de 1904 fue la Argentina y no los liberales paraguayos.



(46). De Gosling a Haggard, N° 28 Conf., Asunción, 30 de septiembre de 1904, adjunto a nota de Haggard a Lansdowne, Paraguay N° 11 Conf., Buenos Aires, 7 de octubre de 1904, PRO FO 59/62.

(47). De Cunha a Rio Branco, 2ª. Sec. N° 18 Res., Asunción, 16 de diciembre de 1904,

MDBA-OR 201/2/8 (itálicas en el original); La Democracia, 13 de diciembre de 1904.

(48). "El Tratado de Pilcomayo. Acta de Paz", adjunto a nota de Gosling a Lansdowne,

N° 4, Asunción, 29 de diciembre de 1904, PRO FO 59/62; de Korab a Loomis; N° 175, Asunción, 19 de diciembre de 1904, DUSCA T 329/6.

(49). El gabinete de Gaona se formó con Ferreira en el Ministerio de Guerra; Cecilio Báez, en Relaciones Exteriores; Emiliano González Navero en Hacienda; Emilio Pérez en Interior y Cayetano A. Carreras en justicia. Gualberto Cardús Huerta interinó Relaciones Exteriores hasta que Báez regresó de Washington. De Gaona al Presidente de los Estados Unidos, Asunción, 24 de diciembre de 1904, Notes from the Paraguayan Legation in the United States to the Department of State, 12 de marzo de 1853-16 de mayo de 1906, National Archives Microfilm Publications, Microcopy 350, Roll 1-2, 350/2; Cardús Huerta a W. R. Finch, Asunción, 29 de diciembre de 1904, adjunta a nota de Finch a Hay, Nº 800, Montevideo, 31 de diciembre de 1904, DDPU 128/18.

(50). La Tribuna Diaria (Montevideo), 15 de diciembre de 1904, adjunta anota de Finch

a Hay, Nº 799, Montevideo, 26 de diciembre de 1904, DDPU 128/18; de Korab a Loomis, N° 174, Asunción, 16 de diciembre de 1904, DUSCA T 329/6.

(51). De Korab a Loomis, N° 174, Asunción, 16 de diciembre de 1904, ibíd.

(52). El Triunfo, 25 de diciembre de 1904; El Grito del Pueblo, 25 de diciembre de 1904.

* Manuel Gondra (1871-1927), uno de los dirigentes más destacados del sector radical, fue docente, periodista y hombre de letras. Ejerció por breve tiempo la presidencia en 1910 y 1920. (N. del T.)

** En la revolución de marzo a agosto de 1947 participó también el Partido Liberal. El éxodo masivo de paraguayos a la Argentina que siguió al triunfo de Morínigo muestra que la revolución tenía considerable apoyo popular. (N. del T.)

(53). Hipólito Sánchez Quell, Falando do Paraguai ao Brasil (Rio de Janeiro, 1958), p. 46.

(54). El Grito del Pueblo, 25 de diciembre de 1904; El Triunfo, 25 de diciembre de 1904.

(55). El Enano, 4 de junio de 1905.

(56). Cecil Gosling, "Report on the Political Situation in Paraguay in 1905", en nota de Gosling a Edward Grey, Nº 3, Asunción, 7 de marzo de 1906 PRO FO 371/10. 57. De Gosling a Lansdowne, Nº 2, Asunción, 22 de diciembre de 1904, PRO FO 59/ 62.


Fuente:

PARAGUAY: REVOLUCIONES Y FINANZAS

Obra de HARRIS GAYLORD WARREN

Edición e introducción de

THOMAS L. WHIGHAM y JERRY W COONEY 

Traducción: GUIDO RODRÍGUEZ ALCALÁ

Editorial Servilibro, Asunción, Paraguay - 2008 (394 páginas)






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