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ALFREDO BOCCIA ROMAÑACH (+)
  PARAGUAY Y BRASIL, CRÓNICAS DE SUS CONFLICTOS - Autor: ALFREDO BOCCIA ROMAÑACH - Año 2000


PARAGUAY Y BRASIL, CRÓNICAS DE SUS CONFLICTOS - Autor: ALFREDO BOCCIA ROMAÑACH - Año 2000

PARAGUAY Y BRASIL

CRÓNICAS DE SUS CONFLICTOS


Por ALFREDO BOCCIA ROMAÑACH

Editorial El Lector,

Diseño de Tapa: Ca'avo-Goiriz

Compaginación y Armado de Página: Fátima Benítez

ISBN: 99925-51-92-5

Asunción – Paraguay

Año 2000.


Edición digital:

BIBLIOTECA VIRTUAL DEL PARAGUAY (BVP).



INDICE DE CONTENIDOS e HIPERVÍNCULOS

(ENLACES A LA EDICIÓN DIGITAL DEL LIBRO EN: BIBLIOTECA VIRTUAL DEL PARAGUAY (BVP))


PRESENTACIÓN : AGRADECIMIENTOS/ PRÓLOGO/ INTRODUCCIÓN

 
CAPÍTULO 1. PORTUGAL Y ESPAÑA DESCUBREN EL MUNDO

IMAGEN 1. GRAN PROVINCIA DEL PARAGUAY. PARTE DE "L. AMERIQUE MERIDIONALE" DE HIAILLOT DEL SIGLO XVII. B.N. DE SANTIAGO DE CHILE.

IMAGEN 2. CUADRO QUE REPRESENTA A COLÓN EN EL MONASTERIO DE RÁBIDA.

IMAGEN 3. FIRMA DEL ALMIRANTE CRISTÓBAL COLÓN.

IMAGEN 4. RUTAS ÁRABES DEL OCÉANO INDICO.

IMAGEN 5. RUTAS DEL AVANCE ORIENTAL EN BUSCA DEL MERCADO MEDITERRÁNEO.

IMAGEN 6. ASTROLABIO DE BRONCE DE 1579.

IMAGEN 7. ASTROLABIO DE 1582.

IMAGEN 8. SEVILLA A FINALES DEL SIGLO XVI.

IMAGEN 9. DOCUMENTO DEL TRATADO DE TORDECILLAS.

IMAGEN 10. TRATADO DE PERMUTA DE 1751.

IMAGEN 11. RUINAS DEL FUERTE OLIMPO.

IMAGEN 12. VISTA AÉREA ACTUAL DEL FUERTE COIMBRA.

IMAGEN 13. TERRITORIOS PERDIDOS POR EL PARAGUAY INDEPENDIENTE.

IMAGEN 14. EL RÍO APA, LÍMITE PRETENDIDO POR EL BRASIL.

1. PORTUGAL. LISBOA. PLAYA DE RESTELO

IMAGEN 15. RETRATO DE MARCO POLO.

IMAGEN 16. RETRATO DE EL PRÍNCIPE PORTUGUÉS ENRIQUE "EL NAVEGANTE"

2. LA CASA DE AVIS

3. EL FRENESÍ DE LAS EXPLORACIONES

IMAGEN 17. FUERTE PORTUGUÉS DE SÂO JORGE DA MINA EN ÁFRICA OCCIDENTAL.

4. UNA POTENCIA MARÍTIMA

5. ESPAÑA. EL VIAJE DE COLÓN

6. EL MISTERIOSO CHRISTOPHORO COLOMBO

7. AMÉRICO VESPUCIO Y JUAN DE LA COSA

IMAGEN 18. EMBLEMA DEL NUEVO MUNDO.

8. LA DEMANDA DE PRODUCTOS EXÓTICOS


 
CAPÍTULO 2. LAS CONQUISTAS

1. REACCIÓN DE PORTUGAL Y LA BULA INTERCAETERA

2. LA CASA REAL ESPAÑOLA

IMAGEN 19. RETRATOS DE CARLOS I Y FELIPE II DE LA CASA DE AUSTRIA.

IMAGEN 20. PLACA DE HOMENAJE A ISABEL LA CATÓLICA.

3. EL CATOLICISMO. BASE DE LA UNIDAD DE ESPAÑA

4. LOS AVANCES DE LA ARQUITECTURA NAVAL

5. AMÉRICA Y EL TRATADO DE TORDECILLAS

IMAGEN 21. LÍNEAS DE LOS TRATADOS DE ALCAÇOVAS, BULA INTER CAETERA Y TORDECILLAS.

IMAGEN 22. LÍNEA DEL TRATADO DE TORDECILLAS.

6. EL INSACIABLE DESEO DE CONQUISTAS

IMAGEN 23. MAPA DEL GEÓGRAFO MARTÍN WALDESSEMULLER DONDE APARECE POR PRIMERA VEZ LA DENOMINACIÓN DE "AMÉRICA".

7. UN PASAJE AL MAR DE BALBOA

8. EL VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO

9. EL CAMINO DEL ORO

10. LOS VIAJEROS AL NUEVO MUNDO Y LA FUNDACIÓN DE ASUNCIÓN

IMAGEN 24. CARABELA DEL ADELANTADO DIEGO DE SANABRIA.


CAPÍTULO 3. LA COLONIZACIÓN

1. LA COLONIZACIÓN PORTUGUESA

2. LA EXPEDICIÓN DE MARTÍN AFONSO DE SOUZA

3. LA FILOSOFÍA DE LAS COLONIZACIONES

4. LA COLONIZACIÓN ESPAÑOLA

IMAGEN 25. RECOPILACIÓN DE LAS LEYES DE INDIAS.

5. ASENTAMIENTOS ESPAÑOLES

IMAGEN 26. RETRATO DEL CAPITÁN RUIZ DÍAZ DE MELGAREJO, FUNDADOR DE VILLA RICA DEL ESPÍRITU SANTO.

6. EL TRIBUTO INDÍGENA

IMAGEN 27. ÓLEO DE LA CASA DE LA CONTRATACIÓN DE SEVILLA.

7. LA CASA DE LA CONTRATACIÓN. VIRREYES Y AUTORIDADES COLONIALES

8. EL RÉGIMEN DE LAS ENCOMIENDAS

9. UN REINO DE DIOS SOBRE LA TIERRA. "AD MAIOREM DEI GLORIAM"


CAPÍTULO 4. LOS DERECHOS JURÍDICOS Y LOS ADQUIRIDOS

1. LAS INCURSIONES BANDEIRANTES

IMAGEN 28. PROVINCIA DEL GUAIRÁ.

2. EL ASEDIO A LAS REDUCCIONES

IMAGEN 29. RUMBOS DE LA EXPANSIÓN BANDEIRANTE.

3. TERRITORIO DE JEREZ (JEREZ ÑU) O EL ITATIN

IMAGEN 30. FRAGMENTO DEL MAPA ELABORADO POR RUY DÍAZ DE GUZMÁN.

4. LA CORRIDA DEL ORO DEL MATO GROSSO

5. POLÍTICA DE LAS BANDEIRAS

6. LA ASUNCIÓN COLONIAL

7. EN TRATADO DE 1750 O DE PERMUTA

IMAGEN 31. PORTADA DEL REGLAMENTO PARA EL COMERCIO DE ESPAÑA A INDIAS.

IMAGEN 32. PORTADA DE LA NOVELA "HISTORIA DE NICOLÁS I. REY DE LOS MAMELUCOS".

8. EL TRATADO DE 1777 Y EL DEMARCADOR DON FÉLIX DE AZARA


CAPÍTULO 5. PARAGUAY Y EL CONTINUO ASEDIO

IMAGEN 33. RETRATO DE DON FÉLIX DE AZARA.

1. FÉLIX DE AZARA, ETNÓLOGO, ZOÓLOGO Y GEÓGRAFO

2. LOS TÉRMINOS DE SAN ILDEFONSO Y LOS RÍOS DE LA DISCORDIA

3. EL ALTO PARAGUAY Y EL IGATIMI

4. LA COLONIZACIÓN DEL NORTE

IMAGEN 34. CROQUIS DEL SISTEMA HIDROGRÁFICO DEL ALTO PARAGUAY.

5. FUERTES Y FORTINES

6. LA INDEPENDENCIA Y LOS PRIMEROS GOBIERNOS REPUBLICANOS

7. LA DICTADURA DEL DOCTOR FRANCIA

8. EL PRESIDENTE CARLOS ANTONIO LÓPEZ

IMAGEN 35. RETRATO DE CARLOS A. LÓPEZ.

9. MISIONES NO TAN AMISTOSAS


CAPÍTULO 6. EL PILLAJE FINAL

1. LA DIPLOMACIA DE LOS CAÑONES

2. LA ESCUADRA DE FERREIRA DE OLIVEIRA

3. ESTÉRILES CONVERSACIONES. LA ARROLLADORA POLÍTICA BRASILEÑA

4. NUBES NEGRAS DE TORMENTA

IMAGEN 36. RETRATOS DEL MARISCAL FRANCISCO S. LÓPEZ, PUBLICADOS POR LA PRENSA EUROPEA.

5. DE PADRE A HIJO

6. LA VORÁGINE DEL PLATA

IMAGEN 37. RETRATO DE PEDRO DE ALCÁNTARA, PEDRO II, EMPERADOR DEL BRASIL.

7. EL TRATADO SECRETO DE LA TRIPLE ALIANZA

8. HOLOCAUSTO Y REORGANIZACIÓN

IMAGEN 38. MILITARES BRASILEÑOS EN LA CONSTRUCCIÓN DE UN MONUMENTO CONMEMORATIVO EN LA LÍNEA DE LOS HITOS DEMARCATORIOS DE LOS LÍMITES ESTABLECIDOS POR EL TRATADO DE 1872.

9. LOS ÚLTIMOS ACONTECIMIENTOS


APÉNDICE DOCUMENTAL

DOCUMENTO 1. CUENCA HIDROGRÁFICA DE LOS RÍOS PARAGUAY Y PARANÁ.

DOCUMENTO 2. COMUNICACIÓN DEL GOBERNADOR DON LÁZARO DE RIVERA AL COMANDANTE DE LA VILLA REAL DE CONCEPCIÓN.

DOCUMENTO 3. COMUNICACIÓN DEL COMANDANTE DEL FUERTE BORBÓN (OLIMPO) AL CORONEL JOSÉ DE ESPÍNOLA EN LA VILLA REAL. 5 DE MARZO DE 1803.

DOCUMENTO 4. COMUNICACIÓN DEL FUERTE BORBÓN A VILLA REAL. 26 DE AGOSTO DE 1804.

DOCUMENTO 5. INSTRUCCIONES DEL GOBERNADOR DON LÁZARO DE RIBERA AL COMANDANTE DE VILLA REAL DE CONCEPCIÓN EL 29 DE OCTUBRE DE 1804.

DOCUMENTO 6. DISPOSICIONES DEL PRESIDENTE CARLOS ANTONIO LÓPEZ SUSCRITAS EL 28 DE OCTUBRE DE 1847.

DOCUMENTO 7. COMUNICACIÓN DEL GENERAL FRANCISCO S. LÓPEZ AL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE FECHA 6 DE ENERO DE 1846.

DOCUMENTO 8. TEXTO DEL TRATADO LOIZAGA - COTEGIPE DE 1872
 
BIBLIOGRAFÍA.


///


"La primera capitulación concedida a don Pedro de Mendoza, el 21 de mayo de 1534, llevaba implícita la fundamental finalidad de defender el dominio español hasta la Línea de Tordesillas, contra las pretensiones de Portugal de introducirse en las minas del Perú.

Para cumplir ese propósito, se creó un nuevo dominio territorial de desmesurados linderos sin sujeción a ningún criterio geográfico, amontonándose bajo el mismo mando, el llano y la selva, la montaña y el desierto, la costa del mar y el corazón del continente, el frío y el calor, la pradera fértil y la estepa árida, minas sin vegetación y vegetación sin metales, ríos navegables y torrentes indomables, la más variada gama de factores naturales, adversos o favorables a la habitación humana, propicios o enemigos de todo intento de vida superior y civilizada.

Nada menos favorable para cualquier proceso de creación y unificación nacional que esta monstruosa y dislocada geografía".

Efraim Cardozo

("El Paraguay colonial")
 

Deseo expresar mi gratitud a las siguientes personas:


Doctor Roberto Quevedo, presidente de la Academia Paraguaya de la Historia y prologuista de esta obra. Su erudita orientación y ponderado juicio me han ayudado a interpretar hechos de nuestro pasado colonial.


Un reconocimiento especial a los doctores Julio Rafael Contreras, Milda Rivarola y Margarita Prieto Yegros, por su valiosa colaboración. Sus apreciaciones han sido muy útiles y beneficiosas.


El arquitecto Eligio Torres Ligier y el artista plástico Luis Cogliolo han logrado plasmar cabalmente en sus diseños para la tapa, mi intención de reunir en un gráfico a los componentes del asedio al indígena.


No podía dejar de mencionar la colaboración técnica de mis amigos Miguel Angel González Ardissone, César Bordón y el doctor Carlos Heilborn para desentrañar mis complejos problemas con la informática.


El talento de la señora María del Carmen Cabrera de Rubiani en la preparación de las ilustraciones ha sido de resaltante valor.


Al doctor Helio Vera, reconocida figura de nuestro medio intelectual, y al profesor Julio Rafael Contreras, eminente científico residente en la ciudad de Pilar, mis agradecimientos muy sinceros por haber accedido a la presentación de este libro.


A mis hijos Alfredo Boccia Paz y Rocío Galiano, en quienes me apoyo constantemente en busca del cariñoso estímulo.


A Martha, por sus correcciones de redacción, su paciencia y su amor.


Homenaje a mi primer maestro de juventud en los lejanos años de 1947, el eminente político e historiador doctor Carlos Pastore.

Un recuerdo a don Gerardo Boccia, mi abuelo romántico y emprendedor, quien dejara la Italia de sus mayores para hallar en el Paraguay el amor y quizá la felicidad.



 
 
PRÓLOGO :
La mayoría de nuestros autores y lectores en general están conscientes de la vigencia y realidad de las actuales relaciones paraguayo-brasileñas. Para mejorar y acrecentar el conocimiento de dichas vinculaciones y hacer que las mismas se tornen más positivas, es necesario tener en cuenta el aspecto pretérito de las mismas desde los siglos XVI al XX.


El libro del doctor Alfredo Boccia viene a llenar suficientemente este desconocimiento histórico, tan común en nuestro medio. Antes del año de haber publicado su primer libro de historia en el que nos contó la vida en el Paraguay del naturalista francés Amado Bompland, ya nos presenta esta nueva obra titulada "Paraguay y Brasil. Crónica de sus conflictos". Ello no significa que su trabajo haya sido realizado en forma apresurada. Creemos lo contrario, es una obra estudiada y pensada pacientemente, que desde años estuvo elucubrándose en la mente de nuestro autor.


Este nos cuenta en forma ágil y amena los antecedentes históricos de Portugal y España y sus empresas marítimas que las convirtieron en potencias europeas desde el siglo XV. En el caso de Portugal, el tesón y la fuerza de la casa de Avis, que estimula y jerarquiza a sus hombres. Castilla, con el fin de la casa de Trastámara y la nueva dinastía de los Austrias españoles, se ve obligada a internacionalizarse en el mundo europeo y a administrar la rica e inmensa herencia del Nuevo Mundo, que irá conquistando, tal como Portugal lo hace con el Brasil.

Así Alfredo Boccia describe la conquista. Desde el inicio del descubrimiento del Río de la Plata comienza la rivalidad entre las dos coronas, de acuerdo a los derechos impuestos por el Papa romano hacia finales del siglo XV.


Muy buena su descripción del surgimiento del Paraguay en su camino hacia la tan deseada Sierra del Plata. Pasa revista a los tratados de límites en la segunda mitad del siglo XVIII, y las fricciones de los gobiernos de la "República del Paraguay" con el Imperio de los Braganza, llegando a la vorágine de la guerra y la felonía del Tratado de la Triple Alianza. Finaliza memorando la disputa sobre la firma del Tratado de Itaipú y la construcción de la represa hidroeléctrica mayor del mundo.
El Doctor Boccia nació en Bella Vista, Departamento del Amambay frontera norte con el Brasil el 19 de julio de 1927. Cursó sus estudios secundarios en los Colegios San José y Goethe de Asunción, y se doctoró en Odontología en la Universidad de Montevideo, Uruguay. Paralelamente al ejercicio profesional, en los últimos veinticinco años se dedicó a difundir la historia nacional y sudamericana.


Algunos de sus trabajos: "Historia de la Guerra del Setenta en la frontera norte" (audiovisual); "Historia gráfica de Bella Vista desde su fundación" (audiovisual); "Formación de la Identidad paraguaya"; "Conquista y fundación de Asunción" y su reciente libro mencionado, "Amado Bompland. Caraí Arandú".


La presente obra está apoyada en una extensa bibliografía de acuerdo al apéndice. Destacamos el conocimiento del autor de la bibliografía brasileña, tan escasa y desconocida en la mayoría de nuestros escritores. Repetimos que toda la historia está escrita en forma amena y sencilla, que la hace útil tanto para lectores comunes como de especialistas.


Hallamos en la primera parte cierta influencia del brasileño Eduardo Bueno, buen "jornalista" como excelente escritor, quien también se apoya en una bibliografía lusitana de primer orden.


ROBERTO QUEVEDO,

Asunción, julio de 2000
 
 

INTRODUCCIÓN :

Relegados a los conocimientos de los libros de historia de la juventud, perdura aún en nuestra memoria, el recuerdo de aquellas lecciones que hablaban de la Gran Provincia del Paraguay. Extasiados y llenos de orgullo, oíamos hablar de la vastedad y riquezas de tan preciada posesión que abarcaba más de la mitad de la América del Sur.


¿Podemos hoy los paraguayos, munidos de conocimientos históricos fragmentados y a veces tendenciosos, explicarnos cómo fue posible que nuestra nación, con el mismo nombre de la gran provincia de otrora, se haya convertido en un pequeño país enclavado en el corazón del continente, alejado del mar y sometido a los caprichos de poderosos vecinos?


El propósito de esta obra no es otro que el de intentar, sin grandes pretensiones, liberarnos de informaciones convencionales y conocer la sucesión de hechos y circunstancias que condujeron al incontenible encogimiento de nuestra geografía y a la sangrienta y heroica historia de nuestra patria. Es necesario acompañar, paso a paso, el deterioro y la decadencia de la potestad colonial española y consiguientemente, interpretar los complejos mecanismos geopolíticos que arrastraron a los países del Plata a la desvastadora Guerra de la Triple Alianza.


Nos anima la esperanza que esta investigación sea de utilidad para reflexionar sobre los errores que permitieron perpetuar los crónicos problemas de límites del Paraguay. La inacción y la falta de celo en el cuidado de nuestras fronteras han sido causantes que en ambas guerras internacionales los adversarios del Paraguay hayan enarbolado la doctrina del "Uti Possidetis". Reclamamos el territorio de Jerez cuando hacía un siglo estaba siendo ocupado por los portugueses y bregamos por nuestras fronteras chaqueñas, allende el Parapití, después de haber permitido asentamientos bolivianos por más de cincuenta años. Enfrentamos con añejos documentos jurídicos los derechos adquiridos por la posesión de facto de nuestros territorios.


La historia de nuestra patria es rica en enseñanzas.


Es hora que tan amargas experiencias nos muestren el camino del futuro.


ALFREDO BOCCIA ROMAÑACH


 

Imagen 1. Gran Provincia del Paraguay. "L. Amerique Meridionale" Parte del mapa colonial de Hiaillot del Siglo XVII.  Biblioteca Nacional de Santiago de Chile.



1. PORTUGAL. LISBOA. PLAYA DE RESTELO


Muy cerca de la ribera se eleva una colina en cuya cima se yergue uno de los palacios de la corte portuguesa. Este está rodeado del parque conocido como el Jardín de los Naranjos, a corta distancia de la capilla del Infante, en el barrio de Belem.

En la cámara que servía de observatorio y gabinete cartográfico se encontraba el rey, de pie y muy junto al cristal de una de las ventanas que dan al poniente. Era su estancia preferida y allí venía con frecuencia a abstraerse del mundo y observar en silencio, el paisaje lleno de fascinación y atractivo que le ofrecía el privilegiado mirador.

Nada le deleitaba más que la visión del horizonte teñido del color ocre luminoso del fin del invierno en una sucesión de imágenes diversas. Caseríos, torres, campanarios y techados oscuros se alternaban con arboledas ralas y campiñas onduladas, dispersos sobre ambas costas del río resplandeciente.

Pero ese día, don Juan II prefirió detenerse en el estudio de la multitud vocinglera que llenaba las playas. Restelo era el más importante fondeadero del río Tajo (1) y estaba, en la época, en la plenitud de su poderío naval. Ofrecía ese peculiar aspecto de mercado marítimo con un fluir constante de gente de la más extraña condición: caballeros de la nobleza, rústicos, maestros, soldados, marineros, mercaderes trashumantes de todos los mares conocidos, funcionarios reales, frailes, ganapanes y vendedores de fritangas se mezclaban en un variopinto conjunto de galas, uniformes y vestiduras relucientes.

El ancho río estaba colmado de naves de todos los portes, barcas, carabelas, bateles y mercantes con una gama colorida de gallardetes y estandartes; sus mástiles y velas formaban un bosque que casi no dejaba ver la otra orilla.

Al monarca Juan II, desde muy niño, le habían inculcado el arte y el valor de los negocios. Aprendió a apreciar el oro, los esclavos negros y las piedras preciosas que llegaban del África para beneficio del reino. La influencia y el buen genio de su tío el príncipe Enrique el Navegante le habían convencido que el futuro de Portugal dependía del vigor de estas actividades comerciales. Las conquistas y exploraciones que se venían realizando para la obtención de nuevos mercados y ampliación de las fronteras de ultramar eran resultado de una planificada política mercantil llevada a cabo tenazmente desde hacía varias décadas.

Los tres disparos de cañón llegados desde el sur, se sintieron como retumbos lejanos en los poblados y andurriales. La gente sabía que podía tratarse de un pedido de auxilio en caso de naufragio o el anuncio de alguna buena nueva de gran interés para el reino. Al fin de la tarde arribaba al puerto la tan esperada armada portuguesa que había partido para descubrir el extremo austral del continente negro. Sus velas castigadas por los vientos y con mil remiendos parecían lucir orgullosas las insignias de la casa real.

En 1487 el capitán portugués Bartolomeu Dias había logrado por fin bordear el Cabo de las Tormentas y reconocer al océano Indico. Las tempestades, el hambre y los reclamos de su tripulación amotinada le impidieron seguir adelante, por lo que Dias y sus capitanes creyeron conveniente regresar a casa con la noticia de su descubrimiento. Enfilaron hacia Lisboa para presentar al rey los resultados y peripecias de su temeraria investigación. Dias había partido al sur de África 16 meses antes y hacía algún tiempo se lo daba por perdido.

El monarca, que regía a Portugal desde 1481, recibió con alborozo todo lo referido por el marino y mientras lo escuchaba, sus dedos acompañaban trémulos el contorno geográfico del extremo austral de África, finamente relevado por los cartógrafos en un mapa que le presentaba su avezado capitán.

Esta novedad que parecía no tener sentido para el pueblo, era sí noticia trascendente para los eruditos y asesores de la corte, que veían expedito el ansiado camino marítimo a las Indias orientales y abiertas las posibilidades de participar de su riquísimo comercio. Era un acontecimiento magno que había que festejar, Lisboa se hallaba ataviada con sus mejores galas y en el palacio real se vivía un ambiente de regocijo y orgullo. Flámulas y gallardetes al viento y el resonar de timbales y cornetas atraían a la multitud que llegaba al puerto a saber la razón de tanta bulla y contentamiento.

Arribaban al reino noticias felices, pero también otras que despertaban cierta peocupación; se hablaba con insistencia de la descubierta de otras tierras y en otras latitudes. El 4 de marzo de 1493, Cristóbal Colón, un extranjero al servicio de España, retornaba del primer viaje del descubrimiento. El marino había perdido en un naufragio a la nao capitana, la carraca "Santa María" y navegaba con grandes dificultades a bordo de la "Pinta", la más veloz de sus carabelas restantes. Obligado a recalar en Lisboa por exigencias propias de la navegación, el almirante recibió una carta del rey de Portugal, por medio de don Martín de Noronha, por la cual le rogaba que "se llegase a donde él estaba, pues el tiempo no era para partir con la carabela". Su Majestad se hallaba en el valle del Paraíso, a nueve leguas de Lisboa y hasta allá marchó Colón para ser recibido con mucha honra por el monarca.

En la audiencia, Cristóbal Colón, que retornaba glorioso de una portentosa hazaña marítima, debió escuchar las reconvenciones reales rechazando la tesis de que las tierras descubiertas fueran parte de las Indias y las protestas enérgicas por la violación de la hegemonía portuguesa. El rey insistía en que esas tierras eran conocidas por los cosmógrafos del reino y pertenecían a su dominio por legítimo derecho.

La animosidad del rey Juan tenía fundamentos sólidos. El viaje de Colón constituía un riesgo para el monopolio lusitano del comercio marítimo, asegurado con el Tratado de Alcaçovas en 1479 en el que España le concedía la supremacía de la navegación del Atlántico Sur.

Colón ya había percibido ese malestar en las islas Azores. En febrero de 1493, obligado a buscar refugio en el archipiélago a causa de las tormentas, a punto de naufragar y desprendido de la otra nave de su flotilla, la "Niña", había recibido muestras de descortesía. Sentía tal animosidad en las autoridades del puerto que necesitó echar mano de toda su investidura para proseguir viaje a España.

El rey debió lamentar su anterior rechazo a la propuesta colombina de realizar el viaje al Occidente por cuenta y riesgo de la corona portuguesa, perdiendo la oportunidad de constituirse en el irrefutable señor de las tierras recién halladas. Don Juan y sus consejeros no habían querido escuchar los proyectos del marino aventurero, a los que consideraban fantasiosos. Pudiera ser que Lisboa tuviera, en ese momento, planes más concretos y que no consideraba al genovés la persona adecuada para llevarlos a cabo. Pese al apoyo de Bartolomio Perestrelo, suegro del almirante, sabio y erudito allegado a la Corte, se había desechado la proposición por razones que la historia desconoce. Tal vez el supuesto origen semita de Colón o los antecedentes poco claros de su vida pasada hubieran pesado en la opinión del consejo de entendidos en las delicadas cuestiones de ultramar.

El 13 de marzo a medio día, con la marea de montante, entró por la barra de Saltes hasta el mismo puerto de Palos de donde había partido el 3 de agosto del año 1492. La corte de los Reyes Católicos estaba instalada en Barcelona, y hasta ese lejano puerto hubo de emprender el almirante una larga travesía a pie, cruzando toda la península con un animado y vistoso cortejo de cautivos indígenas, animales exóticos, capitanes y pilotos, pajes y oficiales con los estandartes reales. Sus Altezas recibieron a la extravagante comitiva con pompa y solemnidad y escucharon de boca del gran almirante de las Indias el relato de sus hazañas. Le manifestaron su gratitud por el honor y la gloria que había alcanzado en favor de los reinos de Castilla y Aragón.

Los Reyes Católicos se apresuraron a vindicar los descubrimientos y con sobrados fundamentos, pues Isabel y Fernando habían sabido apostar muy arriesgadamente en la suerte de la colosal cuan incierta expedición por la "mar incógnita".




2. LA CASA DE AVIS


La región conocida por los romanos como Portucale o Lusitania fue convertida en condado por el rey de Castilla y León, Alfonso VI. La administración condal fue confiada a su yerno Enrique de Borgoña. En el año 1139, un hijo de éste, de nombre Alfonso Henriquez, declaraba la separación de Castilla y lograba imponerse victorioso en la batalla de Ourique. El condado quedaba convertido desde entonces en el reino independiente de Portugal.

A lo largo de dos siglos, desde la conquista de su autonomía, Portugal había desarrollado una poderosa burguesía mercantil con gran influencia en los manejos políticos y económicos reales (2). En 1385, a la muerte del rey Fernando, debía sucederle en el trono de Borgoña su única hija, casada con un noble castellano. Y ante el inminente riesgo de ser anexados por Castilla, se coronó a un hijo bastardo del monarca, don Juan, maestro de la Orden Nacional de Avis.

Se iniciaba así, la dinastía Avis, que por 240 años mantendría al reino portugués en constante discordia con sus vecinos de Castilla. El nuevo monarca Juan I eligió por esposa a una dama inglesa de nombre Felipa de Lancaster, con quien tuvo cinco hijos. El tercero de ellos, el príncipe Enrique, nacido en Porto, tendría desde muy joven un luminoso desempeño en la historia y conducción de la política náutica y marítima del reino. Juan I procedió a ocupar Ceuta, en el norte africano y el organizador de la armada expedicionaria fue el joven príncipe Enrique, a quien llamaban el Navegante.

En 1433 ocupaba el trono uno de los hijos del Rey, el heredero de nombre Duarte. El nuevo soberano Duarte I se embarcó en una serie de infelices aventuras. La más trágica ocurrió cuando a cuatro años de su reinado decidió invadir la costa de Tánger en África del Norte. Las tropas portuguesas fueron totalmente destruidas al extremo de perder la vida el príncipe Fernando, hermano del monarca, ejecutado por los airados otomanos. Los moros triunfantes exigieron la devolución de Ceuta. Duarte I falleció a los pocos años y por minoridad del infante Alfonso, Portugal fue gobernado por regentes hasta 1446.

Alfonso V, conocido como el "Bienamado", tuvo un largo reinado hasta 1481, cuando le sucedió su quinto hijo Juan II. El infante Juan suficientemente aleccionado por su tío don Enrique, su genial maestro, impulsó la política de las exploraciones y la búsqueda de nuevos mercados. Ese intento requirió la formación de una poderosa flota de mar, la más importante de la época. La burguesía de Lisboa y los banqueros de las principales casas de Europa que habían elegido a Portugal como base para sus audaces operaciones comerciales, fueron los responsables de la expansión de los negocios de ultramar y del éxito de sus conquistas geográficas. Durante el reino de Juan II la civilización lusitana conoció su más vivo desarrollo. A él se debe la fundación de la Universidad de Coimbra.

A la muerte de Juan II, le sucedió su cuñado Manuel I, llamado el "Afortunado". Juan II y Manuel serían los protagonistas del auge comercial del reino de Portugal, de su poder marítimo y de la colonización de nuevas tierras conquistadas en todas las latitudes.

El rey Manuel enviudó y decidió casarse con doña Leonor, la joven prometida de su propio hijo, Juan, heredero del trono. Leonor era una princesa castellana, hermana de Carlos I de España y futuro emperador Carlos V del Sacro Imperio Romano Germánico. Cuando el matrimonio se consumó en 1528, Manuel contaba 57 años y la princesa 17 y de esa unión nació la infanta María. Como consecuencia de la frustración amorosa y el fracaso de sus planes matrimoniales, el príncipe Juan se hizo cada vez más allegado a sus dos amigos de juventud e inseparables compañeros, Antonio de Ataíde y Martim Afonso de Souza.

Había cierta aflicción en la corte por la suerte del monarca, dada su avanzada edad, y por la influencia que pudieran tener sobre el futuro de Juan la amistad de sus camaradas. Fallecido Manuel, asumió el hijo. El nuevo rey Juan III, como primera medida, procedió a devolver a la viuda Leonor, su ex prometida, a la corte de España pero reteniendo a la pequeña Infanta María en Lisboa. Poco tiempo después el rey Juan desposó a la otra hermana del rey Carlos I, Catalina de Austria.

Leonor, devuelta a España y respondiendo a razones de estado, contrajo enlace con Francisco I, rey de Francia, quien no la hizo feliz y jamás pudo ver a su hija María, retenida en Portugal.

 

3. EL FRENESÍ DE LAS EXPLORACIONES

 

"Los viajes de Colón y Vasco da Gama fueron de invalorable importancia para los europeos, porque le permitieron reducir su gran ignorancia acerca del resto del mundo y enriquecerse mediante el saqueo sistemático, además de imponer su propia versión del libre comercio, la cultura y la civilización a los pueblos conquistados."

(Claude Alvares. Sociólogo y periodista hindú.)

Los portugueses habían realizado hasta 1415 una cuidadosa investigación de las costas del Africa. La expansión ultramarina del reino de Portugal se había iniciado durante el reinado de Juan I. La ocupación militar de Ceuta, en el norte africano, que se hallaba entonces en poder del Islam era una muestra cabal de que aún persistía en la península el espíritu de reconquista y de la Guerra Santa, alentado por la religión cristiana desde tiempos de las Cruzadas.

Tres años después, con el auxilio de mercaderes italianos, antiguos conocedores de las rutas de más allá de las Columnas de Hércules (estrecho de Gibraltar), las naves portuguesas se posesionaban del archipiélago de Madeira y en 1431 de las Azores, donde intentaron la primera experiencia de colonización (3). Luego se instalaron en Santo Tomé, Príncipe y Fernando Po. Las islas Canarias ya figuraban en la época en algunas cartas de navegar de los marinos lusitanos, y eran conocidas como Islas del Atlántico.

En 1444, la flota portuguesa ocupaba el Cabo Verde y la embocadura del Senegal, la puerta de la "Terra dos Negros", desde donde se envió el primer cargamento de esclavos con destino a Lagos, en la península. La historia de los descubrimientos estaría marcada irremediablemente por el nefasto tráfico de negros del África (4).

Mercaderes y navegantes se aventuraban en busca de utópicas tierras y soñados tesoros. Fueron venciendo en sucesivas etapas las barreras casi siempre originadas por los mitos y las leyendas muy propias de la ignorancia y el oscurantismo medieval. El Cabo Bojador, en la costa oriental de África, representaba el límite hasta donde se podía incursionar en la navegación costera. Las misteriosas y violentas corrientes marítimas y el desconocido mar tenebroso del equinoccio, mantenían alejados de esos confines a los más atrevidos exploradores.

El Cabo Bojador fue rebasado por el navegante Gil Eanes, al servicio de Portugal, en una hazaña náutica sin precedentes. Se abrían las puertas para la exploración de la misteriosa ribera occidental del África y las carabelas del poderoso reino muy pronto llegarían a descubrir y a tomar posesión de las costas de la Sierra Leona.

En el año de la muerte del príncipe Don Enrique "El navegante" (1460), otro capitán portugués Pedro de Cintra, desembarcaba en el golfo de Guinea donde sus tropas se establecieron en forma permanente. En 1481, el soberano ordenó la erección de una fortaleza en la Costa de Guinea, llamada Sâo Jorge da Mina, conocida como "Casa da Mina", con el propósito de fortalecer la autonomía y asegurar los beneficios del provechoso tráfico de esclavos negros para Europa y la explotación de las minas de oro allí descubiertas. Este sería el primer gran establecimiento colonial de África.

Los portugueses erigieron en los promontorios de la costa africana, unos marcadores de ruta de piedra caliza, con el emblema real. Eran conocidos como "Padrôes" y servían para la orientación de los marinos y como prueba de posesión de las tierras descubiertas.

Otro marino lusitano, Diogo Câo, llegaba al Congo en la desembocadura del río Zaire y dos años después, en 1484, estaba incursionando por el litoral marítimo de Angola y Namibia, (Cape Cross).

Era claro el interés de los lusitanos en descubrir nuevas tierras y conquistarlas. Se fundaban en un doble propósito, el de la explotación de sus recursos naturales y la reafirmación de su monopolio en el comercio Atlántico, tema éste que el inflexible rey don Juan consideraba fuera de toda discusión. Para los intereses de la corona portuguesa, la cuestión básica residía en la invulnerabilidad de su potencial mercantil.

En junio de 1497, Vasco da Gama, el más famoso marino de la armada portuguesa, con el estandarte real desplegado en lo alto del palo mayor de la nave capitana, enfrentaba las peligrosas aguas del océano Indico. Siguió hacia el norte por la costa oriental africana, bordeando Mozambique, hizo escala en Sofala, puerto del mismo reino, donde se proveyó de agua, leña y alimentos, prosiguiendo su fantástico viaje que le llevaría a la fuente de las especias. En mayo del año siguiente le tocó recalar en la costa malabar de Calicut, en la India, donde estableció los primeros contactos con el comercio oriental (5).

En julio de 1499 el navío de Gama, luciendo todas sus galas, arribó triunfalmente de regreso a Lisboa. Don Vasco tuvo el privilegio de disparar también su salva de buenas nuevas. El rey Manuel I, nuevo monarca, recibió en persona los informes del genial marino y pudo aspirar con las narices reales la extasiante fragancia de las especias de Oriente transportadas en las bodegas de sus naves.

Las campanas echadas al vuelo, el estrépito de las trompetas militares y los vítores de la población pintaban el entusiasmo general por la prueba de empuje y valor de los marinos de Portugal. Eran días de gloria y esplendor para tan poderoso reino.

 

4. UNA POTENCIA MARÍTIMA

 

El reino de Portugal no tenía una gran población ni detentaba un erario importante, pero su ubicación geográfica era sumamente favorable. En sus costas sobre el océano Atlántico, en el centro de la ruta entre el sur y el norte y cerca del pasaje obligado de todo el comercio mediterráneo en el estrecho de Gibraltar, sus puertos eran visitados por mercaderes de todas las naciones. Es indudable que el destino geográfico de Portugal, apretado entre España y el mar, haya despertado en su pueblo, una profunda vocación marítima.

Al igual que España, a Portugal le tocó vivir el glorioso momento de la exaltación de su espiritualidad y vocación de aventuras. Había expulsado a los moros y ahora parecía llegado el momento de seguir rescatando tierras de sus antiguos rivales, los árabes. Si sumamos otros determinantes, como la presión del catolicismo para la propagación de la fe y la ambición nunca dormida por la incorporación de riquezas, es fácil comprender las ansias de desplegar las velas hacia lugares, mares y continentes ignotos. Portugal había acumulado para esa época, un formidable caudal de experiencias náuticas, sin precedentes en la historia de la navegación de altura. El puerto del Tajo desbordaba de actividad. Era el mayor imperio marítimo, su flota ultramarina la mejor dotada y sus marinos los de mayor calificación del mundo europeo. La "Ribeira das naos", era importante centro constructor de embarcaciones y estaba asentada sobre el mismo río, aguas arriba de Lisboa.

El príncipe don Enrique fundó en Sagres, próximo al cabo San Vicente, una academia de técnicas y conocimientos navales, una verdadera escuela de náutica y meteorología. Don Enrique nunca navegó, pero su gran visión del futuro de los viajes marítimos hizo que dedicara su vida a crear los medios para el desarrollo del arte y la ciencia de la navegación. Dirigió el museo y la escuela de Sagres hasta su muerte, ocurrida en 1460 a los 66 años de edad. Los más destacados sabios de Europa, se permitían divulgar allí, entre sus escogidos alumnos, los conocimientos de astronomía, física y cartografía, a la vista de legajos, mapas y pergaminos secretísimos, celosamente guardados desde los tiempos antiguos. Los arcanos del arte náutico requerían tanto cuidado y vigilancia como el oro del tesoro real; los conocimientos y los relatos sobre los descubrimientos eran estratégicamente ocultados. En la academia de Sagres había una comunidad cosmopolita de eruditos: el astrónomo Abrahan Zacuto y el matemático José Vizinho, eran maestros judíos escapados de la persecución castellana. Los más célebres marinos de la época fueron producto de Sagres: los descubridores de las islas Madeira, Azores, Cabo Verde y los que después estarían empeñados en asentarse en las costas de Sierra Leona, Congo, y Guinea.

El Cabo de las Tormentas era ya dominio portugués y el rey lo rebautizó como Cabo de la Buena Esperanza. La hazaña del descubridor, el renombrado Bartolomeu Dias no fue fruto del acaso. Algunos cronistas afirman que el navegante estaba en posesión de cartas que diseñaban el contorno austral de África. Un espía portugués, de nombre Francisco Alvares, había sido enviado por tierra para descubrir el reino del Preste Juan, un misterioso personaje real o imaginario muy mentado en Europa y había vuelto de Etiopía con un croquis, levantado en base a informaciones recogidas en su extenso itinerario por Africa. ¿Sería éste el documento que orientó a Bartolomeu en su arriesgada navegación? (6).

No hay que olvidar que navegantes chinos, árabes, fenicios y cartagineses habían recorrido por siglos esas aguas, recién entonces reconocidas por los europeos. Dias calculaba que el extremo austral del Africa se hallaba a 2000 millas al sur del cabo Bojador.

Entre 1475 y 1479, las naves castellanas entraron a disputar las conquistas portuguesas, desatándose una franca hostilidad. Portugal defendía por todos los medios su monopolio reconocido en Alcaçovas cuando se le concedió el dominio de las costas halladas al sur de las islas Canarias. Este tratado otorgaba también la soberanía de dichas islas a los españoles (7). Por esta misma razón, cuando Colón refería a Juan II sus descubrimientos, a su vuelta de las Antillas, el monarca le previno que dichos territorios eran portugueses, pues se hallaban al sur del paralelo que pasa por las islas Canarias. Esta aseveración real respondía a la tesis defendida por Lisboa del "Mare clausum", en referencia a la exclusividad de la navegación del Atlántico.

Los portugueses habían llegado al extremo de cobrar un impuesto a todos los navegantes del océano Indico, llamado "Cartaz" para no ser molestados por los vigilantes de sus rutas marítimas. Los lusitanos estaban convencidos que explorar buscando beneficios era algo eminentemente práctico y desde el inicio ese espíritu mercantil determinó el rumbo de sus conquistas.

Algunos relatores aseguran que el propio Cristóbal Colón participó en las frecuentes expediciones hacia la Costa de Oro, en las naves portuguesas y que la pericia marinera la adquirió mientras servía en esa armada. Esto ocurría mucho antes de que los avatares de su existencia lo convirtieran en un desamparado caminante, sin apoyo ni audiencia. Sus locas y peregrinas ideas del camino a las Indias por el oeste eran recitadas sin éxito en un constante deambular por las cortes de toda Europa.

Como era de rigor en la época, el rey de Portugal informó al Papa Eugenio IV sobre sus descubrimientos en la costa africana, y el Pontífice otorgó, en su Bula "Romanus Pontifex", la posesión de todo los territorios conquistados a cambio del compromiso de evangelización católica de sus dominios, el envío de misioneros y la construcción de iglesias por cuenta del reino portugués. El Sumo Pontífice concedió al rey Juan II el privilegio de presentarle una terna para elegir a los religiosos que debían ocupar los cargos de obispo, abades, canónigos y otras jerarquías eclesiásticas

¿Por qué intervenía el Pontífice en estas cuestiones políticas? El apoyo moral de una autoridad respetada como la del Papa, legitimaba los derechos de posesión de las tierras recién habidas. No hay que olvidar que Portugal tenía recursos mucho menores que las potencias vecinas, como Inglaterra, Francia y Alemania que se mantenían siempre al acecho, con la intención de disputar los logros de los lusitanos y españoles.

Por igual razón, los reyes de Castilla y Aragón, también acudieron al Papa para legitimar la hazaña colombina, con la confianza del patrocinio de la religión católica, pues el Pontífice era aragonés y muy allegado a los Reyes Católicos (8).

 

5. ESPAÑA. EL VIAJE DE COLÓN

"Castilla visionaria y somnolienta de llanuras, viñedos y molinos".

Antonio Machado

De antigua fuente se hablaba de la posibilidad de alcanzar las costas de Asia por el camino del oeste. Aristóteles, Séneca y otros filósofos mencionaban la existencia de tierras desconocidas llamadas "Islas fantásticas"; un mapa de Ptolomeo del siglo II D.C. en su obra "Almagesto" mostraba una gran extensión de agua a la que llamó el "Signus Magnus" y que correspondía a lo que sería el océano Pacífico. También era antigua la idea de acceder al rico comercio de las especies por rutas marítimas, desechando el lento y peligroso viaje de caravanas, casi impedido por los árabes desde la toma de Constantinopla.

Colón tuvo la suerte de otear los mapas del sabio florentino Paolo Toscanelli, que un siglo antes, había trazado en sus memorias un misterioso contorno del mundo en los cuales se inspiró el almirante para desarrollar con tanta firmeza la idea de la ruta occidental. Toscanelli proponía en 1474 un camino más corto por mar, para arribar a la tierra de las especias y elaboró un mapa en el que ubicaba a Cathay (China) en la otra orilla del Atlántico, después de las "Antillas" (contracción de "ante ilhas"). Había que zarpar en busca de la nuez moscada por el camino más corto sin tocar los dominios portugueses.

Este viaje estaba planeado y dibujado desde largo tiempo antes y pudo realizarse con éxito, debido no sólo a causas fortuitas, sino como resultado de experiencias de cientos de viajeros, al conocimiento de las corrientes marinas y los vientos favorables, al acceso a los descubrimientos de la astronomía y de los instrumentos de navegar y a la ayuda de los mapas y portulanos manejados con mucha reserva.

El extraordinario tesón y la paciencia de Cristóbal Colón le hicieron perseverar en sus intentos para conseguir el auspicio financiero de las coronas de Castilla y Aragón. Génova e Inglaterra no lo habían querido escuchar y además había fracasado con el rey de Portugal, a quien no logró convencer de las posibilidades de un viaje de tal magnitud. En esa época los Reyes Católicos de España estaban embarcados en la reconquista de la península, cuyo extremo meridional era ocupado aún por la morisma.

Cristóbal Colón, acompañado de su hijo Diego, habido con su primera esposa, pidió alojamiento en el convento franciscano de la Rábida, situado en el término de Palos de la Frontera en la provincia de Huelva. Alguna relación anterior con Fray Juan Pérez, hizo que allí lo recibieran.

Colón encontró en los monjes del convento toda la atención para exponer sus argumentos y se explayó con elocuencia sobre los beneficios de la evangelización de los infieles y la conveniencia de la muy mentada alianza con el Gran Khan, emperador de los mongoles. El Cathay y el Cipango (China y Japón) se hallaban hacia el oeste y por allí encontraría el camino más corto. En sus "Cartas al Rey", Colón escribirá más tarde que el objetivo que le impulsaba entonces, era "descubrir nuevos pueblos y ponerlos bajo el signo del nombre de Cristo y del símbolo de su sacrificio a la potestad de los Príncipes Católicos y del Soberano Pontifico".

Era la continuación de la política de la reconquista y un modelo de una nueva Cruzada imbuida de profunda filosofía mercantil. El mayor fundamento esgrimido era que se imponía contrarrestar la hegemonía portuguesa en los negocios con el Oriente. Al final de tantas peregrinaciones, el genovés había encontrado gente que lo apoyara y en su celda, postrado en un camastro, entre aquellas paredes de cal y canto, en el duermevela de su larga noche, Cristóbal Colón decía al pequeño Diego que sus andanzas estaban por terminar y su buena estrella parecía iluminarle al fin.

El confesor de la reina Isabel y prior de la Rábida, Juan Pérez y fray Antonio de Marchena, custodio del convento, se interesaron en los proyectos de Colón y lo recomendaron al arzobispo de Sevilla y Toledo, cardenal don Pedro González Mendoza, amigo del inquisidor Torquemada. Don Cristóbal había encontrado por fin la senda de la fortuna.

El siguiente paso fue acudir a Luis de Santangel, escribano y tesorero del reino, conocido por sus raíces semitas y su influencia en los negocios de la Corte. Y por medio de éste, acceder a los duques de Medina Sidonia, don Enrique de Guzmán y Medina Celli, don Luís de la Cerda, grandes de España, cuyas opiniones pesaban con consideración en los manejos reales.

Cuando la guerra contra los moros de Granada que duró once años, concluyó, los Reyes Católicos pudieron ocuparse de los planes de Colón. Era el año del "mirabilis" de 1492, en el que se había expulsado a los moros de España con la rendición del rey Abú Abdalláh (Boabdil). En el mismo campamento militar de los monarcas victoriosos en Granada, se firmaron las Capitulaciones con el futuro almirante.

La decadencia del imperio otomano había comenzado hacía dos siglos. La toma del palacio de la Alhambra y la derrota morisca, tuvieron gran significado, pues fueron el fin de los sueños islámicos de extirpar el cristianismo de España y permitieron consolidar la alianza de Aragón y Castilla. En la misma época los portugueses habían recuperado de los moros las costas africanas de Tánger. Sin embargo, la influencia cultural, científica y literaria de los siete siglos de ocupación árabe, siguió pesando en el modo de vida de los castellanos del siglo XV (9).

Mientras la mística reina Isabel vivía sumergida en sus sueños de evangelización de los infieles, Fernando de Aragón manejaba otros intereses más terrenales, como el temor a que los negocios se escabulleran a manos de los portugueses y que los ingresos reales disminuyeran por la pérdida de las pesadas tasas, multas y expropiaciones con que se cargaban a los moros y judíos.

Cristóbal Colón es una figura histórica de primera magnitud. Hace cinco siglos que su personalidad sigue siendo objeto de las más sesudas investigaciones y sus errores y aciertos han dado lugar a encendidas polémicas. Pero hay consenso entre sus biógrafos y cronistas que su capacidad marinera está fuera de toda discusión y es aceptada como un hecho real y evidente.

Jeffrey Barnett, en "Exploración del nuevo mundo" (Internet) (http://.uc.wlu.edu/-jbarnett/212/schol/explore.htm) escribe lo siguiente: "Le dieron a Colón 120 hombres y tres naves. Colón conocía los llamados vientos de comercio que corren del oeste para el este, es decir, que en viajes previos Colón se había dado cuenta de que el viento suele correr desde el este para el oeste cuando se iba por la costa occidental de España mientras que el opuesto ocurría cuando se iba para la costa del Africa. Estos últimos vientos, los vientos del comercio que van del oeste para el este, fueron la clave que le permitirían volver del Oriente hacia Europa. Según la teoría de Colón sería posible seguir una ruta norteña y luego una vez encontrados los vientos de comercio podrían volver por una ruta sureña" (10).

 

6. EL MISTERIOSO CHRISTOPHORO COLOMBO

 

"De muy pequeña edad entré en el mar navegando..."

(Colón a los Reyes en 1501)

 

Los historiadores no han podido esclarecer muchas de las facetas del genial almirante de la Indias. Su propio origen está en entredicho. Mártir de Anglería (11) aceptó que era natural de Génova, hijo de cardadores de lana, pero según otros investigadores. Colón era converso, judío español de origen y formación. Génova, Portugal, España y una docena de ciudades diversas se disputan el honor de su nacimiento.

También su juventud se pierde en las tinieblas del tiempo; se sabe sobre su afición a la marinería y algunos refieren sus viajes por mares conocidos y sus actividades "non sanctas" como el contrabando y el tráfico de esclavos.

Se relaciona su nombre al de un misterioso piloto desconocido, náufrago en las islas Canarias, quien le habría entregado en sus últimos días de vida, los datos y mapas sobre un viaje a tierras desconocidas ubicadas al oeste de Cabo Verde. Otros relatan su estancia en la escuela de Sagres, en San Vicente, de donde recogiera subrepticiamente información secreta de las tierras de occidente. Algunos le atribuyen a su suegro Bartolomio Perestrello, padre de su primera mujer Felipa Moniz, el haberle favorecido con cartas e ilustraciones.

Cristóbal Colón, no tenía preparación académica y no había memorizado el Digesto en ninguna universidad. Dicen sus biógrafos que hacía mal uso del idioma castellano pero sus cartas a la reina Isabel están redactadas con fluidez en ese idioma y se sabe que desconocía el italiano o el toscano, lo que pone en duda su origen genovés. De cualquier manera, el misterioso Cristophoro, logró acumular los suficientes conocimientos y la habilidad necesaria para acceder al honroso cargo de "Gran Almirante de la Mar Océano y Viso Rey y Gobernador general", con privilegios tan especiales como la obtención del diez por ciento de todas las rentas y bienes recogidos en el Oriente. Estas condiciones estaban claramente estipuladas en la Capitulaciones de Santa Fe del 17 de abril de 1492.

La confianza que depositó en su persona la soberana de Castilla, Isabel la Católica, no tuvo la aprobación de parte de sus cortesanos, quienes veían en el recomendado de don Luís de Santangel a un aventurero advenedizo y converso.

¿Qué extraordinario poder de convicción poseería este curioso personaje para llegar a ser Grande de España, a pocos meses de haber amarrado su borrico en las puertas del palacio de don Luís de Santangel y presentarse ante el gran señor tesorero de la corona, con las humildes ropas prestadas por los frailes de Palos?

¿Qué convicciones tan profundas habrían decidido a los duques de España a adelantarle un millón de maravedíes en oro para la financiación de su empresa, a cambio de futuras e hipotéticas ganancias?.

Colón asumió de inmediato su nueva condición de nobleza y se impuso a sí mismo una misión sagrada: el compromiso místico de salvar almas de los infieles. Pasará en adelante a firmar: "Christo Ferens", derivación de su propio nombre y cuyo significado es "el que lleva a Cristo".

Por órdenes del reino, ya estaban dispuestas en el puerto de Palos las otras dos naves que integrarían su flota y nada menos que al mando de sus propietarios, los hermanos Pinzón. La carraca "Santa María", nave capitana, fue alquilada por Colón a un patrón de Galicia, Juan de la Cosa quien integró la tripulación, como maestre, armador, piloto y cartógrafo.

No le fue fácil a Colón someter a su autoridad a marinos tan experimentados como Yañez Pinzón y Niño de Noguer, sin los cuales era imposible completar la navegación. No pudo evitar que muy pronto surgieran discordias con sus capitanes. Estos conflictos vendrían a revelar dos facetas de su personalidad: sus altas calificaciones de experimentado navegante así como sus pobres atributos de diplomático y administrador. Era evidente que manejaba mejor las olas, las corrientes marinas y los vientos que el carácter de los hombres de quienes dependía el éxito de su viaje.

Por un error de evaluación, el almirante no interpretó la exacta distancia en la que hallaba el Asia. Hablaba de tres mil millas, pero el trayecto resultó mucho mayor, por tanto el viaje se volvió una verdadera pesadilla de incertidumbres y presiones de parte de sus angustiados tripulantes que le conminaban a cambiar rumbos y retornar a España. Concebía una tierra más pequeña que la realidad pese a que ya se manejaban en la época cifras más aproximadas. Eratóstenes, griego, había evaluado la circunferencia de la tierra en el ecuador con medidas más acertadas. Colón calculó la distancia de Canarias a Cipango (Japón) en unas 2400 millas, cuando la distancia real era de 10.000 millas náuticas.

Como en todos las contratiempos de su vida, venció la perseverancia del almirante y antes de cumplirse el plazo que le impusiera su amenazante tripulación, pudo escuchar el ansiado anuncio de Rodrigo de Triana, desde la cofa del palo: "Tierra a la vista!". Llamó a la costa descubierta, San Salvador. No podía haber escogido nombre más propicio.

Sus interpretes chinos y hebreos no pudieron hacerse entender por los desnudos habitantes de la isla. Estos no tenían facciones orientales ni sabían del gran Khan y sus magníficos tesoros. Colón seguía mencionando al Gran Khan, cuando éste hacía diez años había sido destronado y muerto por la dinastía de los Ming en la China.

Era tal la obsesión del almirante de haber llegado a las Indias, que en su segundo viaje en 1493, cuando le tocó explorar las costas de Borinquen, Jamaica, Martinica, Dominica, Guadalupe y las costas de Cuba y ante la insistencia de sus capitanes de que esta última era una isla y no parte del continente asiático, les amenazó con cortarles la lengua si seguían con sus impertinentes afirmaciones y estos fueron obligados a jurar que la isla de Cuba era parte del Asia.

Colón murió sin haber aceptado su error y sin conocer la genialidad de su trascendente descubrimiento.

 

7- AMÉRICO VESPUCIO Y JUAN DE LA COSA

 

España detenta en su historia una prodigiosa colección de hombres heroicos y audaces, protagonistas de las más trascendentes acciones colectivas. El resplandor de la leyenda del hidalgo castellano Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, estaba grabado entrañablemente en el alma de los españoles La reconquista de España y el descubrimiento del nuevo continente se debieron a ese espíritu vital y creador que permitió crear notables figuras de la talla de Alonso de Ojeda, Vicente Yañez Pinzón, Juan Ponce de León, Hernán Cortez y Francisco Pizarro.

Sin embargo, gran parte de la suerte de Castilla estaba signada por la presencia extranjera para la concreción de sus conquistas. Cristóbal Colón, Vespucio, Magallanes, Alejo García, Juan Díaz de Solís, Sebastián Gaboto provenientes de otros reinos, encontraron en España las condiciones apropiadas para llevar a cabo sus proyectos. La fe católica, el afán mercantil y el espíritu de aventuras alentaban esa dinámica creadora y desbordante.

Américo Vespucio, atraído por las hazañas de Colón y las noticias del Nuevo Mundo, como llamaban en Europa a las tierras descubiertas por el ligur, y en base a las narraciones recogidas de los que participaron en los viajes, empezó a diseñar los primeros mapas. Estos sirvieron para planificar otro viaje de exploración, encomendado por el reino de España al navegante Alonso de Ojeda cuya flota zarpó el 18 de Mayo de 1499 llevando como cartógrafo al propio Américo Vespucio.

Vespucio recorrió las costas del Brasil, Venezuela y Colombia. La primera parte de su periplo la realizó en jurisdicción portuguesa y así lo reconoció y determinó con el peso de su erudición. Su aporte fundamental fue referirse a las nuevas tierras como un nuevo continente y no como parte del Asia, echando por tierra la tesis colombina.

El cartógrafo y científico alemán Martín Waldseemuller, se inspiró en las cartas geográficas de Vespucio, para publicar un "Mapamundi" que obtuvo gran difusión entre los estudiosos, en el que nombra a estas tierras "Américas", en lugar de Nuevo Mundo. Esta publicación permitió popularizar la denominación del nuevo continente.

Tras el viaje del descubrimiento y el hundimiento de la "Santa María", Juan de la Cosa había regresado a España con Colón a bordo de la carabela "La Niña. En el segundo viaje de Colón al nuevo mundo, le acompañó nuevamente como "maestro hacedor de cartas". Más tarde el almirante eludiría su ayuda por temor a que el cartógrafo de la Cosa, rechazara la teoría de que las tierras descubiertas eran parte del Asia.

Juan de la Cosa se asoció poco tiempo después con Américo Vespucio y Ojeda para realizar el primer viaje de descubrimiento no protagonizado por Cristóbal Colón. El mapa más antiguo de América, diseñado por Juan de la Cosa, se halla en el Museo Naval de Madrid y fue descubierto por Alexander von Humboldt en París, en 1832.

 

8. LA DEMANDA DE PRODUCTOS EXÓTICOS

 

La síntesis de las culturas islámicas y cristianas, que se hallaban en franca confrontación, produjo sin embargo el impulso de la ilustración, con la incorporación de descubrimientos técnicos y disciplinas científicas como la astronomía, las matemáticas y la medicina ortodoxa. La sed de conocimientos ocasionó una renovación en los usos y costumbres del continente europeo, apenas surgido del profundo atraso impuesto por las doctrinas medievales y las limitaciones teosóficas: se vivía un afán de conquistas y exploraciones.

El avance de las técnicas de navegar, la moderna arquitectura naval y el creciente y expansivo comercio del Mare Nostrum exigían descubrir nuevos mundos y nuevas rutas mercantiles. Era el comienzo del explosivo imperialismo económico, cuyo mecanismo fue hábilmente interpretado por el espíritu mercantilista del pueblo portugués. El afán de aventuras afectaba por igual a españoles y lusitanos: era suficiente que se hablara de islas lejanas y tesoros inagotables para encender la imaginación de los viajeros.

¿Qué eran las especias? Eran plantas aromáticas silvestres, buscadas por sus propiedades de sabor y aroma y por la virtud de ser conservantes de algunos alimentos. En general, requerían climas cálidos como del Asia o de ciertas regiones calurosas del Mediterráneo, pero las más apreciadas por los europeos eran las producidas en las Indias orientales y occidentales. Se las encontraban en árboles, plantas o arbustos tropicales y podían derivar de cualquier parte de ellos: raíces como el rábano picante o el ginseng; cortezas como la canela; capullos de las flores como el clavo; flores como la lavanda y el azafrán; frutos como la pimienta y la vainilla y semillas como la nuez moscada.

El comercio de las especias constituía uno de los mayores objetivos de las expediciones marítimas y los portugueses no fueron los únicos en interesarse en el mercadeo del valioso producto.

Mientras la vida comercial se redujo a los límites del mar Mediterráneo, toda Europa tenía problemas relacionados con la conservación de los alimentos. Era costumbre de los granjeros de las regiones más frías sacrificar los rebaños a la entrada del invierno, al no disponer de medios con que alimentarlos mientras duraba el frío. Pero toda esa carne o el pescado no podían ser almacenados, pues para su conservación contaban solamente con la ayuda de la sal, que producía la desecación pero no evitaba el gusto rancio de las partes podridas.

Tanto la cocina del castillo como la de la humilde choza del campesino, era muy desagradable para el gusto humano; el pan duro aderezado con sal y algunas hierbas, en forma de salsa, era el único agregado que trataba de mejorar la calidad de las provisiones. En todos los niveles sociales se sentía la necesidad de adicionar a la alimentación sustancias que le permitieran disfrazar su gusto agregándole aromas fuertes y estimulantes.

Todos esos productos venían del Oriente: la canela, el jengibre, el pimiento, el azafrán, almizcles, drogas, plantas medicinales y embriagantes. Sin ellos la comida era sosa y sin ninguna variedad. Además en la Europa medieval aún no se conocían el maíz, el azúcar ni estimulantes como el café o el té, que llegarían después del descubrimiento de América. La aventura de Colón significó el comienzo de lo que sería un gran intercambio entre los dos continentes: de América vinieron productos desconocidos en la vieja Europa como la papa, el maíz, el tomate, el cacao, el azúcar, el tabaco y el café.

Las especias eran traídas del Oriente en cantidades escasas y a precios muy altos, lo que restringía su uso a muy pocos privilegiados. El tráfico terrestre producía el enriquecimiento de ciudades como Petra (en la Transjordania meridional, antigua capital del reino nabateo y de la provincia romana de Arabia) y Palmira (antigua población situada en un oasis del desierto sirio), y de factorías del Mediterráneo, como Venecia y Marsella. El comercio se establecía por dos vías: la ruta de la China a través del Turquestán hasta el Mar Caspio, cuyas caravanas traían además perfumes, sedas y porcelana, de alta cotización en el continente europeo y la otra era la que se originaba en las Molucas y la India y llegaba al puerto de Alejandría en Egipto, a través del desierto.

En el Mediterráneo existían itinerarios comerciales conocidos desde la antigüedad. Allí el comercio se había consolidado con las expediciones religioso mercantiles de las Cruzadas y ya estaba establecido un fuerte enlace comercial como la muy conocida ruta de la Seda.

Algunos marinos mercaderes cruzaban el estrecho de Gibraltar, la extremidad occidental del "Mare Nostrum" en sus operaciones de trueque de productos, alcanzando hacia el norte las costas de Irlanda y Escandinavia. Se fueron estableciendo colonias, verdaderos enclaves comerciales como Gadir (Cádiz) y Tarseso en tierras de los Iberos, en la cuenca del Guadalquivir, Marsala (Marsella) en las costas romanas y Siracusa en la isla de Sicilia, donde han quedado fuertes indicios de colonización helénica y fenicia (12).

De cualquier modo, los caminos terrestres del Oriente eran penosos, caros y peligrosos. Y el negocio se hallaba en plena decadencia por las pesadas tasas que imponían los otomanos a las caravanas llegadas a sus territorios.

Las Cruzadas alimentaban el sueño de combinar el control cristiano de la Tierra Santa y la esperanza de apropiarse de los extensos tesoros árabes. Cuando se repitieron estas aventuras, el Mediterráneo y sus villas costeras se llenaron de gente que buscaban en estas expediciones un medio para huir del yugo de los señores feudales, a cuya sombra sufrían hambre y desesperanzas. Una gran cantidad de habitantes de ciudades y feudos de otros reinos y condados se incorporaron a estas luchas religiosas. Ello trajo como consecuencia la organización de una extensa red comercial marítima manejada por los cristianos que había pertenecido a los árabes. Estos continuaron, sin embargo, controlando rígidamente el transporte terrestre de mercaderías provenientes del Oriente.

En 1453 con la caída de Constantinopla en poder de Mehmet II, se impuso el apogeo del poderío turco que había de alcanzar su máximo esplendor con Solimán el Magnífico en el siglo XVI.

El viaje de Marco Polo a la China en el siglo XIII y la difusión de su "Libro de las maravillas" había abierto los ojos de los mercaderes europeos sobre las utilidades económicas que podría reportar el comercio con los lejanos pueblos dominados por el Kublai Khan. Con urgencia se buscaba firmar con tártaros o mongoles alianzas comerciales y políticas a fin de poner coto al peligro islámico que amenazaba a la Europa continental y sus rutas de comercio. Era perentorio que prosperaran estas diligencias para constituir una unión comercial anhelada por los propios chinos. De antaño se conocía la existencia del Gran Khan y su poderoso imperio, en cuya corte pudo introducirse Marco Polo y desempeñar en ella cargos de responsabilidad. La enorme distancia y el tiempo que consumía un viaje terrestre al Oriente hacían imposible consolidar estos vínculos.

A partir de 1500, el negocio de la especiería comenzó a dar menores utilidades y para 1530 la venta de esos productos no salvaban los gastos de las expediciones, debido a la saturación del mercado que produjo la caída de los precios. Además los ingleses y holandeses eran cada vez más fuertes en las costas del Oriente, haciendo casi imposible el tráfico de los mercaderes de Portugal.

 

 

NOTAS AL FINAL

 

1- El río Tajo, en portugués Tejo, es el río de mayor extensión de la península Ibérica (1.006 Km.). Nace en España, se desplaza lentamente al lado del Alcazar de Toledo, cruza Portugal y termina en el océano Atlántico en cuyo estuario se encuentra la ciudad de Lisboa.

2- El carácter agrario de las monarquías estaba expreso en el apelativo de algunos reyes, como el "Poblador" o el "Labrador". En el litoral marítimo, la actividad mercantil florecía incesantemente con el crecimiento de las relaciones comerciales entre el Mar Mediterráneo y el Mar del Norte y las ventas de los excedentes agrícolas que consolidaron el movimiento portuario, dando primacía a la burguesía marítima. Desde 1233 se notaba la presencia de mercaderes extranjeros en Portugal, formando colonias de gente natural de Génova, Placencia, Lombardía, Aragón, Mallorca, Milán, Biscaya y otros lugares, lo que indica un aumento del flujo comercial con el Mediterráneo, especialmente Flandes. El impulso mayor vendría con la revolución de Avis, cuando la burguesía apoyó fuertemente a don Juan, Maestro de Avis, alejando la amenaza de una unión con Castilla en la batalla de Aljubarrota.. La nueva dinastía que sustituyó a la de Borgoña, apoyaría los intereses de la burguesía, fortaleciendo así los intereses comerciales de la región."

Porto e Albuquerque, A.L., "Os descobrimientos portugueses e o encontro de civilizaçôes", Rio de Janeiro, Edit. Nordica Ltda, 1999.

3- Los portugueses ya habían llevado a cabo una experiencia de colonización en el propio continente europeo dos siglos antes. En Alentejo y Algarve, recién reconquistadas de la ocupación mora, se comenzaron a hacer pruebas sobre métodos de cultivo y aprovechamiento del suelo.

4- Los primeros esclavos africanos llegaron al nuevo mundo en 1509, pero fueron pocos hasta el año 1530, cuando Portugal, primera nación europea a negociar con los reinos negros de Africa occidental, comenzó a enviar esclavos para las plantaciones de caña de azúcar al Brasil.

5- "El primer viaje por mar rodeando el cabo, no fue, ninguna genialidad portuguesa. Las rutas marítimas ya existían de antaño y Vasco nunca hubiera avanzado hasta la India sin el concurso de un piloto de la costa oriental de Africa. El saqueo era una forma oficial de comercio para Europa y estaba aprobado políticamente como un medio legítimo de obtener riqueza personal, ya que las autoridades recibían un porcentaje del botín. El historiador hindú Dharampal refiere actos de piratería y genocidio practicados por los portugueses en Calicut en ocasión del primer y segundo viajes. ("El viaje de Vasco da Gama", Claude Alvares, cronista hindú).

6- "Pedro de Covilhâ, un andariego lusitano, refería haber visitado el reino cristiano copto del Preste Juan en la India en 1492. Covilhâ y Alfonso de Paiva, salieron de Portugal en 1487 y partieron con destino a El Cairo para recaudar informaciones. Paiva siguió a Abisinia, donde se asentó, falleciendo años después, y Pedro marchó hacia el mar Rojo y Aden, viajando luego por mar a la India. Luego de visitar Calicut y Goa, retornó al Oriente medio por el estrecho de Ormuz. En 1490, estaba de regreso a El Cairo. El gran aventurero viajó meses después a Sofala, en la costa africana frente a Madagascar (actual Mozambique) y luego a Etiopía donde vivió hasta su muerte. Las informaciones enviadas a Lisboa fueron decisivas para el éxito de las expediciones de Bartolomé Dias y Vasco da Gama. Dias había regresado a Lisboa en 1488 y las informaciones de Covilhâ fueron llegando en el mismo periodo que toda Europa se impactaba con el descubrimiento de Cristóbal Colón. El primer viaje a la India de Vasco da Gama pudo hacerse recién en 1495, cuando ya era Manuel I, el nuevo monarca lusitano. El marino había hecho escala en Sofala, donde embarcó a un piloto musulmán que condujo con seguridad a la flota hasta llegar a Calicut."

Porto e Albuquerque Antonio Luiz, "Os descobrimentos portugueses e o encontro de civilizaçôes".Ibidem.

7- La conquista de las Islas Canarias concluyó en 1483 en tiempos de Fernando e Isabel y fue llevada a cabo por Pedro de Vera. (Nota del autor)

8- El valenciano Rodrigo Borja, en italiano Borgia, había ascendido al papado en 1492 con el nombre de Inocencio VI. (Nota del autor)

9- La España musulmana conoció la pólvora antes que la Europa cristiana pues se dice que "los moros sitiados por don Alfonso XI, rey de Castilla, se sirvieron de morteros de hierro cuya explosión hacía un estruendo espantoso. Se habla que los musulmanes la habían ya empleado en 1257 en la defensa de Niebla contra Alfonso XI. Los moros la usaron en el asedio de Algeciras en 1343. Lo dice claramente Alfonso XI en su crónica, cuando refiere que "la cava era tan cerca de la ciudad que desde el adarve les daban muchas saetas et tirabanles muchas pellas de fierro con los truenos, et ferian, et mataban los cristianos".

(Montegon, "Frioleras eruditas y curiosas" citada por Pedro Voltes en "Tiempo inmóvil", Plaza y Janes, Barcelona, 1986

10- Colón observó que los vientos soplan del Cabo Verde y Canarias en dirección oeste y que los Azores quedan en la franja de las corrientes aéreas que empujan a los barcos hacia el Este. Reconoció a las imprevisibles corrientes llamadas vientos periódicos, como los Alisios. Se familiarizó con las corrientes marítimas y relataba que en su tercer viaje reparó que "las aguas igual que los vientos se mueven de Este a Oeste." Esta corriente sería después conocida como Corriente del Golfo. Identificó los caminos básicos de ida y vuelta que fueron usados por casi 400 años de navegación a vela. Comprendió que la orientación de los vientos y las corrientes marítimas entre los trópicos siguen ciertos padrones de comportamiento que fueron conocidos más adelante como el "Sistema del Atrántico". (Sampaio Goes Filho, Synesio "Navegantes, bandeirantes, diplomatas", Martins Fontes Editora, São Paulo)

11- Piero Martir de Anghiera era un sacerdote, militar e historiador italiano nacido en 1549 en Anghiera, cerca de Milán. Trasladado a España en 1488 llegó a ser miembro del Consejo de Indias. Su vinculación con Yañez Pinzón y el relato de sus viajes lo entusiasmaron al punto de tornarse cronista respetado de las aventuras marítimas del célebre navegante. Fue confidente de los Reyes Católicos y responsable de la difusión de la noticia del descubrimiento, gracias a su activa correspondencia con los grandes de toda Europa, especialmente de Italia y España. Fue el primero en denominar a las tierras de Colón como "Nuevo Mundo" y esto fue causa de constante admiración y estímulo para la imaginación de los europeos.

Madariaga, Salvador de, "Vida del muy Magnífico Señor Don Cristóbal Colón", Buenos Aires, Edt. Sudamericana, 1976

12- "Las técnicas de trabajo de los metales nacidas en el Oriente Medio no encontraron hace cuatro mil años , lugar más propicio para expansionarse y prosperar que la península ibérica. La abundancia increíble de materia prima que existía en ella, impulsó notablemente la metalurgia que abarcó desde las joyas más delicadas y sutiles hasta las armas más recias, todo con mayor precocidad y más densa dedicación que en el resto de Europa.

La cultura angárica, propia de la primera edad española del bronce, dio ya al Sudeste español una significación minera y metalúrgica. Todavía más célebre sería el apoyo tartesio, cuyos bronces serían llevados por todo el Mediterráneo. Los gallegos fueron insignes forjadores de armas para el ejército de Amilcar y los cartagineses también fueron proveídos de armas por talleres peninsulares como Bilbilis (Calatayud) y Tarazona en la España oriental. El museo de Ripoll mostraba la vigorosa belleza de la ferrería de Mirandaola, cerca de Legazia en el siglo XV, pero lastimosamente en 1835 un devastador incendio lo destruyó por completo". Voltes Pedro, Op. Cit.



 



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