LA EXPANSIÓN FUNDADORA
EL ADELANTADO JUAN ORTIZ DE ZARATE
Ya desde el año 1564, el Cabildo asunceno pugnaba por conseguir un gobernador rico y poderoso. El candidato Juan Ortiz de Zárate, tuvo una larga actuación en el Perú desde su llegada en 1534. Desde entonces recibió importantes encomiendas y minas del cerro de Potosí. Se hizo rico y poderoso acumulando estancias, chacras, fincas, ingenios y molinos –dice Julio César Chaves. Vivía a lo gran señor en Potosí y Charcas, con extraordinario despliegue social. Era además, como todos los personajes de la conquista, rico en parientes, hermanos, sobrinos y primos".
"Ninguna duda cabe que Ortiz de Zárate reunía a cabalidad las condiciones reclamadas desde Asunción para el nuevo gobernante de las cuales se había hecho vocero, desde la Plata, Dorantes" (290).
"La propuesta que presentó el minero al gobernador del Perú, López de Castro, era tentadora: fletar a su costa cuatro navíos, llevar al Paraguay 300 hombres, introducir 4.000 vacas, 4.000 lanares, 500 yeguas y caballos y 500 cabras. Salarios y preeminencias de los dichos gobernadores. Fundar dos ciudades: una de enlace entre el Alto Perú y el Paraguay y otra en el estuario del Plata. El cumplimiento de este plan iba a costar 20.000 ducados. En cambio el adelantazgo y capitanía general del Río de la Plata por dos vidas" (291).
"Lope de Castro vaciló –dice Chaves– pues era evidente que no tenía, potestad para tal nombramiento, decidiéndose por una solución intermedia: nombramiento condicionado a la ratificación de S.M. Lo otorgó el 20 de febrero de 1567".
Hablaba luego de la propuesta de Zárate "...nombro por gobernador, justicia mayor y alguacil mayor de la dicha gobernación del Río de la Plata y un heredero como lo hicieron Mendoza, Alvar Núñez y Domingo de Irala... con los salarios y preeminencias de los dichos gobernadores" (292).
Una de las primeras medidas de Ortiz de Zárate, fue la designación de Felipe de Cáceres, como su teniente gobernador. Como el nuevo adelantado partía para España, Cáceres iba a ejercer por una larga temporada el gobierno de Asunción.
Conviene aclarar que recién en 1570, es decir tres años después del nombramiento de Ortiz de Zárate, llega a Asunción la Provisión Real que manda tomar asiento y capitulación al Capitán Juan Ortiz de Zárate sobre la conquista, población y descubrimiento del Río de la Plata o la parte que estuviere por conquistar (293).
Asimismo, el Título de Gobernador, Capitán General y Justicia Mayor para el Capitán Juan Ortiz de Zárate (294).
También ese mismo año, el 11 de enero de 1570, se da una Cédula Real dada en Sevilla otorgando Merced de 15 ó 20 quintales de hierro y acero al Capitán Juan Ortiz de Zárate (295). Otra Cédula Real, faculta al mismo Capitán a reducir y castigar a los naturales y españoles si éstos se rebelan contra los servicios del Rey (296). Por otra Cédula concede merced a Juan Ortiz de Zárate y a los pobladores españoles del Río de la Plata, exonerándolos del derecho de almojarifazgo (297). También Cédula, para crear marcas y punzones para marcar y quintar oro y plata y cobrar derechos (298). Y una Cédula Real que faculta a Juan Ortiz de Zárate para nombrar Corregidores y Alcaldes para el buen gobierno y justicia (299).
El 11 de enero de 1570, S.M. hace una relación de la conquista y pacificación del Perú. "Mandó tomar en vos asiento y capitulación de la provincia del Río de la Plata y podais poner y nombrar alcaldes mayores para el buen gobierno señalándoles los salarios de los frutos de la tierra y que les pague nuestros Oficiales Reales". Por este mismo instrumento se otorga el título de Tesorero a Adame de Olaberriaga (300). También el 12 de julio de 1575, se recibe el pago de la fianza del Tesorero Adame de Olaberriaga. En este mismo instrumento consta el nombramiento de Contador para Gerónimo Ochoa de Eizaguirre (301).
FUNDACIÓN DE CIUDADES
Uno de los hechos más significativos de la conquista, lo constituyó la fundación de ciudades. EI Historiador sueco Magnus Morner ha explorado en detalle el complejo ideológico del cual se derivaba esta política iniciada a partir del gobierno de Ovando en Santo Domingo (1501-1509) (302). Frente a civilizaciones extrañas –prosigue el historiador colombiano Germán Colmenares–, el europeo sentía la necesidad de agruparse para subordinarlas y al mismo tiempo para preservar su "ser europeo". La afirmación de ciertos valores culturales, sólo podía darse en ese contexto urbano, pues vivir en "república" equivalía a "llevar una vida arreglada y bien ordenada" (303). Y más adelante expresa Colmenares: "Son entonces los privilegios de las ciudades los que integran un primer núcleo de poder político y derivan honores y privilegios para sus "vecinos". Así no resulta extraño que toda la historia de la conquista esté jalonada por la fundación de ciudades " (304).
En cumplimiento de los compromisos contraídos por Juan Ortiz de Zárate, se hicieron. las siguientes fundaciones:
La Ciudad de Santa Fe, el 15 de noviembre de 1573, fundada por Juan de Garay, en nombre del Rey Felipe, en la tierra de los indios Calchaquíes y Mocoretás (Chaco Austral).
La Ciudad de Buenos Aires, fue fundada por Juan de Garay el 11 de junio de 1580.
La Ciudad de Concepción del Bermejo, fue fundada el 15 de marzo de 1585.
La ciudad de Villa Rica del Espíritu Santo, en el Guairá.
La Ciudad de Corrientes (San Juan de Vera de las Siete Corrientes), en 1588. En 1593, Ruy Díaz de Guzmán pobló Santiago de Xerez, en la provincia de los Nuaras.
Todas las ciudades arriba nombradas son de origen paraguayo, pues las fundaron los gobernadores de esta provincia, con gente y recursos salidos de Asunción.
No entraremos en detalle de los distintos nombramientos, ni autoridades que pasaron por estas ciudades y otras similares, por ser suficientemente conocidos en innumerables libros. Pero sí, mientras la expansión fundadora de Asunción se extendía a los cuatro puntos cardinales, en Europa graves hechos se sucedían sin intermitencias y el poderío español corría el grave riesgo de desintegrarse. La Armada invencible,había sido destruida por la flota inglesa y "las tempestades (1588), y en los años 1596 y 1597, formidables escuadras de Gran Bretaña asolaban las costas de la Península y comenzaban a perseguir a los galeones españoles por los mares".
"Tal fue la monstruosa política de Felipe II, –nos recuerda Cecilio Báez–, que originó la decadencia de España, en concurrencia con otras causas".
"Pero sus vasallos en América hacían obra de varones, sin auxilio directo del Consejo de Indias " (305).
Poco tiempo después de fundadas estas ciudades, en las CARTAS ANUAS de 1609, y fechadas en Córdoba del Tucumán el P. Diego de Torres, decía: "Concepción del Bermenjo tenía 70 vecinos: de ellos eran encomenderos 25: 6 mil indios frentones de servicio, no labradores, "gente viva y mui auil... colerica". De las otras ciudades se expresa: Corrientes tiene sesenta españoles y pocos indios de paz; Asunción doscientos vecinos y 6 mil indios de paz, los demás alzados, Villarrica, cien vecinos y más de cien mil indios tributarios, sin contar mujeres y niños... El Sp. santo (ciudad Real) 60 vecinos y pocos indios. Jeréz tiene 60 vecinos y muchos indios de naciones distintas de la guaraní y que Santa Fe contaba con muchos indios antes de la peste habida por entonces. Buenos Aires tiene 60 vecinos".
En una carta posterior, fechada en Buenos Aires el 6 de junio de 1610, mismo padre Torres asienta, también acerca de los indígenas. "Paraguay o río de la Plata, que es la mayor y tiene ducientos mil yndios infieles, que harán un millón de personas con mugeres y niños, y la gouernación de Chile que terna treinta mil (indios) ynfieles y xpianos (cristianos) reulados, aue harán ciento y cinquenta mil personas. Los xpianos de paz no llegan a diez mil, como ni los del Paraguay pasan de veinte mil. En la gouernación del Tucumán habrá ochenta mil personas xpianos. Las personas españolas destas tres gouernaciones llegarán a doce mil poco más o menos" (306).
INCORPORACIÓN AL VIRREINATO DEL PERU
"Esa situación de incertidumbre –dice Zorraquín Becú–, desapareció al poco tiempo. Era preciso definir la condición legal de estas comarcas, implantando el régimen jerárquico que ya se había establecido en otras regiones; y además convenía limitar en lo posible la autonomía con que actuaban los gobernantes de nuestro territorio, imponiéndoles un control más estricto de sus actos. La orientación constante de la política española en Indias, tendiente a afirmar su soberanía sobre el nuevo mundo, se hizo efectiva en estas regiones en cuanto el establecimiento de los conquistadores adquirió ciertos caracteres de permanencia".
"Esta transformación política fundamental –prosigue Zorraquín– que no ha sido suficientemente destacada, se produjo gradualmente durante la séptima década del siglo XVI.
Con el nombramiento de Bartolomé de Sandoval y Ocampo, por Hernando de Zárate, que llegó a Asunción en 1593, desaparecieron los últimos resabios del adelantamiento y del sistema electivo que se había autorizado en el distrito. A partir de entonces la conquista rioplatense se convirtió en una gobernación organizada de acuerdo al sistema que ya funcionaba en el Tucumán y en otras provincias indianas. La unión de ambas gobernaciones fue una experiencia pronto abandonada que no alteró el sistema implantado. Tanto el Tucumán como el Río de la Plata fueron (la primera desde 1567, la segunda a partir de 1593), provincias menores a cargo de un gobernador, que a su vez podía designar un teniente general de la gobernación y tenientes de gobernador para cada una de las ciudades subalternas, y que estaba sometido en lo político al virrey del Perú y en lo judicial a la audiencia de Charcas. Esta fue la organización definitiva que iba a perdurar con algunas modificaciones hasta la creación del virreinato rioplatense" (307).
Del papel fundamental que jugaría Lima en el tiempo de la Colonia nos da una visión certera John Linch en los siguientes juicios: "El sistema imperial español asignaba al Río de la Plata un papel muy humilde. Cuanta riqueza poseyera estaba congelada en el lugar de producción porque se lo excluía del intercambio comercial. La ruta comercial de América del Sur quedó impuesta desde el principio y tuvo su origen en el dispar progreso de la colonización. La conquista hispana del Perú, anterior y mucho más rápida y productiva que la del Río de la Plata, dio a Lima un ímpetu esplendoroso. Sus mercaderes formaron inmediatamente un fuerte grupo de intereses y de presión. El sistema de flotas aumentó sus riquezas y su poder, puesto que Lima con el mejor puerto sobre el Pacífico y unida por el camino del Inca a los mercados consumidores del interior llegó a ser (lógicamente, según parece) el gran almacén para la distribución de los productos europeos a Guayaquil, a las ciudades del interior del Perú, a Chile, al mismo Río de la Plata, y, sobre todo. a las opulentas zonas mineras del Alto Perú. Los campesinos de Tucumán podían competir en el mercado agrícola pero las manufacturas llegaban por la vía de Lima. A las estrecheces del monopolio y del sistema de flotas se agregó otra limitación, para confinar la vida de la colonia en una prisión económica: no sólo se prohibió comerciar directamente con España sino, como en el caso de otras colonias, se le negó el intercambio mercantil con el resto del imperio" (308).
FUNDACIÓN DE LA SEGUNDA BUENOS AIRES
"En paz y sosiego la tierra pasó el gobernante a interpretar un anhelo que venía del hontanar de la historia de la provincia, –dice Mice J.C. Chaves–, una acción reclamada por todos, Alvar Núñez, Irala, Dorantes, Cáceres, Salmerón, de Heredia: refundar Buenos Aires. Desde luego que el compromiso figuraba en la capitulación del cuarto adelantado".
Además, –prosigue Chaves–, Torres de Vera al nombrar a Garay le había dado un mandato expreso: "Sabiendo disposición y convenido así al servicio de S.M., pueda el dicho Juan de Garay en su real nombre y el mío, poblar en el puerto de Buenos Aires, una ciudad intitulándola en el nombre que pareciere." (309).
Se estima que todos los bastimentos, "caballos, ganados, armas, pólvora, plomo y comida y servicio de indios y todo lo demás necesario para el sustento de aquel puerto y de cada uno de ellos". Nada pusieron Garay y Torres de Vera: "sin que el dicho capitán Juan de Garay ni el dicho licenciado Torres de Vera y Aragón ni otro en su nombre les ayude ni les haya ayudado". Siempre fue así, siempre Asunción lo dio todo: "Y así lo han hecho siempre y hacen todas las gentes de esta provincia, han salido así a entradas de noticias como de poblaciones, que se han hecho y hacen sin darles ayuda de cosa alguna sino siempre a su costa y minsión..." (310).
Los Oficiales Reales, Ochoa y Eyzaguirre y Olaberriaga, expresan la fundación de Buenos Aires textualmente: "A esta prouyncia mucho tiempo A que ovieramos padescido Porque con ella se A sustentado esta Cibdad de donde salió gente y poblo A santa cruz de la sierra y dos pueblos en guayrá y el pueblo de santa fee y agora el pueblo que se va A fundar en buenos ayres y todos con la gente que dios nuestro señor A sido servido de multiplicar en esta cibdad porque aunque a auido españoles en estas poblaciones el numero principal y mayor An sido nuestros hijos nascidos en la tierra " (311).
Aguirre da cuenta de que "Consta bajo Garay felizmente y que con 60 soldados pobladores dio principio a la nueva Buenos Aires; se dice le acompañaron hasta 80 españoles fuera de sus servicios. La dichosa época en que empezó la obra fue la semana de la Santísima Trinidad; el terreno fue según la tradición, un poco más meridional que el abandonado, 38 años antes; no obstante la conservó el mismo nombre de puerto de Sta. María de Buenos Aires y solamente en obsequio de su repoblación la tituló ciudad de la Santísima Trinidad" (312).
Rodolfo Puigros hace un acertado análisis de la realidad con posterioridad a la fundación de ciudades diciendo: "Una vez fundadas la mayoría de las poblaciones, en la segunda mitad del siglo XVI, las corrientes colonizadoras se paralizaron. Ya no existía el atractivo de nuevos imperios miliunanochescos por descubrir y el monarca no firmó más contratos con émulos de Hernán Cortés y Francisco Pizarro. Más aún: la emigración a América se restringió o se prohibió del todo y el Tribunal del Santo Oficio vigiló celosamente la presencia de los extranjeros".
"Esas poblaciones –prosigue Puigrós– se organizaron sobre la base del reparto de tierras y de los indios entre los componentes de la expedición colonizadora (313). El reparto de estas tierras tenía un carácter más bien simbólico, puesto que ellas carecían de valor y cualquiera podía apropiarse de miles de leguas cuadradas sin que por ello su fortuna aumentara en lo más mínimo " (314).
Por su parte, John Linch, expresa: "En 1580 vuelve a fundarse Buenos Aires y al concluir el siglo ya superaba a Asunción en riqueza e importancia" (315). Sin embargo, Germán C.E. Tjarks, se muestra contrario a esta opinión diciendo: "El segundo de los puntos que no compartimos totalmente, reside en su afirmación que Buenos Aires, desde su repoblación, había ejercido un amplio predominio sobre la actual capital paraguaya. Los estudios contemporáneos en nuestro país han demostrado evidentemente que esa supremacía recién existe años después del cierre del puerto bonaerense y no en las primeras décadas que siguen a 1580" (316).
Ricardo Levene, afirma que "la repoblación de Buenos Aires ha respondido por igual al pensamiento previsor de los hombres de la conquista de Tucumán como a los de la Asunción (317). De este último centro bastaría citar los nombres de Martín Suárez de Toledo, el factor Pedro Dorantes y el tesorero Hernando de Montalvo. El segundo de los nombrados decía, en cierta oportunidad, a la superioridad que Felipe de Cáceres había ido al Paraná con el fin de descubrir un camino para Tucumán, y tener por allí contratación con España "al cual yo respondí que lo que a esta tierra convenía no era aquello sino que poblase abajo para que tuviésemos puerto y navegación a España (318). El tesorero Montalvo exaltaba el porvenir de Buenos Aires anticipando la actividad de su comercio que podría efectuarse con Tucumán, Perú, Brasil y España, en virtud de que su tierra era sana y se daba todo lo que se sembrare "tan abundosa para crianca y labranca" (319). Evocando el futuro económico de Buenos Aires, Montalvo juzgaba con severidad el error central de subordinar estas provincias al sistema comercial de Paraná y alcanza a concebir la nueva población a fundarse como el centro dinámico de todos estos territorios hasta los confines de Chile y Perú".
"Es lógico, pues, afirmar con un autor, que la fundación de Buenos Aires por Garay, después de establecido Santa Fe en 1573, fue, en vez de punto de arranque, el punto final y el coronamiento de la conquista " (320).
"Los pobladores de Buenos Aires –continúa Levene–, habían venido a su costa con caballos, ganado, armas, pólvora, plomo, comida, sin que Juan de Garay ni el licenciado Torres de Vera y Aragón los hubieran ayudado" con cosa ninguna y ansi lo an echo siempre y acen toda la gente que destas provincias a salido" (321), como lo reconoce el nombrado tesorero Montalvo" (322).
LOS FRANCISCANOS EN EL PARAGUAY
Simultáneamente a la fundación de Ciudades, no podemos olvidar la acción evangelizadora: "Fueron los Franciscanos –dice Rómulo de Carbia– los que vinieron al descubrimiento y población de estas Provincias y los primeros que nos predicaron el Santo Evangelio a nosotros y a nuestros antepasados y nos sacaron de los montes y de la idolatría en que estábamos y nos redujeron a pueblos formados donde nos instruyeron en las cosas de Nuestra Santa Fe Católica, enseñándonos policía cristiana y obediencia a Ntro. Señor y Rey Natural" (323).
Numerosos fueron los Padres de la orden como Fray Juan de San Bernardo y Fray Gabriel de la Anunciación, que con Fray Alonso de Buenaventura, empezaron a redimir estas tierras de América al indio.
"La inmensa extensión de la Provincia del Guayrá y Jerez cuya superficie suma un total de catorce mil leguas –nos dice el Pbro. Francisco Ríos–, fue el campo que el ánimo esforzado de Fray Alonso escogió para cultivar la viña del Padre de Familia, creando ambiente y el camino para Bolaños y sus jóvenes compañeros, Fray Juan de San Bernardo y Fray Gabriel de la Anunciación".
"Como resumiendo –continúa el P. Ríos–, dentro del área del Guayrá, veamos los pueblos (no todos fundados) ya dentro del Paraguay, evangelizados por Bolaños y sus inseparables compañeros, Fray Alonso de San Buenaventura, Fray Alonso de la Torre, Fray G. de Osuna, Fray Arredondo, Fray Andrés Rodríguez, Fray Escobar, Fray Juan de Córdoba, Fray Gabriel de la Anunciación, Fray Juan de San Bernardo".
Estos pueblos son en la actualidad Atyhá (después Atyrá), Bobí-cangó, San Pedro del Paraná, Carayaó, Itacurubí Yhú, Caaguazú, Guzú-cuá, Yuty, Caazapá, Yabebyry, Mbuyapey, Tacuatí; Tobatí, Caacupé, Piribebuy, Guarambaré, Ypané (este pueblo comenzó con el nombre de Pitim), Ñemby (algunos escriben Ñe´emby), Ñeembucú, Capiatá, Areguá, Ypacaraí, Itauguá; Itá, Yaguarón, Pirayú, Paraguarí, Carapeguá, Tabapy (hoy Roque González de Santa Cruz), Qiindy (o Kyindy), Caapucú, Kykyhó, Ybycuí, Acahay, Ybytymí, Yhacanguazú (Borja), Ytapé, Yhaty (Pérez Cardozo), Yataity, Mbocayaty, Curumbaty (ya no existe más como pueblo), Ycuá Mandiyú (el del Alto Paraguay), Ytakyry, Yacarey (no se refiere a una compañía de Maciel) Arecayá (cerca de Asunción, desaparecido como pueblo), Maramburá (Alto Paraguay), Itanará (Alto Paraguay), Lambaré, Ycuá Satí, Nuestra Señora del Refugio (ya no existe como pueblo), Pueblo de los Reyes (desaparecido), Ytatinch (al norte del Paraguay), Las Conchas, Nuestra Señora de Julié (desaparecido), Tubichá-mirí (hoy San Juan Bautista de las Misiones), Yaguramygtá (San Ignacio de las Misiones) y otros más que dejo de mencionar" (324).
Entre todas estas fundaciones realizadas entre 1580 y 1615, – antes de la llegada de los Jesuitas –, se destacó Fray Luis de Bolaños, quien tradujo el catecismo al guaraní y murió en Buenos Aires con fama de santidad.
"De todas las órdenes religiosas –dice Arturo Bray–, fue la de San Francisco en ajustada correspondencia con el espíritu de su fundador, el "poverello de Asís", la que más hizo por proteger y redimir al indio, sin poner en ello ansias de bienes materiales ni tener participación en grandes empresas industriales o comerciales. Nada poseían aquellos abnegados religiosos, fuera de su tosco sayal, bajo cuyos pliegues de burda tela ardía el fuego de un alma intrépida, austera y cristiana. Jamás empuñaron los franciscanos la tizona ni la hicieron empuñar por otros para imponer su credo a golpes de mandoble, ni mancillaron los blasones de su apostólica misión con el material quehacer de asentar cuentas y reunir caudales. No figura entre los objetivos de su misión ninguno de naturaleza materialista, como tampoco la injerencia en el gobierno laico o la supremacía sobre las demás congregaciones religiosas. El árbol de San Francisco es de los que tienen más raíz que fronda" (325).
"Fracasadas las expediciones al Perú –dice Juan Bautista Rivarola, mi padre–, en demanda de la tierra rica y cerrados para siempre los caminos de occidente a los conquistadores de oriente, la colonización asuncena cambió de horizontes. Los capitanes comenzaron desde entonces a trocar la espada por la Cruz y siguieron a los clérigos en la búsqueda de almas que convertidos a la civilización cristiana contribuyeron a cimentar definitivamente la colonización. Fenómeno sin duda de trascendencia que sirvió de base firme para la formación social de la Nación Paraguaya. No era ya la sed de oro la "fábula que llamaba a toda hora. Era sed de almas que liberar del paganismo el que guiaba a los capitanes y a los clérigos, que cruzando desiertos vestidos de malezas y de asechanzas, conquistaron al indio para construir con ellos poblaciones estables en que la tierra de promisión comenzó a roturarse con nuevas esperanzas y nuevas visiones encaminadas a consolidar definitivamente la conquista" (326).
NOTAS:
290) Relación de servicios de H. de Z. Lima, 16-VII-1567, A.G.I. (B) Nº. 1550, cit. por CHAVES, Julio César, en "Historia General..." Ibídem, ib. p. 279.
291) Nomb. de H. de Z., Los Reyes, 20-II-1567. Anales de la Bibl., X. Cit. por CHAVES, Julio C. en "Historia General..." Ibídem, ib. p. 280.
292) Memorial de Ortiz de Vergara, en CHAVES, Julio C. Ibidem. ib. p. 280.
293) A.N.A. S.H. Volumen Nº. 1. Nº. 27 f. 21.
294) A.N.A. S.H. Volumen Nº. 1. Nº. 28. fs. 22-24.
295) A.N.A. S.H. Volumen Nº. 1. Nº. 29.
296) A.N.A. S.H. Volumen Nº. 1. Nº. 30.
297) A.N.A. S.H. Volumen Nº. 1. Nº. 31.
298) A.N.A. S.H. Volumen Nº. 1. Nº. 32. 1 de marzo de 1570.
299) A.N.A. S.H. Volumen Nº. 1. Nº. 33.
300) A.N.A. S.H. Volumen Nº. 1. Nº. 34. fs. 26-28.
301) A.N.A. Volumen Nº. 1. Nº. 35. fs. 28-30.
302) MORNER, Magnus. La corona española y los foráneos en los pueblos de indios de América. Estocolmo, 1970, pp. 18 ss.
303) MORNER, Magnus. La corona... Ibídem, ib.
304) COLMENARES, Germán. Historia económica y social de Colombia 1537-1719. 3ed. Bogotá: Ediciones Tercer Mundo, Agosto de 1983. pp. 18, 19. (Colección Investigaciones Históricas).
305) BAEZ, Cecilio, Historia Colonial del Paraguay y del Río de la Plata. Asunción: Imprenta Zamphirópolos y Cia., 1926. pp. 64 ss.
306) Documentos para la Historia Argentina. Tomo XIX. Iglesia. Cartas Anuas de la Provincia del Paraguay, Chile y Tucumán, de la Componía de Jesús. (1609-1614). Con advertencia de Emilio Ravignani e introducción del P. Carlos Leonhardt, S.J. Buenos Aires: Talleres S.A. de Casa Jacobo Peuser Ltda., 1927. p. XXIII.
307) ZORRAQUIN BECU, Ricardo. La organización política argentina en el período hispánico. 3ed. Buenos Aires: Ed. Perrot, 1967. pp. 94 ss.
308) LINCH, John. Administración Colonial Española. Buenos Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1962. p. 35.
309) Nombramiento de Juan de Garay, en CHAVES, Julio C. Historia General... Ibídem, ib. pp. 324 ss.
310) Montalvo al Rey., 20 – II-1580. Cit. por CHAVES, J.C. en Historia... Ib. ib. p. 325.
311) LEVILLIER, Ernesto. Correspondencia de los Oficiales Reales. Ibídem, ib. p. 355.
312) AGUIRRE, Juan Francisco. Diario... Ibídem, ib. Tomo II. Primera Parte. p. 202.
313) El Acta de fundación de Buenos Aires comienza con las siguientes palabras: "Yo (Juan de Garay) en nombre de S.M. he empezado a repartir, y les reparto a los dichos pobladores y conquistadores, tierras y caballería y solares y cuadras de que pueden tener sus labores y crianzas de todos ganados, las cuales, dichas tierras y estancias y huertas y cuadras, las doy y hago merced en nombre de S.M. y del dicho gobernador, para que como cosa suya propia pueden en ella edificar, así casas como corrales, y para cualquier ganados, y hacer cualesquiera plantas y árboles que quisieren y por bien tuvieren, sin que nadie se lo pueda perturbar, como si lo hubiesen heredado de su propio patrimonio, y como tal pueden dar y vender, enajenar y hacer".
314) PUIGGROS, Rodolfo. Historia Económica del Río de la Plata. Ibídem, ib. pp. 54-55.
315) LINCH, John. Administración... p. 32.
316) TJARKS, Germán O.E. Comentarios y observaciones sobre la historia del Virreinato vista a través de la obra de John Linch. El sistema de Intendencias en el Virreinato del Río de g Plata. En Boletín del Instituto de Historia Argentina "Doctor Emilio Ravignani". Año V. Tomo V. (Segunda Serie). Buenos Aires, 1960. Nº. 9. p. 102.
317) Recuérdese – dice Levene –, lo expuesto anteriormente acerca de la actividad del puerto portugués de San Vicente, que utilizaron los colonizadores de la Asunción.
318) COLECCION BLAS GARAY. pp. 143, 144.
319) Carta del tesorero Hernando de Montalvo a S.M. en que reitera la conveniencia ya expresada por él, de repoblar y sustentar el puerto de Buenos Aires y de dividir la provincia en tres gobernaciones..., Asunción, 15 de noviembre de 1579, en CORRESPONDENCIA DE LOS OFICIALES REALES, reunida por Roberto Levillier, tomo I, página 322, Madrid. 1915.
320) P. ANTONIO LARROUY. Los orígenes de Buenos Aires. En Garay, fundador de Buenos Aires, documentos referentes a las fundaciones de Santa Fe y Buenos Aires, publicada por la Municipalidad, prologados por Enrique Ruiz Guiñazú, página XLII, Buenos Aires, 1915.
321) Carta del tesorero Hernando de Montalvo al rey sobre los asuntos de las provincias del Río de la Plata. Asunción, 20 de febrero de 1580, en Correspondencia de los oficiales reales... citada, tomo I. p. 345.
322) LEVENE, Ricardo. Investigaciones... Ibídem, ib. V1. pp. 202, 203.
323) CARBIA, Rómulo de. Historia Eclesiástica. Tomo I. y Fray Luis de Bolaños. Bs. As.
324) RIOS, Francisco P. Pbro. La Obra Franciscana en América y Paraguay. Asunción: Imprenta Militar, 1979. pp. 98, 99.
325) BRAY, Arturo. Hombres y épocas del Paraguay. Libro Segundo. Asunción: Editorial El Lector. 1983. p. 14.
326) RIVAROLA BOGARÍN, Juan Bautista. La evangelización del Paraguay en los Siglos XVI, XVII y XVIII. (Síntesis histórica). Inédita.
Asunción, Paraguay, 1986.
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LA ECONOMIA COLONIAL
Por JUAN BAUTISTA RIVAROLA PAOLI
COLECCIÓN: Tratado de Historia Económica del Paraguay.
Se acabó de imprimir el 12 de abril de 1986
en los Talleres gráficos de Editora Litocolor.
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