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Hay poetas populares que tuvieron -tienen-, una clara conciencia de que su arte cumple una función social. Consideran que el don de moldear las palabras a imagen y semejanza de la belleza no es únicamente para el lucimiento personal, sino que toman el oficio del verbo como una misión que les fue dada para expresar los sentimientos de sus semejantes.
RUDI TORGA -anagrama que parte de su nombre: GABINO RUIZ DÍAZ TORALES-, era uno de esos escritores que sabían a ciencia cierta que su talento estaba al servicio de los demás. Su poesía, entonces, no hablaba del viento ni de las hierbas que crecen a orillas de los arroyos: se encarnaba en sus vivencias con la certeza de que lo que él le pasaba era también parte de la experiencia de otros seres humanos.
En su obra DONDE MI CANTO PASÓ, escrita en 1978 y musicalizada por el músico y compositor ARNALDO LLORENS, queda el claro testimonio de su actitud con respecto a los frutos de su talento.
El frondoso elenco de músicos y actores del TEATRO ESTUDIO LIBRE, TEL, de la Misión de Amistad, que dirigía Rudi, le había rendido, en la segunda mitad de la década de 1970 un homenaje al poeta pilarense CARLOS MIGUEL JIMÉNEZ. Era un montaje escénico en base a sus obras y la grabación de algunas de ellas.
La calidad de la propuesta y el éxito del tributo a ese poeta sureño de encendido verbo entusiasmó al grupo que, inmediatamente encontró un nuevo tema: Asunción. En la primera parte irían clásicos como PARAGUAÝPE, de MANUEL ORTIZ GUERRERO y JOSÉ ASUNCIÓN FLORES y otros. En la segunda se incluirían textos musicalizados de Rudi.
"En ese momento se dio un hecho que cambió el curso de la realidad: tuve una hernia del disco y me operaron de la columna. Lógicamente eso paró el trabajo que estábamos encarando con los compañeros. Como las composiciones ya estaban ensayadas, se decidió al menos grabar un disco. En el conjunto de canciones había una que no satisfacía a FAUSTO GONZÁLEZ, músico, integrante de nuestro elenco. Era un tema dedicado a WASHINTON RAMÍREZ, un meritorio actor muerto muy joven. Me pidió que sustituyéramos esa composición", relataba RUDI TORGA.
El poeta habló entonces con ARNALDO LLORENS, quien le hizo recordar que tenía una melodía suya a la que aún no le había puesto la letra. "Esta es una oportunidad. A mí me gusta mucho esa música", le dijo su amigo.
"Escuché lo de Arnaldo, dejé registrada en mi mente y anduve así algunos días, tarareando. Una mañana estuve por el estudio donde estábamos grabando, en lo de Benza. Al terminar, para despejarme, salí a caminar sin rumbo fijo. Allí se me ocurrió que el disco iba a estar incompleto si es que no tenía su arte poética, su razón de ser fundamental. La letra debía decir lo que mis compañeros y yo creíamos acerca de nuestro trabajo. Entonces, en la calle, sobre la melodía de Llorens, empecé a escribir. En tres cuadras terminé la obra", seguía contando Rudi.
El resto fue sencillo. Primero escuchó el compositor y dio su consentimiento. "Kóa ha’e (ésta es)" aprobó un rato después Fausto González. Poco después era ya parte del disco.
"Siempre pensé que otras obras mías iban a tener mejor destino en la aceptación popular. DONDE MI CANTO PASÓ, es sin embargo la que más quiere la gente, la que más se canta. Esa suerte se debe quizá a que se refiere a un sentimiento común: el de hacer que el canto sea una herramienta solidaria, de servicio, enarbolando valores como la verdad y la libertad", concluía RUDI TORGA.
Con ese nombre, apareció un poemario póstumo de RUDI TORGA. Allí el poema aparece dedicado a AUGUSTO ROA BASTOS.
DONDE MI CANTO PASÓ
Mi canto vuela hacia el tiempo de la esperanza,
hereda su vocación de mi dios Tupã
y recorre los caminos de mi azul patria
en el sonoro cordaje del mbaraka.
Es su idioma fraternal como la alborada
que para todos reparte ára pyahu,
como una mano labriega surcos reclama
para sembrar en los seres el mborayhu.
Donde existe incomprensión
mi canto lleva hermandad,
a nadie dice "señor"
si no está con la verdad.
Donde mi canto pasó
alegría brotará;
es la vida su pasión;
su ideal, la libertad.
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