«El signo de este niño es la Cruz del Sur y cuando sea mayor se convertirá en un 'rodante' (trotamundo)», le dijo en Ybycuí, departamento de Paraguari, don VICENTE BORDÓN a doña CRESCENCIA CARDOZO cuando tocó la cabeza de su hijo que a la sazón no tendría más de siete años. Ese episodio de su niñez, mucho tiempo después, ya en la capital argentina, le inspiraría a MAURICIO CARDOZO OCAMPO la guarania CIUDAD IMANTADA.
Después de consultar su libro arandu (libro de la sabiduría), ya en conocimiento de que había nacido el 14 de mayo de 1907, el oráculo autóctono, ex-seminarista, leyó la mano del niño que tenía delante de sí. Años después, Mauricio, empujado por ese destino que el vidente le había vaticinado, fue al sur, rodando y rodando caminos.
Ya en Buenos Aires -donde ancló con su dúo ELADIO MARTÍNEZ a fines de 1931-, el músico y compositor pronto ganó aplausos y fama. Llevado por una irresistible aunque muda fuerza, había llegado a los aires porteños. Desde entonces y durante muchos años ese país albergaría sus sueños y le permitiría desarrollar sus aptitudes de intérprete y creador.
Acorralado por las ganas de volar junto a su madre, que en una tarde amarilla le había dado la bendición de la partida, desde el umbral de la añoranza acentuada por la distancia, Mauricio compuso, entre 1941 y 1945, CHE SYMI PÔRÂ. Allí volcaba sus afectos de hijo ausente y recordaba a la abuela que había sido Residenta en los tiempos de la Guerra Grande. Su progenitora había heredado las virtudes de aquella mujer de coraje.
Doña FIDELINA FLEITAS, la viuda de Cardozo Ocampo, en su case de Asunción, recuerda que su marido había compuesto la obra ya después del casamiento de ellos (1941), en Buenos Aires. Ante la despierta mirada de su hijo ANÍBAL, para precisar algunos detalles, relata que cuando concluyó y grabó su inspiración compró una victrola y viajó hasta Ybycuí con la intención expresa de hacerle escuchar a su destinataria.
«He’i che pôrâha, (Dice que soy linda)", comentó la anciana, morena, de frente ancha y figura delgada. En su emoción de madre no había palabras que pudieran exteriorizar sus sentimientos. El pe sado disco giraba y giraba. En ese instante tuvo que haber tenido presente lo que Vicente Bordón había adelantado acerca del rumbo de los pasos de ese hijo que había optado ya por rendirle un homenaje permanente al llevar primero su apellido -Cardozo- y después el de su padre, Ocampo.
«La añoranza de mi hogar de niño ... de la madre lejana en las horas de nostalgia; el recuerdo de la mujer paraguaya, heroica, sufriente, estoica, en la persona de mi madre, hija de una Residenta, dio motivo para que formulase una sencilla canción CHE SYMI PÔRÂ, mi homenaje a ese 'Dios sin ateos' que lastimosamente se nos va de este mundo y cuya presencia no puede ser suplantada», dice MAURICIO CARDOZO OCAMPO en su libro MIS BODAS DE ORO CON EL FOLKLORE (1) al recordar esta página de su autoría.
Fuente: Doña Fidelina Fleitas viuda de Cardozo Ocampo.
(1) Cardozo Ocampo, Mauricio: Mis bodas de oro con el folklore (Memorias de un Pycháî). Asunción, 1980.
CHE SYMI PÔRÂ
Rohechaga’u che symi pôrâ ha ku mombyry chehegui reime
reikua nga’u py’a tarova nachemongevéiva ymaite guive.
Ñemokunu’û hykupa voíva rohoja guive chemotyre’ỹ,
hi’â che pepo aveve aha nde ypýpe aguejy roñandu che sy.
Arekóva iñongatuhápe
amo che anga ruguápe
che sy ne mborayhumi
avave noguahêi hendápe
ha pe kuarahy ratáicha
ohesapéva ha omimbi.
Aromandu’a no marangatu mombyry guive che symi pôrâ:
mombe’upyrâ mánteko ajuhu, nde rekovekue ysyry sâkâ.
Kuña Paraguái nde rekopete nde ndereikuaái yuhéi, kane’ô,
nde sýgui reru Residenta-kue ha che no memby péina amono’ô.
Letra y música:
Mauricio Cardozo Ocampo.
MI LINDA MADRECITA
Traducción al español...
MANUEL F. FERNÁNDEZ
Te extraño madrecita linda
y tan lejos estás de mí,
acaso supieras la aflicción
que no me deja dormir desde hace mucho.
Esos mimos perfumados
desde que te dejé me abandonaron,
ojalá tuviera alas, ir volando,
bajar junto a ti, estar contigo madre.
Lo tengo guardado
allá en el fondo de mi alma
tu amor madrecita,
nadie llega hasta ello
y es como el fuego del Sol
que alumbra y titila.
He de recordarte divina
desde lejos mi linda madrecita
encuentro cosas para contarlo
tu vida como arroyo cristalino.
Con tu espíritu de mujer paraguaya
no conoces el dolor, el cansancio
de tu madre has traído como ex-Residenta
y yo hijo tuyo aquí lo recojo.