LA GENERACÍON DEL 60 (LITERATURA PARAGUAYA)
CONSOLIDACIÓN DE LA DICTADURA Y VOCES DEL 60
La Academia Universitaria dejó de funcionar en 1960. Pero antes los cantos de esperanzas volvieron a frenar su luz sobre las heridas aún abiertas que quedaron tras la Revolución del 47. Entonces la efervescencia política sacudió el ritmo de la existencia cotidiana para imponer negros presagios sobre los cielos de la patria. ¿Qué sucedía entonces? Nada menos que la dictadura más longeva que tuvo América comenzaba a fortalecer su mano asesina para abrir un manto de censura, muertes y persecuciones en todo el territorio nacional. Se trata de un capítulo que no se puede pasar por alto porque de lo contrario sería muy difícil entender el largo proceso oscurantista que vivió la cultura durante casi 35 años.
Con el montón de paraguayos exiliados después de la Revolución del 47 y cuando el proceso cultural del país abría sus ojos hacia nuevos rumbos, comienza la más prolongada pesadilla para el país: Alfredo Stroessner toma el poder. La historia del terror dictatorial tiene su raíz en aquel 4 de mayo de 1954 cuando el presidente Federico Chaves fue derribado y reemplazado por Tomás Romero Pereira, quien abrió el camino a Alfredo Stroessner. Hasta ese momento nadie imaginaba dónde iba a llegar el militar de Artillería.
Si remontamos la memoria unos años vamos a encontrar una situación bastante difícil a causa de los graves gérmenes de recesión económica producida tras el término de la Segunda Guerra Mundial. El Paraguay no escapaba a esas dificultades que se vieron agrandadas por los disturbios políticos que vinieron seguidamente. Tal situación sirvió para que muchos paraguayos pasaran al exilio. Y no fue para menos, el marasmo económico contaba con una inflación galopante que conducía sin dilación a grandes descontentos populares. Como hoy, los obreros, empleados, funcionarios de diversas capas de la población veían su poder adquisitivo en desastrosa picada. ¿Qué alternativa quedaba entonces? La mayoría (especialmente campesina) confió en el poder mesiánico, en una mano fuerte que pueda poner término a la inseguridad en todos los niveles. Stroessner apareció como el relumbrón de esperanza en un circuito de confusiones y antagonismos internos insalvables. Fue un escenario donde se preconizaba la llegada del "hombre providencial" que por cuestiones estrictamente políticas y económicas podía sacar al país del pozo en que estaba sumergido. Aquella esperanza era acompañada por la coyuntura internacional en cierta forma favorable pues los EE.UU. precisaban aliados fuertes a los que debía apoyar.
En la famosa convención del Partido Colorado de 1954 se exclamaba a boca de jarro: "Necesitamos un brazo fuerte, pues el mundo está plagado de lobos y muy pocas son las ovejas". El asunto estaba candente. Los partidarios del quiebre institucional aseguraban que el chavismo llevaba al país y al Partido Colorado a la disolución, al caos y al peligro inminente de una confrontación fratricida. Los miembros stronistas de la Junta justificaron el derrocamiento de Chaves diciendo que la acción de las FF.AA. y el acierto del Partido Colorado salvaron al país de una sangrienta lucha armada. La dimisión de Chaves (tras la pos revolución de 1947 con sus vericuetos posteriores) llevó a Romero Pereira a ocupar por unos meses la presidencia de la República hasta que finalmente -en elecciones presidenciales- irrumpe en el escenario para ocupar la primera magistratura de la nación el general de División Alfredo Stroessner. El predominio del Partido Colorado, desde la última etapa del gobierno de Higinio Morínigo (1947), quedaba oficialmente instaurado en el país.
En el libro "MANIFIESTO DEMOCRÁTICO" (1986), EUCLIDES ACEVEDO y JOSÉ CARLOS RODRÍGUEZ expresaban: "En 1954, el Comandante del Ejército paraguayo captura el poder y, en lugar de desplazar al Partido Colorado, le obliga a que lo acepte como su jefe o, en térnanos constitucionales, en su candidato obligatorio. El jefe del Ejército deviene así como candidato perpetuo del Partido Colorado. Este pacto de obediencia entre el jefe militar que sale victorioso del golpe de Estado y la Junta de Gobierno del Partido Colorado (que acepta mantenerse en el Gobierno renunciando a su derecho de gobernar), constituye el pacto político militar que ha operado como base política y fundamento real del poder actual, del orden político dictatorial".
Lo primero que hizo Stroessner al asumir el poder fue un llamamiento de unidad partidaria. Los que no se alinearon pronto sintieron el rigor de una mano dispuesta a proceder como sea con tal de no entorpecer los planes hegemónicos que se proponía. Si bien los chavistas fueron desarticulados, aparece en el refortalecimiento del Partido Colorado la figura de EPIFANIO MÉNDEZ FLEITAS, poeta y organizador de las juventudes coloradas durante el gobierno de Morínigo. Epifanio actuó en el nuevo Gobierno como Jefe de Policía y luego director del Banco Central del Paraguay. Este connotado caudillo tenía una red importante de hombres que respondían a su liderazgo.
Por sobre todo, MÉNDEZ FLEITAS buscaba la reconciliación de las diversas corrientes del coloradismo. En ese sentido, en 1955 la Junta de Gobierno de la ANR creó un Secretariado General para estudiar las tendencias coloradas. Sin lugar a dudas, los epifanistas estaban mejor posicionados porque en realidad manejaban la reorganización doctrinaria del partido. Mientras crecía la piel nueva del coloradismo con MÉNDEZ FLEITAS, EULOGIO ESTIGARRIBIA, RIGOBERTO CABALLERO, JOSÉ ZACARÍAS ARZA y otros, Stroessner perdió el sueño y se dio cuenta de que las nuevas figuras ponían en peligro su ambición de poder. El golpe no se hizo esperar, el 21 de diciembre de 1955 los oficiales se sublevaron contra el mayor Candia de la D.C. 1 (epifanista), hecho que motivó la renuncia de Méndez Fleitas del BCP. Pero la purga se inicia en 1956 para borrar a los epifanistas de la Junta de Gobierno.
La mano negra de Stroessner contra la corriente más progresista del Partido Colorado comenzó a apretar. Fue el primer eslabón en la cadena de infamias, encarcelamientos, deportaciones y desapariciones que llegaron después. De ahí en más, la llave política del coloradismo cayó en manos del Ejército y su principal jefe: Alfredo Stroessner, quien, al eludir la participación activa de los colorados en la política nacional, pregonaba que él era presidente de todos los paraguayos y que no tenía por qué "rendir cuentas" al coloradismo. Los que quisieron forzar una especie de reafirmación de los ideales colorados fueron MARIO MALLORQUÍN, WALDINO RAMÓN LOVERA y VIRGILIO CATALDI, entre otros.
Pero la otra purga no se hizo esperar, pues en mayo de 1959 la influencia de los sectores democráticos en filas del coloradismo se acrecentaba rápidamente. Stroessner vio que las papas quemaban, más aún cuando se produjeron vigorosas manifestaciones estudiantiles que fueron duramente reprimidas. Las acciones represivas fueron condenadas por la Cámara de Representantes.
El 30 de mayo el coloradismo sufre el terrible golpe: se disolvieron la Junta y la Cámara de Representantes, los opositores fueron detenidos, deportados y encarcelados, aunque algunos lograron cruzar las fronteras hacia el Brasil o Argentina. "La depuración" fue una brutalidad, el máximo represor de aquellos años difíciles fue el tenebroso jefe de Policía, Ramón Duarte Vera, quien no ha recibido una sanción ejemplar por los innumerables delitos de lesa humanidad cometidos durante su nefasto paso por la policía stronista.
De la terrible marejada sólo quedaron algunos incondicionales, entre ellos: Tomás Romero Pereira y Bernardino Gorostiaga. La cantidad de perseguidos y exiliados colorados (1956 y 1959) conduce al nacimiento del Movimiento Popular Colorado (MOPOCO). Ciertamente, cuando estalló la crisis de 1959 la situación estaba candente y Stroessner actuó prontamente sobre un terreno que ya había preparado para su consolidación desde 1953, cuando fue nombrado comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, grado que le permitió reforzar la Artillería, el Regimiento de Infantería N° 14 de Tacumbú y el Batallón Escolta que fue transformado en Regimiento Escolta. Entonces, ¿qué sucedía con la oposición? El Partido Liberal vivía prácticamente en la clandestinidad, la interdicción era criminal y mantenía una permanente inseguridad para los opositores.
A pesar de la semiclandestinidad en que actuaban, el siniestro Edgard L. Ynsfrán, ministro del Interior de Stroessner, se ufanaba de la existencia de los mismos y negociaba un acercamiento de los liberales al régimen dictatorial, pero sin querer cumplir con demandas concretas: levantamiento del Estado de Sitio en todo el país, restablecimiento de la libertad de prensa y amplia amnistía.
El despliegue político tímido pero incesante de los liberales los llevó a un acercamiento al febrerismo en 1959, a través de la Unión Nacional Paraguaya. El Gobierno aprovechó la ocasión para denunciar el pacto que tenía la intención de derrocarlo. En realidad, entre 1959/1961 aparece el Movimiento 14 de Mayo, que enrola en sus filas a algunos componentes del liberalismo y del febrerismo. De igual manera aparece el Frente Unido de Liberación Nacional, que fuera controlado por el Partido Comunista. La creación de ambos movimientos fue utilizada por el Gobierno para el despliegue de las más brutales represiones. Para 1961 los dos grupos quedaron totalmente destruidos. No prosperaron a causa de la mala preparación y la lectura totalmente inocente de nuestra realidad. La crisis de 1959 consolidó al stronismo, fue la oportunidad para que el Ejército asuma totalmente el control del poder.
A propósito, se puede decir que la coyuntura se vio favorecida con la ayuda prestada por los EE.UU. a los militares paraguayos y de otros países latinoamericanos. Fue la década en que la mayoría de los uniformados tuvieron posibilidades de recibir adiestramiento en el país del norte y en otras naciones. En 1962 los militares paraguayos de carrera no sobrepasaban los 9.100 hombres, lo que representaba el 0,50% de la población de aquel entonces, pero luego fue creciendo en la medida en que el aparato represivo iba requiriendo, llegándose en 1971 a 20.400 efectivos presupuestados por la dictadura.
El stronismo se consolidaba mediante la colaboración de un sector entreguista de la oposición especialmente liberal. De ahí en más una tremenda historia de fraudes electorales se sucedió para dar plena vigencia al sistema stronista, que sistemáticamente desarticuló a los sectores progresistas y contestatarios del país. La aventura de 1954 duró hasta 1989. En todo ese proceso el sostenedor del sistema dictatorial ha sido, evidentemente, los EE.UU., que jugó su partido en favor de los regímenes dictatoriales solamente para fortalecer su posición en la región convulsionada por los movimientos sociales y políticos de izquierda.
Con el mismo énfasis en que hoy los EE.UU. defiende la democracia, ayer defendía a los dictadores de turno de América Latina. Cuando se perfila la derrota de los más poderosos bastiones marxistas y se anuncia una nueva etapa en el orden internacional los uniformados de la barbarie tuvieron que irse.
Stroessner, obnubilado por el poder y el asesoramiento perverso de sus colaboradores, no quiso entregar el campo de fuego y tuvo que ser castigado con la caída que enlutó a tantas familias paraguayas. Stroessner duró casi 35 años y no tuvo mayores inconvenientes para mantener su hegemonía porque, haciendo uso de la represión más brutal, barrió con todo tipo de organización que no estuviera de acuerdo con el régimen. Es cierto, soportó algunas pequeñas componendas con algunos sectores opositores, pero siempre hizo lo que quiso y controló sin mayores apremios las aisladas (heroicas) manifestaciones populares, que en realidad no tenían una formación sólida para enfrentar al aparato estatal, en manos del Partido Colorado desde 1948. Luego de tantos años, la pregunta sería: ¿hacia dónde caminamos realmente hoy? Historiadores, sociólogos y políticos tratan de entender en estos difíciles años que nos tocan vivir, mientras, las interrogantes siguen.
Como se puede notar, el más duro tramo de la consolidación stronista sirve de escenario para los intelectuales que aparecen en la década del 60. Precisamente, una de las voces más lúcidas de esa promoción, ROQUE VALLEJOS, en su "LITERATURA PARAGUAYA COMO EXPRESIÓN DE LA REALIDAD NACIONAL" nos dice que la GENERACIÓN DEL 60 "aparece bajo un signo negativo dialéctico de inconformidad frente al mundo. No entiende ya que la realidad es sólo social. Apuntala la dimensión metafísica, religiosa y filosófica" ( ..). Lamentablemente los poetas de esta promoción fueron dispersados por la coerción, la intriga política o en el peor de los casos la claudicación".
Paralelamente al sello de letanía de los escritores del 60 (ese era el ambiente que vivía el país), esa década fue terriblemente agitada y desbordante en cuanto a acontecimientos que marcaron a fuego a la humanidad. Un amplio catálogo de sucesos nos indica la forma en que brillaron las utopías, ansiosas de hallar una reivindicación existencial. Los integrantes de la GENERACIÓN DEL 60 no solamente se dedicaron a la poesía o a la narrativa, también desplegaron una inusual acción en el campo de la crítica. Los poetas del 60 tenían la expresión triste, patética, como presagiando la larga noche dictatorial que comenzó a madurar. El desafío al sistema vigente y hasta al mismo Dios fue síntoma del descontento político y metafísico que esgrimió esta fecundación de escritores contra la violencia y la injusticia.
La misma narrativa nacional de esos años enfoca desesperadamente su preocupación por el hombre paraguayo y su destino. Integran esta promoción: FRANCISCO PÉREZ MARICEVICH (1935), LUIS MARÍA MARTÍNEZ (1933), ESTEBAN CABAÑAS (1937), MIGUEL ÁNGEL FERNÁNDEZ (1938), ROQUE VALLEJOS (1945), JACOBO RAUSKIN (1943), OSVALDO GONZÁLEZ REAL (1938), MAURICIO SCHVARTZMAN (1930-1997), JOSÉ ANTONIO PRATT MAYANS (1943), CARLOS MARTÍNEZ GAMBA (1939), MODESTO ESCOBAR AQUINO (1940), RAQUEL CHAVES (1938), RENÉE FERRER (1944), VÍCTOR CASARTELLI (1943), NILSA CASARIEGO (1944), GLADYS CARMAGNOLA (1939), MIGUEL ÁNGEL CABALLERO FIGÚN (1944-2005), WILLIAM BAECKER (1944), JUAN BAUTISTA RIVAROLA MATTO (1933-1991), VÍCTOR JACINTO FLECHA (1947), RUDY TORGA (1938-2002), LINO TRINIDAD SANABRIA (1934), AURELIO GONZÁLEZ CANALE (1943), NOEMÍ FERRARI DE NAGY (1914-1994), LILIAN STRATA DE NAPOUT (1945) y ELY MERCADO DE VERA (1939-1999).
TERESA MÉNDEZ-FAITH, en su libro "BREVE DICCIONARIO DE LA LITERATURA PARAGUAYA" nos dice que los del 60 "reflejan una aguda conciencia de los problemas político-económicos del país expresados en versos claros, simples, esenciales, y rechazan el lenguaje meramente retórico y hueco, sin relevancia humana o social".
Se puede señalar que en la década del 60 la producción narrativa es escasa, no obstante aparecen importantes obras críticas acerca de la literatura de nuestro país, además de algunas obras que recrean el contexto histórico y político del Paraguay. Como ya adelantáramos en estas páginas, en 1962, por ejemplo, aparece "EL PECHO Y LA ESPALDA", de JORGE RITTER. Asimismo, "EL ESPEJO Y EL CANASTO", de JOSEFINA PLÁ (1965); "IMÁGENES SIN TIERRA" (1965), novela del poeta JOSÉ LUIS APPLEYARD. MARIO HALLEY MORA presenta en 1965 "QUEMA DE JUDAS", CARLOS VILLAGRA MARSAL "MANCUELLO Y LA PERDIZ" (1965), CARLOS ZUBIZARRETA "LOS GRILLOS DE LA DUDA" (1966). También en 1966 ANA IRIS CHAVES DE FERREIRO ofrece "CRÓNICAS DE UNA FAMILIA". Entre 1960-1964 la revista "DIÁLOGO", fundada y dirigida MIGUEL ÁNGEL FERNÁNDEZ, cumple el importante papel de difundir una amplia temática que tiene que ver con el arte y el pensamiento. Tenía un staff de colaboradores de excelente calidad. De la citada publicación nacen posteriormente los "CUADERNOS DE LA PIRIRITA" y "CUADERNOS DEL COLIBRÍ" que dieron a conocer varios títulos de autores nacionales y extranjeros. "DIÁLOGO" fue una publicación plenamente identificada con los sucesos del 60.
Fuente: PROCESO DE LA LITERATURA PARAGUAYA. PERFIL HISTÓRICO, BIBLIOGRAFÍA Y ENTREVISTAS A LOS MÁS DESTACADOS ESCRITORES PARAGUAYOS. Autor: VICTORIO V. SUÁREZ, Criterio Ediciones, Asunción-Paraguay, 2006 (573 páginas)
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Edición corregida y aumentada
Asunción, Paraguay
2011 (654 páginas)