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  EMPRESAS TRANSNACIONALES Y VIOLACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS - EL CASO DE TRES COMUNIDADES - GUILLERMO ORTEGA - COMPILADOR

EMPRESAS TRANSNACIONALES Y VIOLACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS - EL CASO DE TRES COMUNIDADES - GUILLERMO ORTEGA - COMPILADOR

EMPRESAS TRANSNACIONALES Y VIOLACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS.

EL CASO DE TRES COMUNIDADES

GUILLERMO ORTEGA - COMPILADOR

CLAUDIA KOROL - INTRODUCCIÓN

MILENA PEREIRA, GUILLERMO ORTEGA, CARLOS VICENTE

MOVIMIENTO NACIONAL CAMPESINO E INDÍGENA (MNCI)

XIMENA LÓPEZ

 

BASE Investigaciones Sociales

Ayolas 807 esq. Humaitá

Tel. (595–21) 451 217 Fax. (595–21) 498 306

baseis@baseis.org.py

www.baseis.org.py

Asunción, Paraguay

Esta publicación ha sido posible gracias al apoyo de

Diakonia

Primera Edición

Empresas Transnacionales y

violación de los Derechos Humanos.

El caso de tres comunidades

(Asunción, BASE IS, setiembre 2012)

ISBN : 978-99967-669-3-0

Las opiniones vertidas en esta publicación no necesariamente reflejan

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licencia se mantengan para la obra resultante.

Diseño Editorial y Tapa: Violeta Doldán

Impresión: Arandurã Editoria

 

 

ÍNDICE

Presentación | 5

Introducción | 9

1. Los Derechos Humanos y los Agronegocios

Milena Pereira, BASE IS-Paraguay|15

2. Los Agronegocios

Guillermo Ortega, BASE IS-Paraguay | 25

3. Elementos para juzgar a las empresas transnacionales. Cargill y Monsanto | 35

3.1 Cargill

Carlos Vicente, GRAIN y Acción por laBiodiversidad- Argentina | 35

3.2 Monsanto Movimiento Nacional Campesino e Indígena (MNCI)-Argentina | 52

3.3 Denuncias contra Monsanto y Cargill en el Juicio Ético y Popular a las Transnacionales, 2011 | 79

4. Violación de derechos humanos a comunidades campesinas del Paraguay Ximena López, BASE IS-Paraguay |97

5. Conclusión Ximena López, BASE IS-Paraguay | 119

Bibliografía | 127

 

Anexo 1.

Sentencia: Juicio Ético Popular a las Empresas Transnacionales y Nacionales Megaextractivas del Noroeste Argentino (NOA) - 23 al 25 de setiembre de 2011| 131

Anexo 2.

Sentencia: Juicio Ético y Popular a las Transnacionales en Patagonia-Argentina 6 y 17 de setiembre de 2011 | 139

Anexo 3.

Sentencia Final del Tribunal del Juicio Ético a las Transnacionales. Buenos Aires | 155

Anexo 4.

Participantes del Proceso de Juicio Ético Popular a las Transnacionales | 185

Anexo 5.

Organizaciones convocantes del Juicio Ético Popular a las Transnacionales | 187

 

 

PRESENTACIÓN

El impacto del actual modo de acumulación del capitalismo, ocasiona una ola de terror, muerte, saqueo, mutilación y enfermedades, con la misma consigna. Antes, con los espejitos, ahora, con resolver el hambre en el mundo. No ha cambiado el origen de la acumulación del capital, solamente se transfiguró en semillas transgénicas y en todos los insumos químicos que trae detrás el avance tecnológico.

La rápida diseminación de la tecnología muestra a diario los espectros de muerte que va dejando; la desaparición de los microorganismos del suelo, la contaminación de las fuentes de agua, del aire, la desaparición de especies ictícolas, batracios, avispas, la flora, la migración forzada de comunidades indígenas y campesinas, la desaparición de semillas nativas y más.

Este material quiere resumir las diversas formas de atrocidades cometidas por el sistema capitalista, machista, patriarcal, en su fase actual, realizando una relación con un tema que requerirá profundización más adelante. Es decir, tomar como referencia el concepto de derechos humanos, los mecanismos de aplicación y uno en especial, considerar la violación de los derechos humanos y muerte de seres humanos como crímenes de lesa humanidad, en donde se pueda implicar y condenar a las empresas transnacionales como agentes atentatorios de los derechos humanos. De igual manera, el empuje del movimiento social, la relevancia que tiene la naturaleza, el deterioro por los cambios que sufre, exige que se pueda hablar hoy en día, de Derechos de la Naturaleza, concepto que se incorporó en varias constituciones de países de América del Sur. Se detalla su pertinencia en el apartado número uno del documento.

En el siguiente punto, se aborda el tema del debate, las transnacionales y su inserción en la agricultura desplazando a aquellas personas que viven de esta actividad como eje central de su cultura, incorporando una lógica mercantilista de la naturaleza. Con esa lógica cambia totalmente la idea que se tenía sobre la agricultura. Se intensifican los cultivos que utilizan los adelantos tecnológicos y se modifica el modo de sembrar usando un solo tipo de semilla modificada genéticamente que contamina a las demás plantas, y elimina a los insectos y microorganismos existentes en la tierra. Todo esto se realiza para obtener mayor lucro en elmenor tiempo posible. Además, los precios se elevan en forma artificial, con venta a futuro, comerciados en la bolsa de valores de los principales mercados del mundo. Ya no es el agricultor o agricultora quien se encarga de vender sus productos a nivel local. Estos productos, con la nueva lógica, deben viajar kilómetros y kilómetros hasta llegar a destino en otro país distinto, donde se los industrializa y de nuevo vuelven al país de origen, con otras características, empaquetados o embotellados y se distribuyen en los comercios, en los supermercados, de donde el productor o consumidor vuelve a comprar su mismo producto.

La expansión del modo de trabajar la tierra, con fuerte inversión en capital y tecnología, ya no necesita de los agricultores y agricultoras.

En la medida en que crece, disminuye la población campesina e indígena, quienes deben vender sus tierras y refugiarse en las ciudades donde viven en condiciones deplorables y sin esperanzas. El nivel de concentración de estas empresas generadoras de pobres, va en aumento. Ya no solo se dedican a vender semillas, sino agrotóxicos y fertilizantes; al mismo tiempo ofrecen créditos, producen o compran productos, los guardan en silos y los procesan o venden en forma natural, los trasladan en sus propias barcazas hasta un puerto, donde los embarcan en un carguero cuyo destino es Europa o Asia. De esta manera, controlan toda la cadena de producción.

Se señala también cómo las empresas transnacionales se instalaron en el país, la forma en que ingresaron de manera totalmente ilícita, vía contrabando, para ir debilitando a las semillas nativas, con la complicidad de las autoridades encargadas de velar por la defensa de la agricultura del campesinado.

En el tercer punto, se profundiza la caracterización de dos empresas transnacionales, las más reveladoras del proceso de despojo y violación de los derechos humanos. Se las analiza a partir de sus influencias en el mundo, su expansión, las resistencias que generan, las luchas de los movimientos sociales, y las consecuencias nefastas para la vida de las personas. Se detalla la forma de actuar de cada una, la retórica que utilizan y la compra de conciencia de los investigadores, autoridades, académicos y ciudadanía en general.

Como un resumen detallado de las acciones que se vienen realizando para frenar el avance de los monocultivos y sus consecuencias en la naturaleza, en la biodiversidad, en la región, se transcribe el siguiente punto, el encuentro que se desarrolló en la ciudad de Wanda, Misiones (Argentina), donde se unieron tres países para denunciar los atropellos a los derechos humanos y las muertes que causa la instalación de estas empresas en sus territorios.

En el punto cinco se detalla de manera pormenorizada la violación a los derechos fundamentales y la muerte de varias personas como consecuencia de la implementación del “paquete tecnológico” de la biotecnología por parte de estas empresas. Los casos que se mencionan ocurrieron en el Paraguay, y son referencia para las organizaciones campesinas en su lucha diaria contra las empresas transnacionales. Los hechos incorporan a los principales actores y demuestran su responsabilidad en la negación de una “justicia” rápida para las víctimas. En algunos casos, trascienden los límites de las fronteras, por ello son necesarias las articulaciones a nivel internacional, donde se encuentran otras formas de violaciones, con otras modalidades, pero con el mismo objetivo, de despojar a la población de sus territorios, para intensificar la explotación y extracción de las riquezas.

En el último punto se presentan los resultados de los Juicios Éticos que fueron realizados en diversas partes de Argentina, donde se abordan otras modalidades de extracción de la naturaleza, centrada principalmente en la minería, y la explotación de la caña de azúcar para celulosa, que provocan las mismas consecuencias en la población y territorios. Como culminación del proceso, se expone la sentencia final emitida en Buenos Aires, que sintetiza a los demás juicios.

 

 

INTRODUCCIÓN

Los pueblos de nuestra región, con cuna y palabra guaraní, buscan la Tierra Sin Mal.

La buscan en una larga peregrinación desde hace siglos.

La buscan de diferentes maneras.

Unos pueblos han creído que la encontrarían en su marcha, y dejaron todo para ir tras ese horizonte. Muchos murieron en el intento, sembrando sus vidas en el camino. De muchos caminos sembrados de vidas está hecha la esperanza en Nuestra América.

Otros han intentado transformar los propios territorios en espacios “libres” de crímenes contra la humanidad y contra la naturaleza.

Los pueblos de nuestra región han ido sabiendo que lo que se llama o conoce como “justicia”, poco ha hecho para terminar con la irracionalidad de un poder que mata, destruye, contamina, arruina a la naturaleza y a las personas, niega las culturas y las maneras de entender la vida y la muerte.

Frente a esa realidad de una justicia clasista, racista, patriarcal, se han intentando muchas maneras de resistir, y en esa resistencia volver a pensar en la justicia, en el cuidado del agua, del aire, de las plantas, de los niños y niñas, de las comunidades, rehaciendo el territorio que habitamos, para acercarnos a la “tierra sin mal”.

Pero una y otra vez el poder nacional y transnacional ha impuesto violentamente sus reglas, sus leyes, sus órdenes, sus fronteras, su lenguaje, sus maneras de dividirnos, sus guerras, sus genocidios, sus invasiones, sus memorias y sus olvidos.

El Juicio Ético Popular a las Transnacionales, que se desarrolló durante el 2011 en la Triple Frontera (Argentina, Brasil y Paraguay) tuvo un momento de síntesis en la ciudad de Wanda (Provincia de Misiones, Argentina) los días 30 de septiembre y 1 de octubre de 2011, fue parte de un proceso abarcativo de otras regiones. En esta iniciativa nos encontramos diferentes organizaciones sociales y compartimos nuestras luchas, identificando a algunas de las corporaciones transnacionales que vienen ejecutando sistemáticamente crímenes contra nuestras poblaciones.

Muchos de los dolores que habitualmente sentimos, tomaron sentido al conectarse con otros dolores y al entenderlos no como una desgracia personal, sino como parte de un proceso de expropiación de nuestras riquezas, de nuestros bienes, de nuestras vidas, realizado sistemáticamente por el capital concentrado y los poderes que lo sirven. Una fiscalía popular organizó cuidadosamente las denuncias, en un diálogo entre afectados/as, poblaciones, e investigadores/as. Un tribunal ético popular valoró estas presentaciones y trabajó junto con la fiscalía en la elaboración de la sentencia.

En este Juicio Ético Popular a las Transnacionales, los casos que se presentaron son apenas una muestra que nos ilustra cómo se construye un sistema, que en nombre del desarrollo y del progreso, ha venido devastando nuestros espacios habitables y nuestras vidas.

Varios debates atravesaron el proceso. Porque no se trataba –no se trata– de actuar en las claves y respetando los códigos de un sistema de justicia hecho para defender los intereses y proyectos del capitalismo colonial y patriarcal. Necesitábamos nuevas maneras de entender la justicia que se ajustaran a nuestra necesidad de vivir bien, en una tierra sin mal.

Pero el colonialismo es parte de la cultura de los vencidos, de los oprimidos y oprimidas. Hablamos su lenguaje para entendernos entre quienes vivimos de un lado y otro de la frontera. Creemos muchas veces en sus leyes –aunque sospechemos de ellas y de sus intenciones–.

Buscamos legitimidad en un sentido común manipulado por los grandes medios de incomunicación. Pretendemos legitimidad en sus términos.

Subestimamos nuestras posibilidades de crear una nueva racionalidad que enamore al imaginario popular.

El Juicio Ético Popular a las Transnacionales fue – fundamentalmente– un ejercicio de educación popular, de auto educación, en el que nos contamos lo que nos pasaba, cuáles eran nuestros dolores, por qué luchamos, contra qué y contra quiénes dirigimos nuestras demandas. Para profundizar nuestro conocimiento de la realidad, investigamos quiénes son las corporaciones responsables de tanta destrucción, analizamos las responsabilidades de quienes abren las puertas para su instalación en nuestros territorios, estudiamos quiénes son los sectores de los poderes locales que crean condiciones para su existencia, gobernando, legislando, juzgando, reprimiendo, formando consenso social para sus acciones depredadoras a través del ocultamiento o de la desinformación.

El Juicio Ético Popular a las Transnacionales fue una oportunidad –es todavía una posibilidad– para pensarnos colectivamente. En el caso de la Triple Frontera, es también un camino para sentirnos habitantes de una región que tendrá que abolir las fronteras para integrarse en un proyecto colectivo nacido desde los pueblos y no desde los poderes. Decisión que implica una mirada crítica real a la historia en la que los poderes locales de Argentina, Uruguay y Brasil, fueron agentes directos del exterminio del pueblo paraguayo en la Guerra de la Triple Alianza, tema que no puede ser obviado a la hora de hablar de una real integración de nuestros proyectos políticos. Cuando todavía es tan grande la deuda con el pueblo paraguayo por la expropiación de los recursos acuíferos realizados por Brasil y Argentina, a través de las grandes represas de Itaipú y Yacyretá. Cuando los pueblos de Paraguay y de Uruguay son considerados socios menores en integraciones que imponen la hegemonía de los intereses de las élites gobernantes de Brasil y Argentina, como es el Mercosur o Unasur.

Crear una nueva realidad nos obliga a analizar críticamente a ésta en la que vivimos, y a proyectar de manera antagónica una cultura de vida y no de muerte, avanzando en la recuperación de los saberes que nacen de una agricultura de agricultores –no los saberes impuestos por los laboratorios de pesticidas y agrotóxicos-, saberes que posibiliten regresar a una alimentación basada en los frutos de la naturaleza, y no a los derivados de productos contaminados y contaminantes. Recuperar la riqueza enorme de un agua que todavía fluye abundantemente en la región, evitando avanzar en su represamiento. Una cultura en la que las comunidades cultivan la historia sembrada con memoria fértil, defienden la semilla criolla, y piensan no en las ganancias del capital, sino en la preparación de un mundo habitable no sólo por ellas mismas sino por las próximas generaciones.

Al publicar estos materiales, compilados por BASE Investigaciones Sociales de Paraguay y por el Centro de Investigación e Información de los Movimientos Sociales Latinoamericanos de Argentina, esperamos contribuir a que esta manera de hacer “justicia” con un derecho propio, inventando nuestros códigos éticos desde una perspectiva de poder popular, se pueda extender, multiplicar, para volverse parte de los procesos de reflexión-acción de las organizaciones sociales que encuentren en estos textos, información y análisis útil para fortalecer y proyectar sus resistencias.

Quisiera llamar la atención sobre la necesidad de poner en debateen los procesos de formación política que pudieran realizarse con este libro, algunos conceptos que figuran en la sentencia final, en los que se profundiza la discusión sobre los derechos humanos y los derechos de la naturaleza, y los alcances de los mismos. El colonialismo en Nuestra América ha impuesto una racionalidad en la que incluso el pensamiento progresista queda “atravesado” por paradigmas como el de los derechos humanos, inspirado en la Revolución Francesa, que acentúan la perspectiva de los derechos individuales, los “derechos del hombre”, construidos desde un paradigma que desconoce los derechos comunitarios, y escinde a la humanidad de la naturaleza.

Si bien esta racionalidad progresista ha sido un avance ante las lógicas oscurantistas de la Edad Media europea, sigue siendo un pensamiento importado a nuestro continente, que favorece el ocultamiento de otras maneras de vivir los derechos, como son los derechos de las comunidades, de las poblaciones que viven de la tierra y como parte de ella, no intentando dominarla ni poseerla.

En el Juicio Ético Popular a las Transnacionales se recuperaron las miradas de los pueblos originarios, que desde distintas culturas aportan a la idea del buen vivir. La justicia, en esta perspectiva, asume el paradigma de los derechos humanos, pero cuestiona la idea de limitarlos a derechos individuales, y más aún, a considerarlos de acuerdo con las pautas culturales de los vencedores y de su legalidad. Ese cuestionamiento implica también visibilizar y denunciar las dinámicas racistas y clasistas que niegan o subestiman los procesos de extinción de culturas completas, que requieren para su existencia el respeto a su relación con el territorio del que son parte.

Se plantea un debate necesario sobre la continuidad del genocidio de los pueblos originarios, que a través de diferentes formas realizan las transnacionales junto con los poderes locales que las sostienen; y se ponen también en debate los derechos de la naturaleza. Se caracteriza a los crímenes realizados por el poder transnacional y sus cómplices, como crímenes de lesa humanidad y de lesa naturaleza. Esta definición –fruto de un intenso debate– llama la atención sobre la gravedad con la que las comunidades hoy viven las actuales formas de destrucción y muerte del “desarrollo capitalista”. Es evidente que frente a crímenes de esta magnitud, no alcanza con una sentencia ética. Ésta es solo un paso. Es necesario quepodamos generar un gran debate político popular sobre cómo enfrentarlos, y cómo crear la conciencia necesaria en la sociedad para derrotar a la indiferencia, que es la mejor aliada de la impunidad.

¿Podremos pasar del juicio ético, realizado en nuestros propios códigos, a una sanción política a las transnacionales y a su poder?

Esto requerirá seguramente de otro tipo de acumulación de fuerzas, de creación de alternativas, de formulación de un proyecto de poder popular, que no solo denuncie sino que tenga la fuerza para derrotar al conjunto de opresiones que surgen de un sistema de dominación capitalista, patriarcal, racista. Nuestros debates no solo pugnan por la creación de esa fuerza popular, sino por hacerlo de manera creativa, desorganizando el mundo impuesto por la violencia, e inventando una manera de encontrarnos en nuestras propias reglas, en nuestras propias leyes, en nuestras lenguas, en nuestras danzas, en nuestros alimentos, en nuestras semillas, en nuestras decisiones sobre nuestros cuerpos y nuestros territorios, en una historia que sea definitivamente nuestra.

Claudia Korol

Buenos Aires, en las vísperas del 19 y 20 de diciembre (“nuestra rebelión”).




Fuente: BASE INVESTIGACIONES SOCIALES

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