ELEGÍA
Demasiado orgulloso para morir; destrozado y ciego murió
De la manera más atroz, y no volvió la espalda,
Hombre frío y bondadoso bravo en su estrecho orgullo
En aquel día aciago. Oh por siempre pueda
El yacer blandamente, al fin, sobre la última, cruzada
Colina, bajo la hierba, enamorado, y allí crecer
Joven entre los largos rebaños, y nunca reposar perdido
O quieto todos los innúmeros días de su muerte, aunque
Sobre todo él añoraba el pecho de su madre
Que era descanso y polvo, y en la bondadosa tierra
La más oscura justicia de la muerte, ciega y no bendita. Que no encuentre paz sino sea prohijado y hallado,
Yo rezaba en la acuclillada pieza, junto a su ciego lecho, En la silenciosa casa, un minuto antes
Del mediodía, de la noche y de la luz. Los ríos de la muerte
Veteaban su pobre mano que yo sostenía, y vi
A través de sus ojos ciegos hasta las raíces del mar.
(Un hombre viejo y atormentado tres-cuartos ciego,
No me siento tan orgulloso de gritar que El y él
Nunca nunca desaparecerán de mi mente.
Todos sus huesos llorando, y pobres en todo menos en dolor,
Siendo inocente, se aterrorizó de su muerte
Odiando su Dios, pero lo que fue era claro:
Un viejo hombre bondadoso bravo dentro de su ardiente orgullo.
Los bastones de la casa eran suyos; los libros que poseía. Aún siendo niño nunca había llorado;
Tampoco ahora, salvo a su secreta herida.
De sus ojos vi la última luz resbalar.
Aquí en medio de la luz del dominante cielo
Un viejo hombre ciego está conmigo a donde voy
Caminando en las praderas del ojo filial
Sobre quien un mundo de desgracias cayó como nieve.
Lloró mientras moría, temiendo al final el último
Sonido de las esferas, el mundo apagándose sin aliento. Demasiado orgulloso para llorar, demasiado frágil para detener las lágrimas,
Y apresado entre dos noches, la ceguera y la muerte.
Oh la herida más profunda de todas que tuviera que morir
En el más negro día. Oh, pudo esconder
Las lágrimas de sus ojos, demasiado orgulloso para llorar.
Hasta que yo muera no me abandonará)
De Dylan Thomas (“Collected Poems”):
NO VAYAS DÓCILMENTE HACIA LA BONDADOSA OSCURIDAD
No vayas dócilmente hacia la bondadosa oscuridad.
La vejez debería arder y bramar al fin del día;
Encolerízate, protesta contra la muerte de la luz.
Aunque los sabios al final saben que la oscuridad es cierta
Porque sus palabras no han hendido el rayo, ellos
No van dócilmente hacia aquella bondadosa oscuridad.
Los hombres buenos, contra la última ola, quejándose de lo brillantemente
Que sus frágiles hechos podrían haber danzado en una verde bahía,
Se encolerizan, protestan contra la muerte de la luz.
Hombres salvajes que apresaron y cantaron al sol en vuelo,
Y aprendieron, demasiado tarde, que ellos lo apenaron en su marcha,
No van dócilmente hacia la bondadosa oscuridad.
Hombres solemnes, próximos a morir, que ven con cegadora visión
Que los ojos ciegos pueden arder como meteoros y ser alegres,
Se encolerizan, protestan contra la muerte de la luz.
Y tú, padre mío, allí sobre la triste altura,
Maldíceme, bendíceme ahora con tus fieras lágrimas, te ruego.
No vayas dócilmente hacia la bondadosa oscuridad. Encolerízate, protesta contra la muerte de la luz.