LA LEYENDA DE MUA MUA
Versión de JORGE MONTESINO
Las lavanderas en el arroyo Mbokaja. Trabajan y ríen. Son felices más allá de las desdichas de amor que todas han experimentado alguna vez. Bonichua las observa. Les ofrece filtros para el amor. Las lavanderas cuentan sus historias. Cambian hierbas que atraerán al amado por algunos vestidos. Ofrecen sus productos y se llevan encerradas muy cerca de la piel aquellas hierbas que les traerán la felicidad.
Ahora un hombre baja hacia el arroyo arrastrando un ciervo muerto. Le ha dado caza y viene a lavarse la sangre que le mancha el cuerpo. Asukape es su nombre y lleva un talismán poderoso colgado a su cuello. Una itakaru encierra el talismán, la misteriosa piedra que Asukape ha extraído de las mágicas minas de Juty. La piedra que crece alimentándose como los seres vivos.
Bonichua siente que su cuerpo se estremece ante la presencia de aquel joven hermoso.
Bonichua es una mujer vieja, fea, desdentada y lleva como una condena un enorme bocio en la garganta. Todas las mujeres de su familia han tenido ese aspecto terrible que les da el bocio levantado. Todas las mujeres de su familia han sido hechiceras. Todas han acercado a los amantes con sus hierbas y han destruido a aquellos hombres que quisieron escaparse de su influjo.
Bonichua vive en una cueva cerca del arroyo. Hasta allí lleva las hierbas que recoge por las noches y allí hierve sus caldos mágicos en las noches de tormenta propicias para los efectos destructores. Los hombres que se acercan hasta la cueva para pedirle hierbas y filtros que les ayuden a conquistar a sus amadas se quedan en el lugar por uno o varios días y vuelven hoscos y retraídos. Vuelven sinhaberse resistido a los encantamientos artificiales de la bruja. Aquellos que osan despreciarla o se burlan de sus poderes amanecen muertos en cualquier parte o quedan idiotas para siempre.
Bonichua, cuando conversa con las lavanderas, se jacta de sus poderes y ríe con ellas. Las lavanderas saben que es mejor tenerla de su lado. Pero ahora Bonichua ha puesto sus ojos en aquel joven que se aleja con el ciervo al hombro.
A partir de entonces la vieja intenta atraer al muchacho con toda de clase de artimañas mágicas pero extrañamente el joven resiste lo que otros no podrían ni tan sólo por un instante. Varias son las veces que Bonichua encara con soberbia, confiando en sus filtros, al joven. Pero éste continúa su camino como si nada. El secreto del joven es su itakuru y todos los cuidados que pone desde que se percata de la persecución de la bruja.
Asukape tiene una mujer joven y hermosa. Avatiky se llama la joven. Asukape le ha dicho que no se aventure sola por los caminos del poblado. Que no se aleje, pero su naturaleza andariega la lleva a recorrer los sitios del pueblo y a llegar hasta el arroyo. Allí, sentada sobre una piedra, los pies en el agua, entona una canción de amor donde nombra a su amado. La bruja sale de su cueva y observa a la criatura. Sale decidida. Intenta engañarla y atraerla a su cueva pero la jovencita pone reparos así que Bonichua la rapta, arrastrándola con su terrible fuerza hasta lo más oscuro de la cueva.
Avatiky insulta a la vieja, le ofrece sus joyas... pero la bruja quiere el amor de Asukape y no otra cosa. Avatiky le dice que jamás podrá tenerlo ni aunque quedara como la única mujer sobre la tierra. Bonichua enceguecida toma un hacha y le corta un brazo. El grito de la joven retumba con gran fuerza dentro de aquel tenebroso lugar y queda allí rondando, ahogado, sin poder salir al exterior. Es un refugio seguro aquella cueva para la bruja. La vieja completa su obra. Acalla los gritos de Avatiky hachazo tras hachazo. La tritura y al final, cansada envuelve los pedazos en un lienzo y sale al exterior. La noche sin luna brilla como un negro monstruo. Bonichua arroja con fuerza de monstruo la bolsa con los restos de Avatiky hacia la cumbre del cerro.
No había termina de caer aquella bolsa cuando saltan mágicamente, del lugar cientos de pequeñas luces intermitentes que parecen flotar en el aire y moverse con vida propia. Bonichua mira con extrañeza el fenómeno. Se asusta. ¿Qué es esto? ¿De dónde salen esas luces que son como fuegos fatuos pequeñísimos que se mueven por sí mismos? ¿Quién ha ordenado este hechizo? Bonichua temerosa se apresta a destruir las señas del crimen pero en ese momento aparece la luna sobre los cerros. Una media luna blanca y radiante. Ya no podrá destruir aquellas señales. Esas luces que se entrometen una vez más entre ella y el amor de Asukape.
Noche tras noche Bonichua persigue a las pequeñas luciérnagas sin poder alcanzarlas ni destruirlas. Cada día hay más y más luces en las faldas del cerro. Los pequeños insectos, símbolo de la luz del amor que no puede ser exterminada jamás, dan fe del horrible crimen de Bonichua.
Fuente: 30 LEYENDAS POPULARES DEL PARAGUAY (TRASCREACIONES) . Por JORGE MONTESINO . Colección Ñandereko/ Editorial Servilibro, Asunción-Paraguay, 2006 (128 pp)
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