Muchas veces, la huida del país no alcanzaba a dejar a la persona fuera de peligro, especialmente para quienes se exiliaban en países limítrofes o quienes no habían logrado legalizar su condición de migrantes, no tenían documentos o tenían documentos falsos, por lo que debían mantenerse en la clandestinidad y evitar todo contacto con las fuerzas de seguridad para prevenir su deportación. Los exiliados paraguayos refieren a una doble persecución política en el exilio.
La primera, producida por agentes de inteligencia del régimen paraguayo, conocidos como “pyrague”. El régimen extendía su control sobre los opositores políticos en los países de exilio. Las acciones de inteligencia y control se extendían incluso a las embajadas y consulados, que cumplieron funciones de espionaje de los exiliados.