CLUB NACIONAL
Finalizada la Guerra del 70, el emblemático edificio fue sede del
TRIBUNAL DE JURADOS, TRIBUNAL´I", como lo decían los abogados,
hasta su demolición a fines de la década de los 50.
Tarjeta Postal (ca. 1901), 9 x 14
CLUB NACIONAL
En la esquina de Palma y la actual calle Chile se encontraba el elegante Club Nacional, construido en 1858 por el arquitecto Ravizza a pedido de los tres hijos de Don Carlos Antonio López: Francisco, Benigno y Venancio; y sus yernos: Vicente Barrios (esposo de Inocencia) y Saturnino Bedoya (marido de Rafaela).
Se había inaugurado el 16 de noviembre de 1859 y en sus salones se realizaban grandes fiestas. Se bailaba el “London”, introducido en Asunción por Madame Lynch, a poco de llegar de Europa.
Al cumplir cien años, en los años 60, el Gobierno paraguayo procedió a la venta del valioso patrimonio histórico, que fue demolido para la construcción del edificio del Banco de la Nación Argentina.
ELVIRA GILL DE FLEYTAS.
Exuberante vestido de novia que lució en el día de su boda
con el político EDUARDO FLEYTAS.
Albúmina (1896), 28 x 19, Manuel San Martín.
MANUELA ABENTE. Distinguida dama de la sociedad asuncena.
Albúmina (1896), 28 x 19, Manuel San Martín
FIESTA EN EL CLUB NACIONAL
Los días que precedieron al 7 de noviembre de 1863 fueron días de extraordinaria agitación y entusiasmo en los hogares de la buena sociedad asuncena, de aquella sociedad que compensaba, al revés de lo que sucede hoy, su pequeñez con su tradición acrisolada.
Iba a cumplirse el primer aniversario de la toma de posesión del gobierno por el presidente Francisco Solano López y el Club Nacional había resuelto celebrar el suceso con un fastuoso baile de trajes.
Desde las primeras horas del día 7 de noviembre, la cuadra de la calle Palma comprendida entre la de Atajo y 25 de diciembre presentaba el cuadro movido y rumoroso de una multitud curiosa. De un viejo ejemplar de “El Semanario” Nº 499, del sábado 14 de noviembre de 1863, copio las siguientes líneas: “A la hora señalada por las tarjetas de invitación el Club Nacional ostentaba tanto interior como exteriormente una verdadera magnificencia. Toda la extensión de la fachada estaba iluminada con aceite de color, coronada de trofeos de banderas cada una de sus ventanas. Una gran masa de pueblo llenaba la calle acechando el momento de llenar su curiosidad examinado las familias que llegaban en sus carruajes”.
El patio del club aparecía convertido, por obra de un señor Troya, artífice en obras de adorno, en fragante jardín, en cuyo centro los hilos de agua de una fuente -la misma que existe hoy en la quinta de la Sra. Adelina López Decoud, en la Avenida Venezuela- trazaban sus figuras caprichosas a la luz policromada de artísticos faroles chinescos.
El salón de baile ofrecía un aspecto maravilloso. Un gran escudo nacional primorosamente construido con flores que reproducían todos los símbolos del emblema, adornaba la pared principal entre un trofeo de banderas y guarnecido por iluminación tricolor. Ricos tapices colgaban de los muros y macetones con palmas ponían la nota verde de las hojas bruñidas en la cascada de oro de las luminarias.
A las 10 de la noche la fiesta estaba en su apogeo, formando las señoras y niñas un cuadro deslumbrante por la riqueza y el buen gusto de sus atavíos.
Dice la crónica de "El Semanario": "Hubo mucha variedad y lujo en los trajes, perfección en muchas y gracia en todos las señoras y señoritas, entre las que han sobresalido varias, haciéndose notar como ciertos planetas en medio de las estrellas del firmamento... Pondremos a nuestros lectores en posesión de nuestras observaciones de los más notables que hemos visto respecto a trajes. Seremos imparciales: La señora Inocencia López de Barrios, representando la diosa de la noche; Doña Francisca de Haedo en traje griego de las islas Jónicas; su hermana D. Belén en el de la ópera de Marco Spada; Doña Josefina Aramburu muy bien vestida en traje de mariposa: la señorita Eudoxia Bedoya, una perfecta gitana; doña Emerenciana Gill en traje de andaluza; su hermana D. Carolina en traje de aldeana, la Sta. Antonia Carísimo Jovellanos estuvo sobresaliente por su simplicidad, perfección y el delicado gusto con que llevo el traje de Sílfide; la Sta. Balestra, en traje de diosa de la Música; doña Ana Sión muy bien en traje de pasiega riojana; doña Tomasa Bedoya de Fernández, una dama del tiempo de la fronda, muy bien; doña Teresa S. Lamas, en traje de dama del siglo de Luis XVIII ha estado perfecta; la señora de Capdevila muy elegante en traje de marquesa, las señoritas Venancia Triay y Blasia de Bedoya han estado lindas, pero imperfectas griegas por lo largo de sus vestidos; doña Asunción Velilla ha estado bien como aldeana bretona; la señorita Concepción Chirife ha estado muy interesante y muy perfecta como calabresa. D. Catalina Machaín estuvo bien en su traje de cantinera, pero es sensible que no hubiese llevado todos sus atributos etc.
AI toque de reloj que anunciaba las 10 y 1/2, se anunció que S. E. el Sr. Presidente de la República se hacía presente en compañía de sus ministros y edecanes. La comisión del club formada por los señores José M. Aguiar, José Falcón, José M. Lamas y José Solís todos vestidos de marqueses, recibió a S. E. y lo acompañó hasta el estrado que se le había dispuesto en el salón".
Solano López no disimuló la satisfacción que le causaba el brillo de la fiesta. Los diversos trajes de estilo sentaban bien a las señoras y niñas que los habían escogido con el acierto instintivo de su inocente coquetería. Y el Presidente que asistiera a los grandes saraos de Paris, en los que la elegancia refulge con encantos supremos, se sentía halagado al ver que, en aquel salón, la distinción y gracia de la mujer asuncena no sufría nada en la comparación a que se entregaban sus recuerdos.
TERESA LAMAS CARÍSIMO DE RODRÍGUEZ (1928)
PATRONES Y OBREROS DE UN ASTILLERO ASUNCENO.
Albúmina (ca 1898), 17 x 24, Enrique Máas.
LAS GENTES
En un siglo y más, las costumbres y tradiciones han variado notablemente. Desde las vestimentas hasta los modales fueron evolucionando de manera radical. Aquellos alargados vestidos vaporosos, repletos de adornos y encajes que las mujeres lucían, a veces con estrafalarias capelinas o pamelas, quedaron como emblemas de la moda de antaño. Ni las levitas o sombreros que imponían la elegancia masculina sobrevivió a su época. Las botitas de cuero de los niños y los zapatos de charol de los adultos solo se ven en amorronadas fotografías de los abuelos. Tampoco los trajes de marinerito o simpáticos conjuntos confeccionados con recargadas pecheras tableadas o aplicaciones de nidos de abeja forman ya parte del guardarropa infantil. Y menos el sólido mensaje de respeto que imponían los rigurosos atuendos negros del luto de las viudas. Desaparecieron también las descalzas barreritas cubiertas con el infaltable akãhoja que recorrían las calles asuncenas ofertando sus productos: queso, huevos, naranjas, mandioca o cebollas.
Tradicionales estampas que incluían la visita a caballo a la novia, en los días permitidos. Cuando las parejas compartían el amor a la vista de los parientes. Tiempos de besos difíciles que obligaban al formal pedido de mano en ceremonia social. Y el casamiento, mas allá de la unión carnal de un hombre y una mujer, era un acontecimiento celebrado con júbilo por las familias que, a la vez acrecentaban poderíos económicos. Juntar un apellido ilustre con otro de Ancio abolengo era el deseo irrenunciable de los padres que solían dirigir el destino de sus hijos en edad de formar un hogar. Pocos eran, entonces, los jóvenes que se animaban a desoír las voces imperativas de sus progenitores. Y cuando lo hacían debían huir de la casa, quizás para nunca obtener el perdón paterno. O tal vez apelar a la llegada de los nietos para ablandar los sentimientos y recomponer el cariño familiar.
En un siglo y más, los recuerdos parecen tan lejanos. Y las costumbres tan distintas. Aquellos tiempos, en que las gentes vestían sus mejores galas para ir a los estudios fotográficos de moda de la ciudad, quedan apenas atrapados en las imágenes obtenidas en la ocasión, Y son las mismas que se aprecian en estas páginas que rescatan del olvido las vidas vividas en Asunción, cien años atrás.
NIÑOS CON SUS VESTIMENTAS DE GALA
Ferrotipo (1870), 5 x 4, fotógrafo no identificado.
DOS MUJERES FRENTE A LA CÁMARA
Ferrotipo (1870), 5 x 4, fotógrafo no identificado.
NIÑO TOMADO DE MEDIO CUERPO
Ferrotipo, (1870), 5 x 4, fotógrafo no identificado.
RICARDO BRUGADA. Galera y guante para marcar la elegancia
del célebre político paraguayo.
Albúmina (ca 1897), 17 x 24, Manuel San Martín.
ELEGANCIA FAMILIAR
Albúmina (ca. 1886), 22 x 16, Manuel San Martín.
PAREJA EN SU DÍA NUPCIAL.
Albúmina (ca. 1898), 22 x 16, Florentino Velásquez.
LA PARAGUAYITA
Albúmina (ca 1898), 22 x 16, Florentino Velázquez
Albúmina (ca. 1898), 14 x 10, Florentino Velásquez
Albúmina (ca. 1899), 14 x 10, Miguel Resk y Hno.
BEBE EN SU VELATORIO
Albúmina (ca. 1896), 16 x 22, Manuel San Martín.
FAMILIA CABO DE VILA
Albúmina (ca. 1898), 28 x 35, Manuel San Martín.
SESIÓN FOTOGRÁFICA EN EL PATIO DE UNA FAMILIA ADINERADA.
Albúmina (ca. 1898), 17 x 23, fotógrafo no identificado.
GALA MILITAR. GENERAL JOSÉ EDUVIGIS DÍAZ
Carte de visite (ca. 1864) R y Cía. Montevideo
(Original conservado en la Biblioteca Nacional de Uruguay)
EMILIANO GONZÁLEZ NAVERO, con su esposa e hija pequeña.
Albúmina (ca. 1898), 28 x 23, Florentino Velásquez.
VICTORIA GARCÍA. Viste un vaporoso vestido negro.
Ferrotipo (ca. 1870), 9 x 7, fotógrafo no identificado.
JOSÉ DÍAZ DE BEDOYA. Político opositor al
Mariscal Francisco Solano López, fue uno de los integrantes del
Triunvirato que asumió el poder en Asunción, el 15 de Agosto de 1869.
Ambrotipo (ca. 1860), 9 x 7, fotógrafo no identificado.
DAMA CON GLAMOROSO VESTIDO Y JOYAS.
Albúmina (ca. 1885), 19 x 10, Manuel San Martín.
DESTACADAS PERSONALIDADES DE LA POLÍTICA PARAGUAYA:
BLAS GARAY, EDUARDO FLEYTAS, FACUNDO YNSFRÁN, RUFINO MAZÓ y un amigo.
Albúmina (ca. 1890), 22 x 26, Manuel San Martín.
ELEGANCIA EUROPEA
Durante la época de don Carlos Antonio López se produjo una gran revolución del vestido en el Paraguay. La indumentaria a la usanza española fue sustituida por los trajes del Segundo Imperio. Se fueron el castor y la capa, se fueron el peineton y la matilla. Los ingleses, norteamericanos, franceses y españoles venidos al Paraguay contratados por el gobierno para hacerse cargo de las diversas dependencias técnicas creadas –arsenales, ferrocarriles, etc.-, introdujeron las primeras levitas y sombreros de felpa, mientras doña Pura de Bermejo, lucia el primer miriñaque… Pronto, caballeros y damas empezaron a vestirse con sombreros, trajes y calzados hechos venir de Londres y París.
RAMÓN INDALECIO CARDOZO
EMILIO ACEVAL,
antes de convertirse en Presidente de la
República del Paraguay
Albúmina (1887), 22 x 16, Manuel San Martín.
SEÑORA CON ABANICO
Albúmina (1887), 22 x 16, Manuel San Martín.
DOS SEÑORITAS, EXPONENTES DE LA COQUETERÍA
FEMENINA DE LAS ASUNCENAS.
Albúmina (ca. 1899), 20 x 14, Florentino Velásquez
GALA DE LA MODA MASCULINA Y FEMENINA DE FINES DE SIGLO XIX
Albúmina (ca. 1898), 21 x 16, Florentino Velásquez
SALIDAS AL ATARDECER
En las estaciones del ferrocarril por donde pasaba el tren del atardecer, se congregaba lo más granado y bonito del pueblo a pasearse, hacer sociabilidad, lucir paqueterías, a dejarse ver y comprometer los filos oficiales, no cubiertos,. Los solapados se seguían mediante el audaz mimetismo lagartuno llamado yacaré. Tal vez no sin razón, se ha perseguido masivamente a este reptil. Puede ser algo sicoanalítico: un oculto desquite de la costosa y aburrida legalidad, contra la barata y divertida ilegalidad. Las estaciones y los puertos tienen siempre algo que contar. En esos sitios se producían ruidosos encuentros, abrazos, besos, intercambio de novedades y mensajes.
JOSÉ MARÍA RIVAROLA MATTO (1980)
LA PARAGUAYA
Albúmina (ca. 1885), 19 x 10, Manuel San Martín
Fuente:
ASUNCIÓN SIGLO XX
ÁLBUM FOTOGRÁFICO
COLECCIÓN JAVIER YUBI
Editorial EL LECTOR,
Telf.: 595 21 491 966/ 610 639
www.ellector.com.py
Textos: JAVIER YUBI
Corrección: EMILIA PIRIS GALEANO
Diseño gráfico: CELESTE PRIETO
Asunción – Paraguay
Agosto 2010