ASUNCIÓN SIGLO XX
ÁLBUM FOTOGRÁFICO
COLECCIÓN JAVIER YUBI
Editorial EL LECTOR,
Telf.: 595 21 491 966/ 610 639
www.ellector.com.py
Textos: JAVIER YUBI
Corrección: EMILIA PIRIS GALEANO
Diseño gráfico: CELESTE PRIETO
Asunción – Paraguay
Agosto 2010
Doctor JOSÉ GASPAR RODRÍGUEZ DE FRANCIA
carte de visite (ca 1860), reproducción de dibujo de época
REGISTRO VISUAL
Este libro-álbum titulado Asunción siglo XIX tiene por objetivo difundir un lote de fotografías tomadas entre los años 1869 y 1899, más que numeroso, importante y fundamental para entender la historia visual de la capital paraguaya. Son imágenes contempladas en la colección de Javier Yubi, investigador de la iconografía paraguaya, que logró repatriar muchas de las vistas originales diseminadas por el exterior.
EI acervo tiene la facultad de registrar el rico tesoro patrimonial de la ciudad vista y vivida en otras épocas, en este caso, en la segunda mitad de mil ochocientos. Se afirma con propiedad que, desde su invención en Paris (Francia), en 1839, la fotografía se convirtió en documento múltiple que es capaz de capturar al tiempo y detenerlo para siempre Aquellos efímeros instantes que fueron aprisionados en una cámara constituyen el recuerdo imborrable de los hechos que alegraron o conmovieron a los asuncenos del pasado. Y ahora, como registro inédito, estas 130 fotografías de valioso significado para el estudio de la evolución urbanística y social se convierten en un medio documental capaz de fortalecer el sentido de identidad ciudadana de los asuncenos de hoy.
La selección se hizo con criterio exclusivamente testimonial. Es decir, prevalece el valor del contenido, más allá del estado de conservación de las fotos, que, infelizmente, por el clima del país, caracterizado por la humedad y calor intenso, pierden nitidez. Pero nunca el encanto de devolver a la mirada tiempos idos.
Guardadas en cajas oscuras, por requerir cuidados estrictos, las fotografías de la Colección Javier Yubi ven la luz en estas páginas como un aporte cultural que busca generar conciencia acerca de la importancia de preservar la memoria histórica de la nación.
Con la Idea de que el público pueda apreciarlas tal cual llegaron a estos días, apenas se hicieron los retoques necesarios durante el proceso de digitalización. Los títulos o datos consignados por los autores fueron respetados y resaltados en negritas con el propósito de mantener la originalidad de los escritos a mano y en plumilla que eran corrientes hace más de cien años.
En sus manos, un legado muy representativo que debe servir para la reflexión acerca de los caminos transitados por la ciudad que ahora crece hacia arriba con elevados y modernos edificios del siglo XXI.
Don CARLOS ANTONIO LÓPEZ
Fotopostal (ca 1940). 13 x 9
UNA OBSESIÓN ENTREGADA A LA MEMORIA
Se trata de una obsesión con dos largas décadas de vida. El curioso coleccionista de imágenes que es Javier Yubi está pasando de su primera fase, la de colectar, restaurar, identificar y guardar fotografías en sus diversos formatos históricos (daguerrotipos, ferrotipos, cartas de visita, cartas postales) a una segunda, de carácter "devolutivo". Bien difícil pasaje, si se recuerda que el coleccionismo está asociado a un placer individual, el de poseer objetos únicos y el de disfrutarlos en restricta -en egoísta- soledad.
En vísperas del Bicentenario, Yubi empieza a entregar al público una cuidadosa edición de imágenes ordenadas temáticamente. A divulgar piezas selectas de esta colección única, que alberga más de cinco mil imágenes originales de un largo siglo (1860-1960) de historia paraguaya. Si en un volumen anterior nos había regalado con imágenes -algunas inéditas- de la Guerra Grande, esta vez es la capital del país -ese lugar abierto a la curiosidad de viajeros y fotógrafos europeos de fines del siglo XIX- el gran tema elegido por el autor. Esa bella y antigua Asunción cuyas huellas son casi irreconocibles en el actual y desordenado paisaje urbano de la capital.
El de imágenes antiguas no es un coleccionismo fácil. Porque en ausencia de fotógrafos nativos, las imágenes del XIX pertenecen casi todas a autores europeos, de fugaz paso por estas tierras o establecidos en ellas. Debido a la complejidad de las viejas técnicas de captura de imagen, eran fotografías de tirada muy restringida o se producían en ejemplares únicos. En segundo término, porque con esa desidia que nos caracteriza hacia el papel impreso, muchas imágenes del Paraguay -como sus tallas y su acervo arquitectónico, sus manuscritos, libros y monumentos- fueron victima de múltiples agresiones, no solo las del humano olvido, sino también las del clima e Insectos poco respetuosos de estas frágiles huellas de la memoria.
Finalmente, como lo que pudo salvarse de estas raras piezas está disperso por el ancho y ajeno mundo, recolectarlas supuso recorrer periódicamente pequeñas tiendas de anticuarios de capitales europeas y americanas que aun valoran este coleccionismo sofisticado y arcaico. Coleccionismo no sólo arduo y oneroso, sino exigente en saberes, Javier Yubi rastreó las biografías de los fotógrafos, sus técnicas, enriqueció su colección con un conocimiento preciso de las fuentes. Los resultados son esta obra, son estos Invalorables registros visuales para la memoria de un pueblo tan precisado de ella.
MILDA RIVAROLA
Mariscal FRANCISCO SOLANO LÓPEZ
Carte de visite (ca. 1860). fotógrafo no identificado.
CIUDAD CAMBIANTE
En su existencia de casi 500 años, Asunción se ha ido transformando. De la pequeña aldea que fue en sus inicios quedan apenas testimonios orales y quizás escasos escritos olvidados en los archivos.
Desde su fundación el 15 de agosto de 1537 por el navegante español Juan de Salazar y Espinosa, el fuerte de Nuestra Señora de la Asunción empezó a experimentar una fisonomía cambiante. ¿Cómo era en tiempo de los conquistadores españoles? Apenas la imaginación puede dibujar un paisaje acorde a la época.... un barranco del río Paraguay cubierto de vegetación y serenas ondulaciones pobladas por pájaros y animales silvestres. ...verde por donde se mire con arroyos por doquier. Y esta tierra sutil de sol intenso y lluvias torrenciales cimentó su existencia con la presencia humana estable que le dio diferentes perspectivas. De los ranchos levantados con palmas y techos de paja, pasó a la construcción de madera y adobe, que se mantuvo por siglos durante el periodo colonial. La llegada de la independencia, en la noche y madrugada del 14 y 15 de mayo de 1811, atestiguó la alineación rectilínea de las zigzagueantes calles transitadas por carretas y caballos. Con la muerte del doctor José Gaspar Rodríguez de Francia en 1840 y la asunción al poder de Don Carlos Antonio López se dio inicio a la era de edificios monumentales: La Catedral Metropolitana, el Cabildo, el Ferrocarril, la Recova, el Club Nacional y las residencias particulares de Benigno, Venancio y Francisco Solano López.
Ingenieros, técnicos y arquitectos europeos como los ingleses William Whytehead, George Paddison, George Thompson, Alonso Taylor, Percy Burell y Henry Valpy; los italianos Alejandro Ravlzza y Andrés Antonini, el húngaro Francisco Wisner de Morgenstern y el pintor francés Julio Mornet contribuyeron con sus planos y y diseños a mopdoficar el perfgil urbanístico de la capital paraguaya, una de lñas primeras fundaciones del Río de la Plata. Varias de esas obras arquitectónicas del siglo XIX perduran como símbolos de identidad nacional para orgullo de los paraguayos. Otras han desaparecido para dar espacio a los avances de la modernidad, pero quedan las artísticas imágenes captadas por los fotógrafos del ayer. Profesionales de las cámaras como el español Manuel San Martin, instalado en Asunción después de finalizar la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870); el alemán José Fresen, afincado en San Bernardino, en 1882, entre los colonos pioneros, y otros autores anónimos se tomaron el traba de enfocar los atractivos urbanos de su época. Así retrataron la calle Palma, el Mercado Guasu, el Palacio de López, las plazas céntricas, el Puerto y la Aduana, la bahía de Asunción, la Estación Ferroviaria, casas particulares de modesta presencia y escenas de la vida cotidiana de la gente. Y ahora, cien años y más después, estas fotografías, sepíadas por el peso del tiempo, reviven en las páginas de este álbum con la Intención de que los lectores puedan descubrir una historia tan diferente. Recuerdos documentales que se abren como ventanas al pasado y permiten ver lo que ya no ve, lo que ya no existe. Es como volver a una época, si no desconocida, olvidada. Y, en algunos casos, perdida.
Y es la memoria visual de la ciudad la que se recorre en este libro titulado Asuncion siglo XIX que, al conmemorar el Bicentenario de Independencia de la República del Paraguay, protagoniza un acto de fidelidad patriótica.
ASUNCIÓN, ASPECTO SUD.
Desde la terraza del Palacio de López, una perspectiva de las casas asuncenas,
especialmente las que conforman la actual Manzana de la Rivera.
Albúmina (ca. 1898), fotógrafo no identificado.
LA ASUNCIÓN DE ANTAÑO
El 16 de setiembre de 1541, el general Domingo Martínez de Irala firmó la Ordenanza creando el Cabildo y Regimiento de Asunción, la primera agrupación castellana que alcanzó titulo y rango de ciudad en la vasta provincia del Rio de la Plata, de la cual fuera capital quince años más tarde, antes de serlo de la República del Paraguay.
Don Pedro de Mendoza, primer gobernante castellano por designación del Rey Católico no tardó en darse cuenta de que los territorios de su Adelantamiento carecían en absoluto de las riquezas anheladas, y con visión exacta de las necesidades del momento, tendió todos sus esfuerzos para alcanzar cuanto antes las regiones donde creía encontrarlas.
No le movía solamente un interés personal, sino también el deseo de salvar la armada que trajera, comprometiendo la suerte de mucha gente y la vida de sus compañeros, entre los cuales cundía la insubordinación como consecuencia del desengaño y la miseria.
CAMINO A SAN MIGUEL
Curva que conecta las actuales avenidas
MARISCAL LÓPEZ y GENERAL MÁXIMO SANTOS
Albúmina (ca. 1890), 20 x 29, Manuel San Martín.
Enfermo y arruinado, apuró la entrada hacia la región de los metales ante el temor de revueltas y deserciones.
A dicho propósito se debió la fundación de los fuertes de Corpus-Christi y Buna Esperanza, primero, luego el envió del capitán Juan de Ayolas para "calar la tierra' y en contacto con los conquistadores del Perú, y por último, las órdenes de sacar toda la gente de los fuertes que habían alzado en los ríos de la entrada para concentrarla en el Paraguay.
Dichas órdenes fueron impartidas a Ayolas y seguramente reiteradas por medio de Juan de Salazar de Espinosa, cuando le envió en seguimiento de Ayolas.
Mas ni este, que solo estuvo de paso allí, ni su lugarteniente general, el capitán Irala, comprometido a aguardar la vuelta del jefe, pudieron ocuparse personalmente de realizar la fundación necesaria. Por ello se delegó la misión a Salazar, quien levanto la casafuerte de Nuestra Señora de Asunción el 15 de agosto de 1537.
Asiento precario, sin otra función que la de servir para almacenar bastimentos y dar descanso a los expedicionarios, su erección no se consideró de trascendencia, y por ese motivo no dio lugar a ceremonias ni se asentó en acta notarial, como era de rigor en las fundaciones de ciudades.
Mas la suavidad de su clima, la mansedumbre de sus aborígenes y una ubicación estratégica para las necesidades castellanas fueron causa de arraigo y acrecentamiento.
Circunstancias políticas y necesidades vitales obligaron al general Domingo Martínez de Irala a reconcentrar en Asunción a todos los componentes de la armada del Adelantado Mendoza que se hallaban distribuidos entre diversos sitios, cumpliendo de esta manera la voluntad del mismo Adelantado, a que me referí antes.
La agrupación de tantos hombres requería el establecimiento de autoridades que impusieran orden y administraran justicia. Y para obtenerlo creo el Cabildo y Regimiento que fundamentó al régimen municipal y preparó el desarrollo de la ciudad alrededor de la primitiva casa-fuerte.
Esta sencilla ordenanza, al parecer de carácter local, tuvo, sin embargo, una proyección en la historia rioplatense, pues al dar existencia legal a los que era un asentamiento transitorio, le acordó perpetuidad y dio la categoría de vecinos a sus ocupantes.
La nueva entidad permitió formar expediciones que extendieron la conquista, afirmando definitivamente el dominio de la Corona de Castilla sobre esta parte de las Indias.
RICARDO DE LAFUENTE MACHAIN (1943)
CALLE PALMAS
Los transeúntes caminan por la vereda de la actual tienda NUEVA AMERICANA.
En la esquina opuesta, se observa el MERCADO GUASU y al fondo la cúpula
del ORATORIO DE NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN
(PANTEÓN NACIONAL DE LOS HÉROES)
Albúmina (1898), 9 x 15, JOSÉ FRESEN.
CALLE PALMA
En los tiempos coloniales se llamaba Calle Real de la Vera Cruz, tal como puede leerse en un plano de Asunción dibujado por Félix de Azara en 1786.
Por Decreto del 1 ° de abril de 1849 se denominó "Calle de la Palma" a la céntrica vía, la más comercial de la capital paraguaya, que reunía a las clásicas pulperías, registros (tiendas), boticas (farmacias), zapaterías, barberías, librerías y salones de bar.
A principios de 1900, la calle "Palmas" fue pavimentada con adoquines de madera en el tramo comprendido entre Alberdi y 14 de Mayo, lo que se conocía como "petit boulevard" y era el sitio de encuentro de la Elite asuncena.
Su nombre tiene relación con el símbolo de paz del escudo paraguayo; la estrella en medio de la palma y el olivo, que fue adoptado por el Congreso extraordinario del 25 de noviembre de 1842.
CALLE PALMAS
En la esquina de 14 de Mayo sobresale el PALACIO de BENIGNO LÓPEZ.
Carretas y hombre a caballo transitan por el centro de Asunción.
Albúmina (ca. 1890), 20 x 29, Manuel San Martín
PALACIO DE BENIGNO LÓPEZ
En la esquina de Palma y 14 de Mayo se halla la ex residencia de Benigno López. La gran casona fue edificada en 1855, con base en la arquitectura neoclásica Italiana, implantada en Asunción por el arquitecto Ravizza, Adornan su frente hermosos bajorrelieves decorativos de estilo corintio y balcones de hierro forjado. En su interior se observan grandes columnas dóricas y mármol en los pisos.
Su dueño, Benigno López Carrillo, fue fusilado en Lomas Valentinas el 21 de diciembre de 1868, acusado de traicionar a su hermano, el Mariscal López, durante la Guerra de la Triple Alianza. Tras los sucesos bélicos, la propiedad quedó como herencia a su hermana Rafaela López.
En 1875, el empresario catalán Grau lo tomó en concesión y realizó modificaciones estructurales para transformarla en el Hotel Hispano-Americano, el más selecto y cotizado de la ciudad.
En tiempos de la guerra contra Bolivia (1932-1935) se convirtió en hospital de evacuados para atender a los combatientes.
Desde 1969 funcionó como casa Central del Banco Asunción S.A: y en la actualidad es sede del Ministerio de Relaciones Exteriores.
CLUB NACIONAL
Finalizada la Guerra del 70, el emblemático edificio fue sede del
TRIBUNAL DE JURADOS, TRIBUNAL´I", como lo decían los abogados,
hasta su demolición a fines de la década de los 50.
Tarjeta Postal (ca. 1901), 9 x 14
CLUB NACIONAL
En la esquina de Palma y la actual calle Chile se encontraba el elegante Club Nacional, construido en 1858 por el arquitecto Ravizza a pedido de los tres hijos de Don Carlos Antonio López: Francisco, Benigno y Venancio; y sus yernos: Vicente Barrios (esposo de Inocencia) y Saturnino Bedoya (marido de Rafaela).
Se había inaugurado el 16 de noviembre de 1859 y en sus salones se realizaban grandes fiestas. Se bailaba el “London”, introducido en Asunción por Madame Lynch, a poco de llegar de Europa.
Al cumplir cien años, en los años 60, el Gobierno paraguayo procedió a la venta del valioso patrimonio histórico, que fue demolido para la construcción del edificio del Banco de la Nación Argentina.
ELVIRA GILL DE FLEYTAS.
Exuberante vestido de novia que lució en el día de su boda
con el político EDUARDO FLEYTAS.
Albúmina (1896), 28 x 19, Manuel San Martín.
FIESTA EN EL CLUB NACIONAL
Los días que precedieron al 7 de noviembre de 1863 fueron días de extraordinaria agitación y entusiasmo en los hogares de la buena sociedad asuncena, de aquella sociedad que compensaba, al revés de lo que sucede hoy, su pequeñez con su tradición acrisolada.
Iba a cumplirse el primer aniversario de la toma de posesión del gobierno por el presidente Francisco Solano López y el Club Nacional había resuelto celebrar el suceso con un fastuoso baile de trajes.
Desde las primeras horas del día 7 de noviembre, la cuadra de la calle Palma comprendida entre la de Atajo y 25 de diciembre presentaba el cuadro movido y rumoroso de una multitud curiosa. De un viejo ejemplar de “El Semanario” Nº 499, del sábado 14 de noviembre de 1863, copio las siguientes líneas: “A la hora señalada por las tarjetas de invitación el Club Nacional ostentaba tanto interior como exteriormente una verdadera magnificencia. Toda la extensión de la fachada estaba iluminada con aceite de color, coronada de trofeos de banderas cada una de sus ventanas. Una gran masa de pueblo llenaba la calle acechando el momento de llenar su curiosidad examinado las familias que llegaban en sus carruajes”.
El patio del club aparecía convertido, por obra de un señor Troya, artífice en obras de adorno, en fragante jardín, en cuyo centro los hilos de agua de una fuente -la misma que existe hoy en la quinta de la Sra. Adelina López Decoud, en la Avenida Venezuela- trazaban sus figuras caprichosas a la luz policromada de artísticos faroles chinescos.
El salón de baile ofrecía un aspecto maravilloso. Un gran escudo nacional primorosamente construido con flores que reproducían todos los símbolos del emblema, adornaba la pared principal entre un trofeo de banderas y guarnecido por iluminación tricolor. Ricos tapices colgaban de los muros y macetones con palmas ponían la nota verde de las hojas bruñidas en la cascada de oro de las luminarias.
A las 10 de la noche la fiesta estaba en su apogeo, formando las señoras y niñas un cuadro deslumbrante por la riqueza y el buen gusto de sus atavíos.
Dice la crónica de "El Semanario": "Hubo mucha variedad y lujo en los trajes, perfección en muchas y gracia en todos las señoras y señoritas, entre las que han sobresalido varias, haciéndose notar como ciertos planetas en medio de las estrellas del firmamento... Pondremos a nuestros lectores en posesión de nuestras observaciones de los más notables que hemos visto respecto a trajes. Seremos imparciales: La señora Inocencia López de Barrios, representando la diosa de la noche; Doña Francisca de Haedo en traje griego de las islas Jónicas; su hermana D. Belén en el de la ópera de Marco Spada; Doña Josefina Aramburu muy bien vestida en traje de mariposa: la señorita Eudoxia Bedoya, una perfecta gitana; doña Emerenciana Gill en traje de andaluza; su hermana D. Carolina en traje de aldeana, la Sta. Antonia Carísimo Jovellanos estuvo sobresaliente por su simplicidad, perfección y el delicado gusto con que llevo el traje de Sílfide; la Sta. Balestra, en traje de diosa de la Música; doña Ana Sión muy bien en traje de pasiega riojana; doña Tomasa Bedoya de Fernández, una dama del tiempo de la fronda, muy bien; doña Teresa S. Lamas, en traje de dama del siglo de Luis XVIII ha estado perfecta; la señora de Capdevila muy elegante en traje de marquesa, las señoritas Venancia Triay y Blasia de Bedoya han estado lindas, pero imperfectas griegas por lo largo de sus vestidos; doña Asunción Velilla ha estado bien como aldeana bretona; la señorita Concepción Chirife ha estado muy interesante y muy perfecta como calabresa. D. Catalina Machaín estuvo bien en su traje de cantinera, pero es sensible que no hubiese llevado todos sus atributos etc.
AI toque de reloj que anunciaba las 10 y 1/2, se anunció que S. E. el Sr. Presidente de la República se hacía presente en compañía de sus ministros y edecanes. La comisión del club formada por los señores José M. Aguiar, José Falcón, José M. Lamas y José Solís todos vestidos de marqueses, recibió a S. E. y lo acompañó hasta el estrado que se le había dispuesto en el salón".
Solano López no disimuló la satisfacción que le causaba el brillo de la fiesta. Los diversos trajes de estilo sentaban bien a las señoras y niñas que los habían escogido con el acierto instintivo de su inocente coquetería. Y el Presidente que asistiera a los grandes saraos de Paris, en los que la elegancia refulge con encantos supremos, se sentía halagado al ver que, en aquel salón, la distinción y gracia de la mujer asuncena no sufría nada en la comparación a que se entregaban sus recuerdos.
TERESA LAMAS CARÍSIMO DE RODRÍGUEZ (1928)
MERCADO GUASU CON SUS CORREDORES.
Perspectiva desde las esquinas de las actuales calles Palma e Independencia Nacional.
resalta, un poco más atrás, la cúpula del Oratorio de Nuestra Señora de la Asunción.
Albúmina (ca. 1890), 17 x 12, Manuel San Martín.
ORATORIO DE NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN
El presidente Francisco Solano López ordeno por decreto del 13 de octubre de 1863 la construcción de una capilla dedicada a Nuestra Señora de la Asunción, santa patrona de la ciudad.
Con el arquitecto italiano Alejandro Ravizza al frente, la edificación comenzó en enero
de 1864. Se desarrollo de manera tan acelerada que para fines de ese ano ya tenía la estructura lista. AI poco tiempo, los trabajos se suspendieron por el inicio de la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870). Recién en 1930 prosiguieron las obras que concluyeron seis años mas tarde. En octubre de 1936 se depositaron las cenizas del Mariscal López en el recinto, que se convirtió en Panteón Nacional de los Héroes.
MERCADO GUASU
En la cuadra que ocupa hoy la Plaza O'Leary (sobre las calles Palma, Nuestra Señora de Asunción, Independencia Nacional y Estrella), estaba el caserón del Mercado Guasu, Según descripciones del escritor Carlos Zubizarreta, era "una vetusta recova atestada de pequeños comercios de quincalla, talabarterías y platerías, con paredones romos, desprovisto de todo ornato".
Asegura el mismo autor que "Asunción tuvo su primer mercado en el año 1786". No se sabe con exactitud si esa construcción de alargados corredores que estaba sobre la calle Palma, y que fuera demolida durante la administración municipal del intendente Eduardo Schaerer (entre mediados de 1908 y principios de 1911), era parte del primitivo mercado del siglo XVIII.
En el Patio de la es residencia de MADAME LYNCH
posa la primera promoción de egresados en las ramas de
DERECHO y MEDICINA de la UNIVERSIDAD NACIONAL DE ASUNCIÓN.
Albúmina (circa 1894), 24 x 30, Florentino Velázquez.
RESIDENCIA DE ELISA LYNCH
En la esquina de Mariscal Estigarribia y Yegros se encuentra la ex casa de Madame Alicia Elisa Lynch. Toda la manzana pertenecía al Mariscal López, quien en 1853 adquirió en subasta pública el predio y posteriormente se lo obsequió a su compañera de vida, La antigua edificación de lineamientos coloniales que se conserva era la parte posterior de la casa. Su frente estaba ubicada sobre la calle Eligio Ayala. En tiempos de la ocupación de Asunción, a partir de 1869, el edificio fue utilizado por el Ejército brasileño como hospital militar.
Una vez fundada la Universidad Nacional de Asunción, el 24 de setiembre de 1889, se ubico en el predio con la habilitación de las carreras de Derecho y Medicina.
PLAZA URUGUAYA.
A un costado de la Plaza (Actual calle 25 de Mayo),
la caballería militar espera turno para desfilar sobre Palma.
PLAZA URUGUAYA
En tiempos coloniales el arenoso sitio fue ranchería de esclavos y corral de animales de los franciscanos, que tenían su convento enfrente (calle México), Luego, en las primeras décadas del siglo XIX, era una terminal de las carretas que llegaban desde todo el Interior del país.
Durante el gobierno de Don Carlos Antonio López (1844-1862), el terreno se destlnó a la plaza que se conocía con el nombre de San Francisco.
Hasta fines de 1800 el espacio público estuvo rodeado de un enrejado de hierro, Cuando el presidente uruguayo general Máximo Santos devolvió al Paraguay, el 31 de Mayo de 1885, los trofeos de la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870), las autoridades nacionales decidieron cambiar el nombre y llamarle Plaza República del Uruguay, en reconocimiento al noble gesto del país oriental.
El área verde es popularmente conocida como Plaza Uruguaya.
ESTACIÓN DEL FERROCARRIL
Intenso tráfico de pasajeros que se acercan en carretas o a caballo
para abordar el tren. Perspectiva tomada hacia la actual calle México.
Albúmina (ca 1890), 20 x 29, Manuel San Martín.
ESTACIÓN DEL FERROCARRIL
A un costado do la Plaza Uruguaya, está la Estación del Ferrocarril de Asunción. La construcción de este notable conjunto arquitectónico se inició en 1859, bajo la dirección del ingeniero inglés William Whytehead, con la participación de los arquitectos Alonso Taylor (inglés) y Alejandro Ravizza (italiano). Decenas de obreros paraguayos, manejados por los albañiles Santiago rey, Juan Fernández, Juan Romero y Juan Carrillo, terminaron de revocar en 1864 las torres del edificio que conjuga estilos: torrecillas neogóticas, molduras italianizantes, bohardilla o manzardas francesas (altillo) y galerías o corredores muy a la paraguaya.
No habiendo documento que haga referencia a la inauguración oficial de la Estación del Ferrocarril, la historiadora Margarita Durán Estragó dice que se podría considerar eI 24 de Julio de 1864, cuando los Jefes y oficiales de la guarnición de la capital le ofrecieron al presidente Francisco Solano López, en el día de su cumpleaños, un baile de gala en el Salón Principal de la Estación San Roque.
Ya desde 1861, los asuncenos contaban con el servicio ferroviario, en un primer tramo desde la Estación San Roque hasta Trinidad (Botánico).
ESTACIÓN DE FERROCARRIL
Un tranvía tirado por mulitas y un hombre a caballo
transitan la arenosa calle. En frente, la muralla que rodeaba
la Plaza Uruguaya.
Albúmina (ca. 1890), 20 x 29, Manuel San Martín.
TRANVÍAS DE MULITAS
Hay que detenerse a considerar lo que eran esas horrendas calles asuncenas. Apenas el reducido barrio céntrico contaba con burdo pavimento de grandes pedruscos irregulares, colocados de cualquier modo sobre inestable lecho de arena perennemente socavado por el raudal de las lluvias torrenciales. Fuera de su mezquino radio, las calles estaban impedidas por zanjones profundos, pesados arenales, la tierra sin desmonte que negaban paso hasta los sólidos coches. El caballo, la carreta de bueyes y el paciente burro eran, pues, los únicos medios de locomoción al alcance de las distintas clases ciudadanas para trayectos de cierta consideración. Vivir a cierta distancia del centro significaba heroica abnegación o tácita renuncia al ajetreo cotidiano de la urbe. Por otra parte, su crónica pobreza impedía a la comuna asuncena imponer remedio al mal. Hasta llegaron los intrépidos tranvías de mulitas para aliviar el agobio, para abrir ámbitos más amplios a la capital paraguaya, que pudo entonces expandirse sobre colinas y arboledas circundantes.
CARLOS ZUBIZARRETA (1919)
CATEDRAL METROPOLITANA y PLAZA CONSTITUCIÓN
Libre de árboles, el espacio público permite visualizar en conjunto
el edificio sacro, el monumento a la Jura de la Constitución,
la casa de Don Carlos Antonio López y parte del
Palacio de la Policía, con los faroles del alumbrado público.
Albúmina (1896), 9 x 17, José Fresen.
CATEDRAL METROPOLITANA
La Catedral Metropolitana de Asunción fue mandada levantar por el presidente Carlos Antonio López, en el mismo lugar de la antigua que hizo derribar. La obra fue ejecutada por el maestro constructor Pascual Urdapilleta con la participación de los maestros paraguayos Patricio Aquino (de Tacumbú), Ambrosio Torres (de Surubi'y) y Tomás Vergés.
El edificio casi listo se bendijo en octubre de 1845, pero concluyó años más tarde. Consta de tres naves separadas por tres filas de arcos y un altar sobrio, compuesto por un retablo de ocho nichos que albergan a San Blas, patrono del Paraguay, y a la Virgen Nuestra Señora de la Asunción, patrona de la capital. Su planta es de forma rectangular y su fachada de estilo aproximado al clasicismo italianizante. Mide 80 metros de largo y 32 metros de ancho. El techo de dos aguas se sostiene por fornidas columnas que rodean el templo y forman amplios corredores.
Un reloj en el frontis y dos veletas sobre los campanarios completan los detalles técnicos ornamentales del recinto sagrado.
Una multitud frente a la casa de Don Carlos Antonio López,
en la esquina de la Catedral Metropolitana.
El edificio se hallaba donde hoy funciona el cuartel de la Policia Urbana Especializada.
Albúmina (ca 1893), 13 x 7, fotógrafo no identificado.
CASA DE DON CARLOS ANTONIO LÓPEZ
Ni Bismarck ni Napoleón III pertenecen a la historia del Paraguay. Sin embargo, se oye hablar constantemente de la "Guerra del 70", cuando en realidad la que sostuvimos contra la Triple Alianza fue la Guerra del 64, Ni don Carlos Antonio López ni el Mariscal López habitaron jamás el actual Palacio de Gobierno. Y sin embargo, se repite hasta el cansancio eso de "el Palacio de los López". El primer presidente del Paraguay, Fulgencio Yegros, residió en la antigua Casa de los Gobernadores, conocida más tarde como Correo Cue. El dictador Francia también residió allí. Don Carlos Antonio López vivió en la Residencia Presidencial que hizo construir frente al Congreso; allí estuvo hasta hace algunos años la Dirección de Investigaciones. Por un absurdo prurito edilicio, tanto la Casa de los Gobernadores como la residencia de Don Carlos fueron alevosamente demolidas por la piqueta municipal.
HIPÓLITO SÁNCHEZ QUELL (1953)
PALACIO DE LA POLICÍA
Cubre una manzana entera el edificio que hoy es sede de la Comandancia de la Policía Nacional. Está ubicado frente a la Plaza de Armas.
Sus antecedentes históricos indican que fue cárcel pública del Doctor Gaspar Rodríguez de Francia, desde 1816. En tiempos de Don Carlos Antonio López –creador de la Policía paraguaya mediante un decreto firmado el 8 de marzo de 1843- fue reconstruido para sede policial.
La institución uniformada tuvo como primer Jefe Político Interino a Pedro Nolasco Fernández.
El decreto de creación establecía en su artículo tercero que “la Jefatura de Policía tendrá por ahora la dotación de sesenta policianos armados de tercerola y sable; usaran del caballo cuando lo exigiese el servicio de su ramo”.
Durante la Revolución de 1908, comandada por el coronel Albino Jara, la edificación de estilo italianizante fue bombardeada y sufrió importantes destrozos.
CABILDO
A partir de 1847, en tiempos de los López se amplió el viejo Cabildo de Francia para sede gubernamental. Por entonces, le llamaban "Nueva Casa de Gobierno". Diez años después, en 1857, la obra quedó concluida y en un salón se habilitó al despacho presidencial. Desde fines del silgo XIX fue utilizado como asiento del Poder Legislativo.
Y, en el año 2004, con la denominación de Centro Cultural de la República El Cabildo, pasó a ser un referente cultural destacado. El edificio de dos niveles que resalta en la Costanera capitalina ubica en la planta baja muestras de arte sacro, arte contemporáneo, arte plumario y fotografías. Arriba cuenta con un espacio para conferencias, lanzamientos de libros, seminarios. Alberga también una biblioteca y el museo de música paraguaya.
CORREOS y TELÉGRAFOS
La Casa de los Gobernadores con los imponentes pilares
de su galería de tres lados.
Albúmina (1898), 9 x 17, José Fresen
CASA DE LOS GOBERNADORES
El español Joaquín de Alós y Bru, designado por Real Ordenanza del 4 de mayo de 1786, gobernador intendente de la Provincia del Paraguay, fue el primero en utilizar el enorme caserón que, según descripciones de Fulgencio R. Moreno: "Era una gran fábrica de adobe y ladrillos, de entejada techumbre y extensos corredores, que ocupaba una manzana, a uno de los lados de la Plaza de Armas, frente al edificio del Cabildo, No habla sido la obra costeada por la real hacienda, ni los propios de la ciudad, Construida por los jesuitas, según algunos autores, ya en sus últimos tiempos, para servir de retiro en sus ejercicios espirituales, pasó después de su extrañamiento, al poder del Estado, y se la convirtió en residencia gubernativa, sin más modificaciones, seguramente, que la agregación de una pequeña cochera, y la distinta aplicación de sus amplios aposentos".
Habitó la casa el último gobernador español Bernardo de Velazco, hasta la noche y madrugada del 14 y 15 de mayo de 1811, cuando los patriotas le Intimaron rendición para lograr la independencia de la República del Paraguay, Ya en la era Independiente, el edificio fue residencia del Doctor José Gaspar Rodríguez de Francia, luego sede de Correos y Telégrafos, hasta que finalmente fue demolido en mayo de 1913.
TEATRO MUNICIPAL
Contratado en Europa por Francisco Solano López, llegó al Paraguay, en Marzo de 1855, el andaluz Ildefonso Antonio Bermejo, acompañado de su esposa Purificación Giménez. A poco de su arribo, Don Carlos Antonio López, presidente de la República, le encomendó la apertura de un teatro en Asunción. A través de las páginas del periódico Ecos del Paraguay, dirigido por el propio Bermejo, este mantenía informada a la ciudadanía sobre los avances del nuevo teatro en construcción. "Sigue la obra material de este coliseo con una gran actividad. Ya casi está terminado el maderaje y la colocación del escenario y el tablado de la escuela de declamación, y en la semana entrante se dará principio a la construcción de los palcos. Las obras de ornamentación y pintura comenzarán también muy en breve", decía una noticia publicada el jueves 7 de junio de 1855.
Con asistencia de toda la familia López, el día 4 de noviembre de 1855 se dio inauguración oficial al teatro qua empezó con la función de una sinfonía a toda orquesta, dirigida por el maestro Francisco Sauvageot di Dupuis. Luego se levantó la gran cortina y en el centro de una decoración perfectamente pintada y vistosamente iluminada apareció todo el conservatorio de Música y Declamación, presidido por Don Ildefonso Bermejo, quien se dirigió al público y pronunció su discurso de apertura, A continuación se representó la ópera cómica en dos actos y en verso titulada "Colegiales y Soldados".
Tres décadas más tarde, el empresario español Baudilio Alió logró la concesión del viejo teatro de Bermejo y anexó el terreno de la Plaza Libertad para construir en el sitio un nuevo teatro. Las obras se iniciaron a mediados de 1887 y dos años después, el 21 de julio de 1889 se inauguró con toda pompa. Es el edificio que se conoce hoy como Teatro Municipal Ignacio A. Pane.
CANTÓN GUBERNISTA
El Palacio de López con su enrejado
Albúmina (ca 1898), 6 x 9, fotógrafo no identificado.
EL PALACIO DE LÓPEZ
Asentado en un terreno de dos hectáreas, frente a la bahía de Asunción, el Palacio de López es uno de los edificios más elegantes de la capital paraguaya. En la primera mitad del siglo XIX, el Mariscal Francisco Solano López recibió el predio como regalo de su padrino de bautismo, Lázaro Rojas. Durante el gobierno presidencial de su padre, Don Carlos Antonio López (1844-1862), el militar paraguayo viajo a Europa con la misión de contratar técnicos y profesionales para desarrollar obras de progreso en el país. Así llegaron ingenieros y arquitectos que iniciaron una serie de construcciones que transformaron el paisaje urbano de la Asunción poscolonial. Entre las construcciones encomendadas figuraba un palacio que sería residencia del Mariscal López. De planificar la obra se ocupo el ingeniero húngaro Francisco Wisner de Morgenstern y los trabajos se iniciaron en 1857, bajo la dirección del arquitecto Alonso Taylor.
Investigaciones históricas realizadas por don Carlos Alberto Pusineri Scala señalan que “en el cimiento se emplearon piedras extraídas de las canteras de Emboscada y Altos; las maderas se trajeron de bosques y obrajes de Yaguarón y Ñeembucú y los ladrillos fueron proveídos por las olerías publicas de Tacumbú. Las piezas de hierro forjado se hicieron en la Fundición de Ybycuí”.
A las órdenes del arquitecto Taylor trabajaron también técnicos, escultores y artistas que se encargaron de la construcción y decoración del edificio. Su principal asistente era el arquitecto italiano Alejandro Ravizza, y el ingeniero inglés Owen Mognihan tuvo a su cargo esculpir las figuras necesarias para la ambientación palaciega. Hizo artísticas estatuas en piedras rojas y blancas sacadas de las canteras de Emboscada y Altos para adornar los salones.
El 25 de enero de 1864 llegó a Asunción el especialista italiano Andrés Antonini. Vino exclusivamente para diseñar e instalar la escalera central de mármol que da acceso a la segunda planta. Colocó también mesadas y confeccionó piezas decorativas en el transcurso de los dos años que duraron sus intervenciones. El artista francés Julio Mornet contó con la colaboración del pintor paraguayo Aurelio García en la tarea de pintar el cielorraso con motivos florales y figuras.
Hecho al estilo neoclásico renacentista, el Palacio de López estaba casi terminado en 1867. Apenas faltaban detalles de acabado para su conclusión. La ornamentación incluía estatuillas de bronce y el mobiliario importado de Paris al estilo francés en maderas nobles, bronces y mármoles, donde resaltaban los adornos grecorromanos. Los espejos con vidrios biselados, las alfombras y las cortinas de terciopelo traídos de Francia otorgaban aires europeos a los distintos ambientes del elegante edificio.
El entonces brigadier general Francisco Solano López dispuso que su despacho sea acondicionado en una de las salas de la planta baja, del lado izquierdo. El cielorraso del sector estaba revestido de yeso y en el centro sobresalía el escudo nacional con orlas doradas.
El inicio de la Guerra de la Triple Alianza hizo que el Mariscal López abandonara la capital y se instalara en territorio del Ñeembucú, desde donde comandaba las operaciones de defensa. No llegó a ocupar su fastuosa residencia, que sufrió los bombardeos previos a la toma de Asunción por parte de la escuadra brasileña, en enero de 1869. Las tropas de ocupación la utilizaron como cuartel y los corredores sirvieron de caballeriza, por unos siete años.
Además de los daños sufridos por los bombardeos, el Palacio –parecido a una herradura, con un gran torreón en forma de cubo rematado en cuatro torrecillas- fue objeto de saqueos. Los muebles traídos de Europa, las estatuillas que adornaban los salones, las arañas, los espejos, alfombras y cortinas fueron llevados al Brasil por los oficiales y soldados del emperador don Pedro II.
Al terminar la guerra, en 1870, Asunción continuó en poder de los brasileños, que se retiraron en 1876. En junio del mismo año, el palacio quedó libre y permaneció en total estado de abandono, hasta que el presidente Juan Gualberto González (1890-1894) se ocupó de su recuperación con el propósito de convertirlo en sede del Gobierno Nacional. Ordenó por decreto la terminación y refacción de la residencia. Los trabajos se hicieron aceleradamente y estuvieron completos en octubre de 1892. Y se eligió el día 12 para la inauguración con una exposición de productos nacionales, organizada con motivo de cumplirse el IV Centenario del Descubrimiento de América.
El presidente Juan Gualberto González no llegó a instalar su despacho en el edificio, pues en junio de 1894 fue depuesto por un golpe de Estado y en su reemplazo asumió el vicepresidente Marcos Morínigo. Este tampoco tuvo tiempo de montar su oficina en la nueva sede, porque no duró en el poder. Recién el general Juan Bautista Egusquiza pudo concretar la utilización efectiva del Palacio de López como sede del Gobierno nacional, el 25 de noviembre de 1894.
El complejo estuvo protegido por un enrejado de hierro de considerable altura que fue retirado definitivamente en los años 20.
LAVANDERAS. BAHÍA DE ASUNCIÓN
Albúmina (ca 1890), Manuel San Martín
LAVANDERAS
Un servicio ofrecido a las familias pudientes era el de las lavanderas, mujeres que cargaban sobre la cabeza atados de ropas en canecas o palanganas, rumbo al arroyo. O cualquier curso de agua limpia que les permitiera su propósito de lavar camisas, pantalones, blusas, polleras, vestidos y sábanas con sus fundas. Sentadas a orillas del río o en los ykua (nacientes), ellas estrujaban con las manos las prendas de lienzo o algodón, y hasta las más resistentes manchas desaparecían con los golpes de palmeras de madera que aplicaban con fuerza. Iban siempre en par o más, porque había que charlar y también cuidar las ropas extendidas al sol para el secado. Casi siempre complementaban la tarea con el planchado por docena que les aumentaba el cobro.
DRAGA
Enormes máquinas realizan extracción de arena
para facilitar la navegación de buques de gran calado.
Albúmina (ca 1885), 17 x 24, atribuida a San Martín
EL PUERTO
Si bien no existen documentos que certifiquen los datos, la construcción del Puerto se habría realizado en 1890. Dice el historiador Ángel D. Sosa que los trabajos incluyeron “un sólido murallón, tinglados, galpones y algunos muelles de buena madera, equipados con guinches de madera, conocidos con el nombre de “malacates” y accionados por fuerza humana”. Anteriormente, existían galpones y una serie de precarios muelles que permitían a los barcos cargar y descargar mercaderías o subir y bajar pasajeros. Referentes históricos indican que la bahía de Asunción fue desde la época de los conquistadores españoles un importante apostadero de navíos.
VAPOR ALTO PARANÁ
En un periodo de descanso, los marinos desprovistos de ropas,
toman baño en aguas del río.
Albúmina (ca 1885), 17 x 24, atribuida a San Martín.
BARCOS
Entre las grandes obras de progreso establecidas por Don Carlos Antonio López figuró la creación de la Marica Mercante del Estado Paraguayo. En su época eran los barcos los medios de transporte que navegaban los ríos, cruzaban los mares y unían los continentes para generar el comercio. Fue así que en 1855 mandó instalar en Asunción un astillero y el Arsenal. Entonces el país contaba con los navíos “Río Blanco”, “Río Apa”, “Rio Jejui”, “Salto del Guairá”, “Ypora”, “Tacuarí” y otros que con la bandera tricolor en alto visitaban regularmente los puertos europeos llevando los productos paraguayos y regresando con herramientas, medicinas o maquinarias.
Con la llegada de la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870), las embarcaciones nacionales fueron acondicionadas para uso militar: muchas se hundieron y otras fueron incendiadas o destruidas ex profeso para evitar que caigan en poder del enemigo., Tras el conflicto bélico, la navegación por los ríos paraguayos quedó a merced de vapores con banderas argentinas, brasileñas e inglesas, que monopolizaron el transporte de cargas y pasajeros. Se citan los barcos “Centauro”, “Cosmos”, “Río Paraná”, “Olympo”, “Saturno”, entre los que atracaban regularmente en el Puerto de Asunción, en la posguerra.
LA RECOVA
La Recova es una de las edificaciones más antiguas que ser mantienen en zona del Puerto de Asunción, donde empieza la calle Colón. Obra atribuida al arquitecto italiano Ravizza, era en 1860 sede de la capitanía del Puerto, con oficinas públicas que se encargaban de controlar la navegación de los barcos.
Por sus corredores celosos del sol y la lluvia pasaron escenas y acontecimientos vivenciales de trascendencia nacional. Testigo de manifestaciones ciudadanas, desfiles estudiantiles y militares, huelgas de obreros portuarios y resguardo de vendedores ambulantes y turistas, el complejo alberga, desde hace mucho tiempo, a una serie de comercios que se decidan a la venta de artesanías y souvenirs.
VICTORIA REGIA
Abundancia de plantas acuáticas en aguas del río Paraguay.
Albúmina (ca 1885), atribuida a San Martín
RÍO PARAGUAY
Río Paraguay….. Salíamos de nuestra casa y ya en la calle alzábamos la vista y veíamos una línea azulada que se perdía en el horizonte, entre dos franjas de verde vegetación. Y así ocurría desde cualquier lomada.
Para nosotros, aquello era el río Paraguay, “nuestro río epónimo”, hasta que un día, ya adolescente nos acercamos a esa línea azul y allí supimos que no era línea ni era azul, tal como afirmaba aquel critico realista al referirse al cielo de nuestros caros ensueños.
Esa línea no estaba inmóvil, sino que contaba en su rumorosa corriente una historia consustanciada con el alma misma de la patria y de América.
Río Paraguay… Corres rumoroso para ir a integrar tu liquida riqueza a tu hermana gemela, el Paraná. Allí te pierdes; en una dación constante y magnifica, como tantos hermanos que dejan su vida a todo lo largo y lo ancho del Plata.
Río Paraguay… Estás tan abrumado de historia americana, que aunque te fatiguemos hemos de recordar que tú ayudaste a Garay (Juan de) a correr sus cachiveos para que llegara con sus varias docenas de paraguayos a realizar la hazaña de la segunda fundación de Buenos Aires.
ANTONIO ORTIZ MAYANS (1967)
PATRONES Y OBREROS DE UN ASTILLERO ASUNCENO.
Albúmina (ca 1898), 17 x 24, Enrique Máas.
LAS GENTES
En un siglo y más, las costumbres y tradiciones han variado notablemente. Desde las vestimentas hasta los modales fueron evolucionando de manera radical. Aquellos alargados vestidos vaporosos, repletos de adornos y encajes que las mujeres lucían, a veces con estrafalarias capelinas o pamelas, quedaron como emblemas de la moda de antaño. Ni las levitas o sombreros que imponían la elegancia masculina sobrevivió a su época. Las botitas de cuero de los niños y los zapatos de charol de los adultos solo se ven en amorronadas fotografías de los abuelos. Tampoco los trajes de marinerito o simpáticos conjuntos confeccionados con recargadas pecheras tableadas o aplicaciones de nidos de abeja forman ya parte del guardarropa infantil. Y menos el sólido mensaje de respeto que imponían los rigurosos atuendos negros del luto de las viudas. Desaparecieron también las descalzas barreritas cubiertas con el infaltable akãhoja que recorrían las calles asuncenas ofertando sus productos: queso, huevos, naranjas, mandioca o cebollas.
Tradicionales estampas que incluían la visita a caballo a la novia, en los días permitidos. Cuando las parejas compartían el amor a la vista de los parientes. Tiempos de besos difíciles que obligaban al formal pedido de mano en ceremonia social. Y el casamiento, mas allá de la unión carnal de un hombre y una mujer, era un acontecimiento celebrado con júbilo por las familias que, a la vez acrecentaban poderíos económicos. Juntar un apellido ilustre con otro de Ancio abolengo era el deseo irrenunciable de los padres que solían dirigir el destino de sus hijos en edad de formar un hogar. Pocos eran, entonces, los jóvenes que se animaban a desoír las voces imperativas de sus progenitores. Y cuando lo hacían debían huir de la casa, quizás para nunca obtener el perdón paterno. O tal vez apelar a la llegada de los nietos para ablandar los sentimientos y recomponer el cariño familiar.
En un siglo y más, los recuerdos parecen tan lejanos. Y las costumbres tan distintas. Aquellos tiempos, en que las gentes vestían sus mejores galas para ir a los estudios fotográficos de moda de la ciudad, quedan apenas atrapados en las imágenes obtenidas en la ocasión, Y son las mismas que se aprecian en estas páginas que rescatan del olvido las vidas vividas en Asunción, cien años atrás.
ELEGANCIA EUROPEA
Durante la época de don Carlos Antonio López se produjo una gran revolución del vestido en el Paraguay. La indumentaria a la usanza española fue sustituida por los trajes del Segundo Imperio. Se fueron el castor y la capa, se fueron el peineton y la matilla. Los ingleses, norteamericanos, franceses y españoles venidos al Paraguay contratados por el gobierno para hacerse cargo de las diversas dependencias técnicas creadas –arsenales, ferrocarriles, etc.-, introdujeron las primeras levitas y sombreros de felpa, mientras doña Pura de Bermejo, lucia el primer miriñaque… Pronto, caballeros y damas empezaron a vestirse con sombreros, trajes y calzados hechos venir de Londres y París.
RAMÓN INDALECIO CARDOZO
EMILIO ACEVAL,
antes de convertirse en Presidente de la
República del Paraguay
Albúmina (1887), 22 x 16, Manuel San Martín.
SALIDAS AL ATARDECER
En las estaciones del ferrocarril por donde pasaba el tren del atardecer, se congregaba lo más granado y bonito del pueblo a pasearse, hacer sociabilidad, lucir paqueterías, a dejarse ver y comprometer los filos oficiales, no cubiertos,. Los solapados se seguían mediante el audaz mimetismo lagartuno llamado yacaré. Tal vez no sin razón, se ha perseguido masivamente a este reptil. Puede ser algo sicoanalítico: un oculto desquite de la costosa y aburrida legalidad, contra la barata y divertida ilegalidad. Las estaciones y los puertos tienen siempre algo que contar. En esos sitios se producían ruidosos encuentros, abrazos, besos, intercambio de novedades y mensajes.
JOSÉ MARÍA RIVAROLA MATTO (1980)
INDÍGENAS
Habitantes ancestrales de estas tierras que hoy forman la República del Paraguay era los indígenas de diversas parcialidades. Surcaban el río y encontraban en los montes frutos y animales silvestres par su alimento cotidiano., Y en tiempos de la fundación, en 1537, fueron ellos, junto a los españoles, los primeros vecinos de Asunción.
Como componentes originales de la capital paraguaya que avanza hacia los 500 años de existencia, corresponde incluirlos en este compendio de imágenes que retratan un periodo histórico perteneciente a todos. Tal vez los indígenas de las fotografías no sean los mismos que han caminado por las calles asuncenas, pero iguales suyos contribuyeron a moldear el alma de la ciudad.
RANCHOS Y PALACETES
El periodista alemán Hugo Zoller, viajero que paso por Asunción en el 1882, publicó en la obra “Pampas y Andes” (editado en Stuttgart en 1884) sus apuntes relativos a la capital: “Con excepción de los numerosos palacetes y de las residencias de lujo, todos los edificios son de un solo piso… Las casas elegantes están amuebladas en forma lujosa… Otro es el cuadro de los alrededores, pequeños ranchos llenos de niños sumergidos en el verdor de la vegetación y ubicados a los largo de sorprendentes senderos que se extienden por colinas y a lo largo de los arroyos”.
Una celebración en la CASA ALTA DEL MARISCAL FRANCISCO SOLANO LÓPEZ
en TRINIDAD (Hoy, JARDÍN BOTÁNICO)
Albúmina (ca 1899), 12 x 16, fotógrafo no identificado.
CASA QUINTA DEL DOCTOR GASPAR RODRÍGUEZ DE FRANCIA
Albúmina (ca 1885), 17 x 24, atribuida a San Martín
TRINIDAD
Los orígenes del barrio asunceno de la Santísima Trinidad se remontan a la época de gobierno del Doctor José Gaspar Rodríguez de Francia, quien era dueño de una gran quinta en la zona. A su muerte, acaecida el 20 de setiembre de 1840, asumió el poder Don Carlos Antonio López, quien también eligió el mismo barrio para instalar su casa quinta en el enorme terreno que hoy se conoce como Jardín Botánico. Igualmente allí se levanta la Casa Alta que perteneció al Mariscal Francisco Solano López y a su compañera de vida, Madame Alicia Elisa Lynch.
A mediados de 1800, Don Carlos había ordenado la construcción de la iglesia que fue diseñada por el arquitecto Alejandro Ravizza y concluida en 1854. Un escudo nacional en el frontis y hermosas pinturas clásicas en el cielorraso adornan la emblemática obra que emociona a los visitantes.
Palacio De Benigno López, sobre calle Palma,
con la vegetación que crece delante.
La fotografía habría sido tomada al iniciarse la ocupación
de Asunción por parte de las tropas aliadas.
Albúmina (1869), 10 x 14, Perestrello (Fotógrafo brasileño)
ASUNCIÓN SAQUEADA
El 5 de enero de 1869 entraron en Asunción las fuerzas aliadas. No había un alma en sus calles. Parecía una ciudad muerta. Instaladas las tropas en los principales edificios públicos, a poco se les dio de franco y comenzó entonces una de las escenas más pavorosas de la guerra: el saqueo y devastación de la ciudad. Una por una las casas fueron asaltadas y despojadas de sus muebles y objetos valiosos. La evacuación de Asunción, cumplida perentoriamente meses atrás, se hizo sin que los habitantes pudieran llevar sino lo más indispensable. Algunas familias dejaron sus pertenencias preciosas en la Legación Norteamericana y en los consulados europeos, pero en la mayoría de las casas conservaron su mobiliario y utensilios, de modo que fue grande el botín pillado por los invasores, pues era tradicional la riqueza interior de las mansiones asuncenas.
No fueron respetados ninguno de los edificios, ni siquiera las Legaciones, ni tan solo los grandes cofres sellados que guardaban la Legación Norteamericana con el archivo y las pertenencias de la Legación Brasileña. Sedes diplomáticas y consulares, aun aquellas de los aliados, fueron asaltadas. No se atendió la nacionalidad brasileña, argentina o uruguaya de los comerciantes, cuyas propiedades no habían sido confiscadas por el Gobierno paraguayo, pero fueron pasto de la codicia de las fuerzas que ocuparon Asunción. Tampoco se respeto las iglesias, cuyas joyas coloniales fueron arrebatadas por la soldadesca. No se detuvo allí la avidez de los saqueadores. Se lanzaron sobre las tumbas de los cementerios de la Encarnación y la Recoleta y exhumaron los cadáveres en busca de las prendas de valor con que muchos deudos acostumbraban enterrar a sus difuntos.
EFRAÍM CARDOZO (1967)
URBANISMO MONUMENTAL
El monumentalismo, la exhibición de poder por medio de la arquitectura y el urbanismo, la suntuosidad, entre otros, son elementos barrocos que hicieron su triunfal ingreso al Paraguay durante los gobiernos de Carlos Antonio López y Francisco Solano López.
El centro histórico de Asunción ya no podía ser modificado substancialmente para erigir en su centro en Palacio de Gobierno estremecedor ni para elevar un cuerpo lo suficientemente alto como para servir de referente obligatorio para la vista de la población; en suma, no era posible alguna especie de Partenón en medio de lo que ya estaba. Carlos Antonio López se contento con adosar un segundo piso al chato edificio que Francia (José Gaspar) había hecho construir en los primeros años de su gobierno, para sede del Cabildo (o quizás, demolió lo existente, que no tenia sino cuatro décadas, para elevar todo de nuevo, prosiguiendo la antigua costumbre asuncena).
GUSTAVO LATERZA RIVAROLA (1995)
LOS FOTÓGRAFOS
JOSÉ FRESEN
Retratado en el patio de su casa de San Bernardino.
Albúmina (1898), 17 x 13.
La fotografía del siglo XIX tiene como uno de sus grandes exponentes al fotógrafo español Manuel de San Martin, que se ocupo de retratar no solamente a la sociedad asuncena, sino también de registrar “vistas del país”, para ofrecer en venta al público. Captó paisajes urbanos, calles céntricas, edificios públicos, el puerto con los barcos que atracaban ahí, hasta personajes aborígenes.
“En 1890 era propietario de uno de los mejores estudios fotográficos de Asunción”, consigna Miguel Ángel Cuarterolo en su libro Soldados de la memoria, editado en Buenos Aires, en el año 2000.
San Martin se instaló en la capital paraguaya después de finalizada la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870). Detrás del retrato oficial tomado en Palacio de López, en 1882, al presidente General Bernardino Caballero, rodeado de sus ministros, figura la leyenda: “M. San Martin, fotógrafo, Corrientes y Paraguay”. Sería del tiempo que hacia periódicas incursiones profesionales en el país. Antes –según Cuarterolo- había trabajado en las ciudades uruguayas de Mercedes y Paysandú, y en las argentinas de Bella Vista y Paso de los Libres.
En Asunción, su primer estudio se ubicó en la calle Florida 14 (actual Benjamín Constant). Luego se mudó a un local situado en Villa Rica 344 (actual Presidente Franco) esquina Ayolas.
Otro de los renombrados profesionales de la cámara, cuyas fotografías aparecen en este álbum, es el alemán José Fresen. Reconocido editor de tarjetas postales del Paraguay, Fresen se afinco en San Bernardino, donde llegó en 1882, trabajó como mecánico del ferrocarril y posteriormente habilitó una pensión para veraneantes en su céntrica residencia, cercana al Lago Ypacaraí.
El grueso de su registro fotográfico se basa en artísticos retratos de las familias alemanas que se instalaron en San Bernardino, como también imágenes paisajísticas de la colonia, y grupos indígenas. Poco antes de 1900 obtuvo las vistas de Asunción que envió a Alemania para que se impriman en forma de postales. Esas albuminas originales son las mismas que aparecen en este álbum.
Completan la galería de fotógrafos Florentino Velásquez, cuyos estudios se localizaban primero en “Palmas 117” y luego en “Palmas 269”; Miguel Resk, instalado en la calle Libertad 369, con su “Fotografía Paris”; y Enrique Máas, en zona del Puerto, con su “Fotografía Central”.
Varias tomas corresponden al trabajo de los muchos fotógrafos anónimos que trabajaron en el país y no dejaron rastros de sus identidades, pero legaron testimonios excepcionales del talento profesional con que cumplían sus funciones.
DESCRIPCIÓN TÉCNICA DE LA FOTOGRAFÍA
La presentación oficial del invento de la fotografía fue hecha en Paris el 19 de agosto de 1839, por el francés Louis J. Daguerre. Se llamó DAGUERROTIPO a la primera versión que consistía en un original positivo único, es decir, sin negativo. La imagen se registraba sobre una placa de cobre pulida y plateada, que se emulsionaba con vapores de yodo y se revelaba con vapores de mercurio.
AMBROTIPO. Como evolución de la fotografía, ya en 1860 se contaba con el ambrotipo, parecido al daguerrotipo, pero con soporte de vidrio y de menos precio. Con el objetivo de realzar aun mas las figuras en detalles, los retratos eran colocados en decorados estuches de cuero y enmarcados en artísticos contornos dorados.
FERROTIPO. Luego, el permanente objetivo de abaratar costos hizo que se utilice el ferrotipo, técnica de fijar la imagen sobre un soporte de metal ferroso.
CARTE DE VISITE. Se refiere a un formato comercial patentado en 1854 por el fotógrafo francés Adolphe Disderi, que consistía en copas de 9 x 5 centímetros. Se obtenían simultáneamente sobre un negativo de vidrio, en una cámara especial de entre cuatro y doce objetivos. Las imágenes se imprimían por contacto en albuminas, se cortaban y se pegaban sobre un cartón delgado. El uso de las tarjetas de visita fue muy difundido hasta que en 1880 estas fueron reemplazadas por otros formatos.
ALBÚMINA. La aparición del proceso negativo-positivo que empleaba el sistema de negativos de vidrios emulsionados al colodión húmedo y las copias en papel albúmina posibilito la gran expansión de la fotografía. Albúmina se nombraba a un papel impregnado con una mezcla de huevo, bromuro de potasio y acido acético que, una vez seco, se sensibilizaba en nitrato de plata. Se exponía por contacto con un negativo sobre vidrio, luego se cortaba y se pegaba sobre un cartón.
La técnica con este papel, desarrollada en 1850 por Louis Blaquart, sirvió para que se impriman millones de fotografías en todo el planeta.
La mayoría de las vistas que aparecen en el álbum Asunción siglo XIX fueron realizadas en formatos correspondientes a la albúmina.
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TEATRO NACIONAL
Albúmina (ca 1890), 17 x 24, Manuel San Martín.