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Historia Política


Primer Congreso Nacional y Resumen del Acta de 1811 (17 de Junio de 1811)
(09/06/2010)

PRIMER CONGRESO NACIONAL

(17 DE JUNIO DE 1811)

 

RESUMEN.- EL 17 DE JUNIO DE 1811 SE REÚNE EL PRIMER CONGRESO NACIONAL QUE CREA UNA JUNTA SUPERIOR GUBERNATIVA DE CINCO MIEMBROS. ENVÍA A LA JUNTA DE BUENOS AIRES LA FAMOSA "NOTA DEL 20 DE JULIO", GRITO DE LA INDEPENDENCIA DEL PARAGUAY. LA JUNTA DE BUENOS AIRES MANDA INMEDIATAMENTE A ASUNCIÓN A BELGRANO Y ETCHEVERRÍA; CON EL TRATADO DEL 12 DE OCTUBRE SE RECONOCE LA INDEPENDENCIA DEL PARAGUAY Y SU LIBERTAD COMERCIAL.

 

El 9 de junio, Velasco fue depuesto y encarcelado, pues se había comprobado que mantenía relaciones con los portugueses del norte con el fin de recuperar el mando.

 

REUNIÓN DEL PRIMER CONGRESO : Ocho días después, o sea el 17 de junio del mismo año (1811) se reunió el Primer Congreso Nacional del Paraguay. Estaba compuesto de un número considerable de vecinos y muchos principales integrantes de las diferentes corporaciones, de los diputados de las villas y poblaciones.

 

RESULTADO DEL CONGRESO : Las principales resoluciones de este Congreso fueron:

a) Crear una nueva forma de gobierno bajo el nombre de Junta Superior Gubernativa, integrada por cinco miembros. Resultaron electos: presidente, Fulgencio Yegros; vocales: doctor Francia, Pedro Juan Caballero, el presbítero Francisco Javier Bogarín y don Fernando de la Mora.

b) Declarar a los españoles europeos inhábiles para ocupar cargos públicos, debiendo proveerse tales empleos en patricios, esto es, naturales del Paraguay u oriundos de las regiones hispanoamericanas (Semilla de la futura "Patria Grande").

c) Mantener la independencia absoluta del Paraguay respecto de las demás provincias del antiguo virreinato, conservando empero con ellas amistosas relaciones.

 

Las sesiones del Congreso duraron cuatro días. El cuarto día, la Junta de gobierno prestó juramento de fidelidad a Fernando VII.

La Junta Superior Gubernativa, integrada por cinco miembros, como ya queda dicho, asumió la dirección de los negocios el 20 de junio. Nombró un nuevo Cabildo y libertó a los miembros apresados del Cabildo anterior, exceptuando a Velasco.

 

UNO DE LOS ACTOS MÁS IMPORTANTES DEL CONGRESO: LA NOTA DEL 20 DE JULIO, GRITO DE LA INDEPENDENCIA DEL PARAGUAY

Uno de los primeros y más importantes actos fue el envío de la nota, conocida en la historia bajo el nombre de "Nota del 20 de julio", a la Junta de Buenos Aires. Este documento es de capital importancia, pues contiene el grito de independencia nacional.

Reflejase en él la resolución inquebrantable de conservar su independencia no tan sólo respecto de la madre patria, sino también de Buenos Aires. Luego de enumerar los trabajos emprendidos para el logro de la libertad política, agregaba: "Se engañaría cualquiera, si llegara a imaginar que su intención habría sido entregar al arbitrio ajeno y hacer dependiente su suerte de otra voluntad; en tal caso, nada más habría adelantado ni reportado otro fruto de su sacrificio que el cambiar unas cadenas por otras y mudar de amo".

 

BIS- OTROS GRITOS FAMOSOS DE AMÉRICA

Cabe mencionar entre ellos:

1) El grito de Socorro. En 1781, en la ciudad del Socorro, en Nueva Granada (actual República de Colombia), el pueblo, con el fin de protestar contra los impuestos que sobre él pesaban, se levantó en masa, reunió un ejército y venció a las tropas españolas. Mas los gobernadores, habiendo violado las capitulaciones pactadas con los naturales, éstos fueron nuevamente dominados.

2) El grito de Dolores. En 1810, el presbítero don Miguel Hidalgo, cura del pueblo de Dolores (México), encabezó el movimiento revolucionario, al cual se adhirieron numerosas personas. Se considera este hecho como el primer episodio de la independencia mexicana (Hidalgo, luego de varias victorias, fue derrotado y fusilado).

3) El grito de Ipiranga. El 7 de setiembre de 1822, el regente del Brasil, don Pedro, a orillas del pequeño río de Ipiranga (Estado de San Pablo) proclamó la independencia completa del Brasil y su separación absoluta de la metrópoli.

4) El grito de Asencio. El 28 de febrero de 1811, dos paisanos uruguayos, Viera y Benavídez, proclamaron la libertad a orillas del arroyo Asencio. Luego, al frente de unos 100 gauchos mal armados, pero decididos, empezaron la gloriosa campaña de la independencia. A los pocos días, todo el país estaba sobre las armas. Artigas se puso al frente de los sublevados, quienes lo aclamaron como primer jefe de los orientales.

 

REACCIÓN DE LA JUNTA DE BUENOS AIRES: MISIÓN DE BELGRANO Y ECHEVERRÍA

La Junta de Buenos Aires a pesar de las afirmaciones categóricas expresadas por el Paraguay en la nota del 20 de julio, no desmayó en su intento de anexar a sus dominios nuestra patria.

A este fin acreditó como plenipotenciario ante la Junta de la Asunción al general Manuel Belgrano y a Vicente Echeverría. Luego de haber llegado a Corrientes, solicitaron el correspondiente permiso de continuar su viaje, para llenar su cometido en Asunción. Les fue respondido que nuestro gobierno iniciaría de buen grado relaciones diplomáticas y firmaría tratados, luego que su país hubiese reconocido nuestra independencia. Los enviados argentinos dieron una contestación equívoca y llegaron a la Asunción.

 

TRATADO DEL 12 DE OCTUBRE

Las negociaciones entabladas se compendiaron en el Tratado del 12 de octubre de 1811, cuyas principales cláusulas son:

a) Libertad de comercio del tabaco.

b) La Junta de Buenos Aires renunciaba a los impuestos de las mercaderías con destino al Paraguay, o provenientes de él.

c) El gobierno argentino reconocía los actuales límites del Paraguay.

d) El Paraguay y Buenos Aires quedaban mutuamente independientes, pero, dado el caso, se comprometían a prestarse toda clase de auxilios, sobre todo contra los portugueses.

Este tratado contribuyó, como se ve, al reconocimiento de nuestra independencia y a nuestra libertad comercial.

Fuente: HISTORIA PARAGUAYA. Por MIGUEL RIGUAL. Colección: Hacia un país de lectores. Edición autorizada por: F.V.D. Edición al cuidado de ROQUE VALLEJOS - Editorial El Lector, Asunción-Paraguay- 2002 (129 páginas).

 

 

 

ACTA DEL CONGRESO GENERAL DE 1811

(Resumen)

 

El Teniente Coronel Don Fulgencio de Yegros, el Doctor Don José Gaspar de Francia, el Capitán Don Pedro Juan Caballero, el Doctor Don Francisco Xavier Bogarín y Don Fernando de la Mora, Presidente y Vocales de la Junta Gubernativa de esta Provincia.

Por cuanto á virtud de lo acordado mediante la mayoría y casi total unanimidad de sufragios en el Congreso general de esta Provincia, celebrado en los días 17, 18, 19 y 20 del corriente mes con asistencia y voto, no solo de un considerable número de Vecinos sino también de muchos principales Individuos de las diferentes corporaciones, y los Diputados de las Villas y Poblaciones de esta comprensión: quedó subrogado el mando y autoridad de este Gobierno en la actual Junta Gubernativa que se instaló el propio día veinte procediendo en el mismo acto; y siendo conveniente manifestar públicamente para la más cabal inteligencia de todos los demás vecinos, habitantes y moradores de toda la Provincia las deliberaciones acordadas al propio tiempo por la indicada junta general y aquellas con que la presente Gubernativa en consecuencia del grave encargo que se le ha confiado ha dado principio a sus funciones: se da a saber, que la Provincia congregada en dicha general Asamblea ha determinado igualmente:

Lo primero: que esta Junta ha sido creada con calidad de Superior de Provincia; que su Presidente ha de ser comandante general de las Armas; que ha de suplir las veces de Juez de Alzadas para las causas mercantiles, cuyos Diputados deberán ser electos por los Individuos de comercio de cada lugar donde al presente los hay; que el tratamiento de ella así como del Presidente a de ser el de Señoría, sin que los vocales tengan otro que el de Merced; que la misma Junta deberá nombrar un secretario, asignar a todos sus Individuos un moderado sueldo, crear y mantener la Tropa necesaria a la seguridad de la Provincia según los casos ocurrentes; y finalmente que sus Individuos para entrar al ejercicio de sus oficios, harán juramento ante Escribano de no reconocer otro Soberano que al Señor D. Fernando Séptimo, proceder fiel y legalmente en los cargos que se les confía y sostener los Derechos, libertad, defensa, é indemnidad de la misma Provincia.

Lo Segundo: que todos los Individuos del Cabildo, a excepción del Alcalde Provincial D. Manuel Juan Música, que debe subsistir, verificada la unión de esta Provincia con la de Buenos Aires, quedan privados de los oficios que ejercían, en la inteligencia de que los Patricios serán siempre hábiles en lo sucesivo para cualesquier cargos y empleos, sean de la clase que fuesen, una vez que uniformen sus ideas con las de la mencionada Junta general, y que los que de ellos hubiesen concurrido, o cooperado a la remisión de la

Yerba perteneciente a Propios que se embarcó para Montevideo, deben ser responsables a su valor siempre que no se devuelva; debiendo la actual Junta Gubernativa nombrar los correspondientes Individuos del nuevo Cabildo que han de continuar por todo el año venidero.

Lo Tercero: que todos los Oficios, o empleos concejiles, políticos, civiles, militares, de Real Hacienda...

Lo cuarto: que D. Bernardo Velasco y D. Benito Velasco u los Ministros de Hacienda D. Pedro de Ozcaris, y D. José de Elizalde, sean mancomunadamente responsables al importe del Tabaco perteneciente a la Real Hacienda, remitido a Montevideo, en el mismo caso de no devolverse su valor; debiendo además la Junta de Gobierno tomar las cuentas respectivas a dichos Ministros.

Lo quinto: que el Comandante D. Blas José de Roxas sea Subdelegado del Departamento de Santiago, con agregación de los Pueblos de Itapúa, Trinidad y Jesús; y al mismo tiempo con el cargo de Comandante de aquella Frontera; y que por lo tocante a la Subdelegación de Candelaria con los Pueblos restantes de su antigua demarcación, nombre la Junta el subdelegado que corresponde.

Lo sexto: que esta Provincia, no sólo tenga amistad buena armonía y correspondencia con la ciudad de Buenos Aires, y demás Provincias confederadas sino que también se una con ellas para el efecto de formar una sociedad en principios de justicia, equidad, y de igualdad, bajo las declaraciones siguientes:

Primera: que mientras no se forme el Congreso general, esta Provincia se gobernará por sí misma; sin que la Exma. Junta de Buenos Aires pueda disponer y ejercer jurisdicción sobre su forma de Gobierno, régimen, administración ni otra alguna causa correspondiente a esta misma Provincia;

Segundo: que restablecido el comercio, dejará de cobrarse el peso de plata que anteriormente se exigía por cada tercio de Yerba con nombre de Sisa y Arbitrio, respecto a que hallándose esta Provincia como Fronteriza a los Portugueses, en urgente necesidad de mantener alguna Tropa por las circunstancias del día, y también de cubrir los Presidios de las costas del Río contra la invasión de los infieles, aboliendo la insoportable pensión de hacer los vecinos a su costa este servicio; es indispensable a falta de otros recursos cargar al ramo de la Yerba aquél, u otro impuesto semejante;

Tercera: que quedará extinguido el estanco del tabaco, quedando de libre comercio como otros cualesquiera juntos y producciones de esta Provincia: y que la partida de tabaco existente en la Factoría de esta Ciudad comprada anteriormente con el dinero de la Real Hacienda, se expenderá de cuenta de esta Provincia para el mantenimiento de su Tropa, y de la que ha servido en la Guerra pasada, y aun se halla mucha parte de ella sin pagarse;

Cuarta: que para los fines convenientes de arreglar el ejercicio de la Autoridad suprema, o Superior, y formar la constitución que sea necesaria, irá de esta Provincia un Diputado con voto en el Congreso general en la inteligencia de que cualquier reglamento, forma de Gobierno o constitución, que se dispusiere, no deberá obligar a esta Provincia hasta tanto se ratifique en junta plena y general de sus habitantes y moradores.

Lo séptimo: que a este efecto queda nombrado desde ahora por tal Diputado el Doctor D. José Gaspar de Francia, respecto a que ya anteriormente lo había sido por el Ilustre Cabildo; para que con una regular dotación se ponga en camino a Buenos Aires, luego que por parte de la Exma. Junta y generoso Pueblo de aquella Ciudad no se ponga reparo, como se espera, en esta proposición; que a este fin se remitirán por la Junta de Gobierno con todo lo demás acordado en la Acta; advirtiéndose que en ese caso, y por sola esta vez, la Junta de Gobierno de esta Provincia antes de la separación de dicho Diputado nombrará el Vocal que deba subrogarse en su lugar; como también el que llegado el caso de verificarse la unión de esta Provincia con Buenos Aires en los términos expuestos, ha de ser bastante que el Poder que se diese al Diputado ya nombrado que ha de ir al Congreso general, lo firmen cien Individuos de los principales de la Provincia que han asistido a la presente Junta general incluso los de la Junta de Gobierno, los del Ilustre Cabildo, y los Diputados de las Villas, y Poblaciones que no enviasen Diputados, particulares a, cuyo fin desde ahora para entonces en caso necesario juraban por Dios no reconocer a otro Soberano que al Señor D. Fernando Séptimo.

Lo octavo: que los Oficios de Presidente, Vocales y Secretario de la Junta de Gobierno de esta Provincia no deben ser vitalicios, ni durar por más tiempo que el de cinco años; y que en lo sucesivo deberán ser provistos por el Pueblo en Junta general como la presente; Todo en la inteligencia que no se disponga otra cosa por el Congreso General, y se ratifique por esta Provincia.

Lo noveno: que respecto a que queda abolido el estanco del Tabaco, no deberá haber más que un Ministro Tesorero de Real Hacienda, que será nombrado por la Junta de Gobierno con los Dependientes precisos, el cual no será removido sin causa, quedando extinguido el Empleo de Ministro Factor y Administrador de Rentas; así como el de Teniente Letrado por no conceptuarse necesario.

Lo décimo: que la Junta de Gobierno señale un moderado impuesto sobre el Ramo de Tabaco y maderas que se exportasen de esta Provincia; para el mismo efecto de mantener y pagar la Tropa necesaria a su custodia y defensa.

Lo undécimo: que quede suspendido por ahora todo reconocimiento de las Cortes, Concejo de Regencia, y toda otra representación de la autoridad Suprema, o Superior de la Nación en esta Provincia, hasta la suprema decisión del Congreso General que se halla próximo a celebrarse en Buenos Aires.

Lo último: que la actual Junta de Gobierno vea si encuentra algún arbitrio de recobrar de Montevideo los Prisioneros nuestros hermanos Porteños, Santafecinos, Correntinos, o Paraguayos que de aquí se enviaron después de la Guerra, o a los Oficiales.

Consiguientemente ha encargado interinamente esta Junta las funciones de Secretario al Señor Vocal Don Fernando de la Mora; hasta que con mejor conocimiento, procediendo con la detención y madurez que exige tan importante encargo, recaiga la elección del Propietario en persona de aptitud, y demás circunstancias necesarias. Del mismo modo, usando de la facultad que se le ha conferido por la Junta General, ha nombrado para Alcaldes ordinarios de primero y segundo Voto, a D. Juan Baleriano de Cevallos, y a D. Juan José Montiel; para Regidores a D. Sebastián Antonio Martínez Sáenz, D. Santiago Báez, D. Francisco Moreno, D. Carlos Isasi, D. Vicente Frasqueri, D. Juan Antonio Aristegui, D. Anselmo Agüero, D. Francisco Pablo Caballero, y D. Pedro Vicente Capdevila; y para síndico Procurador general a D. Dionisio Caniza; todos los cuales serán recibidos este mismo día al ejercicio de sus Oficios.

Y respecto a que una autoridad nuevamente creada y sancionada por el voto y disposición de la Junta general de la Provincia, corresponde a que sea reconocida y jurada formalmente por todos sus vecinos y habitantes; se dará principio a esta ceremonia este mismo día a las cuatro de la tarde, pasándose al efecto los correspondientes recados políticos, y órdenes necesarias a las corporaciones y sus Jefes, o representantes respectivos, y a todos los Funcionarios o Ministros públicos, a fin de que concurran a las casas públicas de Gobierno a jurar que reconocen la autoridad de la actual Junta Gubernativa nuevamente creada por la general de la Provincia; que no atentarán contra ella, directa ni indirectamente; y que antes bien propenderá a que sea obedecida y respetada; advirtiendo que los demás vecinos y moradores de esta ciudad deberán ocurrir y practicar igual diligencia desde el Lunes 24 del corriente a las ocho de la mañana; remitiéndose para el mismo efecto y los demás insinuados; Copias autorizadas de este Bando, así a los Partidos de esta jurisdicción cono a los Comandantes y Ayuntamientos de las Villas y Poblaciones.

Finalmente a fin de dar gracias al todo poderoso por el buen suceso con que la Provincia ha logrado efectuar y terminar las sesiones de su Junta general, dirigida a la grande obra de su regeneración política, y de establecer los primeros fundamentos de su felicidad sin el menor desorden, desgracia, o fatalidad: Se celebrará mañana una Misa solemne con Te Deum, se harán salvas de Artillería; se pondrán luminarias en tres noches, principiando desde este día: a cuyo fin se pasarán los correspondientes oficios, ordenes, y recados a todos los Cuerpos, y sus Jefes para su asistencia en celebridad de tan memorable acontecimiento.

Y para que llegue a noticia de todos se publicará por bando en la forma acostumbrada, sacándose los correspondientes ejemplares para fijarlos en los lugares públicos. Hecho en la Ciudad de la Asunción del Paraguay a veinte y dos de Junio de mil ochocientos once.

FULGENCIO YEGROS • DR. JOSE GASPAR DE FRANCIA • PEDRO JUAN CABALLERO

DR. FRANCISCO BOGARIN - FERNANDO DE LA MORA

Vocal Secretario

Fuente digital: http://www.tsje.gov.py

Registro: Agosto 2011

 

 

RECONSTRUCCIÓN DEL CONGRESO DEL 17 DE JUNIO DE 1811

 

Como una adhesión a las fiestas patrias, el Instituto llevó a cabo por primera vez en el país la reconstrucción del histórico Congreso del 17 de junio de 1811 que formó el primer gobierno nacional.

El acto se llevó a cabo en el Unión Club el día 13 de mayo de 1957 con asistencia de una concurrencia que colmó la capacidad del salón de actos de dicha institución social. Entre las personalidades asistentes anotamos al ministro de Defensa Nacional, general Marcial Samaniego, al Rector de la Universidad Nacional Dr. Crispín Insaurralde, al decano de la Facultad de Filosofía y Letras, Dr. Juan Vicente Ramírez; a los ex presidentes de la República. Dr. Félix Paiva y general Raimundo Rolón; al presidente del Instituto de Numismática, don Juan B. Gill Aguínaga; a altas autoridades, embajadores y ministros.

Al iniciarse la reunión se hicieron presente los miembros del Congreso vistiendo los alumnos de los Colegios San José y Goethe su chaqueta de los cursos secundarios, los de la Escuela Militar

y el Liceo Acosta Ñú, sus respectivos uniformes, y los alumnos del Seminario sus sotanas.

La orquesta del maestro Alfredo Kamprad ejecutó el himno nacional que fué entusiastamente coreado por la concurrencia.

En seguida se dió iniciación al congreso cuya dirección la realizó en forma brillante el académico de número Dr. Manuel Peña Villamil. Los congresales del 17 de junio estuvieron así representados:

José Gaspar de Francia .. Jorge Riart (Fac. de Derecho)

Cap. Pedro Juan Cavallero .. Sub G. Godoy (L. Acosta Ñú)

J. Baleriano de Zevallos . .     F. Chaves Rivarola (Goethe)

Mariano Antonio Molas . .     J. A. Moreno Ruffinelli (Fil.)

Tte. Cnel. M. A. Cavañas .     A. Antúnez (Escuela Militar)

Dr. Francisco de Haedo ..      J. C. Gross Brown (San José)

Fernando de la Mora ....         J. Félix F. Estigarribia (S. J.)

Cnel. José Antonio Zavala… Luis Basualdo (Esc. Militar)

Fray F. Xavier Bogarín . .         Venancio Riveros (Seminario)

Alférez Vicente I. Iturbe .         A. Ilellmann (L. Acosta Ñú)

Presbítero S. Patiño .....           Oscar Páez (Seminario)

Cap. A. Thomás Yegros ..         J. M. Giménez (Ese. Militar)

Presbítero M. A. Corvalán         Carlos Niella (Seminario)

José Mariano Careaga ....          Luis Meyer (San José)

Pedro Nolasco Díaz ......              Fugo Aranda (Goethe)

Justo José Valdovinos ...           N. A. Fretes Rodney (Col Nac.)

Cmte. J. Manuel Gamarra….     Augusto Carlés (L. Acosta Ñú)

Juan Bautista de Achard….       Juan B. Wasmosy (San José)

Presbítero II. Quintana ..             Juan Aguiar (Seminario)

Cap. Juan B. Rivarola ...               V. Segovia (L. Acosta Ñú)

Dr. Juan B. de Baldovinos           J. Carlos Bibolini (Goethe)

Presbítero B. de Casajús .          Germán Fariña (Seminario)

José Antonio Ibáñez ....                E. César Pin (Col. Nacional)

Pedro Regalado Martínez .          J. A. Giménez (Col. Nacional)

Juan Manuel Iturbe ......                Oscar Rivet (Escuela Militar)

Tte. Cnel. F. Yegros ......                 Eduardo Chamorro (Ese. Mil.)

 

DR. PEÑA, Va hablar el relator de este acto universitario, José María Espínola Manzoni, de la Facultad de Derecho.

 

RELATOR ESPÍNOLA:

Como una adhesión a la semana de la independencia vamos a realizar por primera vez en el país la reconstrucción del primer congreso nacional efectuado el 17 de junio de 1811. Los Institutos patrocinantes agradecen vivamente la presencia en este acto de altas autoridades nacionales y universitarias y de este brillante concurso; agradecen también vivamente a los señores directores del Seminario Conciliar, de la Escuela Militar, del Liceo Acosta Ñú y de los Colegios Nacional, San José y Goethe que han facilitado la colaboración de sus alumnos.

La reconstrucción se ha realizado sobre la base del acta auténtica del Congreso del 17 de junio que se guarda en la Colección Río Branco de la Biblioteca Nacional de Río de Janeiro.

Para mejor comprensión vamos a presentar previamente una síntesis de los acontecimientos desde mediados de mayo hasta mediados de junio. Al filo del 10 de mayo todo se hallaba listo para la revolución. El teniente coronel don Fulgencio Yegros, jefe de las fuerzas que guarnecían Itapúa y Corrientes, sublevarse a mediados de mayo y marchar con sus tropas rumbo a la Cordillera donde debía juntársele el teniente coronel Cavañas con las tropas por él remontadas en esa zona de la cual era caudillo indiscutido. Se calculaba que la columna debía ocupar la ciudad de Asunción alrededor del 25 de mayo. En la Capital llevaban a cabo intensos trabajos subversivos los jóvenes oficiales Pedro Juan Cavallero, Vicente Ignacio Iturbe y Juan Bautista Rivarola. Estos mantenían constante enlace por medio de oficiales de confianza con Fulgencio Yegros, quien a la vez se comunicaba con Blas José de Rojas, jefe de la unidad que ocupaba Corrientes.

El 13 de mayo, Cavallero y sus compañeros resolvieron precipitar los acontecimientos dando un golpe sorpresivo en la capital. Dos hechos motivaron esa determinación: Primero: El haberse enterado Velazco del plan revolucionario, y el peligro de que adoptase medidas de represión. Segundo: La llegada de un emisario del comandante en jefe de las tropas portuguesas de Misiones, general Diego de Souza, quien venía a ofrecer al régimen el respaldo de sus fuerzas. Este enviado, el teniente José de Abreu, fue recibido por los prohombres del españolismo, como "un don del cielo". Reunidos conjuntamente el Cabildo, el gobernador y el Obispo, resolvieron aceptar la ayuda ofrecida por Souza y en este sentido se redactaron las comunicaciones pertinentes.

Durante el día 14 Cavallero y sus compañeros terminaron los preparativos y obtuvieron el asesoramiento del doctor José Gaspar de Francia que se encontraba retirado en su quinta de Ybyray. Este dió el plan sobre el cual debía desarrollarse el movimiento.

A las 8 de la noche los oficiales ocuparon los cuarteles de caballería y artillería. El tercer cuartel -llamado del Colegio- permaneció neutral. A media noche llegó a la casa de los gobernadores Vicente Ignacio Iturbe conduciendo la siguiente intimación:

 

"En atención a que la Provincia está sierta de que habiendola defendido a costa de su sangre, de sus vidas y de sus haberes del enemigo que la atacó: ahora se va entregar a una potencia extranjera que no la defendió con el más pequeño auxilio, que es la Potencia Portuguesa: Este Cuartel de acuerdo con los oficiales patricios y demás soldados no pueden menos que defenderla con los mayores esfuerzos y para el efecto pide lo siguiente: Que se entregue llanamente a este cuartel la Plaza y todo el armamento así de dentro como de fuera de la ciudad en cualquier manos que se hallen y que para el efecto lo pida el señor gobernador y lo congregue en su casa para con su aviso mandar por ello este Cuartel el diputado que corresponde. Que el señor Gobernador siga con su gobierno pero asociado con dos diputados de este Cuartel, que serán nombrados por dicho cuartel a satisfacción mientras lleguen los demás oficiales de plana mayor de esta provincia (cuya vez hace por ahora este cuartel) que entonces se tratará, y se establecerá la forma y modo de gobierno que convenga a la seguridad de esta provincia.

Que igualmente mientras tanto se cierre la casa de Cabildo, y se entregue la llave a los diputados socios del señor Gobernador; y que igualmente entretanto se retiren del lado de él don Benito Velazco, don José Elizalde, entregando el primero la llave de la secretaría, y el segundo la de la tesorería a los mismos socios del señor gobernador. Que ningún barco se mueva de ninguno de los puertos de esta provincia mientras no lleguen a esta los oficiales de la provincia y se establezca lo conveniente. Que igualmente se retire del señor gobernador don José Teodoro Fernández y todos los del Cabildo Secular, con prevención a todos ellos y a los demás que se han de separar de S.S. que no salgan de esta ciudad antes de dicho establecimiento. Que asímismo no salgan de la ciudad los portugueses que ahora poco han entrado en ésta con diputación clandestina. Y que mientras tanto siga la ciudad sin embarazo sus oficios, comercio y agricultura sin estrépitos ni alborotos; y que tampoco se embaraze al cuartel la comunicación libre con la ciudad y con la provincia ni se intercepten sus chasques.

Cuartel General y mayo de 1811. Por mi y por mis subalternos: Pedro Juan Caballero. Señor Gobernador Intendente don Bernardo Velazco".

Acompañaban a Velasco en Palacio los principales hombres de gobierno. Parece que se intentó una resistencia. Durante la noche del 14 y la madrugada del 15 se cambiaron nuevas comunicaciones entre Cavallero y el Gobernador, sin arribarse a una solución.

Al romper el alba salieron tropas del cuartel las cuales asestaron dos cañones frente a la casa de gobierno. Una gran cantidad de pueblo se unió a los soldados. A las 8 de la mañana capituló Velasco declarando que no quería derramamiento de sangre. En seguida se izó la bandera y se dispararon 21 cañonazos. El movimiento había finalizado.

En la noche del 15 de mayo se trató de la formación del nuevo gobierno. Se dispuso que actuasen junto a Velasco dos diputados adjuntos siendo elegidos el Dr. Francia y el Capitán Juan Baleriano de Zevallos, español partidario de los patriotas. Este gobierno adoptó diversas medidas de seguridad y despachó chasques urgentes llamando a los jefes que se hallaban en el interior.

Mientras tanto, conforme al plan establecido, Fulgencio Yegros se alzó el 16 de mayo en Itapúa; Blas José de Rojas lo hizo el 17 en Corrientes. El 19 recibió Yegros parte de los sucesos de Asunción; en seguida partió rumbo a la capital donde llegó el día 21 siendo recibido triunfalmente.

DR. PEÑA. Queda abierto el Congreso y se dan por leídos los bandos del 17 y 30 de Mayo y del 9 de junio, y la carta original que Carlos Genovés dirigió al gobernador don Bernardo de Velasco.

Los diputados adjuntos doctor José Gaspar de Francia y Juan Baleriano de Zeballos, van a dar lectura al discurso que os dirige el Gobierno. Francia y Zeballos:

"Aun son más urjentes las circunstancias en que nos hallamos. La soberania ha desaparecido en la nación. No hay un tribunal que cierta e indubitablemente pueda considerarse como el órgano ó representacion de la autoridad suprema. Por eso muchas y grandes provincias han tomado el arbitrio de constituirse, y gobernarse por si misma; otras se consideran en un estado vacilante, o de próxima agitación; y su incertidumbre y situación anuncian una casi general convulsión; esta Junta reflexionará sobre el medio más oportuno de proveer a nuestra defensa, a nuestra seguridad y felicidad. No por eso hemos pensado, ni pensamos dejar de reconocer al señor don Fernando VII; muy distante de semejante idea, públicamente por bando, hemos protestado y ahora protestamos nuevamente una firme adhesión a sus augustos derechos, que no son ni pueden ser contrarios a los de las Provincias, dirijidos únicamente a poner los fundamentos de su conservación y de su verdadera felicidad, apoyada en un sistema seguro y duradero.

Este es el grande asunto que nos reúne en este lugar: Jamás nos hemos visto en momentos tan importantes, y todo lo que ahora se decida, debe mirarse como el precursor de la suerte que nos destine el hado. Se trata primeramente de establecer la forma de gobierno y el régimen que debemos tener y observar en lo sucesivo. En segundo lugar, fijar nuestras relaciones con la ciudad de Buenos Aires y demás provincias adheridas; en tercer lugar, resolver lo conveniente con respecto a los individuos que anteriormente ejercían la autoridad de esta ciudad, y al presente se hallan suspensos en justa precaución de cualquier influencia o disposición contra la libertad de la patria, por los antecedentes y causa de que se ha dado conocimiento al público.

Respetamos altamente la Provincia tan dignamente representada en esta Junta general, y por lo minino no adelantaremos idea o resolución alguna de nuestra parte. Nada otra cosa deseamos si no que ella exprese y manifieste libremente su voluntad. Si en los bandos parece que hemos insinuado algún concepto no ha sido por prevenir su deliberación, sino más bien porque en el estado de cosa, no se llegase a imaginar, que sin acuerdo de la Provincia intentábamos disponer en cuanto a sus principales derechos... En todo caso estamos prontos y resignados a conformarnos con la voluntad general, esperando que esta junta dará ese ejemplo de cordura, haciendo un uso justo, moderado y prudente, de esta preciosa libertad en que se lo constituye; pero de tal modo, que puesta la Patria a cubierto de todo oculto peligro y de los tiros del despotismo, se ponga en estado de ser verdadera y perfectamente feliz. (grandes aplausos)

DR. PEÑA. Tiene la palabra don Mariano Antonio Molas.

MOLAS: Voto en primer lugar por que don Bernardo de Velasco así por los motivos expuestos en el Bando como por haber abandonado nuestro ejército en Paraguarí, quede privado de todo mando subrogandose en su lugar una junta de gobierno compuesta de cinco individuos y un secretario: el presidente de ella y también comandante general de armas, será el teniente coronel don Fulgencio Yegros, y los vocales el doctor José Gaspar de Francia, el capitán don Pedro Juan Caballero, el doctor Francisco Xavier Bogarín y don Fernando de la Mora, y en cuanto al secretario lo nombrará la misma junta.

En segundo lugar voto por que todos los individuos del Cabildo queden igualmente privados de sus oficios, no solo por los motivos indicados en el mismo Bando sino también por haber abandonado la ciudad embarcándose con el armamento y dejandola enteramente indefensa al tiempo del combate de Paraguarí.

En tercer lugar voto por que todos los empleos u oficios consejiles, políticos, civiles, militares, de real hacienda o de cualquier género de administración que al presente se hallen ocupados o vacantes, se provean con los naturales o nacidos en esta provincia sin que nunca puedan ocuparse por los españoles europeos a menos que la misma provincia determine otra cosa; pero en lo sucesivo todo americano quedará enteramente apto para obtener dichos cargos siempre que uniforme sus ideas con las de este pueblo.

Voto en cuarto lugar por que don Bernardo Velasco, su director y dependiente don Benito Velasco y los ministros de real hacienda don Pedro de Oscaris y don José Elizalde sean mancomunadamente responsables del importe de la partida de tabaco perteneciente a la real hacienda remitida a Montevideo, en caso de que esta ciudad no devuelva este valor.

Voto por que esta provincia no solo tenga amistad buena armonía y correspondencia con la ciudad de Buenos Aires y demás provincias confederadas sino también se una con ella para el efecto de formar una sociedad fundada en principios de justicia, de equidad y de igualdad, bajo las declaraciones siguientes:

Primera: Que mientras no se forme congreso general esta provincia se gobernará por sí misma sin que la junta de Buenos Aires pueda disponer y ejercer jurisdicción sobre su forma de gobierno, régimen, administración ni otra alguna causa correspondiente a esta misma provincia;

Segunda: Que restablecido el comercio dejará de cobrarse el peso de plata que anteriormente se exigía por cada tercio de yerba con nombre de sisa y arbitrio;

Tercera: Quedará extinguido el estanco del tabaco quedando de libre comercio como otro cualesquier fruto y producciones de esta provincia;

Cuarta: Que para los fines convenientes de arreglar el ejercicio de la autoridad suprema o superior y formar la constitución que sea necesaria, irá de esta provincia un diputado con voto en el congreso general en la inteligencia que cualquier reglamento, forma de gobierno o constitución que se impusiese no deberá obligar a esta provincia hasta tanto se ratifique en junta plena y general de sus habitantes y moradores. A este efecto se nombra desde ahora por diputado al doctor José Gaspar de Francia, respecto a que ya anteriormente lo había sido por el ilustre Cabildo, para que con una regular dotación se ponga en camino a Buenos Aires, luego que por parte de la Excélentísima Junta y generoso pueblo de aquella ciudad no se ponga reparo como se espera en estas proposiciones.

Por último opino que por ahora quede suspendido todo reconocimiento de las Cortes, Consejo de Regencia y toda otra representación de la autoridad suprema o superior de la Nación en estas provincias, hasta la suprema decisión del Congreso General que se halla próximo a celebrarse en Buenos Aires. (Aplausos).

DR. PEÑA: El relator va a comentar este voto.

 

RELATOR ESPINOLA:

Este voto transmite el pensamiento de los revolucionarios. Bien meditado, su autor -según un testigo- lo llevó escrito al congreso. Sus características principales son: 1°) Fuerte ataque al régimen caído por haber abandonado el ejército en Paraguarí no cuidando sino de sus personas y bienes; 2º) Con firmeza la provincia se hace dueña de su destino y se decide a guiar en adelante sus pasos. En ningún caso el Paraguay cambiará de cadenas ni mudará el amo antiguo por uno nuevo; 3°) Hondo americanismo: los cargos y honores recaerán en adelante en los criollos y no en los españoles-europeos. Pero todo americano -nótese esta notable sugestión- aunque no sea nacido en el Paraguay, es apto para obtener cargos en ella; 4º) Fórmula política. Molas adelanta la idea de la confederación que se concretaría un mes más tarde en la nota del 20 de julio. El Paraguay es el primer país que prohija la idea de la confederación adelantándose en dos años a las famosas instrucciones del año trece de Artigas. Pero en ningún caso el Paraguay solo se limitará a cambiar de cadenas; 5º) Reivindicaciones económicas. Postula el voto la supresión de la sisa cobrada a cada tercio de yerba, y la extinción del estanco del tabaco. Son dos firmes anhelos de la provincia.

EL PRESIDENTE: Tiene la palabra el teniente coronel Cavañas:

CAVAÑAS: Me conformo en todas sus partes con el voto de don Mariano Antonio Molas. (Aplausos)

EL PRESIDENTE: Tiene la palabra el Dr. Haedo.

Voto de don Francisco de Haedo.

El modo de gobierno que debe promoverse en esta provincia en las actuales circunstancias para restablecer la paz y tranquilidad, unión y fraternidad, será poner en el uso de su gobierno al señor don Bernardo de Velasco, asociado de dos personas de talento, experiencia y virtud.

Esta provincia jamás se ha negado a la buena armonía, correspondencia, comercio y toda afable sociedad con la de Buenos Aires y con todas las demás del continente. Que ésta se continúe y jamás se haga novedad acerca de ella, menos en mandar diputados a Buenos Aires porque esto sería faltar al juramento que en el primer congreso general del 24 de julio de 1810 prometió solemnemente esta provincia al consejo de regencia de España.

Que los miembros del Ilustre Cabildo de esta Capital, reclusos en el cuartel, sean puestos en libertad y que sus individuos congregados en esta sala capitular hagan sus elecciones de nuevos alcaldes y regidores.

Sobre estos tres puntos yo fundo mi opinión, sin separarme de lo que nuestras leyes nos prescriben, tratando de reformar los abusos que se hallen en el actual sistema estableciendo buenas relaciones con Buenos Aires, Montevideo y demás provincias del continente sin perjuicio ni agravio de ellas, y por lo contrario, ellas aplaudirán nuestra conducta, y también las potencias extrangeras que tal vez se hallen observando nuestras operaciones.

EL PRESIDENTE: El relator va a comentar este voto.

RELATOR ESPÍNOLA: El voto del diputado de comercio que prueba que hubo absoluta libertad en el Congreso, se destaca por su valentía al pedir que Velasco sea repuesto al mando, y los capitulares puestos en libertad.

EL PRESIDENTE: Tiene la palabra don Fernando de la Mora.

MORA: Hago mío el voto de don Mariano Antonio Molas, a excepción de la parte que me comprende, y en reemplazo mío, doy mi voto para vocal de la junta al capitán don Juan Baleriano de Zeballos.

EL PRESIDENTE: Tiene la palabra el coronel Zavala y Delgadillo.

CNEL. ZAVALA: Contrayendome a los puntos propuestos por los señores socios presidente de este congreso soy de parecer se establesca la forma de gobierno que sea más adaptable a las circunstancias del día, sin perder de vista el espíritu de nuestras leyes.

Las relaciones que debemos fijar con la ciudad de Buenos Aires y demás provincias adheridas sean las que ofertamos en el acta celebrada en julio del año próximo anterior.

Que se elijan nuevos individuos del cabildo que ejerzan la autoridad pública si ha decaído el concepto público el desempeño legal de cada uno de los que anteriormente estaban encargados.

EL PRESIDENTE: Tiene la palabra fray Francisco Xavier Bogarín.

FRAY BOGARIN: Me conformo con el voto de don Mariano Antonio Molas bajo las explicaciones siguientes: La autoridad superior que se va erigir para régimen de la provincia, llámese provincial gobierno congregado a nombre y en vasallaje de su Magestad el señor don Fernando VII y en unión por nuestra patria indisoluble con España. Que no se llame junta como por arrogada y abusiva superioridad nos lo quiere imponer la de Buenos Aires a quien no nos sujetamos.

El reconocimiento del señor don Fernando VII sea también con protesta de reconocer cualquier legítima representación de su soberanía que acaso llegue a levantarse aún antes del Congreso General que se espera de esta parte de nuestra América.

Suspendamos el reconocimiento de las actuales corte de España por la sola razón expresamente añadida de su notoria ilegitimidad, o al menos de su dudosísima legitimidad.

Mejor que para el presente votante para vocal del indicado gobierno, voto por don Juan Baleriano de Zevallos.

EL PRESIDENTE: Tiene la palabra el Presbítero Patiño.

PATIÑO: En primer lugar se separe el actual gobernador don Bernardo de Velasco del mando y de toda parte en el gobierno por las graves causas expresadas en el manifiesto publicado. En segundo lugar se constituya una junta superior de gobierno de la provincia con las personas nombradas en el voto de don Mariano Antonio Molas. En tercer lugar que nada de lo que resuelva el congreso general reunido en la ciudad de Buenos Aires pueda obligar a esta provincia hasta que fuese remitida a ella el acta o acuerdo, hayase visto y conformadose con lo determinado conforme a las condiciones puestas en el citado parecer de don Mariano Antonio Molas. Voto también porque sea designado diputado al congreso el doctor José Gaspar de Francia, debiendo ser sustituido en caso contrario por el capitán Juan Baleriano de Zevallos.

EL PRESIDENTE: Tiene la palabra el alférez Vicente Ignacio Iturbe.

ITURBE: Me conformo con el voto de don Mariano Antonio Molas, con la diferencia de que el presidente sea el teniente coronel Cabañas. (Aplausos).

EL PRESIDENTE: Tiene la palabra el capitán Antonio Tomás Yegros.

YEGROS: Soy del mismo voto de don Mariano Antonio Molas a excepción de que para el oficio de presidente de la junta doy mi voto por el capitán don Pedro Juan Caballero y para vocal en lugar de éste al teniente coronel don Manuel Cabañas (Aplausos).

EL PRESIDENTE: Tiene la palabra el presbítero Corvalán.

CORVALAN: Señores: En las presentes circunstancias éste es mi parecer: 1º) Que se instale una junta gubernativa integrada por las personas nombradas por don Mariano Antonio Molas; 2º) Que por los medios más políticos y más suaves se procure entablar amistosas correspondencias y libre comercio con Buenos Aires y demás provincias del continente, estén o no unidas, suspendiendo la remisión de diputado exigido o propuesto por la junta de Buenos Aires hasta que nos conste con toda certeza que se conforma con la instalación de nuestra junta independiente y de ninguna manera subordinada a aquella, y sí solo enteramente sujeta a la magestad del señor don Fernando VII que Dios guarde; 3°) Que a la nueva junta se trasmita el conocimiento de la causa del señor gobernador e individuo del ilustre cabildo, pues esta sabia, justa y respetable junta sabrá muy bien castigar al delincuente y absolver al inocente.

El Presidente: el relator va a comentar este voto.

RELATOR ESPÍNOLA: Es singular este voto porque su autor propugna la instalación de una junta independiente y de ninguna manera subordinada a la Junta de Buenos Aires.

EL PRESIDENTE: Tiene la palabra el representante de Villa Rica don José Mariano Careaga.

CAREAGA: Hago mío el voto de don Mariano Antonio Molas añadiendo solamente que siempre que la excelentísima junta de Buenos Aires desee que la Villa de mi representación envíe igualmente un diputado particular de su parte al Congreso General de las Provincias, estaría mi República pronta a verificarlo.

EL PRESIDENTE: Tiene la palabra el representante de la Villa de Pilar don Pedro Nolasco Díaz.

DIAZ: Comparto el voto de don José Mariano Careaga.

EL PRESIDENTE: tiene la palabra el representante de San Isidro Regidor José Justo Valdovinos.

VALDOVINOS: Comparto plenamente el voto del señor diputado de Villarrica del Espíritu Santo y hago mía su aclaración.

EL PRESIDENTE: tiene la palabra el teniente coronel Juan Manuel Gamarra.

GAMARRA: Hago mío el voto de don Mariano Antonio Molas y me conformo por entero a su parecer. (Aplausos).

EL PRESIDENTE: Tiene la palabra don Juan Bautista de Achard.

ACHARD: Respecto de hallarse el señor Brigadier Velasco suspenso e igual el cabildo con lo que pierden sus empleos por las vehementes sospechas que se anuncian parece que en adelante ya no podrán seguir sus sistemas y así deben ser restituidos a sus casas, desde donde deben hacer sus defensas a fin de que se les oiga.

En cuanto a fijar las relaciones con las demás provincias es justo y muy conveniente y necesario y por esto debe verificarlo la nueva junta con los modos más prudentes que conceptuase convenientes, y que desde luego se instale una junta superior independiente que es equivalente a una sucesión de mandos que previene nuestras leyes.

Me parece muy perjudicial privar de sus empleos a los europeos que no han dado mérito para ello como el de privarles en adelante que obtengan empleos, por ser esto contra nuestras leyes y por otros motivos que por no extenderme no los explico.

EL PRESIDENTE: tiene la palabra el presbístero Dr. José Hipólito Quintana.

QUINTANA: Soy de sentir que conviene en las presentes circunstancias y acaecimientos que se cree una junta suprema de la provincia compuesta de los vocales que ha propuesto en su dictamen don Mariano Molas. Igualmente soy de sentir que se haga nueva elección del Cabildo y que la haga la misma junta en los mejores sujetos de la provincia como exige nuestra situación. Asimismo pienso se establezca la paz y unión con las demás provincias enviando también por nuestra parte al expresado doctor Gaspar de Francia de diputado al congreso general de las provincias para que con el voto de aquellos sabios establezcamos el gobierno uniforme, justo y mejor con que debe regirse la nación con toda seguridad de conciencia.

EL PRESIDENTE: tiene la palabra el capitán Juan Bautista Rivarola.

RIVAROLA: Hago mío el dictamen de don Mariano Antonio Molas y pido a la junta de gobierno vea si encuentra algún arbitrio para recobrar de Montevideo las prisioneros nuestros hermanos porteños, santafecinos, correntinos y paraguayos que de aquí se enviaron al finalizar la guerra. (Aplausos).

EL PRESIDENTE: tiene la palabra el Dr. Baldovinos.

BALDOVINOS: Me conformo con el voto del presbístero don Sebastián Patiño con referencia al de don Mariano Antonio Molas, añadiendo en cuanto a los europeos que entretanto que la provincia determine sobre si deban o no ocupar empleos consejiles, se sirva la junta de gobierno tomar providencia para que no sean ultrajados ni vilipendiados con las expresiones de sarracenos de otras semejantes inventadas por las personas que les han tomado odio. EL PRESIDENTE: tiene la palabra fray Baltazar de Casajús:

CASAJÚS: Comparto el voto de don Mariano Antonio Molas, con las modificaciones del voto del presbítero Patiño.

EL PRESIDENTE: tiene la palabra el diputado de San Pedro don José Antonio Ibañez.

IBAÑEZ: Hago mío el voto de don Mariano Antonio Molas, con la aclaración del diputado por Villarrica del Espíritu Santo don José Mariano Careaga.

EL PRESIDENTE: tiene la palabra el diputado de Villa del Rosario don Pedro Regalado Martínez.

MARTíNEZ: Comparto plenamente el voto de don Mariano Antonio Molas.

EL PRESIDENTE: tiene la palabra el alférez Juan Manuel Iturbe.

ITURBE: Comparto plenamente el voto de don Mariano Antonio Molas.

EL PRESIDENTE: tiene la palabra el teniente coronel don Fulgencio Yegros. (Grandes aplausos).

YEGROS: Soy del mismo voto de don Mariano Antonio Molas, a excepción de que para presidente de la junta de gobierno doy mi voto por el capitán don Pedro Juan Caballero y para vocal en lugar de éste al teniente coronel don Manuel Cabañas. (Prolongados aplausos y vítores).

El Presidente de la Asamblea pregunta:

¿Estas declaraciones son del consentimiento de todo este concurso?

En vista de que es esta la voluntad del congreso y que el voto de don Mariano Antonio Molas ha sido casi unánime y su dictámen adoptado "por común" por 290 congresales, en nombre de la presidencia de la Asamblea lo declaro tomado por acuerdo y determinación de la misma y en esta inteligencia, para mayor constancia de ella, su seguridad y solemnidad, pido firmen el acta todos los que convengan en hacerlo. En consecuencia el teniente coronel don Fulgencio Yegros elegido presidente de la Junta y los señores doctor José Gaspar de Francia, el capitán Pedro Juan Cavallero, fray Francisco Xavier Bogarín, don Fernando de la Mora, deben prestar el solemne juramento prevenido por las leyes, dando fé de ello el Escribano Público y de Gobierno.

ZEVALLOS:

Teniente coronel don Fulgencio Yegros, doctor José Gaspar de Francia, capitán Pedro Juan Cavallero, fray Francisco Xavier Bogarín, don Fernando de la Mora:

¿Juráis no reconocer otro soberano que el señor don Fernando VII, proceder fiel y legalmente en los cargos que se os confian, y sostener los derechos, la libertad, la defensa y la seguridad de la provincia?

-¡Sí, juramos!

(Grandes y prolongados aplausos y vítores).

Los miembros de la Primera Junta acompañados de todos los diputados abandonan el recinto y en medio de las aclamaciones del pueblo congregado en la plaza se dirigen a la Casa de los Gobernadores.

Relator Espínola:

Ha finalizado el congreso del 17 de junio. Los miembros del nuevo gobierno se dirigen a la antigua Casa de los Gobernadores acompañados por una gran mayoría de diputados, en medio de salvas de artillería, repique general de campanas y vivas del pueblo. Quedan en el mando desde el cual dirigirán con mano firme el rumbo de la nación hasta proclamarla en el congreso de octubre de 1813 la primera República, libre e indivisible, en el Sur.

Ahora, señoras y señores, para cerrar este acto se oirá la palabra del presidente del Instituto Paraguayo de Investigaciones Históricas Dr. Julio César Chaves.

 

DISCURSO DEL PRESIDENTE DEL I.P.I.H. DOCTOR JULIO CESAR CHAVES

Sr. Ministro de Defensa Nacional; Sr. Rector: Sres. ex presidentes de la República Dr. Paiva y Gral. Rolón; señores embajadores y académicos; señoras y señores:

Unas palabras para dar fin a este acto con que los institutos patrocinantes se asocian a la semana de la independencia y rinden su homenaje a los fundadores de la nacionalidad. Se alzan en nuestro país voces que critican la devoción por la historia, aduciendo que nos aparta de la preocupación por el progreso y el futuro. A estos críticos debemos contestar que ignoran la esencia misma de nuestra nacionalidad, su formación y su razón de ser. Porque en ningún país como el nuestro se explica y justifica mejor el historicismo. La pasión por el ayer es esencialmente preocupación por el mañana. Las horas consagradas a los viejos documentos, las consumidas en archivos y bibliotecas son dedicadas por entero al porvenir. Sin un conocimiento profundo de su pasado ningún pueblo marchará seguro en procura de su destino.

"Es uno de mis aforismos más favoritos -escribe una de las más recias mentalidades contemporáneas- y del que acaso abuso, el de que las esperanzas se construyen con recuerdos y aquél que no tiene pasado, no puede prever su porvenir. El camino por recorrer no es sino proyección del camino recorrido". Y concluye el mismo escritor: "Alguien dijo que hay que arrasar las tumbas para dejar sitio a las cunas, pero es más económico convertir las tumbas en cunas. Y es por amor a las cunas que predico el culto a las tumbas".

Una nación tiene que defender su historia con igual decisión que su soberanía y su independencia, porque si llega a perder la conciencia de su pasado se hallará sujeto a todos los peligros, a todas las claudicaciones. Nuestro pueblo siente, o mejor dicho presiente esta gran verdad; de ahí la resonancia que tiene el tema histórico en su seno. No hay paraguayo por humilde que sea que no sienta el sortilegio del ayer patrio.

Ojalá nunca caiga sobre nosotros la terrible crítica que Quevedo disparó a los escritores de su patria en las páginas de España Defendida: "La poca ambición de España, bien que sean culpados los ingenios de ella, tienen en manos del olvido las cosas que merecieron más clara voz de la fama. Tal fué la ingratitud de sus escritores, y el descuido que pareció desprecio a los extraños, juzgando faltaba que escribir y quien escribiese... "Sorprendió a Quevedo que mientras en su país nadie recordase hechos deslumbrantes, los escritores de los otros, tratasen en toda forma de convertir "sueños y mentiras en verdades..."

La historia será útil y fecunda si vamos a ella con nobleza de espíritu y rectitud de intención, en procura de la verdad y de la justicia. No vayamos a ella a saciar nuestros odios o avivar nuestras pasiones, encendidas casi siempre con el fuego diario de rencillas de poca monta. Nos brindará la historia entonces sus lecciones y sus advertencias; nos hablará del dolor y del sacrificio de muchas generaciones que lucharon y trabajaron para que existiese esta patria.

Nos evocará grandezas y decadencias, victorias y derrotas, glorias e ignominias. Nos llamará en alta voz al deber, al trabajo, al amor, a la tolerancia y llenará nuestras almas de ilusión, de fe, de firmeza.

Período pródigo en enseñanzas es éste que hoy recordamos. Como ninguno exigió de los paraguayos inteligencia, serenidad, heroísmo. Al estallar la revolución en la capital del Virreinato el 25 de mayo de 1810, la entonces Intendencia del Paraguay se vió rodeada de peligros, de enemigos ambiciosos o amigos sospechosos. Vivía muestra Provincia como aislada en este rincón escondiendo bajo la capa raída del hidalgo el esplendor de los días que pasaron. Poco o nada se sabía de nosotros; se nos creía débiles, apocados y se consideraba que se había apagado para siempre en nuestras selvas el grito potente de los comuneros que resonó en pleno absolutismo y cuyo eco, llevado por el viento y por el dolor, repercutió a lo largo y a lo ancho del continente indiano. Eterno peón de brega, a veces recordaban de nosotros para que marchásemos al Plata o al Perú a ofrecer a las balas de los enemigos la carne de nuestra mocedad. Como Martín Fierro, jamás figurábamos en lista alguna de pago. Había tanta distancia y tanta burocracia entre la Madre Patria y éste su doliente dominio que ganara con justicia en los días iniciales el título "Provincia fidelísima de España".

Carecíamos de recursos, de armas, de unidades organizadas. Todos creyeron seríamos presa fácil de la ambición y que aceptaríamos sin resistencia la ley que quisiesen dictarnos; presto el espíritu usurpador tendió sus redes para coger en ellos a los ingenuos  paraguayos. Los mandatarios españolistas, aquellos a los que el inmortal Castelli llamó "los partidarios de sí mismo" pues no representaban ni a un Rey desposeído de su corona ni al pueblo, fuente de todo poder, alentaron el audaz proyecto de hacer del Paraguay pivote de la reacción, eje del vasto semicírculo trazado desde el Alto Perú hasta Montevideo, que al cerrarse ahogaría la revolución y arrojaría al mar a los revolucionarios porteños. Los prohombres del españolismo: Elío, Soria, Nieto, Paula Sans, Goyeneche, pusieron entonces su orgullosa vista en el Paraguay.

En el Este, la Corte Portuguesa bajo el pretexto de auxiliar al mando españolista colocó sus tropas en las Misiones a caballo del río Uruguay y se preparó para introducir en nuestro territorio, no doscientos hombres como había pedido Velasco, sino 1.200. Este movimiento provocó justificada alarma porque cuando la limosna es muy grande hasta el santo desconfía.

No menos grave era el peligro sureño. Como el Congreso reunido en nuestra capital el 24 de julio de 1810, resolvió no acatar a la Junta de Buenos Aires, y por el contrario ordenó se jurase al Consejo de Regencia, el gobierno porteño despachó contra la Provincia la expedición del general Belgrano que recibió el nombre de auxiliadora, pero que más que auxiliadora parecía conquistadora. A Dios rogando y con el mazo dando. La Junta de Buenos Aires al mismo tiempo que en rutilantes proclamas anunciaba la era de la libertad, enviaba sus ejércitos para evitar que el interior del Virreinato interpretase la libertad proclamada en forma distinta o pretendiese usando de ella, darse un gobierno autónomo. Asomaba su cabeza el partido unitario con su ideal de que la independencia fortaleciese y consolidase el inmenso poder económico y político de Buenos Aires. El Paraguay, como todo el interior, corrió el peligro de salir de la dominación española para caer bajo la férula de su capital. "Mudar de amo" como se dijo gráficamente en Asunción.

Léese en un editorial del Paraguayo Independiente esta profunda verdad: "El Paraguay fué el pueblo que primero sondó y penetró en las miras del gobierno de Buenos Aires, miras costantes... él, con pocas interrupciones apoyado de un partido siempre constante plantó desde el primer día de la revolución el deseo de dar a Buenos Aires una inmensa preponderancia, hacer

su grandeza, su poder, su gloria, a costa, no diremos de pueblos extraños, aunque del mismo origen, sino a despecho de las propias provincias confederadas".

Intuyó nuestro pueblo aquel peligro. Fue el primero que en la hoya del Plata vió aquella amenaza, y el primero que recogiendo el ideal del interior adelantó su pecho para ponerle dique. En forma inesperada, con sorpresa de propios y asombro de extraños, surgió en el escenario y en las jornadas memorables de Paraguarí y de Tacuarí al rechazar al invasor se hizo dueño de su destino.

Pero al combatir al ejército de Belgrano jamás pensó oponerse al avance de la revolución cuyos ideales compartía desde los días de los Comuneros ni sostener a un régimen cuyo fin anhelaba.

Disipado el equívoco que separaba a porteños y paraguayos durante las conversaciones mantenidas por Belgrano, después de Tacuarí, con Fulgencio y Antonio Thomás Yegros, Vicente Ignacio Iturbe, el padre José Agustín Molas y otros jefes criollos, se produjo una amplia reconciliación. La revolución no podía demorar.

El movimiento del 15 de mayo constituyó un aporte importante a la causa general de la independencia. Como un montón de pavesas deshízose la combinación reaccionaria, alentada desde Montevideo y en la cual era el Paraguay pieza maestra. El flanco, quizás principal de la revolución, quedó cubierto y el gobierno de Buenos Aires pudo hacer frente con toda su potencia al ejército españolista que descolgándose por la Quebrada de Humahuaca, amenazaba de muerte el corazón argentino.

En el congreso del 17 de junio dieron los próceres bases a la nueva nación y formaron el primer gobierno que condujo la nave del estado por mares tempestuosos hasta el congreso de Octubre

de 1813 que proclamó enfáticamente al Paraguay como "la Primera República, libre e independiente en el Sur".

Impidieron la entrada de las tropas portuguesas en territorio nacional, pero en seguida restablecieron la buena armonía con el poderoso vecino del Este. Frenaron con firmeza pero sin altanería las tentativas absolutistas del gobierno porteño. Establecieron cordial relación con la Banda Oriental y con el Alto Perú. Fomentaron el progreso, la educación, la cultura.

No fueron sordos al llamamiento de sus hermanos del continente. Eran paraguayos, pero también americanos. En la nota del 20 de julio de 1811 lanzaron por vez primera como fórmula de

conciliación y paz civil la idea de la confederación, esa idea que recogió Artigas en las instrucciones del año XIII y bajo cuyas banderas se congregaron todos los pueblos del interior.

No corresponde a nuestro país la mayor culpa en el fracaso de aquel ideal.

Cuando sonó la hora de la guerra de la emancipación, a pesar de la dictadura y del aislamiento, tampoco nuestros compatriotas estuvieron ausentes o ajenos. Años después Carlos Antonio López polemizando con Rosas recordó que miles de paraguayos que vivían en las Misiones y en Corrientes, trabajaban en estancias, saladeros, buques y establecimientos de la Argentina y del Uruguay, formaron en las filas del ejército de San Martín, pelearon en el Alto Perú y en la Banda Oriental, cruzaron los Andes, combatieron en Chile, en el Perú y en el Ecuador. La mayoría de ellos vivieron y murieron ignorados, soldaditos anónimos que solo reciben como consagración póstuma una raya sobre su nombre en la lista del regimiento. Pero otros se hicieron famosos y espectables: José Félix Bogado, Ramón Díaz, José María Rivera, Patricio Maciel, Bonifacio Ramos, Vicente Suárez, Patricio Oviedo, combatieron al lado de San Martín y de Lavalle, de Bolívar y de Sucre, estuvieron en Chacabuco y en Maipú, en Río Bamba y en Pichincha, en Junín y en Ayacucho.

Y uno de ellos Bogado, retornó a Buenos Aires después de quince años de campaña, encabezando los últimos granaderos a caballo, los restos humanos del regimiento que en cargas heroicas hizo avanzar la historia de América desde las aguas del encantado Río de la Plata hasta las cumbres coronadas de nieves eternas del Ecuador.

Señoras, Señores:

Recordemos aquellos hombres. A Fulgencio Yegros, jefe de la revolución, carácter superior, militar brillante. A José Gaspar de Francia, doctrinario del movimiento cuyo desarrollo de la teoría revolucionaria, puede sin desmedro, sufrir parangón con los trabajos de Mariano Moreno. A Fernando de la Mora, idealista y visionario, liberal de alma y de principios. A Mariano Antonio Molas, elocuente vocero del partido de los patriotas. A Pedro Juan, brazo ejecutor del movimiento, patriota ardiente, mártir de la libertad!

Recordemos y honremos también a sus hermanos, los próceres de América. A los iluminados soñadores que concibieron y realizaron la metamorfosis de una colonia en patria. Los que buscaron no solo la emancipación sino también una radical transformación en lo económico, en lo social, en lo político. Los que soñaron para este continente el mejor y el más noble de los destinos mediante la liberación y dignificación de sus masas, el fomento de sus riquezas naturales, el libre cambio de sus productos y sus riquezas, la educación popular, la implantación de un régimen de derechos, fundado sobre la voluntad señera del pueblo.

Fu¿ dura e injusta la vida con los próceres. Casi todos cayeron en medio del camino sin ver el albor de la nueva época. Con razón preguntó Echeverría en su canto: -¿No diste olvido, proscripción o muerte- a los héroes de mayo, a los campeones -que todo por tu amor sacrificaron- y de gloria inmortal te coronaron?

Siglo y medio después sus voces resuenan potentes y actuales. Prejuicios, odios, intereses, ignorancia nos apartaron por largos años de la ruta por ellos trazada. Pero asistimos ahora al eclipse definitivo de los males que ellos marcaron a fuego: el aislacionismo bárbaro, el patrioterismo estéril, la política de campanario. Si querernos asegurar el destino de nuestras patrias y el porvenir de nuestros hijos, debemos volver a esos ideales. Sólo así enfrentaremos. y venceremos a los imperialismos que quieren arrollarnos, y a los continentes que mediante la explotación de la mano de obra esclava pretenden desplazarnos de los mercados mundiales.

Las nuevas generaciones retornan a Mayo y de nuevo escuchan la voz de mando de sus adalides. Entre resplandores de esperanza, lenta, pero firmemente, sin prisa pero sin pausa, avanza

la nueva América, cuya mejor y simple definición es la del gran Sarmiento, con razón considerado el albacea de los hombres de Mayo. Venía Sarmiento cubriendo ya la última cuerda del camino; viajaba río Paraná arriba, buscando "dar sol a sus rosas al Paraguay de fuego" como en los versos de Rubén Darío. Escribió a bordo: "Siento que no esté vivo el viejo Vélez para pedirle breve epitafio en latín para mi tumba". Lo redactó él mismo y un año más tarde fué grabado sobre el mármol de su tumba cuando llegó a ella cubierto con las banderas argentina, paraguaya, chilena y uruguaya. El había pedido: "Una América sola, asilo de los dioses todos lengua, tierras, ríos, libres para todos".

Este país nuestro no debe estar ausente de este despertar continental. Alguien señaló con acierto que hay una América del Atlántico, jalonada por ciudades influenciadas por la civilización

europea, y otra Arnérica del Pacífico cuyas capitales conservan una mayor fidelidad a las tradiciones autóctonas. Dividiendo el continente por una línea trazada del Plata al Caribe surge sobre ella una sola ciudad en miles y miles de leguas: Asunción, nacida como "amparo y reparo" en los días cruciales de la conquista, y en seguida, motor de civilización en una vasta zona. En su seno palpitante de vida se cruzaron y se enlazaron las corrientes atlántica, platense y altoperuana. Aquí se juntaron para la obra común hombres provenientes del Este, del Sur y del Noroeste, se amalgamaron razas, se fundieron creencias: aquí América fué más América que en parte alguna de las Indias.

El dominio que el hombre ha alcanzado sobre el aire, el progreso de la aviación, está devolviendo a nuestro país la función de la hora inicial: ser el corazón del continente. El Paraguay es un nudo, un punto de enlace, un portaviones enclavado en lugar estratégico: a tres horas de vuelo de Río y La Paz, a dos de Buenos Aires, a cuatro de Santiago. Para que cumpla la misión que le confiere el destino tiene que palpitar de nuevo el alma de la estirpe fundadora. El paraguayo que durante siglo y medio ha estado mirando su suelo o su valle debe levantar la vista, contemplar el cielo y el horizonte que Dios le abre.

Para esa empresa la patria llama a sus hijos. Y os convoca especialmente a vosotros los jóvenes que representáis la esperanza de un mañana mejor y habeis de convertir en realidad lo que

para nosotros quizás no sea sino un sueño. A vosotros os saludo para terminar, como un augurio y un acicate con la estrofas del ruiseñor de la Hispanidad, con los versos simples del inmortal Antonio Machado:

Tú, juventud más joven, si de más alta cumbre

la voluntad te llega, irás a tu aventura

despierta y transparente a la divina lumbre

como el diamante dura, como el diamante pura.

Fuente: HISTORIA PARAGUAYA. ANUARIO DEL INSTITUTO PARAGUAYO DE INVESTIGACIONES - VOLUMEN II – 1957. Talleres Gráficos LUMEN. Buenos Aires – Argentina. Noviembre 1958 (147 páginas)

 

 

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Fuente en Internet: http://www.mre.gov.py

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Enlace interno a documentos de lectura recomendada:

* EL CONGRESO DE 1811. Por R. ANTONIO RAMOS

* LA REVOLUCIÓN DE LA INDEPENDENCIA DEL PARAGUAY. LA JUNTA SUPERIOR GUBERNATIVA. EL PRIMER CONSULADO. Por BLAS GARAY. Biblioteca Bicentenario Nº 2. Editorial Servilibro. Asunción - Paraguay 2009 (238 páginas).

 

 

 

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DOCTOR JOSÉ GASPAR RODRÍGUEZ DE FRANCIA en PORTALGUARANI.COM


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