GOLPE DE CUARTEL DEL 9 DE ENERO
DERROCAMIENTO DE ACEVAL - DRAMA EN LAS CÁMARAS
Se ha visto a través de larga expectativa, al caballerismo apercibido sobre el río revuelto de las últimas situaciones.
Las ocasiones no le permitieron rehacerse de su influencia directriz. Pero la poderosa gravitación que ejercía en la Asociación Nacional Republicana, en cuyas filas y en cuyo nombre, asumieron el gobierno Egusquiza y sus amagos, no se limitaba a las masas partidarias, sino que llegaba hasta el corazón mismo de los cuarteles, no obstante el arraigo que el general Egusquiza había cobrado en ellos.
Era una fuerza de resistencia latente, tanto más aprovechable para la subversión, cuanto más íntimamente estaba ligada con los orígenes del largo poderío republicano.
El general Caballero, siempre entendido con Escobar, constituían la tradición potente, condensada, del régimen de su partido y la única tabla de salvación de todos los reaccionarios del momento, contra el núcleo de hombres adueñados del gobierno.
La lucha sorda de los años, avivada en los últimos tiempos con el refuerzo personal de un hombre de sistema, el Dr. Insfrán, se agravó de repente.
Planteábase para el general Egusquiza y sus amigos, y lógicamente al Presidente Aceval, una solución perentoria: la de tomar medidas de carácter permanente que impidiesen la caída de los poderes legales y de las fuerzas armadas en manos de la reacción caballerista.
Pronto vendría la renovación presidencial y sus complicaciones inquietantes, para cuya resolución, cada fracción, se aprestaba con sus respectivos recelos y apuraba un desenlace a la situación.
Por fin, el nombre de D. Guillermo de los Ríos, ministro del Interior, fue lanzado, con aceptación general de los principales componentes del gobierno, para el primer término de la fórmula presidencial futura.
El Presidente de la República, el ministro de Guerra y Marina, coronel Escurra, lo apoyaban. Los generales Caballero y Escobar, creyéndolo asegurado, también se manifestaron conformes.
El Sr. de los Ríos renuncia entonces del ministerio del Interior, para ponerse, al frente de los trabajos electorales de su candidatura. Dos carteras vacantes quedan así a llenarse en el gabinete, estándolo, con anterioridad, la del Ministerio de Justicia.
El coronel Escurra insinúa al primer magistrado su deseo de informarse previamente, de los nuevos ministros que integrarían el gabinete, antes de su designación.
El Presidente ofrece las carteras del Interior y Justicia, respectivamente, a los Sres. Miguel Corvalán y Dr. Francisco Chávez, sin satisfacer el pedido de su ministro de Guerra, ocasionando a última hora, el día 7 de Enero, la oposición del mismo, en sesión de gabinete, a los nombramientos expresados.
Desde ese momento, estalla la crisis.
Dada la actitud del coronel Escurra, el Presidente, en la misma sesión de Palacio, le pide renuncia de su cargo, prometiéndole aquél remitirsela al día siguiente. El ministro de Hacienda, Sr. Fulgencio R. Moreno, se adhirió, en el acto, a la actitud del ministro de Guerra, poniendo a disposición del Presidente su cartera.
No eran extraños a aquel giro intempestivo de la crisis ministerial los generales Caballero y Escobar, quienes habían advertido ya al coronel Escurra de las designaciones pendientes de la firma presidencial.
Noticiados el general Egusquiza y sus amigos, reunidos en el Club Familiar, de la promesa hecha por el coronel Escurra de enviar al día siguiente su dimisión, hubieron de disuadir al Presidente de la República de toda espera y de aprestarse a proceder sin pérdida de tiempo.
El plan del grupo presidencial era el nombramiento del general Egusquiza de ministro de Guerra y su constitución inmediata en los cuarteles, para impedir todo movimiento.
Mientras tanto, los caballeristas, aprovechando al fin la coyuntura, y los jefes de los cuerpos, adictos al coronel Escurra, deciden a éste a resistir y cambiar la situación.
En la noche del 8, fueron invitados por el coronel Escurra a una cena, en el cuartel Escolta, los capitanes Hipólito Núñez y Antonio Almeida, de la Artillería e Infantería de la plaza, sindicados como de con fianza del general Egusquiza, y llegados al lugar de la cena, reducidos a prisión.
El alzamiento se había consumado.
A la mañana siguiente, fue invitado también el Presidente Aceval por Escurra a concurrir a dicho cuartel, para conversar nuevamente con él sobre el asunto de su dimisión, y al llegar, es igualmente apresado.
La policía a cargo del Sr. Elías García, intentó resistir, pero, ratos después, se entregaba a la conjuración.
Esta constituye su Comité con los siguientes ciudadanos: generales B. Caballero y Patricio Escobar, coronel Juan A. Escurra y Sr. Fulgencio R. Moreno.
A fin de establecer el nuevo orden de cosas con la sanción del Congreso, se llama a una sesión extraordinaria a los representantes de ambas Cámaras, esa misma mañana.
El general Egusquiza se había asilado en la legación argentina y el ex-ministro del Interior, señor Guillermo de los Ríos, en la francesa. Un grupo de senadores y diputados, partidarios de la situación derrocada, entre quienes figuraban los Sres. Federico Bogarín, Miguel Corvalán, Dr. Emilio Pérez y Julián Ayala, resuelve afrontar la situación en el Congreso y protestar en la sesión, contra el golpe efectuado. Iniciados los debates de la asamblea a mediodía y puesto a votación el proyecto de ley poniendo en ejercicio del P. E. al Vice-Presidente de la República, Sr. Andrés Héctor Carvallo, toma la palabra el Dr. Emilio Pérez y luego el senador Bogarín y se oponen enérgicamente a su sanción, adhiriéndose al temperamento los demás representantes del grupo referido.
El ambiente, de suyo caldeado de los espíritus, no tardó en estallar.
En el curso de la exposición del Sr. Bogarín, fue de súbito interrumpido con un gesto de agresión por el diputado D. Eduardo Fleitas, uno de los principales comprometidos del movimiento, y una bala de revólver sonó en dirección de éste, iniciándose simultáneamente un tiroteo general, de todos contra todos, con la dispersión consiguiente de una gran parte de legisladores y de la barra.
En el primer momento, cayó muerto de un balazo en la frente, el senador Dr. Facundo Ynsfrán, el candidato descontado de la conjuración para la próxima presidencia.
Varios representantes resultaron heridos.
Las fuerzas de artillería, que estaban emplazadas frente al cuartel, al oír el tiroteo, inician un bombardeo sobre el edificio del Cabildo, que cesó pronto, con la remisión de un piquete de la Escolta al lugar de la refriega parlamentaría.
El orden quedó restablecido; el Vice-Presidente de la República, Sr. Carvallo investido del P. E., por la ley sancionada y refrendada por el Comité revolucionario.
Fuente: HISTORIA CONTEMPORANEA DEL PARAGUAY (1869 - 1920). Por GOMES FREIRE ESTEVES. Prólogo de ALFREDO M. SEIFERHELD. Reseña biográfica del autor: MANUEL PESOA. Complementos: RAÚL AMARAL. Editorial NAPA. Asunción – Paraguay 1983 (396 páginas)
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