GOBIERNOS EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVI
1556 - 1992
GONZALO DE MENDOZA
Poco antes de morir DOMINGO MARTÍNEZ DE IRALA "por un codicilo encomendó y en nombre de S. M. mandó a la ciudad y a toda la gente que atentó al servicio de S.M. y pacificación de la tierra, en el gobierno de ella no innovasen persona y así como en su vida gobernaba y mandaba el capitán GONZALO DE MENDOZA así fuese por su fin y muerte tuvo por bien después de lo susodicho murió Domingo de Irala, que sea en gloria, quedó en el gobierno pacíficamente el capitán Gonzalo de Mendoza...". Al designar heredero, Irala se extralimitaba pues no existía disposición legal que lo autorizara. Lo que correspondía en octubre de 1556, es que se ponga en vigencia la CÉDULA REAL DEL 12 DE SETIEMBRE DE 1537, por la cual los vecinos deberían elegir el gobernador interino hasta tanto la Corona, disponga del mismo.
Asumió el gobierno Gonzalo de Mendoza, cofundador de Asunción de larga y meritoria foja de servicios en la provincia pero personaje bien desteñido y anodino. No era un Irala ni un Cabeza de Vaca; es evidente que el gobierno recayó en él por ser yerno del difunto inaugurándose así un pésimo sistema. "'No había logrado destacar -señala Rubio- de una manera sobresaliente sobre los demás y su encumbramiento y exaltación al gobierno lo debió a su matrimonio con una de las hijas de Irala". Resultaba la injusticia más evidente si se considera que tenía la tierra el adalid capaz de llevar adelante las grandes empresas:
NUFRIO DE CHAVES, el más señero de los conquistadores, después de Irala, aquel que había actuado en el Plata, el Paraguay, el Pilcomayo, en los dos Perú y el Brasil. Presente en todas las expediciones. Al serle negado el gobierno del Paraguay emprendió otros rumbos que no convinieron a la Provincia.
GONZALO DE MENDOZA, por otra parte, pronto tuvo que enfrentar otras expediciones. Así el capitán Ruiz Díaz de Melgarejo, una población que llamó Ciudad Real, no lejos del Paraná. Y Nufrio de Chaves, convenció al Gobernador a realizar una de las más portentosas expediciones hacia el Oeste en 1558, integrada por 150 españoles, 1500 indios aliados y una gran flota de bergantines y canoas.
GOBIERNOS DE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVI
Período / Gobernante
1556-1558: Gonzalo de Mendoza
1558-1564: Juan de Ortega
1566-1570: Felipe de Cáceres
1570-1576: Cuarto Adelantado Juan Ortiz de Zárate
1572: Martín Suárez de Toledo
1576-1577: Diego de Mendieta
1577: Luis de Osorio
1578-1591: Quinto Adelantado Juan Torres de Vera y Aragón, gobiernan en su nombre
-. 1578-1583: Juan de Garay
-. 1583-1584: Rodrigo Ortiz de Zárate
-. 1584-1587: Juan Torres de Navarrete
-. 1587-1588: Juan Torres de Vera y Aragón
-. 1588-1592: Alonso de Vera Aragón
FRANCISCO ORTIZ DE VERGARA
Fallece súbitamente GONZALO DE MENDOZA en julio de 1558, y le sucede en el cargo FRANCISCO ORTIZ DE VERGARA, acatando la disposición de la Real Cedula del 12 de setiembre de 1537, fue electo libremente por todos los vecinos convocados para el acto, donde pesó más su parentesco con Irala que sus méritos propios, consagrando el temprano nepotismo gubernativo Ortiz de Vergara, sevillano, poseía una buena foja de servicios desde su llegada con CABEZA DE VACA en 1542, pero obedeció más a Chaves y al obispo, actuando en forma contradictoria y vacilante. Emprendió la expedición "pacificadora" con 500 españoles y 2.000 indios amigos, yendo a la provincia de Acaraíba, los encuentros eran encarnizados, imitando los rebeldes tácticas españolas. Los alzamientos indígenas se repitieron durante dos años, matando los rebeldes a los cristianos, cometiendo crueldades y delitos, donde el río Caañavé se convirtió en un límite de seguridad, faltando a españoles armas y municiones. La provincia quedó estancada bajo el gobierno de Ortiz de Vergara, sin vía de comunicación, sin vía comercial y sin productos que la provincia producía. Cuando el gobernador y el obispo salieron con Nufrio de Chaves en 1564, quedaron en Asunción 280 hombres españoles, de estos el 30% totalmente inútiles por enfermedades, y la mayoría de ellos sobrepasaba los 50 años, quedando solo algunos mancebos hijos de la tierra. En esta crítica situación provincial, se discutía la apertura al Perú por la ribera del Río Pilcomayo. Pero el proyecto se vio dificultado por el dominio de los Chiriguanos, dueños del territorio.
LAS EXPEDICIONES DE NUFRIO DE CHAVES
Entretanto, Nufrio de Chaves volvió a Asunción para buscar a su familia y proveerse de más caballar y servicio; para romper la recelosa animosidad de los asunceños, recurrió a la aún latente expectativa del hallazgo "del país del oró", afirmando que él, conquistando la nueva provincia, "descubrió la noticia de las Amazonas y Dorado"; Chaves rechazó toda factibilidad de una entrada por Pilcomayo a causa de la presencia de los indomables Chiriguanos. Para salir del estancamiento y en pos del ejemplo y de las promesas de N. de Chaves, unos 40 "capitanes y vecinos principales" con sus familias, unos 100 soldados-pobladores. 80 mancebos de la tierra y 1000 indios encomendados de servicio decidiéronse a acompañar a Chaves; era una verdadera emigración provincial. En el puerto de Piedras Blancas - Itatí se acoplaron al éxodo unos 3.000 itatínes -Guaraní, ya no en calidad de "acompañantes" tradicionales, sino como un grupo migratorio cerrado.
Mientras Chaves, prosiguió su expedición hacia el Oeste, en donde enfrentó varios peligros con los indios comarcanos y un levantamiento de sus propios capitanes que desean regresar
Asunción. No obstante prosiguió viaje y fundó Nueva Asunción, no lejos del río Guapay, donde en un lugar cercano encontró a Andrés Manso. Luego Chaves y Salazar partieron hacia Lima, donde los recibió el virrey Andrés Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete, quien les otorgó la gobernación de Mojos a su hijo García Mendoza de Manrique, el tenientazgo de la Gobernación a Nufrio de Chaves y el Alguacil mayor a Hernando de Salazar. Al volver a Nueva Asunción, Andrés Manso no acató la superioridad de Chaves, rebelándose contra él, y fue preso y enviado a Charcas, donde no llegó pues fue muerto por los indios Chiriguanos. El 28 de abril de 1561, Chaves funda Santa Cruz de la Sierra, en recuerdo de una aldea cercana a su Trujillo natal, donde pasó parte de su infancia. La nueva población fue erigida a 50 leguas al Oeste del río Paraguay, pero en 1575 el virrey Toledo ordenó su traslado al sitio de su actual emplazamiento. Las expediciones de Chaves fueron verdaderas expediciones "desmembradoras", dada la inicial unidad que existía en el espíritu de los conquistadores del Río de la Plata.
LA EXPEDICIÓN AL PERÚ
Se decidieron acompañar el grupo emigratorio asunceno también el gobernador de Vergara y el obispo de la Torre y el Tesorero Felipe de Cáceres, representantes de las "autoridades provinciales" de entonces, cada uno con peticiones a la Audiencia y al virrey de interés provincial y para beneficio personal. Asunción quedó a cargo del teniente gobernador Juan de Ortega, la exhausta provincia contribuyó para esta expedición 21 embarcaciones de remo, 80 canoas y 800 caballos. El gobernador Francisco Ortiz de Vergara fue retenido por Nufrio de
Chaves mucho tiempo en Santacruz de la Sierra. En su carta al Virrey del Perú. Vergara recordó que el Cabildo de Asunción reprochaba a Chaves su traición y usurpación: "... hubiese ido á dar la propiedad de aquella tierra (referencia Santa Cruz) al Perú, siendo más razón darla al pueblo y Ciudad de donde había partido..."; Chaves contestó con la calumnia de que el gobernador "...quería venir con 300 arcabuceros a tomar la posesión de Santa Cruz y de Santo Domingo de la Rioja, diciendo ser todas tierras pertenecientes al Río de la Plata...".
Estando Vergara ya en Charcas, fue sometido a 120 capítulos acusatorios, primando "el delito" de haber sacado de la provincia tantos españoles e indios bajo el pretexto de venir a solicitar "el socorro". La Audiencia de Charcas condenó la actitud del gobernador y más aun su ausencia de un año y medio en Santa Cruz por ser Indios Cordilleranos alzados, creyéndolo inmerecido de su cargo: inútil fue la defensa de Vergara, quien apelaba al hecho de que llegó al gobierno por una elección popular. La actitud abiertamente negativa de la Audiencia de Charcas se debía a sus propios intereses: se difundió la voz de que había minas en las tierras de la provincia del Río de la Plata; se abría la posibilidad de fundar poblaciones-bases para la vía hacia la costa atlántica; se conocía el, encierro provincial, su pobreza económico productiva, sus gobiernos inoperantes y su poca población española, con claro predominio de los "hijos de la tierra".
El mismo Ortiz de Vergara se encargó de llevar al Perú las muestras de metales y pedir a que vinieran "conocedores y mineros y fundadores y los demás oficiales que fuera menester para ver si hay alguna riqueza en esta tierra..."; en su carta de 1564, el Cabildo se refería específicamente a la comarca de la recién fundada Ciudad Real y en el Río Hybay, donde "... hay grandes muestras de metales y piedras preciosas", pero faltaban "mineros" para beneficiarlas. El mito de la Sierra de la Plata de los conquistadores-expedicionarios fue sustituido por el mito de "riqueza de metal" en Guairá y Acahay, creando una gran expectativa entre los españoles de Asunción y un valioso atractivo para un gobernador con el suficiente potencial del caudal económico. El factor Dorantes escribía en 1566 al Licenciado Castro sobre los hallazgos de minas; a 13 leguas de Asunción habría mucho metal y muchas personas andaban por la comarca en busca de minas; se sacaba un poco de tierra y "... se fundía y cuando se refinaba granalla que se sacaba, se iba siempre en humo...."; los buscadores avisaban que en tierra a 80 leguas por el Río Paraguay hubiera mucho cobre, la voz que luego llevó a Ruy Díaz de Guzmán a fundar la provincia de Xerez. En la misma carta. Dorantes pedía al virrey: "... para que aquella tierra se perpetúe, tiene necesidad de un hombre rico que puede enviar por Castilla una armada de gente para aquellas tierras....", para poblar San Francisco, Río Paraná y Río de la Plata, "... para tener puerto para la Asunción y Tucumán...", válido también para Charcas y Santiago del Estero. Entretanto, el teniente gobernador Juan de Ortega envió en 1567 a Ruy Díaz de Melgarejo a la Ciudad Real para "... buscar a sacar los metales que se han de traer por muestra y crédito...." y convencer al virrey de que había "riqueza" en la provincia.
El gobernador Ortiz de Vergara se resistía dimitir de su cargo, pero manifestando al Licenciado Matienzo que lo haría en el caso de que el gobierno recaería a " una persona caudalosa que pudiera enviar gente de España para el socorro de la tierra, enviando por acá la tal persona que fuese de esta tierra del Perú y no de los que vinieron con el de Asunción...".
EL GOBIERNO DE JUAN ORTIZ DE ZÁRATE
Y sucedió en el gobierno el acaudalado JUAN ORTIZ DE ZÁRATE. No obstante, 10 años después, al llegar el Adelantado a Asunción y cuando económicamente la provincia se sobreponía, la reacción contra el Adelantado fue general; los viejos conquistadores se hallaban descontentos por ser nombrados en la gobernación "un oriundo de otra provincia americana"; este rechazo inicial se convirtió luego en una abierta reacción contra el nepotismo del adelantado Juan Torres de Vera y Aragón. Los viejos españoles y sus hijos mancebos se oponían al despotismo económico de Ortiz de Zárate, quien abiertamente declaraba; "... que nadie pensase tener cosa suya propia en la tierra, que todo lo había y había de haber era suyo y había de ser...", refiriéndose especialmente a la nueva economía de ganadería. Los "viejos" y los mancebos afirmaban "...que el adelantado antes había venido a despoblar esta tierra que no a poblar y así se fueron al Perú y al Tucumán algunos españoles y mancebos nacidos en esta tierra por malos tratamientos del adelantado y del sobrino a quien nombró al tiempo de su fin.
Los miembros de las familias Zárate y Mendoza acumularon sus riquezas y posición social en la provincia de Charcas: estancias, ganado, granjería, solares, minas de Porco y Potosí y repartimientos perpetuos de los indios Yamparáes. Entre las capitulaciones hechas por Juan de Ortiz de Zárate conviene destacar los siguientes puntos: la obligación de traer con la armada de España 500 hombres, labradores y de oficio, de éstos 200 casados, y 300 hombres de guerra para una verdadera "colonización española"; la obligación de fundar dos pueblos españoles, uno en la entrada del Río de la Plata y uno en el distrito de Charcas, permitiendo la ansiada "vía de comunicación y comercio", De fundamental importancia económica para la provincia constituía la obligación de introducir dentro del término de 3 años 4.000 vacas, 4.000 ovejas, 500 cabras y 300 yeguas. El adelantado se obligaba además de gastar de su peculio 20.000 ducados para el servicio de la provincia. Entre las mercedes concedidas a Ortiz de Zárate figuraba el Adelantazgo dado por dos vidas- origen del gobierno nepótico y tiránico-, el derecho de repartir encomiendas por 3 vidas en las poblaciones nuevamente fundadas, el derecho al beneficio de la "labor de plata, oro y piedras", y libre introducción de mercaderías y negros.
EL GOBIERNO DE FELIPE DE CÁCERES
El contador Felipe de Cáceres, designado por Ortiz de Zárate como teniente gobernador, se presentó el 11 de diciembre de 1568 al Cabildo asunceno, fue nombrado como Alguacil Mayor Juan de Garay, quien lo acompañaba desde Charcas. Cáceres fue el último representante de la prepotencia de los Oficiales Reales, quienes siempre pretendían imponer la política económica provincial en nombre del "servicio al Rey", lo que provocó una abierta competencia con el obispo Fernández de la Torre con su lucha por la preeminencia político-religiosa- Esto no obstante, la economía provincial se potencializó; el mismo Ortiz de Vergara, entonces en calidad de tesorero real, escribió en su Relación de 1573 que en la comarca asunceña hay "...vacas, caballos, ovejas, cabras, puercos, arroz, trigo, cebada, maíz, uvas, granadas, higos, naranjas, limas, sidras, todo género de agua y de verdura en muy gran cantidad. Está tan abastecida y pertrechada de todas las cosas necesarias que aunque lleguen dos mil hombres, se pueden sustentar..." ; ya no se trataba del simple "cultivo guaraní" de los primeros "teyupá" asunceños, sino de una nueva "economía integrada", con predominio de los productos de consumo hispanos. Felipe de Cáceres, de regreso como teniente gobernador, trajo de la estancia de Tarija de Ortiz y Zárate más de 450 cabezas vacunas, algunos caballos y yeguas de carga, pero no se cumplió en su totalidad la cláusula sobre la introducción de animales domésticos según las capitulaciones del adelantado. Martín de Orué describe las dificultades que enfrentaban Cáceres y el obispo a su vuelta del Perú, debiendo pasar por la región de los Guaraní alzados: "-por venir poca gente que serían hasta 40 personas y embarazados con mujeres, hijos y ganado de vacas y caballos de carga...".
Juan de Garay fue el testigo "'...que los que vinieron con el dicho Felipe de Cáceres trajeron muchas, vacas y otras cosas..."; en el año 1582 había, según Garay, tanto ganado "...que no vale una vaca un peso y medio arriba de la moneda de la tierra, y cuando mucho dos...". En nombre del adelantado, Cáceres adquirió dos campos, uno en Yvytyminí de la Cordillera y el otro en Lambaré en la ribera del río Paraguay. Para el caballar había ejidos en la orilla chaqueña y en Tapuá, pero los reglamentos referentes a las "manadas concejiles" no se respetaban.
EL INFORME DE MARTÍN DE ORÚE
El escribano Martín de Orué, gran conocedor de los problemas del Río de la Plata y de considerable prestigio personal,
Formuló un buen análisis de la producción económica de la provincia; clamaba por la necesidad de fomentar "las estancias y heredamientos de los Españoles"; había buenos pastos en la otra orilla para vacas, caballos yeguas y ovejas; empero, no eran "los españoles", sino los "mancebos criollos" que más se interesaron en las "heredades estancias", como lo demuestra también el ejemplo de Hernandarias; la verdadera "economía de estancias" se organizó, cuando los criollos adquirieron el status de "vecinos-feudatarios". Martín Orué destacó que hubo dos cosechas anuales de los productos agrícolas, nativos como maíz, frijoles, calabazas, mandioca y algodón, y también los introducidos, como uvas, higos, granadas, destacándose la caña de azúcar, cultivada sin riego, y las vides, produciéndose en 1573 ya 6.000 arrobas de vino y"... el vino es bueno, porque con cierto cocimiento que se hace, dura un año o más...". Cuando se abrió la vía comercial al puerto de Buenos Aires, el vino y el azúcar constituían los principales bienes de comercio de la provincia hasta que la yerba y las estancias reorientaron la producción económica. Se disponía de toda la madera necesaria para los navíos, ligazón de laurel, tablazón de cedro para mástiles y remos; se servía de lienzo de algodón para velas, de garabata para cables y de estopa para calafateo; no se carecía de curtiembre para cueros y había suficientes salinas y salitrales, faltando, empero, hierro y acero. El escribano Orué apoyaba el incremento de la producción provincial y fomentaba el proyecto de una colonización más eficaz, levantando la voz contra el quimérico El Dorado, una expectativa latente hasta los principios del siglo XVII: “...los provinciales en lugar de poblar, la han destruido con andar buscando la laguna del Dorado, o un nuevo Atahualpa, y en esto han gastado su tiempo y consumido lo que había para la sustentación de esta tierra...... Este potencial económico se basaba en el trabajo de los indios encomendados, cuyo servicio solía ser irregular fuera de la estrecha comarca asunceña. La "propiedad" de las encomiendas mismas era totalmente inestable a causa de la lucha política por el poder, entonces sinónimo de las ventajas económicas; las, encomiendas "se quitaban y sacaban", pudiendo una simple censura del obispo "inhabilitar" al vecino encomendero para la tenencia del servicio de mitayos.
ORTIZ DE ZÁRATE EN ASUNCIÓN
Cuando Ortiz de Zárate llegó a Asunción, el desorden de las haciendas y encomiendas era total, aplicándose el principio de "saca y pone" según que sus dueños fueran partidarios de
Cáceres o del obispo. La manipulación del servicio doméstico de los yanaconas obedecía a los intereses personales de los encomenderos y sin respeto alguno por las leyes naturales de una "constitución de la familia". Se perdieron muchos cañaverales, moliendas y estancias. Cuando el propietario moría sin hijos naturales reconocidos, teniendo el gobierno pleno derecho de apropiarse de haciendas o encomiendas. El libertinaje en la lucha por "la mano de obra", - fuera por causas políticas del gobierno o por posesiones arbitrarias de los encomenderos individuales-, iba en aumento al comenzar "la política fundacionalista". El adelantado Ortiz por sus largos años de servicio, poblando la Ciudad Real y Villa Rica y descubriendo minas a su gasto, otorgándole en encomienda trescientos cincuenta y dos "fuegos-familias" indias, esparcidas por los ríos Piquyry, Huybay, Pirapó y Paranapanemá; si bien esta merced fue más nominal que de provecho práctico, llegó a convertirse en gran motivo de disputas entre los villarriqueños y los misioneros jesuitas. En este período también algunos mestizos obtenían encomiendas como "hijos naturales reconocidos" por derecho de gozarlas en segunda vida.
El sueño de 'las minas en la provincia' promovió el nombramiento del adelantado Ortiz de Zárate, pero se desvaneció pronto; cuando Felipe de Cáceres fue nombrado de teniente gobernador, contrató a un minero de Potosí, Francisco Muñiz, quien "...hizo los ensayos de todos los metales que de esta provincia llevaron, cuando salió el obispo y el capitán Francisco Ortiz de Vergara...". El minero se convenció de "la bondad de metales" y estaba dispuesto dejar Potosí e ir al Paraguay; no obstante, fue retenido por Nufrio de Chaves en Santa Cruz, hecho luego duramente reprochado y se acalló la voz de la "Perla de oro" en la desembocadura del río Yguasú. En el año 1569 se levantó un gran tumulto contra el teniente Alonso de Riquelme; se descubrieron las piedras cristalinas, convertidas por la fantasía en "piedras preciosas"; los vecinos de la Ciudad Leal, liderados por el clérigo A. de la Escalera querían volver con "el tesoro" a España y despoblar la ciudad; se envió a Ruy Díaz de Melgarejo en ayuda para poner orden entre los amotinados fugitivos. Melgarejo fundó en 1570 Villarrica en "la provincia de Cuarasyverá" hacia el río Huybay, tierras tradicionales de los Yvyryrayás, donde corría la noticia de "minas de oro". Cuando Melgarejo comenzó el cateo necesario, no halló oro, pero sí el hierro que se fundía para fabricar "cuñas de rescate", un medio de trueque en la pobre provincia.
LA DISPUTA ENTRE EL OBISPO Y EL GOBERNADOR
Una de las primeras medidas del Adelantado Juan Ortiz de Zárate, fue la designación de Felipe de Cáceres, como su teniente gobernador. Como el nuevo adelantado partía para España. Cáceres iba a ejercer por una larga temporada el gobierno de Asunción. Tomó posesión del cargo en la Asunción el 11-XII-1568 y fue depuesto a mediados de julio de 1572.
En su viaje de vuelta del Perú a Asunción, Felipe de Cáceres, fue continuamente hostigado por Fray Pedro Fernández de la Torre, quien no quería que asumiera el gobierno de la Provincia. No obstante éste "aun sin quitarse las armas de que iba vestido, ni tomar descanso, mandó convocar a cabildo y se recibió el uso de su empleo. "Y luego el dicho día - dice el gobernador- me presenté en el cabildo y regimiento y hechas las solemnidades en derecho requeridas fui recibido..." (Testamento de Felipe de Cáceres. Asunción, 4-IV-1571). Luego nombró a Garay como alguacil mayor.
La rivalidad entre Cáceres, el Obispo y Dorantes, fue consecuencia de viejas diferencias, que se acentuaron aún más ejerciendo el gobierno el primero. Una fugaz e inútil escapada hacia el Perú, promovió Cáceres, en julio de 1568. Esta ausencia aprovechó el Obispo Fernández de la Torre, por no percibir el diezmo que le correspondía y negado por Cáceres: era una cuestión personal en donde no se hallaban en juego altos intereses de la Colonización. Sin embargo Cáceres se enteró de las tramoyas armadas por el Obispo, y de la acusación de "luterana", que le hacía al mismo. Lo cual provocó que una conjuración que debía estallar el 12 de marzo de 1571, para prender al gobernador en la iglesia durante la misa, fuera abortada por el mismo. El Obispo, armó una "repugnante comedia de arrepentimiento y perdón, que convenció a Cáceres. No obstante éste hizo apresar a los principales conjurados, aplicado la pena máxima y el obispo se retiró al monasterio de la Merced donde guardo clausura voluntaria, y el provisor Segovia que lo secundó en su patraña se asiló en la Catedral.
EL PERÍODO DE TERROR
En la ciudad de Asunción comenzaron a aparecer pasquines, se formaban corrillos y se preparaban conjuraciones entre los secuaces "obispales" y "gubernamentales". Cáceres publicó el bando con la amenaza de pena de muerte para "...los que echan cartas difamatorias por las calles y los fijan en lugares públicos..."El teniente gobernador hizo leer al escribano oficial su Relación a cien vecinos, convocados en la iglesia de La Encamación, con las siguientes afirmaciones: El obispo pretendió obstaculizar el reconocimiento de su cargo de teniente. Provocando inquietudes: "...la gente, vecinos y residentes en esta ciudad estaban divisos en voluntades e opiniones, unos pretendiendo mandar, oíros desampararla (ref.: la ciudad) e irse a otras partes". Cáceres reafirmó que siempre respetaba inmunidades de la iglesia, pero que el obispo y su provisor Alonso de Segovia querían apresarlo para apoderarse del gobierno y usurpar "la jurisdicción real".
Y se acusó al obispo de querer "...hacer nuevos repartimientos de indios, dando a unos y quitando a otros, teniendo como tenía hechas y ordenadas muchas censuras e descomuniones mayores para con ello poner pavor, espanto y terror a los simples para convocarlos y atraerlos a su voluntad, tiranías sacrílegas y ligas munipudias".
Así comenzó el período del terror con encarcelamientos, condenas o muertes, faltando en la provincia todo respeto "al derecho de las gentes", interpretando entonces los "derechos humanos". Prohibióse a los vecinos toda comunicación con el obispo, a quien se suspendieron las respectivas temporalidades y se le impidió el oficio pastoral, muchos vecinos se retiraban de la ciudad, acogiéndose a sus haciendas del campo, la táctica habitual de evasión a responsabilidades. Según la Relación de Gregorio Acosta, "los hijos de la tierra", entonces la mayoría, eran en los comienzos el sostén del gobierno de Cáceres; sus desmanes se acentuaban: "...roban a quien quieren y difaman a quien quieren”. Numéricamente, los mancebos dominaban la ciudad; el 3 de junio de 1571, Felipe de Cáceres editó un bando abiertamente anti-criollo-mestizo: "...que los mancebos hijos de la tierra están contra lo mandado, prosiguiendo de noche asaltando los corrales, las casas, y rompen hasta las puertas, por lo que con el fin de atajar tanto mal y de servicio de Dios, en adelante no salgan de noche desde la hora de queda tocada la campana, porque si son cogidos, se han de ahorcar de la picota y rollo..."; los alguaciles, acompañados por los Guatatáes; actuaban de vigilantes nocturnos.
Los mancebos constituían demográficamente cuatro quintas partes del total poblacional, "...y van cada año en mayor aumento los criollos y mestizos..."; todos se caracterizaban por su falta de respeto a la autoridad, rebeldes a la monotonía vivencial y siempre muy amigos de cosas nuevas cada día como los indios...". Rechazando la autoridad y más aún el despotismo gubernamental con duras prohibiciones sociales, los mancebos mestizos se sentían protegidos por la iglesia, prometiéndoles el obispo de la Torre las ventajas de los repartimientos de encomiendas. En agosto del 1572, los ciento cincuenta hombres "obispales", con la mayoría mestiza, escondidos en la iglesia, apresaron al teniente gobernador Felipe de Cáceres, con el lema de "viva la fe de Jesucristo". Fue la primera vez que "los hijos de la tierra" desempeñaron un rol político, pero el poder seguía en manos de los vecinos-feudatarios, quienes, reunidos en la plaza de la ciudad, volvieron con el grito del año 1544: "libertad, libertad"; durante este alboroto, Martín Suárez de Toledo se apoderó de la vara de justicia y por no ser "electo", se le reprochaba un auto-nombramiento. A partir de la política fundacional y la consecuente expansión y nuevas "ocupaciones económicas", los mancebos lograron su valor sociopolítico.
LA REBELIÓN CONTRA CÁCERES
Después de un corto viaje hasta el Río de la Plata a la Isla de San Gabriel en abril de 1572, esperando noticias de Ortiz de Zárate, y regresando a Asunción se encontró con una nueva conspiración donde tuvo por escenario la Iglesia Mayor.
De allí salió el Obispo con un Cristo en la mano gritando: ¡Viva la fe de Jesucristo!, el gobernador fue apresado y llevado a la Iglesia la Merced. No tuvo por objetivo la toma del poder, quedando este vacío, por lo cual se apoderó del mismo Martín Suárez de Toledo en carácter interino. Entretanto Cáceres quedó en prisión siendo objeto de vejámenes, y secuestrado todos sus bienes. Ortiz de Zarate, persiguió a los del bando contrario al Obispo y restituyéndole a este las rentas y repartiendo encomiendas, a los victoriosos. Se preparó un navío especial para enviarlo a Cáceres preso a España, el cual fue aprovechado por Juan de Garay, para con nueve españoles y 80 mancebos nacidos en Asunción, embarcarse con el Obispo y Ruy Díaz de Melgarejo, como custodio del preso, y enfilar hacia el Río de la Plata, donde de paso hizo poblar Santa Fe, por segunda vez.
Entretanto, el Obispo y Melgarejo, se separaron de Garay y siguieron viaje a España en la carabela San Cristóbal de la Buenaventura. Llegado al puerto de Santos, el obispo enfermó
y murió en dicho lugar. Melgarejo enterado de que Ortiz de Zárate, se hallaba en el Plata, renunció a irse a España, a fin de auxiliar al cuarto adelantado. Por otra parte Cáceres sometido a proceso fue absuelto en España. Y así, con la caída de Felipe de Cáceres -manifiesta Marco Antonio Laconich-, se cancela la cuenta histórica de la deposición de Alvar Núñez, se cierra el periodo de historia revolucionaria del Paraguay, el de los primeros intentos democráticos de elección popular, con sus confusas luchas en torno o al margen de la concesión Real, contenida en la Cédula de 1537.
ORTIZ DE ZÁRATE EN ASUNCIÓN
Al llegar a Asunción el adelantado Ortiz de Zárate, levantó cargos contra Suárez de Toledo por no haber apoyado al teniente gobernador Felipe de Cáceres, siendo su deber a favorecer "la jurisdicción y preeminencia real", permitir maltrato a los partidarios de Cáceres y luego apoderarse "tiránica, temerariamente y atrevidamente de la vara". No obstante, Suárez de Toledo conocía y valoraba los conocidos proyectos referentes a fundar "un puerto" para que cualquier armada o navío venido de España "tuviera remedio y amparo en dicha escala", con preferencia en San Gabriel, San Salvador o San Juan.
El adelantado Juan Ortiz de Zárate asumió su cargo en Asunción en el año 1575; la composición de su armada, la travesía y las desagraciadas actitudes entre la costa del Brasil y San Salvador fueron duramente criticadas por los informes de la época. Zárate vino con malos navíos, con gente pobre, con pocos recaudos, pero aún creyendo en la "riqueza del metal", "...en todas estas provincias y gobernación del Río de la Plata, por mi nuevamente intituladas de la Nueva Vizcaya El encierro prolongado y la falta de comunicaciones influyeron en una pobre formación sociopolítica de los pobladores; ya en la Relación atribuida a Gregorio de Acosta, se acusaba a todos los gobernadores de "dictatoriales", negando a los españoles irse a España o enviar navíos, y manipulando el cabildo, el que hasta Hernandarias no adquirió su categoría; se nombraban para alcaldes y regidores "los más simples y tímidos y muchos de ellos no saben firmar sus nombres"; se acusaba a los gobiernos de regir "sin justicia" y que nadie se sentía seguro de ser "señor de su haciendas"; sólo existía una regla de conducta sociopolítica: "...el que más puede, sojuzga al que menos puede".
El tesorero Montalvo, quien desmeritaba a los "hijos naturales de la tierra", era a la vez un duro crítico del encierro sociopolítico provincial; los gobernadores eran soldados-pobladores "temerosos del castigo" y queriendo perpetuarse en el poder, cerraron la comunicación de la ciudad de Asunción con España, prefiriendo "...estarse aquí de lo mejor ellos y sus amigos que con esto se han contentado..."; el adelantado Ortiz de Zárate era consciente de que no cumplió con sus capitulaciones y por miedo a la responsabilidad también "se encastilló en la ciudad" y prohibió la comunicación con España; Montalvo concluyó: "...nunca gente en el mundo ha estado tan oprimidos y en cautiverio y sujeción de los que han mandado y mandan la tierra".
Fuente: LA COLONIZACIÓN DEL PARAGUAY (1537 – 1680). Por JUAN BAUTISTA RIVAROLA PAOLI. COLECCIÓN LA GRAN HISTORIA DEL PARAGUAY, 2. © Editorial El Lector, Asunción-Paraguay 2010.
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