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JOSÉ MANUEL SILVERO ARÉVALOS

  SUCIEDAD, CUERPO Y CIVILIZACIÓN - JOSÉ MANUEL SILVERO A. - Año 2014


SUCIEDAD, CUERPO Y CIVILIZACIÓN - JOSÉ MANUEL SILVERO A. - Año 2014

SUCIEDAD, CUERPO Y CIVILIZACIÓN

 

 

2014

© JOSÉ MANUEL SILVERO A.

UNIVERSIDAD NACIONAL DE ASUNCIÓN (UNA)

Diagramación de interior: Gilberto Riveros Arce

giliriveros54@gmail.com

Corrección: Milciades Gamarra

Foto de portada: Martha Elena Llano

martha.llano@icloud.com

www.sentir.org/marthallano

Diseño de tapa: Rodolfo Insaurralde

Todos los derechos reservados.

Hecho el depósito que marca la Ley Nº 1.328/98.

Edición limitada.

ISBN: 978-99953-2-785-9

 

 

 

ÍNDICE

Dedicatoria ...................................................................................... 7

Prólogo............................................................................................. 11

Introducción .................................................................................... 15

PRIMERA PARTE

INTERPRETACIONES, USOS Y ABUSOS

DEL CUERPO

CAPÍTULO I: NOTAS EN TORNO AL CUERPO.......................... 29

Precedentes ...................................................................................... 29

Cuerpo dado vs. Cuerpo construido ............................................. 32

Apoteosis del cuerpo ...................................................................... 43

CAPÍTULO II: EL CUERPO SALVAJE ............................................. 45

Filosofía del cuerpo en Latinoamérica .......................................... 45

En cuerpo y alma ............................................................................ 53

Cuerpos desinhibidos de aborígenes subalternos ........................ 56

Seres de segunda categoría ............................................................ 59

Platón y los guaraníes ..................................................................... 61

Oberá................................................................................................ 66

Cuerpo intrascendente ................................................................... 73

El cuerpo cretinizado por secular opresión .................................. 77

Cuerpo guerrero.............................................................................. 80

El dolor del cuerpo ......................................................................... 83

SEGUNDA PARTE

EL CUERPO Y SUS DESECHOS

CAPÍTULO I: ESCATOLOGÍA E HIGIENISMO........................... 87

Inmundicia ...................................................................................... 87

Basura, suciedad, excrementos, mierda, y otros ........................... 91

¿Qué se dice de la mierda? ............................................................. 93

Diógenes de Sínope y los baños ..................................................... 95

El Sócrates “limpio” ........................................................................ 96

Mejor “decir” que “oler” ................................................................ 97

El molestoso pedo y el sueño de Franklin .................................... 97

Etnología escatológica de Bourke .................................................. 99

Civilización y excrementos según Norbert Elias .......................... 100

El basilisco Gustavo Bueno ordena la basura ............................... 102

Paradigma basura ........................................................................... 103

Zizek y los inodoros ........................................................................ 104

La “historia” de la mierda de Laporte........................................... 106

Cátedra de Mierda .......................................................................... 108

López Austin y la mierda como símbolo ...................................... 109

Escatología en Paraguay. El trangresor Osvaldo Salerno ............ 110

El papel higiénico de Gilberto Ramírez Santacruz....................... 113

TERCERA PARTE

LA CIVILIZACIÓN ENFRENTA A LA BARBARIE

CAPÍTULO I: EL MOVIMIENTO HIGIENISTA ........................... 119

La suciedad se politiza ................................................................... 119

Breve referencia al higienismo en Latinoamérica......................... 133

Paraguayos sucios e incivilizados ................................................. 140

La indecente barbarie ..................................................................... 143

La guerra continúa por otros medios ............................................ 158

La plaga paraguaya ........................................................................ 169

La capital sin cloacas ....................................................................... 177

La lucha contra el py sevo´i ............................................................. 181

Pychaichi y los bailarines ................................................................. 201

CAPÍTULO II: NORMALES Y ANORMALES. .............................. 205

La suciedad simbólica .................................................................... 205

Normalismo .................................................................................... 206

La Escuela Normal de Paraná ........................................................ 208

Sucios y orejudos. Normalismo en Paraguay ............................... 214

Eugenesia y educación ................................................................... 226

Seleccionar, vigilar y dominar........................................................ 231

Eugenie ............................................................................................ 232

Alcoholismo y reforma social ........................................................ 237

Higiene del matrimonio ................................................................. 241

A MANERA DE CONCLUSIÓN ................................................ 249

Más allá del higienismo .................................................................. 249

Agradecimientos ............................................................................. 259

Bibliografía ...................................................................................... 263

 

 

 

 

PRÓLOGO

Hablar no solamente sin pelos en la lengua, sino revolcándonos en la misma mierda de la que formamos arte y que nos constituye resulta el desafío más potente al prologar este texto imperdible. La narrativa, la terminología, las reflexiones, las citas, las referencias y notas, el recurso a bibliografía, fuentes, rchivos y el compromiso con Paraguay, Nuestra América y las/os seres humanas/os y con la vida misma en general del mundo in-mundo constituyen una narrativa apasionante y con poder anzuelístico –valga el neologismo– que no sólo atrapa, más bien se deja atrapar para no soltarla nunca jamás. Quien encare la dedicatoria y los epígrafes, ya no se podrá apartar de leer línea a línea y con todo cuidado este enigmático escrito, al mismo tiempo y para nada contradictoriamente, sumamente esclarecedor.

No se trata de iconizar a Paraguay, a Nuestra América o a la mierda. Se trata de atreverse a mirarnos de frente, a mirar a nuestro alrededor, a reconocernos y reconocer a las y los demás con toda franqueza y con el deseo intenso de acceder juntos (todas y todos) a la dignidad humana más plena. Para eso resulta menester enfrentar binarismos descalificantes y excluyentes, ninguneos sin otro soporte que el desdén soberbio, petulancies de ‘sabidurías’ dogmatizadas. Se trata de enfrentar, nada menos que desde nuestro Paraguay amado, desde la cotidianidad, los desafíos que hoy nos convocan y proponer modalidades de satisfacer demandas que nos acucian desde hace siglos ya. Justamente porque el autor es capaz de invertir el peligro de la vecindad –por la cual tanto ha sufrido históricamente Paraguay– para volverla una relación de fecundación mutua, de historia correlacionada, de afueras y adentros requeridos de examen cuidadoso y matizado, para no perder de vista detalles, convergencias y divergencias siempre articuladas entre sí.

Los cuerpos bárbaros que somos enfrentamos a la pretensiosa civilización sometedora y prepotente desde nuestra suciedad, mierda, lodo, olores, comidas, ritmos, expresiones verbales muy específicas y muy nuestras.

Se trata de revalorar y revisar nuestras percepciones, para lograr absorber la riqueza de las mismas, sus matices, sus facetas, sus dimensiones.

Toda esta labor se acrecienta, por cierto, cuando tenemos oportunidad de experimentar peripecias en viajes recorriendo otros mundos, justamente aquellos que nos quieren convertir en inmundos o que nos descalifican así desde tiempos inmemoriales. Las responsabilidades se incrementan, cuando, como se muestra en este libro somos capaces, también, de enfrentarnos a las discriminaciones ‘internas’, a las que se han ‘normalizado’ o ‘naturalizado’ y repetimos inercialmente. Justamente, examinar la formación que hemos recibido en la casa, en la escuela, en la calle, en los medios, en las diversas actividades religiosas, comunitarias, amicales, barriales, etc. nos confirma en esas actitudes y pre-juicios descalificadores y denigrantes de las y los demás, cuando –supuestamente– no cumplen con lo que ‘debería(n)’ ser.

Concentrar atención en las tradiciones pedagógicas higienistas constituye la convocatoria de este libro para rehacer nuestra historia hasta en detalles inmediatos y poder comprender de modo más adecuado por qué actuamos como actuamos. Aquí no pude menos que recordar palabras que mi padre repetía y al principio me costaba entender. Decía algo así como: si Lombroso hubiera tenido razón, la policía sería innecesaria. Se refería a que los rasgos fisionómicos delatarían sin lugar a dudas a los delincuentes y, por lo tanto, cada quien podría precaverse con anticipación y eludir todo tipo de agresiones. Por supuesto, la ironía era plena y aquí, José Manuel Silvero insiste en esas dimensiones irónicas, humorísticas y logra mostrar cómo se requiere avanzar de una ética presuntuosamente ‘moralizante’ y totalmente ineficaz a una estética capaz de advertir sensibilidades y valorarlas como parte de los cuerpos que somos.

Individualismos, moralismos, dualismos –virtudes (propias)/ vicios (siempre ajenos...)– no ayudan en nada a afrontar los desafíos que nos desquician. Perdernos en ‘utopismos’ evasivos, ignorar las dimensiones oligárquicas y transcorporativas ‘globalizantes’ impuestas a nuestras cotidianidades, eludir las dimensiones económicas siempre operantes constituyen, entre otras, metidas de pata muy difíciles de saldar. El autor nos anima a asumirnos como los sin-vergüenzas que somos y a encarar la construcción de auténticas alternativas, sin quedarnos atrapados en puro bla-, bla- y, menos, en promesas inalcanzadas, las cuales lo único que logran es prolongar tiempos sin logros. Suponemos –y esperamos no equivocarnos– que las siguientes concisas palabras de José Manuel resumen el meollo de este esfuerzo y nos atrevemos a citarlas aquí para dar lugar a la ansiada lectura completa de su valiosísimo esfuerzo, el cual generosamente nos comparte.

“Puede que encontremos algún día la respuesta ante la persistencia de este misterioso: ‘no ser siempre todavía’” (p. 147).

No perdamos un minuto más. ¡Leamos y manos a la obra!

Horacio Cerutti-Guldberg

Cuernavaca, Morelos, México, 10 de noviembre de 2013.

 

 

 

 

INTRODUCCIÓN

Nada de lo que es humano me es ajeno.

TERENCIO (escritor latino)

La cuestión nominal

¿Es posible pensar la repugnancia y la asquerosidad? ¿Si la lucha cotidiana pasa por eliminar todo lo excrementicio, de qué vale fijar la mirada en la suciedad? La poderosa idea de lo límpido ha cimentado gran parte de la historia de las ideas de estos últimos doscientos años y ha contribuido a que desde la civilización 1 se enfrente a la barbarie con la finalidad de consolidar la modernidad.

A pesar del tiempo, el poderoso imaginario construido desde el higienismo ha legado un ideal donde la mierda (material y simbólica) es el centro de prácticas construidas a base de prejuicios y temores.

¿Acaso no seguimos creyendo que la lengua –la escrita y la hablada– precisa estar higienizada para evitar así cualquier posible contaminación?

Y las acciones de cuerpos en extremo disciplinados reciben el nombre de “impecables”.

La suciedad resultó un aliado perfecto de aquellos que precisaban controlar “cuerpos” y conductas. Durante mucho tiempo la idea de “pureza excelsa” se ha asociado a la “virginidad” e “inmaculada” actitud de organismos totalmente panoptizados. Entonces, la idea de mancha aparece como una cuestión de trascendental importancia, tanto a nivel simbólico como real. La mácula, al estigmatizar por igual a los anormales y sucios morales, hace emerger un lugar adecuado que congrega a los inmundos, es decir, a los que están fuera del mundo, en la periferia. Llamativamente, el lugar “secreto” que todos intentan olvidar es donde están depositados la mierda, lo repulsivo y lo asqueroso. En medio de un paisaje repugnante se co-funden basuras, aborígenes, campesinos desahuciados, desechos y todo tipo de remanentes. En los confines de nuestras ciudades habitan nuestros temores más grandes. Por eso, lo in-mundo oculta lo humano al evitar lo repugnante y evadir todo lo asqueroso. Poner un velo entre “nosotros” y “ellos” nos reporta seguridad y confianza. La mancha se debe limpiar a cualquier precio, incluso negándola. Por ello entusiasma sentirnos seguros, aseados, centrados y harto ordenados. Intentamos “asegurar” que todo esté bien, en orden, terso, en su lugar, como corresponde, etc. Sin embargo, nada es indudable. Tenemos la certeza de que vamos a perecer en un tiempo no mayor de cien años y que el maldito fango nos engullirá con esa repugnante y asquerosa voracidad de la que es depositaria. Tener un cuerpo implica una inevitable y continua colisión con lo abyecto. El orgullo se torna mortal y la humillación de saberse limitado y con vocación de lodo golpea con inusitada fuerza nuestra certeza. Aun así, hay días en que anhelamos ser eternos. Entonces se intercalan esperanza y duda. Vivir la cotidianeidad pasmados de extrañeza es un ejercicio lícito y humano, nos acerca a lo que somos. Desde la repugnancia y la asquerosidad nos instalamos allende de la ficción “límpida” y “aséptica” de que todo está claro, explicado y en su lugar. Desde la escatología y el higienismo, la duda puede enfrentarnos a lo genuinamente humano. Desde la inmundicia y lo excrementicio, la demanda insoslayable de preguntar, revisar, reordenar, matizar y seguir buscando puertos seguros a sabiendas que nunca lo conseguiremos, se hace grande. Entonces, este libro nace con la intención de celebrar la hermosa y siempre necesaria “duda”, el préstamo más insaciable e indómito que pagaremos en el futuro. ¿Podríamos ser mejores si aupamos un altercado a favor de la disolución de conceptos almidonados y harto encorsetados? ¿Existe la posibilidad de vociferar por todos los rincones constreñidos, la condición humana del que se asume corpóreo? Imaginémonos por un momento una gran revolución gestada a partir de una simple evidencia: “soy un cuerpo y nada de lo que es humano me es ajeno”. En el libro, sospechamos, en consonancia con Nussbaum, que la repugnancia ha sido utilizada a lo largo de la historia como un arma poderosa en los esfuerzos sociales realizados para excluir grupos y personas. El deseo de separarnos de nuestra condición animal es tan fuerte que a menudo no nos limitamos a las heces, las cucarachas y los animales viscosos. Necesitamos un grupo de humanos para unirnos contra ellos, que vienen a ejemplificar la línea limítrofe entre lo humano y lo vilmente animal. Si esos casi animales están entre nosotros y nuestra propia condición animal, entonces estamos a un paso más lejos de ser animales y mortales. Así, a lo largo de la historia ciertas propiedades repugnantes –lo viscoso, el mal olor, lo pegajoso, la descomposición, la podredumbre– han sido monótonas y repetidamente asociadas, verdaderamente proyectadas sobre determinados grupos, en referencia a los cuales agrupaciones privilegiadas buscan definir su estatus humano superior.2 Y ¿quiénes podrían ser esos grupos humanos repugnantes? Nussbaum nos invita a mirar la historia y advertir en ella esa larga lista de individuos de clase baja imaginados como manchados3 por la suciedad corporal. Mujeres, negros, aborígenes, judíos, intocables, homosexuales, entre otros. Y ¿qué pasaría si los paraguayos formaramos parte de ese repugnante grupo imaginado por vecinos “dadores de civilización”? En este libro se indaga tal posibilidad. ¿Qué significa escatología? ¿Qué connota el higienismo? Si observamos el Diccionario de la Real Academia, el mismo dedica sendas entradas a la palabra “escatología”. En la primera se establece la relación con el griego éskahtos, último, y logía, tratado y se define como “conjunto de creencias y doctrinas referentes a la vida de ultratumba”. La segunda acepción, la que nos interesa, configura la palabra como “tratado de cosas excrementicias” y “cualidad de escatológico”, en el sentido de excrementicio, y establece la procedencia del griego skor, skatos. Pero ¿cómo es posible que se pueda hablar y en este caso escribir sobre la mierda? ¿Qué motiva a un “ser humano” a hurgar en los recovecos donde la inmundicia se enseñorea? La respuesta no es simple. En primer lugar debemos tener en cuenta la fuerza de la costumbre y el innegable poder de los prejuicios a la hora de criar silencios en torno a la inmundicia. Por otro lado, si lo escatológico se ocupa de sustancias que despide el cuerpo, las mismas se han configurado culturalmente como “desagradables”, “repugnantes” y no aptas para ser tratadas en libros para todo público. Sin embargo, no olvidemos la famosa frase de Barthes: “la mierda escrita no huele”. Bataille nos recuerda que aprendemos a desarrollar el sentido de la repulsión y el asco. Hemos olvidado rápidamente el esfuerzo que nos cuesta comunicar a nuestros niños las aversiones que nos constituyen, que hicieron de nosotros seres humanos. Nuestros niños no comparten de por sí nuestras reacciones.4 Podemos entender el “higienismo” como una corriente de pensamiento abocada al estudio de problemáticas demográficas y poblacionales y con especial atención a grupos de presión social como mendigos, aborígenes, negros, prostitutas y alcohólicos. Como ideología parida de la mano del positivismo y el liberalismo, el higienismo implica el despliegue de una serie de “ropajes” conducentes a la desestimación y estigmatización de la imagen del cuerpo sucio, roñoso, feo, negro donde aborígenes, campesinos y desposeídos se vieron sometidos –al igual que su lengua y su ethos– a una criba en nombre de la moral y el orden. Vigarello afirma que en el siglo XIX, la imagen del pobre y, sobre todo, la de la miseria están cambiando y convirtiéndose en algo más inquietante y más amenazador con la nueva ciudad industrial, igual que va cambiando la “pedagogía” destinada a los indigentes y el lugar que van ocupando las prácticas de limpieza. Finalmente se va imponiendo con insistencia desconocida hasta ese momento una asociación: la limpieza del pobre se convierte en garantía de moralidad que, a su vez es garantía de “orden”.5

En un mundo que consume tanto como produce, la escatología no podría estar ausente. Lo “sucio” como escollo a vencer en sociedades higienizadas y harto disciplinadas contrasta con la pervivencia de situaciones tan injustas como la vida de miles de seres humanos a costa de la basura o el triste espectáculo de las letrinas que a duras penas se yerguen de pie en las periferias. Allí aterrizan los prejuicios desde la repugnancia biológica y sobre todo, el asco moral. Las construcciones culturales empadronan a los “otros” atentando y ahorcando diariamente la idea central de una comunidad política que se precia de ser “Estado Social de Derecho”. La mierda ha servido para distinguir entre nosotros y los otros, para trazar la línea que habría que separar a los que conformaban y definían el orden, para establecer los límites entre lo conveniente y lo inconveniente, entre lo civilizado y lo bárbaro. Eso ha sido así desde que el mundo es mundo.6 El cuerpo Contar con un cuerpo, ser un cuerpo y/o ser en un cuerpo, nos pone de frente en primer lugar a nuestra intrínseca condición política y social. Al ser sujetos corpóreos inevitablemente tendremos algún tipo –poco, mucho o todo– de relación con la ciudad y lo que implica vivir juntos en un espacio determinado y acotado según los criterios de una organización territorial. Mucho antes de formar parte de la comunidad que la lotería social decide, la comida forma parte de esa larga e interesante lucha personal –y colectiva– que debemos asumir. En ausencia de ella, el cuerpo va menguando y el hombre pierde la firmeza y fortaleza necesarias para cumplir sus planes, programas y proyectos. La comida hace al cuerpo y el cuerpo al hombre.

Siendo partícipes de la realidad en su más amplio sentido, necesariamente enfrentamos la mirada del “otro”. Algunas veces el “otro como yo” y otras, el “otro como extraño”. Dependiendo del grado de compromiso y el tipo de alteridad que administremos, los lugares que habitamos serán solidarios o excluyentes. Los cuerpos de los más débiles sentirán en sus entrañas el peso de las decisiones, omisiones y el arpón de los discursos acerca de sus miserias y la soledad de aquel que siendo parte de una comunidad de sujetos políticos comprueba de qué manera su cuerpo se reduce a la mínima expresión de la dignidad y el reconocimiento; se vuelve “basura” ante la mirada del “otro”. Entonces la moral hegemónica se explica sin más preámbulos. Los malos son los débiles, aquellos que carecen de todas las virtudes que la excelsa nobleza (alta dignidad) resguarda y conserva (conservadores) de manera ritualizada (religiones). Si las sociedades actuales evolucionaron de la mano de las libertades fundamentales, todavía los cuerpos soportan la marca indeleble de los que reparten “sentido, orden y bondad”. Las fobias, prejuicios y maledicencias alimentan vetustas imposiciones y disciplinamientos rancios. Si solamente pudiéramos evitar los miles y millones de estigmatizaciones, conseguiríamos jubilar de a poco a miles de millones de cuerpos hipócritas que vierten sus temores y conflictos infundados en los cuerpos de los “otros”. En la medida que una sociedad pisotea los cuerpos de los más frágiles y vulnerables, las élites fortalecen su predominio y todo el quehacer cotidiano es un transitar de cuerpos que luchan por sobrevivir y otros por evitar los reflujos de la gula y los rollos del exceso y el despilfarro. A las persecuciones asociadas a las “opciones” también debemos sumar la industria de dolor y muerte que el hambre produce. Sufrimientos indecibles de cuerpos malogrados por decisiones en extremo egoístas han configurado un escenario desolador e irracional. Sin embargo, paradójicamente, un grupo cada vez más numeroso de sujetos corpóreos sufren los horrores por el consumo excesivo de comida. El peor de los mundos posibles lo es por ausencia. El mejor de los mundos posibles sufre por la abundancia.

Por ello, hablar de “cuerpo” es también hablar de la vulnerabilidad de muchas de nuestras instituciones y del fracaso de las políticas públicas. La trascendencia no es la consolidación de un legado enorme de superlativa conciencia o un inacabado bienestar donde el sufrimiento y la muerte tiendan a desaparecer. De ninguna manera, la trascendencia es comer sin necesidad de que el cuerpo sea sometido a innúmeras indignidades; es tener un lugar decente donde defecar y seguir sonriendo como todo cuerpo esperanzado. Por eso no podemos referirnos al cuerpo y olvidarnos de la triple condición del sujeto corpóreo; heterótrofo (come y produce desechos), político (vive en ciudades, se organiza), trascendente (se ríe, administra esperanzas). Si hoy somos parte de un rebaño que irremediablemente perecerá en menos tiempo de lo que creemos, tanta obediencia y tanto silencio a cuestas ¿servirá para redimirnos? Preguntar es comprometerse con la respuesta. Callar es fomentar la más perversa de las acciones: la omisión. Al contar con un cuerpo, necesariamente planean sobre el mismo, adiestramientos, disciplinamientos y sujeciones. La interacción está mediada por rituales, fiestas, ceremonias y contenciones. Y es que muchas de nuestras sujeciones políticas, morales, sociales, religiosas, económicas, médicas y culturales se expresan desde la conducta y la representación de nuestro propio cuerpo.7 En este libro sospechamos que las ideas no se erigen en función a revelaciones de origen sobrenatural. Nuestras certezas no vienen del cielo a dignificar nuestros cuerpos. Las marcas, los estigmas o el reconocimiento de lo humano y el respeto por los derechos se logran construyendo legitimidades que inspiran legitimaciones y legalidades siempre dignas. Entonces, pensar el cuerpo de manera discursiva y razonada es una labor posible –y necesaria– en tiempos entremezclados de autonomía e imposición. Lapso bisagra en que podemos elegir nuestro camino o transitar senderos ajenos. Ninguna cultura ni ninguna organización social y política –con independencia del período histórico y del lugar geográfico–, ha ignorado el cuerpo. Muy por el contrario, este ha sido el centro de fuertes atenciones y constantes conflictos. La sexualidad, la emocionalidad, la higiene, la moral, la dietética, la alimentación, la vestimenta, las prácticas vinculadas al cuidado y mantenimiento del cuerpo son apenas algunos de los aspectos propios e inseparables de la “existencia corporal”.8 La cuestión metodológica Las indagaciones que el lector encontrará a lo largo del libro no pretenden producir verdades en consonancia con los estilos metodológicos cuantificables. No se enmarca dentro de los límites de ciertos modelos de investigación que desconocen la pluralidad de saberes. Admitamos sin temor; para muchos dogmáticos, los escritos que salen de los escritorios no pasan de ser dardos inútiles que buscan ingenuamente traspasar el corazón de la certeza. Sin embargo, considero que la ilusión de criticar el estado de las cosas y el orden desordenado es una sana tarea en tiempos de normalización consensuada. Por eso, cuando las ideas se cristalizan, es parte de la faena derretirlas y hacer que fluyan en rumoroso e inquieto manantial de múltiples posibilidades portadoras de sentidos varios. El infierno de la duda, ese enorme caudal de temeridades, destruye con preguntas el mundo-paraíso de los irrebatibles. El éxodo de los que cuestionan es el tártaro de los irrefutables. Al dejar de preguntar por los imponderables, estos se multiplican. Bien podría leerse como “notas”, pues el objetivo del texto no es otro que “marcar” algunas cuestiones a fin de recordar, y si amerita el caso, esgrimir como insumos en debates venideros. Como se podrá notar (notar comparte la raíz con noticia, nota, nombre, conocimiento…) este libro se aleja de los tufos de lo “exacto”. Desde una aproximación interdisciplinar se analizan el cuerpo, los excrementos y la idea surgida a partir de la misma aunque sea provisoriamente se intentarán interpretar los conceptos y estrategias conducentes a la edificación de conductas disciplinantes y sus consecuencias prácticas de gran magnitud en la vida de las personas. En línea con Cirigliano9 , estimo importante recordar la fascinación que producen en nuestro medio los “temas internacionales estandarizados”. Las políticas que configuran nuestra acción y nuestro pensar tienden, por un lado, a responder preguntas descontextualizadas y por otro, a reproducir soluciones ajenas para tantear corregir nuestros imponderables. No olvidemos que en muchos de los centros tomados como “hormas”, las investigaciones y estudios son productos de problemas reales que acucian a una determinada sociedad y de ninguna manera el saber es consecuencia del amor desinteresado a la verdad. La autonomía e independencia en el “pensar” y en el “decir” se logra en proporción al grado de interés por temas reales y cotidianos. ¿Cómo es posible que se persiga una política de investigación, desarrollo, innovación, el fortalecimiento tecnológico y el afianzamiento de la capacidad científica del país en ausencia de una política integral que revierta el marcado déficit de las necesidades básicas insatisfechas de miles de compatriotas que viven y sobreviven estigmatizados y repugnados? La urgente realidad y las indagaciones que pudieran surgir de los trabajos de las áreas sociales, artísticas y humanísticas no deben considerarse de segundo orden o menor. Si pudiéramos vencer el platonismo que planea sobre nuestro “pensar”, “decir” y “hacer”, muchos de los imponderables cotidianos que acucian a la gente dejarán de ser “sombras” que empañan la verdadera esencia de lo real-ideal. No se puede absolutizar la contingencia, tampoco se puede absolutizar un momento del devenir gnoseológico.

Cada pueblo en cada época tiene la ciencia básica que responde a sus necesidades. No existe “la ciencia básica” en sí y para siempre. En la Edad Media europea, la filosofía escolástica era la ciencia bá- sica; en el imperio romano, el derecho era la ciencia básica.10 La cuestión a desarrollar Este trabajo es producto de un interés por los meandros escatológicos que surgen de las profundidades del cuerpo. Por ello, en la primera parte del libro y sus dos capítulos, el lector encontrará un resumen de la disputa entre el cuerpo vivido y el cuerpo objetivado. De modo sucinto revisamos algunos desarrollos teóricos en la línea de la sociología y de la antropología corporal. De las ideas clásicas –fundantes– pasamos a explorar el aporte y las propuestas de los pensadores latinoamericanos. A partir de las “imágenes” construidas y la configuración de los mismos se analiza el destino de los cuerpos “disminuidos”. La utopía de José Manuel Peramás es criticada y a la misma se contrapone la resistencia actante de Oberá. Se cierra el apartado con un breve análisis de la idea de cuerpo según la perspectiva de tres pensadores paraguayos: Cecilio Báez, Natalicio González y Rafael Barrett. En la segunda parte del libro se examinan sumariamente posturas y pareceres de algunos filósofos, sociólogos y artistas en relación a los temas escatológicos. Desde Diógenes de Sinope, pasando por Sócrates, San Agustín, Gustavo Bueno, Zizek entre otros pensadores, dan razones a fin de otorgar a la mierda un lugar dentro de la historia del pensamiento. A nivel nacional, se revisa el aporte escatológico de Gilberto Ramírez Santacruz y Osvaldo Salerno. La tercera parte del libro en su capítulo primero intenta enlazar y explicar la dolorosa relación que el Paraguay mantuvo con la suciedad material y simbólica desde el siglo XVIII en adelante. Analizando el higienismo se pretende develar las razones que hicieron posible urdir contra el Paraguay una “Alianza Civilizatoria” cuyos argumentos estaban, en gran medida, aupados de conceptos higienistas. En nombre del progreso se trajo la guerra (la destrucción y el desamparo es el legado más terso del higienismo). Así, desde imágenes, símbolos y ficciones modernas que surgieron entre los siglos XVIII, XIX y parte del XX, se rastrea la manera en que se delinearon la identidad, la otredad y el lugar de lo limpio y lo blanco, en antagonismo a lo bajo y oscuro, también a lo sucio. En el capí- tulo segundo se repasan la propuesta pedagógica “normalista” y las marcas indelebles en formato de estigmas que las mismas han improntado en los cuerpos de varias generaciones. En la última parte, a manera de conclusión, se despliega una serie de argumentos a favor de la pluralidad a la hora de configurar y fortalecer las políticas públicas, en extremo necesarias, como el caso de la gestión de excretas, sistema de alcantarillados, tratamiento de residuos sólidos y aguas negras y por supuesto, la distribución de redes de agua en poblaciones alejadas del país.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Fuente: el autor

Registro: Agosto 2018

 

 

 

 

 

 

 

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