MONEDAS EN LOS OJOS
Por MÓNICA LANERI
Sólo sé (lo supe ese día) que un adiós definitivo (la muerte) requiere de "monedas en los ojos": la crueldad de lo definitivo y el bálsamo de la esperanza.
Recuerdo a Don Laneri. Lo veía siempre sentado tras su escritorio escudado por la vidriera de la florería. Miraba por encima de sus lentes a la calle y de la calle al horizonte. En realidad nunca supe qué miraba. De niña lo acompañaba al negocio para sentarme a merendar, leer libros y revistas que él me compraba. De más grande pasaba por allí, de cuando en cuando, para sentarnos en silencio. Una mirada por encima de los lentes, cuando yo llegaba, y ya sabía: si, ahí estaba mi papá.
Verlo tan estático allí en su escritorio. Difícil imaginar que pasaron tantas cosas hasta ese momento: hijo de una mamá sola y con muchos críos, creció entre parientes, en Barrero, Tobatí y, finalmente, Asunción. De su padrino, que lo recibió en la ciudad, aprendió a vivir de las flores. En el medio, y como una novela latinoamericana, se sucedieron golpes y revoluciones. Uno de esos acontecimientos lo pescó como conscripto marino y debió esconderse en el colegio, que cursaba a la noche, para salvar la integridad o la vida. Mas allá de su escritorio y sus lentes, sólo recuerdo que íbamos a la cancha juntos, pues el no tenía hijo varón. Decía que yo era su amuleto de la suerte, y siempre alentábamos al decano, aunque jamás entendí de futbol y él ni siquiera intento explicarme. Yo era pequeña y lo esperaba con mi bolso de libros y revistas, preparada para ir a la cancha y enterarme del partido a la hora de gritar los goles. Afortunadamente, y por mi reputación de "amuleto", eran los tiempos prodigiosos del Olimpia.
Ya de grande y en mi rol de periodista, un día fui a cubrir una noticia criminal en una casa humilde. Ví que al difunto le pusieron monedas en los ojos y un vaso de agua bajo el cajón. Pregunté y me explicaron: Era para ayudarlo en su paso al más allá. No imaginé que tiempo después me tocaría a mí ponerle monedas en los ojos a Don Laneri, "monedas en los ojos" sólo como una metáfora. No tenemos esa costumbre en mi familia, pero sólo sé (lo supe ese día) que un adiós definitivo requiere de monedas en los ojos: la crueldad de lo definitivo y el bálsamo de la esperanza.
Nunca tuvimos qué decirnos con Don Laneri pero igual siempre nos entendimos. Jamás le molestó lo que yo era o hacía, y ahora entiendo porqué: nos parecemos demasiado. El adiós fue repentino e inesperado. Duele hasta hoy ponerle monedas en los ojos...
MONEDAS EN LOS OJOS
La última sonrisa tuya
en mis ojos,
y yo,
puro silencio.
La vida
apagándose
en tus manos
y esta única mirada
para acariciarte.
La humanidad
de mi impotencia.
La ingenua ignorancia
de mi cariño.
Sin adivinar
el "te quiero"
que tal vez
esperabas.
Sin saber
que era
mi última chance
ante la muerte.
Mi soberbia.
Creer que
siempre estarías.
Que bastaría
con recorrer
las mismas calles
para encontrarte,
que desde
la misma vitrina
tus ojos
me mirarían,
que bastaría
con sentarnos
un rato en silencio
para sentir
que somos
padre e hija,
para extender
nuestro lazo
por el Universo.
Si hubiera sabido
que un día te irías,
tal vez,
hubiese encontrado
las palabras,
tal vez el corazón
se me hubiera
escapado
por la boca.
Te pongo
monedas
en los ojos.
Posteado por MÓNICA LANERI el 26/08/2011
Fuente digital: www.abc.com.py
BUSCADOS
Buscados
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con pudor o sin rubor-
BUSCADOS-
porque tal vez-
no hay justicia-
tal vez-
sí-
venganza-
Fuente en Internet: http://www.monicalaneri.blogspot.com/
Publicado el 18 de Noviembre 2013
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