YATAY (GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA)
Por JOS脡 ARCE FARINA
Colecci贸n 150 A脩OS DE LA GUERRA GRANDE- N掳 11
漏 El Lector (de esta edici贸n)
Director Editorial: Pablo Le贸n Buri谩n
Coordinador Editorial: Bernardo Neri Farina
Director de la Colecci贸n: Herib Caballero Campos
Dise帽o y Diagramaci贸n: Denis Condoretty
Correcci贸n: Milc铆ades Gamarra
I.S.B.N.: 978-99953-1-434-7
Asunci贸n 鈥 Paraguay
Esta edici贸n consta de 15 mil ejemplares
Noviembre, 2013
(104 p谩ginas)

SOLDADOS PARAGUAYOS HERIDOS, PRISIONEROS DE LA BATALLA DE YATAY, 1892
脫leo sobre tela de CANDIDO L脫PEZ
40 x 70 cm. - Colecci贸n Museo Hist贸rico Nacional - Rep煤blica Argentina
INTRODUCCI脫N
El Paraguay, en la etapa ofensiva de la guerra contra los ej茅rcitos de la tr铆plice, busc贸 con la ocupaci贸n de los puestos militares brasile帽os, al norte del r铆o Paraguay, la zona de Corrientes y m谩s al sur del r铆o Uruguay, encarar una campa帽a expedita que le permitiese tomar contacto con caudillos leales a su causa, en las provincias argentinas contrarias a Buenos Aires, y con la resistencia del Partido Blanco uruguayo, acosado por el Brasil y desalojado del poder por el caudillo colorado Venancio Flores y sus adl谩teres. Esta situaci贸n, seg煤n la estrategia lopista, permitir铆a reforzar su vanguardia y obtener 茅xitos militares, de manera a compeler tratativas de paz con los gobiernos de Argentina y Brasil, sorprendidos por la maniobra ejecutada.
Una formidable columna expedicionaria de diez mil combatientes, de las distintas armas, fue disciplinada y entrenada por el mayor Pedro Duarte, a principios de abril de 1865. Despu茅s del traslado de este cuerpo al campamento de Pindapoy, fue comandado por el teniente coronel Vicente Estigarribia, hombre de muy poca instrucci贸n, como la mayor铆a de los oficiales paraguayos que, en aquella 茅poca, no accedieron a una formaci贸n calificada en la ciencia militar, ni tuvieron participaci贸n relevante en acciones b茅licas que pudiesen granjearles alg煤n tipo de experiencia en el campo de Marte. Un grupo de oficiales argentinos hab铆an adquirido experiencia militar en Europa, probado su eficiencia en trances internos y, los m谩s veteranos, actuado d茅cadas atr谩s en los conflictos con el Brasil. El imperio brasile帽o contaba con una oficialidad instruida convenientemente y con armamento moderno, reci茅n adquirido. La Banda Oriental aport贸 el ej茅rcito m谩s modesto de la campa帽a.
En los primeros meses de 1865, la columna expedicionaria paraguaya del r铆o Uruguay pis贸 suelo extranjero y fue avanzando paulatinamente hacia el sur, por un lado, el grueso de esa tropa, en la margen brasile帽a de dicho r铆o y el llamado "destacamento Duarte", en la margen argentina; acompa帽ados, ambos frentes, por una dotaci贸n de canoas que circulaban a la par, cubriendo los pasos entre ambas fuerzas.
Se sucedieron varias escaramuzas, pero la m谩s importante fue sin duda la del Mbutuy. El valiente capit谩n Jos茅 L贸pez, liderando una patrulla de cuatrocientos efectivos, fue cercado por el enemigo, con fuerzas superiores, y tras once cargas de los aliados no pudieron arrancar la entereza y arrojo del soldado guaran铆. Los paraguayos rompieron el cerco y dispersaron a las fuerzas enemigas que dejaron decenas de muertos en ese peque帽o teatro. Atr谩s hab铆an quedado los enfrentamientos en Corrientes y la c茅lebre batalla de Riachuelo.
Los aliados desanduvieron para permitir a los paraguayos internarse en su campo. La vieja estrategia del repliegue moment谩neo, para volver sobre los pasos y volcar la furia incontenible. Y as铆 fueron acumulando fuerzas los enemigos en Concordia. Recibieron a mercenarios y esclavos, mercachifles y exconvictos, se帽oritos y nobles; por diversos motivos, se juntaron, para traer la guerra contra el Gobierno del Paraguay.
El presidente Francisco Solano L贸pez, mariscal de los ej茅rcitos del Paraguay, al principio, dio instrucciones militares al comandante Estigarribia desde Asunci贸n, luego desde Humait谩. La distancia entre el cuartel general y el teatro de operaciones era enorme y complic贸 el 茅xito de la empresa. L贸pez no se decidi贸 a trasladarse hasta Corrientes para comandar en persona a sus soldados y evitar el desenlace: el descalabro total de la columna expedicionaria y el principio del fin de la derrota de las armas paraguayas.
Yatay, el 17 de agosto de 1865, fue el rudimento del ocaso guaran铆. La valent铆a probada del mayor Pedro Duarte no fue suficiente para frenar la arremetida de la vanguardia de Venancio Flores. La vacilaci贸n y la conducta ladina del teniente coronel Antonio Estigarribia constituyeron la goller铆a en la que los aliados satisficieron sus ansias acometedoras y sus deseos de exterminio. Su falta de iniciativa, su incapacidad de leer la din谩mica de los acontecimientos, las 贸rdenes y contra贸rdenes extempor谩neas, dadas por el mariscal L贸pez, lo llevaron a la encerrona en Uruguayana, la enga帽ifa o ratonera, como llamaban los jefes aliados. Los enemigos abandonaron dicho sitio, d铆as atr谩s, dejando admin铆culos y v铆veres a "disposici贸n" de los paraguayos. La columna de Estigarribia acamp贸 en la ciudad, faltando a las 贸rdenes de su mariscal de no perder mucho tiempo en el lugar, sino hacerlo solo para aprovisionarse.
Hac铆a un mes de la tragedia de Yatay, de la desgraciada acci贸n de los vencedores, que asesinaron a los heridos paraguayos y se repartieron a los prisioneros como bot铆n; inclusive, muchos fueron obligados a combatir contra su patria.
El comandante Estigarribia, persuadido, amenazado, consciente de su error, resolvi贸 capitular y entregar su espada sin desenvainar, su pistola sin percutir, sus espuelas limpias de la sangre de un bayo desbocado por el tronar de la p贸lvora, sin dar una sola orden de carga sobre el enemigo hostil de la jornada.
As铆 concluy贸 el cap铆tulo de la campa帽a expedicionaria al Uruguay y lo m谩s granado del ej茅rcito paraguayo cay贸 prisionero de los aliados, de una victoria sin palmas, de unos v铆tores extranjeros sin emociones verdaderas.
CONTENIDO
Pr贸logo
Introducci贸n
Cap铆tulo I
El Inicio de la Campa帽a hacia el Uruguay
Cap铆tulo II
Hacia El Sur
Cap铆tulo III
En tierras enemigas
Cap铆tulo IV
La Heroica Batalla de Yatay
Cap铆tulo V
La Rendici贸n de Uruguayana
Conclusi贸n
Cronolog铆a
Fuentes consultadas
El autor
CAP脥TULO I
EL INICIO DE LA CAMPA脩A HACIA EL URUGUAY
LA MOVILIZACI脫N. EL CAMPAMENTO DE PINDAPOY.
EL EJ脡RCITO PARAGUAYO DEL SUR EN CAMINO AL URUGUAY
Trascurridos los veintisiete d铆as de abril, de 1865, en plena campa帽a ofensiva de la Guerra contra la Triple Alianza, el presidente Francisco Solano L贸pez dispuso la preparaci贸n de un ej茅rcito instruido y disciplinado en los campos del Pindapoy, a cargo del entonces mayor del ej茅rcito Pedro Duarte. Esta fuerza constitu铆a el contingente militar del Alto Paran谩, comandado en jefe por el teniente coronel Antonio de la Cruz Estigarribia, cuyo fin apunt贸 a la ofensiva de R铆o Grande del Sur. Las tropas que ascendieron a casi 10.000 combatientes proven铆an de los poblados aleda帽os a la Villa Encarnaci贸n, el mayor Duarte asumi贸 la tit谩nica tarea de preparar a este formidable cuerpo de combatientes que tuvo un tr谩gico destino en el proceso de la campa帽a ofensiva de la Guerra contra la Triple Alianza.
Un inspector militar de nombre Francisco C谩rdenas fue enviado por L贸pez hasta el Pindapoy, para informarle sobre los avances obtenidos por el nuevo cuerpo de combatientes, instruidos para entrar en acci贸n en R铆o Grande del Sur. En el documento denominado "Oficio de Francisco C谩rdenas a Francisco Solano L贸pez, Presidente de Paraguay, N掳 3922, del cat谩logo Bar贸n de R铆o Branco", se lee:
鈥溌iva la Rep煤blica del Paraguay!
Excelent铆simo Se帽or
Con el m谩s profundo respeto participo a V.E. haber recibido el oficio de V.E. de fecha 21 del corriente, en que V.E. se ha dignado haga verificar la orden dada por V.E. al Comandante Estigarribia, para que [...] su campo de Pindapoy entre en operaciones [...] la Provincia del R铆o Grande, con arreglo a las sabias instrucciones que V.E. le hab铆a dado, y que el Mayor Duarte tiene que continuar marchando en esta banda del Uruguay.
Satisfecho de la resoluci贸n de V.E. para la marcha del Comandante Estigarribia con la Divisi贸n de su mando a operar sobre la provincia referida, no puedo menos que felicitar a este Jefe que encamina bajo su orden una juventud ardorosa, convertida de amor patrio, devoci贸n, lealtad y entusiasmo, que va a recoger laureles que a帽adir a los tantos ya reportados por otras expediciones que V.E. ha de soltar en tiempos oportunos. Teniendo fe tambi茅n en el feliz 茅xito de las operaciones del Mayor Duarte, que se guiara de las mismas sabias instrucciones de V.E.
Aprovecho en cumplir exactamente la responsable orden [roto] recogiendo los enfermos de Pindapoy a esta Villa para que tanto de esta como de los enfermos que entran aqu铆 retire para su vecindad con licencia de cuatro meses o tres a los que merezcan esta consideraci贸n por la clase de enfermedades que demande una larga convalecencia, a excepci贸n de los individuos de la caballer铆a a quienes procurar谩 asistir en esta, para formar a los que vayan convaleciendo Escuadrones de esta arma con arreglo a la orden suprema de V.E. transmitida por el Se帽or Comandante Estigarribia, distanciando f铆sicamente de la Caballer铆a a los que entienda que no puedan servir en mucho tiempo. Los enfermos que quedasen en el hospital de mi cargo ser谩n tratados con particular esmero.
En m茅rito de la misma orden de V.E. he encargado este punto al Alf茅rez Mateo Duarte, y he parado a despedirme del Comandante Estigarribia ayer d铆a 24 del corriente, recibiendo al mismo tiempo de 茅l las instrucciones que V.E. ha encargado de que me comunique.
A la misma fecha de ayer he regresado para estar a dedicarme a las 贸rdenes de V.E.
Tambi茅n he recibido del Se帽or Comandante Estigarribia la orden de cubrir las guardias de San Jos茅 y Candelaria de Infanter铆a, teniendo a cada guardia un piquete de caballer铆a compuesto de doce hombres.
Este mismo d铆a he despachado la guardia [roto] de la misma guardia a la trinchera de San Jos茅 a relevar al Comandante de dicho punto el Alf茅rez ciudadano Jos茅 Paiva, quien ma帽ana el 26 pasar谩 a presentarse con la tropa a su cargo al Comandante de la divisi贸n de operaciones sobre el r铆o Uruguay para completar esta incursi贸n y dejarlo en la guardia de San Carlos, seg煤n la orden que he recibido de 茅l para este efecto.
El Teniente de Infanter铆a ciudadano Francisco Baz谩n tambi茅n ya lo tengo despachado con veinte y cinco de tropa a la Candelaria a relevar al Comandante de ella, el Alf茅rez Alonso L贸pez, quien deber谩 tambi茅n para ma帽ana con la tropa a su cargo a presentarse al Se帽or Comandante Estigarribia.
El Teniente Baz谩n tambi茅n tiene a su cuidado los dos piquetes del paso de Candelaria a derecha e izquierda cubiertos con veinte hombres de la misma arma.
Tambi茅n he despachado este d铆a a cargo del Alf茅rez F茅lix Vargas doscientos catorce individuos de tropa, cien de ellos separados por mitad de los batallones Ne 8 y 41, soldados los m谩s alentados para poder reemplazar a aquellos que no puedan seguir la marcha; ciento siete de los infantes que han estado en esta del Batall贸n NB 16 y siete convalecidos del Batall贸n Ne 32 incorporarse a los cuerpos.
Todos los soldados que prometen los [roto] Comandante Estigarribia.
Igualmente me ha ordenado para establecer en el campo de Pindapoy una peque帽a avanzada de Caballer铆a de Candelaria, y quedo en cumplir puntualmente todas las 贸rdenes que he recibido de V.E. y del Se帽or Comandante Estigarribia para los servicios patrios.
La tropa de mi mando queda guardando esta frontera bajo la m谩s estricta vigilancia y me dedico desde luego en tenerlos bajo el mejor pie de guerra, prepar谩ndome con ella a reforzar cualquier necesidad que hubiese.
Dios guarde la importante vida de V.E. por muchos a帽os".

La prensa porte帽a public贸 en aquel tiempo, como lo har谩 en el transcurso de los combates, que era cuesti贸n de semanas finiquitar el expediente, atendiendo a las poderosas fuerzas militares que se organizaban en la ciudad de Corrientes y en los campos brasile帽os del sur. Sin embargo, varios meses pasar铆an antes de las primeras batallas.
Una de las primeras actividades ordenadas por el teniente coronel Estigarribia fue la conformaci贸n de un destacamento de exploraci贸n conformado por 200 infantes, liderados por tres oficiales, sumado a dos escuadrones de caballer铆a, los cuales contaban con 240 hombres y tres oficiales. Este destacamento, mandado por el mayor Duarte, tuvo la misi贸n de internarse convenientemente en direcci贸n del r铆o Uruguay, para cerciorarse del n煤mero de la tropa aliada y la estrategia y t谩ctica del comando enemigo.
El mayor Pedro Duarte, instruido suficientemente por Estigarribia, en lo posible deb铆a evitar un enfrentamiento con el enemigo, sobre todo si era numeroso. Si la situaci贸n se tornaba imposible, su misi贸n era la de ganar tiempo y despachar una comunicaci贸n urgente a la comandancia del sur, para que el teniente coronel Estigarribia, con un desprendimiento del grueso de su ej茅rcito, acuda a ocupar la frontera del Uruguay. Estas 贸rdenes eran dadas por el presidente L贸pez muy lejos del teatro de operaciones, en el que la din谩mica de los acontecimientos experimentaba cambios repentinos.
En cumplimiento de esa tarea el mayor Duarte inici贸 su marcha hasta Santa Mar铆a, abandonando el campamento de Pindapoy, todo esto transcurridos los cinco d铆as de mayo de 1865.
En su edici贸n habitual del s谩bado 6 de mayo de 1865, EL Semanario, extractado de la obra de Efra铆m Cardozo, Hace IOO A帽os, publica un editorial bajo el t铆tulo de "Los esfuerzos por la paz y la necesidad de la guerra". Entre otras consideraciones, dec铆a:
"La guerra se ha hecho una dolorosa necesidad para la rep煤blica. Ha llegado la ocasi贸n solemne de ponerse a prueba nuestro patriotismo; bastante ya lo hab铆amos mostrado; pero falta dar t茅rmino a la obra, falta hacer los 煤ltimos esfuerzos para reprimir a los que han querido ser nuestros enemigos, para garantizar una paz estable, para ocupar el rol que nos corresponde entre las rep煤blicas americanas. Hasta hoy el mundo ignora nuestro poder y nuestras fuerzas, porque siempre hab铆amos conseguido llevar una vida laboriosa y pac铆fica, con nuestros esfuerzos en conservar y fortalecer los v铆nculos de amistad con los pueblos extranjeros, y por la unidad y armon铆a inconmovibles que han sido la gran virtud de los hijos de este suelo".
En el momento de iniciado el conflicto b茅lico entre la Rep煤blica del Paraguay y la tr铆plice, los brasile帽os manten铆an en territorio uruguayo un poco m谩s de 13.000 efectivos militares de ocupaci贸n. Luego de la campa帽a del Uruguay, en la que el Brasil imperial ayud贸 a derrocar al gobierno blanco leg铆timamente constituido, el general Mena Barreto pidi贸 su relevo y en su reemplazo fue nombrado el general Manuel Osorio. As铆 mismo, en el sur del Brasil, los Braganza manten铆an casi 14.000 combatientes, en total superaban los 27.000 soldados listos para el fuego. Simult谩neamente se inici贸 la leva para conformar otras legiones que se incorporar铆an a la guerra contra el Paraguay, en su mayor铆a conformadas por esclavos afroamericanos, mercenarios y aventureros.
Los argentinos, superando con mucho sacrificio las controversias entre unitarios y federales, iniciaron una movilizaci贸n acelerada para incorporar combatientes. Los primeros en ser movilizados pertenecieron a los efectivos de la Guardia Nacional del interior, espec铆ficamente correntinos y entrerrianos, no superaban los 10.000 reclutas. El compadre del presidente L贸pez, capit谩n Justo Jos茅 de Urquiza, lider贸 a la guardia de Entre R铆os, en tanto que el general Nicanor C谩ceres comandaba en jefe a la caballer铆a de Corrientes. En la capital argentina fueron movilizados cuatro batallones; cuatro en la provincia bonaerense; en las mencionadas provincias de Corrientes y Entre R铆os, cuatro en total; en tanto que en las restantes provincias argentinas un batall贸n. Efra铆m Cardozo, en su obra citada, refiere que: "Como cada batall贸n deb铆a constar de 500 plazas, el efectivo de la Guardia Nacional movilizado totalizar铆a 9.500 hombres. Este efectivo se sumar铆a al ej茅rcito de l铆nea, que constaba, en el momento de romperse las hostilidades, de seis batallones de infanter铆a, nueve regimientos de caballer铆a, con 575 oficiales y 7.931 plazas. La Rep煤blica Argentina pues se presentar铆a en el frente de operaciones con cerca de 26.000 soldados".

El caudillo oriental colorado, general Venancio Flores, quien dirigi贸 una revoluci贸n contra el gobierno blanco de su pa铆s, apoyado por el gobernante porte帽o Bartolom茅 Mitre y por el emperador esclavista Pedro II, aport贸 el menor cuerpo militar de la alianza. Los uruguayos fueron distribuidos en tres regimientos de caballer铆a, un escuadr贸n de artiller铆a y dos grupos de infanter铆a. El grueso total del ej茅rcito del Uruguay en campa帽a contaba con aproximadamente 2.850 efectivos.



CAP脥TULO IV
LA HEROICA BATALLA DE YATAY
Orden del mariscal L贸pez para que ambas columnas paraguayas se presten auxilio militar. La indiferencia del comandante Estigarribia a las peticiones de ayuda del mayor Duarte. La marcha de la vanguardia aliada hacia los campos del Yatay. La heroica batalla de Yatay. El deshonor aliado.
El mariscal Francisco Solano L贸pez orden贸 al teniente coronel Estigarribia que en caso de un ataque enemigo con fuerzas muy poderosas, tanto la columna principal como el destacamento Duarte se dieran apoyo, cruzando parte o gran parte de sus efectivos y equipos hada una u otra margen. El alf茅rez Domingo Lara fue destacado por el mayor Duarte, al d铆a siguiente de conocer la situaci贸n de peligro que se cern铆a sobre sus filas, junto a Estigarribia para ponerle al tanto de los acontecimientos y solicitarle auxilio. Duarte mand贸 recomendar a su comandante que de noche, y en el m谩s absoluto silencio, haga pasar a la otra margen a tan siquiera la mitad de sus efectivos con parte de la artiller铆a para reforzar sus l铆neas. Una l铆nea de canoas fue ofrecida a Estigarribia para el efecto.
El mayor Pedro Duarte empez贸 a tomar decisiones urgentes aguardando el desenlace. Como primera medida traslad贸 a sus hombres en el punto ubicado entre los r铆os Yatay y Ombucito, lugar en el que inici贸 trabajos de fortificaci贸n. Los enfermos y heridos de gravedad quedaron a convalecer en Restauraci贸n.
El mariscal L贸pez envi贸 al comandante del ej茅rcito del sud, general Resqu铆n, las nuevas disposiciones en cuanto a la defensa y ataque, a m谩s de comentarios sobre los 煤ltimos sucesos. En relaci贸n con el posible ataque de los aliados por Misiones agreg贸: "No quiero entrar en la apreciaci贸n de las dificultades que tal prop贸sito les traer铆a porque V. conoce lo que es la frontera de la Encarnaci贸n por donde se propone atacarnos, y dir茅 solamente que siempre he considerado posible ese proyecto no porque ofrezca ventajas positivas al enemigo sino porque puede ilusionar a los riograndenses por la proximidad de nuestras fronteras y al general Mitre, comandante en jefe de los aliados, seguir las trazas del general Belgrano en el a帽o II de su invasi贸n del Paraguay, porque para ese mandatario, es Belgrano la figura m谩s culminante de aquella 茅poca, y no ser谩 mucho que quiera imitarlo, salvo que le quepa la misma suerte que a su 茅mulo".
En la misma comunicaci贸n a Resqu铆n, se mostraba contrariado debido a las decisiones asumidas por Estigarribia en el curso de los acontecimientos y por la falta de un contacto fluido con 茅ste.
El d铆a 11 de agosto se hizo efectiva la presencia del alf茅rez Domingo Lara, en el cuartel general de Uruguayana, para trasladar al comandante Estigarribia el pedido del mayor Duarte de auxilio de tropa ante la inminente llegada de la vanguardia aliada a la zona. Se daba as铆 cumplimiento a las instrucciones del mariscal de auxilio mutuo entre ambas columnas, en caso de extrema necesidad. Las 18 canoas estaban preparadas en la costa a cargo del alf茅rez Pedro Lugo.
El comandante Estigarribia se reuni贸 con el alf茅rez Lara y le espet贸 duras recriminaciones contra el mayor Duarte. En la sala de reuniones se hicieron presentes los uruguayos del Partido Blanco, Pedro Sipitria y Justiniano Salvanach; acompa帽贸 con rostro adusto el padre Ignacio Duarte las aseveraciones de Estigarribia. Duarte fue acusado de actuar con benignidad en relaci贸n a los enemigos, de no tomar actitudes en茅rgicas, de no responder con la mayor resoluci贸n ante las aberraciones cometidas por los aliados, producto de su excesivo apocamiento. Sin lugar a dudas los t茅rminos utilizados para increpar eran insumos ofrecidos por sus "colaboradores m谩s cercanos" que citamos con antelaci贸n. Al punto lleg贸 Estigarribe帽a de decir que si Duarte no estaba a la altura de los acontecimientos lo relevar铆a, poniendo a alguien m谩s "corajudo" en esa jefatura.
Los refuerzos, aleg贸 el comandante Estigarribia, solo ser谩n enviados una vez que se compruebe, por exploradores de su confianza, que estaban pr贸ximas las fuerzas aliadas. Los enviados tuvieron que esperar tres d铆as para cruzar hacia el campamento de Duarte, a orillas del Yatay, debido a las intens铆simas lluvias ca铆das en la regi贸n.
El terrible temporal que azot贸 en aquellos d铆as de agosto entorpeci贸 la marcha de la vanguardia aliada, por lo que debi贸 acampar en la costa del r铆o Miri帽ay. Hasta ese lugar se traslad贸 un ayudante del general Paunero, a fin de coincidir en el d铆a y la hora de reuni贸n para combinar ambas fuerzas.
Hacia la primera mitad del mes de agosto de 1865, en Concordia, finaliz贸 el proceso de concentraci贸n de fuerzas aliadas, las mismas que luchar铆an bajo las 贸rdenes de Bartolom茅 Mitre, en la primera etapa de la guerra.
Para el 12 de agosto se hizo presente el teniente Joaqu铆n Guillen, en el campo de Restauraci贸n, al frente de 450 soldados de infanter铆a y caballer铆a, con el prop贸sito de fortalecer las columnas del sur, esto, por orden del mariscal L贸pez. Cinco alf茅reces integraban la tropa, uno de ellos con 100 soldados estaba destinado a dar apoyo al destacamento Duarte, el resto operar铆a en la zona de Uruguayana. El teniente Guill茅n fue portador de una fuerte suma de dinero para compra de vestuarios y equipos para la tropa.
El mariscal L贸pez estaba seguro del 茅xito de la empresa. Por un lado se contaba con el dominio del territorio correntino, la escuadra brasile帽a no pod铆a intervenir ni cortar la red de suministro, en los sitios de Santa Luc铆a y San Roque se impon铆a la presencia paraguaya. Por el otro, con la ocupaci贸n de los poblados se captur贸 importante reserva de ganado vacuno y caballar, esto hac铆a suponer a L贸pez que hab铆a llegado el momento de ponerse personalmente al frente y dar el golpe de gracia a la tr铆plice.
Los aliados necesitaban caer sobre las columnas paraguayas con una fuerza demoledora, ya que en igualdad de condiciones no soportar铆an un combate regular por la disciplina militar que caracterizaba al ej茅rcito paraguayo. El grueso de los soldados aliados se compon铆a de gauchos, exconvictos, esclavos y mercenarios; su t茅cnica de lucha asemejaba la de las antiguas montoneras y al bruto manejo de las armas blancas. El general Wenceslao Paunero era el 煤nico jefe que se tom贸 su tiempo para organizar, disciplinar y afianzar sus unidades de combate, es por ello que fue destacado a apoyar al ej茅rcito de vanguardia aliado.
El estado mayor paraguayo no accedi贸 a la informaci贸n sobre el papel que el general Paunero desempe帽ar铆a junto a Venancio Flores, esta fue guardada celosamente por los correntinos. M谩s bien manejaban el dato de que los generales C谩ceres y Hornos se encontraban fortaleciendo sus cuerpos de combate con la llegada de importantes*refuerzos. Tal es as铆 que el comandante paraguayo Bruguez, en la avanzada de la posici贸n de Corrientes, fue reforzado, en la creencia de que amenazaban sus flancos y corr铆a el riesgo de ser atacado por fuerzas superiores.
Hacia el 13 de agosto de 1865, a tan solo tres d铆as de marcha del destacamento Duarte, cerca del arroyo Santa Ana, conferenciaron el jefe de la vanguardia aliada general Venancio Flores y el comandante del primer cuerpo del ej茅rcito argentino, general Wenceslao Paunero. Duarte avanzaba en los trabajos de atrincheramiento sobre el r铆o Yatay, en el lugar conocido como Ombucito. Los oficiales aliados que encabezaron esa fuerza de 12.000 combatientes, de las tres armas, eran los generales Flores, Paunero, Madariaga y los coroneles Payva y Reguera. Apoyaban a este ej茅rcito 32 piezas de artiller铆a de distintos calibres. Por su parte el destacamento Duarte alcanzaba 3.000 hombres y no pose铆a bocas de fuego.
El alto mando aliado desconfiaba en el 茅xito de su empresa por dos razones fundamentales, tem铆an que Estigarribia, desde Uruguayana, acuda en auxilio de Duarte y que desde Corrientes, los efectivos paraguayos caigan sobre las fuerzas que se estaban organizando en Concordia, a las 贸rdenes de Mitre. No en vano Flores insist铆a en la necesidad de que el grueso del ej茅rcito, organizado en Concordia, salga a batirse con las columnas paraguayas.
A la fecha 13 de agosto el comandante Estigarribia no respond铆a a los pedidos de auxilio formulados por el mayor Duarte. Los alf茅reces comisionados no pod铆an retornar a Restauraci贸n por las fuertes lluvias ca铆das. Los generales brasile帽os Cadwell y Canabarro hostigaban permanentemente en la zona y se les sumaban refuerzos. Hasta ese momento se pod铆a abandonar el encierro de Uruguayana, exist铆a capacidad militar para ello, sin embargo, Estigarribia permaneci贸 inm贸vil.
Al d铆a siguiente, el mayor Pedro Duarte, desesperado por la situaci贸n, insisti贸 con el comandante Estigarribia en el env铆o de refuerzos. El jefe de Yatay invocaba las 贸rdenes del mariscal L贸pez las cu谩les indicaban que ante casos de peligros extremos, como en efecto estaba ocurriendo, las columnas deb铆an darse apoyo militar.
En sus memorias, el mayor Duarte refiere que este insisti贸 ante el comandante Antonio Estigarribia, en que 鈥渦n fuerte ej茅rcito" se le viene encima, que ese ej茅rcito se compone, en su mayor conjunto de tropas veteranas sostenidas por 24 piezas de artiller铆a (eran 32); le dice que 茅l no podr谩 resistir con 3.200 hombres, que no tiene el apoyo de un solo ca帽贸n, aquel avance irresistible; le muestra con colores sombr铆os su cr铆tica situaci贸n y concluye pidi茅ndole los regimientos de caballer铆a 31 y 33 y dos batallones de infanter铆a, asegur谩ndole la victoria, o en caso contrario le augura un desastre, porque le ser谩 imposible no solo contrarrestar el empuje del numeroso ej茅rcito enemigo, sino de poder ejecutar en ese caso su retirada".
Al final de la jornada del 14 de agosto, retorn贸 el alf茅rez Lara al sitio de Yatay, con la respuesta dada por el comandante Estigarribia al pedido de apoyo militar. Duarte recibi贸 turbado la informaci贸n, que su comandante no reputaba como verdaderas las partes de los exploradores, sobre la concentraci贸n de fuerzas enemigas poderosas, que se dirig铆an al encuentro del destacamento Duarte. Ordenaba el env铆o de expertos de mayor confianza para investigar.
Lara traslad贸 fielmente lo expresado por Estigarribia a su jefe: "D铆gale al mayor Duarte que si est谩 con 谩nimo ca铆do, venga a hacerse cargo de las fuerzas de Uruguayana, que yo ir茅 a librar la batalla''.
No obstante, el mariscal L贸pez fue informado por Estigarribe帽a sobre la llegada de fuerzas enemigas muy superiores contra el destacamento Duarte, sin embargo, puso en tela de juicio la veracidad de los informes aportados por los exploradores: "Si esta noticia fuera cierta mandar茅 al mayor Duarte, al otro lado del Uruguay, fuerzas de infanter铆a y artiller铆a suficientes para batir al enemigo con ventaja... Orden茅 al mismo mayor (Duarte) que mande exploradores de suma confianza con el fin de espiar la columna enemiga y puedan comunicarnos todos aquellos datos que puedan ser de inter茅s, para de este modo disponer yo que pasen a aquella margen del Uruguay fuerzas suficientes que unidas a las del mayor Duarte, puedan derrotar con ventaja a los enemigos".
El terrible temporal hizo imposible que Duarte, pueda organizar ese d铆a a sus nuevos exploradores, para un segundo informe de la situaci贸n de las fuerzas enemigas. El terreno era un verdadero lodazal. El r铆o Yatay se encontraba inundado, el terreno en las peores condiciones, en esa situaci贸n el destacamento Duarte esper贸 la llegada de las fuerzas del caudillo oriental Venancio Flores, decidido a no rendirse.

Finalizado el temporal Duarte cumpli贸 las 贸rdenes del comandante Estigarribia y despach贸 a cuatro exploradores "de confianza", para comprobar la llegada de las fuerzas enemigas. Dos cayeron prisioneros y los otros pudieron escapar, llegando hasta Duarte para informarle que los aliados se encontraban en la costa del arroyo Miri帽ay, a corta distancia, en tanto que los correntinos en las cercan铆as del arroyo Capi铆-quis茅. Era tarde. Aguardar a que un enviado de Duarte a Uruguayana acerque el informe "veraz" a Estigarribia, que este disponga el n煤mero de combatientes que cruzar谩n a la otra orilla, m谩s el traslado de la artiller铆a, demorar铆a bastante tiempo. Bajo el lema de "vencer o morir" los soldados del destacamento Duarte se aprontaron a resistir la embestida del enemigo.
El 15 de agosto, al clarear el d铆a, el general Venancio Flores orden贸 la marcha de su ej茅rcito hacia los campos del Yatay, a fin de buscar batirse con los paraguayos. Se comunic贸 con Mitre Y le inform贸 sobre el trayecto que le demandar铆a llegar hasta Restauraci贸n y sobre la fecha probable de la batalla: 17 de agosto. Flores se ten铆a una fe ciega, auguraba un triunfo inminente.
Duarte con toda la fuerza paraguaya del destacamento, pudo ensayar un repliegue rebasando el r铆o Uruguay, a fin de sumarse a la columna principal. Decidi贸 quedarse en su sitio y defender la dignidad de las armas nacionales. El d铆a previo a la batalla se dedic贸 a dar las 贸rdenes para la defensa a los m谩s de 3.000 combatientes, sin el concurso de tan siquiera una boca de fuego para repeler al enemigo. A espaldas del destacamento Duarte el r铆o Yatay estaba completamente inundado.
El historiador Cardozo refiere sobre los preparativos para la defensa:
"El destacamento ten铆a dos guardias avanzadas, una en el camino de la costa del Uruguay para asegurar las comunicaciones con Uruguayana, y la otra en direcci贸n a Mercedes, cada una de 125 hombres. A primera hora ambas guardias dieron parte, casi simult谩neamente, de que aparec铆an en uno y otro sector, fuertes columnas enemigas de las tres anuas. Duarte orden贸 que se reunieran las dos guardias y personalmente acudi贸 con 350 infantes y 100 de caballer铆a para dirigir una descubierta. Dej贸 el resto del destacamento al mando del teniente Cirilo Pati帽o.
Fue destacada en direcci贸n del enemigo una guerrilla de 24 hombres con 12 de reserva. Los aliados hicieron lo mismo pero con mayor efectivo, por lo cual el mayor Duarte aument贸 las guerrillas con 400 hombres. El enemigo envi贸 un regimiento y nuevamente el destacamento de avanzada paraguaya fue reforzado con 300 hombres. Parec铆a inminente la batalla y ambas partidas se tirotearon intensamente, pero el general Flores no dio la orden de ataque. Conseguido por el mayor Duarte su objetivo de reconocimiento de las fuerzas enemigas, ordeno la retirada de la infanter铆a, quedando en observaci贸n la caballer铆a''.
Tras el reconocimiento del campo enemigo, Duarte se encontr贸 en su campamento con "visitantes ilustres", que se llegaron desde el campamento de Uruguayana. Entre ellos se encontraban el oriental Pedro Sipitria, el padre Duarte y el teniente Guillen. Estos individuos tra铆an consigo algunos papeles para compartir y se ofrecieron a comunicar a Estigarribia el parte verbal de Duarte. Aduciendo falta de tiempo, el mayor Duarte argument贸 que si quer铆an ayudarlo esa misma noche se traslade el comandante con todos sus hombres hasta el sitio de Yatay, que m谩s tarde habr铆a tiempo para las comunicaciones por escrito.
El alf茅rez Lugo, hasta 煤ltimo momento, dispuso las 18 canoas para que el comandante Estigarribia ordene el traslado de sus hombres, a fin de dar apoyo a Duarte. Sin embargo, Duarte mand贸 redactar el pedido de auxilio y comision贸 al cabo Nicanor Garc铆a a Uruguayana. Todo pedido fue in煤til.
En Humait谩, el mariscal L贸pez se inform贸 en esos d铆as de los movimientos del ej茅rcito enemigo, por medio de esp铆as y desertores, hasta ese momento desconoc铆a que Paunero y Flores se encontraban en tr谩nsito para batirse con la columna paraguaya. Con fecha 16 de agosto expres贸 en una comunicaci贸n al general Resqu铆n: "Con tal motivo se presume que la situaci贸n de Entre R铆os ser谩 menos favorable para los aliados, en cuanto se dice que el general Paunero, evitar谩 el tr谩nsito de aquella provincia, cruzando el Uruguay arriba para buscar el Estado Oriental, as铆 parece en efecto; pues que m谩s bien el general Flores debiera buscar a Paunero avanzando, y no 茅ste retrocediendo. Estas consideraciones dan lugar a diferentes c谩lculos m谩s o menos probables, y aunque todo puede suceder, nosotros no debemos fiarnos en conjeturas y suposiciones, mientras no tengamos la verdad de las cosas".
En la misiva de L贸pez se establec铆an, a su vez, los movimientos que deber铆a operar el ej茅rcito nacional. Tal es el caso de Resqu铆n, quien deb铆a trasladarse desde el sitio de Quevedo hasta otro m谩s apropiado para la defensa. El mayor Cabral fue instruido sobre la importancia de ocupar mejores campos para el pastado de la caballer铆a.
Finalizaba la carta de L贸pez a Resqu铆n, sobre el cuidado que deb铆an tener los soldados paraguayos, de no destruir la propiedad y los bienes del enemigo durante las ocupaciones realizadas, para despedirse solicitando a su comandante m谩s datos para tomar la decisi贸n definitiva de trasladarse hasta Corrientes.
El 17 de agosto de 1865, en las cercan铆as del arroyo Yatay, se produjo una de las batallas m谩s 茅picas de la Guerra Grande y de mayor deshonor para el ej茅rcito aliado, por su accionar contra los prisioneros paraguayos; algunos corrieron la mala suerte de ser asesinados salvajemente contradiciendo toda convenci贸n internacional, toda norma jur铆dica estipulada en el Derecho de Gentes y, en relaci贸n a otros, distribuidos en batallones enemigos para luchar contra su propio pueblo.
El mayor Pedro Duarte fue nombrado comandante del destacamento paraguayo que cont贸 en sus filas con 3.020 combatientes; esta fuerza carec铆a de artiller铆a, y se enfrent贸 al numeroso frente de vanguardia al mando del general oriental Venancio Flores; en total fueron 12.000 hombres que recibieron el apoyo de 32 bocas de fuego.
Para apoyar el contingente de hombres del caudillo Flores, el general Madariaga cubri贸 la retaguardia paraguaya al mando de 2.000 jinetes, esto hizo que todo escape fuera nulo, situaci贸n que fue aprovechada por el general oriental para intimar rendici贸n al mayor Duarte, que la resistencia ser铆a est茅ril ante la superioridad de su ej茅rcito. Duarte, como en la mayor铆a de los casos similares en los pasajes de la Guerra Grande, respondi贸 que su misi贸n era combatir hasta obtener el triunfo de sus armas o perecer con el 煤ltimo de sus hombres.
En relaci贸n con la estrategia de defensa del mayor Duarte, Efra铆m Cardozo en su obra Cr贸nicas de la Guerra de 1864- 1870, refiere cuanto sigue:
"El mayor Duarte estableci贸 su l铆nea de batalla en la pendiente de una loma que desciende hacia el Yatay, cubierto su frente por las compa帽铆as de cazadores desplegados en guerrillas y abrigado detr谩s de unas zanjas transformadas en trincheras que ocupaban la parte alta de la cuchilla. Eran los batallones de infanter铆a 24 y 16, al mando de los tenientes Zorrilla y Pati帽o. El mayor Duarte se puso personalmente al frente de la caballer铆a pues el jefe del regimiento 26 teniente Elias Cabrera abandon贸 el campo antes de iniciarse la acci贸n, inducido por el coronel uruguayo Orrego, y el jefe del otro regimiento, teniente Br铆tez, sali贸 en persecuci贸n del fugitivo, abandonando tambi茅n a sus tropas ".

BATALLA DE YATAY
El combate se cree comenz贸 pasadas las 10 horas de la ma帽ana, d谩ndose la orden a la artiller铆a aliada que atac贸 con furia las posiciones paraguayas. Esa fue la antesala para que la infanter铆a comandada por el c茅lebre coronel Le贸n Palleja, ensayando un trote r谩pido, entonando canciones patri贸ticas, chocara contra el 谩nimo de los paraguayos que, con v铆tores a la patria y a su mariscal, rechazaron en varias ocasiones a los infantes uruguayos.
Los paraguayos fueron sitiados por la maniobra envolvente, por el noreste de sus posiciones, ensayada por los generales Su谩rez y Madariaga, en tanto que las tropas argentino- brasile帽as al mando del general Paunero hicieron lo propio por el flanco derecho. La tenaza qued贸 cerrada.
El mayor Duarte con resoluci贸n y brav铆a encabez贸 la caballer铆a hacia el flanco derecho de los aliados, con tanta fortaleza que hizo retroceder al contingente all铆 instalado de manera desordenada. Los jinetes paraguayos, ante el desconcierto de los soldados aliados, dieron muerte a muchos de ellos; sin embargo, atendiendo al gran n煤mero de efectivos, pudieron organizarse y retomar sus posiciones antiguamente conquistadas. En esa situaci贸n se enfrentaron a los paraguayos en combate cuerpo a cuerpo, simult谩neamente Duarte volvi贸 a embestir contra las tropas enemigas de Su谩rez hasta desbordarlas completamente y conseguir que las mismas se tornen en retirada. Sin embargo, esto no durar铆a mucho, ya que el desconcierto y la divisi贸n de la caballer铆a de Duarte que persegu铆a a los que huyeron, permitieron que las tropas aliadas venidas en auxilio forzaran el ala comprometida y por su tremenda superioridad num茅rica lograran copar el campo paraguayo. El comandante Duarte cay贸 prisionero y fue conducido hasta el general Paunero; sin embargo, ante la ausencia de su jefe, los soldados paraguayos siguieron combatiendo hasta el final de sus fuerzas, con todo tipo de elementos que les sirviera de armamento. Muertos por cientos, llevados a los l铆mites de sus fuerzas, los combatientes guaran铆es segu铆an peleando bajo su bandera, sin embargo, la superioridad aliada finalmente concluy贸 su cometido. Fue una carnicer铆a, los paraguayos eran enlazados por los jinetes riograndenses como novillos y arrastrados frente a la soldadesca enemiga, muchos fueron pasados a deg眉ello por los gauchos uruguayos, nadie intent贸 huir ganando las aguas del Yatay, combatieron hasta el final, hasta el descalabro de la columna paraguaya. Un 煤ltimo grupo de combatientes cay贸 prisionero al filo de las 12:30.
En sus memorias, el mayor Duarte refiri贸 la naturaleza del combate y la suerte corrida por 茅l, en calidad de prisionero:
"Al d铆a siguiente, 17 de agosto, al amanecer mismo, apareci贸 la columna enemiga, trayendo por delante una gran guerrilla dispersada a la que contest茅 con otras m铆as, y pude sostenerme as铆 hasta medio d铆a. A las doce y media nos trajo el ataque general, al cual no pudimos resistir por la gran superioridad que tuvieron, tanto en hombres como en armamentos; pues nosotros no ten铆amos ni una pieza de Artiller铆a, y nuestros fusiles eran de chispa (El fusil de chispa es un arma sin estr铆as, de corta efectividad, no m谩s de cincuenta metros. El proceso de carga y disparo demoraba un tiempo valioso, que pon铆a en desventaja al ej茅rcito paraguayo. El ej茅rcito aliado utiliz贸 armas de repetici贸n, de largo alcance y de efectividad hasta cien metros); ellos por supuesto de mejor sistema y con numerosa Artiller铆a. All铆 tuve la desgracia de caerme prisionero y de serme llevado a la presencia del General Don Venancio Flores, quien me ha insultado groseramente con palabras descorteses y hasta me ofreci贸 cuatro balazos, pero le contest茅, entre ese gent铆o de aquel momento que recibir铆a como dirigida de su mano (el p煤blico aplaudi贸 mi contestaci贸n y creo haber sido salvo de aquella pena, mediante el Coronel oriental Magari帽o, quien me ha ofrecido la garant铆a de mi vida en el campo de la batalla, y tambi茅n el General Paunero; quienes hablaron en voz baja a Flores. Despu茅s de eso me hizo varias preguntas, pero con moderaci贸n, y yo le contest茅 conforme 谩 sus preguntas en t茅rminos educados.- Estuve dos y medio d铆as sin probar alimento en la guardia de un se帽or Sargento mayor de apellido Retolaza, rodeado de 12 centinelas; a la tarde, del tercer d铆a, recib铆 orden para acompa帽arlo al coronel oriental don Goyo Castro, quien con un oficial y seis de tropa, se hizo cargo de mi individualidad y tomamos el camino de la Concordia, (pueblo entrerriano) en donde se hallaba el Presidente de la Rep煤blica General Don Bartolom茅 Mitre, quien entonces mandaba en Jefe el ej茅rcito aliado. Al siguiente d铆a, que fue el 23 de Agosto, sin verlo al se帽or Mitre, me hizo embarcar en el vapor 芦Pav贸n禄 y el 25 del mismo partimos para Buenos Aires. El 28 me llevaron al Parque, en la casa del coronel Mart铆nez, Ministro de Guerra y Marina, y el 30 me hizo trasladar al cuartel del Retiro. Me tuvieron all铆, noventa y dos d铆as, preso. Durante ese tiempo se me pas贸 la suma de un peso fuerte diario. Tuve varias visitas de amigos y a la vez tentaciones, entre otras. Primeramente, del comisario de guerra entonces, Don Santiago Albarrac铆n, quien, me ofreci贸 un sueldo de ciento ochenta pesos de Buenos Aires, para que fuera con el ej茅rcito aliado de baqueano, rechac茅 modestamente la oferta. Pocos d铆as despu茅s, volvi贸 a ofrecerme, para que me hiciera reconocer en mi clase, como jefe de la naci贸n y al mando de un cuerpo de l铆nea, en la frontera del sud. Esta vez me enoj茅 y respond铆 con insolencia y no volvi贸 m谩s (a insistir). Despu茅s hice una solicitud al gobierno, (entonces se hallaba en ejercicio el Vicepresidente Don Marcos Paz) para que me diera de d铆a la puesta franca, a fin de poder trabajar y alcanzar siquiera para cubrir la verg眉enza y otras necesidades urgentes para vivir: Entonces me remiti贸 6 camisas, 6 calzoncillos, 3 s谩banas y 3 toallas; m谩s tarde vinieron un sastre, un zapatero y un sombrerero a tomarme las medidas, los cuales me hicieron un traje a mi elecci贸n鈥.
El campo de Marte, finalizada la batalla de Yatay, arroj贸 la cifra de 1.700 soldados paraguayos muertos y 500 heridos, los dem谩s prisioneros maniatados. En el lado de los aliados se advirtieron 318 bajas y 220 heridos.
El mayor Duarte fue recibido por un exultante general Venancio Flores que lo llen贸 de improperios y amenaz贸 con ejecutarlo, a lo que Duarte respondi贸 que recibir铆a la muerte como de sus propias manos, estas palabras granjearon la simpat铆a y los v铆tores de los que observaban el episodio, ante semejante acto de hero铆smo. Finalmente, a instancias del coronel Magari帽o, Duarte salv贸 la vida.
Otra nota triste signific贸 el deg眉ello de orientales del Partido Blanco que adhirieron a la causa paraguaya, estos perecieron por orden de su compatriota Venancio Flores.
El general Flores comunic贸 inmediatamente al comandante de las fuerzas aliadas, general Bartolom茅 Mitre, sobre el resultado de la batalla: "No ha sido posible, Excmo. Sr. General evitar el derramamiento de sangre; los enemigos han combatido como b谩rbaros. Tal es el fanatismo y barbarie que les ha impreso el d茅spota L贸pez y sus antecesores tiranos; no hay poder humano que los haga rendir y prefieren la muerte cierta antes que rendirse".
El general Wenceslao Paunero hizo lo propio, comentando lo acontecido en la siguiente misiva: "El combate ha sido una verdadera carnicer铆a, que el general Flores, ni yo, ni nadie hubiera podido evitar, puesto que el enemigo no se rend铆a y hac铆a fuego desesperadamente sobre nosotros, de que han resultado algunas p茅rdidas sensibles que quiz谩 no hubi茅ramos sufrido con una fuerza superior en l铆nea. Es un suceso que no cabe en la cabeza el que una fuerza de tres mil hombres sin artiller铆a osase hacer frente a la nuestra, resign谩ndose a un sacrificio est茅ril, dando por 煤nica raz贸n que no ten铆an 贸rdenes para retirarse. Esto me lo ha dicho el jefe superior Duarte, que fue tomado por la tropa del batall贸n 6 de l铆nea".
En filas aliadas se cont贸 con que los uruguayos sufrieron mayor mortandad en la batalla, este hecho determin贸 que el general Flores ordenase la distribuci贸n de los prisioneros paraguayos que pasaron a formar parte de los batallones orientales y argentinos, estos 煤ltimos a cargo del general Paunero. Los brasile帽os decidieron trasladar a los prisioneros a R铆o de Janeiro de donde llegaron versiones que los mismos fueron distribuidos entre los miembros de la corte imperial como peones de estancia, personal dom茅stico o para trabajo de fuerza en las obras p煤blicas de gobierno.
El caudillo Flores, fiel a su tradici贸n gauchesca, se comport贸 como un perro de la guerra, pasando por alto el Derecho de Gentes, insultando con desparpajo al jefe paraguayo hecho prisionero, ofreci茅ndole varios tiros por su insolencia, recibiendo la respuesta de un caballero como Duarte, quien le espet贸 que no esperaba menos viniendo de su parte. Luego de ese escenario dantesco, el ej茅rcito aliado se extralimit贸 con los prisioneros paraguayos, cometiendo todo tipo de atropellos y bellaquer铆as.

La prensa londinense, espec铆ficamente el Evening Star, del 24 de diciembre de 1865, se hizo eco de Yatay con estas palabras:
Decapitaci贸n de prisioneros paraguayos.
"Yatay es un nombre que recuerda un sentimiento de horror a todos los que han visto el campo de batalla despu茅s del 17 de agosto. 隆Era un espect谩culo horrible! Mil cuatrocientos paraguayos yac铆an all铆 sin haber recibido sepultura: los m谩s de ellos ten铆an las manos atadas y la cabeza destroncada. 驴C贸mo hab铆a sucedido esto? Es que hab铆an sido prisioneros y, despu茅s de haber sido desarmados, fueron degollados y abandonados en el campo de batalla, mientras que los m谩s j贸venes fueron distribuidos como esclavos entre los jefes鈥.
Los mismos portadores de la civilizaci贸n, aquellos reivindicadores de la libertad y del imperio de la raz贸n, se comportaron como los heraldos de la barbarie. Eran las hienas de la comarca que aullaban sobre los girones de un pueblo vencido en las armas, pero invencible en el pundonor y la dignidad. Prisioneros enviados a R铆o de Janeiro y distribuidos entre los se帽oritos de la corte para esclavizarlos en sus extensas haciendas. Los colorados uruguayos mandados por Flores cometieron el crimen de enrolar a los paraguayos bajo la bandera escarlata sangrienta, de modo que vengan a combatir contra su patria.
A instancias del coronel Magari帽o, el mayor Duarte salv贸 la vida, este fue conducido fuertemente custodiado a Buenos Aires donde guard贸 reclusi贸n en el cuartel de Retiro, casi cien d铆as. Luego obtuvo su libertad y qued贸 en dicha ciudad, atendido por el gobierno argentino en sus necesidades b谩sicas.
En el peri贸dico mitrista LA Naci贸n Argentina, de fecha 24 de agosto de 1865, se pudo leer con respecto a la batalla:
"Los enemigos son valientes personalmente, pelean hasta el 煤ltimo trance, y se rinden mucho menos, prefieren morir con las armas en la mano [...]; y cuando las filas se deshacen, 1% caballer铆a nuestra llena su misi贸n, acabando con los que quieren rendirse".
El recordado diplom谩tico paraguayo Gregorio Ben铆tez (1834-1909) elogi贸 el desempe帽o del mayor Pedro Duarte en estos t茅rminos: 鈥淟a conducta del mayor Duarte ha sido elogiada por todos los que han tomado parte en el combate de Yatay. Se le ve铆a recorrer su l铆nea de batalla, proclamando a sus tropas; donde el peligro era m谩s inminente, all铆 estaba 茅l, hasta que un movimiento de conversi贸n, ejecutado por la l铆nea de ataque del enemigo, al mando del bravo jefe argentino coronel Arredondo, hoy general, le cort贸 con una parte de su infanter铆a [...] Indudablemente, el primer ej茅rcito del mundo, mandado por el m谩s h谩bil y m谩s valiente general, no habr铆a aceptado el combate de Yatay, que ha sido un sacrificio est茅ril de vidas; m谩s que est茅ril, est煤pido; pero cuando no hay inteligencia, ni sentimiento de sus deberes, de su dignidad y del honor de la causa, cuya defensa se le conf铆a, como es el caso del comandante Estigarribia, no es posible esperar un procedimiento que armonice con los derechos de su causa y la exigencia de la humanidad".
CAP脥TULO V
LA RENDICI脫N DE URUGUAYANA
La encerrona de Uruguayana. Intimaciones enemigas al comandante Estigarribia. La conferencia aliada del 12 de setiembre para organizar el ataque. Capitulaci贸n paraguaya. Nota del 20 de noviembre de 1865 escrita por el mariscal L贸pez al general Bartolom茅 Mitre.
El teniente coronel Antonio de la Cruz Estigarribia, al frente de una divisi贸n de 7.500 hombres, lleg贸 finalmente hasta Uruguayana, luego de bordear ampliamente el r铆o Uruguay. En la orilla derecha se produjo el desastre de Yatay, en que un destacamento de 2.500 hombres bajo las 贸rdenes directas del mayor paraguayo Pedro Duarte, sufri贸 los embates de un ej茅rcito enemigo que lo cuadruplicaba en n煤mero.
Estigarribia falt贸 a su compromiso como jefe y como camarada, desoyendo las 贸rdenes del mariscal L贸pez de no acampar en Uruguayana y haciendo caso omiso al pedido de auxilio de su subalterno Duarte, que reclamaba el env铆o de fuerzas y artiller铆a, a fin de resistir a la poderosa vanguardia aliada.
Puerilmente se dej贸 envolver por un formidable ej茅rcito de 20.000 combatientes, de las armas de infanter铆a, caballer铆a y artiller铆a, hasta su deshonrosa capitulaci贸n ocurrida el 18 de setiembre de 1865, un mes despu茅s de la fat铆dica jornada de Yatay.
Una de las p谩ginas m谩s oscuras de la historia militar paraguaya se escribi贸 en el campo de Uruguayana. El jefe de un granado ej茅rcito se rindi贸 a las maquinaciones urdidas por el enemigo, ante sus vagas promesas y discursos relumbrones.
Estigarribia ten铆a todo para avanzar sobre campo enemigo y alcanzar territorio oriental. El enemigo no se decid铆a del todo a atacar las columnas paraguayas sin completar la leva general que se estableci贸 en los tres pa铆ses. La estrategia era atacar con fuerzas muy superiores para asegurar la victoria. La columna paraguaya perdi贸 un tiempo precioso permitiendo a los aliados reforzarse en sus l铆neas.
La fuerza expedicionaria del r铆o Uruguay fue dividida en dos columnas, sobre la margen derecha con 2.500 hombres a cargo del mayor Duarte; en la orilla izquierda, compuesta de 7.500 combatientes a cargo del teniente coronel Estigarribia. Ef铆meros combates se sucedieron, como la batalla del Mbutuy, en la que se destac贸 el capit谩n Jos茅 del Rosario L贸pez, frente a las fuerzas superiores de los generales brasileros Canabarro y el bar贸n de Yacuh铆. Al margen de dichas escaramuzas no apeligraron en gran medida la marcha de las columnas.
El teniente coronel Estigarribia cay贸 en la ratonera del general Canabarro, el cual, d铆as antes del arribo de los paraguayos, orden贸 abandonar la ciudad a los vecinos del pueblo y a los 8.000 soldados que lo defend铆an. Su plan consist铆a en algo simple, que los paraguayos ingresen en la ciudad desguarnecida, se acomoden, e iniciar la contramarcha y envolverlos, de manera que no escape ni siquiera un alfiler.
La columna paraguaya ingres贸 a Uruguayana y se encontr贸 con un considerable bot铆n abandonado, el cual consist铆a en miles de arrobas de tocino, otros tantos de fari帽a, diez mil quintales de galleta y abundante tela para confecci贸n de uniformes.
Gregorio Ben铆tez en su obra LA Guerra del Paraguay, opin贸 al respecto:
"Ocupada Uruguayana por la divisi贸n paraguaya, y destruida la columna de Duarte en Yata铆, el 17 de agosto, los generales aliados comprendieron la conveniencia y necesidad de llevar r谩pidamente sus ej茅rcitos a la orilla del Uruguay frente a Uruguayana, a fin de libertar lo m谩s pronto posible a la provincia brasilera de R铆o Grande de la ocupaci贸n de las fuerzas paraguayas. Efectivamente, los generales Mitre, Osorio y Flores, al frente de los ej茅rcitos coaligados de sus respectivas naciones, marcharon a la costa del Uruguay, a establecer el bloqueo fluvial y terrestre en torno a Uruguayana. El ej茅rcito de la Triple Alianza no bajaba de 20 mil hombres de las tres armas, con un considerable tren de artiller铆a, que constaba de 50 piezas, m谩s los numerosos ca帽ones de la escuadra imperial".
El grueso de la columna expedicionaria del Paraguay estaba estructurado de la siguiente manera:
Batall贸n n煤mero 14, con 700 plazas, comandado por el teniente Saturnino Mereles.
Batall贸n n煤mero 15, con 610 plazas, comandado por el capit谩n Ignacio Campusano.
Batall贸n n煤mero 17, con 754 plazas, comandando por el capit谩n Diego Alvarenga.
Batall贸n n煤mero 31, con 440 plazas, comandando por el capit谩n Ib谩帽ez.
Batall贸n n煤mero 32, con 680 plazas, comandando por el capit谩n Avalos.
Batall贸n n煤mero 33, con 676 plazas, comandando por el capit谩n P茅rez.
Total, infanter铆a, 3.860 plazas.
Regimiento n煤mero 27, con 440 plazas, comandado por el mayor Jos茅 del Rosario L贸pez.
Regimiento n煤mero 28, con 475 plazas, comandado por el capit谩n Centuri贸n.
Regimiento n煤mero 33, con 485 plazas, comandado por el teniente Manuel Coronel.
Total, caballer铆a, 1.400 plazas.
Escuadr贸n de artiller铆a, con 115 plazas, capacidad de fuego: 1 ob煤s de a 5 pulgadas y 4 piezas de campa帽a de 4, comandado por el teniente Ignacio Pereira.
Estado mayor, personal de canoas, parque militar, 285 plazas.
El teniente coronel Estigarribia cometi贸 el grave error de recibir comunicaciones de los miembros de la Legi贸n Paraguaya, grupo de exiliados paraguayos que junto a los miembros de la tr铆plice trajo la guerra contra su propia patria. Juan Francisco Decoud, integrante de una familia que guard贸 encono especial contra el doctor Jos茅 Gaspar Rodr铆guez de Francia y los L贸pez, febril activista de la legi贸n, trat贸 de convencer por todos los medios al comandante paraguayo para que abandone las armas y pacte "honrosamente" con el enemigo. Entre otras ofertas, lo animaba a acompa帽arlo en la empresa "civilizadora" que libertar铆a a su patria sumida en un letargo.
Al final del d铆a, el 19 de agosto de 1865, el caudillo Venancio Flores despach贸 una intimaci贸n para Estigarribia. En la misiva le ofrec铆a todo tipo de garant铆as, siempre y cuando deponga las armas y se rinda en el perentorio plazo de 8 d铆as.
El oriental Flores utiliz贸 a un prisionero de guerra paraguayo, de gracia Jos茅 Zorrilla, para acercar la comunicaci贸n. Amenaz贸 con bombardear la plaza si la respuesta de Estigarribe帽a era negativa. La encerrona de la columna paraguaya era total.
El comandante paraguayo en un principio permaneci贸 inc贸lume, se neg贸 a capitular respondiendo a la intimaci贸n de Flores en estos t茅rminos:
"Uruguayana, agosto 20 de 1865.
Se帽or General don Venancio Flores
Anoche recib铆 su nota fechada en ese d铆a, que me ha entregado el teniente prisionero de guerra, Jos茅 Zorrilla, quien entregar谩 a Vuestra Excelencia esta contestaci贸n.
Me he impuesto detenidamente de la precitada nota, a fin de contestarla como debe el militar de honor, a quien el Supremo Gobierno de su patria conf铆a un puesto delicado. En consecuencia, debo declarar a Vuestra Excelencia, que como paraguayo, como militar y como soldado que defiende la causa de las instituciones, de la independencia de su patria, y cuyo gobierno est谩 resuelto a mantener a todo trance la integridad de las Rep煤blicas del Plata, y su equilibrio, no puedo ni debo aceptar las proposiciones de Vuestra Excelencia.
Aun suponiendo que, como Vuestra Excelencia dice en su nota que contesto, estoy perdido y no debo esperar protecci贸n de los ej茅rcitos del Paraguay, el honor y la obediencia a las 贸rdenes del Supremo Gobierno de mi patria, me mandan morir antes que entregar las armas que nos confiara Su Excelencia el se帽or mariscal presidente de la Rep煤blica, para defender los sagrados derechos de tan noble causa, a un enemigo extranjero. Los jefes, oficiales y tropa de la divisi贸n que comando, son de mi mismo modo de pensar, y est谩n decididos a sucumbir todos en el campo, antes que aceptar una proposici贸n que deshonrar铆a y llenar铆a de eterna infamia el nombre del soldado paraguayo. Contento con la posici贸n modesta que ocupo en mi patria, no quiero honras ni glorias, que han de ser adquiridas con mengua para mi patria, y con provecho de unos cuantos mal avenidos paraguayos, votados al servicio de la conquista extranjera.
Como yo, toda la divisi贸n de mi mando ansiamos el momento de probar a Vuestra Excelencia que el soldado paraguayo, ni cuenta el n煤mero de sus enemigos, ni tampoco transige con ellos, cuando defiende tan nobles y caros derechos.
Dios guarde a Vuestra Excelencia.
Antonio Estigarribia".
Simult谩neamente a la contestaci贸n de la intimaci贸n, Estigarribe帽a dio 贸rdenes para proseguir con las tareas de fortificaci贸n. Los comerciantes de la ciudad sitiada contaban con 40 d铆as de provisiones, hasta tanto lleguen refuerzos o en su defecto rendirse a los enemigos en condiciones dignas.
Venancio Flores, una vez al tanto del contenido de la respuesta del comandante paraguayo, dio instrucciones a su tropa para que trasvasen el r铆o Uruguay y se ubiquen en la orilla izquierda. Dicha orden fue cumplida, completando el traslado total de los efectivos, el 28 de agosto. Su estrategia fue asegurar la encerrona paraguaya, vali茅ndose de la escuadra imperial y de los ej茅rcitos de tierra aliados.
No tardaron los jefes de la tr铆plice en caer en conflictos por el mando, Flores, arrog谩ndose la comandancia de los ej茅rcitos en el territorio de R铆o Grande del Sur, orden贸 al bar贸n de Porto Alegre que instalara sus l铆neas en un punto del territorio en conflicto. El general brasile帽o no tom贸 en cuenta la orden del caudillo oriental, reclamando para s铆 la comandancia, por tratarse de territorio del imperio, y por haberse pactado as铆 en el tratado de la alianza. Acto seguido hubo una acalorada discusi贸n entre el general Flores y los jefes brasileros Tamandar茅 y Porto Alegre, el primero amenaz贸 con acudir solo a batirse con los paraguayos y destruir la plaza, contaba el oriental con 5.500 combatientes.
La bravuconada de Venancio Flores no dur贸 mucho. Los jefes brasile帽os manifestaron que no necesitaban auxilio extranjero para expulsar de sus tierras a los invasores. El oriental reconoci贸 su exabrupto y se disculp贸, se limaron asperezas y se prosigui贸 a redactar la segunda misiva a Estigarribia, en estos t茅rminos:
"Cuartel general, frente a Uruguayana, setiembre 2 de 1865
Al Se帽or Comandante en jefe del Ej茅rcito paraguayo, en operaciones sobre la costa del Uruguay, coronel don Antonio Estigarribia.
Los abajo firmados, representantes del ej茅rcito aliado de vanguardia, cumplen un alto deber dirigi茅ndose a Vuestra Excelencia con el objeto que esta nota expresa, esperando confiadamente que Vuestra Excelencia prestar谩 a la consecuci贸n de 茅l, la cooperaci贸n que su posici贸n y deberes le imponen.
Antes de romper las hostilidades para que estemos prontos sobre el pueblo de la Uruguayana, ocupado por las fuerzas de su mando, no dejar铆amos llenadas debidamente las prescripciones m谩s sagradas de la civilizaci贸n si no le hici茅semos presente nuestro sincero deseo de evitar las grandes e in煤tiles desgracias que ocasionar铆a la resoluci贸n de sostenerse en esa plaza, en que Vuestra Excelencia ha estado hasta el presente...
No queremos ser, en lo m谩s m铆nimo, responsables del sacrificio de los soldados que obedecen a Vuestra Excelencia, sacrificio tan est茅ril en la situaci贸n que la suerte de la guerra les ha deparado, como inhumano tambi茅n; porque solo es permitido combatir cuando existe alguna probabilidad de triunfo, o cuando alguna ventaja puede asegurarse a la causa que se defiende.
Vuestra Excelencia se encuentra, a juicio de los abajo firmados, en un caso extremo, en el cual solo puede esperarle un fin desgraciado si persistiese en rechazar las proposiciones honorables que le dirigimos...
No podemos menos de hacer presente a Vuestra Excelencia que ninguna raz贸n justa puede impulsarle a derramar la sangre de sus compatriotas por una causa reprobada y puramente personal. ..Es tambi茅n una raz贸n poderosa que aumenta la responsabilidad de Vuestra Excelencia siempre que insista en .defenderse en esa plaza, contra el ataque que lo llevaremos, apoyados en 20 mil hombres, y 50 piezas de artiller铆a, sin contar los numerosos refuerzos que vienen sucesivamente llegando...
Acompa帽amos para su conocimiento las bases de arreglo que hemos confeccionado, y constan del pliego adjunto, firmado tambi茅n por nosotros.
Bases de convenio.
1掳 El jefe principal, oficiales y dem谩s empleados de distinci贸n, saldr谩n con todos los honores de la guerra, llevando sus espadas; y podr谩n trasladarse al punto que fuere de su agrado, siendo de la obligaci贸n de los que suscriben, suministrarles los auxilios necesarios al efecto.
2掳 Si eligiesen para su residencia algunos puntos del territorio de cualquiera de las naciones aliadas, ser谩 de la obligaci贸n de los gobiernos de ellas, atender a la subsistencia de los expresados jefes y oficiales paraguayos, durante la guerra, hasta su terminaci贸n.
3掳 Todos los individuos de tropa, de sargento abajo inclusive, quedar谩n prisioneros de guerra, bajo la condici贸n de que ser谩n respetados en sus vidas, alimentados y vestidos debidamente, durante el periodo de la guerra, de cuenta de los mismos gobiernos.
4掳 Las armas y dem谩s pertrechos b茅licos, pertenecientes al ej茅rcito paraguayo, ser谩n igualmente entregados a la disposici贸n del ej茅rcito aliado.
Venancio Flores. Vizconde de Tamandar茅. Bar贸n de Porto Alegre. Wenceslao Paunero".
El comandante Estigarribia y su ej茅rcito, sitiados en la ratonera de Uruguayana, recib铆a la propuesta de un convenio sobre bases a tener en cuenta, considerando el jaque al que estaba expuesto. Sucesivas comunicaciones enviadas a L贸pez para referirle lo acontecido fueron tomadas por el enemigo.
El jefe paraguayo, respaldado intelectualmente por el cura Blas Duarte y los orientales del Partido Blanco, Salva帽ach y Sipitria, quienes se encontraban a su lado, respondi贸 la segunda nota de intimaci贸n aliada, acudiendo a pasajes heroicos de la historia universal, como en el caso de Le贸nidas el defensor de las Termopilas, que ante su sitiador y la amenaza de enviarle flechas que oscurezcan el cielo, atin贸 a responder que: "Mejor, combatiremos en la sombra". Finaliz贸 su r茅plica Estigarribe帽a con estas palabras: "Si el destino nos prepara una tumba en esta ciudad de Uruguayana, nuestros compatriotas honrar谩n la memoria de los paraguayos que hayan muerto, combatiendo por la causa de la patria, despu茅s de haberse negado a entregar al enemigo el estandarte sagrado de la libertad nacional".
Nuevamente los legionarios Iturburu y Juan Decoud, bajo bandera de parlamento, se acercaron para tratar de convencer a Estigarribia de aceptar una "capitulaci贸n honrosa". Los t茅rminos espec铆ficos de la reuni贸n secreta no se dieron a conocer, lo que motiv贸 el enojo de los jefes y colaboradores del comandante paraguayo.
El general Bartolom茅 Mitre, temeroso de un desplante de los brasileros, tom贸 la decisi贸n de ir hasta Uruguayana, se embarc贸 y arrib贸 a ella el 10 de setiembre. Sus temores se hicieron patentes, cuando el Bar贸n de Porto Alegre no acept贸 que un general argentino comande en jefe a las tropas en territorio brasile帽o.
Al d铆a siguiente, el 11 de setiembre, lleg贸 el emperador brasile帽o Pedro II, acompa帽ado de sus yernos, el Conde d' Eu y el duque de Saxe. Todos los pol铆ticos, militares y nobles, en sus grados y dignidades, conferenciaron el 12 de setiembre para tratar un plan de ataque y eligieron al emperador Pedro II, como general en jefe del ej茅rcito aliado, apostado en Uruguayana.
El teniente coronel Estigarribia, d铆as antes, intent贸 audazmente una huida, forzando la l铆nea de los sitiadores, pero persuadido por sus colaboradores se dio para atr谩s.
El 17 de setiembre se volvi贸 a convocar a los jefes de alianza, a fin de iniciar los preparativos para el ataque general del d铆a siguiente. Al clarear el d铆a, las tiendas de campa帽a deb铆an estar levantadas, los soldados deb铆an portar picos, escaleras y otras herramientas para el asalto y los brasile帽os deb铆an ubicarse a la derecha, los argentinos en el centro y los uruguayos a la izquierda del campo de batalla.
Se puso en marcha el ej茅rcito aliado y poco despu茅s del mediod铆a del 18 de setiembre se detuvieron muy cerca de la plaza de Uruguayana y despacharon a unos efectivos portando el ultim谩tum para Estigarribia. Le daban un plazo de dos horas para aceptar la capitulaci贸n o dar铆an la orden para desatar el infierno.
El comandante Estigarribia intent贸, a trav茅s de correspondencias r谩pidas, abrir el di谩logo para realizar proposiciones dignas, a lo que el Bar贸n de Porto Alegre le exigi贸 que se rinda sin condiciones, atendiendo a que no fueron tomados en cuenta los puntos del convenio arrimado por la tr铆plice en fecha pasada.
Finalmente Estigarribia respondi贸 con una escueta nota, a 煤ltimo momento, en estos t茅rminos:
"El comandante en jefe de la divisi贸n paraguaya ofrece rendir la plaza de la Uruguayana bajo las condiciones siguientes: 1鈥, el comandante de la fuerza paraguaya entregar谩 la divisi贸n de su mando, desde sargento inclusive abajo, guardando los ej茅rcitos aliados para con ellos, todas las reglas que las leyes de la guerra prescriben para con los prisioneros; 2掳 los jefes, oficiales y empleados de distinci贸n saldr谩n de la plaza con sus armas y dem谩s bagajes, pudiendo elegir el punto adonde quieran dirigirse, debiendo el ej茅rcito aliado mantenerlos y vestirlos mientras durase la presente guerra, si eligieran otro punto que el Paraguay, debiendo ser de su cuenta, si prefiriesen este 煤ltimo punto, dirigirlos; 3掳 los jefes y oficiales orientales que est谩n en esta guarnici贸n al servicio del Paraguay, quedar谩n prisioneros de guerra del imperio, guard谩ndoseles todas las consideraciones a que sean acreedores..."
El ministro de guerra del imperio, el se帽or Mu帽iz da Silva Ferraz, respondi贸 a la nota de pedido del jefe Estigarribia:
"Por parte de los jefes de las fuerzas aliadas, en respuesta a las proposiciones hechas a los mismos jefes, se declara que la 1掳 y 3掳 son aceptadas, sin restricci贸n alguna. En cuanto a la 28, aceptada con la siguiente restricci贸n: los oficiales entregar谩n sus armas y tendr谩n el derecho de elegir un lugar para su residencia, menos el territorio del Paraguay.
El apenado episodio concluy贸 con la entrega, de parte de Estigarribia, de su espada y rev贸lver al se帽or Ferraz.
Seguidamente, se produjo el desfile de las tropas paraguayas rendidas, un ej茅rcito formidable entrenado y disciplinado, tiempo atr谩s, por el valiente mayor Pedro Duarte, un hombre a la altura de lo que la patria necesitaba en esos dif铆ciles momentos.
Al final de esa jornada, los paraguayos fueron repartidos entre los aliados, los de tez oscura fueron a parar a las haciendas de los ricos jefes aliados, como peones; otros a engrosar filas enemigas, para llevar la guerra contra su pa铆s; los que se negaron a las arbitrariedades de la tr铆plice, sufrieron todo tipo de tormentos hasta la muerte.
El mariscal Francisco Solano L贸pez, indignado hasta las l谩grimas, escribi贸 un epitafio en el que resume la amarga capitulaci贸n:
"...Pero es con la m谩s grande extra帽eza que acabo de ver que el enemigo publica la rendici贸n de la divisi贸n ligera, que, bajo las 贸rdenes del teniente coronel Estigarribia, recorr铆a las costas del Uruguay, y que se hab铆a entregado sin tirar un tiro, el d铆a 18 del pasado mes de setiembre en la Uruguayana. Esta desgracia es la consecuencia del olvido de todos los deberes del soldado y del ciudadano, y de la infracci贸n de mis 贸rdenes".
A la suerte corrida por los prisioneros paraguayos, por el desconocimiento total de las leyes marciales, el mariscal Francisco Solano L贸pez, recrimin贸 duramente al general Bartolom茅 Mitre, en la nota del 20 de noviembre de 1865, desde Humait谩:
"A S.E. el Presidente de la Rep煤blica Argentina, Brigadier General D. Bartolom茅 Mitre, General en Jefe del Ej茅rcito Aliado de la misma Rep煤blica, de la del Uruguay y del Imperio del Brasil.
Como General en Jefe de los Ej茅rcitos aliados en guerra con esta Rep煤blica, tengo el honor de dirigir a V. E. la presente.
En la imperiosa necesidad en que algunas veces se hallan los pueblos y sus gobiernos de dirimir "entre s铆 por las armas las cuestiones que afectan sus intereses vitales, la guerra ha estallado entre esta Rep煤blica y los Estados cuyos Ej茅rcitos V.E. manda en jefe.
En tales casos, es de uso general y pr谩ctico entre las naciones civilizadas atenuar los males de la guerra por leyes propias, despoj谩ndola de los actos de crueldad y barbarie que deshonrando la humanidad estigmatizan con una mancha indeleble a los jefes que las ordenan, autorizan, protejan o toleran, y yo lo hab铆a esperado de V.E. y sus aliados.
As铆 penetrado y en la conciencia de estos deberes, uno de mis primeros cuidados, fue ordenar la observancia de toda la consideraci贸n con que los prisioneros de cualquier clase que sean fuesen tratados y mantenidos con respecto a sus graduaciones, y en efecto han disfrutado de las comodidades posibles y hasta la libertad compatible con su posici贸n y conducta.
El Gobierno de la Rep煤blica ha dispensado la m谩s sana y amplia protecci贸n, no solamente a los ciudadanos argentinos, brasileros y orientales que se hallaban en su territorio o que los sucesos de la guerra hab铆an colocado bajo el poder de sus armas, sino que ha extendido esta protecci贸n a los mismos prisioneros de guerra.
La estricta disciplina de los Ej茅rcitos paraguayos en el territorio argentino y en las poblaciones brasileras as铆 lo comprueban, y aun las familias y los intereses de los individuos que se hallaban en armas contra la Rep煤blica, han sido respetados y protegidos en sus personas y propiedades.
V.E. entre tanto iniciaba la guerra con excesos y atrocidades, como la prisi贸n del agente de la Rep煤blica en Buenos Aires, ciudadano F茅lix Egusquiza; la orden de prisi贸n y consiguiente persecuci贸n del ciudadano Jos茅 Rufo Caminos, C贸nsul General de la Rep煤blica cerca del Gobierno de V.E. y su hijo D. Jos茅 F茅lix, que tuvieron que asilarse a la bandera amiga de S.M. Brit谩nica; la secuestraci贸n y confiscaci贸n de los fondos p煤blicos y particulares de aquellos ciudadanos, ya sea en poder de ellos mismos o en dep贸sitos en los Bancos; la prisi贸n del ciudadano Cipriano Ayala, simple portador de pliegos; el violento arranque de las armas nacionales del Consulado de la Rep煤blica, para ser arrastradas por las calles; el p煤blico fusilamiento de la efigie del Presidente de la Rep煤blica y el consiguiente arrojo que de esa efigie y del Escudo Nacional se hizo al R铆o Paran谩 en p煤blica expectaci贸n en el puerto de la ciudad del Rosario; el asesinato atroz cometido por el General C谩ceres en el pueblo de Saladas, con el subteniente Marcelino Ayala, que, habiendo ca铆do herido en su poder, no se prest贸 a llevar su espada contra sus compa帽eros, y el b谩rbaro tratamiento con que ese mismo General acab贸 los d铆as del tambi茅n herido alf茅rez ciudadano Faustino Ferreira en Bella Vista; la b谩rbara crueldad con que han sido pasados a cuchillo los heridos del combate de Yatay, y el env铆o del desertor paraguayo, Juan Gonz谩lez, con especial y positiva comisi贸n de asesinarme, no han sido bastante a hacerme cambiar la firme resoluci贸n de no acompa帽ar a V.E. en actos tan b谩rbaros y atroces, ni pens茅 jam谩s que pudieran encontrarse nuevos medios de cr铆menes para enriquecer las atrocidades e infamias que por tanto tiempo han flagelado y deshonrado ante el mundo las perpetuas guerras intestinas del R铆o de la Plata.
Quise todav铆a esperar que en la primera guerra internacional como esta, V.E. sabr铆a hacer comprender a sus subordinados que un prisionero de guerra no deja de ser un ciudadano de su patria, cristiano, y que como rendido deja de ser enemigo ya que no supo hacer respetar de otro modo los derechos de la guerra, y que los prisioneros ser铆an por lo menos respetados en su triste condici贸n y sus derechos de tal, como lo son ampliamente en esta Rep煤blica los prisioneros del Ej茅rcito Aliado.
Pero es con la m谩s profunda pena que tengo que renunciar a estas esperanzas ante la denuncia de acciones todav铆a m谩s ilegales como atroces e infames que se cometen con los paraguayos que han tenido la fatal suerte de caer prisioneros en poder del Ej茅rcito Aliado.
Tanto los prisioneros hechos en varios encuentros de ambas fuerzas como notablemente los de Yatay y los rendidos de la Uruguayana, V.E. ha obligado a empu帽ar las armas contra su patria, aumentando por millares con sus personas el efectivo de su Ej茅rcito, haci茅ndolos traidores para privarles de sus derechos de ciudadan铆a y quitarles la m谩s remota esperanza de volver al seno de su patria y su familia, sea por un canje de prisioneros o por cualquier otra transacci贸n, y aquellos que han querido resistirse a destruir su patria con sus brazos, han sido inmediata y cruelmente inmolados.
Los que no han participado de tan inicua suerte han servido para fines no menos inhumanos y repugnantes, pues que en su mayor parte han sido llevados y reducidos a la esclavitud en el Brasil, y los que se prestaban menos por el color de su cutis para ser vendidos, han sido enviados al Estado Oriental y las Provincias Argentinas de regalo como entes curiosos y sujetos a la servidumbre.
Este desprecio no ya de leyes de la guerra, sino de la humanidad, esta coacci贸n tan b谩rbara como infame que coloca a los prisioneros paraguayos entre la muerte y la esclavitud, es el primer ejemplo que conozco en la historia de las guerras, y es a V.E., al Emperador del Brasil y al actual mandatario de la Rep煤blica Oriental, sus aliados, a quienes cabe el bald贸n de producir y ejecutar tanto horror.
El Gobierno paraguayo por ninguno de sus actos, ya sea antes o despu茅s de la guerra, ha provocado tanta atrocidad. Los ciudadanos argentinos, brasileros y orientales han tenido toda la libertad de retirarse con sus haberes y fortunas de la Rep煤blica y del territorio argentino, ocupado por sus ej茅rcitos, o de permanecer en ellos conforme les conviniere.
Mi gobierno as铆 respetaba las estipulaciones convenidas en los pactos internacionales para el caso de una guerra, sin tener en cuenta que esos pactos hubiesen expirado, considerando solo esos principios como de inter茅s permanente, de humanidad y de honor nacional. Jam谩s olvid贸 tampoco el decoro de su propia dignidad, la consideraci贸n que debe a todo gobierno y al jefe del Estado aunque en actual guerra, para tolerar insultos al emblema de la patria de los aliados, o el fusilamiento del de V.E. o el de sus aliados, en efigie y mucho menos podr铆a acompa帽arles como medio de guerra en el empleo de alg煤n tr谩nsfuga argentino, oriental o brasilero para asesinarlos en sus campamentos. La opini贸n p煤blica y la historia juzgar谩n severamente esos actos.
Las potencias aliadas, pues, no traen una guerra como lo determinan los usos y las leyes de las naciones civilizadas, sino una guerra de exterminio y horrores, autorizando y vali茅ndose de los medios atroces que van denunciados y que la conciencia p煤blica marcar谩 en todos los tiempos como infames.
Tra铆da la guerra por V.E. y sus aliados en el terreno en que aparece, consciente de mis deberes y de la obligaci贸n que tengo en el mando supremo de los Ej茅rcitos de la Rep煤blica, har茅 de mi parte que V.E. cese en esos actos que mi propia dignidad no me permite dejar continuar, y al efecto, invito a V.E. en nombre de la humanidad y del decoro de los mismos aliados, a abandonar ese car谩cter de barbarie de la guerra, a poner a los prisioneros de guerra paraguayos en el goce de sus derechos de prisioneros, ya est茅n en armas, esclavizados en el Brasil, o reducidos a servidumbre en las Rep煤blicas Argentina y Oriental, a no proseguir a ning煤n acto de atrocidad, previniendo a V.E. que su falta de contestaci贸n, la continuaci贸n de los prisioneros en el servicio de las armas contra su patria diseminados en el Ej茅rcito Aliado o en cuerpos especiales, la aparici贸n de la bandera paraguaya en las filas de su mando o una nueva atrocidad con los prisioneros, me han de dispensar de toda la consideraci贸n y
miramientos que hasta aqu铆 ha sabido tener, y aunque con repugnancia, los ciudadanos argentinos, brasileros y orientales, ya sean prisioneros de guerra o no, en el territorio de la Rep煤blica, o en los que sus armas llegasen a ocupar, responder谩n con sus personas, vidas y propiedades a la m谩s rigurosa represalia.
Esperando la contestaci贸n de V.E. en el perentorio t茅rmino de treinta d铆as, en que ser谩 entregada en el Paso de la Patria.
Dios guarde a V.E. muchos a帽os.
Francisco S. L贸pez".
Los pa铆ses que conformaron la alianza cargar谩n con la ignominia y el deshonor, por el trato prodigado a los heridos paraguayos de Yatay, ultimados como bestias y cercenados como ganado, faltando a los m谩s elementales c贸digos de guerra. El esp铆ritu "lusitano" (esclavista e invasor) del Brasil y la conducta "gauchesca" de los oficiales orientales, administrados en Uruguayana, contra soldados rendidos constituir谩n, en la regi贸n, la ense帽anza indeleble de lo que nunca deber谩 repetirse entre naciones que desean alcanzar las aquiescencias de la civilizaci贸n y los axiomas de la democracia.
En la actualidad, los gobernantes de Argentina, Brasil y Uruguay, t铆midamente, se refirieron a la empresa genocida de sus ancestros. El segundo pa铆s es el menos turbado. Para superar las heridas del pasado, la autocr铆tica se constituye en el mejor b谩lsamo. Un reconocimiento solidario, de la deuda hist贸rica de estos tres pa铆ses, permitir谩 superar los obst谩culos que nos impiden avanzar como pa铆ses hermanados ante el concierto de las naciones.

PERFIL DEL MAYOR PEDRO DUARTE, H脡ROE DE YATAY
ASCENDIDO A GENERAL DE DIVISI脫N PEDRO DUARTE (7-JULIO-1887)
San Juan Bautista del 脩eembuc煤, 29 de junio de 1829.
Contando con 15 a帽os ingres贸 como recluta en la guarnici贸n de Pilar. Luego de siete a帽os como soldado raso llega a cabo, en enero de 1855, ascendi贸 a sargento, revistando en el Regimiento No. 1.
Siendo alf茅rez, el 7 de diciembre de 1857 es llamado a formar parte del cuerpo de edecanes del general Francisco Solano L贸pez. Con el rango de teniente acompa帽ar谩 a Solano L贸pez en 1859 en las hist贸ricas negociaciones del Pacto de San Jos茅 de Flores.
En el a帽o 1860 es designado comandante del piquete de Dragones del Regimiento Escolta Presidencial, y hacia el a帽o 1862 alcanz贸 el grado de capit谩n; a partir de all铆, es enviado a ocupar la comandancia de la guarnici贸n militar de Encarnaci贸n. Al frente de dicha comisi贸n le ocupar谩 enrolar y entrenar a un ej茅rcito de 10.000 efectivos, esto ocurrir谩 en mayo de 1864, a meses del inicio de las hostilidades con la tr铆plice.
Iniciada la Guerra contra la Triple Alianza parti贸 del campamento de Pindapoy, el 5 de mayo de 1865, al frente de las unidades de vanguardia de la columna mandada por el Tte. Coronel Antonio de la Cruz Estigarribia rumbo al Uruguay.
Le toc贸 actuar en la c茅lebre batalla a orillas del r铆o Yatay, al frente de 3.000 combatientes, en inferioridad de condiciones ante una fuerza tremendamente superior de 12.000 aliados esto ocurri贸 el 17 de agosto de 1865. Fue tomado prisionero mientras combat铆a. Los paraguayos dejaron 1.700 muertos.
Luego de su prisi贸n en Buenos Aires, retorn贸 al pa铆s y lleg贸 al grado de general, ocupando tambi茅n la cartera de Guerra y Marina.
Dej贸 de existir en el a帽o 1903, en la ciudad de Asunci贸n.
CONCLUSI脫N
La batalla de Yatay es parte dolorosa de la historia sudamericana por c贸mo actuaron los jefes aliados contra los prisioneros, faltando a las convenciones internacionales, por m谩s m铆nimas que hayan sido, en aquella segunda mitad del siglo XIX.
En el Derecho de Gentes, vigente en aquella 茅poca, en cuanto a "las capitulaciones de las plazas que se rinden", constitu铆an unas de las primeras clases entre los convenios que celebraban los enemigos durante la guerra, aunque fuese de forma t谩cita. Por el mismo derecho, el comandante de plaza, teniente coronel Antonio de la Cruz Estigarribia, se encontraba revestido naturalmente de todo el poder de decisi贸n en el momento de capitulaci贸n, hecho que no se discuti贸. Lo discutido fue su actuar irresponsable y hasta cobarde en los momentos decisivos.
Un general sitiador est谩 obligado a garantizar la vida, la religi贸n, las exenciones, ofrecer escolta y paraje seguro a los prisioneros del ej茅rcito capitulado, mantenerlos a cuenta del Estado, hasta tanto culmine el conflicto. La situaci贸n lleg贸 al l铆mite con la suerte sufrida por los paraguayos, algunos esclavizados, otros obligados a combatir contra sus propios hermanos. Los heridos fueron rematados en el campo de batalla.
Para el a帽o 1864, el derecho humanitario del oeste europeo, consensuado en la Primera Convenci贸n de Ginebra, ya fij贸 algunos art铆culos considerados la piedra angular en la materia, como en aquel recordado enunciado sobre los soldados heridos y los enfermos que est谩n fuera de la batalla: "...deben ser tratados con humanidad y, en particular, no deben ser muertos, heridos, torturados o sometidos a la experimentaci贸n biol贸gica (...) que los soldados heridos y los enfermos deben ser recogidos, atendidos y protegidos, aunque tambi茅n pueden llegar a ser prisioneros de guerra".
La campa帽a ofensiva de la Guerra contra la Triple Alianza se constituy贸 en un rosario de errores por parte del mando paraguayo. Bajo el pretexto de una guerra rel谩mpago y apostando siempre al factor sorpresa, se dej贸 en evidencia la falta de conocimiento del terreno y la improvisaci贸n en todos los 贸rdenes, dejando, en la mayor铆a de los casos, que el hero铆smo suplante a la ciencia militar.
Los nombres del capit谩n Jos茅 L贸pez y del mayor Pedro Duarte, sumados a los de tantos protagonistas an贸nimos de esas primeras batallas, forman parte de esa galer铆a de titanes que hicieron frente a un poderoso "Goliat", de fuentes inacabables, que se afan贸 en escarmentar a un peque帽o pa铆s, el mismo que pretendi贸 impugnar el modelo pol铆tico y econ贸mico del establishment aliado.
Las actuales generaciones, despojadas de sectarismo y esp铆ritu de revancha, deben aprender la lecci贸n m谩s dif铆cil que nos toc贸 enfrentar como naci贸n y seguir avanzando en integraci贸n, con los dem谩s pa铆ses, priorizando nuestras coincidencias y superando nuestros enconos.鈥
CRONOLOG脥A
27 de abril de 1865聽聽聽聽聽聽
Se moviliza, disciplina y entrena, por orden del presidente Francisco Solano L贸pez, a un ej茅rcito de 10.000 combatientes, provenientes de las zonas aleda帽as a la villa Encarnaci贸n. En el campamento de Pindapoy se concentra dicha fuerza, con el prop贸sito de marchar sobre el territorio de R铆o Grande del Sur. Lo manda en jefe, a la columna expedicionaria del sur, el teniente coronel Antonio de la Cruz Estigarribia.
5 de mayo de 1865
El teniente coronel Estigarribia orden贸 al mayor Pedro Duarte, oficial a su mando, organizar un destacamento de 240 soldados, ingresar a territorio aliado, para cerciorarse de la situaci贸n de las fuerzas enemigas.
24 de mayo de 1865
El jefe de la columna expedicionaria del sur recibi贸 instrucciones del mariscal L贸pez, sobre la estrategia militar a ser empleada en campo aliado. Se puso en marcha d铆as despu茅s.
7 de junio de 1865
Se produjo el empalme entre la columna de Estigarribia y el destacamento Duarte, a la altura del poblado de San Alonso.
9 de junio de 1865
El mariscal L贸pez instal贸 su cuartel general en junio de Humait谩.
18-19 de junio de 1865
Primer desbande en masa de soldados argentinos contrarios a la guerra del Paraguay.
25 de junio de 1865
Batalla de Mbutuy.
3 de julio de 1865
Desbande de soldados entrerrianos en las cercan铆as del arroyo Basualdo.
12 de julio de 1865
El capit谩n paraguayo Jos茅 Zorrilla y 200 jinetes julio de聽聽聽聽聽 dieron un golpe al enemigo, en un choque a orillas del arroyo Guaviram铆; cayeron 80 prisioneros enemigos.
15 de julio de 1865
El mariscal L贸pez dio instrucciones a Estigarribia, para que abandone su acantonamiento en Itaquy y se dirija hasta el norte del r铆o Ybycu铆.
18 de julio de 1865
La vanguardia aliada compuesta por 9.500 combatientes, al mando del caudillo oriental Venancio Flores, parti贸 desde la Villa Concordia rumbo al teatro de operaciones.
3 de agosto de 1865
La divisi贸n del comandante Estigarribia emprendi贸 su marcha hacia Uruguayana. El mayor Pedro Duarte acamp贸 en el pueblo de Restauraci贸n.鈥
5 de agosto de 1865
El comandante Estigarribia, junto a su columna, llego a las puertas del pueblo de Uruguayana, encontrando el lugar abandonado.
7 de agosto de 1865
Se realizaron obras de vigorizaci贸n de las defensas de Uruguayana. Estigarribia ten铆a expresas 贸rdenes de mariscal L贸pez, de no acampar en el lugar.
9 de agosto de 1865
Se produjeron escaramuzas entre las avanzadas correntinas y el destacamento Duarte, en las cercan铆as del puente del arroyo Capi铆-quis茅
11 de agosto de 1865
El alf茅rez Domingo Lar a se present贸 ante el comandante Estigarribia, portando el pedido de auxilio del mayor Duarte, ante la inminente llegada de la vanguardia enemiga. El teniente coronel Estigarribia se mostr贸 indiferente a la solicitud.
13 de agosto de 1865
Reuni贸n de la plana mayor del ej茅rcito de vanguardia aliado, cerca del arroyo Santa Ana, para tratar sobre el ataque al destacamento Duarte.
15 de agosto de 1865
El general Venancio Flores orden贸 la marcha de su ej茅rcito hasta los campos del Yatay.
17 de agosto de 1865
脡pica batalla de la Guerra contra la Triple Alianza en las cercan铆as del arroyo Yatay.鈥
12 de setiembre de 1865
Reuni贸n de los m谩ximos jefes de la alianza para tratar sobre el ataque contra los paraguayos en Uruguayana. El Emperador Pedro II fue elegido comandante en jefe para esa maniobra.
18 de setiembre de 1865
Capitulaci贸n del ej茅rcito paraguayo en Uruguayana, sin disparar un solo tiro.
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EL AUTOR
Jos茅 Gabriel Arce Fari帽a naci贸 en Asunci贸n, en 1978. Concluy贸 sus estudios secundarios en el Colegio Nacional de E.M.D. Presidente Franco. Es Licenciado en Historia por la Universidad Nacional de Asunci贸n y Especialista en Docencia de la Educaci贸n Superior por la Universidad Cat贸lica "Nuestra Se帽ora de la
Asunci贸n". Adem谩s cuenta con di- plomados en Educaci贸n y Trabajo por PRODEPA- OEI y en Metodolog铆a de la Investigaci贸n Educacional, por el Centro de Formaci贸n Profesional de Santiago de Chile. Ejerci贸 la docencia en instituciones de ense帽anza secundaria de Capital, departamento Central y Chaco. Ocup贸 los cargos de Vicedirector de Secundaria en el Colegio Internacional, Director General del Instituto de Formaci贸n Profesional Kolping y Director General del Colegio Nacional de la Capital "General Bernardino Caballero". Fue docente de la UNA en la c谩tedra de Historia de las Ideas Pol铆ticas II, de la carrera de Ciencias Pol铆ticas. Actu贸 como enlace parlamentario entre el MEC y la Honorable C谩mara de Senadores. Miembro del Movimiento Literario "Generaci贸n del 90" y de la Sociedad de Escritores del Paraguay (SEP). Autor de las siguientes obras: Coloquio en
Madrugada. Poes铆as y Cuentos: 1998-2005; Roberto L. Petit: El joven Luchador por la Reforma Agraria (2009); Ricardito Bragada: te贸rico social del republicanismo paraguayo (2011), Natalicio Gonz谩lez, el Presidente L铆rico, de la Colecci贸n Protagonistas de la Plistoria de Editorial El Lector y ABC Color (2011) y "La Revoluci贸n de febrero de 1936", de la colecci贸n Guerras y Violencia Pol铆tica en el Paraguay de Editorial El Lector y ABC Color (2013) y Cir铆aco Duarte, e! obrero literato, de la Colecci贸n Nombres que hicieron historia, de Editorial El Lector y ABC Color (2013)

ART脥CULOS PUBLICADOS EN EL DIARIO ABC COLOR SOBRE EL LIBRO

El Mcal. Francisco Solano L贸pez tuvo su responsabilidad en la derrota de Yatay
y la debacle de Uruguayana./ ABC Color
LIBRO SOBRE CAMPA脩A DE URUGUAYANA APARECE HOY
En el inicio de la Guerra contra la Triple Alianza, el mariscal L贸pez mand贸 un ej茅rcito para atacar a fuerzas brasile帽as.
En su avance en territorio uruguayo, el sargento mayor Pedro Duarte, convencido del inevitable choque contra las fuerzas de la vanguardia aliada comandada por el general Venancio Flores, se dispuso a combatir en los campos aleda帽os al arroyo Yatay. Era el 17 de agosto de 1865.
Jos茅 Arce Farina detalla qu茅 pas贸 entonces.
鈥撀縌u茅 medidas tom贸 Duarte ante la inminencia del combate?
鈥揈stableci贸 su l铆nea de batalla en la pendiente de una loma que desciende hacia el arroyo Yatay, cubierto su frente por las compa帽铆as de cazadores desplegados en guerrillas y abrigado detr谩s de unas trincheras que ocupaban la parte alta de la cuchilla.
鈥撀緾u谩l era la fuerza paraguaya?
鈥揕os batallones de infanter铆a 24 y 16, al mando de los tenientes Zorrilla y Pati帽o. Duarte comand贸 la caballer铆a. Los paraguayos eran 3.000 combatientes; los aliados, 12.000. Los primeros sin ninguna pieza de artiller铆a, los enemigos apoyados por 32 bocas de fuego.
鈥揈l final fue tr谩gico, 驴verdad?
鈥揂l final de la batalla quedaron 1.700 paraguayos muertos y m谩s de 500 heridos.
鈥揈n el libro se afirma que Estigarribia no ayud贸 a Duarte, 驴por qu茅?
鈥揇esde la encerrona en Uruguayana el comandante Antonio de la Cruz Estigarribia cambi贸 radicalmente de conducta. Recibi贸 en varias ocasiones la visita de miembros de la Legi贸n Paraguaya con propuestas de capitulaci贸n.
鈥撀縀ra un hombre influenciable?
鈥揝u chatura intelectual hizo que un grupo de 鈥渁sesores鈥 compuesto por el sacerdote Ignacio Duarte y dos uruguayos al servicio de las armas paraguayas, Pedro Sipitria y Justiniano Salvanach, influenciaran en sus decisiones.
鈥揧 desoy贸 las 贸rdenes del mariscal L贸pez, 驴no?
鈥揈l mariscal L贸pez orden贸 que ambas columnas, la de Duarte y la de Estigarribia, se dieran auxilio en caso de complicaciones. El mayor Duarte solicit贸 ayuda en reiteradas ocasiones ante el avance enemigo en Yatay, invocando la orden del mariscal. Todos sus pedidos, curiosamente, fueron deso铆dos por Estigarribia.
鈥撀縌u茅 sucedi贸 con los prisioneros paraguayos tras la batalla de Yatay?
鈥揕os heridos fueron rematados por orden del sanguinario caudillo uruguayo Venancio Flores, sin miramiento de las convenciones que tratan sobre vulnerados en combate. Los restantes sobrevivientes fueron vendidos como esclavos u obligados a combatir contra su patria.
鈥撀縌u茅 pas贸 con Duarte?
鈥揊ue llevado prisionero a la Argentina, no sin antes, recibir todo tipo de improperios y amenazas de muerte por parte del comandante oriental.
鈥撀縌u茅 consecuencias tuvo para el desarrollo ulterior de la guerra el fracaso de la campa帽a de Uruguayana?
鈥揈sta campa帽a marc贸 el derrotero de las armas paraguayas y la culminaci贸n de una primera聽fase que pretend铆a, descabelladamente o no, llevar una campa帽a rel谩mpago apelando al factor sorpresa y a la incipiente organizaci贸n de las fuerzas aliadas.
鈥撀縋or qu茅 no result贸?
鈥揚orque hubo un rosario de errores en todos los 谩mbitos.
Publicado en fecha 17 de Noviembre de 2013
Fuente en Internet: www.abc.com,py
LA BATALLA DE YATAY FUE UNA TRAGEDIA PARA EL PARAGUAY
La de Yatay fue la primera gran batalla terrestre en la Guerra de la Triple Alianza. Se desarroll贸 el 17 de agosto de 1865 a orillas del arroyo del mismo nombre, en las cercan铆as de Paso de los Libres, provincia de Corrientes. Aquello fue verdaderamente tr谩gico para el Paraguay. Uno de los culpables fue Francisco Solano L贸pez, quien lanz贸 a sus tropas a una aventura de la que no pod铆an salir bien libradas.
鈥淵atay鈥 es, justamente, el t铆tulo de libro que describe esta dolorosa experiencia b茅lica, que comenz贸 a mostrar cu谩n distante estaba nuestro pa铆s de las posibilidades de triunfar ante la tr铆plice.
La obra del historiador compatriota Jos茅 Arce Farina aparecer谩 con el ejemplar de nuestro diario el domingo 17, como und茅cimo t铆tulo de la colecci贸n 鈥淎 150 a帽os de la Guerra Grande鈥, de ABC Color y El Lector.
Tras la declaraci贸n de guerra a la Argentina, L贸pez envi贸 sobre territorio argentino dos columnas: una, comandada por Wenceslao Robles, ocup贸 la ciudad de Corrientes el 14 de abril de 1865; la segunda, formada por unos 12.000 hombres y comandada por el teniente coronel Antonio de la Cruz Estigarribia, se dispuso atacar territorio brasile帽o sobre el r铆o Uruguay.
L贸pez ide贸 que la columna del r铆o Uruguay fuera la m谩s importante, ya que su objetivo era evitar el expansionismo del Imperio del Brasil; la columna que deb铆a atacar Corrientes estaba destinada m谩s bien a distraer al ej茅rcito argentino y asegurar las comunicaciones del Paraguay con el oc茅ano Atl谩ntico.
L贸pez cambi贸 de planes y orden贸 que dos tercios de las fuerzas fueran destinados a invadir Corrientes, con la idea de atacar desde all铆 territorio uruguayo.
En tanto, el 1 de mayo se firmaba el Tratado de la Triple Alianza.
Estigarribia hab铆a entrado en territorio brasile帽o el 11 de junio, d铆a en que la escuadra paraguaya era derrotada en Riachuelo.
Cruz贸 el Uruguay y se apoder贸 en S茫o Borja, de donde se dispuso a seguir su marcha por la orilla brasile帽a del r铆o, mientras el mayor Pedro Duarte lo hac铆a por la izquierda con una peque帽a columna.
Estigarribia se apoder贸 de Uruguayana el 5 de agosto. De all铆 deber铆a marchar sobre Alegrete, R铆o Grande, para atacar al ej茅rcito brasile帽o. Mientras, Duarte con su peque帽a columna de 3.000 hombres, le cuidaba la espalda en Paso de los Libres, frente a Uruguayana.
La operaci贸n result贸 un suicidio. Ya se hab铆an concentrado en Concordia fuerzas aliadas muy superiores. El 17 de agosto, el uruguayo Venancio Flores, con 10.200 hombres y 32 piezas de artiller铆a, se lanz贸 contra Duarte. Este lo esper贸 en Yatay; donde hubo una carnicer铆a de paraguayos: 1.700 muertos, 300 heridos y 1.200 prisioneros. La debacle se completar铆a luego con la rendici贸n de Estigarribia en Uruguayana.
Luego de la derrota de los paraguayos en Yatay, Flores declar贸: 鈥淟os paraguayos son peores que salvajes para la pelea, prefieren morir antes que rendirse鈥︹.
La mayor parte de los prisioneros paraguayos fueron degollados en un crimen de guerra que qued贸 impune. Los soldados sobrevivientes fueron alistados en los batallones del ej茅rcito aliado, oblig谩ndoseles as铆 a ir contra su patria.
Publicado en fecha 15 de Noviembre de 2013
Fuente en Internet: www.abc.com,py
PRIMEROS CR脥MENES DE LA GUERRA PASARON EN YATAY
NUEVO LIBRO HABLA SOBRE AQUELLA BATALLA CRUCIAL
鈥淵atay鈥 es el nombre del und茅cimo libro de la Colecci贸n 鈥淎 150 a帽os de la Guerra Grande鈥, y aparecer谩 el domingo 17 con el ejemplar de nuestro diario.
La obra fue escrita por Jos茅 Arce Farina y relata los pormenores de aquella batalla y los cr铆menes de guerra perpetrados por los brasile帽os.
Arce Farina explica en su volumen todo lo acontecido con los prisioneros paraguayos de Yatay que fueron salvajemente decapitados en violaci贸n de las disposiciones que entonces reglamentaban el tratamiento a los capturados en la guerra.
El autor explica con claridad lo acontecido entre julio y septiembre de 1865 en las m谩rgenes del r铆o Uruguay, donde un importante ej茅rcito paraguayo se perdi贸, una parte de 茅l combatiendo con fiereza hasta la muerte; el otro, rindi茅ndose compelido por el hambre y la desesperaci贸n de verse rodeado por un ej茅rcito muy superior en n煤mero y armamentos.
De acuerdo con lo que se帽ala Jos茅 Arce Farina en su libro, el Paraguay, en la etapa ofensiva de la guerra contra los ej茅rcitos de la tr铆plice, busc贸 con la ocupaci贸n de los puestos militares brasile帽os, al norte del r铆o Paraguay, la zona de Corrientes y m谩s al sur del r铆o Uruguay, encarar una campa帽a expedita que le permitiese tomar contacto con caudillos leales a su causa, en las provincias argentinas contrarias a Buenos Aires, y con la resistencia del Partido Blanco uruguayo, acosado por el Brasil y desalojado del poder por el caudillo colorado Venancio Flores y sus adl谩teres.
Esta situaci贸n, seg煤n la estrategia lopista, permitir铆a reforzar su vanguardia y obtener 茅xitos militares, de manera a impulsar tratativas de paz con los gobiernos de Argentina y Brasil, sorprendidos por la maniobra ejecutada.
Arce Farina relata en su obra que una formidable columna expedicionaria de diez mil combatientes, de las distintas armas, fue disciplinada y entrenada por el mayor Pedro Duarte, a principios de abril de 1865.
Despu茅s del traslado de este cuerpo al campamento de Pindapoy, fue comandado por el teniente coronel Vicente Estigarribia, hombre de muy poca instrucci贸n, como la mayor铆a de los oficiales paraguayos que, en aquella 茅poca, no acced铆an a una formaci贸n calificada en la ciencia militar.
Estos comandantes tampoco hab铆an tenido participaci贸n relevante en acciones b茅licas que pudiesen granjearles alg煤n tipo de experiencia en el campo de Marte.
Un grupo de oficiales argentinos hab铆a adquirido experiencia militar en Europa, probado su eficiencia en trances internos y, los m谩s veteranos, actuado d茅cadas atr谩s en los conflictos con el Brasil. El imperio brasile帽o contaba con una oficialidad instruida convenientemente y con armamento moderno, reci茅n adquirido. La Banda Oriental aport贸 el ej茅rcito m谩s modesto de la campa帽a.
Publicado en fecha 12 de Noviembre de 2013
Fuente en Internet: www.abc.com,py
DERROTA DE YATAY, OTRO PASAJE DE LA GUERRA EN LA COLECCI脫N
La Colecci贸n 鈥淎 150 a帽os de la Guerra Grande鈥, de ABC Color y la editorial El Lector, present贸 ayer su d茅cimo t铆tulo, 鈥淟as batallas navales鈥, del escritor compatriota C茅sar Cristaldo. Esta fue una exhaustiva descripci贸n del accionar de la Marina de Guerra en la contienda.
Si bien su configuraci贸n fue bastante pobre en buques y armamentos en comparaci贸n con la estructura fluvial del enemigo, la fuerza naval paraguaya cumpli贸 un papel importante en la contienda que dur贸 desde noviembre de 1864 hasta el 1 de marzo de 1870.
Hoy el p煤blico en general tiene en su poder un libro que le da a conocer lo realizado en la guerra por la Marina nacional, un Arma que aguant贸 cuanto pudo en lo estrictamente b茅lico, pero que tambi茅n tuvo su importancia sustantiva cuando se debi贸 transportar materiales y hombres a puntos cercanos al r铆o Paraguay.
鈥淟as batallas navales鈥 fue una nueva notable contribuci贸n de la colecci贸n de libros de ABC Color y El Lector a la historiograf铆a de nuestro pa铆s, y m谩s espec铆ficamente a la que guarda relaci贸n con la Guerra de la Triple Alianza.
YATAY
La de Yatay fue una batalla emblem谩tica por lo que signific贸 para las posibilidades futuras del Paraguay nada m谩s al inicio de la contienda. La misma es narrada en el libro titulado justamente as铆, 鈥淵atay鈥, escrito por el joven historiador compatriota Jos茅 Arce Farina. Este ser谩 el cap铆tulo n煤mero once de esta colecci贸n y aparecer谩 con el ejemplar de nuestro diario el domingo 17 de noviembre.
Al respecto, el doctor Herib Caballero Campos, director de la colecci贸n, expresa que 鈥淵atay鈥 es un libro en el cual el joven autor describe la primera gran batalla en la que las tropas paraguayas recibieran una derrota y demostrar铆an la valent铆a y el coraje que les caracterizar铆a durante toda la Guerra de la Triple Alianza.
El conflicto iniciado a fines del a帽o 1864 entre el Paraguay y el Imperio del Brasil tuvo como causa la invasi贸n de las tropas imperiales al territorio uruguayo. Como consecuencia de aquella invasi贸n, el mariscal Francisco Solano L贸pez envi贸 una expedici贸n compuesta por dos columnas rumbo al Uruguay con el fin de apoyar a las tropas del gobierno blanco de dicho pa铆s.
Las instrucciones eran precisas 鈥搒eg煤n Caballero Campos, en su pr贸logo a la obra de Arce Farina鈥, pero las condiciones del camino, el desconocimiento del terreno al cual se dirig铆an las tropas paraguayas fue uno de los principales obst谩culos.
Publicado en fecha 11 de Noviembre de 2013
Fuente en Internet: www.abc.com,py
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Asunci贸n - Paraguay.
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