SUS PERSONAJES: OR-GRUND
© ROBIN WOOD
RESEÑA DE ARIEL AVILEZ
Pasada la mitad de la década del ’70 y después de un consagratorio período como equipo creativo de la serie NIPPUR DE LAGASH, estaba cantado que ROBIN WOOD (guionista) y RICARDO VILLAGRÁN (dibujante) volverían a encarar algún proyecto historietístico juntos. Dicho y hecho: en la D’ARTAGNAN SÚPER ÁLBUM Nº 1 de abril de 1977, hizo su debut triunfal una serie que marcó época y se constituyó en paradigma de la buena historieta de fantasía heroica local.
A lo largo de casi cincuenta episodios, presenciamos la lenta evolución de un personaje en principio elemental, sin complejidad alguna, pero al cual vemos crecer en todo sentido; ni más ni menos que otro de los tantos humanos de tinta y papel a los que nos tiene tan bien acostumbrados ROBIN WOOD.
EL BUEN SALVAJE
Hay una guerra secreta que cada vez lo es menos: los Primordiales, seres malignos venidos de otro mundo con la intención de apoderarse de éste, deciden acabar con Atlantis, la máxima civilización de la Humanidad y la protectora de la floreciente raza humana. Los invasores han conjurado a las Fuerzas de las Tinieblas en contra del hombre; los atlantes, por su parte, combaten al enemigo con su tecnología y cuentan con Anhala, sacerdotisa de la Esencia. En el plano místico, entonces, la cosa va para empate, pero a la hora de los bifes los Primordiales llevan las de ganar ya que tienen de su lado a las razas semi humanas y han concentrado sus ataques sobre la mítica ciudad. Atlantis necesita músculos y es así que, desesperada, Anhala proyecta su fina estampa de hembra en celo hacia distintas latitudes y se le aparece en sueños a miles de bárbaros calenturientos de gran fuerza física que, babeantes, abandonan sus hogares para conocerla en el más escrupuloso de los sentidos bíblicos.
Esta es la historia de uno de esos bárbaros, OR-GRUND. El tipo es casi un animal. Vive en las montañas heladas, al norte de vaya uno a saber qué. Es el Gran Cazador Proveedor de su tribu; es respetado, temido, amado y envidiado. El estómago lleno, un buen combate y la ocasional visita de alguna mujer callada y bien dispuesta para el comercio carnal le sobran para sentirse pleno. Sin embargo, lo deja todo cuando a una creciente curiosidad por conocer el mundo más allá del suyo se le suma la invitante visión de Anhala y su ciudad plateada.
CIVILIZACIÓN Y BARBARIE
Decir que en sus años de marcha se dedica a vencer a espadazos a lagartos, calamares, arañas y serpientes anabolizados es simplificar demasiado la cosa; el trato con otros seres lo enriquece enormemente. Descubre la camaradería, la amistad, la gratitud, la responsabilidad y lo más importante: desarrolla una astucia insospechada en él; ríe como un niño cada vez que su recién estrenada inteligencia le sugiere un plan alternativo al de comenzar a repartir golpes para salir de un problema. Los Primordiales le temen e intentan detenerlo mil veces, pero no pueden hacerlo.
Finalmente, Or-Grund es el único de los convocados que llega a Atlantis pero monta en cólera cuando descubre que, involuntariamente, quieren convertirlo en una criatura submarina capaz de atacar a los Primordiales en sus guaridas subterráneas en el fondo del océano; así que rapta a Anhala y huye.
Besito va, besito viene, la Señora de la Luz –que dicho sea de paso no se queja de su cautiverio en compañía del gigante- logra el perdón de Or-Grund y éste se pone al frente de las agónicas tropas atlantes. Las victorias sólo alcanzan para conservar la moral y boletear a la mayoría de los Primordiales; Rambar, el último de ellos, se apresta a dar el golpe final a la ciudad. Consciente de esto, el más sabio de los ancianos toma una terrible decisión para preservar a la humanidad: ordena al bárbaro que tome a Anhala y la lleve al Santuario de la Luz (¿un refugio atómico?). Una vez los dos seguros, el veterano acciona un letal mecanismo de destrucción que no deja ni el recuerdo de Primordiales, atlantes y semi humanos sobre la Tierra.
Los vistosos efectos pirotécnicos de la hecatombe desatada y sus consecuencias se relataron milenios después y con algunas variantes en el Génesis bíblico, sólo que Or-Grund y Anhala pasaron a la historia con los nombres un tanto modificados: a él lo llamaron Adán y a ella Eva. Es palabra de Wood.
BARBARIDADES
1- A lo largo de la serie, junto a la pluma principal de RICARDO VILLAGRÁN, pueden distinguirse las de sus no menos célebres asistentes: VÍCTOR TOPPI, CARLOS PEDRAZZINI y CARLOS VILLAGRÁN.
2- En octubre de 1998 OR-GRUND llega a la Colección Clásicos de Columba protagonizando un álbum que contiene sus nueve primeros episodios. La portada –una bonita ilustración de Alfredo de la María mal recortada-, la calidad del papel y la terrible impresión no le hacen justicia al contenido... pero hay que tenerlo.
3- Hacia 1984, a pedido de la Editorial Columba, el guionista Armando Fernández (siempre con Ricardo Villagrán en lápices) escribe 45 innecesarios episodios más de una historia ya magistralmente cerrada. En el último capítulo, OR-GRUND descubre que es un alien, que se llama YOTHAR y que sobrevivió a un accidente de la nave espacial que llevaba, entre otros, a los fundadores de Atlantis. Y todo esto se lo cuentan ¡sus padres! En las viñetas finales vemos al rubio, a Anhala y a su hijo abandonar la Tierra a velocidad warp. ¡Ay, Patria mía!
(Reseña de Ariel Avilez/ avilezavilez@yahoo.com.ar)
Fuente digital: http://www.robinwoodcomics.org
(Registro: Agosto 2011)