CAMINO AL BICENTENARIO - CUADERNOS DEL BICENTENARIO
Por JORGE RUBIANI
CUARTO VOLÚMEN
EL DR. JOSÉ GASPAR RODRÍGUEZ DE FRANCIA, EL JACOBINO QUE CONSOLIDÓ LA INDEPENDENCIA.
PROTAGONISMO EN LOS GOBIERNOS DEL PARAGUAY INDEPENDIENTE.
CUADERNOS DEL BICENTENARIO reproduce el contenido de las charlas desarrolladas en el local de FAUSTO CULTURAL, entre los meses de Octubre y Noviembre de 2008. Las mismas han sido pautadas sobre los hechos más importantes acontecidos durante la constitución de la Provincia del Paraguay e inmediatamente después de concretada la República independiente. Ediciones posteriores darán cabida a otros temas de históricos nacionales, como parte de un programa de publicaciones de homenaje al BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA DEL PARAGUAY, concretada ésta entre el 14 de Mayo y el 20 de junio de 1811.
PRIMER VOLUMEN
· La Provincia del Paraguay y el camino a la Independencia.
· Desencadenantes de la revolución de Mayo de 1811.
SEGUNDO VOLUMEN
· La Revolución de la Independencia y sus actores.
· Primeros gobiernos. Protagonistas y destinos.
TERCER VOLUMEN
· La Independencia del Paraguay en el contexto de las guerras de independencia americanas.
CUARTO VOLUMEN
· El Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia, el jacobino que consolidó la Independencia.
· Protagonismo en los gobiernos del Paraguay Independiente.
Autor: Jorge Rubiani
Contacto: jrubiani@click.com.py// Página web: www.jorgerubiani.com.py
Ilustraciones: Roberto Goiriz y Juan Moreno. De HISTORIAS SECRETAS DE PARAGUAY de Jorge Rubiani. Editado por ABC Color
Diseño gráfico: María del Carmen Cabrera
FAUSTO EDICIONES – faustocultural@gmail.com
Eligio Ayala N° 1060, Asunción.- Tel: 221996/ 7
Archivo de documentos y fotografías:
CENTRO DE DOCUMENTACIÓN Y ESTUDIOS DE LA HISTORIA DEL PARAGUAY – CEDEHISTORIA. San Francisco 863 - Asunción/ Paraguay
INDICE DEL CUARTO VOLUMEN
1. FRANCIA, SUPREMO FACTOR DE LA INDEPENDENCIA
·Francia, el jacobino
·Su carrera en el poder
·"Antes vivíamos mejor"
·"Para que aprendan...!!!”
2. EL CATECISMO PATRIO
3. "MARTE COMIENZA A DEVORAR A SUS HIJOS..."
·Diferencias que alimentan la crisis
·Francia vs. Iturbe
·Iturbe vs. los otros
·Francia vs. Yegros
·Francia vs. Caballero
·Francia vs. Troche
·Francia vs. los demás: el complot
4. BLOQUEO AL PARAGUAY
·Buenos Aires intentaba relacionarse con el Paraguay
·Relaciones con el Brasil
·Antonio Manuel Correa da Cámara en el Paraguay
·Correa no entra mas
·La misión del Teniente Luís Ruíz
5. ALGUNAS PERLAS DEL "KARAI FRANCIA"
·El alcohol propende al sinceramiento
·Desviar el Ka`añave
·"Adulterio y amancebamiento en mujer soltera"
·Ministro "bribón"
·Los perros mueren
6. REFORMA URBANA EN ASUNCIÓN
7. EL POS FRANCISMO
·Turnos para dormir en la "cama del poder"
·Cuatro gobiernos en seis meses
FRANCIA: SUPREMO FACTOR DE LA INDEPENDENCIA
"...El trágico error del doctor Francia fue el de aceptar el terreno elegido por sus adversarios, que eran adversarios de la causa nacional de la América Latina: un Paraguay aislado no podía ser sino víctima propicia de los grandes imperios y de sus Virreyes locales. Defendió la soberanía gallardamente, pero su fatal limitación histórica le impidió la única política que podía haber cambiado la historia de su época: unirse a Artigas y a Bolívar para destruir a la burguesía porteña, limeña y bogotana -la historia no lo quiso así- y echar las bases de la Nación Latinoamericana... ". - Jorge Abelardo Ramos. Historiador argentino
El artículo 1° de la resolución del Congreso reunido en Asunción el 1° de junio de 1816, designaba al Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia "Dictador perpetuo de la República durante su vida, con calidad de ser sin exemplar". Esta disposición no se limitó a otorgarle solo un título. Pues "el Supremo" asumía realmente todas las funciones y prerrogativas del mando. De ahí el nombre. Y con el cargo se hacía de las funciones de "Ministro de Guerra, Comandante en Jefe, Auditor de Guerra, Juez Supremo Militar y Director de la fábrica de Armamentos", además de las de "instructor de las tropas, particularmente de caballería".
A nadie se le habría ocurrido reprocharle entonces que algunas de tales atribuciones no fueran compatibles en una misma persona y mucho menos que, por estricta necesidad, eficacia y ética, las de Auditor o Juez no deberían superponerse a las de Comandante o Ministro. Pero los tiempos tal vez lo exigieran. Los peligros que se cernían sobre la patria deberían excusar sobretodo, el tamiz de los debates. Pero con semejantes competencias, todo caería también sobre sus hombros. De la misma manera que su nombramiento respondía a una dramática emergencia, él no tendría miramientos. El Paraguay sería salvo.
Inevitablemente entonces y por las mismas razones que lo encumbraban como "Supremo", las críticas recaerían -como cayeron- enteramente sobre él. Si toda la responsabilidad del gobierno le correspondía, Francia no tenía la mínima posibilidad de echar la culpa a nadie sobre los errores que se cometieran. Hiciera lo que hiciese, él sería maldito -y vaya si lo fue- por generaciones enteras.
Las opiniones sobre su gestión se han dividido en efecto -prácticamente desde su muerte y fin de su gobierno- entre panegiristas y detractores. Sin términos medios; radicalmente a favor o tenazmente en contra. Pero hubo también quienes de la crítica pasaron, si no al elogio, a insertar al menos su gobierno dentro de un determinado contexto histórico. Y encontrarle por lo mismo, valores y atenuantes a su labor.
En 1903 -por ejemplo- era editada: "LA TIRANÍA EN EL PARAGUAY", libro escrito por el Dr. Cecilio Báez, liberal de pensamiento y militancia, brillante jurisconsulto. En la obra, el autor volcaba la siguiente condena: "Durante la tiranía de Francia el Paraguay era verdaderamente un cementerio de vivos, sin exageración (...) Francia gobernó sólo, sin auxiliares, ni apoyarse en ninguna fracción del pueblo. Era necesario que el pueblo estuviera tan embrutecido para que un sólo hombre lo estuviera pisoteando y martirizando durante 27 años. El tirano no tenía familia. Se hizo casto...". Expresiones entre otras muchas, que denostaban sobre la calidad de estadista del Dictador y su conducta personal.
En 1926, el Dr. Báez publicaba otro libro. Ésta vez sobre la "HISTORIA COLONIAL DEL PARAGUAY Y RÍO DE LA PLATA", obra en la que luego de considerar los tópicos propios de tan extenso temario, el autor se inventó un espacio para explayarse sobre el gobierno de Francia. No era el tema del libro pero Báez quería -evidentemente- aligerar a su obra anterior de la carga de juicios tan lapidarios puestos sobre el Dictador. Especialmente en cuanto a las diferencias entre el período "francista" y los gobiernos que, en la misma época, se sucedían en el río de la Plata.
El autor ya habría accedido entonces a otras fuentes de consulta como también había incursionado en la política partidaria y como consecuencia, encumbrado en el ejercicio del gobierno. Presidente de la República entre 1905 y 1906, canciller en otros gabinetes, los liberales lo consagraron como uno de sus paradigmas y sus mismos correligionarios lo bajaron a la llanura, también varias veces.
Estas vivencias le habrían otorgado entonces una perspectiva diferente de las alturas del poder. En esas más de dos décadas que mediaron entre una y otra publicación, aprendió a calificar de "leyendas y patrañas" los escritos que, como los de él antes, habían escarnecido la figura de Francia.
En las páginas de la "Historia Colonial ..." (pág. 163 en adelante) el Dr. Báez reseñaba por ejemplo, el paralelismo entre las dictaduras porteñas y la del Supremo del Paraguay. Habría que señalar en función a este paralelismo que Francia se hizo proclamar Dictador mientras que los porteños declamaban "la civilización de la libertad" ...o la vigencia del liberalismo, que para entonces -y aun para nuestros días- se entendían frontalmente opuestos a la dictadura. Sin embargo, los patriotas de Buenos Aires también necesitaron de Directores Supremos o Dictadores para resolver -varias veces- la anarquía reinante en las Provincias Unidas. Especialmente cuando éstas parecían estar al borde de la disolución, de tal manera que en 1816, el Gral. José de San Martín expresara su desencanto de la siguiente manera: "...Ésta (refiriéndose a la contra revolución) no la temo de los Españoles, pero si a las desavenencias Domésticas, de nuestra falta de Educación y juicio (..) somos muy muchachos y nuestros Estómagos no tienen suficiente calor para digerir el alimento que necesitan".
Iniciando los paralelismos desarrollados en su último libro, el Dr. Báez expresaba que de Buenos Aires "se expulsaba a los españoles y se los embarcaba para Patagones", entonces extremo sur de la Argentina. "En Lima" -continúa- "San Martín hizo arrojar al mar a centenares de españoles, que perecieron en su mayor parte".
Sin llegar a excusar las violencias incurridas por el Dictador y recogiendo versiones de los médicos suizos Rengger y Longchamp, el Dr. Báez afirma que el Dr. Francia "... no expulsaba a nadie (...) el Paraguay era refugio de las familias correntinas, entrerrianas y santafecinas, principalmente, que huían de las matanzas, expoliaciones y violencias de todo género que cometían las hordas provincianas y las tropas regulares de Buenos Aires".
En su exposición, jurisconsulto liberal también afirma que cada error, crimen o arbitrariedad adjudicado a Francia, fue ejercitado por casi todos los gobiernos del entorno americano. Con el agregado de ruindades y crueldades indecibles en las que aquel no incurrió. La orden recibida por el general Balcarce del Dictador Pueyrredón en 1818, decía: "Trate a Santa Fe como país conquistado. Balcarce incendió Rosario". Báez extrae esta cita de la obra de Norberto Piñeiro: "Escritos de Mariano Moreno", a los que el autor paraguayo agregaba que el plan del prócer de la independencia argentina, consistía en la implementación de las siguientes medidas:
"Cortar cabezas, verter sangre y sacrificar a toda costa a los enemigos; Observar con los descontentos una conducta cruel y sanguinaria castigándoles en todos los casos con la pena de muerte;
Decapitar a todos los gobernadores de las provincias y jefes realistas que caigan en poder de la junta revolucionaria; Secuestrar todas las fincas y bienes raíces y demás clases de bienes de los que han seguido el partido contrario, a favor del tesoro público, e igualmente los bienes de los españoles que no abracen abiertamente la causa que defiende la junta;
Utilizar el servicio de todos los bandidos a la consecución de dichos fines, dándoles recompensas y cargos importantes, de manera a formar cuerpos de infantería y caballería con
los gauchos provincianos; Organizar el espionaje y castigar severamente los pensamientos subversivos concediendo sueldos mensuales a los espías y delatores;
Los bandos y mandatos del gobierno deben ser terribles, amenazadores y sanguinarios, y sus castigos muy ejecutivos".
Un repaso a la historia de la emancipación americana, nos confirma que este catálogo de "elevadas" disposiciones de gobierno, se cumplía a rajatabla en cualquier parte del dominio porteño.... "menos -según Báez- en la república del dictador Francia quien se circunscribió dentro de límites bastante reducidos", aludiendo a las arbitrariedades que aquel habría cometido.
Alguien podría pensar sin embargo que ese "Plan" rescatado por Piñeiro, no fuera mas que una disposición circunstancial y que sin el prócer en la escena, habría pasado al olvido. Pero no. "Los jacobinos porteños -aun ya sin Moreno-mandaban arcabucear a cualquiera con el exclusivo propósito del escarmiento".
Rivadavia, que advino al gobierno después de aquel tribuno argentino, y que fue "abanderado de la doctrina liberal pura -escribe por su parte John Lynch-fue despiadado con sus oponentes". Y aplicó el plan de su antecesor -sin mencionarlo- con mucha mayor liberalidad. Pues hizo ejecutar a unos cabos y sargentos que se habían negado a dejarse cortar la melena. "A Rivadavia, que tenía cabellos cortos y crespos, le chocaba el ver soldados melenudos".
Nada nuevo hay bajo el sol....
Con semejantes ejemplos y con el modesto tendal de víctimas que dejó la dictadura Francista, había razones para que Báez, el otrora ácido crítico de la tiranía en el Paraguay, concluyera su análisis con el siguiente comentario: "...Las persecuciones de Francia comparadas con las que se efectuaron en Buenos Aires, Lima y Colombia, en la misma época, fueron tortas y pan pintado”.
Pero más allá de la humorada, llama la atención la exacerbada pasión crítica que tantos piadosos intelectuales dedicaran al Dr. Francia. Tanta como la condescendencia e indulgencia para otros, cuyos apellidos y blasones se encuentran manchados de pura sangre patriota.
La omisión sin embargo, obliga una reflexión: Aquel "Plan Moreno" no fue sólo para los enemigos de la independencia. Ni sólo para los españoles. Se lo aplicó a todos los enemigos y a quienes no se avenían a ser amigos. Y en cuanto al Paraguay, tan solidario con la Argentina desde los mismos tiempos de la fundación de Buenos Aires, recibió de ésta, el irreductible y costoso "peaje" de salida al mundo más allá del estuario del Plata.
Sin olvidar ni uno sólo de los mecanismos extorsivos, no hubo arma que no se usara contra el país mediterráneo y contra quienes fueran sus gobernantes hasta la Guerra de la Triple Alianza. Las medidas llegaron a exceder a las que fueron listadas en el "catálogo Moreno". En esto concuerdan casi todos los grandes historiadores del Paraguay. Uniendo la exquisitez de su relato al preciso análisis del fenómeno, Julio César Chávez lo explica prístinamente:
"...Mudaron los tiempos. Vino la revolución y se creyó que con las ideas liberales triunfantes se iniciaría un nuevo régimen. Pero a la vez que insuflaba los ideales revolucionarios y sus tropas combatían por la libertad de América, Buenos Aires pretendía suplantar en derechos y goces a la metrópoli y hacerse centro de un imperialismo económico.
Esto es el Unitarismo. Y la resistencia a tal proyecto es el Federalismo.
Surgen allí las dos fuerzas que tendrán como centro de gravedad la aduana porteña. De allí deviene todos las disgregaciones del Virreinato, la lucha civil de medio siglo, las dictaduras de Rosas y Francia, la guerra del Paraguay. Paraguarí abre el período, Cerro Corá lo cierra".
Los niños eran educados en la idea de la libertad. Después de la revolución independentista, era fundamental inculcarles que "el orden" había cambiado. Y desde las primeras letras, eran inducidos a bucear en los delineamientos que postulaba el catecismo patrio reformado.
EL CATECISMO PATRIO
El Supremo, ya consagrado con la Dictadura Perpetua, estaba convencido que "... la anarquía, la indisciplina social no permiten que los hombres gocen de los derechos individuales". Todo había que sacrificarlo al orden pues "...la libertad ni cosa alguna puede subsistir (...) sin reglas, sin una unidad y sin concierto, pues aun las criaturas inanimadas nos predican la exactitud".
Aplicado a estos pensamientos hacía de cada providencia, de cada sentencia, de toda orientación transmitida a sus celosos comandantes de frontera, una cátedra en la que se trasuntaban sus pensamientos de gobierno. Las mismas ideas se inculcaban a los niños de primeros letras, a través de un sencillo "CATECISMO PATRIO"
¿Cuál es el gobierno de tu país?
· El patrio reformado.
¿Qué se entiende por patrio reformado?
· El regulado por principios sabios y justos, fundado en la naturaleza y necesidades de los hombres y en las condiciones de la sociedad.
¿Puede ser eso aplicado a nuestro pueblo?
· Sí, porque aunque el hombre, por muy buenos sentimientos y educación que tenga, propende para el despotismo, nuestro primer Magistrado acreditó, con la experiencia, que sólo se ocupa de nuestra prosperidad y bienestar.
¿Quiénes son los declaman contra su sistema?
· Los antiguos mandatarios, los que pretendían entregarnos a Bonaparte, y los ambiciosos de mando.
¿Cómo se prueba que es bueno nuestro sistema?
· Con hechos positivos.
¿Cuáles son esos hechos positivos?
· El haber abolido la esclavitud, sin perjuicio de los propietarios, y reputar como carga común los empleos públicos, con la total supresión de los tributos.
¿Puede un Estado vivir sin rentas?
· No, pero pueden ser reducidos los tributos, de manera que nadie sienta pagarlos.
¿Cómo pudo hacerse eso en el Paraguay?
· Trabajando todos en comunidad, cultivando las posesiones municipales como destinadas al bien público, y reduciendo nuestras necesidades, según la ley de nuestro divino maestro Jesu-Cristo.
¿Cuáles son los resultados de este sistema?
· Ser felices, lo que conseguiremos manteniéndonos vigilantes contra las empresas de los malos.
¿Durará mucho este sistema?
· Dios lo conservará en cuanto sea útil. Amén.
A casi 200 años de distancia, será fácil atacar la racionalidad de estos dictados aunque -como escribe Chávez- el "bastión de 20 apellidos" tenía abierta una "cuenta corriente de agravios" contra el Dictador. Sin importar lo bueno que hiciera. Éste replicaba igualando la condición de ciudadano a la del patriota. Los que no lo fueran, no debían considerarse parte de la República "... a no ser como la moneda falsa que se mezcla con la buena".
VII. FRANCIA VS. LOS DEMÁS: EL COMPLOT
La mayoría de los patriotas que gestaron la revolución se hallaban involucrados en el complot para derrocar a Francia en 1820. Julio C. Chávez hace el recuento al mismo tiempo de afirmar que los trabajos preparatorios venían desarrollándose desde hacía dos años. En la conjura estaban "los Yegros, los Cavallero, los Iturbe, los Montiel, los Acosta, los Baldovinos, los Aristegui, etc.".
Francisco Wisner de Morgenstern destaca a su vez que, Yegros y Caballero no activaban en la conspiración "pero los conocían y les satisfacían... ". Este autor fue comisionado en Diciembre de 1863 por el propio mariscal Francisco Solano López para "...recopilar todos los antecedentes y datos relativos a la época del Dictador". Wisner recibió del presidente la indicación de consultar a los señores Francisco Sánchez (a la sazón vicepresidente de la República), José Berges (ministro de Relaciones Exteriores), Francisco Isidoro Resquín, Venancio Robles y Vicente Barrios (luego generales de la Nación) los que le proveerían "...los nombres de los vecinos más antiguos" y éstos, "...les suministrarían datos al respecto". Por lo que este autor, coronel austrohúngaro, asesor militar de los dos López, pudo acceder a las fuentes más originales de esta controversia.
En los primeros meses de 1820, los pyragues (*) del Dictador le habían informado que en la casa del Dr. Marcos Baldovinos se realizaban reuniones de "varios individuos", con más frecuencia de lo normal. El dato era algo más concreto que la profusión de rumores que se sucedían en Asunción desde más de dos años atrás. Los informantes también daban nombres. Además del dueño de casa, fueron vistos "Juan Aristegui, Ignacio Noceda, Samborain, José Acosta y tres de apellido Montiel". El que salieran tarde y "nunca juntos" hacía más sospechoso el proceder de los hombres.
Francia ató cabos. Por este tipo de reuniones había pedido a Yegros que permaneciera en Asunción. Hizo vigilar entonces la casa de éste y la del Dr. Baldovinos "con orden de detener a todos los que salieran de dichas casas, después de las diez de la noche". El dispositivo de vigilancia quedó preparado desde el día siguiente, Martes Santo.
A la noche de ese día y pasada la hora límite fijada, salieron de la casa de Baldovinos cuatro sujetos: Jesús Acosta, Sergio Latorre, Rufino (Julio C. Chávez escribe Justino) Olavarría y Pedro Montiel. Para desgracia de éstos y de los demás complotados, Juan Bogarín no fue visto. Porque éste, de profundas convicciones religiosas y preocupado por el apresamiento de sus compañeros, fue a confesarse.
Mas que cumplir con el sacramento, el Fray Anastasio Gutiérrez indagó sobre todos los detalles de la trama. Así el compungido Bogarín, le contó que el plan incluía el asesinato del Dr. Francia en la noche del Viernes Santo. El sacerdote, más abogado del diablo que de Dios, le exigió que fuera a denunciar a sus compañeros. Que pudiendo evitar "una mala acción -le aconsejaba- debería hacerlo como buen cristiano". Desde el momento en que Bogarín decidió poner en vigencia su sentido de "buen cristiano", al que apeló tan hábilmente el sacerdote, sus compañeros estaban perdidos.
El mismo sacerdote le llevó junto al Dictador "después de la oración".
Escuchada la declaración de Bogarín, Francia convocó "a sus dos secretarios Martínez y Patiño, como también a los comandantes Rolón, Bejarano y (Agustín) Cañete". Con ellos a la cabeza, dispuso lo necesario "para evitar la masacre planeada" y proceder contra los insurgentes "sin contemplaciones de ninguna clase".
Una hora después, fueron presos 35 ciudadanos "...entre los cuales se contaban Fulgencio Yegros, comandante Montiel y Caballero, ocho miembros más de la familia Acosta, doctor Baldovinos y su hermano, Olavarría, Noceda (padre e hijo) y dos hermanos Arístegui".
Al tercer día eran trescientos los detenidos. "¡Jamás Vulcano estremeció tanto sus tenebrosas mansiones con el yunque y el martillo, como se estremecieron los habitantes de Asunción, a los diarios y nocturnos golpes de les herreros de Francia!". La misión era fabricar trescientos pares de grillos y como continuaran las declaraciones, seguramente harían falta más.
La conjura para asesinar a Francia, según varios testimonios, existió. Es probable que muchos estuvieran comprometidos. Tal vez otros más estuvieran enterados. Pero es casi seguro que desatado el terror y abierta la suspicacia de los represores, toda Asunción estaría bajo sospecha. Los calabozos de las prisiones se llenaron con tanta gente que fue "necesario habilitar un lance entero de la casa de don Alejandro García y de don Antonio Chavarría para prisión".
Pasaría otro año de incertidumbre. Acallada la presión interna, la del exterior se alternaba según quienes fueran los caudillos que predominaban en la frontera. La hostilidad hacia el Dictador se renovaba con cada cambio. Entretanto Artigas quedaba fuera de la lucha y obtenía asilo en el Paraguay. Si Artigas, de agresor pasaba a asilado, desde Entre Ríos, Francisco "Pancho" Ramírez propiciaría un acercamiento a Francia. La idea que movía su interés era que el Supremo le entregara al oriental caído en desgracia. El pedido ni siquiera fue contestado.
Fue entonces que cayó en manos de Francia una carta que Ramírez enviara a Fulgencio Yegros. "Aunque nunca fue enseñada a nadie, parece que contenía propuestas de insurrección", según el Dr. Rengger. Ramírez le pedía además al ilustre preso que tuviese paciencia. Que pronto lo liberaría.
La promesa de ayuda se convirtió en sentencia de muerte.
Espías vigilando la casa del Dr. Marcos Valdovinos.
Entre los detenidos en la noche fatal en que fueron descubiertos por los pyragués del Dictador,
se encontraban: Jesús Acosta, Sergio Latorre, Justino Olavarría y Pedro Montiel.
Juan Bogarín no fue visto. Pues debido a la preocupación que le ocasionó
el apresamiento de sus compañeros, fue a confesarse.
(*) Pyragüe es -desde antiguo- la denominación en guaraní del informante, delator, espía o policía secreta, aunque popularmente responde más a las dos primeras acepciones. Etimológicamente significa "pie con pelos, o con plumas", debido a su composición: Py = pié; y ragüe = pelos o plumas. Pero el término es aplicado desde que los indígenas del Paraguay usaban una chinela hecha de plumas, indumentaria que les permitía un andar más sigiloso cuando estuvieran en acecho del enemigo, o de una presa. Por analogía, se aplicó el vocablo a la labor policíaca que algunos realizan, con más vocación de maldad, que eficacia.
4. BLOQUEO AL PARAGUAY
La historia de las relaciones entre el Paraguay y las Provincias Unidas del Plata, desde la misión de Nicolás de Herrera, pareciera ceñirse más a la amenaza de "asfixiar al Paraguay" como éste lo había planteado, antes que fundar relaciones relativamente cooperadoras entre los dos Estados. Levantada la vigencia del "Puerto Preciso" de Santa Fe, en 1778, luego de más de 100 años, el Paraguay independiente sufría un nuevo bloqueo, desde prácticamente 1811 hasta 1852, con algunos años de libre navegación del río Paraná, sin que tampoco falten en esa época y en todo el curso de este río, ataques de distintas fuerzas en contra de los mercaderes paraguayos.
Pero el bloqueo mencionado -o la incertidumbre por su restablecimiento ni bien se disfrutara de cortos períodos de paz- creó una grave crisis económica por la disminución de las recaudaciones aduaneras. Todos los habitantes del país se vieron afectados por este inconveniente. Pero en mayor grado e irónicamente, la oligarquía hispano-porteña y la criolla paraguaya, cuyo poder y prestigio socio económico se basaba en la producción, transporte y comercialización de productos como la yerba mate y del tabaco.
Uno de los años más difíciles que vivió la República, fue el de 1815. A los ataques de los indios Mbayás, se sumaron las trabas a la navegación de las embarcaciones que iban del Paraguay o venían a él. Así, en varias comunicaciones, el comandante de Pilar informaba al Dictador que las naves paraguayas eran constantemente asaltadas por las huestes de Artigas. Ante tantas adversidades y con el propósito de infundir un acentuado patriotismo a sus servidores, el Dr. Francia expresaba a José Joaquín López, comandante de Pilar: "...yo antes quiero morir que volver a ver a mi patria oprimida y en esclavitud, tengo la satisfacción de creer que lo general de toda la República está en lo mismo y así anime Vm. a nuestros compatriotas de ese territorio, exhortándolos incesantemente a sostener la causa de la Patria".
A propósito, el mismo buque del comerciante inglés Juan Robertson fue capturado y despojado de un cargamento de armas que había encomendado el Dictador. Las huestes de Artigas destruían igualmente las poblaciones de las ex misiones orientales de los jesuitas.
I. BUENOS AIRES INTENTABA RELACIONARSE CON EL PARAGUAY
Los atisbos de buen relacionamiento obedecían invariablemente al interés de los gobiernos del Plata. Así el Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Carlos María de Alvear, enviaba varias notas al gobierno en busca de mejorar las relaciones entre ambos países, ofreciendo armas cuando se hallaban interesados en el envío de soldados paraguayos para defender la causa común de los americanos.
Este tipo de proposiciones no eran del agrado del Dictador Francia en tanto no se respondiera y dieran satisfacciones al Paraguay por los reclamos que su gobierno efectuaba. En este caso, tampoco fue aceptada la propuesta del Director Supremo.
El mismo Alvear solicitaría más tarde, el envío de un Diputado para asistir al Congreso de Tucumán, a realizarse en 1816, a lo que contestó Francia que era "...insultante pretender que una república independiente envíe diputados a un Congreso de los provincianos de otro gobierno, que precisamente ha de ser número, es un absurdo y un despropósito de marca".
II. RELACIONES CON EL BRASIL
Una molesta vecina, era la provincia portuguesa del Brasil. La metrópoli lusitana no se pronunciaba con respecto a la independencia del Paraguay o de los demás países hispano-americanos.
Sospechaba el Dr. Francia que los "comerciantes" venidos de Matto Grosso llegaban con segundas intenciones. Simulaban comerciar, pero el interés primordial era informar sobre la situación de Concepción y sus distritos, acerca de los caminos accesibles y desguarnecidos por donde podían irrumpir los malones de los indios Mbayáes, que asaltaban estancias y robando ganado que luego vendían a los comandantes de los presidios del Alto Paraguay. No escapaba a la sagacidad del gobernante paraguayo, que unas semanas después de haberse retirado estos comerciantes lusitanos de la región, caían los malones indios, por lo que ordenó al comandante de Concepción se suspenda "...el pretendido o figurado comercio, tampoco es cosa de consideración, ni que haya de enriquecer a los habitantes de la Villa, siendo más bien despreciable por su poca importancia".
A mismo tiempo, el Dictador dudaba sobre la política que iba a seguir Portugal con relación a la expedición española que -se decía- saldría para América y "...si se confederan o no con nuestros enemigos, y si los auxilia o no". Como ejemplo de las suspicacias existentes hacia los comerciantes portugueses del norte, se menciona que en una comunicación recibida por el comandante de Concepción de un comerciante portugués "... que la causa común tiene por objeto el tráfico mercantil", le aclaró que "...el comercio entre las naciones no puede ser llamado causa común sino entre quienes quieren realizarlo y hasta que lo quieran y que los americanos en el día llamamos y entendemos por nuestra causa común: la libertad e independencia de nuestros países de todo poder extranjero o extraño".
Por sobre el interés comercial, primaba el de la independencia y el de la libertad, por lo tanto, ordenó que conteste al portugués que "...el Paraguay no es provincia de España, sino una República Soberana y un estado independiente, así como lo es Portugal... ".
III. ANTONIO MANUEL CORREA DA CÁMARA EN EL PARAGUAY
En 1825, Antonio Manuel Correa da Cámara fue designado cónsul y agente comercial del Imperio del Brasil ante el Gobierno del Paraguay. Desde San Borja, pidió pasaporte para llegar hasta la capital paraguaya. Con el éxito obtenido por el comandante Cézar, que había abierto el comercio con el Brasil, por Itapúa y ante el peligro de una guerra entre la Argentina con el Imperio, fue enviado Correa da Cámara ante el gobierno paraguayo, en busca de una alianza o, en su defecto, de una neutralidad "benévola". El pedido del agente imperial llegó a manos del Dictador desde Santiago. Francia redactó la respuesta y se la hizo firmar a Norberto Ortellado, Subdelegado del gobierno en aquel paraje.
En dicha comunicación, llamaban la atención a Correa da Cámara por no haber dado a nuestro país el titulo de República y al Dr. Francia, el de Dictador.
Para que pudiera seguir viaje hasta Asunción, siempre según el citado documento, debía reconocer expresamente la independencia paraguaya. En caso contrario tampoco el Paraguay reconocerá al Brasil como Imperio. En la nota, el Dictador denunciaba también la ayuda prestada por las autoridades de Mato Grosso a los indios Mbayás, los que atacaban todo el distrito de Concepción, incendiando viviendas y causando muertes, hechos sumados a los robos de ganado vacuno y equino.
Correa de Cámara fue recibido por el Dictador, a fines de agosto de aquel año. Se quejaba el gobernante paraguayo ante el cónsul, de los daños ocasionados por los indios mencionados, de la no devolución al Paraguay de las tierras ocupadas indebidamente por el Portugal en la época colonial, y el incumplimiento por éstos y los brasileros del tratado de San Ildefonso. Correa da Cámara -por su parte- prometió el envío de armas al Paraguay.
Ya nuevamente en Río de Janeiro se comunicó con el vizconde de Inhambupé, ministro de Negocios Extranjero, quien envió una nota al secretario Benítez, expresando su promesa de atender las reivindicaciones planteadas por el Paraguay.
IV. CORREA NO ENTRA MAS...
Mucho prometió, Correa da Cámara pero nada obtuvo el Paraguay. Por ese motivo, cuando llegó por segunda vez, en vano esperó se le conceda el pasaporte para llegar a Asunción. Luego de esperar por un largo tiempo, tuvo que abandonar Itapúa y alejarse de las fronteras del Paraguay.
En relación al despido del representante brasilero, escribió el Dictador al delegado de Itapúa, explicándole que no le había otorgado el pasaporte por la mala fe y la inutilidad de su venida, y que el Paraguay exigía 100.000 pesos por los daños causados por los indígenas del norte, fomentados éstos por los brasileros para llevar a cabo sus robos.
Así mismo, mencionaba Francia a su Delegado, que los límites del Paraguay en la región oriental, llegaban hasta el río Blanco y en la occidental, hasta el río Jaurú.
En su tercera venida al Paraguay, Correa da Cámara llegó a Itapúa como representante de la independizada República de Río Grande. Tampoco, fue recibido por Francia.
V. LA MISIÓN DEL TENIENTE LUÍS RUÍZ
Así como el libertador Simón Bolívar había pensado obtener la libertad de Amado Bonpland, confinado en el Paraguay luego de su captura, también el presidente de la República de Bolivia, el Mariscal Antonio José de Sucre, por pedido de la esposa del naturalista francés, intentó lograr la libertad del sabio. Para el efecto, Sucre envió al Prefecto de Santa Cruz, varias comunicaciones para el Dictador.
El Prefecto de aquella ciudad, general José Miguel Velazco, por intermedio del teniente Luís Ruíz se dispuso a cumplir la orden: "...Ruiz y sus acompañantes llegaron al Fuerte Olimpo el 21 de mayo de 1828". El Fuerte era comandado entonces por un oficial de apellido Sosa, quien no permitió la permanencia del teniente y sus acompañantes en el Fuerte Olimpo, y les ordenó que volvieran a Coimbra, posesión brasilera, entretanto el Dictador recibía el pasaporte del teniente Ruíz. Le molestó grandemente leer en el sobre a él dirigido, el titulo de "Jefe Supremo de la Provincia". Se dirigió entonces a Sosa y le ordenó "...Devolver el pase (...) a ese venido, diciéndole: Lo primero, que antes que Bolivia el Paraguay por determinación del Congreso ha tenido el titulo de República, en cuya posesión se halla y que así es tratado por otros estados.
Lo segundo, que en esta conformidad del que aquí gobierna por disposición del mismo Congreso no tiene el titulo de Jefe Supremo de la Provincia, come dice su pase sino el de Dictador de la República, con el correspondiente tratamiento de Excelencia. Lo tercero: que en esta República del Paraguay los Comandantes y Autoridades de las fronteras y del Interior no pueden introducir ni dejar internarse y franquear auxilios a ninguno que venga de otros estados sin expresa orden y disposición del Dictador".
Dos días después el Dictador redactó otra comunicación para el Comandante Sosa, en donde le explica que tuvo que tomar la determinación que se manifiesta en lo anterior, "....porque de lo contrario se acostumbrarían a tratar con menosprecio y con tono de mayoría y soberbia al Paraguay y al gobierno". Y como el Dictador consideraba un insulto a la República del Paraguay y a su gobierno, el titulo que traía el sobre de la nota enviada por el presidente de Bolivia, ordenó a Sosa que despida al teniente Ruíz de las fronteras.
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