El momento más difícil había llegado. Madre e hijo se miraron a los ojos en el portón de su casa, en Asunción.
"Es la hora de irme" dijo, emocionado, con su guitarra en la mano, VITALINO RODRÍGUEZ Báez que con el tiempo sería conocido como ALBERTO DE LUQUE (nacido en Kande'ami, Iturbe, el 12 de marzo de 1938). Era el año 1953.
JUANA PABLA BÁEZ DE RODRÍGUEZ, que había convencido a su marido AGUSTÍN RODRÍGUEZ para que dejara partir al -adolescente de 14 años a Buenos Aires con un tío, sin conmoverse exteriormente, le bendijo. "Aquí me quedo a esperarte. Vuelve pronto", le recomendó aquella mujer esbelta, trigueña y con un carácter de hierro.
Esa escena de la partida nunca se le borró de la mente al que, contra viento y marea, eligió el canto como destino. Tan fuerte fue que, casi 30 años después, cuando sintió con más insistencia que nunca el llamado al retorno a su tierra, compuso una canción recreando aquel instante en que había tomado sus alas para volar hacia lo incierto, pero también hacia la esperanza.
Ya en la capital argentina, le costó despegar. Pero, tenaz y seguro de su talento vocal, no desaprovechó las oportunidades que la vida le brindaba. Consciente de que su arte debía ser pulido para que tuviera mayor esplendor, estudió canto en el Conservatorio Nacional "Carlos López Buchardo". JOSÉ ASUNCIÓN FLORES, FRANCISCO "NENÍN" ALVARENGA, CARLOS LARA BAREIRO, JUAN ESCOBAR y HERMINIO GIMÉNEZ también le transmitieron sus conocimientos. Formando parte de orquestas y grabando consolidó su figura. Sus actuaciones en el cine -"LA SANGRE Y LA SEMILLA", con guión de AUGUSTO ROA BASTOS y otros filmes-, acrecentaron su fama.
El 26 de agosto de 1960, con su CONJUNTO "LOS AMIGOS DEL AMAMBAY" integrado también por OSCAR BARRETO AGUAYO, PEDRO ORTEGA, el quintista boliviano FACIO SANTILLÁN y MARCELINO ROMERO-, cruzó el océano y arribó a Hamburgo, Alemania.
Actuando en un programa de televisión, por obra y gracia del azar, se encontró con BOBY SCHMID, director artístico del sello discográfico Polidor. En un francés poco menos que inentendible, los dos hicieron el máximo esfuerzo para entenderse. Lo cierto es que algo quedó claro: que Alberto y sus amigos iban a grabar para el legendario sello.
El prestigio de su agrupación vocal e instrumental se consolidó con rapidez. Y los contratos tanto para los diversos países de Europa como de Medio Oriente, a través de dos agentes, fueron el premio para aquel joven que cumplía su sueño de cantar por el mundo.
"Estaba yo en Hamburgo a punto ya de regresar a nuestro país. Faltaban unos meses porque mi retorno definitivo se produjo a fines de marzo de 1980. En 1979 compuse allí la canción que llamé “TU IMAGEN MAMÁ” recordando cuando me despedí de ella para salir de casa por primera vez. Nunca había olvidado lo que ocurrió y, de repente, se me presentó otra vez lo que había vivido entonces. La grabé y le envié a mamá lo que había brotado de mi inspiración", relata ALBERTO DE LUQUE.
Al llegar a Asunción, encontró a su madre y se confundió con ella en un largo abrazo. Todas las esperas se volcaron en ese reencuentro.
"Murió en el 2003 a los 93 años. Nos dejó su honradez y su conducta ejemplar como herencia", concluye Alberto de Luque.