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ARTURO BRAY (+)

  ARMAS Y LETRAS - MEMORIAS - TOMO II - ARTURO BRAY) - EL ENIGMA DE PIRIZAL - AñO 1981


ARMAS Y LETRAS - MEMORIAS - TOMO II - ARTURO BRAY) - EL ENIGMA DE PIRIZAL - AñO 1981

ARMAS Y LETRAS – MEMORIAS

( Qu’importe que les pieds soient dechirés si l’étape est fait)

TOMO II

Obra del CORONEL ARTURO BRAY 

LIBRO PARAGUAYO DEL MES, AÑO 1, Nº 10, Julio 1981

Ediciones NAPA

Presentación: Gustavo Britos Bray

Asunción - Paraguay

1981 (221 páginas)

 

 

 

 

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PRESENTACION (II): Tal como se anunciara, presentamos ahora el segundo tomo de ARMAS Y LETRAS, las Memorias del Cnel. Arturo Bray, que cubre el período 1927-1935 de nuestra vida nacional, visto con la óptica personal del autor.

 

Los juicios y apreciaciones del Cnel. Bray no son algo nuevo para los que han frecuentado su trato en el curso accidentado de su existencia. Bray nunca calló lo que pensaba, y esta posición le significó odios y rencores, incluso prisiones y destierro. Por tanto, no pueden calificarle como falto de coraje y de haberse amparado en la impunidad de la muerte para la publicación de estas Memorias. El propio autor define su obra, en la "Prelusión", diciendo que no pretende haber escrito capítulos de la historia política del Paraguay, sino relatar su participación personal y directa en alguno de sus episodios. Por ello, el lector desapasionado sabrá encontrar la pieza que le faltaba para completar el rompecabezas de una turbulenta pero bizarra época de nuestra historia, con sus luces y sus sombras, sus grandezas y sus miserias, porque todo va a la amalgama misteriosa que conforma nuestro pasado mediato e inmediato.

 

En su capítulo sobre la Guerra del Chaco, el autor no abunda en detalles sobre las causas del proceso que le fuera incoado a raíz de la maniobra fallida de "Mula Muerta", sector Pirizal. Por esta razón hemos querido, para que el lector tenga una más completa información, insertar en un apéndice la obra del Mayor Alejo H. Guanes "El Enigma de Pirizal", con la expresa autorización del autor, que fuera publicada en Asunción en el año 1972. Este suceso alejó prematura-mente al Cnel. Bray del teatro de operaciones y le costó varios meses de reclusión en la Prisión Militar de Peña Hermosa.

 

Este segundo tomo de ARMAS Y LETRAS llega a las manos del lector tal como fuera editado el primero, es decir, con un riguroso cuidado para reproducir con fidelidad el manuscrito original. El material gráfico a muchos les parecerá intrascendente, pero es la imagen de hombres paraguayos que en esa época fueron historia viva, y poco después fueron leyenda en las calcinadas tierras chaqueñas, donde quedaron no solamente girones de carne, sino sueños y añoranzas, ardores y pasiones juveniles, que todo fue a las fauces voraces de un holocausto grande pero glorioso.

GUSTAVO BRITOS BRAY. Asunción, Julio 31 de 1981.

 

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ÍNDICE:

INTERLUDIO DE RELATIVA CALMA (1927-1931)

·         Comisión de adquisiciones en Europa

·         Villa Hayes

·         Director de la Escuela

EL FATIDICO AÑO 1931

·         Presagios de borrasca

·         Frustrado pronunciamiento militar

·         El 23 de Octubre

·         Apostilla

·         Tres amigos dilectos

LA GUERRA DEL CHACO (1932 - 1933)

·         Introducción

·         El combatiente

·         La defensa nacional

·         Del pie de paz al pie de guerra Boquerón

·         Consecución Saavedra Aditamento

APENDICE : EL ENIGMA DE PIRIZAL

 

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APÉNDICE

 

Mayor de Inf. (SR) ALEJO H. GUANES

 

EL ENIGMA DE PIRIZAL

 

VERDADES Y FALACIAS DE UN REVÉS

 

 

Relatos extractados del expediente que trata la causa incoada al Teniente Coronel don ARTURO SRAY por denuncia del Comandante del III Cuerpo de Ejército Coronel Don LUIS IRRAZABAL, en la discutida maniobra de Pirizal.

Documentos oficiales, declaraciones testifícales y sentencias dictadas por la suprema justicia militar en el sonado affaire.

 

EL ENIGMA DE PIRIZAL

 

5 DE MARZO DE 1931.- La promoción de jóvenes cadetes de la Escuela Militar recibía de las altas autoridades nacionales los "despachos" con que la Nación Paraguaya los acreditaba como Oficiales de Guerra de las Fuerzas Armadas de la Nación, correspondiente al año 1930.

La vieja Escuela vestía sus mejores galas para despedirlos; los que aún no habían alcanzado el cenit de sus estudios, los rodeaban con amor y emoción.

En medio de la euforia de una tarde feliz, grávida ya de peligros que llegaban desde el oeste, al galope metálico de los tres "Jinetes del Apocalipsis", con ruidos de cañones y sables avanzando solapadamente en el desierto, se escuchan las palabras amistosas, serenas y también emocionadas del "Maestro" de la Casa de Estudios, despidiendo a los que llevarían a las gloriosas filas del Ejército y de la Armada, la voluntad, la decisión y la disciplina de la juventud militar del Paraguay.

"Jóvenes Tenientes y Guardiamarinas (empieza). Acabáis de recibir los despachos que os acreditan como Oficiales. Ha finalizado vuestra vigilia de armas y el espaldarazo de la Ley os consagra "Caballeros del deber y del Honor". El sable que pende de vuestro costado simboliza la fuerza, pero la Fuerza disciplinada y organizada; ponedla siempre al servicio de la moral, no permitiendo que esa hoja se prostituya, convirtiéndose en instrumento de Caudillaje, dentro o fuera de la Institución. Vuestra función es el mando, pero haced que esa responsabilidad nunca sea arbitraria y caprichosa, y que su obediencia tampoco se constituya en sumisión servil. Orientad siempre vuestras acciones hacia el sendero del deber, que es recto, luminoso e inconfundible. No olvidéis nunca, que el hombre armado no duda ni delibera: razona, decide y ejecuta. Si para cumplir con vuestro deber, experimentáis alguna vez en el curso de vuestras carreras un desfallecimiento y os sentís desalentados por la ingrata adversidad de los hombres y de las cosas, volved los ojos hacia el pasado para buscar en nuestra historia el ejemplo de las virtudes y grandezas, que fueron siempre patrimonio inseparable del Soldado Paraguayo. Si os falta valor, esa excelsa virtud militar que consiste menos en arrojarse sobre el enemigo que en sobreponerse a las flaquezas de la propia carne, pensad en el General Díaz, que sintiendo ya las ansias de la muerte, olvidaba sus heridas para sólo consagrar su pensamiento a la suerte de la patria y, como postrer deseo pide, que su querido Batallón 40 desfile por última vez ante su lecho de dolor, recostado bajo el alero de su rancho en Paso Pucú. Si buscáis serenidad, recordad a Fariña, el joven oficial de la Marina de Guerra que, desde su endeble lanchón desafía el furor de toda una poderosa Escuadra, y a las bombas enemigas responde con la olímpica sonrisa de los que se sienten identificados con la Causa de la Patria. Si es espíritu de sacrificio la virtud que menos pesa en vuestras alforjas, traed a la memoria la figura doliente y gallarda de Valois Rivarola que, con la garganta perforada por un proyectil, manda todavía una Carga de Caballería en los entreveros trágicos de Lomas Valentinas, y sólo echa pie a tierra, cuando otra bala le vacía el cráneo, enrojeciendo con su sangre de varón, la encrespada crin de su alazán de fuego. Y si queréis hacer un acopio generoso y fecundo de todas las virtudes que dieron temple a nuestra raza, recordad a aquel paraguayo inmenso de inmensa voluntad, que por espacio de cinco años fue alma y nervio de la resistencia nacional; aquel soldado de hierro que vencido, herido y prisionero con las entrañas destrozadas por un feroz lanzaso y la vida palpitante que se le va entre las aguas sanguinolentas del Aquidaban, tuvo el supremo coraje de legarnos un testamento de Gloria con aquella frase que es grito de agonía y emblema de resurrección: MUERO CON MI PATRIA! No permitáis que el desengaño y la desilusión gravite sobre vosotros malogrando vuestros ardores juveniles; permaneced siempre jóvenes en vuestros ideales; y sed siempre alegres, confiados y optimistas. Esta casa sigue siendo la vuestra y os desea, que en el atardecer de la vida, podáis acercaron a ella, tal como ahora os alejáis: CON LA FRENTE ERGUIDA Y LA ESPADA LIMPIA".

 

Y yo, Coronel Arturo Bray, que también he sido su alumno desde aquel lejano año 1922, en el anochecer gris de mi existencia he vuelto a acercarme a ella; a esta Casa querida que cobijó mis sueños juveniles dando formas a mi carácter y glorias a mi vida ciudadana, para traerle como en reconocimiento de gratitud, a nombre propio y en el de todos los que fuimos sus alumnos y seguimos siendo sus camaradas y amigos, la altivez de mi espíritu, la justicia de mis sentimientos y la lealtad inconmovible de mi amistad; a Usted, que sigue siendo el "Maestro" que formó a Soldados honorables, que hizo de la prisión injusta un Laboratorio de abnegación; cuyos "SENTIMIENTOS" en la guerra se constituyó en refugio, donde el modesto "PILA" de la Contienda Chaqueña aseguró su suerte, dando a la gloriosa Cuarta División de Infantería el solemne como perenne simbolismo de glorias y heroicos sacrificios, que constituyen las páginas más sonoras de ésta Gran Unidad, en nuestras tradiciones guerreras.

 

Mayor (SR) ALEJO H. GUANES

 

 

LA MANIOBRA DE PIRIZAL, más conocida como "la Operación sobre Mula Muerta" (del 27 al 28 de setiembre de 1933), fue concebida y delineada por el Capitán Duarte Sosa y ejecutada por acuerdo del Comdte. en Jefe del IIIer. C. de E., a raíz de un Patrullaje de Exploración realizado el 31 de agosto anterior, por el Sargento Garcete, quien informó: "Haber llegado hasta un Pique enemigo con tendido telefónico en dirección a "Samaklay", a retaguardia de las Fuerzas bolivianas que operaban sobre Pirizal; y que el claro de terreno no vigilado que existía entre "Gondra" y "Pirizal" posibilitaba la ejecución de una penetración profunda para la destrucción de dichas fuerzas y de las que operaban sobre "Nanawa".

Solicitada la autorización al Sr. Cmdte. en Jefe, el Comdte. del IIIer. Cuerpo dictó el 26 de setiembre su Orden de Operaciones No. 56, encomendando su ejecución a la D. I. 4, reforzada por el Destacamento Duarte Sosa, fijando como objetivo principal: "Por un movimiento envolvente por el ala derecha de nuestras posiciones de "Pirizal" llegar al "Cañadón Mula Muerta", cercar al enemigo y lograr su total destrucción", agregando la Orden: "El éxito de la Operación estriba principalmente en la sorpresa operativa y en la rapidez de ejecución de la maniobra".

Para la misma, la D.I.4 contó con las siguientes Unidades de Combate: R. I. 20 "Aca Yuasá", en estrecho contacto con el enemigo en el sector de Pírizal, con 650 plazas; R. C. 3 "Coronel Mongel6s", con 550 jinetes a pie; Destacamento A organizado para la maniobra en base a fracciones, de distintas procedencias, con 450 plazas; Sección de Artillería a las órdenes del Capitán Oscar Mora, con 75 plazas; a las que se agregaron: 50 soldados artilleros que se emplearían como proveedores de agua, 20 camilleros proporcionados a la sanidad divisionaria por la sanidad del cuerpo, y un escuadrón del R.C. 2 "Coronel Toledo" cedido espontáneamente por la I Div. de Inf. en Gondra, con un total de 85 jinetes a pie (y que no llegó a actuar en la operación, pero que tuvo 20 bajas sin entrar en acción).

Las fuerzas enemigas sobre las que se iba a operar estaban constituidas por el regimiento "Florida" (unidad élite del Ejército boliviano, que en el curso de toda la guerra nunca tuvo efectivos menores a 1.200 plazas, que contaba con artillería de acompañamiento KK propia; regimiento de infantería Arzuduy, de 600 plazas; compañía de Zapadores, de 60 plazas; a las que hay que agregar el destacamento Luna, de 700 plazas, traídas en camiones desde "Samaklay" y que tuvo activa participación en los combates del día 27. (Declaraciones del Mayor Cáceres, Cmdte. del R.C. 3 "Mongelós").

Para el cumplimiento de la Orden del Cuerpo, la D.I.4 dictó su Orden de Operaciones No. 28, por la que dosificó la maniobra asignada a cada unidad participante su respectiva misión: Al R.I.20 "Acá Yuasá': "Amarrar al enemigo de su frente y buscar contacto ofensivo, por su ala izquierda, con el destacamento A dirección "Cañadón Mula Muerta"; Destacamento A "Envolver al enemigo por su ala izquierda, con objetivo "Cañadón Mula Muerta", donde tomará contacto con el batallón Levi Ruffinelli del "Acá Yuasá", de manera a provocar el cerco y destrucción del enemigo que opera sobre Pirizal; R.C. 3 "Coronel Mongelós": Proteger el envolvimiento del Destacamento A., cubriendo sus espaldas, hacia el suroeste, en dirección general "Samaklay"; Sección de Artillería; "Conducir la progresión general del Destacamento A reglando sus tiros sobre el "Cañadón Mula Muerta" y apoyar con su fuego el ataque del batallón Levi Ruffinelli y de las unidades desplazadas a retaguardia del enemigo". Por la misma Orden se creó un puesto de informaciones y enlaces, que se instaló en la misma boca de la senda de maniobra sobre el camino Pirizal-Gondra, designándose al Capitán Augusto Guggiari como Jefe de ese centro avanzado. Al Tte. Cnel. Tranquilino Ortíz Cabral se nombra Comandante del Destacamento de Maniobra, dejando el comando del R.C. 3 "Mongelós" a su inmediato inferior, el mayor Cáceres.

A las 5 del día 27 de setiembre de 1933 se inició la marcha, con un escuadrón del R.C.3 "en descubierta", el que tomó sorpresivamente contacto violento con el enemigo a las 6,15 (a menos de 4 kilómetros del punto de partida) originándose desde los primeros cambios de disparos una tenaz resistencia enemiga a la progresión del ataque, que es obligado al despliegue y empeño de las reservas, sin haber alcanzado el pique con tendido telefónico (informado por el sargento Garcete), muy lejos del objetivo "Mula Muerta" y con la sorpresa operativa vuelta contra nuestras propias tropas, y que era substancial lograrla para el éxito de la maniobra. Para las doce, dentro de la marcada desorientación que dejó en el ataque la violenta reacción enemiga, la situación general se mostró estacionaria y claudicante, con el Destacamento A Totalmente frenado en su progresión, con el enemigo presionando en todas las direcciones de su despliegue y forzado a emplear sus reservas y refuerzos recibidos, en "Martillos" que extendía para eliminar el peligro de un contra envolvimiento que se insinuaba peligrosamente, castigado por la Artillería y Morteros enemigos, que actuando con gran precisión, le causaba bajas que le era difícil reponer. Lo mismo acontecía con el R.C.3 "Mongelós", que desplegado a espaldas del "Destacamento A"; recibió del enemigo contraataques sostenidos, aunque carentes de peso, que le obligaron a extenderse en "Martillo" tratando de eliminar el peligro de un envolvimiento por su ala derecha. Esta situación se prolongó hasta la misma entrada de la noche, con presión acentuada del enemigo, que habiendo recibido los refuerzos del "Destacamento Luna" (por informe de prisioneros capturados durante la acción), se apoderaron de la libertad de acción operativa dentro del campo táctico, permitiendo que el Tte. Claudio Gutiérrez, el Tte. Gill Solalinde, el Capitán Cirilo Rivarola, el Tte. Villagra Ovando, Sarg. Meza, Sarg. Garcete, insertasen en sus partes al superior, "la preocupación que les dejaba una situación táctica que apreciaban extremadamente delicada".

Con respecto a las reservas y su empleo, tanto el Cmdte. del Destacamento de Maniobra, como el Cmdte. del R.C.3 y el Capitán Duarte Sosa, Cmdte. del Destacamento A han declarado en las actuaciones sumariales: "que si bien, durante el día habían recibido pequeñas fracciones de refuerzo, las mismas sólo sirvieron para cubrir claros, reponer las bajas sufridas y extender las alas de los "martillos" amenazados por el enemigo; que inicialmente esos refuerzos habían sido solicitados para intentar dar nuevos impulsos al ataque, lo que no fue posible por la presión acentuada del enemigo, que haciendo uso de un mejor conocimiento del terreno y de la ventaja de su propio despliegue operacional, no permitió ninguna iniciativa ni modificación de la situación general".

Con relación a las bajas producidas durante el día 27, se estimaron en más de 220 hombres según declaraciones del teniente coronel Ortíz Cabral, ratificadas por el teniente Arámbulo del batallón del Yatayty Corá que completaba los efectivos del Destacamento A , quien expresa: "Los efectivos muy reducidos de mi batallón (137 hombres) sufrió para el medio día del 27, más de 36 bajas, entre los que me encontraba yo personalmente, y después, el mismo oficial que me reemplazó en el Comando"; a estas declaraciones debemos agregar las del bravo teniente Cristóbal Miranda del "Toledo" que asegura, "que el escuadrón, sin haber entrado en acción, y marchando sobre el pique de maniobra, tuvo 20 bajas por la eficaz acción de la artillería y morteros enemigos". Todas las declaraciones testificales en el voluminoso Sumario coinciden en que hubieron muchas bajas, la mayoría de las mismas, por la Artillería, que tenía reglados sus tiros a la perfección, sobre todos los accesos al campo donde se desarrollaba la acción.

Para las 20 del día 27, los informes elevados por los Comandantes subordinados expresaban: Tte. Cnel. Ortíz Cabral: "No se ha podido romper las líneas del enemigo; hemos pasado del ataque a la defensa; estamos lejos del objetivo fijado; no hemos logrado en ningún momento la sorpresa; en las posiciones alcanzadas estamos aferrados al terreno y la situación ahí, se mantiene estacionaria"; Capitán Duarte Sosa: "Mis tropas no llegaron al objetivo, del que nos encontramos más o menos a 700 metros; los contraataques enemigos fueron frenados; desde las 12 la situación es estacionaria, aún seguimos esperando nuevos contraataques; no estoy en condiciones de dar una apreciación definitiva en relación a la misión encomendada al Destacamento"; Mayor Cáceres del R.C.3. "Mantengo las posiciones alcanzadas durante la progresión del día; situación estacionaria; eliminado el peligro del contra envolvimiento intentado durante la mañana por el enemigo; no existe alternativa efectiva alcanzar éxito por vía sorpresa"; Capitán Agustín Guggiari, Jefe del puesto avanzado de informaciones y enlaces: "A las 14,30 horas transmití al comandante de la división un informe del comandante del destacamento de maniobra Tte. Cnel. Ortíz Cabral comunicando haber fracasado la operación; solicitando refuerzos y aconsejando el repliegue sobre la base de partida". El comandante divisionario contestó: "se aferrase sobre las posiciones alcanzadas; que los Refuerzos trataría de conseguirle; que no contaba sino con la Compañía Porta Bruguez del "Boquerón" con una Misión particular que cumplir dentro de la Orden de Operaciones de la División; que comunicaría al Cuerpo su pedido de repliegue, cuyo resultado le comunicaría". El Comdte. de la D.I.4, sobre la base de los Informes suministrados por los Comandantes subordinados, hace su propia apreciación, que da a conocer al Sr. Cmdte. Superior, por intermedio de su Ayudante de Ordenes Capitán Mushuito Villasboa, expresando: "El cerco de las Fuerzas enemigas no se ha producido, habiendo reaccionado la defensa contra el ataque en posesión de la "iniciativa" y con plena "libertad de acción" dentro del campo táctico. El factor sorpresa ya no existe. La resistencia que podemos ofrecer al enemigo en nuestra progresión, de ninguna manera ya puede influir en la decisión que buscamos. Nuestro propósito inicial ha fracasado; ni rapidez ni sorpresa han proporcionado nuestro desplazamiento operativo; y mantener las posiciones estáticas a que el enemigo nos ha obligado constituye a mi juicio, una carga sino estéril, por lo menos despojada del alcance que debió haber tenido. Frustrado el intento, lo único que se lograría sería constituir un nuevo frente, irregular y difícil de abastecer; sin ninguna gravitación sobre las operaciones en curso; y a seguir sufriendo enormes bajas, que no compensarían el o los resultados obtenidos". Verbalmente instruyó al Capitán Villasbóa para insinuar al Cmdte. del Cuerpo: "la conveniencia de un repliegue general, o en su defecto, exigirle instrucciones precisas para las proyecciones futuras de la Operación". El Cmdte. del IIIer. Cuerpo de Ejército a base de la Información suministrada por el Capitán Villasboa, dispone el repliegue, acondicionados a los "Informes que para la madrugada facilitarían los Comandantes de las Unidades empeñadas, en contacto con el enemigo" (en la creencia de que al amparo de la noche habrían abandonado sus posiciones frente a nuestras Unidades de maniobra).

A las 3,30 del día 28 de Setiembre el Comdte. de la D.I.4 ordenó telefónicamente el repliegue general: (al filo de las 2 de ese mismo día, había recibido la orden respectiva del Cuerpo de Ejército, por teléfono); retirada que se llevó a cabo sin dificultades a partir de las 4,30 estando en contacto estrecho con el enemigo, sin ser notados, (y con la clara manifestación de parte enemiga, que no tenía ningún propósito de abandonar sus posiciones defensivas, que según declaraciones del Generalísimo boliviano Kundt al Gobierno supremo de la Nación: "Constituían fortificaciones organizadas defendidas por el Regimiento "Florida", a cuyo Comandante Tte. Coronel Zelaya había condecorado sobre el Campo de Batalla, expresándole personalmente sus felicitaciones por el valor demostrado por el Regimiento en la acción del 27 de Setiembre en el Sector "Bullo" (Pirizal).

La Operación Militar cuyo desenlace se había producido, costó más de 250 Bajas a la D.I.4 y había dejado el profundo desaliento que producen las frustraciones, que servirían en las semanas posteriores, para que en el egoísta, mezquino como inútil campo de la intriga y de las malquerencias, las armas secretas de la malevolencia ensayasen sus resabios, que sólo lograron restar a la defensa nacional, inteligencias privilegiadas y experiencias necesarias para el Ejército en Campaña.

El Cmdte. de la D.I 4, en su Informe No. 3 del 28 de Setiembre a las 19.30 eleva un detallado análisis de la Operación realizada y de las medidas adoptadas para el mejor cumplimiento de la Orden de Operaciones No. 56 del III C. de Ejército, y explicando las razones que lo movieron a suspenderla, cumpliendo la Orden de repliegue dictada por el Cuerpo, sometiéndose voluntariamente al juicio de la historia; y en una Nota Particular que acompañó al mismo Informe No. 3 se dirigió al Superior Jerárquico expresando: "No me parece fuera de lugar y oportunidad dejar constancia de que asumo plenamente y sin ninguna restricción la responsabilidad de la Orden de repliegue dictada esta mañana a las 3.30, tal como se hizo: mis subordinados de todas las jerarquías, no han hecho sino cumplir estrictamente con el espíritu y la letra de las Ordenes que he dictado al respecto. Fdo. Teniente Coronel Arturo Bray. Comandante de la D.I. 4  Su sentido de la responsabilidad le había dictado al Cmdte. Divisionario esa actitud, decisión cuya finalidad no era otra: que la de salvar vidas paraguayas y el prestigio de gloriosas unidades del Ejército Nacional, de conformidad a lo que aconseja el "REGLAMENTO DE CONDUCCION Y COMBATE DE LAS ARMAS COMBINADAS", en cuya parte dispositiva esclarece: "SI EL COMANDANTE DESPUES DE UN EXAMEN A FONDO, RECONOCE QUE EL COMBATE NO OFRECE PROBABILIDADES DE EXITO DECISIVO Y OCASIONA A LAS TROPAS PERDIDAS QUE NO ESTAN EN RELACION CON EL OBJETIVO DEL MISMO, LO INTERRUMPIRA, CONCIENTE DE SU RESPONSABILIDAD''

Terminada la Batalla en el campo militar, ella habría de continuar en los Estrados de la Justicia Militar, donde fue llevado el Cmdte. de la D.I.4 , Jefe del Ejército en Campaña, con cargos de: l.- Que el Cmdte. de la División no empleó sus Fuerzas en forma coordinada y armónica. 2.- Que en la ejecución de la Orden obró con vacilación y con mucho sentimentalismo; 3.- Que elevó un Parte falso; 4.- Que para la ejecución de la Orden no empleó todas las reservas puestas a su disposición; 5.- Que ordenó el repliegue de nuestras fuerzas sin consultar ni considerar la situación táctica de las Unidades empeñadas, en el momento de dictar su Orden". Y en consecuencia solicitaba "la instrucción sumaria correspondiente, para deslindar responsabilidades". Y paradójico: El arrogante Comandante del III Cuerpo de Ejército; el que adquirió nombradía en memorables jornadas gloriosas; el que sintetiza la altivez, el pundonor militar y la resistencia heroica de NANAWA, reclamó de la Justicia Militar del Paraguay, INOCENCIA, para cubrir su responsabilidad en una operación militar mal concebida, a la que la D.I.4 prestó las luces de su valor heroico y la sangre generosa de sus sacrificios.

Nos hemos propuesto hacer desfilar a todos los actores directos de la Maniobra de Pirizal, todos ellos soldados de relevancia histórica, para poner justicia en ese hecho militar, aclarando la acción en su faz técnica y concediendo a cada responsable de su concepción y ejecución, la parte que le correspondió en la Batalla. Nuestra narrativa tratará de ser sintética por razones de espacio, extrayendo de cada declaración o informe que figuran en el voluminoso Proceso, lo más substancial y necesario. El amable lector tendrá la paciencia de situarse en los hechos, y situar a los actores en cada caso, tratando de crearse a sí mismo, una conciencia real, justa y ecuánime, del desarrollo de combate. Entendemos que no es cuestión de buena voluntad ni mucho menos de amistosa predisposición; es cuestión de honestidad, patriotismo y sobre todo de justicia. Juzgar con lealtad y honor a un ciudadano y a hechos que constituyen el acerbo histórico de la Nación, es signo de cultura, manifestación de hombría de bien y sobre todo, responsabilidad histórica.

 

El 12 de Octubre de 1933, el Cmdte. del III Cuerpo de Ejército elevó su Escrito-Denuncia al Sr. Cmdte. en Jefe del Ejército en Campaña, solicitando para el Cmdte. de la D.1.4, la instrucción de un Sumario, con los Cargos que hemos detallado más atrás, "y a los efectos de deslindar responsabilidades en los resultados negativos que había dejado la Maniobra". Era patente, que al Comandante del Cuerpo sólo le interesaba la "responsabilidad del fracaso", y no precisamente, la substanciación de faltas que pudieron haber sido cometidas, y que podrían constituir DELITOS CONTRA EL SERVICIO, EL HONOR MILITAR Y LA DISCIPLINA. Los resultados negativos de una operación, creemos, no pueden incidir, sino muy circunstancialmente sobre la responsabilidad del Conductor que cumple la Orden. En una Operación militar los vaivenes de la acción, conceden y niegan éxitos y éstos, están subordinados siempre, no sólo a la voluntad de vencer, que en mayor o menor grado lleva consigo como arma principal el combatiente, sino más bien a los imponderables que ofrece el esfuerzo, y que no siempre resultan exitosas.

El Sr. Cmdte. en jefe giró la denuncia del III Cuerpo a la Auditoría del Ejército en Campaña, la que a su vez fue elevada al Sr. Fiscal del III Cuerpo de Ejército a los efectos de su cumplimiento.

El Ministerio Fiscal del III Cuerpo de Ejército en posesión de la Orden y en cumplimiento de la providencia superior, tras considerar en AUTOS: "que los cargos mencionados en la denuncia del Cmdte. del Cuerpo, que servía de cabeza de proceso, de ninguna manera podían considerarse delictuosos; que los procedimientos practicados por el Juez Sumariante no se habían ajustado a las reglas procesales, constituyendo el hecho una aberración jurídica y que todas las actuaciones, practicadas están viciadas de nulidad", termina, enjuiciando al propio AUDITOR GENERAL, de quien dice: "NO ES EXPLICABLE QUE EL SR. AUDITOR GENERAL CONSIDERE DELICTUOSOS LOS CARGOS DENUNCIADOS, SORPRENDENTE EN UN HOMBRE DE DERECHO"; para después cumplirla, tratando de encontrar asidero legal, valor jurídico a los Cargos denunciados por el Cmdte. del III C. de E. acomodándolos dentro de la jurisdicción y alcance del Código Penal Militar; para tras larga y penosa exposición, de la que tampoco estuvo ausente el malicioso empleo de términos lesivos para la personalidad humana del indiciado, (que es muy habitual en nuestro medio cuando para el juzgamiento de las personas como única razón valedera no se emplea el raciocinio sereno y justo, sino la violencia y el despropósito disfrazados de verdad y de razón), formular SU LIBELO ACUSATORIO, pidiendo para el procesado una condena de diez años de Reclusión Militar, apoyándose en el Art. 94 del Código Penal Militar, cuyos incisos tampoco se tuvo en cuenta para definir y determinar dentro de ese Artículo la pena que se dictaminaba.

AL LIBELO ACUSATORIO DEL MINISTERIO FISCAL respondió el Teniente Coronel Eduardo Torreani Viera, que en un gesto de suprema grandeza, solicitó y obtuvo del Indiciado (como un privilegio) asumir la defensa del entonces Tte. Coronel Bray, considerando antes que nada, hacer la semblanza del Camarada y amigo a quien iba a defender, en una demostración justa y responsable de la injusticia que se estaba cometiendo. (Y es, que en estas cosas, en que los sentimientos fraternos que une a los hombres, en su enfrentamiento con la letra fría y siempre inmisericorde de la Ley, hay un amigo, un justo al que se debe defender hasta más allá muchas veces de la propia voluntad, en lucha permanente con las sapiencias de los que conocen los recovecos de los Códigos en todos sus matices, los sentimientos de Justicia afloran con vehemencia, regalando las riquezas de lo que la Ley no conoce ni concede). Y Torreani Viera, ese bravo Soldado de todas las Batallas más espectaculares de la Guerra del Chaco, representando a todos los que fuimos siempre Soldados denodados de las Instituciones Armadas de la Nación, empieza expresando: "Arturo Bray; el generoso y valiente Soldado de la Guerra Europea del 14; el que se hirió en el Izor; el que fue condecorado por el Ejército Inglés por probado valor en los campos de batalla, llegó de regreso a la Patria en momentos en que una nueva juventud militar se aprestaba a definir una orientación en el Ejército, que tambaleante en trastrabilladas políticas había torcido su marcha. Ingresó en el Ejército Nacional con el grado de Teniente 1º por Ley especial de la Nación. Fue, primero, Oficial de Planta en la Escuela Militar, Redactor de la Revista Militar; alumno privilegiado de Cursos Militares especiales en Institutos Europeos. Cumplió Comisiones delicadas en el exterior; para luego hacerse cargo de la Dirección de la Escuela Militar, desde cuyas filas actuó en las graves incidencias callejeras, que amenazaron conmover el cimiento institucional de la nación, alzándose en defensa de la patria misma, posando sobre sus hombros la más grande responsabilidad del soldado y del patriota. En la presente Campaña Militar condujo a la zona de operaciones a uno de los más bravos Regimientos; al que imprimió una orientación profesional vasta y abnegada. Los libros y Reglamentos, traducidos o escritos que han servido y siguen sirviendo de base y guía a los profesionales de nuestras Fuerzas Armadas; sus Conferencias y escritos sobre temas militares, etc. le han concedido un alto prestigio y evidenciado su clara inteligencia, su recio carácter y el profundo amor que siente a la patria. Después de la acción de Pirizal (del 27 y 28 de Setiembre) elevó al Cmdte. del Cuerpo su informe No. 3, exponiendo en términos claros y concisos las medidas preparatorias adoptadas y el proceso de la acción en su mismo desarrollo. Ese informe constituía un documento ajustado y responsable de la Operación concebida y ejecutada por Orden Superior; sin embargo ese documento fue soslayado arbitrariamente en la formación de este proceso, sin que sus fundamentos hayan constituido en ningún momento pieza del Sumario. Hay más, el Comandante de Cuerpo, sobre toda ética en los procedimientos, avasalló, durante y después de la operación militar la responsabilidad ejecutiva del Comandante de la División, dando órdenes y requiriendo informaciones de fuentes irregulares, para en un gesto que nos resulta sorprendente solicitar del Sr. Cmdte. en Jefe el deslindamiento de responsabilidades por medio del Sumario, olvidando que el mismo Cmdte. Divisionario en la Nota que junto a su Informe No. 3 elevó al Cuerpo, asumía la total responsabilidad de los resultados obtenidos; pasando a la vez, por sobre las Autoridades del propio Tribunal Militar del III C. de E. a quien correspondía cualquier averiguación o sustanciación de una denuncia. Hago constar también, la manifiesta mala intención que presidió todos los actos del Cmdte. del Cuerpo durante las diligencias sumariales, retardando innecesariamente los procedimientos y haciendo pesar su autoridad en el curso de todo el Proceso. Estoy de acuerdo con las expresiones del Ministerio Fiscal del III C. de E. en su Análisis crítico jurídico "al decir que en las actuaciones se cometieron errores fundamentales que dificultaron la ubicación de los Cargos dentro del alcance del Código Penal Militar; que encontró sin embargo un artículo de ese mismo Código susceptible de ser usado en el presente caso". Indiscutiblemente que el hallazgo constituye una perla, tan inútil como injusta para juzgar a un hombre; ...y la suerte de esa vida no puede depender de hallazgos fortuitos, sino que debe responder a la Ley en todas sus responsabilidades y alcances. El Cmdte. del III Cuerpo (continúa el Tte. Cnel. Torreani Viera) "antes, durante ni después de la Batalla, tuvo en cuenta los Partes e Informes que le fueron elevados por el Cmdte. Divisionario; prefiriendo aquellas informaciones proporcionadas por medios irregulares en total violación de los Reglamentos Militares, auto anulando la responsabilidad que le asistía en la conducción superior de la maniobra. Preparó la Operación sin requerir a la opinión del subordinado que tenía que cumplir la Orden; sin darle tiempo alguno para perfeccionar las informaciones que llevasen a una correcta apreciación de la situación, sin proporcionarle los medios necesarios para la ejecución; contra un enemigo del qué nada se sabía ni aún, dónde se encontraba; y con la única verdad (tampoco confirmada en su seriedad) de la existencia de un supuesto pique con tendido telefónico, que en el curso de la acción no fueron encontrados. CONCEBIR UNA MANIOBRA es: preparar una acción con todos los elementos de juicio de que se dispone y con la posesión de todos los datos que nos lleve a una ajustada apreciación de la situación, que involucra; al propio YO en sus disponibilidades, al enemigo y al terreno en que se va a operar. Para el Cmdte. del III Cuerpo esos tres substanciales elementos de juicio para montar la maniobra, rotundamente no han existido. Al comenzar el ataque no conocía el terreno, no sabía dónde estaba el enemigo, presumía tener descuidados sus flancos y retaguardia, para a lo Boquerón y Saavedra, en un garrafal error de conducción, ordenar un ataque en el que estaban en juego la vida de inocentes soldados y el prestigio de gloriosas unidades del Ejército Nacional; y que nos mostró si, a un Comandante Divisionario demasiado Soldado, que aceptó su ejecución. La maniobra en sí, mal concebida, fue sin embargo bien ejecutada, y si la División no alcanzó los objetivos fijados, por el Cuerpo de Ejército, es porque el enemigo, precisamente estuvo ahí, donde su concepción operativa no había previsto, (como el amable lector podrá comprobarlo mediante el croquis que se inserta y que corresponde al mismo Proceso, levantado sobre el terreno después de Campo Vía). La reacción inmediata de la defensa contra el ataque; la acción eficaz de la Artillería enemiga contra nuestras tropas de ataque, que con sus certeros disparos produjeron casi todas las bajas ocasionadas al ataque, constituyen elementos de juicio determinantes y concluyentes: de que el enemigo estaba vigilante y listo para repeler cualquier ataque, en posiciones organizadas y muy bien cubiertas por el fuego. La voluntad y decisión de vencer (tan gastado en el léxico de los Comandantes poco previsores), que siempre han suplido con sacrificios innecesarios la insensatez de muchas órdenes, debe siempre subordinarse, necesariamente, a las posibilidades técnicas y humanas que ofrezca la acción. (Un Jefe responsable no tiene el derecho de matar innecesariamente a la gente que tiene a sus órdenes, por moral, por sentido de humanidad y por patriotismo; la vida del Soldado es de Dios y de la Patria, nunca puede estar a la caprichosa disposición de una egolatría). Al Cmdte. del III C. de E. le faltó carácter en la dirección superior de la maniobra; actuó con vacilaciones en los momentos en que debió dar fuerzas ofensivas al ataque o cambiar de rumbo a la acción, dejando librada a la responsabilidad única y exclusiva del Cmdte. Divisionario los resultados que se iban acumulando; sin proporcionarle los medios adecuados a la situación y a la Misión; y sin tomar las providencias que pudiesen ajustar los resultados a la propia intención. El Cmdte. Divisionario cuando comprendió que el Cuerpo no modificaría su idea operativa y que tampoco facilitaría nuevos medios para forzar el estatismo del ataque, insinuó al Cmdte. Superior, por intermedio de su ayudante de Ordenes, Capitán Mushuito Villasboa, "a disponer el repliegue de la División sobre su Base de Partida, o en su defecto, instrucciones precisas para proseguir por otros medios"; obteniendo la autorización de repliegue, que el Cmdte. del Cuerpo dispuso por Orden "Telefónica dictada a las 2 del día 28 y que fue cumplimentada a partir de las 4.30 hasta las 7 del mismo día, con el enemigo en acecho de nuestro movimiento y vigilante en sus posiciones de fuego. El Cmdte. de la D.I.4 cumplió el ENCARGO recibido por el Cmdte. del Cuerpo, tan bien, que evitó un desastre a las Fuerzas Nacionales, mediante una correcta apreciación de la situación, que hizo "conceder" al Cmdte. del Cuerpo que debía cambiar de decisión. El enemigo había actuado desde un comienzo con conocimiento del terreno, con superioridad logística, desencadenando una acción que obligó al ataque a subordinarse a la iniciativa enemiga y a utilizar masivamente todas sus fuerzas en cubrir claros y reforzar sus flancos comprometidos. En esas condiciones la maniobra estaba fallida, y nada aconsejaba continuarla en perjuicio de la seguridad de las Unidades empeñadas y de la misma suerte del Cuadro General de Situación del Ejército en Campaña. El Teniente Coronel Arturo Bray ha procedido como un Jefe capaz; ha obrado de acuerdo a las circunstancias; y por no existir absolutamente ninguna acción delictiva en su resolución, solicitó su libre sobreseimiento de acuerdo al Art. 117; Inc. lo., 2o. y 3o. del Código Penal Militar y por ser de estricta justicia"

El Coronel Carlos Fernández en su libro "La Guerra del Chaco", Tomo III, pág. 198 -escrito después de la guerra por información que le fuera proporcionada por el Mayor Duarte Sosa, estampa: Tropas del Destacamento Duarte Sosa cortó el camino y se posesionó de la orilla Norte del Cañadón Mula Muerta, que une Nanawa y Pirizal con Saavedra y Campo Jordán", y que "a raíz del fracaso experimentado en la acción, ha sido destituido el Cmdte. de la D.I.4". Original, tendenciosa y absolutamente falsa la información estampada en su libro por el ilustre historiador. Según las declaraciones unánimemente prestadas en el voluminoso expediente militar, tanto los Cmdtes. subordinados como los oficiales de menor graduación, dicen "NUNCA SE LLEGO AL CAÑADON MULA MUERTA, NI A NINGUN OTRO CAÑADON QUE COMPROMETIESE LA SEGURIDAD DE LAS FUERZAS ENEMIGAS DESPLEGADAS FRENTE A PIRIZAL; CALCULANDOSE EN MAS DE 700 METROS LA DISTANCIA QUE LO SEPARABA DE NUESTRAS GUARDIAS MAS AVANZADAS". Y con todo respeto para su gloriosa trayectoria militar hemos de decir al Coronel Carlos Fernández, que si la intención haya sido, encontrar motivos para satirizar al Tte. Coronel Arturo Bray en el desgraciado resultado de una Operación por él dirigida, no olvide, que para la maniobra del 1º de Diciembre de 1932 en Saavedra, que las personas malévolas la han denominado "Paseo Militar", también la falta de informaciones precisas determinaron el fracaso, a pesar del empeño puesto por las Unidades de maniobra y la extraordinaria "voluntad de vencer" expuesta por el propio Comando Divisionario.

El Mariscal Estigarribia: En la página 200 de sus pretendidas "Memorias" afirma: "el día 27 se inició en Pirizal la maniobra que logró interceptar el camino de retirada del enemigo; pero para sorpresa de todos y por motivos hasta ahora ignorados, el Cmdte. de la D.I.4 ordenó por propia iniciativa el repliegue de las unidades que habían cortado dicho camino". Está bien que el Mariscal, a base de la información (deformada) del Cmdte. del Cuerpo haya aceptado y transcripto la misma, mas no debió, de ninguna manera sostenerla ya después de la guerra ratificándose en la misma, pasando por alto las actuaciones procesales que estaba en la obligación de conocer, en cuyas Fojas unánimemente, todos los participantes principales y secundarios de la acción, establecen en forma terminante: "QUE NUNCA SE LLEGO AL OBJETIVO MULA MUERTA NI NINGUN OTRO CAÑADON"; y que en consecuencia, NO PODIA HABLARSE CON RESPONSABILIDAD DE HABERSE CORTADO EL CAMINO DE RETIRADA DEL ENEMIGO, DESPLEGADO FRENTE A NUESTRAS POSICIONES DE PIRIZAL. Cabe en ésta oportunidad memorizar un caso análogo ocurrido en el curso de la guerra contra la Triple Alianza, en que el Mariscal López ordena el procesamiento sumario del Jefe de su propia Escolta -el Coronel Mongelós- denunciado o acusado de conspirar contra su persona. El Tribunal de Sangre, por unanimidad de sus Miembros se expidió por la INOCENCIA del Coronel Mongelós, ordenando su libertad; para cuatro horas después ser fusilado por Orden del Mariscal, quien al visitarlo en su prisión le dice: "Yo sé Mongelós que Ud. es inocente de la conspiración que se le atribuye, pero lo mismo va a ser fusilado, por haber ignorado lo que pasaba en su casa, y su Regimiento, es como su familia". El Mariscal Estigarribia, yendo contra la sentencia del Tribunal Militar de su propio Comando, haciendo oídos sordos a las declaraciones prestadas en el Proceso por Jefes y Oficiales, que le debieron ser respetables, se ratifica 37 años después, en una información contraria a la verdad de los hechos. El Mariscal López, injustamente, se cobró la vida útil de ese gran soldado que fue el Coronel Mongelós; el Mariscal Estigarribia, arbitrariamente, intentó lastimar moralmente el pundonor de otro gran soldado, cuya vida estuvo siempre consagrada a honrar a las Fuerzas Armadas de la Nación. ¡Pequeñas grandes miserias del alma humana!.

Para hacer más patente las equivocadas como interesadas afirmaciones del Coronel Fernández y del Mariscal Estigarribia, vamos a permitirnos transcribir, tres declaraciones, que constituyen piezas determinantes de indudable valor histórico, por la personalidad moral y profesional de quienes las emitieron: Capitán Levi Ruffinelli (del R.I. 20 "Acá Yuasá"). "Las tropas de maniobra no salieron en el Cañadón Mula Muerta ni en el camino a Samaklay. Por la dirección del combate me di cuenta de que nuestras avanzadas quedaban muy lejos del objetivo; por lo que no pude cumplir la misión que me había asignado la Orden de Operación de la División: de unirme con el Destacamento Duarte Sosa sobre el Cañadón Mula Muerta" Capitán Augusto Guggiari (Jefe del Puesto Avanzado de Informaciones y Enlaces) "La maniobra de Pirizal fue montada a pedido del Capitán Duarte Sosa al Cmdte. del III Cuerpo, cuyo Sargento Garcete dijo "haber llegado en un patrullaje hasta las inmediaciones del Fortín Murgia, a retaguardia de Samaklay, y que entre Gondra y Pirizal existía un gran claro de terreno no vigilado por el enemigo, que facilitaba efectuar una maniobra en profundidad, que traería el derrumbe y destrucción de todo el sistema enemigo de Pirizal y Nanawa". El Plan de Duarte Sosa era ambicioso, muy acorde con el espíritu de su proyectista. La marcha se inició bajo los mejores auspicios, con mucho optimismo; mas a menos de una hora y media de marcha en la aproximación, la vanguardia tomó contacto violento con el enemigo, que se mantenía vigilante en sus posiciones fortificadas, obligando al ataque al despliegue y dispersión de sus fuerzas, y más tarde a aferrarse al terreno. Se había chocado con un enemigo sólidamente atrincherado, que según el Sargento Garcete, de quien se hizo responsable el Capitán Duarte Sosa y de éste el Comandante del Cuerpo "no debía encontrarse ahí". Desde un principio, todos los partes transmitidos, por el Puesto Avanzado de Informaciones, fueron desalentadores; no habíamos sorprendido y los sorprendidos éramos nosotros. El pique con hilo telefónico del enemigo no existía; los tiros de Artillería y Morteros enemigos eran muy eficaces y había muchas bajas. Durante todo el día 27 se combatió con intensidad, y tanto Ortíz Cabral como sus Comandantes subordinados urgían con pedidos de refuerzos denunciando la marcada actividad enemiga tratando de desbordar a las Unidades del ataque; refuerzos que fueron satisfechos dentro de la penosa precariedad con que se contaba. Al obscurecer amainó el combate, transmitiendo al Cmdte. de la División un Parte del Tte. Coronel Ortíz Cabral, informando: "Haber fracasado la operación; estar la tropa muy agotada y diezmada; no contar con medios logísticos para forzar la situación y alcanzar los objetivos fijados; y la conveniencia de considerar la posibilidad de un repliegue sobre la Base de Partida". El Cmdte. de la División contestó el Mensaje en estos términos: "Que informaría al Cuerpo sobre la situación general; que se asegurase sobre las posiciones alcanzadas; que trataría de enviarle los Refuerzos solicitados y que cualquier decisión superior le comunicaría". A las 3.30 del día 28 recibí la Orden de Repliegue de la División, la que fue de inmediato retransmitido a los diferentes Comandos subordinados. Las afirmaciones del Coronel Fernández y del Mariscal Estigarribia en sus respectivos libros, están lejos de la verdad; el Croquis de situación que figura en el Proceso, levantado en el mismo lugar de la acción después de Campo Vía, en base a los testimonios de testigos, demuestran cabalmente, no haberse llegado nunca al camino a Samaklay, y mucho menos, al Cañadón Mula Muerta, objetivos de la maniobra. La medida adoptada contra el Cmdte. de la D.I.4 fue absolutamente injusta. El fracaso de la maniobra no afectó el cuadro general de situación del Ejército en Campaña; fue una acción local frustrada, la que resaltó nítidamente, que ella fue montada sin haberse comprobado el Parte de Patrullaje del Sargento Garcete, que permitió una apreciación errónea del Cmdte. del III C. de E. en la operación por él montada y ordenada. El Fallo del Superior Tribunal Militar, justo, no pudo evitar las consecuencias dañosas de sus resultados, al privar al Ejército en Campaña de los servicios y de las luces de un Jefe, que tanto en la paz como en la guerra, orientó y formó a numerosos profesionales de nuestro Ejército. Y caso excepcional en este Jefe: asumió la responsabilidad total del fracaso de la Operación de Pirizal, sin intentar culpar a subordinados ni superiores de los errores cometidos, aceptando con estoicismo y supremo valor moral las consecuencias dolorosas del proceso, y acatando el Fallo de la Justicia, hasta en sus momentos más deprimentes". Capitán Carlos Castañé Decoud (enérgico, criterioso y calificadísimo Cmdte. de Batallón del R.I. 20 "Acá Yuasá") "El fracaso de la operación de Pirizal fue debido a que el Plan de Maniobra fue elaborado por el Cuerpo, en base de informes dudosos suministrados por una patrulla de Sub Oficial, efectuada un mes antes, no habiéndose atinado a verificar dicho reconocimiento, en vista de la acción, mediante una Patrulla de Oficial, que era lo reglamentario y lógico".

Hemos recabado también, la opinión del General Don Mushuito Villasboa, entonces Capitán Ayudante de Ordenes del Cmdte. de la D.I. 4; a quien cupiera distinguida participación e intervención en la maniobra de Pirizal, quien atento al pedido, nos ha hecho llegar la carta que transcribimos, que ratifica las declaraciones que formulara en el Proceso, ampliándolas a nuestro requerimiento. Dice "para mí ha constituido siempre un gran honor, haber prestado servicios durante la guerra en la Cuarta División de Infantería; y haber conformado la confianza y recibido siempre, la amistosa consideración de su Cmdte. en Jefe. Actué en la acción de Pirizal del 27-28 de Setiembre de 1933, como ayudante de Ordenes del Sr. Cmdte. de la Gran Unidad. La Operación se montó en base a la Orden de Operaciones del Cuerpo de Ejército No. 56 del 26 de Setiembre de 1933, sin concedérsele a la División tiempo suficiente para completar y perfeccionar las informaciones, (inicialmente proporcionadas por el patrullaje del Sargento Garcete en su exploración). Sin embargo, la División se aprestó a cumplir la Orden operativa, con confianza y optimismo. Se tomaron todas las providencias que aconsejan los Reglamentos Militares y las experiencias que habíamos adquirido en el curso de la campaña militar; se distribuyó concienzudamente la Misión entre las Unidades participantes, tratando de suplir con muy buena voluntad, las precariedades a que ya estábamos acostumbrados, sin rehuir la responsabilidad que nos correspondía hasta el más mínimo detalle. Sabíamos que en la oportunidad contaríamos con un sólo Regimiento experimentado y de fuerza coherente; el Mongelós de Caballería No. 3, y no obstante varias circunstancias que permitían hacernos pensar negativamente, iniciamos la marcha de aproximación del día 27 con desbordante entusiasmo, dispuestos a cumplir con nuestro deber, como siempre lo habíamos hecho a través de la sacrificada campaña militar. A menos de 1 hora y media de iniciada la marcha, no cubiertos aún los Cuatro kilómetros en dirección al objetivo y sobre el mismo itinerario que cumpliera el Sargento Garcete en su patrullaje, tomamos contacto violento con el enemigo, en un lugar, en que la Orden de Operaciones del Comandante del III Cuerpo de Ejército no había previsto. Habíamos chocado contra un enemigo posesionado en un Sistema Planificado, a juzgar por la actuación casi instantánea de su Artillería y Morteros. No obstante la sorpresa que recibimos, la Columna de Maniobra persistió hasta las diez en su desplazamiento ofensivo; en algunos casos rechazando a sus Guardias Avanzadas que fueron obligadas a retirarse hacia sus posiciones principales, y en casi todos los otros, obligándonos al despliegue y aferramiento al terreno, a fin de eliminar sus actividades de contra envolvimiento. Hasta ahí, no habíamos alcanzado ningún Pique enemigo y mucho menos, habíamos encontrado ningún tendido telefónico que nos orientase en los objetivos a alcanzar. Para las 16 toda la Columna estaba empeñada y habíamos utilizado un gran porcentaje de las Reservas y las Bajas que teníamos, ya incidían sobre la moral de las Unidades empeñadas. Los Partes que a esa altura del ataque recibíamos de los Comandantes subordinados, eran francamente desalentadores, y los pedidos de Refuerzos menudeaban. El ataque había sido frenado, habíamos pasado francamente del ataque a la defensa; no contábamos con medios para forzar la situación estática a que el enemigo nos había obligado; y sin ninguna predisposición de parte del Cmdte. del Cuerpo de modificar su concepción operativa o proporcionarnos los medios que creíamos indispensables para persistir en los objetivos ordenados. La información proporcionada por prisioneros capturados durante la jornada: "de que el Destacamento Luna (700 hombres) había llegado desde Samaklay en Camiones y que habían otras tropas en camino", obligó al Sr. Cmdte. Divisionario a comisionarme ante el Sr. Cmdte. del Cuerpo, con el objeto de llevarle personalmente todas las informaciones que fueren necesarias para completar las noticias que servirían al Comando Superior para completar su Cuadro de Situación. Marché a Nanawa, informé detalladamente de la situación general, aporté todos los Partes recibidos de los Comandantes subordinados durante la jornada e insinué al Cmdte. del Cuerpo que, "de no facilitarse los medios necesarios para forzar el ataque en dirección a los objetivos, el Cmdte. Divisionario era de parecer: "procederse a repliegue de las Unidades de Combate sobre su Base de Partida" o en su defecto, "expresarnos con claridad SU INTENCION, dentro de la situación general en los resultados obtenidos". El Señor Comandante de Cuerpo, sin otra alternativa, ordenó a las 2 horas del día 28 de Setiembre el repliegue general, subordinando el mismo a lo que aconteciese al clarear el día, en la creencia de que durante la noche, el enemigo habríase retirado del combate, abandonando sus posiciones defensivas. A las 4,30 se inició el repliegue, sin ser sentido por el enemigo, que se mantenía alerta en sus posiciones. Estimo personalmente, que la medida adoptada por el Sr. Cmdte. del Cuerpo contra el Cmdte. de la División por el fracaso de la Operación, fue injusta, y si hasta se quiere, descalificadora. Nadie puede dejar de reconocer la grandeza histórica del insigne y glorioso defensor del Fortín Nanawa; mas tampoco podemos comprender ni aceptar una sanción moral, que de cualquier manera nos ha alcanzado a todos los componentes de la D.I.4 en un revés que tuvo ribetes de victoria, al no permitir al enemigo, mejor dotado en ese momento en el campo de batalla, a conseguir su objetivo: de destruir a las Fuerzas Nacionales que operaban en el ataque. De cualquier manera, la ausencia del Teniente Coronel Bray constituyó una resta valiosa al esfuerzo nacional y el ingrato acontecimiento de su procesamiento, un motivo de dolorosa frustración y una razón de honda preocupación en la vida de la Gran Unidad.

Elevados los antecedentes del Sumario al Juez de la 1a. Instancia Militar del III Cuerpo de Ejército, el mismo, tras hacer consideraciones en AUTOS, "sobre las dificultades surgidas en el período de la instrucción sumaria, viciando y obstruyendo fundamentalmente el juicio para el pronunciamiento de la Causa, expresa: "que a pesar de todo, en el Proceso se han acumulado datos suficientes para su juzgamiento; y que el hecho de haber el Ministerio Fiscal desechado tres de los cinco capítulos de Cargo, por carecer ellos de importancia decisiva (1. Que el Cmdte. Divisionario no empleó sus fuerzas en forma coordinada; 2. Que en la ejecución de la Orden de Operaciones del Cuerpo actuó con vacilaciones y mucha sentimentalidad; 3. Que ordenó el repliegue sin consultar ni considerar la situación táctica de las Unidades empeñadas al dictar la Orden de repliegue, facilitaban la prosecución del mismo en los dos Cargos subsistentes: 4. Que elevó un Parte falso y 5. Que para la ejecución de la maniobra no empleó todas las fuerzas a su disposición". "Que las declaraciones y pruebas acumuladas en el Sumario instruido, permiten las siguientes consideraciones: 1. Que la D.I.4 tomó correctamente todas las disposiciones tendientes a cumplimentar debidamente la Orden de Operaciones del Superior; 2. Que durante el desarrollo de la maniobra las Fuerzas Armadas habían sido frenadas por el enemigo, muy lejos de sus objetivos; 3. Que las Reservas y los refuerzos empeñados, fueron empleados por los Comandantes subordinados de acuerdo a las necesidades tácticas creadas por el mismo combate, en todos los casos, para cubrir claros del terreno, reemplazar las bajas producidas y extender "martillos" de seguridad en los flancos amenazados por la presión enemiga; 4. Que la situación estática a que fue sometido el ataque a partir de las 10 del día 27, se debió única y particularmente a la disposición del enemigo dentro del campo táctico, en posesión de la "Iniciativa" y "Libertad de acción" operativa; 5. Que de los testimonios acumulados en AUTOS, se deduce que el Cmdte. Divisionario, durante y en todas las fases del combate, en los días 27 y 28, actuó de acuerdo a las noticias e informes que le fueron elevados por los Comandantes subordinados; 6. Que los refuerzos recibidos por el enemigo inmediatamente de iniciada la operación fueron determinantes en el combate, al elevar considerablemente los efectivos enemigos, taponando todos los accesos, dando vigor a la 1a. defensa; 7. Que la confirmación por el ataque, que el enemigo tenía cubierto con sus fuegos y con sus líneas todos los lugares en que se desarrollaba la acción, en contradicción con los Informes proporcionados por el Sargento Garcete, dejó en poder del enemigo "La iniciativa" que era substancial para el ataque; 8. Que el contacto que se tomó con el enemigo a las 6,30 horas del 27, en el transcurrir del día hasta el mismo momento de producirse el desprendimiento (4,30 a 7 horas del día 28), de parte del enemigo fue firme, sostenido y enérgico; 9. Que la intención de proseguir el ataque estaba subordinado a la situación general, muy clara para el Cmdte. Divisionario: "El ataque había perdido continuidad y vigor; no se contaba con los medios indispensables para modificarlo"; 10. Que el repliegue ordenado por el Cmdte. del Cuerpo a las 2 hs. del día 28, aún ajustado a determinadas condiciones impuesta por el Mando Superior, ha sido acertada, y fue cumplimentada con responsabilidad. La maniobra estaba fallida, no restaba en esas condiciones otra cosa que hacer, salvo que el Cmdte. del Cuerpo hubiese introducido una variante en su Orden original", (que tampoco lo hizo). En consecuencia (continúa expresando el Juez de 1ra. Instancia), "analizados los hechos, de conformidad al espíritu y términos del artículo 94 del Código de Procedimientos Militares, conforme lo hace el Ministerio Fiscal en su LIBELO ACUSATORIO, no corresponde: no puede presumirse de FALTA DE OBEDIENCIA en el cumplimiento de la Misión por el Cmdte. de la D.I.4, el hecho de no haberse alcanzado el ÉXITO BUSCADO; desde el mismo momento que se tomaron todas las disposiciones reglamentarias para conquistarlo, se combatió intensamente y se empeñó toda la Columna de Maniobra a sortear los factores adversos que se oponían a su progresión. Los testimonios acumulados en el Proceso no prueban la posición del Ministerio Fiscal en el LIBELO producido al intentar demostrar "NEGLIGENCIA o IMPERICIA" en la Conducción Divisionaria (el Teniente Coronel Bray, pocos días antes de la Maniobra de Pirizal había sido citado por Orden del Cuerpo, resaltando sus excepcionales actitudes en la defensa del Fortín Pirizal). "Tampoco cabe (continúa el Juez de 1ra. Instancia) acceder al pedido de la Defensa en el SOBRESEIMIENTO que solicita para el encausado. El estado actual de la CAUSA, ventilada hasta el final del procedimiento, ha llegado al Estado de Sentencia Definitiva, y ésta se produce: condenando o absolviendo, de conformidad al art. 136 del Código Penal Militar. POR TANTO, de conformidad con las disposiciones pertinentes del mismo, juzgando en definitiva: FALLO: ABSOLVIENDO AL TENIENTE CORONEL ARTURO BRAY EN LA CAUSA SEGUIDALE POR SUPUESTOS DELITOS CONTRA EL SERVICIO Y OTRO. REGISTRESE, NOTIFIQUESE Y EJECUTORIADA LA SENTENCIA, DECRÉTESE LA LIBERTAD DEL MISMO. (Fdo.) Villagra Maffiodo. Mayor As. y Juez de 1ra. Instancia Militar del III C. de Ej.".

 

Era el 16 de Mayo de 1935. El desgraciado procesamiento del Comandante Bray habíase iniciado el 12 de Octubre de 1933: 570 días que sirvieron para cubrir en injusta tiniebla, los fulgores diamantinos y las nobleces de un soldado, que desde las mazmorras tenebrosas del Penal Casadeño, seguiría dando glorias al Ejército en Campaña, a través de la ejecutoria, el carácter, el espíritu y el sacrificio de cientos de Jóvenes Oficiales formados en nuestra vieja Escuela Militar, bajo la ilustre solvencia moral y profesional del que fuera uno de los Maestros más completos que tuvo la Juventud Militar del Paraguay de ante guerra: el Teniente Coronel Don Arturo Bray.

 

 

Sin embargo, los cabos sutiles de la trama estaban, aún, sólidamente añadidos, permitiendo la prosecución del Proceso. Había que encontrar la "cabeza de turco", al gran culpable de la maniobra de Pirizal (como en su denuncia solicitaba el Cmdte. del III C. de E.): No interesaba la verdad de los hechos, ni el testimonio de gloriosos soldados que desfilaron con su verdad y su injusticia en el voluminoso expediente del Proceso; ni el FALLO absolutorio de un Juez justo, ecuánime y humano. Se había pedido UN CULPABLE DEL FRACASO, no la substanciación de faltas que se habrían cometido durante el desarrollo de la operación. La Instrucción Sumarial tenía un fundamento bien definido, DESLINDAR RESPONSABILIDADES, que no empalideciesen las reconocidas glorias del Defensor máximo del Fortín Nanawa; y el Fiscal del III C. de E. APELO la sentencia dictada por el Juez de Primera Instancia, satisfaciendo una VANIDAD, que seguiría restando al esfuerzo nacional, la capacidad profesional y las experiencias de un gran Comandante Divisionario.

Interpuesta la apelación, el Fiscal General del Excmo. Tribunal de Apelaciones, solicitó la revocatoria de la sentencia absolutoria "por no estar encuadrada a derecho"; y en consecuencia "condenar al encausado a sufrir la pena pedida por el Fiscal del III C. de E. en su LIBELO ACUSATORIO", con argumentaciones en las que abunda en consideraciones de Orden Procesal y concediendo otras interpretaciones a las declaraciones prestadas en Causa por los numerosos Jefes y Oficiales: todos ellos soldados simples, que sólo conocían de "sudor, sangre y muerte", en cuyas almas no se anidaban el odio ni hacían "migas" la arrogancia ni las mezquindades; exponiendo el magistrado un extraordinario conocimiento de las Leyes de su especialidad y con una acabada demostración de desconocimiento de las Leyes y Reglamentos Militares, que en su acoplamiento son determinantes, para el juzgamiento de los hechos de una operación militar. El Superior Tribunal Militar designó al Capitán de Reserva Luis Vallejos (de oficio) para asumir la defensa del encausado en esta nueva fase del proceso, quien en uso de sus facultades se expresa con el siguiente alegato: "que en tiempo y lugar vengo a contestar las expresiones de agravios formuladas por el Fiscal General, a raíz de la apelación interpuesta por el Fiscal del III C. de E. contra la Sentencia del Juez de 1ra. Instancia Militar de la misma Gran Unidad, en favor de mi representado. He de contestar todos los CARGOS y destruir todos los argumentos del Ministerio Fiscal, en sus partes de conclusión. LA ORDEN DE REPLIEGUE: sobre la que Sr. Fiscal del III C. de E. ha fundamentado su LIBELO ACUSATORIO, no constituyó desobediencia al Superior, esa Orden fue dictada por el propio Cmdte. de Cuerpo y se sugirió de conformidad con la letra y el espíritu de los Reglamentos Militares, que conceden al subordinado la Facultad de la iniciativa, en vista de una situación que la Conducción Divisionaria consideraba necesaria y que estaba librada a su responsabilidad dentro de las fluctuaciones del combate. Los Principios de la Conducción son rígidos, como no lo son las Leyes Procesales, que en todos los casos deben adaptarse a los hechos y circunstancias. La guerra es todo movimiento, oportunidad y sorpresa; en la que la sorpresa operativa y la rapidez de ejecución constituyen factores determinantes, tanto para el que ataca como para el que se defiende. Una maniobra erróneamente concebida o ejecutada, faculta al subordinado a modificar la Orden recibida, ajustándola al momento crítico correspondiente. La situación general del ataque en la Maniobra de Pirizal, frenada su progresión, muy lejos las Columnas de sus objetivos, obligadas a pasar del ataque a la defensa por presión del enemigo, imponía una modificación y hasta rectificación de la Orden original, que de ninguna manera podían constituir atentatorias a la disciplina, como lo insinúa el Ministerio Fiscal dictaminante. QUE EL REPLIEGUE FUE EXTEMPORANEO: Tampoco lo fue; el mismo estaba subordinado a una determinada situación táctica, cuya responsabilidad en ese momento la ejercía el Mando Divisionario, en forma plena y única; que la asumió sin limitaciones, tras una correcta apreciación, y teniendo a mano los únicos elementos de juicio que la guerra moderna facilita al Jefe para sus decisiones: las noticias e informes de los subordinados. La operación en sus objetivos había fracasado, la idea de maniobra del superior ya no era realizable; en consecuencia, la  misión recibida no podía subsistir. El Cmdte. del Cuerpo tenía el deber de modificarla supeditándola a las nuevas circunstancias surgidas: y no lo hizo; a pesar de la amenaza que significa la reacción enemiga, cuyos resultados pudieron dejar incalculables consecuencias. Toda HIPOTESIS debe asentarse en realidades; en la guerra no se cuenta con LA CERTEZA, porque de ser así, no se tendrían Batallas perdidas. En toda situación de guerra existe un factor desconocido, una incógnita misteriosa, que no se despeja sino a "posteriori": el enemigo en su voluntad. En Pirizal no se pudieron vencer al enemigo en su resistencia, ni producir el cerco. Los testigos están acordes en expresar: "que la resistencia enemiga era porfiada, sostenida y enérgica", "que causó bajas importantes" y "que se podía observar desde las propias líneas, la existencia de posiciones defensivas organizadas" (declaración del Capitán Cirilo Rivarola, Tenientes Gutiérrez, Narváez, Obando, Narváez, Gill Solalinde, Sánchez, Servían, Villagra y Sargento Meza). QUE EL ENEMIGO ESTABA EMBOTELLADO: Este criterio del Sr. Fiscal no es profesional ni técnico; a más de no significar nada en el léxico militar, en la vulgaridad de su empleo no encontramos otra interpretación (que el Sr. Fiscal no la quiere reconocer, a pesar de su constancia en AUTOS), "que el gollete del envase no estaba cerrado, y que por grande y fuerte sea la botella, por allá se vacía el contenido"; en igual forma de lo acontecido en la maniobra: no se llegó al objetivo, las vías de comunicación del enemigo estaban aseguradas y abiertas hacia su retaguardia y que si bien nuestro esfuerzo fue grande y sacrificado, nunca podíamos haber cerrado el "gollete del embotellamiento" (como sostiene el Fiscal), por donde de cualquier manera se habría escurrido el contenido. QUE NO EXISTIAN PARTES ALARMANTES: discrimina el Sr. Fiscal General, en su apreciación profesional, y no se detuvo para informarse en el voluminoso expediente de las declaraciones del teniente coronel Ortíz Cabral, mayor Cáceres, capitán Gill Solalinde, capitán Cirilo Rivarola, que le hubiese evitado la equivocada como irresponsable afirmación.

EL PERITAJE: al que apeló el Fiscal General, con el objeto de dar fuerzas de convicción a las argumentaciones expuestas, lo consideramos "esquemática"; las apreciaciones vertidas por el Perito constituyen en el proceso, una brillante exposición de ideas, y no aporta en las actuaciones que se siguen otras luces que no sean la de algunos principios reglamentarios, que en todos los casos no han sido ajustados a las Causales de este Proceso. LA VOLUNTAD DE VENCER, que constituye otro de los argumentos muy mal empleado e interpretado por el Ministerio Fiscal: es un Principio táctico, que siendo muy viejo, resulta siempre nuevo. Pero hemos de entender, que esa voluntad de vencer, no puede constituirse en un capricho terco, en una porfía criminal por alcanzar objetivos inalcanzables, y convertirse en un atropellado afán de arrasar con todo; en una manía desordenada de despreciar las dificultades existentes y evidentes, hasta constituirse en humores personales, que degenerados en pedantería, haga que deje de ser una espléndida virtud para convertirse en insigne estupidez. "Quien se empeñe en una batalla, sabiendo de antemano que la va a perder, es más que un tonto, un criminal", lo que ha dicho Napoleón Bonaparte. LAS DECLARACIONES CONTRADICTORIAS DEL CAPITAN DUARTE SOSA EN EL PROCESO: sobre las que el Fiscal del III C. de E. ha producido su LIBELO ACUSATORIO, constituyen elementos de juicio sin solvencia moral, que sólo demuestran estar atado a obscuros intereses y que denotan, además, falta de responsabilidad y de capacidad en la conducción de su Unidad, como lo vamos a demostrar: Afirma Duarte Sosa, "que su situación era buena al producirse el repliegue", preguntamos al Ministerio Fiscal: si esa situación era buena por qué no prosiguió la marcha hacia su objetivo, conforme la Misión que se le había asignado?. En el Parte que eleva al Comando Superior a las 16,40 del día 27 expresa: "Sigo esperando contraataques enemigos; me he organizado defensivamente a más o menos 700 metros de "MULA MUERTA"; he utilizado todas mis Reservas; solicito Refuerzos"; ¿esa situación puede considerarse satisfactoria en la Misión que tenía que cumplir, y que era la principal de la Maniobra?; en su Parte de las 19,30 dice: "No estoy en condiciones de dar al Comando una situación definitiva de mi Unidad". En qué quedamos: En la guerra, debe conocer el Sr. Fiscal, nada hay definitivo, y menos que nada una apreciación: "Cuando los vaivenes del combate, en el flujo y reflujo de las acciones y reacciones, todo está variando, modificando y cambiando en forma inesperada, todos los Reglamentos del Mando, incluyen la obligación de comunicarla al Superior inmediato". El Capitán Duarte Sosa, perdido en sus propias responsabilidades, atinó recién después de cumplido el repliegue, durante las actuaciones sumariales, a cumplir con su obligación de información, como no lo había hecho durante el combate, frente al enemigo; y esto no es propio de un soldado, de un caballero. LA ORDEN DE RETIRADA DICTADA POR EL COMANDANTE DE LA DIVISION FUE ARBITRARIA: Contestamos al Ministerio Fiscal: No puede ser arbitraria una Orden dictada por el Comandante subordinado en cumplimiento de una Orden superior. La retirada fue ordenada por el Cmdte. del Cuerpo (telefónicamente) a las 2 del día 28 y retransmitida por la División a las Unidades empeñadas a las 3,30 a 7 del 28 de Setiembre; sin presiones de ninguna clase y por espontánea determinación del Superior. La condición de: "comprobarse antes de la retirada, si el enemigo permanecía en sus posiciones del día anterior, también fue cumplimentada y consta en AUTOS, por expresa declaración de los Comandantes Subordinados (Ortíz Cabral, Cáceres y Duarte Sosa)

MAL EMPLEO DE LAS RESERVAS. A lo largo del Proceso, y en todas las actuaciones producidas, los numerosos testigos que aportaron en el Sumario, unánimemente han expresado: "Todas las Reservas y Refuerzos recibidos durante el día, han sido utilizados en extender los "Martillos de Seguridad", en cubrir claros en el terreno, suplir las bajas producidas y fortalecer las líneas en general. Los Comandantes subordinados no tuvieron oportunidad de forzar el ataque, con el empleo de las Reservas y Refuerzos que recibieron durante la acción, "por habérselo permitido el enemigo, que desde el primer momento obtuvo y mantuvo "Libertad de acción operativa sobre el ataque". Vale decir, que los Comandantes subordinados cumplieron dentro de las fluctuaciones propias del combate. Y estos preceptos constituyen frutos de copiosas experiencias y no admiten mistificaciones: "Quien se aparta de ellos, por mal camino anda, y no solamente anda, sino a remolque de su falta, van los otros" CREO (continúa el Defensor de la Causa, Capitán Vallejos) Excmo. Tribunal, no haber dejado cargo alguno sin contestar, conforme a la lógica y la razón, las cuales en todo momento, fueron apoyadas en hechos probados en AUTOS. Y siendo así, os pido la confirmación de la sentencia absolutoria dictada por el Sr. Fiscal de 1ra. Instancia Militar del III C. de E., por haber sido ella dictada dentro de la más estricta justicia.

El 14 de Julio de 1935 el Superior Tribunal Militar RESUELVE: "Confirmar la Sentencia del Inferior que absuelve al Tte. Coronel Arturo Bray en esta causa seguídale por supuestos delitos contra el servicio y otros, y en consecuencia ordena la completa libertad del encausado, librándose para su cumplimiento Oficio telegráfico al Comando en Jefe del Ejército en el Chaco. Regístrese y remítase un ejemplar a la Auditoría con el Ejército en el Chaco. Fdo. Cnel. Alfredo Mena. Presidente del Superior Tribunal Militar. Hay un sello.

 

El telón había sido bajado; el drama llegado a su final. Entre bambalinas quedaron sufrimientos morales, amarguras y frustraciones dolorosas; con ellas, la injusticia tramada por un héroe nacional, cuya grandeza se pierde un poco, en el laberinto de las pasiones humanas, dejando en el pedestal donde reposa su nombre con sus glorias, la innoble actitud de un soldado, con que se intentó destruir a un hombre, cuyas virtudes se acrecentaron en la celda carcelaria, dando pureza de oro a su valor moral y a la entereza de su abnegado sacrificio.

 

Pero la madeja tenía aún, mucho hilo que desenredar; y al Coronel Luis Irrazábal, el reconocido y glorioso defensor del Fortín Nanawa, habría de alcanzar las salpicaduras morales del mismo Proceso en su carácter de "inculpado", para responder ante el Juez de 1ra. Instancia Militar de la misma Gran Unidad cuya Comandancia en Jefe había ejercido, "POR TENTATIVA DE DESTRUCCION DE ACTUACIONES JUDICIALES MILITARES EN EL PROCESO SEGUIDO AL TENIENTE CORONEL ARTURO BRAY", cuya prisión preventiva y confinamiento en la Isla Peña Hermosa, el citado Juez Militar de 1ra. Instancia Militar había ordenado por A. No. 1060 del 15 de junio de 1935. El documento dice así: "Asunción 15 de Junio de 1935. A. No. 1060. Al Coronel Don Luis Irrazábal. Presente. Para su conocimiento y cumplimiento se le transcribe la Orden S. R. Nº. 164 de fecha 6 del mes en curso, del Ministerio de Defensa Nacional: Asunción 6 de Junio de 1935. Orden S.R. No. 164. Al Estado Mayor General. Guarnición. Transcribo a ese Estado Mayor General la nota S.P. No. 423 del Comando en Jefe del Ejército en el Chaco: Cuartel General Junio 1º. de 1935. Al Ministerio de Defensa Nacional. Asunción. A los efectos pertinentes cúmpleme transcribir a continuación el Oficio No. 300 del Juzgado de Instrucción Militar del III C. de E. referente a la prisión preventiva y reclusión en la Prisión Militar de Peña Hermosa decretada contra el Coronel Luis Irrazábal, cuyo tenor es como sigue: "Puesto Moré" 25 de Mayo de 1935. Al Comandante en Jefe del Chaco. Gran Cuartel General. Oficio No. 300. El Juez de Instrucción Militar del III Cuerpo de Ejército que suscribe, se dirige a ese Comando en Jefe, en el sumario instruido al Coronel Don Luis Irrazábal, por supuesto delito de tentativa de destrucción de actuaciones judiciales militares en el Proceso seguido al Tte. Coronel Don Arturo Bray, comunicándole a los efectos de su cumplimiento, que en esta fecha este Juzgado ha dictado AUTO de prisión preventiva contra el nombrado Coronel Irrazábal, quien deberá guardarla de conformidad a la Orden General respectiva, en la Prisión Militar de Isla Peña Hermosa, donde estará a disposición de este Juzgado. Fdo. Ángel Florentín Peña. Cap. y Juez Militar de 1ra. Instancia del III C. de E. Ante mi Domínguez. Of. de Adm. de 3a. y Secretario. Hay un sello, Fdo. José F. Estigarribia. General y Cmdte. en Jefe. En consecuencia, ese Estado Mayor dispondrá el cumplimiento del Auto de prisión preventiva dictado por el Juez de 1ra. Instancia Militar del III C. de E. contra el Coronel Luis Irrazábal, en la mayor brevedad posible. Fdo. Rojas, Ministro. Por consiguiente se servirá estar listo para trasladarse a la Prisión Militar de Peña Hermosa con el "Ciudad de Concepción" que saldrá del Puerto de esta Capital el día Viernes 14 de los corrientes. Núñez. Coronel y Jefe del Estado Mayor General del Ejército. Hay un sello. ACOTAMOS: Pero en fecha 10 de Julio de 1935 el Superior Gobierno de la Nación promulgó su Ley de AMNISTIA GENERAL para todos los ciudadanos que revistan en las filas del Ejército Nacional por delitos y faltas cuyo juzgamiento corresponde a los Juzgados y Tribunales Militares, a cuyos beneficios se sometió el Coronel Irrazábal, para librarse de la acción de la Justicia Militar.

Al tenor del documento que hemos transcripto, puede el paciente lector juzgar todas las dificultades que tuvo que vencer Arturo Bray para probar su inocencia. Hemos aprendido en la vieja Escuela Militar: "que el Jefe debe tener desarrollado al más alto grado EL SENTIMIENTO DEL DEBER, en una clara conciencia de sus obligaciones morales. El se debe al Camarada en cuerpo, honor y alma. No debe constituirse en expresión de odios, y sí, en el receptáculo de todos los momentos espirituales del subordinado. Debe inspirarse en la justicia y en la dignidad, para ganarse su confianza, su respeto y su consideración, tratando de alentarlo, elevando su personalidad, en todo lo que en ella haya de valorizable. El Comandante del IIIer. Cuerpo no fue justo, y más tarde se vio forzado a apelar a recursos, que son aún más graves, cuando se tiene en cuenta que estaba en juego, con la vida misma del camarada, el pundonor militar de un amigo.

Vale la pena, en esta oportunidad, transcribir el juicio histórico con que nos ha honrado un estudioso de nuestra historia, Veterano de la guerra del Chaco y sobreviviente del Regimiento "Acá Yuasá", el Tte. Coronel Don Antonio Granada, quien al referirse a las acciones de Pirizal nos dice: "La actitud del Capitán Duarte Sosa (Comandante del Destacamento de su nombre en la citada maniobra) al viajar a Nanawa a espaldas de sus superiores jerárquicos, tratando de justificarse en las informaciones falsas que había proporcionado al Cuerpo y sobre las cuales fue montada la operación, tergiversando a su gusto los hechos y achacando toda la responsabilidad a Bray, constituyo una actitud anti reglamentaria e insólita, que puso al Cmdte. del Cuerpo en la incómoda posición de debilidad ante el inferior. "En mi opinión, la maniobra no dio los resultados que se esperaba, porque la misma estaba basada en una información dudosa y porque a la División no se le proporcionó los medios necesarios para vencer a un enemigo mejor dotado logísticamente y convenientemente desplegado sobre posiciones fuertemente organizadas. "Durante el desarrollo de la operación se cometieron errores de conducción en todos los Escalones (lo que es normal); pero de ahí, a querer achacarle al Cmdte. Divisionario toda la responsabilidad del fracaso, hasta hacerlo pasible de las penalidades contempladas para delitos de "Traición a la Patria", hay un abismo de tremenda injusticia y barbaridad, que solamente pueden caber en mentes posesionadas por intereses de una mezquindad inquietante. "Durante los procedimientos no hubo ningún interés de aclarar los hechos y mucho menos de apresurar las actuaciones, que a más de deficientes, nunca reunió los elementos de convicción que justificarán la formación de CAUSA; en un momento en que a ninguna autoridad le asistía el derecho de restar valores al esfuerzo nacional. "Mas, ha de recogerse como una lección de moral Militar la conducta del teniente coronel Arturo Bray, a quien mucho honró el hecho de haber asumido la responsabilidad total de lo acaecido en "Mula Muerta", librando de toda culpa a sus subalternos y de toda culpabilidad al propio Comandante del Cuerpo, como consta en la Nota que elevó al inmediato superior a las 19 horas del día 28-IX-33". En el curso de la campaña militar del Chaco hemos observado, no sin sentido malestar, que era habitual que de las victorias alcanzadas siempre se alzase con las glorias el Comandante de las Unidades exitosas, sin contar para nada el sacrificio sufrido por el que había contribuido a lograrlas, desde los mismos escalones de fuego y de combate; como que también, para todos los fracasos se buscaron y encontraron culpables propiciatorios: Boquerón es el primer ejemplo, donde se achacó a la falta de experiencia de los cuadros subalternos, el haberse adoptado dispositivos falsos y haberse forzado el ataque sin reconocimientos previos; en Saavedra fueron también los subalternos los culpables de la "matanza" del lº al 10 de Diciembre en el famoso "Paseo Militar", en el que una División reforzada (la mejor con que contaba el Ejército en Campaña), marchó a obscuras sobre un objetivo no muy bien especificado y guiado por "una estrella vespertina" que la condujo efectivamente, a donde menos teníamos que haber llegado; en Platanillos costó el procesamiento del Mayor Castagnino, ante el ataque de toda una División de Infantería enemiga con Artillería y apoyo de la Aviación, a su esquelético y heroico Regimiento Valois Rivarola de 475 plazas; la retirada de la gloriosa Primera División de Infantería del Kmt. 7 de Saavedra a Gondra, que constituyó toda una proeza de valor y capacidad, costó el traslado del Coronel Fernández a puestos secundarios en la retaguardia; en Strongest fue el Tte. Cnel. José Rosa Vera la cabeza propiciatoria, en un dispositivo que denunciaba, antes del cerco, total descuido del flanco izquierdo del 1er. Cuerpo de Ejército como lo hizo notar el Cmdte. de la D.I. 1 desplegado frente a Ballivián quince días antes de la Batalla por Cifrado al Sr. Cmdte. en Jefe; el 10 de Julio montada por el Alto Mando, se culpó al heroico Ytororo de la frustración de la maniobra, para caer a la misma terminación de la campaña militar, cuando ya no contábamos con efectivos combatientes, ni de reemplazos, con municiones ni transportes (constituidas las Unidades en esqueletos que hacían semejanza a un inmenso osario andante) en que los que no estuvieron en el sacrificio, los que han hecho de la historia de esa campaña militar un motivo de propaganda sectaria, nos apabulla con críticas, en las que antes que analizar razones, encuentran motivos, que son útiles a determinados intereses, que nada tienen que ver con la guerra misma. "El procesamiento del Cmdte. de la D. I. 4 fue injusta y altamente perjudicial, cayendo como queremos afirmarlo, en las mismas inconsecuencias que hemos explicado al referirnos a otros tantos fracasos que tuvimos a lo largo de la guerra; en los que los Cmtes. Superiores consideraron siempre los éxitos como de su única y exclusiva propiedad, ubicando los reveses en el "pasivo" de los inmediatos inferiores. Por eso, los que prestamos servicios durante la campaña militar desde las filas del R. I. 20 "Acá Yuasá" nos sentimos felices: No hemos merecido quizás alabanzas, pero tampoco recibimos críticas de nuestros Superiores: simplemente habíamos cumplido con el deber de la hora nacional, sin que nuestra modestia haya empalidecido las glorias; también logradas, por nuestro bravo Regimiento".

En el campo siempre misterioso de las emociones humanas, encontramos, que el hombre no puede penetrar en su búsqueda incesante de la verdad, hasta las profundidades insondables del alma humana, donde se generan los sentimientos y cobran vida, también, las pasiones. Luis Irrazábal y Arturo Bray fueron a lo largo de sus carreras, íntimos amigos, camaradas inseparables, fraternos hermanos de ideales ampliamente correspondidos. A cuarenta años transcurridos, nos seguimos preguntando: ¿Qué pudo haber ocurrido entre Agosto y Octubre de 1933 entre estos dos grandes amigos, que haya permitido ser ambos protagonistas principales de un suceso tan ingrato? ¿Celos profesionales? Influyó acaso el carácter altivo y orgulloso de Irrazábal, que no quiso entregarse a los resultados de un revés? ¿ambiciones de mando? ¿resabios de la vieja política sectaria, de los que estaban aún saturados muchos componentes de esa Gran Unidad?; pudo haber sido acaso, el resultado que dejó cierta visita a las líneas de fuego, de un político muy influyente de la Revolución del Año 1922?; o la influencia de "merodeadores" del Cuartel General del Cuerpo, que siempre resultan nocivas para la salud espiritual de una Gran Unidad?. Sólo Dios con su poder omnipotente lo sabe; para nosotros los mortales, pudo haber sido uno de ellos o todos ellos juntos, los que armaron la voluntad del Coronel Luís Irrazábal adoptando una conducta que de ningún modo hizo honor a la sublime grandeza del heroico y glorioso defensor del Fortín Nanawa.

Luis Irrazábal ha muerto, llevándose a la eternidad las razones de su espíritu; Arturo Bray vive aún, y en el tibio hogar donde descansa su retiro, jamás sus labios se abrieron para insinuar tan siquiera, un pensamiento, que tuviere que turbar la serenidad del sueño eterno del que fuera su Jefe, echando sombras sobre el recuerdo de una vieja amistad, que aún lastimándole el alma, vive aún consigo en los años idos de una mocedad que fue feliz y amplia en ideales logrados.

La Maniobra de Pirizal dejó al descubierto las obscuras pasiones que ensombrecieron siempre la vida nacional; y que aún, con la patria en peligro; no pudieron ser olvidadas.

Si bien la acción militar se caracterizó por el denodado empeño en el esfuerzo realizado, los resultados obtenidos en el campo Jurídico-Militar, fue de amargas enseñanzas y experiencias dolorosas, que sino debilitaron el esfuerzo de guerra, sirvieron para crear profundas inquietudes y grietas peligrosas en el tan necesario ambiente de la disciplina y la unidad.

La interpretación enfermiza que se dio al repliegue o retirada de la D. I. 4 como quiera llamársele, llevada a cabo ordenadamente, sin pérdidas de vidas ni materiales, que tampoco comprometió el Cuadro General de Situación del Ejército en Campaña, de ninguna manera pudo haber constituido un ACTO DELICTUOSO, como lo demuestra la Historia Militar a través de todos los tiempos, sin excluir a sus grandes capitanes. Limitándonos a los casos ocurridos en la Guerra del Chaco, encontramos: que ni para el desastre de Strongest; ni la retirada del 1er. Cuerpo de Ejército de Saavedra a Alihuatá, Arce y Fernández; ni para la dé Carandayty a Picuiba (con pérdidas graves en hombres y materiales), se haya incoado un Proceso Militar tan penoso como contradictorio, como el que mereció el fracaso de Pirizal.

Las actuaciones sumariales libradas, puso un momento de innecesaria incertidumbre en el espíritu del combatiente. Los Defensores de Pirizal, esos silenciosos, modestos y abnegados soldados del "Acá Yuasá" 20 de Infantería, no fueron correspondidos en sus afanes, con la iniciativa de odios y desconsideraciones promovidos por el Proceso Militar.

La confabulación alcanzó ribetes imprevisibles con el correr escaso de dos meses, en que también restaría del esfuerzo nacional los servicios invalorables del recio y orgulloso Comandante del IIIer. Cuerpo de Ejército, envuelto en sus propias pasiones e innecesarias actitudes contra el Mando Supremo del Ejército en Campaña.

La "sentimentalidad" que el Coronel Irrazábal encontró en la actuación del Tte. Coronel Bray en las acciones del 27-28 de Setiembre, honra en demasía al Comandante Divisionario. Según el historiador americano David Zook, autor del libro "La Conducción de la Guerra del Chaco", al referirse al tema (página 421 de ese libro) estampa: "constituye una flaqueza si se quiere, pero que solamente poseen los grandes de la historia en las guerras de la humanidad". A ese concepto queremos agregar nosotros: Que los sentimientos constituyen la razón humana que diferencia al ser racional de las cosas físicas y del continente frío e inexpresivo de la materia. Ofrecer la vida por un ideal constituye un renunciamiento supremo de lo único que el hombre no puede reponer. En igual medida debemos comprender, que la vida del ciudadano, que la patria puso en manos del soldado profesional para servirla, lo repetimos, no tenemos el derecho de malgastar; esa vida es de Dios y está al servicio de la sociedad; ninguna egolatría la puede usar para encumbramientos personales.

El Ministerio Fiscal (a falta de Cargos) fundamentó su Libelo Acusatorio en supuestas razones atentatorias contra la disciplina. Discrepamos con las mismas, tras un meditado análisis, por considerarlas anticuadas. LA DISCIPLINA constituye una virtud por la que el soldado conscientemente subordina su voluntad a una voluntad de mando, a un sistema, modalidad o intención, en la misión específica que cumple y que está consagrada por la Constitución, Leyes de la República y Reglamentos Militares de las Fuerzas Armadas de la Nación. Pero hemos de entender, que su observancia está sujeta a ciertas reglas que los Códigos modernos (entiéndase por moderno, la que arranca después del año 1904 con la Guerra Ruso-Japonesa) las contempla, concediéndole elasticidad, impuesta precisamente por los adelantos de la TACTICA. Un ejemplo: En la guerra contra la Triple Alianza, la Columna del Comandante Estigarribia en sus operaciones sobre Uruguayana (Banda Oriental del Uruguay) tenía que comunicar al Mariscal López en su Campamento de Paso Pucú, todas las alternativas de su progresión, sin autorización para proceder por propia iniciativa. Para el efecto se organizó una Cadena de Estafetas a Caballo, que cubría la distancia en un poco más de Ocho Días (Para llegar los Informes y entregar las Ordenes) con la pérdida de tiempo que significaban otras tantas modificaciones operativas, contrarias todas ellas, a la misión que tenía que cumplir. Vale decir que, aquel viejo concepto tan en boga, de: "quien manda, manda y cartuchera al caño" desapareció por exigencias de la Conducción Moderna, cuya adaptabilidad en todos los casos, quedo sujeta a la responsabilidad e iniciativa del subalterno, en la conciencia de que: "La guerra es todo movimiento, en los que la rapidez de concepción y ejecución provocan la sorpresa, con la que se logra la superioridad del combate". En la Campaña Militar del Chaco todas las batallas proyectadas por el Mando Superior, han quedado libradas en su ejecución, a la iniciativa de los Comandantes de Pelotones, Escuadrones y Compañías, que se constituyeron así, de acuerdo a las circunstancias, en los verdaderos "cerebros motores" de la Conducción. No podíamos perder el tiempo en comunicar noticias y esperar órdenes, en un medio operativo tan difícil como es el bosque, que exigía rapidez y resolución de acuerdo al momento crítico correspondiente; permitiéndonos alcanzar éxitos impresionantes, en los que el modesto Sargento, Teniente y Capitán pusieron por su cuenta y riesgo el peso de su formidable personalidad, en la culminación victoriosa del esfuerzo. Hemos de convenir también, que durante toda la guerra, ningún Jefe pudo ser ni fue, tan rígido con el subordinado en el cumplimiento de las Órdenes impartidas; se oponían a esa rigidez: la naturaleza del terreno, las improvisaciones, la falta de medios adecuados a las misiones asignadas, el estado sanitario de la tropa (permanentemente deficitaria) y con una Lista de Revista (de abnegados y heroicos Oficiales) improvisados en sus puestos, y que estaban muy precariamente identificados con las pragmáticas de las cuestiones militares. En esas condiciones, sorprendente nos resulta, que los Fiscales que intervinieron en el procesamiento del Comandante Bray, hayan desnaturalizado sus exigencias legales, concediendo a los hechos una valoración desproporcionada a las realidades que se vivieron; apelándose a la DISCIPLINA como Cargo de una CAUSA: que nunca tuvo acomodo en los artículos del Código Penal Militar.

Para apreciar los resultados obtenidos, el Sr. Comandante del Tercer Cuerpo de Ejército, y con él los Fiscales intervinientes, en ningún momento consideraron la capacidad combativa de las Unidades proporcionadas a la D.I. 4 para la maniobra. Los efectivos fueron reducidos (apenas los Regimientos con un 50 % de sus efectivos normales) y con un destacamento A. (Duarte Sosa) organizado al galope de las necesidades y circunstancias (con enfermos recuperados, personal de intendencia, y hasta con efectivos de un "Batallón de Rifleros Ríos Gallardo") que constituyeron cualquier cosa, menos experiencia y valor de combate. Y con Jefes, también improvisados en sus cargos, que se perdieron durante el combate, sin atinar dar al ataque la proyección que le correspondía de acuerdo a las Misiones asignadas.

Ya sobre el cierre del presente Folleto, hemos logrado dos colaboraciones, que las consideramos extraordinariamente útiles a los fines que perseguimos; que no pudimos escapar a la necesidad de su reproducción, aún hiriendo la modestia de los dos distinguidos veteranos: El Teniente Coronel de Caballería Don Dámaso Sosa Valdez:

Ex Cmdte. de Grupo de Escuadrones del R. C. 2 Coronel Toledo; ex Cmdte. del Valois Rivarola y ex Cmdte. de División en la Campaña del Parapití. Uno de los Jefes más criteríosos, medidos y experimentados que nos dejó la guerra del Chaco, que nos dice: "El día 27 de Setiembre de 1933, por Orden Superior, marché a Pirizal a constituirme con mi Escuadrón, como Refuerzo de la D. I. 4 en sus operaciones sobre "Mula Muerta". "Me presenté al Cmdte. Ortíz Cabral al filo de las 16,30, no sin antes haber experimentado unas veinte bajas durante mi marcha de presentación. "Sobre el pique de maniobra observé mucha confusión, y la desmoralización era patente". En el P. C. del Cmdte. Ortíz Cabral me informé de la situación: el ataque estaba frenado, estábamos muy lejos de los objetivos perseguidos; con el enemigo en posesión de la iniciativa. "Todos los Partes recibidos por Ortíz Cabral, eran confusos y contradictorios. "Quizás la intervención personal del Cmdte. Divisionario pudiese haber rectificado la situación; EL REGLAMENTO DE LA CONDUCCION DE LAS ARMAS COMBINADAS establece "EL COMANDANTE COORDINA ESFUERZOS MEDIANTE ORDENES IMPARTIDAS OPORTUNAMENTE Y UNA BUENA DISTRIBUCION DE TROPAS. Esa distribución se había hecho, al darse a cada Unidad la Misión que debía cumplir en el combate. "Lo que se oponía efectivamente a nuestra progresión era el enemigo, que no concedió a las Fuerzas Nacionales ninguna oportunidad de llegar a sus objetivos. "En esas circunstancias, entiendo, que el repliegue ordenado, era lo más prudente y atinado". El General de División Don Francisco Andino, constituye en las Fuerzas Armadas de la Nación, un ejemplo de austeridad, pundonor militar y responsabilidad histórica. Es muy limpia su tradición militar y muy honesta su conducta profesional. Durante la guerra actuó como Comandante del heroico "Regimiento Tuyutí" y de la V División de Infantería en la defensa del Fortín Nanawa; quien aporta al presente trabajo su opinión personal, con serenidad, madurez y notable valor moral. El Sr. General nos dice: "Nadie puede sacarle al Coronel Luis Irrazábal sus bien ganados méritos. "Se constituyó en pieza fundamental en la organización del III Cuerpo de Ejército, y después, en defensa del Fortín Nanawa, donde explotó maravillosamente sus notables aptitudes de CAUDILLO. "Pero esas mismas brillantes aptitudes, en cierto modo anularon otras interesantes facetas de su personalidad de militar: Al mostrar marcada predisposición en no saber escuchar a sus Comandantes subordinados, de quienes anduvo frecuentemente divorciado en el esfuerzo de guerra, dejándose influenciar por quienes, siendo asiduos visitantes de su Cuartel General, le crearon más de una dificultad en el manejo de la Gran Unidad. "Quiero creer que el procesamiento del Comandante Bray se debió a una de esas intervenciones desgraciadas de personas ajenas a la alta dirección del III Cuerpo de Ejército. "De cualquier modo, el recuerdo del Coronel Irrazábal está ligada a un glorioso acontecimiento militar y merece el respeto de la Historia; así como el Coronel Don Arturo Bray, es acreedor a la justiciera consideración de sus ex alumnos, camaradas y amigos, entre los que tengo el honor de contarme".

El frustrado intento sobre "Mula Muerta" dejó una lección: de que no se debe despreciar al enemigo considerándolo incapaz de actuar con la misma solvencia, decisión y voluntad de vencer con que queremos rodear el propio esfuerzo; una experiencia: que consiste, en saber apreciar, que para lograr el éxito debe interesar menos el prestigio personal del Jefe que la unidad de acción y de pensamiento en la conquista del objetivo, en beneficio del esfuerzo nacional; y que nunca debemos de olvidar (deliberadamente o no) los preceptos éticos y morales que constituyen la esencia misma de la Profesión noble del militar: "El concepto que durante toda una carrera ha merecido el Oficial, no debe fluctuar caprichosamente, hasta constituirse en una inconsecuencia". Si durante el Mes de Julio de 1933 el Teniente Coronel Don Arturo Bray mereció del Comandante del III Cuerpo de Ejército una Citación de Honor por Orden del día, "por su brillante actuación en la Defensa de Pirizal, destacando sus extraordinarias aptitudes de mando y conducción" (mediante la que se le acordó la Condecoración de la Cruz del Chaco en la Categoría de Cuerpo de Ejército) no pudo ser que a menos de dos meses después, el 12 de Octubre de 1933, mereciera el calificativo de "incapaz en la conducción de la D. I. 4", por el mismo Comandante en Jefe de esa Gran Unidad; soslayándose antecedentes, y permitiendo que el Fiscal del III Cuerpo de Ejército en su LIBELO ACUSATORIO y el mismo Fiscal General en la Apelación Interpuesta a la sentencia absolutoria del Juez de la 1ra. Instancia Militar, hayan ido mucho más lejos, al calificar las aptitudes profesionales del Teniente Coronel Arturo Bray de "derrotista" y "con mentalidad de vencido", olvidando estos señores del Ministerio Fiscal, que sólo tenían el derecho de clasificar los cargos incoados dentro de las leyes procesales y de ninguna manera calificar aptitudes profesionales cuyos derechos están exclusivamente circunscriptos al Tribunal de Calificaciones de Servicios Militares de las Fuerzas Armadas de la Nación.

¡Qué fácil y sin complicaciones resulta maniobrar con un ejército de artículos e incisos de las leyes procesales; y que difícil y doloroso nos resultó siempre, en la trágica realidad dé esa guerra, administrar la vida de los conciudadanos a nuestro mando: obligación que no estaba inscripta en los reglamentos y Códigos, pero que la llevábamos permanentemente en nuestras conciencias de hombres, de ciudadanos y de soldados!!.

 

ARTURO BRAY fue en esencia, prisionero de su propia capacidad y responsabilidad, víctima propiciatoria de los que entonces y ahora, en todo tiempo, antepusieron sus pasiones, a los intereses permanentes de la Nación.

 

Asunción, 25 de Agosto de 1972

 

 

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ARMAS Y LETRAS – MEMORIAS

TOMO III 

Obras del CORONEL ARTURO BRAY

LIBRO PARAGUAYO DEL MES, AÑO 1, Nº 12, Setiembre 1981

Ediciones NAPA  

Asunción - Paraguay

1981 (127 páginas)





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