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LEÓN CADOGAN (+)

  CURUZÚ YEGUÁ, 1961 - APOSTILLA A LA INTERPRETACIÓN PSICOANALÍTICA DEL CULTO A LA CRUZ EN EL FOLKLORE PARAGUAYO - Por LEÓN CADOGAN


CURUZÚ YEGUÁ, 1961 - APOSTILLA A LA INTERPRETACIÓN PSICOANALÍTICA DEL CULTO A LA CRUZ EN EL FOLKLORE PARAGUAYO - Por LEÓN CADOGAN

CURUZÚ YEGUÁ

(APOSTILLA A LA INTERPRETACIÓN PSICOANALÍTICA DEL CULTO

A LA CRUZ EN EL FOLKLORE PARAGUAYO)

Por LEÓN CADOGAN

(Villarrica, Paraguay)

 

 

REVISTA DE ANTROPOLOGÍA

Diretor: EGON SCHADEN,

Universidade de São Paulo

Faculdade de Filosofia, Ciências e Letras

Separata do volumen 9º, Nº 1 e 2,

Junho e Dizembro de 1961

 

 

“A cada paso el folklorista se encuentra con los efectos de una compenetración de elementos aborígenes con los hispanos y, más en general, los ibéricos. Distinguir con justeza la medida del aporte del indio en las formas de la Colonia ha sido y será siempre una tarea delicadísima, que envuelve enormes dificultades.” José Imbelloni, en Folklore Argentino, Buenos Aires, 1959.

 

Para el escritor argentino Goicoechea Menéndez, el duende o sátiro Curupí de la mitología guaraní “es todo lo bueno y amable de la vida…está en el humus de la tierra, en la flor, en el fruto; en todo lo que da vida y agiganta el alma… “; y citándole, dice el célebre literato J. Natalicio González: “Entre los genios menores de la mitología guaranítica, Curupí es el más feo y el más útil, el más sutil y más grosero. . Analizado en sus atributos y su esencia, viene a ser algo así como la manifestación antropomorfa de la fuerza creadora de la humedad. . La población campesina atribuye a la Cruz los atributos inmemoriales de Curupí…la Cruz se guaraniza, se convierte en Curuzú, y retiene el antiguo poder de Curupí de desencadenar la lluvia. Por eso, tras una larga sequía, es frecuente ver la procesión de Curuzú a través de la campiña paraguaya. . Pero es en las fiestas de Curuzú Yeguá, la cruz emperejilada, en las que revive con mayor pureza el viejo culto de Curupí. . El símbolo cristiano (la Cruz) aparece rodeado de todos los elementos silvanos, en un ambiente grato a Curupí…Al final de las ceremonias, se distribuyen los chipás (panes)…De este modo el culto de Curupí mezclado con las liturgias católicas, da origen a las fiestas anuales de Curuzú Yeguá”. (Bibl. 1, pp. 309/312).

 

El conocido folklorista Paulo de Carvalho Neto llega, por vía del psicoanálisis, pero citando a Goicoechea Menéndez y González, a la misma conclusión: para él serían los chipás, los panes que se reparten en

la fiesta paraguaya que se realiza el 3 de Mayo llamada Curuzú Yeguá en la Capital y sus alrededores (cruz engalanada), y Curuzú Pesebre en el Guairá (pesebre de la Cruz), los que simbolizarían a Curupí: “Curuzú-Yegua es la fiesta de la cruz. . Consiste en ornamentar la cruz, llamar a los vecinos, reír y bailar como en las fiestas en general. Pero se ornamenta la cruz sobre todo con chipás, es decir, con panes fabricados con harina de mandioca. . Se adora la cruz con estos panes, efectuándose un griterío de fiesta alrededor suyo. Después viene el reparto. La celadora de la cruz reparte los panes con los presentes. . Uno puede elegir lo que desea: ya sea una escalera; un hombre, una serpiente. Los panes están modelados con estos y otros símbolos. Ahora bien, la escalera, el hombre, la serpiente, por ejemplo, que ocurren por tradición folklóricamente, en la curuzú-yeguá del Paraguay ¿no son acaso símbolos sexuales? En la mayoría de los sueños, por lo menos, así lo son. Freud los tiene clasificados y apreciados. . La confluencia de la chipá-simbólica con la cruz en un mismo culto, es un evidente sincretismo. Lo que hace suponer que antes soló existía la adoración de los chipás símbolos, que la cruz fué admitida como disfraz de ceremonia ante el poderío jesuítico. Fue lo que Nina Rodrigues descubrió en el Brasil. . En la curuzú-yeguá la cruz representa al símbolo cristiano; los chipás son otros tantos símbolos, pero no cristianos. La cruz vino después; los chipás ya existían. Hasta podemos admitir que antes de aparecer los chipás existían aún los verdaderos fetiches primitivos que fueron después aniquilados. Se intentó reconstruirlos con chipás... ¿Está muy lejos de ser verdadera esta hipótesis? Parece que no, al considerar que otros autores - Goicoechea Menéndez y Natalicio Gonzalez - antes de nosotros, quieren ver la curuzú-yeguá como una supervivencia de un antiguo culto a Curupí. ¿Y quién es Curupí? preguntamos. Bien, Curupí es aquella entidad mitológica “cuyo miembro es tan disforme que alcanza en su pequeño cuerpo a dar una vuelta a la cintura”. En otras palabras, Curupí es una entidad fálica. La hipótesis de que la curuzú-yeguá sea supervivencia de un antiguo culto a Curupí no es del todo desechable. En la curuzú-yeguá la referida supervivencia podría comprobarse en los símbolos escalera, serpiente, cuerpo humano, y otros por el estilo. Dichos símbolos serían símbolos de Curupí. En la imposibilidad social (sic) de adorar a Curupí debido a la presión social jesuítica, los indígenas reprodujeron a Curupí por medio de panes, siguiendo el ejemplo de los sacerdotes católicos quienes reproducen a su dios cristiano también por medio del pan. Pero el disfraz no estaba completo. Entonces agregaron a Curupí-pan la cruz, y lograron la gran ilusión de la catequesis”. (Bibl. 2, pp. 266/69).

 

Fué la diferencia entre el Curupí de Goicoechea Menéndez y Gonzalez y el del folklore paraguayo: aquel, “manifestación antropomorfa de la fuerza creadora de la humedad que retiene el antiguo poder de Curupí de desencadenar la lluvia”; éste, “el más común de los demonios. . sátiro. . mito homuncular de falo enorme, hasta el punto de que el Curupí enlaza con él a las mujeres” (Bibl. 3, pp. 88/89); “duende lascivo a quien se sigue invocando al pié de su árbol consagrado el Kurupika'y  para conciliar el amor de una persona indiferente” (Bibl. 4, pp. 328/29), la que me ha inducido a examinar con algún detenimiento los elementos de juicio relacionados con la fiesta de Curuzú Yeguá y, por su relación con el tema, la costumbre de celebrar una novena en honor de la Cruz (como también de San Vicente Ferrer y posiblemente de otros santos también) impetrando el beneficio de la lluvia, llevarla en procesión solemne a un curso de agua y bañarla. La investigación no es, en manera alguna, exhaustiva, pero así y todo, los datos recogidos podrían ser utilizados para formular interpretaciones distintas a las de Natalicio Gonzalez y Carvalho Neto de ambas manifestaciones del Culto a la Cruz en el Paraguay, motivando el presente comentario.

 

Siendo nulos mis conocimientos de folklore ibérico y careciendo de toda bibliografía, he recurrido a Ralph Steel Boggs, Enrique Palavecino, Nieves de Hoyos Sancho y Flérida de Nolasco en busca de informes. También me han ayudado en la búsqueda Manuel García Blanco y Antonio Tovar, de la Universidad de Salamanca; Pilar G. de Diego, Madrid; Antonio Serrano, Mendoza; José Luís Perez de Castro y Paulo de Carvalho Neto, Montevideo; Félix Coluccio, Buenos Aires; Carlos Reyes Gajardo, Tucumán. El himno en guaraní y los datos referentes a Curuzú Labrele y Curuzú Bernardo los debo a don Antonio Cardozo, durante muchos años Secretario del Juzgado de Paz de la Colonia Natalicio Talavera (Guairá), y los informes referentes a la Cruz como Patrono de la Escuela Paraguaya me los suministraron don Gabino Melgarejo, de Villarrica, don Cristóbal Fonseca, de Mbocayaty y don Hilario Bogado, de Yataity, radicados ahora los dos últimos también en Villarrica.

 

Aunque tanto Gonzalez como Carvalho Neto describen la fiesta de Curuzú Yeguá, comenzaré por una brevísima descripción de esta fiesta tal como se realiza aún en el Guairá, zona en donde, como queda dicho, se designa con el nombre de Curuzú Pesebre (pesebre de la cruz).

 

El 3 de Mayo se construye un cobertizo (pesebre) para albergar la cruz que se desea honrar, utilizándose con preferencia ramas de yvyraoví (Helietta longifolia), pindó (palmas), amambái (helechos) y, cuando pueden obtenerse, adornándose con flores y frutas. De las ramas del pesebre cuelgan rosario manduví, fabricados de granos de maní, rematando a menudo cada misterio un chipá o un cubo de queso; de los extremos de los rosarios penden grandes chipás en forma de cruces. Generalmente estos rosarios son de 15 misterios, reservándose el más hermoso para el ñembo’é-‘yva (dirigente de los rezos) . Cuelgan también de las ramas del pesebre o cobertizo innumerables chipás (panes fabricados de almidón o almidón y harina de maíz, queso, huevos, leche y grasa) de distintas formas: animales, víboras, lagartos, vacas, caballos, pájaros, escaleras, cántaros, mesas, sillas, figuras humanas, estrellas ... En los suburbios de Asunción he escuchado la sentencia: Arriero tyvytá guasú chipá curuzú yeguá (individuo o sujeto de cejas grandes, parecido a chipá de la Curuzú Yeguá), la que tiene su origen en las enormes cejas que a veces se colocan a los chipás en forma de hombre. Proverbiales son las chipá lopí en forma de paloma. Cabe agregar que estos mismos panes o chipás se utilizan para agasajar a los concurrentes a una novena, a los ñembo’é pahá (último día de los rezos por el sufragio de un alma de difunto), las fiestas que se celebran en homenaje del santo tutelar, etc., pero que van siendo reemplazados, sobre todo en las ciudades o sus cercanías, por bizcochos y masitas que pueden adquirirse en compra, evitándose así varios días de trabajo el dueño o encargado de la cruz, etc.

 

La fiesta comienza al salir el sol, o antes, con salvas de petardos, cohetes, bombas de estruendo y, antiguamente, disparos de “cañones caseros” fabricados de trozos de caño, llamados cambarétas. Congregada la gente, se reza el santo rosario, habiéndose designado de antemano el director de los rezos o ñembo’é-‘yva. Los actos religiosos (rezos y, cantos) se alternan con juegos infantiles de diversa índole (llama la atención que Carvalho Neto omita toda mención del aspecto religioso de la fiesta). Se sirve mate amargo y dulce, aloja, mistela, clericó; y al mediodía, un abundante almuerzo. Al terminar la fiesta, ya tarde, se efectúa el pesebre yepo’ó, consistente en arrancar los rosarios manduví  y chipás, los que son distribuidos equitativamente a los concurrentes, pero reservándose una porción para algún invitado especial que no haya podido asistir. Dice Codas: “Todo esto es realizado y costeado por el dueño de la casa y personas promeseras y devotas de esa o otra cruz, y quienes hacen su contribución voluntaria como limosna sagrada. Es un día de fiesta del lugar, donde si bien hay otras cruces semejantes, se rinde esta fiesta a la más milagrosa”. (Bibl. 5).

 

Creo de interés cosignar que las cruces consideradas más milagrosas son a menudo las que rememoran muertes trágicas, violentas, y otras de orígen “misterioso”. La otrora famosa Curuzú Nicasio de Costa Mbocayaty, por ejemplo, señalaba el sitio en donde murió asesinado un tal Nicasio Pintos; Curuzú Juliana, en la antigua picada a Caaguazú, rememora a una residenta muerta por un tigre; Curuzú Bernardo, en Capi'-itindy, a un hombre joven, recién casado, fulminado por un rayo. De Curuzú Labrele (Laurel) o Curuzú Milagro, de Carobení, Villarrica, se cuenta que un vecino halló una Ocotea (laurel) con raíz en forma de cruz. Previa consulta con el cura, extrajo la raíz, la pulió y mandó pintar y bendecir, colocándola en una pequeña capilla edificada al propósito. Se hizo famosa por sus milagros, y proverbial la mistela de miel silvestre que se repartía a los devotos en su fiesta. Poseía caja y tambor, con los que se anunciaba el comienzo de los festejos de Curuzú Ara, el Día de la Cruz, 3 de Mayo. (Bibl. 6).

 

En la actualidad, como lo dice Codas, en la Curuzú Pesebre no se baila; pero hace relativamente poco, en ciertos casos la fiesta era celebrada tanto con rezos y cantos religiosos como con música profana y baile. En estos casos, el baile se realizaba generalmente a cierta distancia del “pesebre”; o, si la cruz estaba en una pieza, se bailaba en el ogagüy o espacio libre. Esta costumbre, como la de ejecutar música profana y a veces bailar en el velorio de un angelito (niño de corta edad) descripta por Carlos Zubizarreta en sus “Acuarelas Paraguayas”, ha caído en desuso.

 

Hasta hace relativamente poco, la Cruz era el patrono de las escuelas, honrándosela en muchas escuelas de campaña con fiestas similares a la descripta, costeada con contribuciones de los alumnos o sus padres, y a la que estos asistían. Se repartían premios a los ganadores de los diversos juegos. Al derrumbarse una escuela en Valle Pytã, Yataity, la cruz (cada escuela tenía la propia) fué recogida por los vecinos y colocada en una capilla edificada al propósito, y cada año se celebra una fiesta en su honor. (Bibl. 7).

El siguiente himno - uno de varios que se cantan aún en las regiones rurales - traduce el concepto en que el campesino tiene a la Cruz:

 

 

Oma' ẽ hápe oré rehé

poteĩ yvága yára

oñe mo-saingó nde rehé:

aco Cristo Ñande Yára.

Curuzú güi ña-ñepyrũ

 

ñandapó haré cristiano

porque upéva ñaneirũ,

la señal de la Santa Cruz.

 

Durante ñande recové

ha'é ñane ndivé oicó,

ha ya-yeroviá va enterové

 

i-señal yarecó.

Curuzú marangatú

ore retecué acompañá há,

nde yvága pe ave icatú

ore alma mi rerajhá.

 

Quince pié iyivaté,

nueve el atravesaño,

Ñande Yára manó hagüé

 

orrepresentáva cada año.

 

Ne moí Jesú apé rehe

pe iyucá harã cuéra;

oipytyvõ vacué tapé rehe

héra José de Arimatea.

 

Upéicha ke oré ave

ore pytyvõ, nde Santa Cruz

ore rerahá mí ne ndivé

ore-ntregá mí a Jesús.

 

 

 

Apiadándose de nosotros

el dueño de los paraísos

fué colgado por ti:

aquel Cristo Nuestro Amo (Dios).

 

Comencemos (o comenzamos)

por la Cruz

que hizo de nosotros cristianos

porque es ella que nos acompaña,

la Señal de la Santa Cruz.

 

Durante el trascurso de nuestra vida

ella está con nosotros,

y todos los que creemos,

sin excepción

tenemos su señal.

 

Cruz bienaventurada (bendita)

que acompaña a nuestro cadáver,

tu puedes también al paraíso

el alma nuestra llevar.

 

Quince piés tiene de alto,

nueve el travesaño,

en el que Nuestro Señor (amo)

murió

que se representa cada año.

 

Te colocaron sobre las espaldas de

Jesús

aquellos que lo iban a matar;

el que lo auxilió por el camino

se llama José de Arimatea.

 

 

Así también a nosotros (por favor),

ayúdanos, tú Santa Cruz,

llévanos, por favor, contigo

a entregarnos, por favor, a Jesús.

 

(Bibl. 6).

 

 

Hay, sin embargo, una cruz que no es objeto de devoción, la curuzú legua, una cruz grande que a guisa de piedra miliar señala (o señalaba hasta hace poco) las leguas en los llamados caminos reales. No se le rinde culto en la fiesta de Curuzú Yeguá, ni suele engalanarse, como suele hacerse con las demás cruces, con la estola o paño blanco; nadie le trae ofrendas de piedras como suele hacerse con otras cruces que, a la vera de los caminos en el Paraguay, señala el lugar en donde alguien murió, generalmente asesinado; tampoco se le enciende una vela el 3 de Mayo, el día de la Cruz. De ahí la sentencia, que aún puede escucharse en las regiones rurales para designar al “pobre de solemnidad”, “pobre como ratón de iglesia”: Imboriahú vé curuzú legua gui = es más pobre que la cruz que señala las leguas.

 

Existen ciertas analogías entre la fiesta paraguaya de Curuzú Yeguá y los ritos que celebraban los Tupinambá antiguos en homenaje a ciertas figuras de su mitología, entre ellas el mismo Curupí, según una descripción de Métraux citada por Haekel:

“Bei den Tupinambá an der Ostküste Brasiliens, bekanntlich typische Vertreter der expansiven, agrarischen Tupí-Vólker, wurden die verschiedenen überirdischen Wesen, wie der Donnergeist Tupá, und die diversen Buschdämonen (Ynruparí, Añañ, Kurupirá etc.) durch kleine Pfähle symbolisiert. Diese waren manchmal mit einem Kreuzholz versehen, an das bemalte Figuren gehängt wurden. Dabei brachte man als Opfergaben Federn, Blumen und Speisen dar”. (Bibl. 8, pp. 231/32).

 

En esta somera descripción tenemos la cruz (Pfahl, Kreuzholz), los chipás o comestibles (Speisen), los adornos (Federa = plumas, Blumen = flores), también a Curupí, y con seguridad la danza de las antiguas fiestas paraguayas de Curuzú Yeguá, pues no se concibe una fiesta tupí-guaraní sin danza. Reforzando el argumento de que la Curuzú Yeguá sea una versión sui generis de una fiesta guaraní, podría citarse el hecho de que, en la danza ritual chiripá (guaraní contemporáneo) una vara llamada indistintamente yvyra'í (varilla) o curuzú simboliza al mayor de los Gemelos de la mitología aborigen, Kuaray (Sol); que este símbolo está ro-deado de adornos consistentes en "flores" fabricadas de plumas vistósas; y que finalmente la chicha o kagüi de la danza ritual chiripá es sustituida, en la danza ritual de los Mbyá (también Guaraní contemporáneos) por frutas, miel y panes de harina de maíz (Bibl. 9, p. 88 y Nota) . A pesar de estas similitudes, sin embargo, un detalle importante aconseja prudencia: dice Haekel que en la fiesta tupinambá Curupí está simbolizado por la vara o vara-en-cruz, y no por los comestibles como ocurriría, según el método psicoanalítico, en la fiesta de Curuzú Yeguá; y recurriendo a los Últimos trabajos de campo realizados entre los restos sobrevivientes de las tres parcialidades que aún pueblan la Región Oriental del Paraguay, hallamos un argumento más poderoso en contra del origenautóctono de la fiesta: los Mbyá rinden culto a Ñamandú Ru Eté, Karaí Ru Eté, Jakairá Ru Etéy Tupá Ru Eté; los Chiripá, a Ñanderuvusú,Kuaray (Sol), Jasy (Luna), Tupã,  Kavusú Ypy (la avispa primigenia), y otros; los Pãí o Tavyterã, a Ñane Ramói Jusú Papá (nuestro abuelo grande primigenio), Ñanduá, Jasuká, Mba' ekuaá, y una pléyade de dioses menores, pero ninguno de las tres parcialidades menciona en sus textos míticos, plegarias y cantos rituales a Curupí, ni se cita una danza en homenaje de él (Bibl. 9, 10, 11 y 12). Tampoco la práctica descripta por los Mbyá para propiciar a Curupí puede calificarse como culto (Bibl. 11, p. 104).

Lo anotado obliga a examinar el folklore peninsular. En el Capítulo 2 de su libro "Santo Domingo en el folklore universal", Flérida de Nolasco describe las fiestas mayas que se celebran en distintos países europeos, como también las fiestas de inspiración católica que en honor de la Cruz se celebran en diversas regiones de la Península y los países latinoamericanos (Bibl. 13, pp. 46/97). Todos los elementos de la Curuzú Yeguá, menos el reparto de rosario manduví y chipás (u otros comestibles) se citan en estas descripciones de las fiestas que se realizan en la Península y los países americanos para celebrar la Invención de la Santa Cruz: rezos, cantos religiosos y profanos, bailes, "pesebres", engalanamiento, licores, juegos, etc. Y siendo cosa bien sabida que hasta hoy, en ciertas regiones rurales de la Península se reparten golosinas a las criaturas en estas fiestas, no sería en manera alguna aventurado formular la hipótesis de que la CuruzúYeguá paraguaya es una fiesta de origen peninsular, de inspiración católica que hasta el presente se ha conservado sin trasformaciones de aculturación regional, exceptuándose, lógicamente, la obligada guaranización del nombre, de los cantos y quizás algunos rezos; la sustitución de yvyraoví, pindó y amambái por el romero y flores europeas; el reparto de chipás y rosario manduví en vez de golosinas típicamente europeas, y, detalles similares de importancia igualmente secundaria.

 

Quedan por examinar las prácticas populares relacionadas con la Cruz en su calidad de Ama Yára (dueña de la lluvia). Ya en 1933 se ocupó del tema el conocido educacionista Ramón I. Cardozo, en un trabajo titulado Curuzu Bartolo, de la serie “Tradiciones Guaireñas” publicada en un periódico local:

“(Pa'í Bartolo) se dirigió a Rozado, cercano lugarejo del pueblo y se lanzó para vadearlo, a un furioso arroyuelo del camino, cerca de Tava Arroyo, pereciendo ahogado en las espumosas aguas que le sirvieron de sutil mortaja. Su cuerpo inanimado fue retirado de aquellas aguas para recibir piadosa sepultura y los vecinos sus amantísimos hijos espirituales, clavaron en la margen de aquel arroyo nefando una gran cruz de tayi (lapacho) en consagración de la desgracia y para recordar a los transeuntes, como aquel epitafio de las Termópilas, con aquel símbolo de la fe, que allí pereció Pa'í Bartolo, el amigo de los pobres. Desde entonces aquella cruz se llamó Curuzú Bartolo y el arroyo, Arroyo Bartolo. Yendo del pueblo de Villa Rica e Rozado por Paso Pé o Puente Liberal, se cruza por el insignificante pero legendario arroyuelo, y la cruz, retirada por ma-nos piadosas se la venera en casa de don Hilario Moaurio, quien le ha levantado un oratorio y acostumbra ofrecer cada año, el 3 de Mayo, día de la Santa Cruz, un animado chipá Curuzú, adonde tantas veces he asistido para recibir mi parte en el reparto de los ricos chipalopíes” 1.

 

“La mencionada cruz es milagrosa. Cuando la sequía se hace prolongada y las rogativas en la iglesia no obtienen el favor del cielo de enviar una lluvia salvadora; cuando las sementeras, el avatí (maíz), el arroz y el tacuarehé (caña dulce) inclinan sus frágiles cañas hacia el suelo, agobiadas por el calor y vencidas por la sed de aguas; cuando el inambú guasú, en las siestas soñolientas clama inútilmente por el agua - elemento esencial de la vida - entonces se recurre, como supremo medio, a Curuzú Bartolo, haciéndole una novena y llevándolo cada tarde, al pos de cánticos, raveles y tambores, al Arroyo Bartolo para darle un baño. Al terminar el noveno día, infaliblemente, el cielo se nubla, la atmósfera refresca y la lluvia bienhechera cae piadosamente devolviendo a la tierra agrietada y desesperada, la vida. Es el milagro de Curuzú Bartolo”. (Bibl. 14).

 

También Irma Isnardi, en una comunicación del Centro de Estudios Antropológicos del Paraguay fechada Diciembre 12 de 1950, cita la práctica de “bañar la cruz cuando el agua escasea”, sin mencionar rogativas o procesión. En varios casos observados personalmente, se celebró una novena, al terminar la cual se condujo la cruz en procesión solemne hasta un curso de agua en la que fué sumergida. La misma ceremonia se realiza, en partes, con una imagen de San Vicente Ferrer (y posiblemente otros santos); y evidentemente tiene vinculación con estas prácticas, la de sustraer una olla perteneciente a una persona colérica y que posea una sola y esconderla, sumergiéndola en un arroyo o manantial. (La olla debe devolverse a su dueño una vez que haya llovido). Así como Curuzú Bartolo señalaba el lugar en donde murió en forma trágica un sacerdote, muchas cruces consideradas milagrosas tanto por su poder de atraer la lluvia como para conceder otros favores, rememoran muertes igualmente trágicas, como ya se ha dicho. La creencia de que las almas de los difuntos se refrescan haciendo llover se conserva en una ñe'engá (sentencia) del refranero paraguayo: Oñembo-piro'y lasánima (se refresca el alma del difunto), empleada al referirse a una lluvia torrencial que coincida con la muerte de alguien. Esta creencia también, se halla estrechamente relacionada con las prácticas populares empleadas para impetrar del cielo el beneficio de la lluvia, siendo también de origen peninsular, como veremos más adelante.

 

Esta Cruz que tiene el poder de desencadenar la lluvia simboliza, en las inexploradas reconditeces de la subconsciencia del campesino paraguayo, al Curupí de la mitología guaraní; o ya estaba dotada de este poder cuando la introdujeron los conquistadores? Dos hechos parecieran reforzar la primera hipótesis: 1) el que la vara, a veces provista de un travesaño que la convierte en cruz, simbolizaba a Curupí en una fiesta religiosa de los Tupinambá; y 2) el que los Mbyá contemporáneos sumergen su yvyra'í o popyguá (vara insignia) en un curso de agua cuando piden agua a los dioses en una sequía prolongada (Bibl. 12, p. 130). Pero el lugar secundario que ocupa Curupí en las tradiciones de los tres sub-grupos guaraníes que aún pueblan la Región Oriental, unido al hecho de invocar Mbyá y Chiripá a Tupá Ru Eté y Tupá respectivamente como dueño de las aguas y dios de los truenos, relámpagos y lluvia (Bibl. 12, p. 31; Bibl. 9, p. 80) 2 hace indispensable examinar nuevamente el folklore peninsular.

 

“Aún subsiste en Gamonal, unida y pujante” (dice Serra y Boldú) “la que en siglos pasados se llamaba Quadrilla de Nuestra Señora de Gamonal. Los asociados son veinte pueblos comarcanos. Las primeras constituciones de la cuadrilla que se conocen datan del siglo XVI (1502). . La misión de la Cuadrilla es celebrar periódicamente rogativas, de ordinario para impetrar del cielo, por intercesión de la Virgen, el beneficio de la lluvia, como asimismo en pertinaces sequías y en plagas del campo. El día señalado para la rogativa, el pueblo labriego. . descansa de su labor, y por veredas y caminos vecinales afluye al punto de peregrinación. . El acto de recepción de las cruces es original y típico; según van llegando, la cruz de la parroquia de Gamonal sale a su encuentro y tocándose ligeramente una y otras, se dan lo que llaman el beso o saludo. . La procesión se ordena por la extensa campa. .”

 

Al ocuparse el mismo autor de la procesión de las cruces en Juncadella, con el mismo objeto de impetrar del cielo el beneficio de la lluvia, cita un detalle interesante, por explicar el origen de una creencia para- guaya: Oñembo-piro'y lasánima (se refresca el alma del difunto), a la que se ha hecho ya referencia:

“También se canta un responso por los difuntos de los alrededores, para que intercedan ante Dios para alcanzar el beneficio de la lluvia. .” (Bibl. 15).

 

Nieves de Hoyo Sancho completa el cuadro, en un trabajo sobre el mismo tema titulado Que llueva, que llueva, publicado en 1944, que abarca a Lérida, Olivenza, Almería, Málaga y otras regiones:

“Almería, el país más seco de España, celebra, como es natural, gran número de rogativas; pero como cuando llueve suele hacerlo torrencialmente, produciéndose grandes riadas, el mismo medio que tienen para pedir el agua lo emplean para que cese, aunque con un acto bien extraño: sacan en procesión al Patrón, y llevándole al lugar de la riada, le meten dentro del agua para que la detenga, corte así la riada y cese de ese modo el arrastre de los sembrados”.

“Málaga, su vecina, tiene una costumbre muy parecida: cuando la sequía es grande, al hacer las rogativas en algunos pueblos costeros, llevan la imagen a la orilla del mar y la sumergen en el agua para que atraiga así la lluvia”. (Bibl. 16).

 

Roger Bastide, en el Prefacio de Folklore y Psicoanalisis de Carvalho Neto, dice que: La interpretación psicoanalítica ofrece a mi modo de ver, un grave peligro en el dominio del folklore; este es que una interpretación psicoanalítica puede siempre ser encontrada, sin que se la pueda probar realmente, o por lo menos confirmar su valor probable”.

 

El presente caso constituye un ejemplo concreto de este peligro que subraya, Bastide: empleando el método psicoanalítico se calificaría la fiesta de Curuzú Yeguá como fiesta de inspiración pagana o, al menos, fuertemente impregnada de reminiscencias guaraníes, hipótesis que, ignorándose muchos datos de los que ahora disponemos, se había formulado ya mucho antes. Sin embargo, analizando el problema a la luz de este mayor acopio de datos relacionados con el tema, y hasta que una investigación minuciosa no demuestre lo contrario, sería lícito descartar la evidente similitud existente entre el antiguo rito tupinambá (y las fiestas religiosas contemporáneas de Mbyá y Chiripá) y la fiesta maya europea precursora de Curuzú Yeguá, como un caso más de paralelismo entre el folklore del Viejo Mundo y el del Nuevo. En este caso, tanto Curuzú Yeguá o Curuzú Pesebre, como las prácticas y creencias paraguayas relacionadas con la Cruz como Ama Yára o dueña de las lluvias, serían de orígen ibérico y: de inspiración netamente católica. Más aún: descartándose la guaranización del nombre y los himnos, la sustitución de golosinas europeas por golosinas regionales, la del romero por yvyraoví, etc., como trasformaciones obligadas de aculturación regional, puede decirse que ni en la fiesta de Curuzú Yeguá ni en las prácticas relacionadas con la demanda de lluvia puede observarse la existencia de injertos de orígen guaraní tan conspicuos en otras manifestaciones de la cultura popular paraguaya.

 

 

NOTAS

1) Chipá curuzú es el nombre de una chipá en forma de cruz; su empleo para designar la fiesta creo que se debe a una equivocación.

2) También he consultado el caso con Guaraníes del Ypané, informándome un dlrigente que ellos consideran como Dueño de la Lluvia a Yvytingy Yáry (dueño del árbol o manifestación de la niebla), y en tiempo de sequía le invocan cantando: Tambo-yapú niché Che Rú(a) Jasuká yrysã che yeupé: haga yo tronar, en verdad, las cuerdas del curso del agua del Jasuká de Che Rú (mi padre, nombre de uno de sus dioses).

 

 

BIBLIOGRAFÍA

1 - J. Natalicio Gonzalez: Proceso y Formación de la Cultura Paraguaya, Asunción, 194S.

2 - Paulo de Carvalho Neto: Folklore y Psicoanalisis, Buenos Aires, 1956.

3 - Moisés S. Bertoni: Civilización Guaraní, Parte II - Religión y Moral. Obra pós-tuma, s/f. El Prefacio de Leopoldo Benitez está fechado Asunción, 1945.

4 - León Cadogan: El culto al arbol y a los animales sagrados..., América Indígena, México, Octubre, 1950.

5 -Silvio Codas: Curuzú Yeguá, en El Surco, Villarrica, Setbre. 12, 1959.

6 - Recopilación de cantos religiosos en guaraní y datos acerca de Curuzú Labrele y Curuzú Bernardo, hecha a pedido dél autor por don Antonio Cardozo, de Natalicio Talavera. Ms.

7 - Un informe acerca de la Cruz como Patrono de las Escuelas, y descripción detallada de una fiesta celebrada en una escuela de Lopeñú (Villarrica) durante la primera década del siglo, preparada por don Gabino Melgarejo, de Yvaroty, Villarrica; ms.

8 - Josef Haekel: Zur Problematik des heiligen Pfahles bei den Indianern Brasiliens, en Anais do XXXI Congresso Internacional de Americanistas, Sáo Paulo, 1955.

9 - León Cadogan: Como interpretan los Chiripá (Avá Guaraní) la danza ritual, en Revista de Antropologia, Sáo Paulo, 1959.

10 - Egon Schaden: Aspectos Fundamentais da Cultura Guaraní, Sáo Paulo, 1955. 11 Marcial Samaniego: Mitología Guaraní (Poema épico religioso de los Tavyterá o Pai del Alto Ypané, distribuido con motivo del Congreso de la lengua tupí-guaraní, mimeografiado), Asunción, 1956.

12 - León Cadogan: Ayvú Rapytá (Textos míticos de los Mbyá-guaraní del Guairá), Sáo Paulo, 1959.

 

 

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