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MARÍA ISABEL BARRETO DE RAMÍREZ (+)
  IRINA RAFOLS Y EL HOMBRE VÍBORA - Por MARIBEL BARRETO


IRINA RAFOLS Y EL HOMBRE VÍBORA - Por MARIBEL BARRETO

IRINA RAFOLS Y EL HOMBRE VÍBORA

NOVELA RECIENTEMENTE PRESENTADA EN LA LIBRO FERIA 2013

MARIBEL BARRETO


INTRODUCCIÓN

Irina nos tiene acostumbrados a sus textos narrativos interesantes, cuentos y novelas bien estructurados. Ahora nos sorprende con una nueva novela El Hombre víbora, la cual permite varias lecturas, varias miradas, es multiforme, multidireccional ya que por sus características no puede ser el clasificada en un grupo determinado porque es de aventura ya que Longobardo conduce a su discípulo Efraín hacia la costa del Paraná tras las huellas del Kurupí, es histórica porque el relato se contextualiza durante la Guerra del 70 en el Paraguay y narra hechos heroicos, es psicológica porque descubre la conciencia y el subconsciente de sus personajes y la sicología social, la conciencia colectiva, las vivencias y las reacciones de sus personajes que forman una comunidad Sarakí y presenta los sentimientos y creencias, miedos y odios, amor y solidaridad del personaje colectivo, el pueblo donde las mujeres guerreras se defienden de la soldadesca del ejército vencedor, es folclórica porque los mitos y las leyendas cobran vida y el personaje Kurupí deja de ser mitológico y se humaniza para amar y ser amado.


ASPECTO LINGÜÍSTICO

El lenguaje juega un rol protagónico, en esta novela, El hombre víbora en que la coexistencia de tres lenguas en contacto castellano, guaraní y portugués son vehículos de comunicación natural en un villorrio del Paraguay ocupado por las fuerzas brasileñas durante la Guerra de la Triple Alianza. Irina consiguió resolver el problema lingüístico de sus personajes haciendo que se expresaran en su propia lengua sin que el dialogo necesite traducciones.

En el caso de los brasileños, ellos prohibían a los paraguayos el uso del guaraní. Cuando la sirvienta Yrasé, la joven indígena pronuncia la palabra mitakuña'i, la patrona española cree que es una grosería, ella le explica el significado, pero su ama le prohíbe hablar ese idioma espantoso, “idioma de salvajes que suena tan feo”, pero la autora resalta que el guaraní es dulce, lo comprueba en dos pasajes, en el primero una niña enferma es enseñada por su niñera indígena sobre las bondades del guaraní y de las hierbas medicinales y la niña se cura. En otro episodio, los caballos criollos no obedecen al general brasileño y este recurre a un campesino, que les habla dulcemente en guaraní y los caballos obedecen mansamente porque las bestias entendían de las súplicas formuladas en guaraní y Librado toma la palabra y habla en español al General para explicarle:

“Hay que aprender guaraní, che patrón, acá todo se mueve así, los árboles, los pájaros, el viento, todos se rinden al guaraní. Tu látigo no tiene la magia que tiene mi lengua…”, a lo cual el brasileño responde con la fuerza y la crueldad del látigo.

El enemigo conocía bien que una lengua es una herramienta al servicio del poder para ejercer la dominación, por tanto, para destruir a un país había que combatir su lengua, prohibirla porque establece el enlace, la unión de todos los hablantes. La Triple Alianza venció al ejército paraguayo, a los hombres y mujeres, pero no pudo suprimir su lengua; aun con el exterminio de su pueblo, el guaraní resurgió con fuerza en cada paraguayo que nacía con su lengua guaraní, la lengua de las madres y de la naturaleza idealizada con la dulzura de la lengua indígena: “Es que en guaraní los animales entienden mejor los lamentos y los gemidos. En guaraní, las estrellas entienden mejor los sueños y las plegarias” (70)

La escritora revaloriza el guaraní, utiliza esta lengua para titular siete capítulos, le pareció mejor el guaraní para jerarquizar segmentos de su novela en los que habla de sentimientos y de creencias, cito: Aichenjaranga, Orembyja ava, Paje, Aña Membyre, Ore ba'e 13, Pora, Techaga'u y aquellos en que predomina la acción se los nombra en castellano.

La historia que nos relata Irina Rafols se encuentra estrechamente ligada a tres criterios en que se fundamenta la lógica del relato, el criterio de causa y efecto o sea el de la verosimilitud, para lo cual utiliza la astucia de las cartas de Guido Boggiani compradas por Longobardo, profesor investigador, por cinco millones de un hombre durante una Asamblea de la Unesco en el Reino Unido, además de las cartas sobre la existencia del kurupí el cual aparece como una realidad indisociable de la historia, también le entrega unos mapas sobre los lugares donde vivía el ser mitológico.

Luego, el tiempo de la enunciación, es decir del tiempo de la historia configurada en forma de texto, los hechos históricos y el tiempo prefigurado o el del mundo real. En cuanto a la existencia de la Villa Sarakí, la ocupación de la misma, la masacre de todos sus habitantes y sus sufrimientos al final de la Guerra de la Triple Alianza.


EL DISCURSO NARRATIVO

El tiempo interno estructural ocupa un lugar destacado en el ordenamiento de la trama.

En el presente del relato el profesor Longobardo y su alumno Efraín se lanzan a la aventura en la búsqueda del Kurupí. El relato enmarcante es la historia de la excursión con fines científicos que realiza Longobargo y el relato encajado el de la ocupación y destrucción de Sarakí, los sucesos acaecidos: crímenes, violaciones, muertes, incendios, hambre, miseria ocasionados por los guerreros brasileños. Irina utiliza eficazmente las anacronías, las anticipaciones y las retrospecciones. Comienza el relato hacia finales de 1870 con la ubicación de la Villa Sarakí. En ese punto nuestra escritora introduce un acontecimiento muy anterior, el relato se disloca y nos informa que un grupo de soldados comandados por Alvar Núñez Cabeza de Vaca había pasado por ese lugar y dejó una población de indígenas que un tiempo después abandonaron el lugar pero fue repoblada por españoles durante la colonia. La contigüidad de unidades discontinuas imprime al relato una estructura de fuga. Finalmente el comienzo del relato principal cuya amplitud corre un periodo de tiempo que finaliza dentro del relato primero.

En este caso, la retrospección no se detiene al conectar con el relato principal sino que continúa hasta el punto en que se había cortado para facilitar su aparición cuando Longobardo y su alumno hallan una fosa en la que se encuentra asegurada una muy gruesa cadena de hierro fabricada en la fundición de hierro de Ybycui con la que había sido sujetado el hombre-víbora (kurupí) cuando lo liberaron para que se quedara vagando por los montes fuera del tiempo.


LOS RECURSOS EMPLEADOS

Lo fantástico, como recurso muy eficaz Irina emplea elementos fantásticos como el caso del paje, o el de los poras que son fantasmas o almas en penas que en las noches de tormenta se los ve recorriendo el pueblo con sus cruces a cuestas, como salidos de la bruma. Las cruces vuelan, se mudan de lugar, recursos tales que se adscriben dentro del realismo mágico.

Casos de brujería: sirven para ilustrar la creencia popular sobre el hechizo, que se encuentra en todas las culturas del mundo.

“Excremento de rana, ruda, ky'yi, anís estrellado, tripa de aguara'i, luego se pide a los cuatro vientos, a los cuatro grandes dioses, al orden primero, al que alimentado por el colibrí...” (96)

En otro episodio, el de los caballos enpajenados, la brujería se presenta como el ojo de un animal atravesado por una aguja, todo envuelto en una bolsita que ha sido arrojada por una flecha sobre los caballos. (95)

En otro pasaje espeluznante, el profesor y Efraín se acercan a un rancho, allí encuentran a un anciano, decrépito, de barba larga y blanca, le piden un poco de agua y él les responde allí está el pozo, ellos miran al fondo y se ve el agua limpia, introducen el balde y solo sacan ceniza, el viejo les dice que a veces sale el agua, allí hubo un gran incendio provocado por los brasileños, hacía tanto tiempo que el viejo ya lo había olvidado. Se retiran Longobando y Efraín, miran hacia atrás y no ven ni el rancho, ni el viejo. Desaparecieron, como un espejismo, pero ellos sí sabían lo que habían vivido como experiencia.

La alternancia de los hechos del pasado y del presente ya que en cada lugar encuentran vestigios que testifican los horrores vividos por los habitantes de Sarakí hasta el exterminio: cruces, restos de morteros, balas, la muralla que rodeaba a la villa para defenderla de los ataques de los indígenas.

Con cada huella, cada rastro, con cada pista hallada, en el monte, la autora se lanza al pasado para hacer resurgir los episodios narrados en presente histórico con el fin de lograr la actualización de la historia.


CUANDO SE INSTALA EL TERROR

En Villa Sarakí, viven familias españolas y muchos criollos. Un acaudalado español tiene una hija muy bella, Juliana, que gustaba escapar hacia el monte para embelesarse con las flores y aspirar el aroma de las mismas, pero una siesta, es observada por un ser muy extraño que se hallaba trepado en la rama de un árbol frondoso. Le impresionó la mirada de fuego del indio de cutis cetrino, y cuando se bajó del árbol, ella contempló por primera vez la desnudez de un hombre y se asombró ante la aparición de ese ser muy raro con un atributo singular entre las piernas. Se sucedieron los encuentros, el hombre del árbol la trataba con dulzura y consiguió enamorarla, aunque ella creía que era el demonio.

Los brasileños raptaban a las mujeres, las maltrataban y las violaban. Un día, toman por asalto la casa de don Guzmán Álvarez, el español, hacen prisionera a Yrasé. La criada india Yrase que cuida de la hija, es maltratada, azotada por hablar en guaraní, por responder en guaraní al militar brasileño, es repetidamente violada y encerrada en una jaula como un animal. Otra mujer vejada es una criolla, residenta que buscó refugio junto con sus tres hijos en la casa del español, allí abundaba la comida, cada día había una ración para todos.

Nadie osaba atravesar los lindes de la villa, nadie se atrevía a saltar los muros por temor a las tropas imperiales que siempre estaban a la caza de animales y de mujeres paraguayas cuando se alejaban para buscar leña en el monte o traer agua del arroyo. Para las paraguayas los “Kambá” eran los demonios en persona, que mataban sin piedad, tan crueles que no perdonaban la vida ni a niños ni a ancianos.

El español es despojado de su propiedad, víctima del general de Sousa que responde a don Fernando: “Te equivocas mi querido español, esta es mi tierra ahora, es la tierra brasileña la que te da amable hospedaje a ti y a tu familia”.

Una mañana el general de Forseca emite la orden de prender fuego al monte para dejar un claro que serviría como un mirador natural desde donde podían divisarse mejor la entrada y salida de Sarakí. El soldado que cumple la orden, de pronto, observa que trepado en un árbol se encuentra un “animal rarísimo.. .me pareció que tenía ojos humanos”. El general ordena su muerte, dice que no le gusta lo que vio. En Villa Sarakí, los guardias que cuidaban la entrada contaron hasta cincuenta mujeres famélicas que golpearon las puertas pidiendo auxilio. Algunas trajeron consigo el cólera.

La voz narrativa enuncia que “cuando esta nación recibió el mal, abrió sus compuertas y lo recibió con todo: guerra, traición, hambre, peste, y además miserias”.

En este capítulo, el narrador omnisciente nos cuenta que algunas mujeres llegaban con sus hijos muertos en sus brazos o arrastrando ancianos enfermos o mutilados, a los moribundos se los dejaba fuera del muro y una vez muertos los enterraban lejos del cementerio para que este no se llenara con “muertos extraños”.


¿QUIÉN ES KURUPÍ?

Trepado a las lianas se esconde entre los árboles o camina sin dejar huellas en el suelo. Acechaba a los brasileños desde la copa de los árboles, espiaba a los malos. Los brasileños lo encontraron desnudo en los matorrales, pero él logró escapar, lo describen así: Es un indio medio raro que tenía algo extraordinario entre las piernas. Se asustó y emitió unos sonidos con voz gutural que horrorizó a los soldados quienes creyeron que era el demonio. Lo capturaron, lo ataron y lo enjaularon. Karaí Kytá, el hechicero, durante la noche lo liberó y Kurupí volvió a lo más intrincado del monte.

Yrasé conocía de su existencia, le había contado su bisabuelo cuando aún vivía con la tribu y le advirtió cuando se sentaron junto al fuego como era la costumbre. Desea poseer a las niñas, desflora a las vírgenes, luego las deja y ellas se vuelven bobas y andan como sonámbulas, las mujeres indígenas le temían. Juliana lo vio una tarde en el jardín, se acercó mucho a ella y “le subió su vestido”. El sacerdote en la misa lo describe como símbolo de lujuria, pero nadie lo entiende. Liborio, el tonto del pueblo, es su amigo y lo llama Mboi ava; cuando le preguntan cómo es, lo dibuja con figura humana, es horrible, un rostro demoníaco que causa terror y tiene enroscada al cuerpo una víbora con las fauces amenazantes.


CONCLUYO

Boggiani pertenece al mundo de la ciencia y de la lógica. El profesor Longobardo y Efraín operan en el mundo real, tangible, pero conscientes de penetrar en el mundo mítico al que pertenece Kurupí. Cuando desentierran la cadena junto a la fosa, donde tenían cautivo al Kurupí según las cartas de Boggiani, sienten que el sacrificio de la búsqueda, el objetivo de la investigación se ha cumplido y ellos RETORNAN a Asunción seguros de haber hallado las huellas del ser legendario que vive en la memoria colectiva.

En el final de la novela Kurupí está vivo, la escritora nos revela que él está ahora trepado en el mismo tronco donde se había sentado junto a Juliana en época de la Guerra del 70, que como monstruo deforme y feo debe ocultarse siempre. El Kurupí nunca será parte de la historia que escriben los hombres, pero pervive en los mitos y en las leyendas, sobrevive su espíritu en el cauce del tiempo, vaga en las noches lunadas, aislado del mundo, condenado a la soledad, con una conciencia que no muere.

Agosto, 2013



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EL HOMBRE VÍBORA, 2013. Narrativa de IRINA RÁFOLS

Editorial EL LECTOR

Director editorial: PEDRO PABLO BURIÁN

Imagen de portada: NOEMÍ SILVERA

Título del cuadro: “Autorretrato del hombre víbora”

Asunción – Paraguay. 2013 (213 páginas)

PREMIO LITERARIO ROQUE GAONA 2013



ENLACE INTERNO A DOCUMENTO FUENTE

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REVISTA DEL PEN CLUB DEL PARAGUAY

IV ÉPOCA – N° 25 JUNIO 2013

Editorial SERVILIBRO

Dirección Editorial: VIDALIA SÁNCHEZ

Diseño de tapa: CAROLINA FALCONE ROA

Asunción – Paraguay

Noviembre 2013 (165 páginas)


 

 

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