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MARÍA ISABEL BARRETO DE RAMÍREZ (+)
  ENTREGA PUNTUAL - Narrativa de MARIBEL BARRETO


ENTREGA PUNTUAL - Narrativa de MARIBEL BARRETO

ENTREGA PUNTUAL

Narrativa de MARIBEL BARRETO

 

Yo no entrego nada hoy, de ninguna manera... todavía falta mucho.

-¿Cómo?, pero si tienes los depósitos llenos, además... los precios ya no van a subir, todo lo contrario, la tendencia es bajar los precios, en la bolsa de New York se vino a pique el algodón sudamericano, por eso tienen a India y a Pakistán que este año tienen exceso de producción, rebasaron todos los cálculos.

-No me interesa ni entiendo todo ese lío de divisas, sólo se que no voy a regalar el producto del sacrificio de mi gente, soy desconfiado a causa de haber sido embromado tantas veces, ¿entiende?

-Claro, que nuestra compañía no le quiere embromar, ahora se preocupa de que su mercadería no duerma en sus depósitos, que tiene mucho capital parado y la plata debe circular; no le conviene a usted que esté ociosa, ya ve como le queremos favorecer.

-Será, pero no voy a dar a mitad de precio como me propone usted, esperaré, mi pagaré vence el 31 de marzo, esa es mi última palabra, no trata de aprovecharse de mí. -Don Sebastián, está usted muy talante hoy.

-Siempre que la compañía algodonera trata de forzarme de venderle fuera de mi gusto seré irreductible, no es caprichoso, es que me subleva la forma como explotar a los productores, son unos abusivos, yo quemaré mis depósitos, aunque me arruine.

El agente de la compañía se retiró mascullado entre los dientes palabras gruesas. ¡Con razón me dijo el caudillo seccionalero que el viejo es rebelde, que no acepta coima, ni nada ilegal, es el único que no se aprovecha de la necesidad de ningún agricultor; tampoco se le puede utilizar para ganar algún extrita..., es cabal el hombre!

Ahora mismo me hubiera gustado que él me entregara el pagaré, pero no le puede convencer con el argumento de que el algodón irá bajando de precio en el curso de los dos o tres meses venideros. Es un hombre informado, sin duda, no se deja convencer...

Ese tipo es de cuidado, con su carita de halcón dispuesto a saltar sobre su presa, está sobrevolando continuamente la casa de los acopiadores; ya estoy dispuesto de cambiar de patrón, no me gusta esta clase de sinvergüenzas. El tipo tenía mi pagaré, quería negociar diciéndome que si retiraba dos meses antes, podría hacerme una quita, pero es imposible aceptar ese precio, es irrisorio, ja ja, a mitad de precio, mi pérdida será enorme.

Don Martín le había advertido corno todos los años, no planten más algodón, siembren arroz, maíz y poroto, el algodón es sólo para enriquecer a unos pocos, ¿quiénes son los que se benefician?, los que están allá más lejos, en los puertos adonde llegan los barcos repletos de fardos del oro blanco, ¿y nosotros?, y nosotros nos quedamos con unos pocos guaraníes que apenas cubrirán los gastos de los chicos en las escuela; y cuando quieran comprar alimentos, comprarán al doble del precio, en vez de producirlos en casa... pero ésta prédica no les entra, no entienden, siempre se dejan engañar, envolver con las palabras del propagandista de la empresa que llega al pueblo a ofrecer dinero por adelantado para llevarse después de la cosecha completa.

Es cosa de todos los años, vamos a organizarnos en pequeñas cooperativas les había dicho, pero no quieren. Don Isidoro, adelante.

Aquí nomás, a mi hija Dominica le dio un ataque de su apéndice, dice el médico que tiene que operarse, y... necesito un adelanto, karaí Seba.

Está bien, llévale a Asunción, allí hay más socorro, que aquí no tenemos que perder el tiempo, cuidado con la peritonitis.

Salió el pobre hombre casi corriendo, muy asustado, el hijo de su vecino murió de peritonitis, tenía que ver como trasladar a su hija a la capital.

Estos dramas son de todos los días, pensó Don Sebastián, a veces, es un parto, un corte de dedo con machete, una picadura de víbora, una fractura a causa de la caída de un montado, una corneada que le saca las tripas afuera, una cuchillada en las carreras de caballos en la mesa de juegos, en fin, ellos tratan de aguantarse hasta que ya no puedan más y luego recurren al médico, cuando el curandero no les puede solucionar. Resulta increíble el abandono en que viven estos pobres agricultores, protestó el hombre, pensó que trabajar de sol a sol, entregan su cosecha a cambio de sus deudas contraídas y al foral no les queda nada para los meses venideros.

Se encerró en su negocio y estudio su caso, hizo números y números, sumas y multiplicaciones, restas y divisiones, y llegó a la conclusión de que si no se entregaba no iba a quebrar el negocio, así que se dedicó a la despensa y vendió los animales que tiene para engorde a Don Andrés. Logró juntar la suma para levantar su pagaré al día treinta y uno de marzo.

Un ajetreado verano, el sorteo de innumerables dificultades a fin de año, la pelea para conseguir mejor precio por los novillos, la entrega del maní a Don Arturo que le entregó que le pagó a los un mes y la negociación a leer los diarios para no enterarse de las fluctuaciones de los precios...

Nada de regalos, pocos gestos en las fiestas, esa es la consigna; le había recomendado a Catalina. La esposa tan obediente como siempre no protestó, pero las hijas sí y mucho, querían vestidos y calzados nuevos, ¡no es posible asistir a las fiestas con el mismo traje!, mamá trata de que papá entienda, que afloje unos pesos, queremos ir de compras a Asunción.

La familia no se conformó, pero como don Sebastián es hombre de una sola palabra, dijo basta y así fue. Febrero caluroso y marzo se presentó lluvioso. Una mañana tormentosa pasó frente al negocio una camioneta de esas chevrolet grandotas color marrón. Don Sebastián se dijo: vienen a surtirse, necesitan maíz, galleta o jabones para alguna estancia, la verdad es que no conozco a ese conductor. En eso, baja un hombre bajito con barbas, lleva anteojos y pantalón vaquero ajustadito, ¡que personaje!, pensó el comerciante.

Vengo por primera vez a esta zona, estoy visitando a los acopiadores, compramos algodón, podemos cerrar trato Don Sebá.

¿Cómo sabe mi nombre? Me contó el comisario. ¡Ah!, el comí, y ¿cuánto paga por el algodón? ¡Aja!, ¿y cómo paga?, ¿al contado?

Sí, ahora mismo, quiero tomar la plaza, quiero tratar con los demás acopiadores, ya verá que no se arrepentirá de negociar con nosotros.

Bueno, vuelva mañana con la plata, ahora está lloviendo y la mercadería no puede mojarse.

Cuando el hombrecito se retiró, don Sebastián entró en la trastienda, dejó sobre el mostrador su vaso de tereré y cerró la puerta, ¡así que entendiste todo lo que te expliqué!, que no me dejaré joder por esos sinvergüenzas, éste que llega es nuevo, vamos a ver si cumple, vos sabes toda la plata que repartí, Cándido necesita una lechera, Chingola necesita ir a estudiar a la escuela de agronomía, ña Serapia necesita comprar otra carreta, ya sabes que se le rompió el eje al viejo carro, don Ireneo debe seguir su tratamiento o se quedará ciego... vos entendés San Judas Tadeo que todo es cierto, tenés que hacer que vuelva mañana, me ofrece el doble de lo que aquel infeliz quiso darme, vos me entendés, ¿verdad?

Son cinco los grandes camiones que se presentaron frente al negocio, al amanecer, cuando Catalina ofrecía mate calentito a su esposo. No falló San Judas Tadeo, te dije que volvería; aquí llegan -le dijo a Sebá, quien se puso de pie en el instante y atendió al recién llegado. Cuando se retiraron los camiones dijo: sabés Catalina, podés decirle a las hijas que se preparen, van a irse a Asunción a consultar al dentista corno pidieron, y a comprar todas las ropas y zapatos que necesiten. En esta conversación estaban cuando apareció en el umbral el agente de la compañía algodonera. Saludo con seriedad y abrió cl portafolios sobre el mostrador.

¡Es el 31, don Sebastián!, ¿recuerda?, y sacó el pagaré. Sí, lo estaba esperando -respondió, mientras fue sacando del cajón del mostrador los fajos de billetes que le dejaron turulato al agente que perdió una jugosa comisión.



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REVISTA DEL PEN CLUB DEL PARAGUAY

POETAS – ENSAYISTAS – NARRADORES

IV ÉPOCA Nº 20 – MAYO, 2011

 

Editorial SERVILIBRO

Tel.: 595 21 444.770

www.servilibro.com

Asunción – Paraguay

Mayo, 2011 (299 páginas)



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