PortalGuarani.com
Inicio El Portal El Paraguay Contáctos Seguinos: Facebook - PortalGuarani Twitter - PortalGuarani Twitter - PortalGuarani
REVISTA DEL PEN CLUB DEL PARAGUAY

  REVISTA DEL PEN CLUB DEL PARAGUAY, 2001 - N° 2 – IV EPOCA


REVISTA DEL PEN CLUB DEL PARAGUAY, 2001 - N° 2 – IV EPOCA

REVISTA DEL PEN CLUB DEL PARAGUAY

LOS ENSAYISTAS: AUGUSTO CASOLA,

ABELARDO DE PAULA GOMES, RENÉE FERRER,

EMI KASAMATSU Y LUIS MARÍA MARTÍNEZ

N° 2 – IV EPOCA - SETIEMBRE 2001



         La vida del país, bien o mal, está signada por la vigencia de la democracia, que es también vigencia de la polémica y la razón. Y en el PEN CLUB como terreno donde se los ejercita, en medio de la amistad y la confraternidad, que son manifestaciones habituales en su manera de ser.

         Así, este segundo número de su revista está dedicado al ensayo. Lógicamente los escritos son de contenidos diferentes, pero que convergen al mismo objetivo: dilucidar aspectos de la cambiante realidad nacional como los de la contingencia contemporánea, o universal.

         Este nuevo intento del PEN CLUB DEL PARAGUAY revela el actual ejercicio del pensamiento en el marco no esquemático de su organismo. Y todo por el deseo de impulsar que los escritores se aproximen paulatinamente a lo que el ígneo y sorprendente Manuel González Prada definía por verdadero pensador: aquel que "evoluciona incesantemente como hipótesis provisional", es decir, que asume el incansable dinamismo del pensamiento, para que el país avance, madure en sus concepciones y se precipite al deseado vuelo.


         Luis María Martínez

         Presidente



ABELARDO DE PAULA GÓMEZ


EL MITO; UN EJERCICIO DE LECTURA


         "O mito é o nada que é tudo"

         Fernando Pessoa


         I. MITO, FORMA DE CONOCIMIENTO


         Los griegos usaban dos palabras de variado espectro semántico: logos y mitos. Más que oposiciones, significaban diferentes enfoques de la realidad; el primero, racional el segundo fantasioso.

         En el uso popular se usa la palabra mito como creencia caracterizada por su mínima validez científica. Fue la ciencia, principalmente a partir del positivismo, que pasó a ver el mito como algo sin mayor significación. La verdad es que la ciencia o algunos científicos no quieren reconocer otras formas válidas del conocimiento fuera del suyo. Tal vez, con esa arrogancia, estén reconociendo, de manera implícita, que el mito representa un tipo diferente de reconocimiento, con la autonomía fuera del discurso científico exacto.

         Un tipo de reconocimiento persistente y arraigado a las profundidades de la psique humana. Las intuiciones míticas tienen una desafiante perennidad, una vez que expresan profundos niveles de estructuración del ser humano, del cual, el aspecto lógico o racional es sólo un componente, quizás, el más promocionado y característico.

         El animal racional de Aristóteles necesita una visión que reincorpore las dimensiones de la imaginación creadora, de la intuición y de los niveles profundos del siquismo. La sicología actual enfatiza que debemos explorar equilibradamente los dos hemisferios cerebrales: el izquierdo, racional, y el derecho, imaginativo.

         La filosofía de Platón en sus más altos vuelos está entretejida de mitos. Freud y Jung, los más encumbrados representantes del sicoanálisis, expresan el conocimiento del hombre con un lenguaje impregnado de mitos, de los cuales el más famoso y conocido es el de Edipo.

         La filosofía actual, principalmente el existencialismo y la fenomenología, pasaron a aceptar el mito, como expresión de un pensamiento de riqueza original, fuera del ámbito de una pretenciosa racionalidad. El mito es objeto de la sociología, de la antropología, de la sicología, de la lingüística, de la semiología y hasta de la teología.

         La mitopoiésis (creación de mitos) es algo intrínseco a la humanidad. Cada época tiene sus mitos: políticos, artísticos, deportivos, sexuales, etc.

         Con ellos, la sociedad busca responder a la problemática universal de la existencia; así, los mitos del árbol de la vida, del paraíso perdido, del diluvio universal, etc.

         Para Malinoswky, el mito no es un simple relato, sino ejerce una función social; es la fuerza y el lenguaje que posibilitan a la sociedad vivir los hechos en unidad y cohesión.

         Levy - Strauss descubre en el mito una lógica estructural propia. La verdad es que el mito recupera la fuerza de una hermenéutica que busca sus orígenes y encuentra en él un fenómeno polisémico, lleno de sentido y sentidos.

         El verbo griego hermeneuin, significa transmitir mensajes.

         Ho hermenéus, el mensajero, se refiere a hermes, el mensajero de los dioses. El trae el mensaje sobre el destino (anánke) de los mortales.

         El mito expresa un destino que será interpretado en mayor o menor profundidad.


         II. LA INTERPRETACION DEL MITO


         El mito está ligado al misterio; su interpretación puede ser tautegórica, simbólica o metafórica. La primera es unidimensional, literal. La mitología es vista como una realidad. La simbólica es pluridimensional, de carácter arquetípico. En su riqueza y autonomía se define y subsiste la realidad,       La interpretación metafórica es dualista. Cuando Sócrates, Platón y Aristóteles empezaron a criticar los mitos se referían a su interpretación literal o tautegórica. Crearon entonces la interpretación alegórica: el mito expresa otra cosa diferente de aquella que afirma.

         El lenguaje mítico esconde un discurso latente. Relacionar los dos es un problema hermenéutico. Lo escondido y latente es el fundamento del mito. El mito es símbolo. Ballo en griego significa lanzo, coloco; syn (con) es la fuerza que une los sentidos lanzados más allá de las fronteras de la interpretación literal.


         III. EL MITO DEL ÁRBOL DE LA VIDA: EJERCICIO DE INTERPRETACIÓN

        

         El árbol es uno de los símbolos más cargados de sentido.

         Mircea Eliade encuentra en él siete interpretaciones. Todas se relacionan al universo en constante evolución y regeneración. El árbol une a los tres niveles del cosmos: el subterráneo, a través de las raíces; la superficie, por el tronco y las ramas inferiores; las alturas a través de las ramas superiores atraídas por la luz solar.

         En el cristianismo, la cruz, instrumento de suplicio, reúne en sí los significados extremos de muerte y de vida.

         El mito del árbol de la vida se encuentra en muchas culturas. Es conocido principalmente mediante la Biblia, Gn. 2, 4 - 5 y 3, 1 - 24. Los especialistas ponen de relieve la diferencia entre los dos relatos. Aquí solo nos referimos, de manera didáctica, a los problemas fundamentales del ser humano que el texto presenta. El mito expresa la existencia humana a partir de la inmanencia, de la trascendencia y de la decadencia.

         La inmanencia. El hombre, homo (humus) está ligado a la tierra, la gran madre, arquetipo fundamental. Por el hecho de ser tierra, el hombre volverá al polvo, el gran útero originario, país y paisaje de la inmanencia. El hombre forma con la tierra la unidad; el mundo. La misma relación existe entre el varón y la mujer, una profunda inmanencia de naturaleza y destino. Sin embargo, esta inmanencia es sentida como problema. A pesar de sentirse ligados al mundo y entre sí, varón y mujer, no dejan de sentirse también viatores, viajantes, en medio de los demás habitantes de la tierra. Esa búsqueda incesante, ese apelo indefinible, es la vocación de trascendencia, como decía Charles Pejuy, el ser humano es "un peregrino de lo absoluto".

         La trascendencia. La serpiente que tentó a Eva simboliza la fuerza y el impulso para superar la inmanencia. El ser humano busca extrapolar sus limitaciones de animalidad para situarse en el espacio indefinible de la trascendencia.

         La figura de la serpiente insinúa también la cuestión de la veracidad.

         De qué lado está la verdad?. De parte de Dios que dijo al hombre que él morirá si comiese los frutos del árbol prohibido, o de la serpiente que le afirmó que él no había de morir sino que conocería el bien y el mal?. El mismo Señor lo reconoció al expresar en el versículo 22 del 3º capítulo: "el hombre se hizo como uno de nosotros y sabe lo que es bueno y lo que es malo". Según el texto, fueron tres las consecuencias de la desobediencia de Adán y Eva: la apertura de los ojos, el conocimiento del bien y del mal y la percepción de la desnudez.         Saberse desnudos genera en Adán y Eva algo desconocido: el sentimiento de vergüenza.         Que es la vergüenza sino la pérdida de la naturalidad animal?.      El ser humano, es el único animal capaz de sentir vergüenza. Nuestros padres edénicos se avergonzaron y cubrieron sus cuerpos con hojas. Los niños andan desnudos y no se avergüenzan. El adulto, al vestirse, trata de velar su identidad.

         El siente dificultad para verse desnudo en su pureza radical. El mito afirma que al sentirse desnudos, Adán y Eva perdieron la inocencia.         Cuando pinta un desnudo, el artista no muestra lo que vemos cuando nos desvestimos, sino expone lo que no conseguimos ver; nuestra identidad profunda que no logramos percibir, porque estamos enceguecidos por nuestros prejuicios.

         El problema de la existencia humana es conciliar su inmanencia radical con el dinamismo de apelo a la trascendencia.

         La decadencia. El hombre decae y asume su finitud material. Los castigos impuestos por Dios y aceptados por nuestros padres míticos expresan el reconocimiento que ellos tienen de su situación. Adán y Eva son expulsados de su trascendencia y pasan a sufrir las consecuencias de su condición mundana y corporal. La mujer es punida con los dolores del parto. La sexualidad femenina es problemática. No solo expresa el placer como en el varón, sino también sufrimiento y ansiedad. Para el varón el castigo es el trabajo?. Trabajo viene de tripalíum - tres palos, instrumento de suplicio que se colocaba en el pescuezo de los esclavos y aún es usado en animales para impedir que se fuguen. Trabajar es luchar uno mismo para la inserción en el presente y en el futuro. Los animales no trabajan; son impulsados por sus instintos programados de sobrevivencia. El hombre percibe el futuro como limitación y posibilidad,

         Dentro del futuro está en acecho el supremo castigo: la muerte. La muerte del hombre no es solo biológica sino significa conocerla como la imposibilidad de las posibilidades; como saber que uno muere a cada instante, que el vivir se nutre del morir. La angustia suprema es la ansia de inmortalidad y el reconocimiento de la muerte como certeza definitiva.

         Adán y Eva, nuestros padres edénicos representan dramáticamente nuestras alegrías y penas, nuestra inocencia y nuestra culpa, nuestra inmanencia y trascendencia, nuestra decadencia y nuestra ansia de redención.



Obra de Livio Abramo



EMI KASAMATSU


MITOLOGIA GRIEGA Y JAPONESA

UN ESTUDIO COMPARATIVO


         INTRODUCCIÓN


         Muchas veces ocurre que cuando hay misterios que no son revelados, los atribuimos como obra de Dios. Y hasta el presente surgen interrogaciones como: de dónde venimos y hacia dónde vamos.

         Con el avance de las ciencias, tenemos la posibilidad de descubrirlos y surgen teorías para muchas preguntas acerca del mundo que nos rodea. Y a su vez las investigaciones nos aclaran los misterios y descubre el velo que nos cubrían por siglos.

         En los tiempos antiguos, tales contestaciones científicas estaban lejos de satisfacer la curiosidad humana, y por lo tanto se explicaban los eventos naturales en término de dioses, diosas o héroes.

         De esta manera los pueblos antiguos desarrollaban su propio mito, el cual jugó un papel importante en la vida social religiosa y en el desarrollo cultural de las comunidades.

         La mayoría de los mitos se refieren a divinidades que por lo general son dueños de los súper poderes, que no están al alcance de los seres humanos. Sin embargo, se rigen con caracteres humanos como el amor, los celos, la perversidad, vergüenza, etc.

         Hacer un estudio profundo de los mitos es llegar a conocer las diferentes sociedades y sus respuestas. Por otro lado, el sentimiento que revelan nos muestran los valores de los miembros de las comunidades y la diferencia cultural existente; así como las comparaciones entre uno y otro demuestran cómo, en el tiempo y en la distancia, había una creatividad similar entre civilizaciones opuestas. Como en el caso de Mitología Griega y Japonesa que a continuación refiero.


         EL ORIGEN EN LA CREACIÓN MITOLÓGICA


         EN LA MITOLOGÍA GRIEGA


         En los años 700 a.c. el poeta griego Hesiodo escribió un largo poema llamado TEOGONIA, en donde cuenta la historia de la creación del mundo y de los dioses. De acuerdo a dicho escrito el universo empezó en un estado de vaciedad, llamado Caos. La divinidad Gaea o la Tierra emerge sobre el caos y da luz a Urano, quien llega a ser el Dios del Cielo. Entre estos dos dioses producen hijos que los llamaron Titanes, Cronus, uno de los Titanes, ataca a Urano y lo vuelve impotente para así usurpar el reino de los Cielos y continuar la creación del mundo.

         Cronus se casa con su hermana Rhea y juntos dieron nacimiento a tres dioses y tres diosas. Temiendo que le usurpase el trono como lo había hecho con Urano, Cronus se tragó a cinco de los seis hijos. Rhea, para salvar a su sexto hijo, tomó a Zeus y lo lleva hasta la isla de Creta. Cuando Zeus había crecido, hizo beber una sustancia a su padre para que vomite a sus hermanos. Junto con ellos, Zeus entró en guerra contra Cronus y los Titanes. Zeus ganó la batalla y fue nombrado por los dioses victoriosos como su dirigente y acordaron vivir en el Monte Olimpo.

         Hubo rango entre los dioses del Olimpo: ZEUS era el SUPREMO de todas las divinidades. APOLO, dios de la música, la poesía y la pureza. ARES, dios de la guerra; AFRODITA, diosa del amor; ATENAS, hija de Zeus; diosa de la guerra, y de la sabiduría; HERA, esposa de Zeus, protectora del matrimonio y de las mujeres; HIFERION, dios del sol; HERMES, hijo de Zeus, protector de los viajes, de ladrones y vagabundos; POSEIDON, dios del mar, y hermano de Zeus, y otros. Fueron tantas las identidades de estos dioses que los griegos tienen en cuenta a Hesiodo y a Homero como grandes maestros de la mitología griega y aceptan como dioses a aquellos que ambos describen.

         El poeta Hesiodo, cuenta la vida de los dioses, con atributos imposibles para los hombres, como se observan en los episodios de la Ilíada y Odisea de Homero. Sin embargo, la mitología griega tiene muchas divinidades antropomórficas, incluyendo a Zeus; como dioses que nacen, se enamoran, se pelean y crecen como los seres humanos. Y hay también relaciones entre las divinidades y humanos cuyas descendencias, en la mayoría de las veces, son héroes y actúan heroicamente, como en el caso de Aquiles.


         EN LAS DIVINIDADES JAPONESAS


         La génesis misma de la primera civilización se remonta a 20.000 años, época en que se inicia la creación del cielo y de la tierra. Aparece, entonces, una divinidad con el nombre de AME NO MINAKANUSHI NO KAMI. Más tarde, cuando el cielo y la tierra iban a dividirse, en la llanura del Alto Cielo surgen dos amorfas divinidades que fueron ISANAGI (hombre), e IZANAMI (mujer) cruzando un puente que unía las dos dimensiones. El consejo de los dioses les otorgó un bastón de mando, con el que creó una isla para su hábitat.

         Una vez contraído matrimonio, estos dioses engendraron una serie de islas y dioses entre ellos; el Dios del Fuego, cuyo nacimiento ocasionó una gran quemadura a la diosa, que la llevó a la muerte.

         Muy dolido por la muerte de su esposa Izanami, Isanagi mató de un sablazo a su hijo, que representaba el fuego.

         Las tres últimas divinidades nacidas de Isanagi fueron las mejores, entre la diosa AMATERASU, o diosa del sol y SUSANOO, dios de las tempestades. A la primera, su padre le obsequió un collar como símbolo de gobierno y a Susanoo la espada. Entre ambas deidades hubo conflictos frecuentes. Y la diosa se escondió en una cueva, dejando la tierra en completa obscuridad. Los otros dioses hicieron ruido para que ella saliese, inducida por su curiosidad.

         La diosa del sol, al abrir la puerta de piedra, vio reflejada su hermosa imagen en un espejo, y la luz volvió a iluminar el mundo. Al enterarse Susanoo de la desgracia que ocasionaba la presencia de un monstruo con el cuerpo de una culebra gigante de ocho cabezas que hacía estragos a los aldeanos y pedían la ofrenda de las doncellas, acudió presuroso a exterminarla, devolver la paz y seguridad a la aldea.

         Ambos dioses unidos tuvieron sus descendencias. Amaterasu envía a su nieto NINIGI NO MIKOTO para gobernar la tierra y le entrega los tesoros sagrados: el collar de mando que recibiera de su padre; el espejo, como el reflejo de la madre del principal linaje del sol y soberano de la tierra, y la espada de Susanoo que venció al monstruo para devolver la paz al pueblo.

         Dos generaciones después, KAMU YANIATO IWARE NO HIKO, se dirige hacia el Mar Interior del Japón y se instala en las llanuras de Yamato y allí establece su Gobierno. Se le atribuye el haber sido el Primer Emperador del Japón con el nombre de JIMMU, que significa Guerrero Divino, hecho que ocurre allá por los años 660 a.c. Dicho Emperador consolidó el proceso de construcción del país.

         Al pasar los milenios, los descendientes de la diosa Amaterasu, o la Diosa del Sol, gobernaron y siguen gobernando el Japón, tierra o lugar donde nace el sol, y conocido en el mundo occidental como la "Tierra del sol naciente", con los tres sagrados símbolos que en cada asunción de un nuevo Emperador se transmiten como símbolos de poder.


         RAZGOS SEMEJANTES DE LAS DOS MITOLOGIAS


- Que a los personajes mitológicos se les atribuyen caracteres divinos.

- En general, son poseedores de súper poderes; cualidades que están fuera del alcance de los mortales.

- Hubo instituciones para velar por la unidad familiar, por la procreación y para construir algo: un mundo, una tierra, un país, una comunidad, aunque para ellos el incesto -en este caso entre hermanos- no tuvieron el valor pecaminoso que atribuimos los humanos. Estas instituciones arbitraban las relaciones entre parejas, hermanos, hijos, o en los casos en que se creía oportuno eliminar, por temor o venganza, a algún hijo.

- Las moradas sagradas se encuentran generalmente en el cielo o en los picos altos de las montañas; en caso de los griegos, el Monte Olimpo; y el Monte Fuji, en el Japón.

- La riqueza que aportaron las mitologías de ambas naciones a las culturas posteriores son incalculables. En el caso de la mitología griega: la Ilíada y la Odisea de Homero. Su importancia redunda no solamente por la abundancia de los documentos, sino por la suprema excelencia que ha sobrevivido al fanatismo religioso y al proceso destructor de las edades; se los ubica entre las mayores creaciones del hombre.

         En cuanto a la mitología japonesa, KOJIKI       (Recopilación de antiguos mitos e historias del Japón), es el primer escrito que se conoce en la historia de la Literatura japonesa que apareció en los años 720 a 712 a.c.    En dicho relato se pueden apreciar los ciclos legendarios de las diferentes fases del desarrollo humano en el Japón. Por otro lado, se sostuvo, firmemente, la trayectoria del origen divino de la Familia Imperial Japonesa que se cuenta desde el advenimiento del Primer Emperador del Japón, Jiminu, y descendiente de la diosa Amaterasu, hasta el término de la Segunda Guerra Mundial, cuando el Jefe de la Ocupación Americana, General Mc. Arthur, abolió la jerarquía divina del Emperador Hirohito para convertirlo en humano solamente. En el momento solemne, Mc. Arthur contó que se sintió, realmente, estar frente a la serena presencia de un joven Emperador divino.

         La mitología japonesa dio lugar al enriquecimiento y la identidad japonesa al considerársele, no solamente como el "país de los dioses", sino contribuyó a la creación de cientos de relatos y cuentos que aumentó el caudal de la literatura japonesa.


         CONCLUSIÓN


         Los mitos, ficción o inspiración divina, contribuyeron poderosamente para que la humanidad se deleite con ellos, y profundice el goce estético, ajena a los conceptos convencionales consuetudinarios y científicos. Invita a sumergirnos en un mundo mágico de misterios revelados. Nos transporta a reinos celestiales ínalcanzables para los mortales. A su vez, nos ofrece un paréntesis para huir de la rutina, de los padeceres, de las preocupaciones económicas, sociales, políticas y religiosas que afectan nuestro estado emocional y físico.

         Examínando los mitos podemos comprender mejor los sentimientos y valores humanos y el por qué de su conducta y la base que lo sostiene.

         Según Carlos Jung, el ser humano tiene proceder individual y colectivo. Este último está organizado por su estructura básica y símbolos llamados arquetipos, y los mitos representan una clase de arquetipo de acuerdo al desarrollo de una raza particular o de seres humanos.

         Por miles de años las mitologías han dado materiales para la inspiración de las grandes obras de arte: la arquitectura para los templos; literatura, pintura, escultura, música.

         El aporte cultural y espiritual que el mito dio lugar a la humanidad fue y sigue siendo, a pesar del enigma de su origen, muy positivo.


         -  Emi Kasamatsu

         Investigadora de la inmigración japonesa

         Catedrática universitaria en la UNA

         Miembro de la Internacional Nikkei Research Project en USA

         Licenciada en Letras en la UNA

         Profesora invitada en la UCLA de Los Ángeles USA, Abril 1998



         BIBLIOGRAFIA.


1 - Children inter. inc. The World Book Encyclopedia Vol. 13 Mythology (pág. 813 - 829) U.S.A. 1978.

2 - Boura, C.M. Historia de la Literatura griega Edit. Fondo de Cultura Económica, Mexica 1963

3 - Shogakukan. Sekai no bungaku, tomo 26 (kojiki) Tokyo 1980

4 - Sakamoto Taro. Japonese History. Tokyo 1.984

5 - Kasamatsu Emi, La presencia Japonesa en el Paraguay. Biblioteca de Estudios paraguayos. Universidad Católica -Vol. 55 Asunción 1997.





RENÉE FERRER


LA ANTOLOGIA POETICA DE RUBEN BAREIRO SAGUIER


         Es para mí un honor como amiga, como alumna que fui, y como Presidenta de la Sociedad de Escritores del Paraguay, dar la bienvenida en este recinto, tan apreciado por los escritores paraguayos, a Rubén Bareiro Saguier y a su Antología poética, editada en Francia en una magnífica edición bilingüe.

         Considero realmente difícil hacer justicia a la figura de Rubén Bareiro Saguier en su triple dimensión poética, humana e intelectual, debido a la riqueza de su labor en sus aristas creativa y analítica, y a los quilates morales que enaltecen su persona.

         Lo primero que recuerdo de Rubén Bareiro Saguier es aquel poema de Miguel Hernández que nos leía en las aulas del Colegio Internacional, donde su vocación de maestro presagiaba ya al preclaro investigador, que posteriormente llevaría el reconocimiento de nuestra lengua autóctona a las universidades de Francia y del mundo. Lo siguiente, su compromiso con la palabra y con la libertad a través de su actitud frente al momento histórico de la patria, su expresión poética y la obra de difusión cultural por medio de la revista Alcor. Lo mayúsculo, su calidad de amigo entrañable y consecuente.

         Hay algo inseparable de Rubén Bareiro Saguier, algo que se ha vuelto carne y hueso en él para fructificar a su vez en la palabra, algo que está presente en todo su obra y en todas sus vigilias, el amor a esta tierra que sólo pudo crecer con la distancia y el extrañamiento, para abonar su verso con el acíbar de la nostalgia y la dulzura de la fe.

         En la ecuación que resuelve la existencia de Rubén Bareiro Saguier, el término emblemático es el desgarramiento, como la lucha, como exilio, y como postura visceral y fecunda ante el destino. Y ese desgarramiento campea en toda su poesía tal una sombra que ilumina; semejante a una cuña de luz que destruye las más oprobiosas tinieblas de la desdicha, para levantarse vendedora y ardiente en cada poema; aún en aquellos lloviznados de tristeza por la ausencia, la terrible ausencia que se siente cuando alguien nos falta o cuando nosotros faltamos de alguna parte esencial.

         Releer el conjunto de la obra de Rubén, tan sabiamente seleccionada en esta antología que hoy aparece fue enfrentarse con la dignidad. Dignidad de la palabra, del hombre, del desterrado. No hay en la poesía de Rubén alardes innecesarios ni oportunas acotaciones al sufrimiento, hay sí la exposición de la carne viva que se manifiesta como testimonio y denuncia, como expresión de todo un pueblo. Porque en la poesía de Rubén el "otro" y el sufrimiento de los otros está siempre presente, confiriéndole universalidad al poema. No se trata de una conmiseración individual sino de un grito de protesta contra todos los que son o han sido vejados, oprimidos, borrados del mapa por constituir la voz de una conciencia que no transa.

         Ya desde el título de su primer libro Biografía de Ausente nos percatamos que la poesía de Rubén Bareiro, Saguier está marcada por la añoranza visceral de los otros.


         Por que alguien tejió la madrugada

         de sereno flamante

         y de limón dormido.


ese alguien es una parte constitutiva capital de la poesía de Rubén. Ese sujeto indefinido que es el otro, es el tu en todos nosotros, consagrados en esta tierra para soportar una soledad compartida.

        

         En el día junto a nos

         En la noche junto a nos

         En el cielo junto a nos

        

         El y nosotros solos

         Y nosotros solos


         Estamos

         Tan sin nombres

         Tan pequeños

         Tan oscuros


nos dice el poeta con una tremenda conmiseración por el prójimo y su humildad de hombre y de vate clarividente.

         En la constelación de obsesiones que invaden la poesía de Rubén Bareiro Saguier está presente como eje nutricio la tierra enraizada en el poeta y el poeta enraizado en ella. Hay una relación de vasos comunicantes con ese territorio perdido y recobrado que le dio identidad y carnadura. Pero la tierra está presente no como una abstracción de la nostalgia, sino como una presencia lejana pero tangible, pobladas de hombres, de mujeres, de gente que habla y siente y sufre como él.

        

         Los mismos campesinos

         Bordan los mismos surcos

         En una tierra vieja

         Cansada de semillas


         Y entroncada con esa vena raigal está la infancia, el mundo mágico de la inocencia que invade esa tierra perdida, ese Guarnipitán mítico en la historia de la patria, y en la propia historia del poeta dolido.


         En Carta Filial el poeta nos dice


         Pero has vuelto a tu carta

         Con aroma de leño

         Al íntimo registro civil afectuoso


         La historia en miga fresca


         La otredad, la tierra perdida, la infancia, son temas que se potencian con el exilio, el cual se hace fibra en el poema por medio de la irrevocable presencia de una ausencia. Nada está más presente que aquello que no tenemos. Y esta ciudad suya que le falta y le duele le pertenece, con dice él, por derecho de sonrisa.

         La tierra como tema y savia de la poesía se encuentra en toda la obra de Rubén. Esa identidad del poeta con la tierra misma que no solo añora sino que se convierte en una segunda piel queda manifiesta en el poema Autorretrato donde el poeta se pregunta


         ¿Qué soy sino un terrón deshecho

         de su abierta corteza,

         la raíz más amarga

         de su entrada de fuego?


         La protesta ante la injusticia, la rebelión del desamparado frente a una situación sin salida aparece desde sus poemas iníciales


         Mi Dios

         ¿Por qué la polvareda

         Cubriendo la llanura de los días?

         El río floreciendo siempre

         Su espuma inatajable


doliente consternación que se repite en el poema Guaranipitán cuando el poeta pregunta


         ¿Cómo, cómo y cómo,

         como tenerte,

         retenerte,

         recuperarte?


         Me quedan casas

         rostros, árboles, perros,


         Pero me faltan

         el río, el campo

         el cielo, la tierra.


         ¿Cómo, entonces...?


         Cómo pudo realmente Rubén Bareiro Saguier sobrevivir a ese fiebre de nostalgia, a ese desgarramiento de su ser?.

         La poesía nos contesta. Lo hizo a través de la palabra desnuda, sobria y escueta. Cuando el poema se hace desde la herida la retórica es un detalle innecesario, evitado voluntariamente. El sentimiento arde en la palabra descarnada. En la poesía de Rubén Bareiro Saguier no sobran las palabras, ni se hace concesiones a la retórica. Lo que se quiere expresar se dice con la carga poética que otorga el sustantivo y la fuerza motriz que presta el verbo. La sobriedad no claudica y la gran carga de emoción no cae nunca en la trampa de la expresión estéril, del juego verbal que se vería casi como una falta de respeto ante la experiencia vivencial del autor.

         Mucho se podría agregar a lo expuesto porque la poesía es en sí inagotable. Bástenos recalcar la excelencia de la poesía de Rubén Bareiro Saguier destacando su utilización de un lenguaje poético pleno de sustancia y acción. Sustantivo y verbo, como ya se ha mencionado, son los pilares fundamentales de esta poesía ceñida, sabida y entrañable. El adjetivo, más evitado que convocado, cuando se presenta viene siempre sujeto a una función específica. A veces es portador de un recuerdo y nos conecta con la infancia del poeta, como el verso


         Y en el caballo zaino


es evidente que no se trata aquí de cualquier caballo; otras veces es como parte de una metáfora, tal como en


         ...En una tierra vieja

         cansada de semillas


no solo la tierra está cansada sino que la desolación es tan grande que está cansada hasta de germinar. Podemos encontrar el adjetivo en función de la situación poética como en


         Yo pienso en el follaje

         constelado de pájaros


o en


         Una canción desnuda de impudicia

donde la verdadera calidad adjetival la completa el sustantivo impudicia. No se trata aquí de una canción desnuda, sino de una canción desnuda de impudicia, es decir pura por excelencia. En otros casos se puede encontrar el adjetivo como símbolo, tal el caso del poema Tríptico de otoño, donde se lee


         Se me caen las calles amarillas

         Me transitan las hojas amarillas

         en un vaso de aguas amarillas,


es evidente que el adjetivo amarillas es un símbolo de la estación y además cumple la función de introducir el contraste entre ese color luminoso con el resto del poema que deriva hacia el ennegrecimiento del alma del poeta por obra y gracia de la nostalgia.


         Una lluvia intimísima

         Ennegrece mis ramas

         Inaugura mi mano

         Una cuerda rascada

         Un puerto sin asilo.


         En el mismo poema el autor utiliza más adelante dos adjetivos corrientes al decir


         Valle del aire triste

         Y el azul imposible


utilizados como contrapunto de situaciones extremas, haciendo más llevadera la tragedia de aflorar ese "puerto sin asilo". El adjetivo como presencia de lo cotidiano, del lugar común que humaniza la vida, presente para suavizar expresiones tan fuertes como


         En esta mi provincia de mis huesos


También se encuentran casos de hipálages como en el


         El canto marrón de la cigarra


o de sustantivos oficiando de adjetivos como en


         Sino la rosa diáspora,


donde el verso se ve enriquecido además por la polisemia.

        

         Esta avaricia con respecto al adjetivo se mantiene con todo esplendor en los poemas de "A la víbora de la mar" donde la brevedad de los textos, al estilo del haiku... o más exactamente de los poemas los indígenas guaraní, potencian al máximo la búsqueda substancial significante.

         No se puede terminar este rito de bienvenida a la Antología Poética de Rubén Bareiro Saguier sin mencionar su declaración de derecho a la libertad interior rubricada en el poema Floración, de su última etapa - Nos dice el poeta, con su acento de convicción y rebelión al mismo tiempo


        

         a un hombre libre

         apenas sí le pueden apresar el cuerpo.


         En ese culto a la libertad pienso que debe buscarse la sobrevivencia y la razón de nuestro gran poeta.

         Varios son los puntos destacables que se podrían mencionar para lograr una semblanza aproximada de Rubén Bareiro Saguier. Nadie podrá olvidar que fue el adalid de la oficialización de la lengua guaraní en Paraguay, así como el más entusiasta impulsor de la educación bilingüe en nuestro país. Tampoco que ha merecido la condecoración de la Legión de Honor en el grado de Comendador, otorgada por el gobierno Francés, y que su libro Ojo por diente se vio favorecido hace algunos años con el prestigioso premio Casa de las Américas, o que ha llegado al cargo de Embajador de nuestro país en París desde su exilio, pero deseo finalizar estas palabras con una reflexión personal sobre su obra poética.

         Si tuviera que elegir un sustantivo para caracterizar la poesía de Rubén Barreiro Saguier, el vocablo que se me impone por derecho de ejercicio es dignidad. Porque hay dignidad no sólo en la queja, o en la rebelión, o la aceptación valiente de las circunstancias, sino en el celo con que defiende la propia nostalgia, como algo íntimo y personal que no puede ser mancillado.


         Yo no quiero que nadie

         se acerque a mi nostalgia


confiesa en el poema Al filo de omega.


         El poeta preserva su nostalgia como el único tesoro que le resta. El desamparado se ampara solamente en la dignidad de su propia tristeza. Y si la patria se siente como orfandad y sostén al mismo tiempo, la dignidad se ve rubricada por la conducta y la palabra; porque para Rubén Bareiro Saguier, la estética siempre estuvo y estará en concordancia con la ética, como dos caras correspondientes de esa luna vital que lo define.  


         Asunción, 1998





AUGUSTO CASOLA


LA AVENTURA DE LA PALABRA


         El idioma, es ser vivo y como tal posee infancia, adolescencia, madurez, senectud y por último, muere. Su organismo son las palabras, sean éstas de carácter oral o escrito, y ellas, a través de su simbolismo, hicieron posible la evolución humana al estado en que actualmente se encuentra.

         La importancia que adquiere la palabra proviene precisamente de esta capacidad de permitir la transmisión de ideas y conocimientos, su condición de vehículo indispensable para cualquier forma de relación entre los miembros de la raza humana.

         El mal manejo del idioma y el uso inadecuado de las palabras conducen a dificultar la comprensión entre las partes y acelera la decadencia de la lengua, debido a esa enfermedad terminal que la va destruyendo aceleradamente y que se llama ignorancia.

         Al parecer es un mal que se extiende a todo el universo de habla castellana, no sé si en otros idiomas se da el fenómeno, pero sí me llama la atención lo que ocurre con el nuestro.

         La lengua castellana es rica en palabras, eso no se puede negar. Es hasta si se quiere ampulosa. Llama a una misma cosa de diversas maneras, usando términos disímiles lo que la engalana y la dota de una riqueza y una fuerza muy difíciles de encontrar en otras lenguas y, sin embargo, por lo que veo, cada día este idioma tan rico y noble, se ve envilecido por modismos, neologismos, lusitanismos y cuantos ismos pueda uno imaginar, los que se agregan al lenguaje cotidiano y se contagian como una agresiva peste a través de los medios de difusión masiva, de los libros de texto, de las comunicaciones orales, en fin, todo cuanto signifique expandir el mal, se encuentra a disposición de la enfermedad degenerativa que va carcomiendo al castellano de una manera veloz e irreversible.

         ¿A qué se debe esta situación?. Yo creo que es resultado de una masificación como nunca ha existido antes, pero una masificación no en beneficio del mejoramiento cultural de los grupos humanos sino en pos de su alienación colectiva. Parecería que a medida que la tecnología ofrece más y mejores posibilidades a disposición de los seres humanos con las herramientas pueden ayudar a su mejoramiento y elevación, éstos se empecinan en jugar a las escondidas con el conocimiento, alardeando de una incompetencia tan profunda y tan extendida que hasta se mira con recelo a quien recurre a expresiones tan extrañas al decir "entrega de premios", en lugar de la consabida premiación, o que manifiesta el deseo de que le reciban algo, en lugar a que le recepcionen. Y ni hablemos de las adjetivaciones, pues desde hace tiempo ya no hay más "equipos", sino equipamientos.

         Hay veces que escuchar la radio, ver la televisión o leer un diario produce escalofríos, no tanto por las barbaridades enunciadas como por el desparpajo de quienes las enuncian.

         ¿A qué se debe este fenómeno?

         Yo pienso que es la forma con que se busca suplir una falencia insalvable de pobreza de vocabulario y pereza mental para corregir dicha falencia. Es más fácil inventar palabras que utilizar los términos adecuados y como no hay nada que se difunda con mayor rapidez que lo malo, pues en eso estamos.

         Pero no todo está en nuestro mundo sudamericano, ni siquiera rioplatense o paraguayo. El mal es general. La influencia viene de la propia España, donde se editan algunos libros escritos de una manera que pone los pelos de punta a cualquiera que tenga un elemental conocimiento del castellano. Pero como esto es precisamente, lo que no ocurre y por lo tanto, pasan por buenos esos frutos podridos del lenguaje.

         Basta poner los oídos en alerta para captar todo tipo de palabras perversas que en realidad no quieren decir lo que dicen pero que convencen a todo el mundo de que así debe decirse lo que no dicen y la palabreja se difunde como reguero de pólvora por la novedad, o no sé porqué, y a todo el mundo se le ocurre adoptarla como una valiosa adquisición de su vocabulario y ahí está ella, dueña y señora de los lugares más refinados de la sociedad, asentada en las páginas de los periódicos y repetida por locutores y comentaristas que se engolosinan disfrutando la pronunciación del nuevo engendro.

         Es cierto que el idioma es un ser vivo, como expuse al principio, pero ello no quiere decir que sea necesariamente jorobado o idiota. Puede ser un ser vivo educado y cortes, amable e ingenioso, vivaz y divertido, sin necesidad de recurrir a esos monstruos salidos de no sé dónde y se mueven como las figuras deformes que solemos observar en las películas de criaturas antediluvianas.

         A veces tengo la impresión de estar viviendo en un extraño mundo de científicos analfabetos, empecinados en inventar un dialecto que en su opinión resultaría más elocuente que el lenguaje usado y aceptado, en el cual cada palabra posee un sentido inequívoco y hasta no hace mucho resultaba digna de admiración aquella persona capaz de expresar las ideas o sus opiniones de una manera elegante, sin por ello disminuir un ápice la fuerza de su ironía o la dureza de su mordacidad.

         Pero para ello se necesita recurrir a perífrasis adecuadas para satisfacer el buen gusto, que es otra cualidad perdida en nuestros días, pues parece que la grosería y lo grotesco tienen más ascendiente que las exquisiteces del ingenio.

         Decía que era necesario recurrir a perífrasis adecuadas. Ello implica en primer término, un acabado conocimiento del idioma, cierta holgura de vocabulario y bastante inteligencia para obtener un resultado ingenioso. Por el contrario, lo que observamos ahora es una falencia al respecto, lo que impone la necesidad de recurrir a expresiones groseras a fin de hacerse entender por los demás.

         ¿Porqué será que se desprestigió tanto el afán de ser mejores?. Para reducirnos a nuestro ambiente, es notable, cómo se les dificulta a las personas comunicarse entre sí. ¡Cómo cuesta que a uno le entiendan y cómo cuesta entender a los demás!.

         Con frecuencia uno debe sumergirse en las aguas estancadas de la exposición de alguien que está haciendo lo posible por comunicar algo pero carece de las palabras para lograrlo. Y a más de las palabras, le resulta sumamente difícil hilvanar sus pensamientos para presentarlos de una manera lógica e inteligible. Simplemente, no pueden expresar sus ideas.

         Como reverso de la moneda está el otro grupo de gente cuya características es poseer un "pico de oro". Dicen cualquier cosa, no se detienen, simplemente hilvanan las frases que van saliendo con increíble facilidad de sus bocas, consiguen impresionar a sus oyentes por los floridos juegos de sus expresiones. Pero son juegos de luces de artificio. No dicen nada. No quieren decir nada, su único objetivo, por lo general, es dejar caer alguna frase ingeniosa que pueda ser festejada y de ser posible repetida, por quienes escuchan.

         Y sin embargo, nuestro idioma bien escrito y bien hablado, es encantador. Es florido. Permite decir de todo sin necesidad de recurrir a neologismos incoherentes. Basta usar las palabras que figuran en el diccionario, y que son muchas, los sinónimos, que son más y cierta paciencia para aprender a hilvanar con decoro gramatical lo que se desea decir, para que todo lo demás suene a disparate.

         Yendo al campo más concreto de quienes escriben, esto se hace imperativo. No puede tolerarse en la gente dedicada a escribir esa orgía de necedades con que condimentan sus trabajos. Pareciera que pretenden, ellos solos, crear un idioma nuevo, pero con tanta infelicidad que ni a ellos mismos les es posible interpretarlo.

         El escritor tropieza con ese mare mágnum de incongruencias y se ve afectado por él ya que resulta difícil escapar a los vicios del lenguaje. En nuestro país, tenemos además cierta tendencia a considerar lo extranjero como mejor y la jerga rioplatense digna de admiración y respeto por pertenecer a gente que "sabe hablar". Pero hago una sola acotación: detengámonos un momento a escuchar lo que se dice o a leer lo que se escribe. Hagámoslo con sentido crítico. Levantemos barreras racionales ante la irracionalidad que nos rodea. Si cada uno de quienes nos preciamos de manejar el idioma con cierta coherencia de sus reglas gramaticales y oponemos nuestros conocimientos nuestros, sin miedo y sin temor a volvernos objeto de la burla ajena, para decirlo en una palabra, de los ignaros, habremos dado un paso importante para detener la avalancha de necedades que amenaza con cubrirnos a todos.

         Al parecer, la mediocridad se señoreó de nuestra realidad y no piensa dar lugar al mejoramiento de la cultura. Hemos de reconocer que el momento de nuestro país no es el más adecuado para inducir a nadie a entregarse a los placeres demasiados sutiles que emanan de eso que llamamos cultura.

         Basta mirar alrededor. La educación se maneja a niveles de intereses partidarios. Las instituciones que pudieran apoyar la cultura han relegado a un plano tan bajo que casi resulta incoherente hablar de ella. Aquellos que pudieran considerarse capaces de difundirla solo quieren hacer sobresalir a grupos que por un motivo u otro les resulta interesante a sus intereses y no existe el más mínimo sentido crítico en la enunciación de opiniones.

         Ante tal circunstancia, solo quedan dos alternativas: sumarse a la masa que cada día adquiere más fuerza en la imposición de sus nuevas reglas u oponerse a ella con el peligro de ser exiliado de grupos que, por los medios a su disposición, influyen sobre la opinión y anula en lo posible cualquier posibilidad de renacimiento.

         Si la cosa sigue así, pronto volveremos a encontrarnos como los hombres primitivos que no pueden seguir sus discusiones por la noche debido a que se expresan con gestos y éstos no son visibles en la oscuridad.

         Yo veo algo más, algo maligno detrás de ese avance implacable de la incultura. Veo algo que ha servido de sostén a años de dictadura y sigue en pie en estos tiempos de incertidumbre, mal llamada democracia. Los dos pecados imperdonables de la primera son: destruir los valores que siempre sirvieron de referencia para el equilibrio de las relaciones humanas, al aniquilar todo cuanto pudiera servir de faro en medio de la oscuridad, sosteniendo a los fariseos de lo incondicional que desempeñan su papel a cambio de los beneficios otorgados por los culícidos del poder. El segundo pecado y tal vez aún más terrible que el primero es haber creado, como institución, la apología de la ignorancia.

         Puedo pecar de idealista pero no de condescendiente. Puedo pecar de soñador, pero no de escapar a la lucha.    Mi ideal es la lucha y no creo pedantería llamar al combate a quienes creen, como yo, que la palabra es un don sagrado que debe defenderse a cualquier precio. Yo no estoy dispuesto a ceder y estoy convencido que existen otras personas capaces de oponer su propia capacidad y el respeto que han logrado imponer a lo largo de los años de sostener una conducta digna.

         ¿Cuál es el objetivo de estas palabras?. Llamar a la cordura.

         Soy un convencido que quienes sustentan el progreso no son aquellos que se desgarran las vestiduras haciendo alarde de una honestidad que no poseen, ni sienten, ni desean, sino quienes con su silencioso trajinar de cada día establecen las pautas adecuadas de una conducta digna de ser seguida y admirada, aún cuando para ello deban incinerar afanes de gloria y fortuna en el fuego devorador de la creación.

         El arte es, por excelencia, el parámetro del tiempo y es a través de él como se develará el que nos cupo vivir. Todo lo demás perece, todo lo demás es hojarasca. ¿No fue Shakespeare quien dijo que la única inmortalidad que se puede asegurar es la de las letras?

         Escribir es un acto de fe, es arrojar al océano una botella con un mensaje y esperar que alguna vez llegue a la costa adecuada, es enviar un mensaje al futuro, invitar a las generaciones venideras a conocer el lugar que ocupamos ahora, hacerles sentir nuestras emociones y nuestras penas, nuestros amores y nuestras desilusiones, nuestras alegrías y nuestros sufrimientos, informarles de nuestras luchas y afanes, que sin duda serán muy parecidos a los del futuro, para hacerles vivir nuestro presente desde la óptica que ofrece el tiempo, ese Cronos implacable, devorador de las vidas de sus hijos.

         ¿Cual es el valor de la palabra? Tal vez sea el hecho de constituir la primera manifestación de ser dentro de nosotros mismos.        Es ella que nos distingue de todo lo demás existente en este mundo en que vivimos. O tal vez sea simplemente el accidente complementario que condenó al hombre a la condición de ser irredento que le es característica, a esa constante desazón entre lo que es y pretende ser, lo que quiere y realmente espera, lo que ama y realmente odia, lo que nos hace únicos, a los condenados por el don de la inspiración, irreversibles e inadecuados para subsistir sobre un terreno dominado por fuerzas extrañas a nuestras concepciones vitales, como seres marcados por la señal de Caín, malditos desde el principio, incapaces de tolerar lo que existe como aceptable, ansiosos de horizontes inexistentes, de emociones nuevas, de verdades originales y extrañas para quienes no pertenecen a este grupo extraño, hijo del poder creador que nos agita y nos consume en la breve transitoriedad de una vida, arrojándonos una y otra vez, sin piedad hacia las rocas de la incomprensión y el desdén, hacia las playas desoladas de la estupidez.

         Tal vez me he excedido en la exposición de los fundamentos que sostienen mi deseo de encontrar, en medio de la profundidad del túnel en que nos encontramos sumidos, una luz que encienda la esperanza de algo mejor para el futuro.

         Sin embargo, nada de lo dicho puede ser tachado de falaz. La hipocresía es una cualidad que no poseo y quienes me conocen saben que más bien peco de sincero. Yo creo en la palabra, en su poder y en su origen divino. Creo en el ser humano como una fuerza capaz de superar las etapas de oscurantismo a que lo someten las fuerzas del mal. Y también creo en el mal.

         Mí lucha es constante, mi vocación está condicionada a la necesidad de lograr algo mejor para aquellos que me seguirán en esta carrera ininterrumpida del destino. Creo en la eternidad de la palabra y, en lo que a mí respecta, seguiré luchando contra la adversidad que impone el ambiente y el momento, el hombre y sus circunstancias, el temor y la cobardía, la condescendencia y la debilidad, porque pese a todo, soy un hombre de fe.

         ¿Un iluso? ¿Un idealista?

         Puede ser, pero yo, creo.


        


Obra de Abel de la Cruz (Josefina Plá)



LUIS MARÍA MARTÍNEZ


CASOLA, EN BUSCA DEL PAIS OCULTO


         "Y no hay con quien hablar

         del asunto."

         "Y no hay país para emigrar."


         J. A. Rauskin


         Los narradores, gente curiosa y avecindada, observadora, y amplificadora de cualquier cosa, han provenido de las especializaciones más diversas.

         De la medicina Chejov y Baroja, de la matemática nuestro Rafael Barrett, de la abogacía Casaccia y Reinaldo Martínez y de cientos otros más. Augusto Casola proviene de la ingeniería, y como bien dijera de él en 1984 el Presidente del Pen Club de Paraguay, el insigne poeta José Antonio Bilbao: "ingeniero de profesión, mensura tipos y psicologías diversas". Una especialidad en cuyo ámbito escribir resulta casi una rareza. Los cálculos y planillas no necesitan casi de comentarios; Tan sólo una imaginación y la fantasía, para idealizar urbanizaciones, edificios, puentes, etc. y para no más.        

         Augusto Casola aparece tras la concreción del Primer Concurso de Novelas organizado por el Pen Club del Paraguay y la Cámara Paraguaya del Libro en 1972. Su relato "El laberinto" obtiene el primer premio. El veredicto fue dado del grupo de nueve novelas presentadas, siendo calificada la suya de "bien estructurada", al referir "la aún no superada realidad paraguaya de las mezquindades" de la vida diaria.

         Mediante aquel concurso, se dijo prólogo mediante, había surgido un nuevo nombre en la escasa novelística del país. Y era verdad, lo confirmó así el tiempo, el que consagra y arroja al olvido a los no perseverantes.

         Comentemos que nuestro escritor centraba su novela sobre "el laberinto" en que se debatían todos los seres en los espacios mediocres y pobres que generaba el régimen de interdicciones, opresiones y acosos que existía en el país. Los seres se dividían así entre quienes se contentaban con defender sus mendrugos llevando una vida oscura, de ostra como dice el autor "encerrándose en la caparazón protectora de la indiferencia"; o bien entre quienes aspiraban a sumir, mas no lo hacían, de atacar "los molinos de viento" como "Auténticos realizadores de una modificación esencial en la vida pública." De paso Augusto Casola ya nos revelaba por entonces la existencia de una rebeldía bullente en todos los estratos sociales del país, y como el mismo decía "los jóvenes se habían vueltos impacientes en todo los aspectos de la vida" Rebeldía sorda e inapagable que se materializó pocos años después: la crítica al ir más allá tomó el camino de la rebelión y de las armas. La violencia en casos así, necesaria e inaplazable, asume como decía un pensador el papel de comadrona de la historia.

         Posteriormente en 1984, publica un volumen de cuentos con el título de "La Catedral Sumergida", con argumentos extraídos del "horizonte de los recuerdos", de quien navegando por la vida de los seres, reportaba sus ansiedades y deseas sumergidos en los sustratos de la cotidianeidad. Buenos e interesantes los vertebrados sobre merecidas historias, no así los sustentados sobre una especie de frágil monólogo. La lentitud, desde luego, apaga el interés e induce a la modorra.

         Siempre creo y sostendré que la anécdota es el alma del relato, como la melodía lo es de la música. Narraciones yertas no despiertan generalmente ningún interés, ni son releídos jamás. Especie de "amieles" en y de la narrativa, por repetitividad tediosa, por ansiedades pedestres, por isocronías de vida.

         El libro tiene relatos interesantísimos, pues hombres y mujeres enajenan su porvenir en el esperado calvero de cada día, con sobresaltos mínimos. Destaco el mérito de Casola al darnos ya en 1984, al describirnos algo de la represión criminal y trágica, como expresión del terrorismo de Estado, en el campo, tras los fracasados atisbos guerrilleros de 1959 al 60, en su cuento "Tacuaral".

         Es un relato fuerte como los transcriptos en las páginas testimoniales de "Paraguay bajo el terror. Documentos que acusan" de la Liga Argentina por los Derechos Humanos de 1947 o de las que se dieran a conocer en 1960 con el título de "Crímenes y atrocidades de la dictadura... " Algunos de los cuales fueron patéticamente recreados por la pluma ahorrativa y reportera de J. J. Chiavenato sobre la siniestra era de Stroessner, con la defoliación plena de honda tragicidad.

         El cuento a mi parecer revelaba por entonces dos cosas importantes: que las atrocidades de la dictadura no eran ya un secreto para nadie, y de que ya la dictadura se descascaraba en decrepitudes casposas y la muerte le rondaba los pies, enfriándolos. Y de que el miedo de la ciudadanía se encogía cada vez más. Las garras gastadas de la dictadura por el rallador gigante de la resistencia popular ya no infundían tanto pavor. Cinco años después sobrevendría el deceso de la autocracia del terror.

         Pasaría al basurero de la historia, no obstante el latente sentimiento nostalgioso de sus muchos y sus antiguos servidores, que mantiene el recuerdo de "jefe" y sus vómitos saturnales. Esto me trae al recuerdo los pegadizos versos impublicables que formulara más de dos lustros antes: "jefe de todo: jefe/ Capaz de todo: jeque/ (en árabe o mozárabe)/ Caifás pero buen jefe./ Capataz en lo jefe."

         Hoy, el temido dictador de otrora empolla su vejez en una poltrona cualquiera en la arquitecturada Brasilia, mientras agavilla sus recuerdos entre el coro fantasmal de los asesinados y desaparecidos por su acción.

         Y me permito hacer ahora otra digresión apropiada.

         Los escritores que permanecieron en el larguísimo exilio interno, padecieron mucho más que los que permanecieron en el extranjero. La censura real y la autocensura; el miedo exógeno y endógeno,         latían en la corriente sanguíneas de cada quien. Lo digo esto sin ánimos de agredir, pero sí, porque algunos que estuvieron en los duros años de la cárcel viva que era el Paraguay e insisten en permanecer en una especie de "éxtasis heroico", merecen que les diga. El ambiente mefítico, criminal que ocasionaba trastornos en la actividad intelectual, era algo sofocante. Por eso traigo a continuación las palabras del poeta portugués Antonio Ferreira ( 1528-1569 ), que vivió en la atmósfera inquisitorial de Europa, y que semeja al panorama de miedo que soportaron los intelectuales paraguayos, palabras que merecían ser estampadas en bronce: "En miedo vivo, en miedo escribo y hablo ... incluso en miedo pienso y en miedo callo."

         Y bien retornemos el hilo de la presentación.

         Que el narrador Augusto Casola escribe y sigue andando. Y que ha pasado de la oruga al vuelo de la mariposa. Por eso hoy nos reunimos para reconocer el vuelo de una nueva obra suya. Cuento largo o novela corta. "TIERRA DE NADIE - NINGUEM"

         En la obra, la acción se desarrolla en las tierras inhóspitas, salvajes y bravías de nuestro país, de polvaredas densas y de frontera seca, donde las cordilleras del Amambay y Mbaracayú, ponen sus gibas pétreas y arbóreas sobre el paisaje, y tiene trámites un criminal submundo en nuestros días: el de los negociantes y plantadores de marihuanas, el de los tahúres de todas las especies, el de los vendedores de cualquier cosa. En síntesis el submundo de los increíbles proxenetas, sanguinarios explotadores de lenocinios y de ex campesinas caídas en la más baja prostitución; el de los brasilerados personajes de gatillos fáciles, de inhumanidad sorprendente.

         Territorio bello y siniestro, dominio de la ley del silencio (omertá) y donde la delación se cancela con un par de balazos precedidos de relámpagos pequeños. Donde la vida ilegal es incesante, porfiada y feroz. El listado de las anormalidades sobrepasa la capacidad captadora de un vademécum cualquiera:

         Autopistas clandestinas en cantidad desconocida, rollo tráfico, hormigas mecánicas poderosas que llevan sin cesar palos irrecuperables parecidos a toneles. (50.000 guaraníes bastan para que los guardias forestales no vean, no huelan ni escuchen nada, mientras van los rolleros navegando en verdaderos trasatlánticos selváticos); el auto tráfico, teñido muchas veces de sangre inocente, y un largo etcétera

         Es el asiento, en fin, de una curiosa republiqueta iniciada con el aluvión brasileño de depredadores de todo tipo y de flagelados (campesinos migrantes) - en número ahora de 700.000- pobres seres corridos de su propia heredad por hambrunas sucesivas, que la torpeza dictatorial permitió que prosperase en su afán de hacer negocios con cualquier cosa. Un diminuto país no reconocido por la ONU ni la OEA, ausente de los mapas: BRASIGUAY. De símbolos bastardos, de lengua superpuestas y envilecidas, de códigos que imponen gavillas de inescrupulosos.

         La historia de Augusto Casola se desarrolla en Capitán Bado - pequeña población dice el autor, que linda con la ciudad brasileña de Coronel Sapucaia, en la frontera. Y la frontera, prosigue, es "una extensa franja que no exige sino cruzar el ancho variable de la tierra de nadie-nínguem que separa a ambos países." Es la actividad de un grupo de macoñeros cuyas plantaciones se hallan escondidas en la selva virgen, húmeda, pegajosa, esquiva, voluptuosa", que es acechado permanentemente por la SENAD (Secretaría Nacional Antidrogas), y casos de delación, asesinatos, la vida dura en la selva, etc. Allí donde antes predominaban La Industrial Paraguaya y la Mate Larangeira, empresas semifeudales de la explotación de la yerbamate y el café, hoy poblado con nuevos bandeirantes negros o rubios y bajo el dominio de ubicuos y misteriosos padrinos: los Yamil y los Beira Mar, gobernadores reales de la zona con tentáculos increíbles.

         Por algo de semejanza con la obra de Casola, nos obliga a recordar algo del "Fogo Morto" de José Lins Do Rego, de la vida del cangazo (bandido nordestino) junto a los flagelados sertoneros, "Los garimpeiros" de Herman Lima, de buscadores de piedras preciosas, o  tierra sin fin" de Jorge Amado, de los coroneles del cacao.

         Facilita la lectura del interesante relato de Casola la prosa breve, tajante y nerviosa, como consignas de soldados y los diálogos jugosos de mixturados idiomas, que crean un halo de diafanidad. Al perder su escritura la obesidad, arriba del tajo mínimo de labios encimados, a la exactitud de las piezas unidas.

         Hoy después de muchos años, apagado el efecto depresivo que genera lo editado anteriormente y que demora en difundirse, Augusto Casola nos vuelve a confirmar sus dotes de buen narrador e incorpora a nuestra novelística un terreno aún no hollado: el territorio fronterizo, y me atrevo utilizar un calificativo anatematizador de José Martí:

"revuelto y brutal".

         En plena primavera rumorosa, Augusto Casola llega con las hojas sacudidas y alimentadas por nuevas savias de letras, donde también se huelen los inubicables perfumes de la palabra impresa.

 

Obra de Michael Burt

 

 

 

ENLACE INTERNO A ESPACIO DE VISITA RECOMENDADA


(Hacer click sobre la imagen)






Bibliotecas Virtuales donde se incluyó el Documento:
LIBROS,
LIBROS, ENSAYOS y ANTOLOGÍAS DE LITERATURA PA



Leyenda:
Solo en exposición en museos y galerías
Solo en exposición en la web
Colección privada o del Artista
Catalogado en artes visuales o exposiciones realizadas
Venta directa
Obra Robada




Buscador PortalGuarani.com de Artistas y Autores Paraguayos

 

 

Portal Guarani © 2024
Todos los derechos reservados, Asunción - Paraguay
CEO Eduardo Pratt, Desarollador Ing. Gustavo Lezcano, Contenidos Lic.Rosanna López Vera

Logros y Reconocimientos del Portal
- Declarado de Interés Cultural Nacional
- Declarado de Interés Cultural Municipal
- Doble Ganador del WSA