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GENARO RIERA HUNTER

  JANO: DIOS DE LA SALUD MENTAL - Ensayo de GENARO RIERA HUNTER - Mayo 2011


JANO: DIOS DE LA SALUD MENTAL - Ensayo de GENARO RIERA HUNTER - Mayo 2011

JANO: DIOS DE LA SALUD MENTAL

 

Ensayo de GENARO RIERA HUNTER

 

 

I

 

El principio freudiano de respetar al síntoma, y por eso siempre iniciar el análisis desde el tomar sus asociaciones primeras como punto de partida, es una regla importante también para los grandes temas de Salud Mental. Esto, en el sentido que este campo presenta una serie de situaciones claves (llaves) que abren o cierran puertas de la vida de los sujetos. Es un territorio en el que las cuestiones de los inicios, de los puntos de salida, los puntos de los comienzos, se vuelven importantes para po­der aceptar nuevos encuentros y buenos finales posibles. La regla freudiana de respetar el síntoma como inicio para llegar así a obtener buenos finales, es una regla válida para la Salud Mental en general, sobre todo, para concebir las políticas respecto de sus acciones. De ahí es que los comienzos críticos de la vida de las personas -situaciones conflictivas corrientes (s.c.c.)- se constituyan en situacio­nes que requieren un "no pasar sin comprender".

 

Si algo aporta el psicoanálisis al campo de la Salud Mental, indudablemente, es el respetar los buenos comien­zos, es decir, posibilitar abrir puertas para que al final se cierren bien, o que pueda implicar nuevas aperturas. Esta distancia, desde el principio al final, presenta obstáculos que demandan que sean cuestionados, vale decir, no res­ponder bajo el soporte de ideales sociales o de exigencias de mercado, con respuestas corrientes (r.c.) Los ajustes a las demandas sociales, al menos en los inicios, son deman­das que deberían ponerse entre paréntesis para que lo más particular del sujeto pueda tener una alternativa de salida. La ética que dirige una intervención en este campo de Sa­lud Mental no debería sujetarse a lo que se puede llamar de un "valor adaptativo" con relación a los ideales de una cierta normalidad cultural: nuestra tan conocida ética de los valores ideales. Tendencia, esta última, que se expresa en términos de universalización que "uní-forma" a las referencias.

Abrir espacios a la creatividad es salida. Salida de las situaciones conflictivas corrientes por la singularidad de una posición y deseo. Deberíamos entonces situar a la Sa­lud Mental como siendo siempre salida por esa vía de la singularidad. Algo que la vincula necesariamente con la creatividad. Esto, en la medida en que, lo mental es en su fundamento desacuerdo, y se diferencia justamente cl sujeto humano del animal, porque este sujeto se pre­senta estructuralmente  perdido, mal orientado. Sufre de desarmonía (su phatos o padecimiento esencial) porque siempre su libido es de causa narcisista y sus intereses no se reducen a lo necesario o a lo instintual. Es esta desar­monía estructural lo que se pone en juego, al rojo vivo, en las situaciones conflictivas corrientes que son todas situa­ciones en donde el sujeto tiene que asumir decisiones fun­damentales. Por eso, dichas situaciones de conflicto, son siempre indicativas del inicio de algo, y estos inicios de­ben ser tratados, por decir así, con la lógica freudiana de no concluir o cerrar bajo demandas o exigencias de idea­les, sean ellos de cualquier tipo. De modo que las puertas, las posibles para un sujeto, puedan abrirse y así los finales puedan constituirse en los más creativos y satisfactorios posibles, que es lo único que permite que un sujeto sea o se transforme en un sujeto responsable. Se responsabiliza cuando la creatividad satisfactoria emerge y una vez que ella esté articulada a un deseo subjetivado que rompe con la generalidad alienante e irresponsabilizante de los idea­les listos para el uso.

 

II

 

En el ser humano no está asegurada la buena llegada, el buen final, pero, con seguridad, se ayuda si los inicios de algunos tropiezos trascendentales de la vida del sujeto son establecidos como principio de un análisis. Un final estandarizado, que es lo más corriente en la vida social a cualquier edad, o en la vida familiar, laboral o de estudios, es un pésimo final. Esto, porque el inconsciente es engañoso, pisa fue­ra de lugar, está constituido de equívocos y el campo de la Salud Mental nada resuelve desatendiendo a los latidos que las situaciones vitales críticas van presentando. No de­beríamos olvidar que la realidad humana, tomada en ese campo de lo ficcional que nos constituye, está hecha de equívocos. Equívocos que están presentes en los síntomas y que necesitan de escucha.

La escucha del equívoco es escucha de los significantes del deseo, es escuchar lo nuevo y diferente que existe en la repetición.

Una repetición no remite solamente, no se reduce, a algo antiguo que se repite en el presente. Ella remite tam­bién, y es la acepción más interesante, a lo que impulsa para que el asunto persevere. Es más que nada una fuerza de insistencia. La repetición que así se presenta como in­sistencia por lo nuevo, es entonces la fuerza de esa per­severancia, que muchas veces, el sujeto lo hace por años.

Es ese aspecto, el de la búsqueda de otras cosas, el punto exacto en donde el sujeto debería ser escuchado. Porque, si un sujeto se equivoca, es porque está expresando que quiere esa otra cosa y no apenas adaptarse. El superyo imaginario cultural, es con seguridad, el que podría pre­sentarse significando al equívoco apenas como una mala o inadecuada adaptación. El equívoco, es así, algo a con­siderar, es búsqueda y presencia de una singularidad y por eso es que hay que valorizarlo en la escucha (en Salud Mental la escucha está implicada, no hay sin ésta). Es puerta que abre, y por eso es que se puede constituir en política de Salud Mental. Las situaciones vitales y tras­cendentes son puntos de partida, de un inicio, que por vía de la escucha, pueden llevar al sujeto a que algo de la singularidad subjetiva emerja.

Centrar la atención en las singularidades que van na­ciendo en cada inicio fundamental de la vida humana, es por lo tanto, trabajar por la Salud Mental. Por eso se podría decir que el dios de la Salud Mental, bien podría ser Jano (el dios de las puertas, de los comienzos) de la mitología romana (no tiene equivalente en la mitología griega), el que aseguraba los buenos finales. Era invocado el primer día de enero (Jan-eiro) porque se inicia un nuevo año y también al comenzar o iniciar una guerra. Dios este, de dos caras, una mirando el inicio del día y la otra el final del día. Toda tarea domestica buscaba su asistencia.

Jano representaría así, la orientación que en este cam­po de la Salud Mental, se debería tener como política: atender (la atención es una escucha) los inicios de situa­ciones transcendentes de un sujeto.

En esto, el psicoanálisis debe ser convocado y los ana­listas participar; estableciendo una presencia donde escu­char las diferencias que las situaciones críticas corrientes plantean en este mundo en que no se escucha más. Es­cuchar, pero también trasmitir la particularidad que está en juego. Es esta la que se vuelve útil para los demás si encuentra el sujeto creatividad, inventiva en su vida y en sus opciones fundamentales. Es decir, si encuentra una po­sibilidad de abrir puertas hacia lo nuevo de un día o de una vida.

 

III

 

 El loco es una persona que se interroga y trabaja las 24 horas sobre los temas cru­ciales de la existencia, se cuestiona sobre lo que los neurótico, los "normales", creen tener resuelto acabadamente. El loco es esencialmente un productor in­ventivo de respuestas mientras que, el "normal" neuróti­co, cree tener respuestas y de hecho las tiene, solo que, no singulares sino tomadas de los estándares sociales.

Qué nos enseña la psicosis? Varias cosas, pero en espe­cial que hay modos de vivir que duelen y que las respues­tas subjetivas tienen que tener espacios para la particu­laridades y las diferencias. No siempre se puede sostener una vida con respuestas todas colectivas. Los enigmas que resuelve delirantemente el loco (qué es una mujer, qué es un padre, qué es la muerte, qué es un dios y otros) son los mismos que los del neurótico pero con "soluciones" idea­lizadas socialmente. Claro que, por otro lado, no es una cuestión de idealizar una solución delirante, en la medida que ésta se presenta al precio de una ruptura con el enlace social, con el discurso y su código. Sería más una cuestión de delimitar y circunscribir ese campo.

Siendo así, la Reforma de la asistencia en Salud Men­tal, no debería desatender la inquietud fundamental del sujeto psicótico. No puede el orgullo terapéutico guiar el cómo se debería vivir.

Un principio que puede orientar la Reforma en Salud Mental es preguntarse por qué el loco es un trabajador in­cansable, que busca en esa actividad?

El loco es un trabajador, porque con ello busca resta­blecer una satisfacción en vivir que se le pierde y que se trasforma en intenso dolor. Quiere trabajar como salida del dolor. Como salida de la sobre excitación. Quiere "recupe­rar" su bienestar por vía del trabajo.

El inicio de una psicosis (aquí entraría el dios Jano a "guiar") es el momento de rebajar el orgullo terapéutico y buscar -sin prejuicio- cómo el sujeto podría aliviar su mal por vía de su trabajo. Canalizar y facilitar la producción es un deber del terapeuta. Y no decir ¡eso será para cuando se cure! sino a la inversa, trabajar para "curarse", pero en la línea de su deseo.

Las condiciones para la rehabilitación exigen una mo­dificación del esquema social de los agentes de salud. Salud Mental, dice Freud, es la capacidad de armar y trabajar, y el psicótico nos pone en alerta abiertamente en lo que se refiere al trabajo y la actividad que el mismo implica.

Busca, el loco, poder realizar un trabajo creador.

Sin la necesidad que cada psicótico sea un artista, los artistas psicóticos nos enseñan algo sobre la psicosis. Con esto, no decimos que el arte es fruto de la psicosis, ni que el genio es fruto de la locura. Lo que se plantea es que necesitan (los psicóticos artistas) espaciar los episodios psicóticos, buscan lograr el máximo de intervalo entre crisis y crisis por medio del trabajo creador. Trabaja en los intervalos que la enfermedad permite para acrecentar la distancia entre caídas y recaídas. Colocar mayor distan­cia a la locura es lo que permite a los talentosos psicóticos artistas presentar calidad en su obra.

El psicótico no es loco porque desea, lo es porque no puede no serlo. El trabajo en lo que gusta e interesa es in­tensamente buscado (el trabajo creador) porque le ayuda a insertarse en su propia vida, allí sí, con algún deseo propio en acción. De ahí la capacidad de trabajo del psicótico y su tranquilidad mental como resultado.

La reforma en Salud Mental para que pueda introducir algo nuevo y no sea simple cambio de forma tendría que buscar entender la necesidad de la actividad del loco. Si debe haber reforma, debe suprimirse la necesidad de ape­garse a las formas más o menos tradicionales de plantear el tratamiento de las psicosis. La Reforma debe orientarse hacia el impedir la decadencia. La decadencia es el estado de la no acción posible, es el estado de vivir sin singulari­dad lograda. La vida no es sin pulsiones. Es con pulsiones domesticadas y eso es satisfacción creadora sin necesidad que el sujeto sea necesariamente un artista.

El trabajo, en los intervalos de los psicóticos artistas, nos muestra el sentido de lo que busca un psicótico para no de­lirar y el esfuerzo por imponer un finito y un límite a la des­trucción. Es de ultima, un esfuerzo por imponer a Eros. Que influya la satisfacción desplazando al dolor o lo haga más to­lerable. El inicio, el comienzo de la locura es un comien­zo que debe ser tomado como tiempo fundamental pues puede enseñar (a las políticas de las Reformas en Salud Mental) que para que el proceso de Reforma se concluya bien, o sea en la línea de las sorpresas y del aprendizaje, exigiria no prejuzgar al loco como el modelo de la impro­ductividad. Hubo pintores (Van Gogh), Escritores (Joyce) y músicos (Schumann), así como matemáticos (Cantor), que justamente, con sus producciones lograron ensanchar los intervalos de crisis y por eso el trabajo era con empe­ño, con tensión creadora, con entusiasmo y con esfuerzo.

Hay que velar porque los comienzos y los inicios sean bien llevados sino no puede haber buen final. Ese es el sentido del dios Jano para la mitología romana, y lo sería también para la Salud Mental: el saber hacer con los ini­cios.

 

IV

 

La pregunta práctica y actual en referen­cia a la Reforma en Salud Mental sería, como hacer para que el llamado loco se mantenga en una estabilización continua y sin recaídas, poder evitarle sus crisis, los llamados "desencadenamien­tos"? Responder con algo práctico, parece ser el sentido esencial de una Reforma. Nos parece, que antes que nada, habría que tomar postura clara sobre la cuestión de la cura del psicótico, pues no es lo mismo tener como horizonte la cura que no tenerlo.

En general, se piensa que la psicosis se cura, y en ello parece estar centrado el tratamiento que se le otorga en la perspectiva médica tradicional. Por otro lado, esta volun­tad de curar, parece ser algo engañosa y obstaculizante a lo que, en rigor, se presenta posible: las estabilizaciones productivas.

El problema aumenta, cuando al deseo de curar a la manera tradicional de la cura médica, se le agrega eso que todos los casos serían iguales, es decir, tienen un pronós­tico pre-determinado. Se le sustrae así al sujeto la singu­laridad de su "caso". Pues un caso, precisamente, puede adquirir distintos valores diagnósticos según los diferentes discursos en los que se lo inscriba. Así, evitar "rotular" como se solía decir, sigue siendo vigente en lo se refiere a buscar lo esencial, que es la productividad dentro de las estabilizaciones. Esto estarla posibilitado primero con el rebaje del orgullo terapéutico y segundo, una conclusión lógica, con el dejar o permitir que el sujeto enfermo re­conozca su deseo. El permitir que pueda hacer algo con su deseo por poco valorizado que sea socialmente es todo el apoyo del entorno. Si puede ese entorno apoyarlo, con seguridad que el enfermo sabrá cuidar.

La reforma en Salud Mental depende de tener claro, an­tes que nada, a lo que se apunta y pretende con relación al tema de la cura de la psicosis. En nuestra opinión hay gradaciones. No existe, o hay psicosis o hay neurosis. O al menos, de manera práctica, estas demarcaciones no sirven muchas veces. Esto significa que tenemos una responsa­bilidad aún mayor en el horizonte de las estabilizaciones, pues esto implica, que el terapeuta, en general, debe tratar de buscar o encontrar la clave (la llave) del sujeto. Algo que le podría permitir, como sucede en el lenguaje musi­cal, obtener sus entonaciones y modulaciones subjetivas regladas. Intervenir para identificar la clave subjetiva, pue­de así, permitir a un sujeto psicótico, encontrar y desarro­llar su composición personal de manera productiva.

Se trata, entonces, de no pretender curar, o buscar adap­tación social por fuera de su clave. Lo más difícil, y siempre repite la Salud Mental burocrática, es dejar de orientarse por la adaptacióncura-normalización. Que el sujeto tenga su clave del ritmo en que desea vivir - producir es siempre bajo sospecha. Hay que tocar la clave del enfermo, para que éste no viva de desenganche en desenganche. Así es como se puede lograr una sólida reforma.

Que el psicótico pueda enganchar algo es el fin. Esto no es un imposible. Se requiere, eso sí, no insistir en curarlo en la dirección clásica. En ese tipo de insistencia se lo anula más. Con la insistencia curativa se lo va lle­vando a una suerte de desecho inservible. La alternativa de intervención clínica sería así, la de una identificación de claves singulares, para así lograr una composición productiva (inclusive con remedios, actividades etc). Es lo que conviene como política de salud ante la psicosis, y la reforma podría así seguir avanzando mas convencida en lo que hace. Delimitar la función del remedio es esencial para la nueva concepción de la dicha reforma.

Por último, se trata de responder a la pregunta: ¿como tratar la psicosis sin pretender curarla? Es a partir de la construcción de esta respuesta, donde se podría en­contrar el piso firme   que se requiere para iniciar bien el tratamiento, y así, se podría lograr alcanzar un buen final. Por eso decíamos, metafóricamente, que Jano dios de las llaves (claves) de los inicios y de las comunicaciones, po­dría guiar el sentido de la tan necesaria Reforma en Salud Mental.

 

 

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REVISTA DEL PEN CLUB DEL PARAGUAY

POETAS – ENSAYISTAS – NARRADORES

IV ÉPOCA Nº 20 – MAYO, 2011

 

Editorial SERVILIBRO

Tel.: 595 21 444.770

www.servilibro.com

Asunción – Paraguay

Mayo, 2011 (299 páginas)


 

 

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