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FRANCISCO OLIVEIRA Y SILVA
  RUTA DE LUZ - Poemario de FRANCISCO OLIVEIRA Y SILVA - Año 2002


RUTA DE LUZ - Poemario de FRANCISCO OLIVEIRA Y SILVA - Año 2002

RUTA DE LUZ


Poemario de FRANCISCO OLIVEIRA Y SILVA


Editorial:  ARANDURÃ EDITORIAL

Páginas: 140

Año: 2002

 

 
Sinopsis: “Ruta de Luz” es una travesía autobiográfica hecha de poemas que transparentan siempre esperanza y alegría, aún en medio del dolor; por eso, el calificativo “de luz” a esta “ruta” o trayectoria.

Consta de tres libros: “ITINERARIO DEL RECUERDO”, “CANCIONES DE LA NUEVA PLAYA” y “UN CANTO ETERNO A TU MEMORIA”.

El primero es una selección de los poemas más representativos compuestos, desde los diez años, en el oasis de Vignaud, (localidad de Córdoba, Argentina), hasta 1963, año en que el autor abandonó el intento de proseguir la carrera del sacerdocio a los veintidós años; el segundo es un nutrido ramillete de poemas de amor escritos, en distintas circunstancias, a su primera novia y actual esposa, a lo largo de todo el tiempo que llevan juntos; y el tercero es una suerte de canto general inspirado en el Instituto de Vignaud, al cual regresó, de visita, después de 34 años de haberlo dejado.



OTROS DATOS:

RUTA DE LUZ - Poemario de carácter espiritual, que contiene un centenar de poesías de estilos clásico, romántico y moderno. En ellos el autor expresa los sentimientos que han ido surgiendo en su alma durante su permanencia en un seminario salesiano de Córdoba (Argentina). En ese lugar, llamado por el autor “mi oasis” ingresó, por consejo de un sacerdote y la aceptación de su papá, a los 10 años, permaneciendo allí hasta los 21, tiempo en el cual le cupo la oportunidad de vivir la experiencia del Noviciado, la de los votos religiosos de pobreza, castidad y obediencia, y la de los estudios filosóficos preparatorios al sacerdocio.

Los distintos poemas van marcando el avance en un itinerario lleno de fe y esperanza, que culmina con los poemas de amor a la mujer que es hoy su esposa. La introducción de este libro es una aguda, objetiva y serena crítica a la pedagogía de formación religiosa utilizada para la educación espiritual de los seminaristas, en aquella época anterior al Concilio Vaticano II. (2002 – 137 páginas)


Fuente digital: http://www.franciscooliveiraysilva.com



RUTA DE LUZ


FRANCISCO OLIVEIRA Y SILVA



CONFIDENCIA PRELIMINAR

         Nunca pensé que la idea de publicar los propios poemas pudiera convertirse, alguna vez, en una necesidad psicológica insuperable.

         Siempre escribí poemas. Desde niño. Perdidos ya en la enorme noche de mi historia, han quedado mis dos primeros "poemitas" de la infancia. Nunca pensé, tampoco, que era importante conservarlos, sino solo escribirlos, mostrárselos a alguien, recibir algún elogio, y olvidarse de ellos: como ocurre con los arreglos florales. Los leían algunos compañeros, maestros, familiares. Y se quedaban con ellos, o me los devolvían. Así perdí algunos de mis primeros versos.

         Emergen, sin embargo, tenues y vacilantes, en algún rincón de mi memoria, ciertas palabras confusamente evocadas, como las siguientes, dedicadas a "Jesús sacramentado" escritas a los siete años:

        

         "...no te vayas, Señor, que ya es de noche,

         quédate en nuestra casa para siempre..."


         Fueron "inspiradas" por la proximidad de mi primera Comunión.

         Estas otras, dedicadas a mi club Cerro Porteño, pertenecen a un extenso "himno" que quedó en poder de un maestro que me pidió se lo obsequiara:

        

         "...porque de Cerro son los colores,

         como un jardín de hermosos picaflores..."


         Fuera de eso, todo es oscuridad total. Ya nada recuerdo. Pero lo lamento en el alma, porque amo mis raíces, mi historia, las vivencias que me deparó la ruta recorrida: mi "Ruta de Luz".

         Los demás poemas escritos desde 1953, teniendo yo diez años, hasta la fecha, los guardé conmigo.

         Los mantuve encerrados en cuadernos, carpetas, postales, hojas sueltas...

         Hoy, con la sensatez de mis sesenta años, y la experiencia de mi larga trayectoria de actividad docente (iniciada a los veinticinco), y proseguida, sin pausa alguna, hasta la fecha, sentí, como un dulce amanecer, el nacimiento de una idea: publicar todos mis poemas.

         ¿Por qué no compartir con todos el fruto de mi inspiración? ¿Por qué dejar esa multitud de versos dormidos en el cajón de mi escritorio? "Tal vez muy pronto (como decía Bécquer), tendré que hacer la maleta para el gran viaje..." ¿Por qué condenarles a estos "hijos de mi imaginación", a morir sin haber nacido?

         Fue así como surgió la necesidad de darlos a conocer, haciendo que salgan de mí en generosa y feliz epifanía.

         Muy pocos hacen su primera publicación de poemas a esta edad.

         Yo soñé, en mi infancia, cuando leí la obra "Vocación de escritor", del laureado novelista argentino Hugo Wast, con publicar mi primera obra, como él, mi "ídolo", a los 19 años. Las circunstancias no posibilitaron la concreción de tal sueño, pese a contar ya con los escritos necesarios.

         Pero hoy publico, en un abigarrado manojo, todos los poemas compuestos desde la aurora de mi niñez, hasta estos años que preceden al ocaso.

         Lo que me inunda de júbilo es que, a partir de hoy, mis poemas comenzarán a vivir, a través de todos quienes los lean: y "ya no moriré para siempre", como decía Horacio.

         De alguna forma se realizará en mí el deseo de Juan Ramón Jiménez: ..."crearme, recrearme, y volverme a crear, de modo que quien se vaya, muerto, de mí, un día, no sea yo".


LUCES PARA TRANSITAR LA RUTA


         Este prólogo es necesario para poder comprender los poemas de esta obra; para poder recorrer mi "Ruta de Luz".

         Cuanto diré a continuación, amén de constituir una suerte de breve autobiografía íntima, servirá de mapa que facilitará el andar por mi camino.

         "Se hace camino al andar", dijo Machado. Viviendo hoy en plenitud todo lo andado, me detuve para mirar hacia atrás: volver a mis raíces, desandar, con la mente, cuanto anduve.

         Y descubrí asombrado, casi con estupor, que el pasado no había muerto: él vive, más honda y plácidamente que ayer, en las horas radiantes del hoy. El hombre de hoy es la consecuencia del niño de ayer y del alucinante ambiente que le brindó tanta riqueza.

         Es por eso que esta ruta tiene su razón de ser: recordar y compartir con los lectores vivencias del pasado, en las que se encuentran ancladas las vigorosas raíces de mi vida presente. Para entender esto es necesario conocer algunos datos de mi historia personal.

         Nací en 1941. Estudié en "Salesianito" los cuatro primeros grados de la escuela primaria. A los diez años, los sacerdotes de esa Institución me brindaron la oportunidad, inquietante para mí, de trasladarme a Córdoba, Argentina, para continuar allá mis estudios, con la esperanza de seguir la carrera del sacerdocio. Con el consentimiento de mi padre, y las lágrimas de mi madre, partí hacia Córdoba, con destino a una escondida localidad llamada Vignaud (se pronuncia "Viñó"), donde culminé la primaria, la secundaria y la formación docente, en ese maravilloso oasis (como me gusta llamarlo), conocido como "Instituto Nuestra Señora del Rosario". Tuve así la oportunidad de vivir la experiencia del Noviciado, los votos religiosos temporales, por tres años, realizando, simultáneamente, los tres años de estudio de Filosofía. Regresé a Asunción en 1961, para hacer la práctica docente.

         Traía, junto con mis efectos personales, un grueso manojo de poemas que habían germinado en aquel oasis.

         Enseñé latín y literatura, en el aspirantado salesiano de Ypacaraí, abandonando, después de un año de práctica docente, por consejo médico y decisión personal, la vida religiosa. (Me faltaban aún seis años de estudio para llegar al sacerdocio). Después de un año de descanso en el hogar, junto a mis padres, me sentí con fuerzas como para intentar retomar de nuevo la carrera sacerdotal. Viaje a Santiago de Chile e ingresé en el Noviciado de Schönstatt, esta vez, donde proseguí los estudios religiosos por un año. Pero no dio resultado.

         Convencido de que me estaba empecinando en adoptar un estilo de vida para el cual no reunía las condiciones necesarias, abandoné el intento definitivamente.

         Pensé, maduramente, en la vida de hogar. En formar una familia.

         Durante dos años estudié y trabajé en Santiago, lo cual fue para mí una experiencia muy dura, pero de gran poder formativo en la maduración psicológica y en la responsabilidad para ganarme la vida.

         En esos años conocí a la mujer con la que, felizmente, pudimos formar nuestro hogar (ahora ya con seis hijos y treinta y seis años de vida matrimonial).

         Esa mujer, Sylvia, inspiró otro libro: "Canciones de la nueva playa".

         Volveré a este título más adelante.


QUÉ ES "RUTA DE LUZ"


         "Ruta de Luz" es una travesía autobiográfica hecha de poemas que transparentan siempre esperanza y alegría, aún en medio del dolor: por eso, el calificativo "de luz" a esta "ruta" o trayectoria.

         Consta de tres libros: "ITINERARIO DEL RECUERDO", "CANCIONES DE LA NUEVA PLAYA" y "UN CANTO ETERNO A TU MEMORIA".

         El primero es una selección de los poemas más representativos compuestos, desde los diez años, en el oasis de Vignaud, hasta 1963, año en que abandoné mi intento de proseguir la carrera del sacerdocio, teniendo cumplidos los veintidós.

         El segundo es un nutrido ramillete de poemas de amor escritos, en distintas circunstancias, a mi primera novia y actual esposa, a lo largo de todo este tiempo que llevamos unidos, desde 1964 hasta la fecha.

         El tercero es una suerte de canto general inspirado en el Instituto de Vignaud, al cual regresé, de visita, después de 34 años de haberlo dejado. Esa visita la realicé en 1994.

         La inmensa emoción de encontrar que "todo estaba como entonces", me movió, desde lo más hondo de mi ser, a escribir dicha obra. ¿Cómo no hacerlo, si allí había nacido yo a la luz y a la poesía? ¿Cómo no hacerlo, si aún todo estaba vivo en ese maravilloso oasis?

         Si bien "Canciones de la nueva playa" y "Un canto eterno a tu memoria" trasuntan un realismo maduro y sólido, no sucede lo mismo con "Itinerario del recuerdo", compuesto de versos emocionalmente soñadores, vacilantes e irreales, generados por la fuerza de un ambiente cerrado, causante de crisis psicológicas permanentes, en la etapa de la adolescencia.

         Para comprender la obra "Ruta de Luz", es necesario explayarse más en la naturaleza de estos tres libros, especialmente del primero.


"ITINERARIO DEL RECUERDO"

- Destellos para un amanecer -


         Hay dos constantes en todos los poemas que componen este libro: la angustia existencial, por un lado; y la espiritualidad irreal, sublime, por otro. Ambas situaciones participando de un común denominador: la fantasía, etérea e inconsistente.

         La angustia existencial sufrida por mí, busca, a través de los poemas, una salida en la idealización de la figura femenina asexuada, vivenciada como imágenes sin forma, descarnadas: es la presencia de la Mujer, no de una determinada mujer (imposible en aquel ambiente) ni, menos afín, de una pareja. La insalvable ignorancia sobre los fenómenos biológicos propios de cada sexo, contribuía a formar esta cosmovisión sutil e irreal de lo femenino. Hay que recordar que ingresé al Instituto teniendo diez años; y que, en aquella época, los temas sexuales eran obstinadamente evitados, no solo en la conversación social sino hasta en todos los contenidos curriculares de la instrucción secundaria y universitaria. Se producía, entonces, la idealización absoluta del amor, donde la mujer, cuya fisiología reproductiva era ignorada, se constituía, no solo en el refugio del que sufre, sino también en la perfección misma: la Mujer era el símbolo de pureza por excelencia (entendiendo por tal, la prescindencia de lo carnal). Lo femenino, divinizado, estaba integrado por la siguiente trilogía conceptual: La Virgen María, la madre y la Mujer (carente de pulsiones biológicas).

         Al varón, en cambio, acicateado por "bajas pasiones" y sus correspondientes "conductas torpes" o "impuras" (propias del cuerpo "cárcel del alma"), encontraba en la mujer "la voz de la conciencia", el modelo y el incentivo de la perfección: ser perfecto como la mujer es perfecta.

         La Mujer (Virgen María o madre), se constituía, entonces, en el paradigma de la pureza (o ausencia de las "bajas tendencias"), meta de la perfección espiritual: el joven santo es el joven "puro".

         Esta filosofía, implícita en todas las actividades de formación ascética de aquel tiempo, similar, en ciertos aspectos, a la de Ortega y Gasset, como pude leer muchos años después, pautaba no solo mi vida, sino también la creación de mis poemas: y surgía el deseo de compartir esa intimidad "pura" con la Mujer idealizada, como una forma de experimentar otros sentimientos diferentes a los surgidos en la vida comunitaria con solo varones.

         La espiritualidad irreal, fruto de lo anteriormente expresado sobre la Mujer, la pureza y la perfección, hallaba su expresión en una religiosidad vaporosa, etérea, metafórica, formada también por imágenes divinas impalpables, cuyo resultado no podía ser otro que el vacío: lo espiritual o lo sobrenatural, no orientado como sistema de valores concretos, encarnados en la vida, a través de la comunicación personal con los demás seres humanos, no tiene sentido ni presta utilidad alguna a la persona.

         Así han brotado, entonces, poemas hechos de un lenguaje inconsistente y fantástico, cuyo valor radica, tal vez, solo en el estilo, pero no en el contenido, porque dicho contenido es una simple ilusión: un intento, honesto sí, pero frustrado, de vivir lo metafórico. Estrofas como las siguientes ilustran este fenómeno:


         "Te esperaba, Señor, en el camino,

         -pisando tus crepúsculos de sangre-

         con el dolor por nudo en mi garganta...

         y lloraba llamándote.


         Te esperaba Señor, como se espera

         del labio amado, el beso interminable.

         Y, entre las frondas, como fruto dulce,

         quería adivinarte."


         Forma parte de este contexto, la "sacralización" de los sacerdotes, como si ellos, especialmente el Director y el Maestro, estuvieran ya habitando la "patria celestial", como los santos. La idealización de estas personas (como ocurrió con la Mujer), vistas como seres perfectos, impolutos, constituía también el paradigma de la santidad para quienes aspirábamos a ella.

         Estoy seguro de que la causa eficiente de toda esta situación psicológica y espiritual, fue la muy temprana separación de la madre, la familia y el hogar, que dio lugar al desarraigo de mi hábitat, e imposibilitó la adecuada evolución afectiva y psicosexual de un niño de diez años.

         Como intuyendo este doloroso fenómeno, puede leerse en uno de los poemas:

         "Tu ausencia, madre, fue el dolor presente

         que me sigue y circunda por doquiera..."


         Por otro lado, la Pedagogía y la Ascética preconciliares, basadas en la represión y el miedo a los castigos, así como en la "ignorancia" del mal (concebida como ''Inocencia''), y el "amor a Dios y a la Virgen", como única posibilidad de sentir y expresar el amor, agravaban la situación afectiva expresada anteriormente.

         La obediencia "ciega", que impedía el ejercicio del discernimiento y de la libre opción, completaba el ambiente propicio para el nacimiento de personalidades fluctuantes y soñadoras.

         Es por eso que en muchos poemas se menciona la palabra "pureza", el color "blanco", y las flores que tienen ese color: "lirios", "nardos", "azucenas", como los ideales del joven que aspira a la santidad, la cual consiste, esencialmente en la "castidad", aun cuando esta tenga su "seguro" en la ignorancia de todo lo carnal, como dije antes.

         Surgían, entonces, enormes problemas afectivos y existenciales, que no eran más que "tempestades en un vaso de agua", pero que eran vivenciadas como fenómenos devastadores.

         Debo aclarar, en homenaje a la verdad, que todo lo dicho hasta aquí, es el mundo que yo edifiqué, no necesariamente el que formaron mis maestros. No tienen, pues, toda la culpa. Pienso que hicieron lo suyo con honestidad, sin prever los efectos negativos.

         Pero debo destacar, además, que toda esa experiencia "soñadora" o "seudomística" no fue vana ni, mucho menos, destructiva. Al menos en mi caso. Todo aquel mundo "ideal" fue la base para la construcción del mundo sólido y concreto que hoy habito, y el núcleo generador de experiencias vitales que me sirven en la vida de hogar y en el ejercicio de la práctica profesional de psicólogo. La vida me enseñó a cambiar los significados, a mirarlo todo con conciencia crítica, descartando errores, y encarnando, de manera realista, los ideales de otrora: pero, si no hubieran existido esos ideales, no habría tenido nada que encarnar. Mi vida está hoy pautada por ellos, floreciendo en mi ser rectos principios y la concreción de una sólida filosofía existencial que sustenta un actuar lleno de éxitos y realización profesional.

         El "sacerdote" que no pudo ser, es hoy el "padre" que se brinda a manos llenas. Es la luz al final del túnel. Por eso tengo tanto amor a mis raíces. Por eso contemplo, estremecido de amor, todo el pasado: me adelanto a decir que en estas confesiones, aparentemente contrarias a la modestia, pero que translucen una diamantina sinceridad, me he inspirado para el tercer libro: "Un canto eterno a tu memoria". De él hablaré a su tiempo.

         Y es por ello también que este tríptico lleva el título de "Ruta de Luz": un camino triunfal, lleno de amor y gratitud.

         La música (el canto en el coro, el aprendizaje de la ejecución del piano, y la composición musical a la que me dediqué desde aquel entonces), reforzó la tendencia hacia la evasión, por medio de la fantasía, y dotó a varios poemas con metáforas relacionadas con "música", "ritmo" y "melodía".

         Llama también la atención el uso (y abuso) de los puntos suspensivos y de los signos de exclamación: son expresiones de la vacilación y de las fuertes emociones que me afectaron, como lo expliqué más arriba.

         He respetado, sin embargo, la puntuación original, evitando caer en la tentación de realizar enmiendas, y corregir, con la mentalidad de hoy, lo que fue producto de la realidad del ayer. No hubiera sido honesto "maquillar" los poemas para que luzcan mejor, pero habiendo perdido el valor de su naturaleza pura y original.

         Fueron mis "maestros" los poetas que más admiré desde la adolescencia: Bécquer, Rubén Darío, Francisco Luis Bernárdez, Leopoldo Marechal, Rafael Obligado, y los latinos Ovidio y Virgilio leídos en latín, su lengua original. Mi tendencia preferida fue el Modernismo, en sus diversas manifestaciones, conforme las iba estudiando y tratando de imitar. Pero acudía, a veces, al romanticismo, especialmente al referirme a la Mujer idealizada, aunque lo hice muy discretamente porque no compatibilizaba, este tipo de poemas, con el ambiente de formación religiosa que me rodeaba.

         Fue, pues, la mía, una formación autodidáctica, ya que nunca estudié preceptiva ni, mucho menos, asistí a cursos o talleres literarios, inexistentes en el Instituto. Yo mismo, por ello, desconocía la posibilidad de tales estudios teóricos. Pero la lectura de los mencionados poetas constituía mi mejor fuente de aprendizaje, de inspiración, y hasta de imitación. La recitación de los poemas de los citados y de otros autores, así como mi actuación en zarzuelas y obras teatrales, contribuían muy decisivamente a mi autoformación literaria y artística.

         Conté también con profesores poetas como Serafín Ricci y Néstor Alfredo Noriega: el primero, en la primaria, y el otro, en la secundaria. Publicaban sus poemas en los murales culturales del Instituto.

         Yo trataba de imitarlos: de aprender de ellos. Fue muy útil y enriquecedora la presencia de estos hombres en mi vida estudiantil.

         Por supuesto que leí también autores de temas religiosos: Nice Lotus, Gabriel Miró, Plinio Salgado y Gabriel y Galán, cuyo poema "El Cristo de Velázquez" me dotó de extraordinaria riqueza, y hasta hoy lo admiro.

         Un ejemplo patente de mi tendencia a imitar a mis "maestros" invisibles, lo constituyen los siguientes versos, insólitos, porque son de veintidós sílabas con un hemistiquio en la novena, creación métrica, de inmensas posibilidades expresivas, debida al genio del poeta-filósofo Francisco Luis Bernárdez. No conocí obra alguna de otros poetas que se hayan valido de este tipo de recurso formal. Mi profesor Noriega lo utilizó una vez. Y también lo hice yo. Fue cuando escribí el poema "Comunión", que empieza así:


         "Arrodillados en el suelo, te bendecimos vivo Pan transubstanciado,

         Y te ofrendamos conmovidos el nuevo albergue que hoy nos pides por Sagrario,

         Porque tus carnes luminosas, en el prodigio de tu amor quieres brindarnos".


         Por esta época (1959) me asaltó una duda: ¿Seré poeta? ¿O solamente tengo habilidad para escribir versos? Para encontrar la respuesta se me ocurrió algo extravagante: escribir al ya nombrado novelista argentino, residente en Buenos Aires, conocido por su seudónimo de Hugo Wast: Gustavo Martínez Zuviría. Conseguí su dirección y le envié una carta, juntamente con un pequeño ramillete de poemas míos, pidiéndole su opinión sobre los mismos.

         Dije "extravagante", porque varios me dijeron que era una idea descabellada, el pretender que una personalidad de las letras argentinas se moleste en leer esos poemas y, menos aún, en enviar su opinión sobre los mismos. Sin embargo "a los audaces les ayuda la fortuna": tuve la dicha inmensa de recibir, unos quince días después, una carta del gran novelista, escrita de puño y letra, y firmada con su nombre y apellido, alentándome a seguir con mi vocación de escritor.

         Confieso que fue el espaldarazo que necesitaba para seguir componiendo poemas: sentí que en ese momento, mientras leía, tembloroso, sus paternales palabras, estaba naciendo, en verdad, a la vida de poeta. Tenía, entonces, dieciocho años recién cumplidos.

         Conservé esa carta. Y la reproduzco aquí en su totalidad:

         Dice el texto de la carta:


         "Buenos Aires 14.V 1959

         Sr. D. Francisco Oliveira S.D.B.*

         Vignaud.


         Mi joven amigo: He recibido su carta del 30 de abril y las diversas poesías suyas que me envía para que le dé mi opinión.

         Paréceme que después de la vocación sacerdotal que Dios N.S. le ha concedido y que es la más grande que puede recibir un hombre en la tierra, le ha concedido la vocación de escritor, especialmente de poeta.

         Sus versos son delicados, profundos en sus conceptos poéticos y si bien no ha llegado a las alturas a las que con toda seguridad llegará, porque todavía es muy joven, tales cuales están son dignos de ser firmados por poetas que gozan de excelente reputación y que se enorgullecerían de haberlos escrito. Lo felicito por ellos y solamente le digo que debe perseverar en ambas vocaciones.

         Tiene Ud. a su lado a un gran maestro, que es el R.P. Noriega, inspiradísimo y correctísimo poeta, admirable prosista y crítico de juicio sagaz y habilísimo para expresar sus ideas. Aprenda de él.

         Lo saluda su afmo. amigo:


         Uruguay 725      


         G. Martínez Zuviria."


* S.D.B. significa Salesiano de Don Bosco.



         Posteriormente tuve acceso a otros "maestros": Neruda, Mistral, Elvio Romero, Alejandro Guanes y Ortiz Guerrero, cuyos poemas los valoro y disfruto profundamente.

         Las dos crisis señaladas al comienzo: la de la angustia y la de la espiritualidad irreal, se agravaron en la adolescencia, con el despertar de la afectividad y la inexistencia de una convicción vocacional.

         Este hecho fue vivenciado como "la Cruz" que el Señor ponía en mi camino, y que no era otra cosa que un cuadro psicológico de conflictos afectivos:


         "Se agigantó la cruz en mi sendero,

         y el dolor hoy me quiso por amigo...

         ¡Y por eso sufrir tan solo quiero!"


         Un guía adecuado, psicológicamente preparado, habría contribuido eficazmente a resolver este, para mí, agudo problema. La falta de este profesional en el Instituto, daba lugar al ahondamiento progresivo de la crisis de afecto y compañía, que no era posible satisfacer de ninguna forma.

         Esta febril situación derivaba en dos vertientes: la exacerbación de los ideales "místicos", por un lado; y, por el otro, la presencia de la Mujer asexuada (debido a la invencible ignorancia sobre el tema), y visualizada solo como madre, refugio y Virgen.


         "¿Qué tienes en los ojos y en los labios,

         alma de amor, pedazo de lucero?

         Tu voz es brisa arrulladora. Y miras

         mi corazón como tu mundo entero."


         Es notoria la seducción ejercida por el estilo (solo el estilo) de Bécquer, ya que era imposible la comprensión de las vivencias sentimentales del gran poeta sevillano. Pero escribir "al estilo" de él era ya una gran evasión.

         Utilizo también, con mucha frecuencia, el soneto, tanto en su forma clásica, dos cuartetos y dos tercetos, como en la forma de Shakespeare, tres tercetos y un dístico. Este último procedimiento me gustó siempre más, por la fuerza que tienen esos dos versos finales, y su impacto emocional, como cierre solemne del soneto.

         Por fin diré que al pie de cada poema del libro "Itinerario del recuerdo", figura la fecha en que fue escrito. La razón es simple: como se trata de un itinerario cronológico, es importante conocer las fechas de los distintos "paisajes", como lo es la distancia en los recorridos geográficos. Podrá así apreciarse una suerte de evolución o cambios, tanto en el estilo como en la temática. Esto es muy visible en los poemas de los 14 a los 17 años, caracterizados por cierta cursilería esnobista propia de la adolescencia, pretendiendo dar la impresión (deliberadamente buscada) de escribir "difícil", como un método de defensa, culterano o conceptista, para "parecer" un poeta "serio".

         Decía Picasso: "El arte es la mentira que nos permite comprender la realidad." Mi adhesión a este pensamiento es incondicional. Y se hizo patente en la experiencia de mi "Itinerario".

         Porque toda aquella inmensa "ilusión" vivida en aquel oasis, se ha trocado en radiante realidad. Se encarnaron los valores. Y la vida más plena recorre hoy todo mi ser.

         El "sueño" hizo posible el despertar.

         Y encontrar la clave para comprender la realidad.

         El mapa está trazado: lector, ya puedes recorrer mi Ruta.


         Asunción, 15 de agosto de 2001





         AL PADRE JOSÉ


Bendícelo, Señor, y con cariño,

porque él de armiño

nuestro campo llenó.

Porque en la oscura noche

de la conciencia mala,

su mano, haciendo escala,

muy pronto la salvó.


Bendícelo, Señor, de mil amores:

su vida de dolores

la supo soportar.

Y que en tu Cielo goce,

Señor de mis Señores,

y cúbrele de honores

allá en la eternidad.


         III-1952: 10 años




         LA PRIMAVERA


Bienvenida, primavera,

que llegaste esta mañana,

y con túnica de grana

cubriste la sementera,


de flores, de florecitas,

de trinos y de cantares,

de canarios, palomares,

de gaviotas pequeñitas.


Llegaste con lindos soles,

refulgentes mariposas,

con fragantes, bellas rosas,

y con columpios de orioles.


Cual ejército en batalla,

largaste tú tu andanada:

una nutrida bandada

de elegantes golondrinas.


Y en el ámbito del mundo

se oyen mil voces extrañas,

que te dicen, no te engañan:

Bienvenida, primavera!


         VI-1953


         Publicada en el primer número de la revista

         "Nosotros los muchachos"

         - Córdoba -




         LA TEMPESTAD


El viento sopla recio en la lúgubre escollera,

las olas gigantescas no dejan de luchar...

Pero en la mar deslízase, feliz, rauda, ligera,

la gran barcaza blanca, tranquila al navegar.



El astro rey se hundía tranquilo y muy sereno,

en grandes horizontes, en el profundo mar,

tiñendo con sanguíneos destellos de su seno,

la gran barcaza blanca, tranquila al navegar.


La tempestad en tanto, reanuda sus esfuerzos,

las olas se levantan con ímpetu triunfal,

mas en el mar furioso deslízase serena

la gran barcaza blanca, bogando sin cesar.


La noche ya estrellada reinaba soberana

sobre el océano inmenso, cansado de espumear,

y con un manto negro cubríase galana

la gran barcaza blanca, venciendo siempre al mar.


El viento está cesando, las aguas no se agitan,

la tempestad se calma, con ella su furor,

mientras al puerto llega, deshecha pero invicta

la gran barcaza blanca, y en ella el pescador.


         VIII-1953


         Publicada también en la misma

         revista anteriormente citada





         PLEGARIA DE LA MAÑANA


         Letra para una partitura de piano


Dulce armonía

cantan las flores

al nuevo día

que despertó.


Pues dondequiera

brillen colores,

la Primavera

resplandeció.


Cantan las aves

una plegaria

dulce y suave:

su madrigal.


Mientras la brisa

lleva en sus alas

esa sonrisa

primaveral.


Y es la alborada

dulce y serena:

de trinos llena

y de carmín.


Y alborozadas,

de mil colores,

danzan las flores

en el jardín.


         1954




         AL ALTAR BLANCO DE ESTRELLAS Y LIRIOS


Vas brotando entre lirios abiertos,

cual perfume que emana la tierra,

resumiendo un pedazo de cielo

que florece jazmines y estrellas.


Un sendero de albura infinito

late vivo entre luces y sombras.

Un silencio de estrellas y lirios

Se percibe en tus glebas ignotas.


En tus noches germinas estrellas,

maduradas al férvido aliento

de una eterna y feliz Primavera,

que derrama frescura y silencio.


Suavemente conduce un camino,

hasta ti, las miradas serenas

que en tus luces se apagan inciertas,


cual se apagan callados tus lirios,

cual se extinguen tus flores de estrellas,

contemplando el azul infinito...


         1955





         PRIMAVERA


Ya Venus, mensajera de la aurora,

rutila en los espacios siderales.

Y el ave que pregona

el rosicler radiante,

retiembla la garganta en la alta copa.


¡Rompió el amanecer en un gorjeo!

Millares de canoras avecillas

modulan dulces ecos:

¡arcana algarabía!


Parece que las dulces melodías,

melancólicas descienden hasta el alma,

por el áureo sendero que derrama

el sol, que ya en el horizonte brilla.


Inquietos pajarillos se descuelgan,

en armoniosos hilos, de los árboles,

hasta la fresca arena.

Y en el febril ramaje,

las gotas de rocío se hacen perlas...


¡Cuántos botones estallaron, esa

difusa noche, misteriosa, quieta!

Y en el silencio sepulcral se abrieron

¡cuántos capullos de rosada seda!


¡Perfumada impresión la del capullo,

al despertar aquella noche, inquieto,

en el ramaje susurrante oculto,

mecido blandamente por el viento!


El cristalino arroyo que serpea,

estrellándose en polvillos de cristales,

murmura, corre y lame

las marchitadas hojas

que sedientas lo besan en su cauce.


Pues toda Primavera ha despertado,

al dulce arrullo de la brisa fresca,

sobre el lozano campo.

Y a mis heladas puertas,

¡ha florecido con recuerdos gratos!


         1955




         AURORA


Sobre las frías aguas de la noche,

flotan veleros de luz resplandeciente,

que se dibujan tenues en mis ojos,

y que naufragan al tocar Oriente,

sobre el silencio florecido en rojo.


         1955





         A DOMINGO SAVIO


Tu albura de lirio, tu porte risueño

traducen el alma de un joven que es Santo.

Por eso, Domingo, gozoso te canto,

por eso te admiro, por eso te sueño.


Te admiro embriagado de níveas alturas,

luchando cual roble que anida en la peña,

flotando en los aires, cual cándida enseña,

tu lema que es norte de luz y blancuras.


Y yo en esas tardes tranquilas y bellas,

mirando hacia el cielo callado y sombrío,

te sueño radiante nimbado de estrellas...


Por eso las cumbres, los cielos ansío.

Por eso es que admiro tus lúcidas huellas:

Por eso te anhelo como algo que es mío...


         1955




         YA NO ESTÁN


Aún el eco anida en el silencio

de una noche callada y misteriosa.

"¡Ya no están!", nos dicen las alondras,

que en el alma modulan sus recuerdos...

"¡Ya no están!", nos dicen las estrellas,

palpitando en un íntimo concento.


Las huellas tenuemente iluminadas

por la indecisa llama del afecto,

vacilan, cual jazmines que se apagan

sobre el ramaje oscuramente espeso...


Y huyeron las alondras y las flores...

Mas en el alma ha perdurado el eco,

que al vestirse de luces en la noche,

¡recobró su vigor y se hizo eterno!


         1956




         SONETO POR MI VESTICION


         Día de mi toma de Hábito


La noche me dejó su melodía

(toda negra), de amor. Toda de grana,

cuando surgió cantando el nuevo día,

¡y matizó de Cielo mi sotana!


¡Tantas veces la vi!, de oro pintada,

en la fugaz desilusión de un sueño,

que al perfumar dejaba cruel espada

hundida en las raíces de mi ensueño.


Mas hoy, al contemplarme ya vestido,

rodeado por enfática negrura,

se disipa en fulgor toda amargura.


Y cual nuevo vergel reflorecido,

canta mi alma su canción más pura,

con la lira del tiempo transcurrido.


         1957





CANCIONES DE LA NUEVA PLAYA


FULGOR DE VIDA EN PLENITUD



         NUEVO PAISAJE EN MI RUTA


         Superada, felizmente, la etapa de vivir la vida movido por fantasías, ensueños y metáforas religiosas, decidí afrontar la realidad, optando por asumir una responsabilidad diferente: ganarme la vida con mi propio esfuerzo, y estudiar otra carrera, con miras a formar un hogar. No cruzó por mi mente otra alternativa. Fue en el año 1963.

         Esa decisión permitió que me integrara, de manera progresiva, a una forma de vida esencialmente nueva, a costa de muy grandes esfuerzos, y sacrificios muy concretos y reales. Todo ello, sin embargo, me permitió alcanzar una creciente y luminosa ganancia, la cual llegó a su apogeo con el ejercicio de la psicoterapia, actividad semejante a la del sacerdocio, a la que me dedico hace más de tres décadas. Ayudar a las personas a resolver sus problemas y sus crisis psicológicas, constituye, no solo un medio de vida, sino, más bien, un medio de alcanzar la vida, de conocerla, comprenderla y amarla.

         Este amor y comprensión se acrecentó por los estudios, el constante trabajo con los pacientes, pero, más que nada, por el aporte de las profundas experiencias afectivas vividas en el primer tramo de mi Ruta de Luz: la angustia existencial.

         El dolor es la fuente más rica de experiencias y de sabiduría.

         Pero el amor, hilo rojo de esta historia, se hizo carne en mi Ruta, cuando conocí a la mujer de mis sueños, hecha realidad, cuyo nombre es Sylvia. Conocerla fue conocer "otra playa". Fue en Santiago de Chile, país con miles de kilómetros de playas, olas, gaviotas: un nuevo paisaje en mi camino. Y nacieron los primeros poemas de amor. Le prometí escribir un libro con esos poemas dedicados a ella. Hoy, después de treinta y siete años de esa promesa, la cumplo, con la doble alegría: sentir que aquellos versos aún tienen vigencia, y seguir unidos en matrimonio, habiendo sido ella mi primer amor:


         "Eres la única y fuiste la primera

         a bordo del bajel de mi alegría. ",


dice uno de los poemas de esta selección.

         Por las hermosas playas chilenas, por la novedad, para mí, de ese paisaje, y por la relación del mar con las parejas de enamorados, se me ocurrió ese título: "CANCIONES DE LA NUEVA PLAYA". El mismo le agradó a Sylvia. Por eso lleva ese nombre esta segunda etapa de mi Ruta.

         La vida matrimonial, vivida con total lucidez y responsabilidad, colmó la riqueza psicológica y moral alcanzada por los estudios, el trabajo y la atención de los pacientes.

         Hoy, sin metáforas, puedo entonar un himno de júbilo a la vida, y decir que en mi historia todo valió la pena. Los sueños, como el arte, existen, y gracias a esa "mentira" (como decía Picasso, del arte), nos es posible comprender la realidad.

         Gracias a los sueños, nos hacemos capaces de poder despertar.

         Esta selección tiene dos partes: "Playa desnuda", poemas del noviazgo. Y "Eternamente unidos", poemas del matrimonio.

         Esos títulos provienen de uno de los poemas que dice:


         "Pudo más el amor...

         Y eternamente,

         Indisolublemente unidos

         En la playa desnuda cantaremos. "




PLAYA DESNUDA


Poemas del noviazgo


         CUANDO...


Cuando las rosas del amor despliegan

sus tiernos pétalos al sol,

amanece en tus labios la sonrisa

con un dulcísimo sabor.


Cuando las olas del amor se encrespan

con un fragor de tempestad,

vibra tu cuerpo y, en la lucha, sola,

eres inmensa como el mar.


Cuando las gotas del dolor resbalan

y se evaporan en tu faz,

resurge en ti y en mí la nueva vida:

¿Todo es flor, cielo, sol y mar!




         TÚ


En tu mirada huida hacia el ocaso,

ancló la noche su primera estrella.

Llorar es eso: caminar la huella

de la noche a la aurora, paso a paso.


Tus dedos recogieron cada gota,

para escribir la historia redimida,

con el vaivén azul de despedida,

que deja, sobre el mar, una gaviota.


Como una reina guías tu velero.

Y en tus ojos la estrella está ya ausente:

¡Hay, en cambio, mil rosas en tu frente!,

y tu joven amor es tu remero.


Y, mientras tú navegas hacia oriente,

te envidia el alba, desde su lucero.




         BUSQUEDA


Hay un tibio latido en cada cosa,

y la noche se arropa de negrura.

         Mi amor está dormido,

y hay un grito, en mi pecho, que la busca.


"¡Sylvia!", grita la noche enamorada...

"¡Sylvia!", repite el eco de la luna...


         Mi corazón, despierto,

canta tu nombre, como tibia música.


Vaga el silencio por las calles muertas:

con él, mi corazón va por las brumas...

         Dentelladas de hielo,

lo sacuden de amor, fiebre y angustia.


Los árboles arrojan el aullido

de sus cuerpos, mojados de negrura...

         mientras mi amor sediento

sigue avanzando, en silenciosa búsqueda.


Un lecho blando, adonde el tibio cuerpo,

hecho de luna y nardos, ya reposa,

         palpita, sin descanso,

en la ternura de la noche loca.


Yo le grito a la noche una elegía,

que desborda la fiebre de mi boca:

         "¡Devuélveme a mi Sylvia!,

y, en cambio, te daré todas mis rosas..."


La noche me responde: "Tu tesoro

está dormido en las ocultas rocas

         del mar de mi negrura...

Yo no quiero tu piélago de rosas..."


- "Noche, sé buena... dame estar con Sylvia..."

- "Es imposible. Es imposible ahora..."


         Sylvia, a tu puerta,

mañana muerto me hallará la aurora...




         PODRÁN


Podrán decir mil cosas de nuestro amor sincero,

y alzar un negro abismo entre nosotros dos:

Mas, contra las ofensas, Sylvita, yo te quiero

con el fervor más hondo de este primer amor.


Podrán desbaratarse, cual sueño azul de niño,

amores que han creído ser grandes como el mar:

Pero en la hoguera inmensa y audaz de mi cariño,

eternamente, Sylvia, cual reina habrás de estar.


Podrán las tempestades rugir sus estampidos,

y desplomarse el cielo, con grito colosal...

Sin importarnos nada, por el amor unidos,

tendrá nuestro camino fragancias de rosal.


Tú eres, en mi vida, el único motivo,

eres calor y música, latido, inspiración...

Desde aquella mirada, quedé en tu amor cautivo,

y, desde entonces, Sylvia, tuyo es mi corazón.


Si alguna vez las fuerzas del mundo, desatadas,

quisieran separarnos con mano de huracán,

han de quedar, de nuevo, mil veces derrotadas:

Podrán todas las cosas... ¡Eso, jamás podrán!




         ASÍ TE QUIERO


Te quise, un día, como al "ángel" bueno

que vino a despertarme una alborada,

desde la noche fría de mi nada,

hacia la aurora de su amor sereno.


Creciste en mí, como una flor lozana,

eras estrella, luz, canción y viento...

Fuiste la reina de mi pensamiento

y, desde entonces, te llamé "mi hermana".


La hoguera incontenible estalló un día,

en la virgen pasión del primer beso...

Por eso un nombre nuevo a darte empiezo,

Sylvia, y te llamo "compañera" mía.


Mientras bien a tu lado, como un rezo,

mi amor te da su fuego y su poesía.




         PASEO AL CERRO SAN CRISTÓBAL


Todo es rosado: la ternura ardiente

de la aromada brisa entre las rocas,

y es rosado el vaivén que, en danzas locas,

juegan las flores hacia el sol poniente.


Rosado el césped que se ungió de ocaso,

entre los negros árboles del monte,

y el almendro volcado al horizonte,

como un alcázar de oropel y raso.


¡San Cristóbal, de eterna primavera

tus fuentes y jardines se han pintado!

...Y, aunque llegue la noche, de rosado

te circunda la helada cordillera...


Se apagaron las rosas.... y, a mí lado,

tu corazón, Sylvita, es una hoguera.





ETERNAMENTE UNIDOS


Poemas del matrimonio


         SEMBLANZA


Si estás callada, tu silencio ardiente

es la estela de un astro en tu mirada.

Y es sugestión de luna enamorada,

la mágica tersura de tu frente.


Y en esa hoguera de tu pecho ausente,

la noche, con sus lirios, está anclada:

y, entre tú y yo, florece de la nada

un poema de amor adolescente.


Te adoro, como el astro silencioso

que nos trae su luz cada mañana,

desde su imperio azul de paz y gozo.


Un salterio triunfal mi alma desgrana:

si eres, callada, noche en su alborozo...

¡Es tu sonrisa un sol en mi ventana!




         REGALO DE REYES


Llegué con un racimo cargado de ilusiones,

al borde de tu vida, muy cerca de tu amor...

y floreció en el bello jardín de las pasiones,

la flor maravillosa que nos unió a los dos.


Llegaba hasta tu puerta, sin omitir un día...

Pasábamos las horas haciendo la canción

de nuestra vida, unidos en intima alegría,

como en el sacro templo se reza una oración.


Hoy llego hasta tu lecho, Sylvita de mi vida,

trayéndote un regalo de Reyes, yo también:

en este breve ramo, está, reina querida,

mi amor, mi vida... y todo nuestro mundo de ayer.



         ESTA TARDE, LA LLUVIA...


Esta tarde, la lluvia

pasea tu recuerdo por las calles,

-solitarias, sin bordes-

que, como un eco gris, todo lo invade.


Lentamente mis pasos

se cruzan en tus lentas espirales,

hacia el latido mismo de tu ausencia...

como las playas verdes de otros mares.


Mis ojos, en la búsqueda,

se llenan con tu música, esta tarde...

y mis dedos recogen

sus notas temblorosas de cristales.


Tu figura difusa

en cada esquina amarga está esperándome,

pero se esfuma en ecos

el alma de la lluvia y de la tarde


Esta tarde, la lluvia

me grita mi pecado: el de dejarte...

Y me llueve en los ojos

el agua que podrá purificarme.


Únete con la lluvia,

al alma del amor puro más grande...

cuando abras los brazos,

me encontrarás allí, Sylvia, esta tarde!


         Poema escrito en vuelo, cuatro horas antes

         del accidente de la aeronave en Mendoza.




         RIMA


Un pálido reflejo de la luna

se hizo un día mujer, y fuiste tú.


Por eso cruzas por mi vida, hermosa,

dulce y tranquila como un haz de luz.


Ligada a mí, ceñida a mí con fuerza,

quiero llevarte hasta la eternidad...

Porque un amor que no conoce ocaso,

         es amor de verdad.



         SONETO DE MI ANHELO


Quisiera ser la estrella diamantina,

para brillar, de amor, sobre tu frente.

Quisiera ser murmullo de un torrente,

para arrullar tu paz, mujer divina.


Quisiera ser tu música y tu aliento,

tu corazón, tu mente y tu fragancia,

tu juventud, y el lirio de tu infancia,

en la eterna unidad de brisa y viento


Quisiera ser tu lírico poeta,

cantándote la estrofa de mi vida,

viviéndote en mi ser, como la herida

que me causó el amor de tu saeta.


¡Quisiera que, al final de la partida,

los dos lleguemos juntos a la Meta!




         EN TU CUMPLEAÑOS


La brisa de una nueva primavera,

hoy besa tu presencia adolescente:

ser joven es llevar sobre la frente

destellos del Amor, que es una hoguera.


No pasa el tiempo, no, cuando el cariño

inunda el alma de una esposa buena,

y no queda lugar para la pena,

cuando se tiene el corazón de niño.


Eso eres tú: el astro diamantino

que brilla y da calor. Eres aliento.

Todo lo inundas con tu pensamiento,

todo lo alumbras con tu amor divino.


Hoy quiero rodearte como el viento,

dándote vida y paz en tu camino.




         SAN VALENTÍN


Cruza una estrella rutilante:

es el catorce de febrero.

San Valentín, de angelical semblante,

regala rosas de un Amor sincero.


Y yo me acerco estremecido:

pone en mis manos la más bella.

- "Se llama Sylvia", dice conmovido,

- "la encontrarás en esta estrella".


- "¿Y qué es tu estrella milagrosa?",

yo le pregunto emocionado.

- "Es la Luz y la Paz maravillosa

del corazón del ser enamorado".


Yo te la entrego, Sylvia amada,

astro de todo mi hondo cielo:

juntos los dos, con alma enamorada,

sigamos, embriagados, nuestro vuelo.





UN CANTO ETERNO A TU MEMORIA


Sinfonía para un ocaso



"VIGNAUD" es el nombre de una

escondida localidad de la República Argentina.

Es un Estudiantado salesiano.

Tiene una Basílica y...

todo lo que se dirá en este Canto.

Quise titularlo: "VIGNAUD, PRESENCIA

LUMINOSA",

porque lo es.

Pero necesitaba destacar su carácter de

"ETERNIDAD", porque eso es aún más cierto.

En Vignaud aprendí...

... a ser hombre,

... a ser niño,

... a ser bueno,

... a ser padre,

y a Vignaud le debo todo lo que soy ahora.


Datos:

Ingresé un 17 de marzo de 1952: tenía yo diez años.

Egresé un 12 de diciembre de 1960.

Regresé en febrero de 1994, después

de treinta y cuatro años de ausencia.

Durante ese viaje concebí este Canto.




REENCUENTRO CON LAS LUCES DEL PASADO


         Este Canto enorme está inspirado en el amor por mis raíces: mi retorno al pasado. Es el hombre que transita otra vez por el territorio de su infancia. Y revive recuerdos, pero no con la nostalgia del que piensa en lo que fue, sino con el júbilo de quien tiene en los ojos una aurora florecida, saturada de fuerzas, o un fruto maduro entre las manos, prometiendo el dulzor del néctar sazonado.

         Un día surgió en mí la idea de volver al Instituto donde estudié de niño. Pisar de nuevo ese escondido lugar de la Argentina, al cual me gusta llamar "mi oasis". Así como el éxodo desde los ensueños del pasado hizo posible mi ingreso en la luminosa realidad del presente, así también el éxodo desde esta realidad hacia los sortilegios del pasado me permitió comprenderlo por fin, e integrarlo, definitivamente, en mí.

         Regresé a mi pasado: fue un acontecimiento importantísimo. No fue solo un desandar el camino en el espacio, sino también en el tiempo y las vivencias. Una peregrinación hacia mi interioridad.

         Pude volver a recorrer las aulas, los patios, los parques: todo estaba como antes, tal como cuando yo era niño. ¡Me encontré incluso con personas de aquel tiempo!

         Y fui descubriendo, con estremecida sorpresa, que ese Instituto, esa Basílica, todo ese terruño llamado Vignaud, constituían la esencia de mi ser: eran yo mismo.

         Con emoción alucinante volví a ejecutar el órgano de la Basílica, el mismo que había hecho sonar tantas veces, en las ceremonias litúrgicas; y a tocar el piano, el mismo en el que aprendí las primeras notas. Casi con reverencia toqué aquellos muebles, los árboles, las columnas, el patio de ladrillos (los mismos de aquel tiempo, donde jugaba en los recreos)... Y emergieron los recuerdos. Y, con los recuerdos, surgió la clara conciencia de que en Vignaud estaban mis raíces: los valores, la rectitud de mis principios, mi pasión por la excelencia, y el sentido del amor fiel (único amor posible), en su dimensión más plena. Por eso digo que fue allí donde nací a la luz y la poesía, donde aprendí a ser hombre, donde aprendí a ser bueno...

         Y se despertó en mí la inspiración de perpetuar esta maravillosa vivencia a través de esta suerte de Canto general, que me agradó subtitular "Sinfonía para un ocaso", por constituir dicha vivencia una digna coronación de una vida que amaneció en aquel oasis, con las primeras luces, con los primeros versos.


         "Va llegando la noche en mi jornada,

         al dulce nido ya retorna el ave,

         y al puerto ansiado la anhelosa nave:

         nido y puerto es Vignaud, tierra soñada ", son versos que

         pueden leerse ya al final de esta obra.


         No es una despedida, no. Pero es una culminación. Es un himno jubiloso, o los acordes finales de una sinfonía generada en mi esencia, que dejarán de sonar con mi muerte, para convertirse, desde ese instante, en un Canto eterno, ya en otra dimensión, tan intangible como real.

         Para expresar mi Canto eterno elegí los anchurosos versos de veintidós sílabas, creación de Francisco Luis Bernárdez, de los cuales ya hablé anteriormente.

         Por la magnitud de las vivencias recogidas en este retorno, y la solemnidad propia de la métrica elegida para expresarlas, me pareció bien llamar al Poema completo, Sinfonía.

         No es apropiado decir que, para mí, lo más grande es Vignaud.

         Lo más grande es mi hogar, mi esposa e hijos; y mi amada Patria, el Paraguay. Por mi hogar me desvelo en la lucha cotidiana por mantenerlo digna y honestamente. Y por mi Patria trabajo, como el herrero con su yunque y su martillo, día a día, poniendo de mí, como docente y terapeuta, todo lo que pueda contribuir a su grandeza.

         Pero ambos pilares, el hogar y la Patria tienen, para mí, su fuerza en Dios, vivamente presente y palpitante en ese Vignaud, en las piedras eternas de su Santuario, fuente de luz, de vida y de verdad.




LLEGADA


         Cuando mi infancia florecía, rompió el milagro su destello en mi existencia.

         No sé si fue una voz divina, pero el llamado no venía de esta tierra.

         Eran personas que me hablaban, pero su acento era una luz en las tinieblas.

         Eran personas que me hablaban, y me decían que "Jesús está a la espera...",

         Y que, impaciente, en el Sagrario, de mí esperaba solamente una respuesta.

         Estremecido y confundido, vi hacia el futuro resplandores de una Meta:

Un Altar blanco me llamaba desde el incendio de sus nardos y azucenas,

         Mientras rumores de plegarias ya pregonaban, de Dios mismo, la presencia...

         Era un oasis a lo lejos, con la pujanza de perenne primavera,

         Que me ofrecía, desde entonces, el Sacerdocio como mística promesa.


         Yo era muy niño y, en el pecho, sentí el dolor al alejarme de mi casa,

         Para seguir la voz divina, que cada vez con mayor fuerza me llamaba...

         Solo las sombras de la noche fueron testigos de mi angustia y de mis lágrimas

         Que revelaban la amargura, por afrontar la soledad en la distancia,

         Sin el cariño de mis padres, de los que ahora, y para siempre me alejaba.

         Desconocidos litorales me iban dejando como heridas en el alma,

         Y el corazón alborotado por el dolor hecho de miedos y esperanzas.

         Las tristes sombras de la noche, en el silencio presenciaron mi LLEGADA:

         Puse mis pies en ese oasis, cuya potencia inmarcesible yo ignoraba,

         Sin sospechar que, por su Nombre, mi vida toda iba a quedar transfigurada.


         Yo conocía el dulce Nombre de ese lugar que, desde entonces, fue mi vida.

         Lo pronunciaba con los labios, sin presentir que era una inmensa sinfonía

         Cuyos compases inmortales, eternamente en mi existencia vibrarían,

         Con el amor de los latidos de un corazón que a todo el cuerpo vigoriza:

         "VIGNAUD, VIGNAUD" fue el dulce Nombre que, desde entonces, hasta ahora, mi alma grita,

         Porque empezó a sentirlo propio, como se sienten la palabra y la sonrisa,

         Y como todas esas cosas que forman parte de una sola maravilla.

         VIGNAUD es la mágica presencia que me acompaña por doquier en unión mística,

         Y que la siento dulcemente, como una eterna realidad que en mi palpita,

         O como el aire que respiro, y que en mi ser he de llevar mientras exista.


         Fueron pasando las jornadas, fugaces años de experiencias inmortales,

         En esa tierra de campanas, y de palomas, de canciones y de ángeles...

         El Sacerdocio era la Meta, y el sueño inmenso era subir a los altares,

         A consagrar el Pan y el Vino, tocando a Dios con nuestras manos terrenales.

         Cómo brotaban las plegarias y melodías desde el místico Gigante

         Que era ese Templo consagrado que, en la distancia, parecía arrodillarse,

         Y señalarnos, con su torre, el dulce Edén donde palpitan los ideales...

         Y, con el son de sus campanas, les impulsaba a nuestras almas a elevarse,

         Desde el dolor de nuestra tierra, hasta la tierra donde acaban los pesares...

    ¡...Cielo, campanas y palomas se fusionaban en los días y en las tardes!


         Las más profundas emociones, como un océano divino, me inundaron.

         La santidad era tangible: Dios mismo estaba en mis latidos palpitando.

         Con su poder omnipresente, un hombre nuevo, de mi ser, iba forjando,

         Con la mirada en el futuro, pero la vida en las raíces del pasado,

         Donde titilan las estrellas más diamantinas, en un piélago de astros.

         VIGNAUD y mi vida, desde entonces, en una sola realidad se fusionaron:

         Como la flor con su fragancia, en la unidad indisoluble de los nardos;

         O como el fuego de la hoguera, con su calor y brillo a un tiempo en el espacio.

         Y las vivencias del presente, como destellos de un fanal iban quedando:

         Y así mi infancia se hizo eterna, pues por la misma ruta andada sigo andando.





INDICE


ITINERARIO DEL RECUERDO

Destellos para una aurora


Confidencia preliminar

Al padre José

La primavera

La tempestad

Plegaria de la mañana

Al altar blanco de estrellas y lirios

Primavera

Aurora

A Domingo Savio

Ya no están

Soneto por mi vestición

Semblanza

Sueño blanco

Mane Nobiscum (Quédate con nosotros)

A mi madre

Tríptico de la peregrinación al templo

Romance blanco al altar de estrellas y lirios Rimas

Tu mensaje

Pascua.

Adolescente

Plegaria por tus años

Invierno

Ausencia

Oda a Don Bosco

El nombre de María

Romance del rosado altar

Comunión

Romance blanco de noviembre niño

Adiós

Bienvenido

Fuente

Ciprés

Canción

Hossana

El convite

Madre

Sonetos tristes

Virgo Mater (Virgen Madre)

Rimas

Hai-kai

Ruta de luz

I- Preludios

II- Despertar soñando

III- Ruta de luz

IV- Ala y fango

V- Sombra y luz

VI- Desolación

VII- Plegaria vespertina

VIII- Epílogo de luz - Plenitud

Semblanza

Rimas

Oda al coadjutor

Rimas

Primavera gris

Sacerdos alter cristus (El sacerdote es otro Cristo)

Lápiz poeta

Rimas

Inmolación

Quién es mi amor

Nochebuena

Rostro de niño


CANCIONES DE LA NUEVA PLAYA

Fulgor de vida en plenitud

Nuevo paisaje en mi ruta


PLAYA DESNUDA

Poemas del noviazgo

Cuando

Búsqueda

Podrán      

Así te quiero

Paseo al cerro San Cristóbal

Mi cielo

Contigo

Fidelidad

En tu día

En unidad

Sylvia


ETERNAMENTE UNIDOS

Poemas del matrimonio

Semblanza

Regalo de reyes

Esta tarde, la lluvia

Rima

Soneto de mi anhelo

En tu cumpleaños

San Valentín

Nueve años de amor

Serenata a mi amada

Tríptico del amor ausente

Perdón

Te necesito

Quiero ser


UN CANTO ETERNO

Sinfonía para un ocaso

Reencuentro con las luces del pasado

Llegada

Ausencia

Retorno

Tu vida en la distancia

Vignaud, eterna presencia


Carta de Aurelio González Canale



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