ROQUE FERNÁNDEZ era el abuelo de FÉLIX FERNÁNDEZ, nacido el 18 de mayo de 1898 en la compañía Mbokajaty de Itauguá. El lúcido anciano había sido soldado del MARISCAL FRANCISCO SOLANO LÓPEZ. Sobrevivió porque tenía santo aparte y eludió -con malabarismos increíbles- a la muerte en varias ocasiones.
-Nde, che ra'y-, le dijo un día don Roque a su nieto Félix -nde niko ne arandu rehóvo ha oiméneva rehendu oñeñe’ẽvaitereiha ñane Mariscal rehe. Oje'éva guive japu ha tekotevẽ nde rehape renonde'a ñandéve umi ikû raimbetéva (Mi hijo: vos estás creciendo en conocimientos y seguramente escuchaste lo mal que se habla del Mariscal López. Todo lo que se dice de él es mentira y es necesario que enfrentes a los que tienen la lengua muy filosa).
"Eso no debe ser así. Vos mañana serás hombre y tenés que escribir aunque sea en El Diario", le insistió el ex-guerrero, refiriéndose a la publicación que entonces dirigía Eliseo Da Rosa. A toda costa quería que la pluma de su nieto se afilara de coraje y saliera en defensa del hombre que continuaba amando, a pesar de la derrota. En esa época (1913) bullía en Asunción la polémica entre lopiztas y anti-lopiztas. Por un lado estaban Juan E. (Emiliano) O'Leary y por otro Cecilio Báez como puntas de lanza. En un bando o en otro se alineaban los que defendían o condenaban al responsable paraguayo de la guerra contra la Triple Alianza.
Las palabras de don Roque quedaron grabadas en la mente de aquel joven que buscaba una manera de cumplir lo que su abuelo le había pedido. En el silencio de las siestas y en la soledad de las noches fue rescatando en su memoria lo que el ex-combatiente del '70 le había contado en varias ocasiones. Los relatos emocionaban al viejo que parecía todavía estar siguiendo a López desde Cerro León hasta Azcurra y luego a Caacupé, para marchar hacia lo que debía ser su destino final en el peregrinaje sin esperanza: Cerro Corá, ya en las estribaciones del Amambay.
"Yo ya escribía ciertos versitos y me decidí a hacerlo teniendo en mente todos los relatos que mi abuelo contaba sobre Cerro Corá, con la muerte del Mariscal en el Aquidabán nigüi", contaba a La Tribuna a fines de la década del '60 el propio Félix Fernández que, por entonces, ya vivía en FÉLIX PÉREZ CARDOZO (Ex-Hy'aty), en el departamento del Guairá.
Juntando los fragmentos de los episodios guardados en su memoria, a lápiz, escribió el poema épico CERRO CORÁ. Estaba en el 5° grado y tenía 15 años. Lo guardó durante mucho tiempo en un baúl. HERMINIO GIMÉNEZ se lo pidió un día y lo sacó del fondo de su karameguá (baúl) para entregárselo poco antes de que partiera con JUSTO PUCHETA ORTEGA -Pucheta'i- a Buenos Aires para grabar por primera vez. En 1931-según la cronología de composiciones que proporciona ARMANDO ALMADA ROCHE en su libro HERMINIO GIMÉNEZ, viento del pueblo (Almada Roche, Armando. Herminio Giménez, viento del pueblo. Buenos Aires, El pez del pez, 1996.)-, le puso música.
La poesía es conmovedora. El Mariscal moría en el Aquidabán y más que los hombres le lloraba toda la naturaleza circundante. En realidad, en esa contienda bélica de exterminio, a esa altura, ya no había casi hombres ni mujeres que pudieran derramar sus lágrimas por el que había caído ya para no levantarse nunca más.
El gobierno del general HIGINIO MORÍNIGO, el 24 de julio - aniversario del nacimiento de Francisco Solano López-, de 1944 declaró a CERRO CORÁ - CANCIÓN NACIONAL DEL PARAGUAY junto a Campamento Cerro León e India.
Fuente: Diario La Tribuna, fines de 1960, sin más datos.
CERRO CORÁ
Campamento, campamento, amoite Cerro Corápe
pyhareve ko’ẽtĩ rire ñande guerra opa haguã
henda ári Mariscal, ijespádami okápe
¡Vencer o morir! he'ihápe ohuguãitĩ umi kamba.
"Batallón ha regimiento: ¡frente mar ... cha tenonde!"
ka'aguyre orretumba, Mariscálnte osapukái
ha oikovéva há hasyva ha umi ñúre ikãnguekue
opu’ã mboka ipópe odefendévo Paraguay.