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JORGE RUBIANI

  HISTORIAS SECRETAS DEL PARAGUAY (TOMO II) - Por JORGE RUBIANI


HISTORIAS SECRETAS DEL PARAGUAY (TOMO II) - Por JORGE RUBIANI

ANECDOTARIO – TOMO II

“HISTORIAS SECRETAS DEL PARAGUAY”.

Por JORGE RUBIANI

 

Dos volúmenes, editado por diario ABC en formato fascículo.





LA POSGUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA: 'YO SOY MANUEL MONGELÓS'.

 

Aproximadamente tres años atrás,

esta misma historia fue relatada en el programa radial “Los libros muerden”,

emitida los jueves en la AM de “Ñanduti”.

Al término de la emisión, alguien  requirió mi presencia en el teléfono.

Cuando contesté el llamado,




Una cruz en Santaní -”madero piadoso y desafiante” al decir de Benigno Riquelme García- sostenía hasta hace algunas décadas la memoria de José Vicente Mongelós Vasconcellos. Este coronel de caballería no había cumplido aun los 22 años cuando el 29 de Agosto de 1869 fue ejecutado en aquel pueblo, durante la guerra de la Triple Alianza. Se comentaba que en la ocasión y por única vez a lo largo de la contienda, el mismo Mariscal López dio la orden de muerte al pelotón de fusilamiento, aun a pesar de la probada inocencia de Mongelós.

Rubio, alto, de rutilantes ojos azules, valiente y apasionado, José Vicente era el hijo mayor de don Manuel Mongelós y de doña Casimira de Sousa Vasconcellos, marquesa de Castemelhor, título devenido de su origen noble y en recuerdo a su suelo natal portugués; hermano de Saturnina, Dolores, Rosa y Amalia y de otros dos varones menores de los que ”no se sabe que les ocurrió durante la guerra”, de acuerdo a testimonios familiares.

Los Mongelós se habían radicado en Ca’apucu (**), desde tiempos anteriores a la independencia. Desde esa localidad, con apenas 16 abriles, José Vicente había concurrido “al llamado de la patria” y en menos de cuatro años de lucha, a fuerza de arrojo y temeridad, llegó a constituirse en el mas joven coronel del ejército paraguayo, excepción hecha de Panchito López, que fue coronel apenas adolescente pero que hizo la carrera a la sombra del gabinete de su padre.

Terminada la guerra, doña Casimira aun vivía pues en el periódico “Noticias" de Corrientes, fechado el 20 de Abril de 1870, un tal Manuel Cabral daba cuenta de su presencia -”virtuosa y caritativa señora del Paraguay con su familia…"- en aquella ciudad. Comentario que se fundaría en el auxilio brindado por la madre de José Vicente a los soldados correntinos, prisioneros durante el recientemente concluido conflicto.

Pero la muerte del hijo mayor y lo que haya motivado la desaparición de los dos menores, llenaban de congoja el hogar de los Mongelós. En medio del pesar, también habrían considerado que sin los varones se había esfumado la posibilidad de dar continuidad al apellido. Ya mas tarde y en función a esta misma preocupación, pesaría en el ánimo de las hermanas el paso del tiempo y la cada vez mas lejana posibilidad de un casamiento. Doce años mas tarde, en 1882, ya habría fallecido doña Casimira. Sus últimas recomendaciones habían sido: ”honrar a sus antepasados” y ”conservar el apellido”.

Las cuatro hijas se tomaron a pecho el mandato -mas que recomendación- de la madre y en una petit asamblea, tomaron una decisión trascendental: tendrían un hijo. Si. Así, en plural. Porque una de ellas -elegida por sorteo- llevaría la responsabilidad de que la “dinastía Mongelós” no se diluyera sin descendencia. El azar hizo que la misión recayera sobre los hombros de Dolores. La muchacha, que al término de la guerra contaba con 16 años, ahora tenía ya 28.

Resuelto el primer paso, elegirían -también entre todas- al hombre que permitiría la concreción del “proyecto”. Este asunto demandaba un cuidado mayor; por lo que para materializar la singular decisión y ver las mejores opciones posibles, acudieron a una fiesta. La misma se habría realizado en Asunción entre los meses de Agosto y Septiembre de 1882. Si Agosto, tal vez fuera en conmemoración de los festejos de la Virgen y de la ciudad; y si en el mes siguiente, algún acontecimiento motivado por el inicio de la primavera. O simplemente se trataría de una reunión familiar.

Una vez en el recinto de aquella celebración, las hermanas hicieron un minucioso examen de la concurrencia masculina. Anticipadamente habrían descartado a los casados o a los que ya tenían pareja. Antepondrían también -entre otras condiciones- alguna consideración estética. No era el caso que por perpetuar el apellido, eligieran sin cuidado al primero que pasaba.

El dispar criterio de las Mongelós en este tema, haría la tarea mas difícil. Pero, finalmente, un galán mereció la aprobación de todas. Se llamaba Octavio Frontanilla (***). Restaba ahora el último paso: la proposición.

No se conocen detalles del mecanismo, aunque el carácter sagrado conferido a la “misión” y el respeto que se profesaban las hermanas, permiten suponer que todo se habría realizado dentro del decoro y la dignidad pretendida.

El “sacrificio” de Dolores tuvo sus frutos el 4 de mayo de 1883. En esa fecha nació un varoncito en cuyo nombre se unía el recuerdo al abuelo Manuel y al tío inmolado en Santaní: Manuel José. El niño llevó -como se había previsto- el apellido Mongelós.

De las hermanas se vuelve a tener noticias en 1911 cuando sus nombres aparecen como beneficiarias de una pensión vitalicia de 100 pesos mensuales otorgada por el gobierno. La trascripción de aquel documento en la Gaceta Oficial debe interpretarse como una reivindicación de José Vicente, pues en las razones del beneficio otorgado se lee: ”…a las hermanas del Cnel. Mongelós”.

Los restos de Dolores se hallan depositados en el panteón de la familia Aceval en el cementerio de la Recoleta. En el mismo sitio se halla también los de sus hermanas. Ocuparon dicho espacio por el parentesco que las unía a Juanita Mongelós Egusquiza, esposa del Dr. Benjamín Aceval.

La urna que contiene los restos del coronel José Vicente Mongelós se halla en el Museo de Caapucú desde el 21 de Agosto de 1996, fecha en que la División de Caballería -de acuerdo a los datos del diario ”La Nación” del 21 de Diciembre de 1996- lo reivindicó con honores, inhumó sus restos ”….y los condujo en desfile presidido por los jinetes de los cuerpos Aca Caraya y Acaverá” regimientos de los que Mongelós fue comandante.

* Datos proveídos por la señora Rosa Mongelós de Morales.

** Vocablo que denota en la acepción de ka’a, la conocida contracción guaraní de Ka’aguy, equivalente a monte, o selva. Puku es igual a largo, extenso. Haciendo uso de la antigua grafía, el nombre de Ca’apucu debe entenderse como: ”monte o selva larga o extensa”. El sitio también fue conocido con el nombre de Apichapa (con tilde nasal sobre la ”i”). En el testamento de la señora Rosa Isabel Mongelós, abuela del coronel -”un documento precioso datado en 1838, con las hojas del color y textura de los pétalos de la rosa mosqueta”- se cita al pueblo con el nombre de Ca’apucu del Rosario. Sin embargo, de acuerdo a datos conocidos, el pueblo surgió alrededor de una capilla, hacia finales del ‘1600, con el nombre de ”Capilla del Señor de la Paciencia de Ca’apucú” .

*** Octavio Frontanilla fue padre del Profesor Julio Frontanilla, docente destacado y Director del Colegio Alemán durante la 2da. Guerra Mundial. Éste tenía aproximadamente la misma edad que José Manuel, su hermanastro, “y se trataban …pero no así las familias”.




ERRORES TRASCENDENTALES DE LA HISTORIA DEL PARAGUAY

Siempre se afirmó que PARAGUAY proviene de:

PARA = mar;

GUA = originario de; y

Y= agua.

El nombre de Paraguay equivaldría entonces a:

AGUA QUE VIENE DEL MAR.

 

Los indígenas no eran tan tontos para saber de dónde venía el río y hacia adonde iba. El error se remite a considerar las traducciones en función a lo que se conoce hoy, sabiéndose que muchos vocablos se perdieron y otros fueron desnaturalisándose con el correr de los años.

Lo mismo pasa con el nombre de la nación indígena a la que atribuímos el nombre de GUARANI. En realidad, de acuerdo a lo afirmado con autoridad por Montoya en el libro ”Tesoro de la Lengua Guaraní”; y citado por Carlos Zubizarreta en el libro ”Historia de mi ciudad”, la nación indígena que se encontraba en el Paraguay a la llegada de los europeos eran los Cario, Caraive o Carive.

Pero ”el Cario, Caraive o Carive -que todo es uno- era, al igual que el español, un invasor de la América del Sur. El nombre de guaraní, con que se le designó mas tarde, no se refería a su raza. Sólo significaba en su propio idioma, GUERRERO”.

En cuanto a la etimología de Paraguay, según lo consignado por León Cadogan en su libro "CAROBENI - apuntes de Toponimia Hispano/Guaraní", en la página 15, expresa:

PARAGUA: Corona de plumas, nombre de un cacique que pactó con los españoles y colaboró para avasallar a los Mby’a y otras parcialidades. En las tradiciones de los Mby’a y Tavytera es sinónimo de Quisling; (ver Guairá). Como patronímico guaraní figura en los Registros de Nuestra Señora del Rosario de los Ajos (Coronel Oviedo) y de los pueblos de Misiones. Ha dado su origen al nombre del Paraguay y al río Paraguay: PARAGUA Y, agua de Paragua, agua de la corona de plumas.

 

 

  Jorge Rubiani


Fuente:

http://www.jorgerubiani.com.py

(Enlace externo actualizado a Julio 2012)





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