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JORGE RUBIANI

  LOS ANTIGUOS BARRIOS DE ASUNCIÓN - Por JORGE RUBIANI - Domingo, 29 de Marzo de 2020


LOS ANTIGUOS BARRIOS DE ASUNCIÓN - Por  JORGE RUBIANI - Domingo, 29 de Marzo de 2020

LOS ANTIGUOS BARRIOS DE ASUNCIÓN

 

Por  JORGE RUBIANI

 

jorgerubiani@gmail.com

Textos y Fotos:  JORGE RUBIANI

Lejos del orden urbano previsto en las ordenanzas de Castilla, los pobladores de Asunción solo atinaron a construir sus moradas fuera del alcance de los arroyos y a salvo de los raudales. Samu’u pere, San Francisco, Plaza, Las Mercedes, Encarnación y Las Barcas se convirtieron en los primeros conglomerados establecidos en 1790 por una ordenanza que les daba oficialmente una nomenclatura y disponía sus límites.

En camino a las sierras del Dorado, entre el puerto de Buenos Aires y las cumbres andinas, se produjo la fundación de Asunción. Pero cuando –10 años más tarde, en 1547– Domingo Martínez de Irala llegó finalmente al altiplano y la encontró ocupada por otros conquistadores, “cayó la noche” sobre las ilusiones de los europeos, y Asunción, de donde había partido aquella expedición, quedó sumida en el olvido: sin minas, inadvertidos para la corona y el mundo, con una naturaleza exuberante, pero hostil e impredecible, los asuncenos solo atinaron a construir sus moradas fuera del alcance de los arroyos y a salvo de los torrentosos raudales, más que alinearse al orden urbano previsto en las ordenanzas de Castilla.

Con el correr del tiempo, no hubo recursos ni habría ganas para recomponer aquel desorden que, de tanto en tanto, hacía que las construcciones fueran a parar al dominio de los bañados debido a las implacables lluvias. En cuanto a los caminos que serpenteaban entre las casas, se convertían en inmensos arenales, y cuando eran muy empinados se llenaban de barrancos y zanjones que obligaban al inestable equilibrio de los transeúntes para sortearlos, sin mencionar los pasajes y pasadizos, con el mínimo espacio entre las casas y las corrientes de agua para el tránsito de las personas.

Solo algunas de aquellas vías –las más importantes– tenían nombres, correspondientes al de la institución o iglesia a la que conducían: De la Merced, De la Concepción, Santo Domingo. Otras recibían el del personaje de mayor antigüedad o prominencia que residiera en el lugar. Estas fueron: calle del Meaco, calle Martín de Ure, del Obispo... y nada más.

Hasta el samu’u

En cuanto a los barrios, recién en 1790 se conoció una ordenanza que establecía oficialmente su nomenclatura y disponía sus límites. El 12 de marzo de aquel año, el Cabildo organizó la ciudad en los siguientes conglomerados: Samu’u pere, San Francisco, Plaza, Las Mercedes, Encarnación y Las Barcas”, basándose en “el mapa urbano levantado por Julio Ramón de César”. Lo que podía llamarse “ciudad” se extendía entonces “...desde Las Barcas hasta las inmediaciones del samu’u pere, árbol célebre que ha dado nombre al barrio y cuya existencia se pierde en la remota antigüedad”.

Cada uno de los otros enclaves estaban constituidos por las residencias arracimadas en torno a los edificios o sitios de mayor importancia de los alrededores: el convento de San Francisco, el de La Merced, el de Los Dominicos y su iglesia de La Encarnación. Prestando, de paso, su nombre al asentamiento.

El barrio Samu’u pere se hallaba al norte del camino real a Ñu Guasu, más tarde camino real de La Recoleta. El de La Plaza se hallaba limitado por los edificios y respectivos alrededores de la catedral, los cuarteles y demás dependencias de gobierno en el entorno de la actual Plaza de la Independencia Nacional. Al barrio de Las Barcas le correspondía toda la ribera y aledaños, desde el “llamado Puerto de la Lucha”, en los bajos de la Iglesia Matriz, hasta las proximidades de Lambaré. Si no tan poblado, este barrio se hallaba permanentemente concurrido “por los carpinteros de ribera, lavanderas, desocupados, macateros y payaguáes”.

Barrios viejos

Aunque en las dos primeras décadas del siglo XX quedaron marcados los nuevos rumbos de la ciudad hacia San Lorenzo del “Campo Grande”, Trinidad, Luque y Lambaré, los antiguos sitios próximos al “centro” siguieron con las denominaciones que traían de lejanos tiempos: Loma Cabará, Campanero, Punta Carapá, Loma Tarumá, Ycuá Satí, Loma Clavel y Loma Cachinga, además de otros en el mismo centro o muy próximos a él, como Loma San Jerónimo y Volo Cué.

Loma Cabará es el sitio en el que se presume fue asentada la “Casa Fuerte” que dio origen a Asunción. Se trataba del asiento del Convento de Santo Domingo, fundado en 1621, y cuya iglesia, construida bajo la advocación de la Virgen de la Encarnación, estaba en la esquina formada por las calles de Santo Domingo, actualmente De la República, y De la Encarnación, hoy 15 de Agosto. A sus espaldas, en la dirección de la calle Paso de la Patria, después Convención y hoy Juan E. O’Leary, se encontraba el “puerto” del Paso de la Patria. Enfrente, el “puerto” del Colegio, recordando al antiguo Colegio de los Jesuitas.

Campanero es un legendario enclave próximo a las calles Paraguarí y Comuneros, dentro de la no menos legendaria Chacarita. Su día más luctuoso fue el 4 de enero de 1889, con el incendio de la Iglesia de La Encarnación.

Punta Carapá, cerca del anterior, es más conocido. Como su nombre lo define, es una “península” que permite la continuidad de la calle Caballero, como una especie de terraza sobre el “bajo”. El lugar, con su caserío entornándolo, dio albergue a conocidos músicos y poetas entre los que se encontraba José Asunción Flores.

Loma Tarumá es la cuesta que se encuentra –aproximadamente– entre las calles México, Caballero, República de Colombia y Gaspar R. de Francia y que albergara la alegría de los enclaves negros de la zona durante las fiestas de homenaje a la Virgen de la Merced. Así como las “lascivas y ruidosas” gombas, danza colectiva que convocaba a los morenos pobladores del entorno con tambores de diferentes tamaños, “algunos de grandes dimensiones y sonido profundo que era audible a varios kilómetros” según el Diccionario del maestro Luis Szarán.

Ycuá Satí se encontraba en la misma depresión existente hoy a la altura de las calles Manuel Domínguez y Parapití. Y era el lugar donde, entre espesos arenales, se iniciaba el arroyo del mismo nombre, siguiendo aproximadamente el curso de la actual calle Antequera. Aquel lugar era famoso por sus “bailongos” y en los que se asomaban “ranchos y casuchas”, donde vivían –según era fama en la época, años próximos al ’900– muchos liberales acaudillados por un fornido moreno de nombre Cantalicio Esquivel.

[el dato]

La casa fuerte Nuestra Señora Santa María de la Asunción fue fundada en 1537 por el capitán Juan de Salazar de Espinoza de los Monteros.

 

 

 

 

 

El Mangrullo, hoy parque Carlos A. López, con la ciudad a sus pies. En la página opuesta, posible sitio de la fundación de la ciudad en un día luctuoso: incendio de la iglesia de La Encarnación el 4 de enero de 1889.

 

 

Asunción se va al este. La avda. Mcal. López con las vías del tren y el tranvía, además de los camineros de piedra para las carretas.

 

 

Catedral, estaqueo y barranco. Cerca de Campanero.

 

Fuente: Revista Dominical de ABC Color

Impreso e Online - www.abc.com.py

Páginas 14 al 17

Domingo, 29 de Marzo de 2020

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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