EL NUEVO EXILIO DE SAN MARTÍN
Por JORGE RUBIANI
En medio de los pensamientos puestos en el Bicentenario de la Independencia Americana, el Gral. José de San Martín sufre un nuevo exilio. La efigie del prócer fue bajada de su pedestal y llevada de su lugar original avenidas República Argentina y Eusebio Ayala hasta la frontera de la ciudad. A un sitio distante, anónimo y sin siquiera un espacio ceremonial, frente al Cementerio del Este. Entre la nada y el olvido. Además de la irreverencia histórica y falta de respeto a uno de los más relevantes próceres americanos, la decisión para este traslado es un insulto al sentido común. Menos mal que estamos en aprestos conmemorativos y que los paraguayos nos emocionamos hasta las lágrimas cuando alguien decide el nombre de un compatriota para algún regimiento, plaza o calle del extranjero. De todas las sinrazones esgrimidas para justificar el procedimiento, resulta claro que nuestras autoridades son obedientes a las demandas del hacer especialmente en tiempos electorales y poco habituados a las obligaciones del pensar... en todo tiempo. Porque ni siquiera puede excusarse el beneficio de la agilidad de la circulación o el cruce, el énfasis de la belleza o de un ordenamiento más eficaz del lugar. Pues aunque ya sin monumento, quedará el mismo entorno de veredas en mal estado y ocupadas por cualquiera, en cualquier forma. Seguirá el sitio poluido de carteles y sobrepoblado de vendedores. La desastrosa esquina, igual a otras esquinas desastrosas de la ciudad, continuará con buena salud, mientras se sigan planteando "soluciones parche" a las que nos tienen acostumbrados.
Por lo demás, el monumento al Libertador empieza a sufrir del mal que aquejó también a los del Mcal. López y del Gral. Artigas: se volvieron móviles. Retozan por las calles de Asunción mientras que, en vez de criterios urbanísticos, se privilegian las broncas, simpatías, prejuicios y la suprema irresponsabilidad de quienes impulsan estas acciones. A la vista de su persistencia y para abaratar costos, debiera sancionarse una ordenanza que obligue a los escultores a poner ruedas a sus obras. Porque de seguro el monumento al Libertador no va a quedar en el lugar donde fue arrojado. No debe quedar ahí.
No hace falta valorar la memoria de San Martín porque ni siquiera tenemos monumentos que recuerden a los nuestros. A nuestros libertadores y próceres. Somos reacios a estos homenajes y los pocos que se materializaron, incluido el Panteón de los Héroes, solo han servido de baño público o para que alguno cobije su borrachera hasta el día siguiente; o asiente sus ofensivos grafitis pre, para y postelectorales. Pero los monumentos, al decir de un colega argentino, "son los grandes mojones de la ciudad. Su presencia, para bien o para mal, altera el paisaje urbano". Es así, pues son hitos para la pausa y la memoria; la contemplación y el deleite cuando están equipados de los complementos y cuidados correspondientes. Es por eso que se los hace visibles y se los instala en medio de grandes cruces o centrando alguna plaza concurrida. Nosotros no. Los que ayer descubrimos "la magia del semáforo" queremos que todo se "semaforice". Y creyendo que la tecnología simplifica todo, resuelve todo, funcionales a las demandas del vehículo y al capricho de los conductores, argumentamos que estos componentes de la belleza urbana "son un problema para la circulación". Y como no podemos solucionar el callo, cercenamos el dedo. ¡Qué notable!
Habría que avisar a los franceses de nuestro descubrimiento. Pues era el Arco de Triunfo nomás había sido el que ocasionaba los tantos problemas de tráfico a París. A los españoles hay que pasarles el dato: que lleven las Cibeles a las afueras de Madrid. Y, de paso, recomendarles que demuelan esas antiguallas que interrumpen el movimiento de los vehículos, como las Puertas de Alcalá, del Sol y la de Toledo. A los argentinos no les diremos nada, porque son capaces de regalarnos el Obelisco. Pero, ¡por favor!, difundamos esta prodigiosa revelación de la ingeniería vial paraguaya.
En algo, sin embargo, acertaron los de la Municipalidad. El nuevo exilio de San Martín se ha dispuesto en las puertas de un cementerio. Puede ser que en una próxima movida cruce la avenida y lo hagamos descansar en paz.
Fuente: ABC Color
www.abc.com.py
Sección OPINIÓN
Lunes, 18 de Enero de 2010
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