E L GUSANO
Narrativa de JUAN DE URRAZA
Soy un gusano, uno de esos pequeños insectos verdes que viven y se alimentan en las junglas inconmensurables y deliciosas que los humanos llaman "jardín". Soy un insecto ordinario, como todos los demás hermanos que viven conmigo en este paraíso. Como fiel representante de mi especie, limito mi existencia a vivir los placeres de la vida, comer cuanto pueda, y descansar cuando me he hartado. No hay ningún otro significado para nuestra vida, o por lo menos eso me han dicho los demás. Yo me he preguntado una y otra vez qué hay después de esto, del ser gusano ¿Existe alguna otra posibilidad después de la muerte, o soy un mero ente material cuyo único fin es lo que pueda realizar con la propia materia? (esto lo pregunto mientras tomo un trocito de esta deliciosa y carnosa hoja, para degustarla lentamente y a continuación avanzar un paso y tomar otro pedacito).
Muchos me han dicho que deje de pensar en ello, de soñar con otra vida más allá de esta que veo diariamente. Dicen que no existe nada más, y que luego simplemente nos iremos, cuando todo acabe y ya no seamos nada. La prueba está en los restos de los demás que de vez en cuando encontramos colgando en el jardín; cascarones vacíos y sin vida de otros que alguna vez fueron lo que nosotros. Por lo tanto hay que apurarse y aprovechar al máximo nuestra propia existencia.
Según todos los que conozco, nuestra vida es demasiado corta, poco más que una temporada y por lo tanto no hay que desperdiciarla en nada que no sea la satisfacción de nuestras necesidades y placeres. El jardín está lleno de gusanos como yo, pero todos han optado por ni siquiera pensar en el futuro, y mantenerse simplemente en el hoy.
Hace poco conocí a otro que estaba un poco loco, y me afirmó que luego de nuestra muerte, de nuestra desaparición corporal, hay otra vida mucho mejor, y que simplemente hay que saber esperar por ella. Estos cuerpos que poseemos no serían más que una etapa en un camino irás largo, del cual no recordamos el pasado ni vemos el futuro. Yo le pregunté por qué esperar, y qué pruebas tenía de ello, pero se limitó a decir que son cuestiones de fe, que no tienen explicación racional alguna.
Y ciertamente, tengo fe en que la existencia debe ser algo más que vivir una temporada y comer todo lo que encuentre. Debe haber algo más, algo sublime, esperando por mí, y por cada uno de nosotros. Pero no vale la pena siquiera discutir eso con los otros. Me limitaré a esperar...
Un tiempo pasó desde estas disquisiciones, de ciclos irreconocibles para un gusano, hasta que el cansancio, y el presentimiento del fin cercano se apoderó de mí. Sentí que pronto no pertenecería más al mundo, que todo iba a acabar, como pregonaban los demás. Por lo tanto, encerrado en mí mismo, acosado por la duda, tejí un capullo donde encerrarme para morir mi propia muerte, en soledad. Me cubrí de delicadas hebras, me escondí del sol y la intemperie, y cerré los ojos abrazando el fin... Esperando un nuevo inicio, inexistente para todos, pero no para mi fe.
Y así fue que la noche eterna me cubrió por un tiempo indefinido, la oscuridad total y la carencia de pensamiento. Hasta que finalmente un día, como siempre había creído, regresé. Era yo, pero al mismo tiempo no lo era. Rompí la fría cámara que me atrapaba, y volví al mundo. Un mundo que veía con otros ojos, y que comprendía diferente. Había regresado cubierto por un cuerpo de luz, renovado, con una conciencia total de la vida, y de lo que nos esperaba.
Un humano salió en ese momento al jardín, y caminó con los pies descalzos sobre el césped. Me pregunté si él también cambiaría de cuerpo luego de su muerte, pero seguiría existiendo aunque fuera irreconocible o invisible. Al fin y al cabo, los otros gusanos ya no podrían reconocerme, puesto que soy otro, completamente diferente a mi apariencia anterior. Tal vez él pudiera regresar siendo otro, y tampoco sería reconocible por los demás de su especie...
Tal vez todos en este universo estuviéramos destinados a sufrir una metamorfosis y cambiar, convirtiéndonos en seres cada vez más perfectos, donde la muerte física no fuera más que uno de los tantos cambios que sufrimos a lo largo de nuestra verdadera vida.
Pero ya me cansé de pensar en ello, ahora que conozco la verdad. Por lo tanto abriré las alas y levantaré vuelo, para encontrarme con otras mariposas como yo, quienes también han descubierto estas verdades y han aprendido a disfrutar el sol y a tener esperanza en el mañana.
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REVISTA DEL PEN CLUB DEL PARAGUAY
POETAS – ENSAYISTAS – NARRADORES
IV ÉPOCA Nº 22 – JULIO, 2012
Editorial SERVILIBRO
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