ESTAMPAS QUE SE PIERDEN TRAS EL NUEVO ROSTRO DE ASUNCIÓN

Por PEDRO GARCÍA GAROZZO

La capital del país se moderniza y, a la vez, pierde un patrimonio histórico y costumbres de otros tiempos.

Asunción, día a día, cambia su fisonomía. Muchas veces para bien, aunque no siempre

La Avenida Costanera del Bicentenario es un avance excepcional que le da una imagen distinta, inédita, renovada y bella. Se está hablando, igualmente; de implantar en ella un monumento que pueda servir como una nueva postal de la metrópoli.

La expansión horizontal y la edilicia perfilan una silueta renovada a la vieja ciudad, que se acerca al medio milenio de vida (está a solo 37 años de cumplirlos). Y en ese constante y hasta desenfrenado ritmo de transformación, van quedando atrás estampas de un tiempo no muy lejano, irremediablemente sepultadas.

Una forma de retenerlas y de rescatar aquellas postales, hoy casi totalmente perdidas, es recordarlas.

Pese a la gradual depredación de la flora urbana, suplantada por el cemento, Asunción puede todavía hoy jactarse de ser una de las capitales más verdes del mundo. Sin embargo, hay especies que casi han desaparecido, como los tradicionales naranjos, que inspiraron a más de un poeta, como aquel que los exalta al lado de las burreritas. Estas, incluso, terminaron por expirar, lo mismo que los aguateros, las lecheras ambulantes, los tranvías, las carretas tiradas por bueyes y cargadas de sandías, el afilador de cuchillos —que anunciaba su presencia accionando un organillo— y otras típicas figuras de un tiempo en fuga.

ICONOS DE OTRO TIEMPO

Hasta la forma de escuchar música ha evolucionado y se ha transformado notoriamente; desde la victrola del bisabuelo —a quien no conocimos— al tocadiscos y el combinado de nuestros mayores, nuestros cassettes o vinilos, hasta los cedés, celulares y ordenadores, que hoy manejan con habilidad nuestros hijos y nietos.

Otros iconos, otrora, de una Asunción quizá más auténtica y menos cosmopolita se hacen, hoy, más difíciles de encontrar; que ubicar algún lapacho amarillo.

Pese a todo, algunos personajes que marcaron con su andar por las calles toda una época, todavía siguen muy vigentes, como los vendedores de chipas y otros ambulantes, quienes resisten al modernismo, que suplantó los almacenes, las despensas y los pequeños comercios por los hoy prolíficos supermercados.

De la pantalla —aliada de antaño para combatir el calor— se pasó al ventilador y de este, al aire acondicionado. El plástico sustituyó a la vieja libreta de almacén por la tarjeta de crédito.

Y lo que ayer era la excepción y se contaba con los dedos como locales en los que se podía encontrar de todo —como Segura Latorre o Rius & Jorba—, hoy se encuentran como hongos, y no solo en la Capital, sino en todo el país, inundados de gigantescos shoppings, que como poderoso imán de atracción estiran y concentran a los transeúntes, que antes poblaban las calles visitando los variados negocios, apiñados uno al lado del otro, ahora separados por locales con el desteñido letrero de "Se alquila" o "Se vende".

Aparecen también nuevos oficios como los guardias de seguridad, prácticamente inexistentes en un pasado no tan lejano, que se han vuelto imprescindibles ante la creciente criminalidad callejera.

La ciudad es la misma. Pero su nuevo y cambiante rostro va nublando viejas estampas, las que se desvanecen en su desigual lucha con el avance del tiempo.

Fuente: CORREO SEMANAL del diario ULTIMA HORA

Publicado en fecha: Sábado, 22 de Junio del 2013

ENLACE INTERNO RECOMENDADO AL ESPACIO DE

KLAUS HENNING en PORTALGUARANI.COM

(Hacer click sobre la imagen)

Mercado Guasú

POSTALES DE NUESTRO PARAGUAY ETERNO