LA CONFUSIÓN DE LOS ANTIVALORES
Por PEDRO GARCÍA GAROZZO
Cómo cambian los tiempos y cómo cada vez se pierden más los genuinos valores que atesoraban nuestros mayores.
La Asunción de hoy es muy diferente a la de medio siglo atrás, cuando por sus calles todavía transitaban los tranvías, no había supermercados, se enseñoreaba la figura de la burrerita llevando su carga alimenticia de casa en casa y había más tiempo para compartir, incluso sacando sillas y sillones a las veredas.
Las casas no tenían rejas ni había motivo para preocuparse de drogadictos o inadaptados sociales.
La ética, el respeto y las normas de urbanidad se fueron dejando gradualmente de lado. Hasta los letreros y canteles eran diferentes. Nos daban consejos y presentaban mensajes edificantes. Por ejemplo, hablando de tranvías en aquellos traídos de Bélgica se podía leer la inscripción "Ne pas fumer/ niet roken (Prohibido fumar)". En una línea de ómnibus urbano hoy nos encontramos con la más acabada demostración de los anti valores.
La propia empresa coloca como letrero la palabra "Aerolínea". Lo que debería ser motivo de vergüenza por catalogar a sus conductores como temerarios adictos al peligro de la velocidad irracional, se transforma hasta en un motivo de orgullo que merece ser exhibido y descripto.
Evidentemente, hablando de transportes, vivimos en un mundo que marcha a contramano, en el que el vyrorei y las vanas distracciones que abundan, nos abruman, nos atrapara, nos aturden y nos hacen perder el verdadero perfil que debiéramos desarrollar, para dar una dirección correcta al rumbo de nuestra existencia.
Los gratos momentos familiares de otros tiempos quedan ahora atrapados en las computadoras y los celulares, que pasan a ser más miembros de la familia que padres, hijos o hermanos. Se comparte más tiempo con ellos y, lo que es peor, se les confía irracionalmente hasta la propia educación de los menores.
Así, lo superficial e intrascendente opaca casi por completo a lo profundo y esencial. El autor del célebre "Cambalache" hoy se escandalizaría mucho más en este siglo XXI que aquel en el que le tocó vivir, y apreciar cómo se iban arrinconando los auténticos valores.
Buscamos en forma más acelerada y frenética la corteza intrascendente de las cosas y perdemos cada vez más de vista el "caracú" de las mismas.
"Nuestras costumbres no tienen nada que se parezca a otra nación", reza un tema de nuestro acero folklórico. Actualizando su texto, hoy debiéramos colocar el verbo en copretérito, porque con la galopante globalización hoy tristemente debemos afirmar que "tenemos todo lo peor que copiamos del exterior"
CARICATURA VERSEADA - Por MARIO CASARTELLI
Fuente: Correo Semanal del diario ÚLTIMA HORA
Publicado en fecha: Sábado, 26 de Enero del 2013