VUELVE A CONOCER EL FUEGO
ESCRITOS Y PUBLICADOS DURANTE LA DICTADURA
Selección preparada por
RICARDO DE LA VEGA
Poesías de ESTEBAN CABAÑAS
Ilustración de tapa: A Soledad Barrett
Xilopintura de Carlos Colombino, 1970/1973
Diseño de tapa e interior: Cecilia Rivarola
© Esteban Cabañas
© Tren Rojo
Ybytimí Nº 1117
Arandurã Editorial
www.arandura.pyglobal.com
Asunción – Paraguay
Correo: rdelave@gmail.com
Noviembre 2011, 71 páginas
PRÓLOGO
La poesía social que desea reflejar la vida de una comunidad de cualquier lugar, con sus problemas y con sus luchas, presenta generalmente dos modalidades en su expresión: la que tiene tono grandilocuente o multitudinario, dirigida a cautivar a grandes masas para algún fin determinado, y la de tono íntimo, casi de intención lírica, reveladora de la odisea del hombre común y en especial la del intelectual, de latente sensibilidad, que sintoniza hasta las anormalidades más imperceptibles del ambiente.
Esta segunda modalidad es la que adoptó la poesía valiosa de Esteban Cabañas, que expresa una sorda rebeldía, contagiada por relámpagos sutiles, que revela los padecimientos que soportó un pensador y un intelectual en los días difíciles que sufrió el país durante 35 años de bárbaro autoritarismo. Igual modalidad escogió Cabañas para sus demás expresiones artísticas: en pintura, en grabado, en narrativa, que prueban su coherencia conceptual y artística. Y que confirman todas ellas a la vez la riqueza de su talento, orientada hacia las más diferentes expresiones de la inteligencia...
Vuelve a conocer el fuego, es una excelente colección de poemas escritos y publicados en los años penumbrosos de la dictadura. Poesía preñada de premoniciones, de zumos amargos, de letanías cargadas de dudas y afirmaciones, de contenido dramático y conmovedor. En una especie de peán no guerrero sino lírico, el poeta lleva a rememorarnos aquellos tramos trágicos y dolorosos en los que se abismó la vida nacional. Sobresale el patetismo de la poesía, que anega el espíritu de estupor, de asombro y que lleva algo que abruma y hace pensar. Y que obliga a leerla una y otra vez, en el deseo de atrapar las virtudes de su contenido. Hay que señalar a la vez, que el autor trató de no empobrecer su poesía poblándola de adjetivos; al contrario, su redacción es retraída y breve, que pareciera seguir el atendible consejo de José Martí: "Lo verdadero es lo sintético".
En fin, la poesía de Esteban Cabañas tiene una belleza de trágico sentido, de callada grandeza, de patético mutismo, por lo que cada quien se siente atribulado ante el clima antihumanista que menta y que vivió todo el país durante tantísimos años, por lo que la colección es en verdad: ¡un valioso antemural de la civilidad...! Que todo sea para bien.
Luis María Martínez
19 de octubre de 2011
Larga opresión, ciudad de grandes muros
Larga opresión, ciudad de grandes muros,
como apartada por manos que escribieron el sueño,
como lápidas caídas de ilegible ventana,
el agujero alzado de poderosa lengua, yo te escucho:
te aprieto lentamente y te arrugo
como si fueras un rostro viejo, de antigüedad inmunda
como si no tuvieras edad y te corrompieras
en la varada calle, sin juventud, perdida,
sin niñez aceptable ni inocencia,
sin salida, ni puerto,
una ventana alzando un cuello para irse
entre los muros ciegos y las ciegas miradas,
un ascensor de piedra para morir callado,
donde ya nadie es nadie
y crece la presencia de todo.
(De Piedras, 1965)
Yo podría vivir en ninguna parte
Yo podría no quererlo todo
pero cada día siento que se resbala el tiempo
quedando un aire de silencio
en las tardes que hablamos
y los seres que compartieron mi vida
como enormes globos
revientan
¡Qué es esto!
¿Qué hacer con todos los rostros con todas las palabras
con todas las sonrisas
con todos los caminos
con todas las miserias
con todas las penumbras
con las piedras del mar?
Por eso yo te escucho:
y mi angustia crece
de conformarse al muro
al humo del día que huye
sin detener su efigie
sin preguntar su nombre
sin mostrar la cara
sin desviar la vista
sin desgarrar el alma
Qué es este anhelo de ser
de abarcar la muerte
de llegar al límite del viento
que nada queda para nadie
que te vas solo: sin conciencia
como has venido
y todo retrocede hacia otra aurora
y el corazón es un montón de mierda
Yo te pregunto: ¿qué hice
-porque no es nada
lo que dije-
lo que escribí
para qué sirve?
Y ya nada me importa y el dolor me amenaza
con su diente
sin tregua.
(De Piedras, 1965)
Estoy preso en todo este ámbito oscuro
estoy preso por todos los costados
estoy preso en mi sombra
estoy preso en medio de la noche
estoy preso en medio de la luz
estoy preso de la inmensidad y de lo ínfimo
estoy preso del tiempo
estoy preso en este país
estoy preso en el mundo y todas sus galaxias
estoy preso en esta casa
estoy preso en el espacio que rodea mi casa
estoy preso en el aire
estoy preso del sueño que no cesa
estoy preso de la solidez, del orden, de la dulzura,
estoy preso en todas las comisarías
estoy preso del hambre y del hastío,
estoy preso de la mediocridad
estoy preso de la inteligencia
estoy preso en el agua azul de la cordura
estoy preso de mí mismo.
Estoy preso en esta piel, en estos límites,
estoy preso en el viento
estoy preso en esta caja que suena y resplandece
como un ataúd iluminado.
Estoy preso del día
estoy preso en mi cama
estoy preso en las cosas inanimadas
estoy preso de las palabras
estoy preso del ansia y del deseo
estoy preso del silencio
estoy preso del ruido que avanza
por los callejones de mi sangre
estoy preso de la exactitud
estoy preso de las voces que escucho
estoy preso de mis manos que alargan su alarido
más allá de todo sin volverse,
estoy preso de mi boca que te busca
estoy preso en el fuego de tu boca
estoy preso en el fin y en el principio
estoy aquí más preso y más antiguo
como si pasara la historia sin nombrarme,
estoy preso del dolor que no se ignora,
de lo que se sabe en secreto y se padece,
estoy preso y sin salida
porque esta puerta no se abre,
porque ha sido tapiada
porque me responde con un no
porque me responde con un sí
porque hay un foso
o porque la libertad no es otra cosa
que estar preso de la nada.
(De: Piedras, 1965)
He aprendido a callar
He aprendido a trabajar tranquilo
sin levantar la vista de mis manos
He aprendido a decir lo que no pienso
a decir lo que pienso sin decirlo
Es decir
a no decir sino lo que es oportuno decir.
He aprendido a no ser hombre
a gotear con el tiempo la piedra
a esquivar el viento
a modificar la naturaleza de la boca
A sonreír incluso cuando ladro.
(De Situaciones, 1978)
Primero fue el silencio
y Ana regresó desde el recuerdo
poblada de recuerdos.
Primero fue el silencio y ya estaba
nutriéndose el espacio de un agudo dolor
lleno de espanto.
Después fue un golpe rudo
como el de cerrar una puerta
y lo oscuro fue dándole a su rostro
el aspecto dormido de un muñeco.
Para Ana fue preparado un sueño
sumergida en el agua
corroída de agujas que dejaban
un hilo suave del color de la sangre
y de aroma dulce.
Ya luego vinieron las preguntas
enardecidas
hoscas
insistentes
desde una luz que hiere hasta el fondo del tiempo.
Mucho más tarde entraron cinco hombres
para abrirle las piernas
con un silencio rudo deshojaron el viento
y Ana vio cómo un rostro caía hacia sus ojos
después vino otro y otro y Ana huyó hacia atrás
hacia otro sueño.
Luego con un cuchillo hurgaron por dentro
por si había un sendero o algún cuarto
le sacaron pedazos de misterio,
alguna cinta azul
alguna rosa
o un niño que no estaba aún
muy callado, muy tieso, muy perdido;
ella no vio qué hicieron con sus uñas
deshojadas una a una de sus manos
quizás un girasol
o una sonrisa.
Cuando sintió que terminaba el aire
se abrió la puerta al fin
y ya fue libre.
(De El tiempo ese círculo, 1979)
¡Estamos después de tantos
años hartos de libertad!
Libres para oler una rosa
libres para cerrar los ojos
y dejarnos convencer que la verdad
no es sino un pedazo de sonido
Libres para caminar
por la calle tapiada
para llegar al río o escupir
subir la noche
con el sueño invertido
de un murciélago
bajo el costal del aire
Libres para atar con un hilo
un pájaro a otro pájaro
y detener sus vuelos
Libres para pensar
en la cercada caja del cerebro
sin enviar jamás nada a la boca
salvo pequeñas voces trituradas
¡Estamos hasta aquí
de ser libres!
(De Los cuatro lindes, 1981)
Cada uno es segado
Cada uno es segado por feroces puñaladas
bajo una clara ventana en el espacio.
Ya es hora.
Un niño amenazado bajo el viento,
dos fieras creciendo a los costados con el nombre
completo
y dentro una pesadilla.
¡Cierra la puerta!
¡Entra!
Deja clavada en el dintel tu esperanza.
(De Desentierro, 1982)
Esconder las cuatro formas
para nombrar el fuego
Esconder el silencio
en una multitud de sillas abandonadas
Esconder en el ojo la mirada
en el movimiento el gesto
en la boca todas las palabras
Guardar en el labio
el beso traicionero
y en alguna lágrima
el mar
De la lluvia la gota que desata
en la caliente arena
un chasquido de humo
Esconder la sonrisa
detrás de lo que somos
de lo que se piensa
y se te escapa
Y sólo en esa diluida forma
hallar la soledad
que te delata.
(De Premoniciones, 1986)
Índice
Prólogo
Poema del Extraño y la Ciudad
I
II
III
IV
V
VI
VII
VIII
IX
X
XI
Para él
Larga opresión, ciudad de grandes muros
Yo podría vivir en ninguna parte
Estoy preso en todo este ámbito oscuro
Era el hambre
Mátalos, escúpelos,
La puerta está cerrada
He aprendido a callar
Primero fue el silencio
Con precisión de cirujano experto
En el viento que agita un laberinto
Aquí sobre esta piel
¡Estamos después de tantos años hartos de libertad!
Las llaves
Año nuevo
Este siglo
Cada uno es segado
Esconder las cuatro formas
Ciertamente no habrá puertas
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