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ALEJANDRO HAMED FRANCO (+)

  LOS ÁRABES Y SUS DESCENDIENTES EN EL PARAGUAY - ALEJANDRO HAMED FRANCO - Año 2008


LOS ÁRABES Y SUS DESCENDIENTES EN EL PARAGUAY - ALEJANDRO HAMED FRANCO - Año 2008

LOS ÁRABES Y SUS DESCENDIENTES

EN EL PARAGUAY

ALEJANDRO HAMED FRANCO

Primera edición noviembre de 2002

Segunda edición julio de 2008

© Arandurã Editorial

Tte. Fariña 884

Telefax: (595 21) 214 295

 Asunción - Paraguay

 

ÍNDICE

PRÓLOGO

CONCEPTOS PREVIOS

ÁRABES Y OCCIDENTALES - UNA DIFÍCIL CONVIVENCIA

TRANSCRIPCIÓN DE LOS CARACTERES ÁRABES

CAPÍTULO I - EL MUNDO ÁRABE ANTIGUO

Breve historia

¿Quiénes son los árabes?

CAPÍTULO II - EL DESARROLLO DE UNA NUEVA RELIGIÓN

La nueva fe.

Los traductores.

Las primeras especulaciones filosóficas.

Los grandes pensadores y científicos.

Los literatos

Una originalidad de la literatura árabe:

Las magamat (sesiones)

Las mil y una noches.

En alas de la fama.

Un increíble mundo de fantasía

CAPÍTULO III - ANDALUCÍA.

La presencia árabe en España.

La sociedad.

El aporte filosófico andaluz.

Zéjel y Muwashaha.

La escuela de Toledo.

Otras expresiones artísticas. El mudéjar.

La ciencia y la técnica.

El arte mudéjar en América.

En Paraguay.

La música árabe en América.

CAPÍTULO IV - IBN JALDÚN

El coloso ignorado

CAPÍTULO V - EL MISTICISMO ISLÁMICO

Los sufíes

Las cofradías.

 CAPÍTULO VI - EL OCASO-ÁRABE E ISLÁMICO

El canto del cisne

La segunda expansión islámica

Preeminencia europea

CAPÍTULO VII - EL RENACIMIENTO (LA NAHDA).

La renovación del espíritu árabe

En busca de una personalidad

Los hombres y mujeres de letras de la época

Entre las dos grandes contiendas

El arabismo

Las primeras organizaciones y la rebelión de los árabes, (1908 - 1920)

Hacia la independencia (1920 - 1945)

La narrativa contemporánea

Una poesía renovada

CAPÍTULO VIII - EL ISLAM EN NUESTROS DÍAS

Antiguos y nuevos cuestionamientos

CAPÍTULO IX - LA MUJER EN LA SOCIEDAD ISLÁMICA

Conceptos deformados

Los combates liberadores.

L 'egyptienne

Una nueva luchadora se suma

CAPÍTULO X - SURGE UN NUEVO HORIZONTE

América Latina después de la independencia

Desarrollo económico

La situación del indígena

La esclavitud

La crisis de la mano de obra

Orientales en América Latina

La inmigración europea

CAPÍTULO XI - EMIGRAN LOS ÁRABES

Sirios, libaneses y palestinos

La literatura del Mahyar

Yibran Jalil Yibran

Su obra

Publicaciones árabes en América Latina

Una novedosa contribución

CAPÍTULO XII - LLEGAN LOS ÁRABES A NUESTRO PAÍS

Una inmigración no programada

La Unión Siria

La esforzada inserción en el medio

Una princesa imperial en el Paraná

El reencuentro con las raíces

El paso adelante

La contribución literaria y artística

CAPÍTULO XIII - LOS RECIÉN LLEGADOS

Hacia nuevos centros de desarrollo

Un tiempo diferente

Cae un luchador

Una científica de alto nivel

FEARAB

PALABRAS FINALES

ANEXOS

BIBLIOGRAFÍA

NOTAS COMPLEMENTARIAS

 

 

 

PRÓLOGO

Largo es el camino del inmigrante árabe hasta llegar al Paraguay; venido desde el Líbano, Siria, Palestina o Egipto, tuvo que hacer un azaroso viaje por el océano, luego navegar por nuestro caudaloso río y recalar, al fin, en estas tierras sin costas sobre el mar y en este viaje en barcos que no eran ciertamente transatlánticos de lujo. Más largo fue el itinerario lingüístico y de costumbres sociales que tuvo que recorrer. Más larga al fin, y más empinada, la cuesta que tuvo que ascender para lograr en su nueva tierra un reconocimiento y un status aceptable dentro de la escala social. Como destaca muy bien el autor de esta obra, los primeros árabes llegados a estas tierras, mal llamados "turcos", dedicados a oficios considerados parasitarios, tardaron mucho tiempo en conseguir siquiera una pequeña parte del prestigio del que gozaban alemanes, ingleses y franceses desde el momento de poner el pie en el Paraguay.

El autor de este libro, de ascendencia árabe, hombre culto, situado en el podio de quien es objeto de un merecido respeto y reconocimiento social, formando parte de los que "han sabido llegar", no teme recorrer el camino inverso hasta situarse en ese humilde comienzo de la presencia árabe en el Paraguay.

Pero el autor no se limita a recabar datos sobre la primera inmigración árabe del Paraguay. Va más allá. Resulta que lo árabe llegó hasta nosotros mucho antes que los inmigrantes de fines del siglo XIX y de principios del siglo XX. Lo árabe está presente en innumerables manifestaciones de nuestra cultura. Los recién llegados habían sido pre-cedidos por muchos otros y eran nuestros hermanos en la cultura y en el saber, aunque no sabíamos reconocerlos. ¿Qué es un árabe en Occidente, en Latinoamérica, en el Paraguay?, ¿a qué identidad pertenece un árabe que nace y vive en el Paraguay'?... El autor quiere responder a estas preguntas y por ello inicia una peregrinación hacia las fuentes   de su identidad nacional y cultural, porque intuye que sólo,  recuperando todo lo que tiene en sí de árabe podrá ser también y orgullosamente paraguayo. Probablemente también sea verdad lo inverso, que un paraguayo no descendiente de árabe sólo podrá apreciar toda su identidad cultural, reconociendo lo que hay en ella de árabe.

El resultado de esta peregrinación de Alejandro Hamed Franco es un libro apasionado en la intención, objetivo y bien documentado en la forma, contundente en la demostración del mensaje de fondo. La recolección de datos es amplia, obviando las lagunas documentales con numerosas entrevistas realizadas personalmente por el autor y con una muy acuciosa revisión de la bibliografía existente. Así se logra una obra en la que la tesis central se construye capítulo a capítulo hasta hacerse patente a los ojos del lector.

Este libro debe ser leído con el mismo ánimo itinerante con que fue escrito, con la misma pasión de llegar hasta los orígenes de un estilo de ser, de pensar y de sentir. El origen está muy lejos, en Ugarit, una ciudad situada en el norte de Siria, donde se inventó el alfabeto 2000 años antes de Cristo, una ciudad donde se forjaba la cultura árabe dentro del tronco de los pueblos semitas. Nuestro actual alfabeto todavía presenta rasgos comunes con los de ese lejano origen.

Los árabes no sólo nos enseñaron a escribir, también nos transmitieron valiosos escritos de la antigüedad que nos enseñaron a pensar. Ya en el siglo VIII d.C. leyeron, analizaron, tradujeron y conservaron numerosas obras filosóficas y científicas de los antiguos griegos, que eran entonces desconocidas en la Europa medieval. De los lectores se pasó a los comentadores y de los comentadores a los autores de las obras innovativas en el ámbito de la filosofía, la teología y la mística. Toda esa eclosión de pensamiento árabe que se dio primero en Bag-dad y en otras ciudades del próximo Oriente y luego en la Andalucía hispano-árabe fue posteriormente transvasada a una Europa que se anquilosaba en un escolasticismo repetitivo.

Cuando se habla de todo lo que hoy constituye nuestro acervo cultural debemos reconocer que los árabes estuvieron presentes en las artes, en la ciencia, en la música, en la arquitectura, en la literatura, en la filosofía, en la teología; desde la novela picaresca hasta la Suma Teológica de Santo Tomás; desde las maravillas del arte mudéjar, hasta la forma de hacer las modestas casas campesinas, desde la poesía amatoria hasta los excelsos tratados místicos de Santa Teresa y de San Juan de la Cruz. Grandes pensadores tales como Algacel. Avicena.

Averroes fueron tan importantes maestros de Occidente, tan influyentes en lo que hoy es nuestro modo de pensar y de existir como otros europeos a quienes consideramos como pilares de nuestra cultura. Pecamos de reduccionismo histórico y de un injusto simplismo cuan-do consideramos a lo árabe como extraño y contrapuesto a lo occidental. Estamos muy orgullosos de formar parte de la civilización occidental y cristiana; en realidad deberíamos hablar de una cultura occidental greco-latina-hebrea-cristiana y árabe. La perspectiva geográfica ha falseado nuestra visión: Occidente al oeste, a partir del Bósforo; Oriente al este, a partir de ese mismo estrecho. En realidad Occidente, el Occidente cultural abarca todas las riberas del Mar Mediterráneo, parte de la Península Arábiga y del Medio Oriente y, atravesando el océano, la América del Norte y la América del Sur. Este libro que prologamos muestra esta nueva perspectiva con meridiana claridad.

El itinerario de esta obra, después de pasar por esa gran fuente de nuestra cultura que es el Mar Mediterráneo, vuelve a nuestras tierras adonde llegan los árabes no sólo para paraguayizarse sino también para guaranizarse. Es un difícil proceso de integración en las estructuras sociales y económicas de la sociedad paraguaya; difícil por varias causas, entre las que se han señalado que para el paraguayo lo árabe no existía y que no tenía la más mínima noción de lo que era su cultura. Sin embargo, la comunicación se establece y, en la medida en que ella se afianza, los árabes y sus descendientes logran ocupar puestos cada vez más altos dentro de nuestra sociedad. Sin duda la parte del libro que narra este proceso será la que más interesará a los paraguayos que descienden de sirios, palestinos y libaneses, a los que vinieron de ese pueblo de Moharde y de otros lugares que tan ilustres familias dieron al Paraguay.

En esta comunidad se da la combinación de dos sentimientos, "un patriotismo idealizado con respecto a la madre patria y una incondicional gratitud hacia la patria adoptiva. Esta actitud perdura en la segunda generación". Esta pertenencia dual no siempre se vive sin conflictos y no pocas veces desconcierta a quienes no formamos parte de ella. Nos cuesta comprender los sentimientos de los habitantes de origen árabe de nuestro país. A pesar de ello -y la lectura de este libro nos ayudará mucho- debemos reconocer la frustración de una nación y de un pueblo con un rico pasado que fue duramente humillado por los turcos y por las potencias europeas, fue sometido y dividido, expoliado y repartido y. por si faltara una ofensa más, a una parte de ese pueblo se le despojó de la tierra que había multisecularmente habitado, adquiriendo un derecho de posesión que no debía ser conculcado. Alejandro Hamed Franco narra documentalmente tanto las afrentas a la libre determinación de los pueblos que se hicieron a los árabes como la reacción de una nación que luchó por su unidad y por su independencia.

Mucho se explica aquí de los posibles excesos de la ideología nacionalista árabe. Motivos no faltaron: desde el incumplimiento de la promesa hecha a Faisal de constituir un reino independiente de Siria-Palestina, hasta la creación de un estado judío en Palestina, que hoy está terriblemente dividida y desgarrada, se desarrolla una triste historia de cólera y frustración. La injusticia engendra violencia y la violencia engendra violencia. Aunque no justifiquemos sus excesos, aunque condenemos radicalmente toda forma de terrorismo, no podemos ser tolerantes con el desprecio a lo que hay de justo en las reivindicaciones del pueblo árabe.

Los paraguayos podemos entender muy bien la aspiración de un pueblo-nación a convertirse en un Estado soberano, podemos comprender también que la amenaza de destrucción de la patria puede llevar hasta el paroxismo la lucha por defenderla. Esto se ha dado y se da en numerosos pueblos, incluidos paraguayos, judíos y árabes. Pero también debemos apelar a lo que hay de racional y sensato en todo ser humano para acabar con la lucha y construir una convivencia basada en las raíces comunes de las que nos decimos partícipes tanto judíos, árabes como cristianos.

En este libro hay una potente evocación de esa herencia común, desde Ugarit hasta la Biblia, desde la Biblia hasta el Corán, desde el Corán hasta este rico patrimonio que hemos construido juntos los pueblos de occidente. Que el largo recorrido histórico que aquí se relata nos conduzca al entendimiento humano y a la paz bajo el sol de un mismo Dios.

Sólo nos resta decir que este es un libro que debía ser escrito y que será de lectura obligada. Nos sentimos orgullosos de que lo haya escrito un paraguayo: el doctor ALEJANDRO HAMED FRANCO.

JUAN M. CARRÓN

 

 

PALABRAS FINALES.

Gracias a los inmensos esfuerzos desplegados, podemos decir hoy día en forma categórica que la integración árabe es un hecho.

Los primeros inmigrantes, hemos visto, han sufrido entre otros un proceso de transculturación. Así en el caso de los matrimonios de sus hijos, muchos jóvenes de origen musulmán han contraído enlace con jóvenes de origen totalmente diverso. Es en esta segunda y tercera generación que en gran medida se pierde el contacto con la herencia ancestral, al no accederse al conocimiento de la lengua árabe, vínculo fundamental entre estos seres que han emigrado. Desde luego, los primeros inmigrantes no podían ocuparse plenamente de la educación tradicional de los hijos, pues no era tarea fácil la lucha por el sustento diario, y las autoridades otomanas primero, ni las francesas e inglesas después, jamás mostraron un marcado interés por la enseñanza de la lengua árabe ni de los valores tradicionales de esta cultura.

En lo que atañe al aspecto religioso, la mayor parte de los cristianos árabes se van integrando a la iglesia católica, e incluso los musulmanes envían a sus hijos y nietos a los centros de educación católica. Esta situación se va modificando en parte, en especial entre los musulmanes que son la inmensa mayoría de los nuevos inmigrantes, ya que estos se preocupan de contar con escuelas y colegios propios donde la enseñanza de la lengua y la religión ocupan un lugar relevante.

Los árabes, como vemos, se han integrado plenamente a la sociedad paraguaya, en todos los órdenes; en el plano de las profesiones libera-les, en la educación en todos los niveles, en el comercio, en el campo financiero, en las fuerzas armadas, en el clero, en el sindicalismo, en la diplomacia, en el campo político, en el Parlamento, donde cinco escaños están ocupados por descendientes de árabes en el presente periodo legislativo, en el mundo artístico, en fin, en todos estamentos.

Si debemos hacer un balance, pienso que el mismo es positivo, y constituye todo un modelo a seguir en forma conjunta, teniendo en cuenta en forma especial el preocupante ascenso de la intolerancia en los países desarrollados que se observa en los últimos tiempos y de la cual, los árabes, en especial de África del Norte, y los musulmanes en general, son las víctimas preferidas.

Quizá aún sin saberlo, con su presencia en nuestra tierra, el árabe ha reanudado lazos con sus ancestros, llegados muchos siglos atrás con el conquistador español, desempeñando un rol decisivo en la conquista y colonización del Paraguay.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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