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GLORIA RUBIN
  ESPIRAL DE TORMENTOS, 2007 - Por GLORIA RUBIN y ROBERTO PAREDES


ESPIRAL DE TORMENTOS, 2007 - Por GLORIA RUBIN y ROBERTO PAREDES

ESPIRAL DE TORMENTOS


Por GLORIA RUBIN y ROBERTO PAREDES


Editorial Servilibro,

Ilustraciones: PORFIRIO BUSTO

Asunción-Paraguay,

2007 (174 páginas)

 

 

Hubiera querido hacer una referencia sobre una obra de ficción, que estas historias hayan salido de la imaginación de Gloria y Roberto, que las sórdidas imágenes que quedarán grabadas en mi mente fuesen fruto de la creatividad, cruel y perversa, de sus autores, pero no. Son “solamente” algunos relatos que ella recogió durante años desgarradores de trabajar en la realidad trágica del Paraguay, cuentos que él escribió con la seducción de la literatura, poniendo un velo apenas perceptible sobre la dureza de lo que en verdad pasó.-

La injusticia del orden social existente en casi todo el mundo toma rumbos perturbadores en la idiosincrasia paraguaya, donde situaciones que debieran pertenecer a tiempos del oscurantismo siguen vigentes con fuerza, sin fronteras culturales o económicas y, en algunos casos – se ha demostrado- están escondidos en la conciencia de quienes podrían hacer cambios importantes.

HUGO RUBIN.

 

 

 

ÍNDICE:

PRESENTACIÓN por GLORIA RUBIN

·         FELICIA QUE NUNCA FUE FELIZ

·         27 AÑOS DE TORMENTOS

·         INCESTO EN VILLARICA

·         CONDENADA A MUERTE

·         LA ODISEA DE MARINA

·         LA OBSESIÓN DE SOFÍA

·         SEDUCCIÓN CASI FATAL

·         EL LUTO DE CRISPINA

·         LA LÓGICA DEL PODER

·         MARÍA EN CINCO ACTOS

·         ESPIRAL DE LA MISERIA

·         LA MUERTE VIOLENTA DE SANDRA

ANEXO: ELEMENTOS SOBRE LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER.

 

 

PRESENTACIÓN

Hace unos meses estábamos conversando con ROBERTO PAREDES sobre política, cuando le comenté que quería dejar por escrito unas historias de mujeres, mujeres de carne y hueso, que han pasado por la FUNDACIÓN KUÑA ATY, quienes llegaron con mucho dolor, desesperación y angustia a cuestas. Algunas después de un tiempo salieron con la cabeza alta, llenas de esperanzas y de nuevos proyectos; otras volvieron a sus cárceles de dolor y tormento, pero también hubo tres mujeres en cinco años que terminaron en el ataúd.

Antes de comenzar los cuentos usted encontrará un esquema con el círculo de la violencia y los tipos de violencia; de esa manera identificarán cada cuento, a qué tipo de violencia responde.

Le pregunté a Roberto si le gustaría escribir estas historias a cuatro manos, como un concierto de piano, y él dijo: sí, y comenzó la tarea, yo contándole las historias de estas mujeres víctimas, él tomando notas y escribiendo historias que reflejan cada una un tipo de violencia psicológica, física, sexual, económica, social y hasta estructural, como aquellas pobres mujeres que recorren la "ruta crítica", van al juzgado de paz, comisarías, hospitales, fiscalías y en todas partes son revictimizadas, se le pregunta una y otra vez: "¿qué te pasó?, ¿qué le hiciste vos para que él responda de esa manera?".

La intención de este trabajo es poner a la consideración pública, de una manera amena y coloquial, todo el dolor que viven las mujeres quesufren violencia. Quiero dejar bien claro que todos los cuentos fueron escritos por Roberto Paredes: él respetó las historias pero cambió los nombres, lugares, profesiones y dio vuelo a su imaginación.

Algunas mujeres fueron atendidas por mí, a quienes pedí permiso para contar sus historias, otras fueron tratadas por mis colegas de la Fundación Kuña Aty.

Espero que usted, que lee este trabajo, se convierta en una persona de lucha contra la violencia hacia las mujeres.

GLORIA RUBIN

 

 

 

CONDENADA A MUERTE

 

         Fátima conoció a Julio cuando apenas tenía 17 años.  Fue su pasión desde que lo conoció, por lo que se entregó a él sin dar vueltas.  Dejó de ser virgen con él y su enamoramiento fue creciendo a medida que la relación se volvía más intensa y más cálida.  Pasó los mejores días de su vida durante esa primera fase.  Supo de los placeres del sexo, disfrutó del amor correspondido.

         Ambos eran de clase media baja, de Asunción, estudiantes de un colegio público.  La madre de Fátima se percató de inmediato de lo que estaba pasando, por lo que consideró oportuno hablar con ella sobre cuidados a tener.  El objetivo era único: evitar el embarazo precoz, pero doña Elba llegó tarde.  La hija ya estaba embarazada.

         La noticia sorprendió a todos, pues ni los padres de Fátima ni los padres de Julio se imaginaban siquiera que sus hijos pudieran casarse.  Eran demasiado jóvenes, no tenían condiciones mínimas de conseguir un buen trabajo, como para poder sustentarse, y eran inmaduros, sin experiencia.

         Fátima y Julio se ratificaron en su interés por vivir juntos.  Estaban asustados con el embarazo, con la perspectiva de tener un hijo, pero estaban dispuestos a enfrentar el desafío, con una alta dosis de irresponsabilidad, propia de los jóvenes de su edad.

         Fueron a vivir a la casa de Julio, donde los tres hermanos tuvieron que hacinarse en un cuarto para liberar un espacio exclusivo para la pareja.  Ambos dejaron de estudiar, pues Fátima tenía miedo porque en esos días habían expulsado a otra chica del colegio por estar embarazada; y Julio se puso a buscar trabajo, cualquier trabajo.

         La llegada del hijo cambió muchas cosas.  Los abuelos precoces se entusiasmaron con la criatura, convirtiéndose en los padres de hecho; tanto los padres de Fátima como de Julio.  Tal era el caso que cuando la joven pareja salía a pasear con el niño, la gente suponía que se trataba  del hermano menor de uno de ellos.

         A poco tiempo de nacer Julito, Fátima recuperó sus formas, pero se volvió mujer, con caderas más anchas y senos más grandes. A Julio le fascinó el cambio que experimentó, le despertó más lujuria, más ganas de sexo.  De hecho, el fuego de la pasión estaba en plena expansión entre los dos, pero pasaron a cuidarse, utilizando preservativos.

Un día, cansado de los preservativos, Julio le dijo a Fátima que no era igual hacer el amor con preservativos; no había contacto directo, era menos placentero.  Ella estuvo de acuerdo y juntos hablaron con un amigo médico sobre cómo proceder.  Este les habló del método del calendario, que consistía en tener cuidados especiales en un período intermedio entre cada menstruación, y menos cuidado en los días inmediatamente antes y después de menstruar.

         Les habló de ovulación, asegurándoles que el período crítico se ubicaba más o menos entre 7 días después de la menstruación, en adelante, hasta 5 días antes de menstruar.

         -De todos modos, la tabla no tiene 100% de seguridad.  En caso de que utilicen este método y haya un embarazo, no me vengan a responsabilizar de nada.  Hay mujeres y mujeres, por lo que puede fallar.

         Conscientes de los riesgos, comenzaron a probar.  Fátima controlaba su menstruación en una agenda, y pasaron a hacer el amor sin preservativos 5 días después y 5 días antes de cada menstruación.  Pasaron dos meses, funcionó! Era otra cosa, enteramente diferente.

         A Julio, más que a Fátima, le entusiasmó la idea de hacerlo más a menudo de esa forma, por lo que pasó a eyacular fuera de la vagina, como mecanismo de seguridad, pero esa era una trampa peligrosa y en pocos meses pagaron las consecuencias.  Fátima se embarazó por segunda vez, lo cual irritó a todos, a los padres de ambos y a ellos mismos.

         A partir del segundo embarazo la situación se complicó.  El padre de Julio estaba fuera de sí, tratando al hijo de “irresponsable”.  De hecho, Julio tenía un empleo de segunda en la Municipalidad de Asunción y ganaba bien menos del salario mínimo, lo que no alcanzaba siquiera para cubrir los gastos de alimentación.  Fátima cuidaba a Julito, que apenas tenía un poco más de un año.  Lo que fuera un ambiente saludable, se tornó hostil, conflictivo.

         Para complicar aún más la situación, el segundo embarazo de Fátima resultó más complicado, pues casi siempre ella estaba indispuesta y con frecuencia debía ir al médico.  Fueron meses de adversidad, lo que fue desgastando a la propia pareja.  La llegada de Monserrat tuvo menos fiesta, no provocó entusiasmo en nadie.

         Julio cambió de trabajo, comenzó a vender libros.  Fátima habló también de trabajar, pero los padres de ambos sostuvieron que ella tenía que concentrarse en cuidar a los niños, que ya eran dos, pequeños, indefensos.  Por suerte, ambos niños eran sanos.

         El cuarto de la casa de Julio  era muy pequeño, incómodo, pero como no tenían condiciones de alquilar alguna casa o departamento, se arreglaron allí como pudieron.  No fue eso, de hecho, lo que introdujo a Fátima a la loca aventura de salir de ahí.  La madre de Julio comenzó a tratarla con sistemática hostilidad, con muestras de desprecio.  Ella no estaba dispuesta a soportar el maltrato y se dispuso a mudarse del lugar.

         Los padres de Fátima le ofrecieron un cuarto en la casa, pero solamente para ella y sus hijos.  Julio reaccionó como una fiera, sosteniendo que la salida era inaceptable.  Le dijo que harían un esfuerzo y que alquilarían un lugar para vivir juntos.

         Pasaron dos meses y  nada. Un día, después de una fuerte discusión con la madre de Julio, Fátima tomó sus pocas cosas, a sus dos hijos y fue a la casa de sus padres.  La recibieron bien, pero esa misma noche la casa fue atropellada por Julio, quien, fuera de sí, casi con violencia, trató de sacar a sus hijos y a Fátima del lugar.  La oportuna intervención de unos vecinos evitó que Julio se tomase a golpes  con el padre de Fátima.

         Julio y Fátima pasaron a verse como antes de casarse, a escondidas.  Fátima fue contundente al decirle que jamás volvería a la casa de sus padres.  Es más, dependiendo de ella, los abuelos paternos ni siquiera verían a las criaturas.  Julio le prometió que conseguiría un lugar para vivir.  Dos semanas después, la casa ya estaba disponible.

         Fueron juntos a ver el lugar, una suerte de pensión de pésimo nivel, con signos visibles de goteras  y humedad.  Fátima solamente accedió porque ya le resultaba imposible resistir ante la presión de los niños, que clamaban por el padre.

         Un día Julio llegó  a la casa muy temprano, un poco después del mediodía, y con el rostro iluminado, le dijo a Fátima que tenía una noticia bomba.  Ella se mostró interesada.   Le dijo que tenía una oferta de trabajo en  Pedro Juan Caballero, frontera con Brasil, donde podría ganar el doble como mínimo.  Fátima quedó feliz.

              Para Fátima fue una fase relajante.  Lejos de los absorbentes abuelos,  los niños tenían holgados espacios para jugar.  Como a seis cuadras había una plaza y era rutina de la madre llevarlos a correr y a divertirse con diversos juegos, que aunque precarios, eran entretenidos.

         Julio viajó al Brasil y llegó casi al oscurecer.  Los niños estaban corriendo y se puso a jugar con ellos, pero estaba un poco extraño, a juzgar de Fátima, si bien el negó a muerte que algo pasase.  Sin embargo, esa noche, Fátima pudo comprobar que algo raro pasaba.  Hicieron el amor como nunca antes; él se estaba reafirmando.

         Los  viajes de  Julio a San Pablo prosiguieron por casi un año.  Nunca más volvió a frecuentar a Nelzinha ni a nadie parecido.  Julio se había convencido de que la experiencia había sido un desliz pasajero, una locura más.

         La cosa cambió radicalmente poco tiempo después.  Julio comenzó a perder peso y su pelo comenzó a caer.  Fátima le preguntaba si estaba bien, a lo que invariablemente, respondía que sí.

         Medicado, volvieron a casa.  Al tercer día, Fátima fue a buscar los resultados del examen de sangre y al volver estaba presa del pánico y la ira.  Julio estaba con SIDA.  Julio siguió viajando, pero su salud se deterioraba a grandes pasos. No pasaron tres meses y amaneció muerto.

         Fátima fue al puesto de salud y todos se hicieron los análisis de sangre.  Todos los niños estaban bien, pero el test dio positivo para ella.  Estaba condenada a muerte.  Tenía un sentimiento contradictorio, pues si bien estaba asustada porque ella estaba con SIDA, le tranquilizaba que sus hijos estuvieran sanos.

         Sin pensar mucho, lo primero que se le ocurrió fue volver a Asunción.  Quiérase o no, solamente sus padres podrían servirle de apoyo.  Cuando llegó, fue directamente a su casa  y la inmensa alegría de los padres solamente se rompió cuando ella, con determinación, les dijo que tenía cosas graves que comentarles.  La escucharon se asustaron y la madre no pudo contener llantos y gritos desgarradores, que salían de ella de manera natural.

         El  padre, más frío, pero el más prejuicioso, creyó hacer lo correcto al plantear que los hijos quedasen con ellos, pero ella no.

         -Es una enfermedad muy jodida, mi hija, debes mantenerte distante de ellos.

         Asustada, Fátima consintió.  Esa noche durmió en la cocina, donde nada se le dejó tocar.  El vaso que utilizó para  beber al día siguiente se tiró.  Igual cosa hicieron con el plato en que comió y con los utensilios que utilizó.  La despertaron bien temprano y le dijeron que tenía que buscar dónde vivir.

         El tratamiento comenzó.  Para Fátima era tormentoso ir hasta LACIMET, pues allí se encontraban apilonados todos los pacientes con SIDA, algunos durmiendo en el suelo.  En condiciones precarias, el tratamiento se dio con regularidad.  Nunca le faltaron las drogas.  Recibía regularmente su ración, con la puntualidad de un reloj.

         Se puso a estudiar, concluyó el bachillerato y comenzó a estudiar Trabajo Social, carrera que concluyó en cuatro años, ya trabajando en el área, específicamente con mujeres.  Daba charlas en escuelas y colegios, así como  a grupos de mujeres, todas ellas sobre los riesgos del SIDA.

         Un día, el padre ya más bien informado y menos temeroso, decidió que la hija fuese a vivir con ella.  Se puso feliz, si bien ella cayó prisionera del pánico y monto un esquema especial para evitar que ella por algún motivo se contaminase.

         Un día del mes de setiembre de 2007, a más de 10 años de haberse detectado el drama, la primavera llegó con anuncios de tiempos mejores.  Le dijo a Gloria, su compañera de trabajo y amiga, que haría un curso de Sociología; ella le alentó.  Era evidente que estaba mejor, pensó, pero en realidad, se trataba de los últimos pataleos de Fátima.  Un mes atrás, se una neumonía, que se controló.  Pero ella entendió que fue el preanuncio del fin.

         Dos días después la encontraron sin vida en el medio de la cama.  Tenía un aspecto tranquilo, relajado.  Solamente llamó la atención una fotografía arrugada que parecía no querer soltar ni después de muerta.  Era una fotografía de Julio, amor de su vida y causante de su muerte.

 



 

ELEMENTOS SOBRE LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER


 

VIOLENCIA PSICOLÓGICA

Toda acción que afecta la integridad emocional de la persona, manifestado a través de los insultos, críticas, humillaciones, amenazas, prohibiciones de trabajar, estudiar, visitar familiares, salir, etc.

 

VIOLENCIA SEXUAL

Es aquella provocada por conductas, amenazas o intimidaciones que atenten contra la voluntad y autodeterminación sexual de la víctima. Se puede decir que hay violencia sexual cuando el ofensor fuerza a la mujer a tener relaciones sexuales cuando ella no quiere.

La obliga a realizar prácticas sexuales con las que ella no está de acuerdo.

Critica su forma de tener relaciones sexuales.

 

VIOLENCIA ECONÓMICA

Podemos clasificarla en las siguientes conductas:

De control: Cuando el miembro masculino de la pareja controla los gastos de la mujer (tenga o no ella un empleo remunerado) o cuando él no entrega suficiente dinero para los gastos del hogar.

De ocultamiento: Cuando el hombre evita que la mujer sepa cuánto gana o le oculta datos acerca de los bienes, ingresos y gastos.

De exclusión: Cuando no da participación a la mujer de las de-cisiones financieras que afectan a la pareja y a la familia.

De incumplimiento: Cuando se ruega a dar prestación alimentaria a sus hij@s.

 

 

VIOLENCIA RELIGIOSA

Existe cuando el agresor (persona o sistema) emplea la religión para juzgar, inferiorizar o anular a la víctima.

Hablamos principalmente de la religión cristiana, por ser la más profesada en nuestro medio y porque sabemos que su correcta interpretación y práctica promueve la igualdad de las personas en todos los sentidos de la vida.

Aunque sabemos que existen otras religiones, especialmente las orientales, desde lo más profundo de sus raíces ponen al hombre en un nivel muy superior al de la mujer. En ellas, ésta solo es igual a una pertenencia o un animal de su "amo".

INDICADORES DE VIOLENCIA RELIGIOSA

•        Inferiorizar a las mujeres utilizando la Biblia o la tradición religiosa.

•        Culpar a las mujeres del mal y de la muerte como causas del pecado.

•        Utilizar ceremonias matrimoniales para afirmar "la supremacía masculina y la sumisión de las mujeres".

•        Impedir a las mujeres la plena participación en las actividades de la vida religiosa y descalificar o inferiorizarla en su actividad religiosa o su vida de fe.

•        Hacer uso de textos bíblicos específicos para descalificar o impedir su participación plena en la vida de fe, negando o ignorando a otros que hablan de la mujer como líder de su iglesia, destacando su potencialidad y participando en el discipulado de JESÚS.

•        Hacer uso del lenguaje discriminatorio y excluyente en que la mujer es invisibilizada.

 

VIOLENCIA SOCIAL O ESTRUCTURAL

Se da cuando:

•        Los salarios son diferentes para mujeres y hombres, por el mismo trabajo.

•        No se reconoce la discriminación económica que sufren las mujeres, incluso la "feminización de la pobreza".

•        Se manifiesta en exigencias físicas y de "buena presencia".

•        Se exige examen de embarazo para un trabajo.

INDICADORES DE VIOLENCIA ESTRUCTURAL:

•        Discriminar por motivo étnico o color de piel.

•        Discriminar por opción política o religiosa.

•        Exponer o utilizar el cuerpo femenino como objeto en los medios de comunicación.

•        Promover la pornografía, la prostitución de las niñas y el turismo sexual.

•        Es la más frecuente y constante, pues, cuando más lo pensamos, vemos que el mundo está diseñado en masculino.

 

RUEDA DEL PODER Y CONTROL

En nuestros primeros trabajos de capacitación utilizábamos este gráfico para explicar la relación entre el poder y la violencia, luego el mismo fue sustituido por otro: el gráfico del ciclo de la violencia aportado por la Dra. GIOCONDA BATRES MÉNDEZ.

 



CICLO DE LA VIOLENCIA

Tomaremos como referencia las fases que componen el ciclo de la violencia y que describe LEONOR WALKER en su libro "THE BATTERED WOMAN" donde realiza un estudio sobre la base de doscientos casos de mujeres víctimas de violencia intrafamiliar.

Dichas fases son:

Fase de acumulación de tensión: Es el período caracterizado por las agresiones psíquicas o emocionales, al principio las agresiones son sutiles y casi imperceptibles, generalmente expresadas a modo de"bromas inocentes", que luego van convirtiéndose en insultos y van subiendo de tono paulatinamente debilitando las defensas psicológicas de la mujer.

En esta fase aparecen los primeros indicios de aislamiento y opresión, aumentan los reproches con connotaciones de celos infundados e irracionales. Estos malos tratos hacen aflorar los primeros sentimientos de confusión y de temor de la víctima, quien "permanece en su lugar" a fin de no incrementar el enojo de su agresor.

Generalmente, en esta fase las mujeres atribuyen la agresión a factores externos, como el "estrés", y niegan el enojo de su esposo y el suyo. Esta actitud de aceptación refuerza el hecho de que el agresor no se sienta responsable de su comportamiento, a la vez que la sociedad, con diferentes mensajes, también aprueba este hecho que el hombre cree tener derecho a disciplinar a su esposa, aún usando la violencia.

Fase aguda de violencia física: Se la denomina así, pues en esta fase siempre está presente la violencia física en alguna de sus formas. El hecho violento se desencadena de forma inesperada y ante cualquier situación sin trascendencia.

La víctima se encuentra en un callejón sin salida, ya que, si responde a su agresor, él se enfurece cada vez más, y si guarda silencio esa actitud también lo enfurece. Esta es la etapa más peligrosa ya que si la violencia física es extrema se puede llegar a la muerte de la víctima.

Fase de arrepentimiento o "luna de miel": Empieza una vez que se ha disipado la tensión, el hombre dice arrepentirse de lo ocurrido, en ocasiones dice no recordar el hecho, presenta una variedad de conductas desde la negación, hasta las promesas de cambiar. En numerosas ocasiones los agresores hacen caer la responsabilidad en situaciones ex-ternas, e inclusive en la víctima, a quien refuerza su sentimiento de culpa al hacerlas sentir responsables de haber desencadenado la conducta violenta y además de hacerles creer que la responsabilidad de que él cambie recae exclusivamente en ellas.

Es fundamental aclarar que con respecto a los ofensores existe un sin número de mitos que legitiman y justifican los actos violentos queéstos realizan. El más común de ellos esel de catalogarlos como "enfermos", sosteniendo que estas conductas son desatadas como consecuencia de esa enfermedad. Esto es refutable desde la simple premisa que señala que desde el momento en que el ofensor elige a quién violentar, oculta el hecho u obliga a su víctima a hacerlo, no puede considerárselo como un enfermo mental, ya que si lo fuera, justamente su capacidad de razonamiento estaría afectada y no podría distinguir ante quién realizar un abuso de poder, que es, en esencia, un acto de violencia contra la mujer.

Este ciclo se repetirá una y otra vez y crecerá tanto en intensidad como en frecuencia como una necesidad del ofensor de reconfirmar su dominación sobre la víctima.

 

EL CICLO DE LA VIOLENCIA

 

 


DESORDEN DE ESTRÉS POSTRAUMÁTICO

Es el desorden emocional que sufren l@s sobrevivientes de grandes situaciones violentas como holocaustos, prisioner@s de campos de concentración, guerras. Y las víctimas de violencia doméstica.

Indicadores de estrés postraumático más observables:

•        Recuerdos intrusivos;

•        Estados disociativos;

•        Respuestas fisiológicas alteradas;

•        Sentimiento de desesperanza;

•        Trastornos del sueño;

•        Irritabilidad e híper vigilancia;

 


VICTIMIZACIÓN SECUNDARIA Y ESTRUCTURAL

La violencia en la familia es una práctica que se encuentra legitimada desde hace siglos por la existencia de creencias profundamente arraigadas en nuestra sociedad, éstas influyen en la percepción de las propias víctimas de la violencia, como también en las personas o estamentos que tienen contacto con las víctimas y que son l@s responsables del primer apoyo a dichas víctimas. Muchos de los mitos pretenden desconocer la gravedad de la violencia familiar, o en otros casos responsabilizar a la propia víctima de ésta.

Es muy común escuchar a mujeres que han sido víctimas de violencia y al recurrir a un puesto salud para realizarse un diagnóstico médico, la misma persona que las atiende minimiza el hecho e inclusive a veces se niega a practicarle el diagnóstico diciéndole que no lo puede hacer porque la lesión es muy leve o la famosa expresión "es muy poca cosa". También ocurre algo similar cuando la víctima se acerca con intenciones de realizar una denuncia policial, es a veces la misma persona que la recibe quien la hace desistir del hecho o la desanima diciéndole que "no vale la pena".

Es por ello la necesidad de contar con personal capacitado para realizar un abordaje adecuado a este flagelo, que redunde en un apoyo y avizore alguna esperanza de solución a corto o mediano plazo, y no caer una vez más en el error de la revictimización.

¿Están nuestras relaciones basadas en la igualdad?

Lo están si existe:

•        Negociación justa;

•        Conducta no amenazante;

•        Respeto;

•        Confianza y apoyo;

•        Honestidad y responsabilidad;

•        Paternidad responsable;

•        Responsabilidad compartida;

•        Economía compartida;

•        Relaciones sexuales placenteras de mutuo acuerdo.


 



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