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MARGARITA DURÁN ESTRAGÓ

  LA TORRE DEL CABILDO - Por MARGARITA DURÁN ESTRAGÓ - Año 2014


LA TORRE DEL CABILDO - Por MARGARITA DURÁN ESTRAGÓ - Año 2014

LA TORRE DEL CABILDO

REFERENCIA DEL MERIDIANO CERO DE ASUNCIÓN

Por MARGARITA DURÁN ESTRAGÓ

Editorial TIEMPO DE HISTORIA

© CENTRO CULTURAL DE LA REPÚBLICA “EL CABILDO”

Imagen de tapa: CABILDO DE ASUNCIÓN, en Thomas J. Page

La Plata, the Argentine Confederation, and Paraguay. Londes, 1859

ISBA: 978-99967-743-0-0

Asunción – Paraguay

Abril 2014 (110 páginas)

 

 


PREFACIO

Hace 10 años, el Congreso de la Nación disponía la creación del Centro Cultural de la República, “El Cabildo”, como forma de reafirmar su compromiso con la promoción y la difusión de la cultura nacional.

En la década transcurrida desde entonces, El Cabildo ha dado innumerables muestras de ese compromiso, cumpliendo con creces su misión de velar por el “fortalecimiento de la conciencia y memoria histórica y la promoción y divulgación de las creaciones y creadores de nuestro tiempo” a través del rescate y la preservación de nuestro patrimonio, la publicación de materiales impresos y audiovisuales y la organización de exposiciones y conferencias.

En este aniversario, que es además una fecha tan significativa para la historia del Paraguay, es un honor para el Congreso Nacional presentar el libro La Torre del Cabildo de Asunción, nueva muestra de la incesante actividad del Centro Cultural de la República, “El Cabildo”, y augurarle muchos años más de fructífero trabajo en favor de nuestra identidad y nuestra cultura, componentes fundamentales de nuestro desarrollo como país.

Senador Julio César Velázquez

Presidente del Congreso de la Nación




PRESENTACIÓN

En la segunda mitad del siglo XVIII, los capitanes Francisco de Aguirre y Félix de Azara, geógrafos del Rey, llegaron al Paraguay para establecer límites con los territorios de la corona portuguesa y realizar demarcaciones y estudios de la zona. Acompañados de otros profesionales y con el más avanzado instrumental de la época, ambos dedicaron años al estudio y registro de los datos geográficos de la provincia.

Muchos de los hitos y las distancias citados por Azara y Aguirre se referían al “meridiano cero de la ciudad de Asunción”. Pero ¿dónde estaba ese meridiano?

Para precisar esa información y poder interpretar con exactitud los datos de los geógrafos reales, Margarita Durán Estragó llevó a cabo una profunda investigación en los documentos de época, pasando por la historia del Cabildo de Asunción y su desaparecida torre.

Este libro es el resultado de esa apasionante búsqueda y de la recuperación de la memoria histórica del Cabildo, su torre y el largamente olvidado meridiano que pasaba por ella y era origen de las coordenadas de la provincia.

Al cumplirse diez años de su creación, con profunda satisfacción, el Centro Cultural de la República, “El Cabildo” presenta a la ciudadanía los resultados de esta investigación que enriquece el conocimiento de la historia de nuestra ciudad.

Margarita Morselli

Directora General Centro Cultural de la República, “El Cabildo”



INDICE

Introducción 5

Cartografía colonial 11

Meridiano Cero de Asunción  25

El Cabildo de Asunción 31

La torre del Cabildo 37

Demolición de la torre 39

Reedificación del Cabildo de Asunción 49

Bendición de la piedra fundamental 51

Demolición del viejo Cabildo 52

Extinción del Cabildo   59

De Cabildo a Casa de Gobierno 61

Congreso Nacional de 1856 67

Primera sede del Estado Mayor del Ejército 70

Centro Cultural de la República 71

Consideraciones finales 73

Referencias bibliográficas 79

Anexos 85



INTRODUCCIÓN

Una investigación histórica sobre los orígenes de San Lorenzo del Campo Grande nos colocó frente a un problema difícil de resolver cuando pretendimos, con ayuda de un GPS, (1) ubicar la antigua chacra jesuítica del lugar.

Para seguir el rumbo de las coordenadas geográficas de los pueblos y villas del Paraguay, determinadas por el demarcador de límites Félix de Azara (siglo XVIII) debíamos partir de un supuesto Meridiano Cero de Asunción, pero nada sabíamos de su existencia y menos del sitio por donde pasaba.

Después de larga búsqueda en el Instituto Geográfico Militar, el Archivo Nacional y la Biblioteca Nacional de Asunción, se pudo saber que el mismo franqueaba la torre del Cabildo de Asunción.

La incógnita a develar era pues, el sitio exacto de la ubicación de aquella torre en tiempos en que Juan Francisco de Aguirre —otro demarcador de límites— tomó como referencia aquella atalaya; cabe aclarar que a lo largo del tiempo dicha torre fue reconstruida en lugares diferentes, pero siempre dentro de la misma plaza.

En un primer momento pensamos titular nuestro trabajo: “Meridiano Cero de Asunción”, debido a que la investigación giró en torno a la búsqueda del sitio exacto por donde pasa el meridiano aludido; para el efecto nos volcamos, no a la astronomía ni a la geografía física del Paraguay, sino a la historia del Cabildo de Asunción y su torre, razón por la cual decidimos ampliar su nombre dejándolo tal como lo presentamos ahora.

El Meridiano Cero de Asunción fue establecido por Juan Francisco de Aguirre en la segunda mitad del siglo XVIII; este había llegado al Río de la Plata junto con otros ingenieros españoles contratados por la Corona de España para trazar la línea demarcatoria entre las colonias españolas y portuguesas de dicha región.

Otro demarcador destacado en la misma empresa fue Félix de Azara, considerado el padre de las Ciencias Naturales del Paraguay por sus estudios sobre fauna, flora y otros; al igual que Aguirre, Azara dejó varias obras escritas en las que aparecen las coordenadas a seguir para ubicar en aquella época los valles y pueblos del Paraguay. En todas las tablas o listados publicados por Félix de Azara, las latitudes y longitudes de las diversas localidades toman como punto de partida el Meridiano Cero de Asunción, sin aportar ninguna constancia de su ubicación.

Aunque sin destaque alguno, Aguirre consignó en uno de sus libros el sitio por donde pasa dicho meridiano. Esa información, perdida entre cientos de páginas, la encontró el historiador Alberto (Tito) Duarte, ya fallecido. Desde que tomó conocimiento del hecho, el afán de Tito por la investigación histórica lo llevó a zambullirse en las obras de Azara y Aguirre hasta dar con su objetivo; para el efecto determinó las distintas posiciones de Asunción según sus latitudes y longitudes, pero la ubicación exacta de aquel meridiano se tornó aún más difícil ante el cúmulo de posibles posiciones. Con todo, a partir de entonces se supo que el Meridiano Cero de Asunción pasaba por la torre del Cabildo. Gracias a tan valioso aporte, años más tarde pudimos seguir con la investigación histórica para determinar el lugar exacto en que se encontraba la torre del Cabildo en tiempos en que Aguirre montó su observatorio astronómico en Asunción y eligió el meridiano que pasaba por dicha torre como punto de partida de las mediciones geográficas.

Los planos de Asunción levantados por Ramón de César (1785 -1786) y los de Félix de Azara (1786 y 1793) resultaron imprescindibles para nuestro estudio. Hasta entonces no existía ninguna cartografía colonial de Asunción que pudiera iluminar aquella búsqueda.

Sabíamos que el Cabildo de Asunción, aunque fundado en 1541, recién logró instalarse en un edificio propio a fines de dicho siglo; hasta entonces los cabildantes se “ayuntaban” en la casa ocupada por el gobernador de turno, pues tampoco había “Casa del Rey” o Casa de los Gobernadores. Durante el gobierno de Hernandarias (1609) llegaron a su terminación las Casas Capitulares o Consistoriales, nombre con el que también era conocido el Cabildo de Asunción, el primero fundado en el Río de la Plata.

Las Casas Capitulares, levantadas a orillas de las barrancas del río Paraguay sufrieron varias ampliaciones y reedificaciones a través del tiempo. Contaban con dos plantas y acogían en su seno a la sala capitular, el archivo de la ciudad, la cárcel pública y el cuartel donde se guardaban las armas del rey; de allí su nombre “Cabildo, Justicia y Regimiento”.

Durante la revolución comunera de los siglos XVII y XVIII, el Cabildo de Asunción fue centro de apasionados discursos y sede de gobiernos revolucionarios electos en virtud de la Real Provisión de 1537. Tal es el caso de fray Bernardino de Cárdenas, obispo del Paraguay, electo gobernador de la provincia en 1649.

A mediados del siglo XVI el Cabildo de Asunción amplió su propiedad mediante la compra de una finca contigua y en ella construyó el Cuartel de Caballería, el mismo que fuera ocupado por los próceres de la Independencia la noche del 14 de mayo de 1811, fecha en que se escuchó el “primer grito de libertad” como lo reza una de las caras del monumento a la Constitución de 1870 levantado al sur de la plaza inmediata al antiguo Cabildo de la ciudad.

Retomando el historial de las Casas Capitulares, debemos consignar que al inicio de la segunda mitad del siglo XVIII, luego de la expulsión de los jesuitas, los cabildantes adquirieron de la Junta de Temporalidades un reloj con campanas para colocarlo en una atalaya que se incorporaría al viejo edificio.

La construcción de la torre demandó gran esfuerzo debido a la pobreza de la tierra y a la falta de buenos constructores que la levantaran con decencia, estilo y firmeza; la misma quedó concluida en 1773.

Según los planos de César y Azara, aquella torre se hallaba ubicada al este del Cabildo y estaba unida al mismo por uno de sus vértices; del otro lado del edificio se alzaba el ya citado Cuartel de Caballería formando un ángulo con aquel; su frente miraba al oeste de la plaza mayor.

Muchos fueron los intentos por mejorar la estructura y dar solidez a aquella torre y hasta la volvieron a edificar de nuevo, esta vez adosándola a la pared oeste del Cabildo; así se la distingue en el plano de Azara de 1793.

En los años previos a la revolución de mayo de 1811, el Cabildo y su torre se encontraban en total ruina, razón por la cual los regidores decidieron reemplazarlos, previa colecta de fondos y elaboración de planos.

La gesta de Mayo los encontró en el mismo lugar y condición, aunque la torre había sido reforzada para preservar el reloj que tanta utilidad brindaba al vecindario.

En 1815 el Doctor Francia ordenó la construcción de un nuevo Cabildo, para lo cual mandó trasladar a edificios cercanos al lugar de obras la cárcel pública, el archivo de la ciudad y la sala de sesiones.

Ese mismo año, el Cabildo, por orden de Francia, adquirió la antigua propiedad de Juan del Cazal para levantar allí la nueva construcción. La piedra fundamental se colocó en el medio de la pared oeste de la vieja torre, la que permaneció en su sitio con el reloj y sus campanas, que siguieron sonando hasta después de la extinción del Cabildo ordenada por Francia en 1824.

El edificio sirvió de sede a la Junta Municipal creada en reemplazo de la suprimida institución española para luego convertirse en almacenes del Estado en las postrimerías de la dictadura francista.

Durante la presidencia de Carlos Antonio López, la antigua sede del Cabildo y la torre colonial adherida al mismo pasaron a formar parte de la nueva obra que se estaba levantando en la plaza 14 de Mayo (plaza mayor) para sede de la Casa de Gobierno.

Las gruesas paredes de adobe crudo del Cabildo construidas en tiempos de Francia, con la torre adosada a ellas, fueron el punto de partida de la ampliación de la futura sede gubernamental.

En 1854, la nueva Casa de Gobierno quedó habilitada con un sarao en honor al presidente López. Para entonces, la torre colonial todavía se podía ver tal como la había dejado Francia al incorporarla al Cabildo, vale decir: con la puerta externa que llevaba al reloj y el techo de media agua con que se la cubrió para disimular su estructura original. Tres años después tuvo lugar la inauguración oficial de la Casa de Gobierno y para entonces, la torre ya estaba cubierta con un arco, parecido a los nueve restantes que sirven de fachada-tapa al edificio.

Tras esta investigación histórica lograda mediante una búsqueda afanosa en fuentes primarias del Archivo Nacional de Asunción, se pudo confirmar la hipótesis sobre el punto por donde franquea el Meridiano Cero de Asunción. Este hallazgo entusiasmó a un grupo de ingenieros, docentes y apasionados de la astronomía que luego de aprobar, tras largas discusiones y debates, la veracidad de las irrefutables pruebas que arrojó esta investigación, decidieron conformar una comisión para dar a conocer el hecho y materializar el paso de aquel meridiano con indicadores en el suelo de la antigua torre y una luz magnética en la plaza del Cabildo. Estos trabajos se realizaron, en parte, con motivo de la celebración del Bicentenario de la Independencia Nacional.


NOTA

1. Sistema Global de Posicionamiento, por sus siglas en inglés.




CARTOGRAFÍA COLONIAL

Las primeras cartas náuticas, más conocidas como mapas, fueron levantadas por navegantes portugueses y españoles de finales del siglo XV. Por entonces, la geografía era una ciencia poco desarrollada ya que se desconocía no solo la extensión del territorio, sino que se carecía de técnicas Apropiadas para su estudio. Durante siglos, los viajes costeros se circunscribieron al Mar Mediterráneo, siendo bien conocidas por los marinos las costas del norte africano y las del sur europeo. Un panorama más amplio del continente se había logrado con la travesía del Estrecho de Gibraltar y el Canal de la Mancha.

A finales del siglo XVI eran muy contadas las publicaciones cartográficas; hasta entonces se creía que había un solo océano, el Meridional, así aparece en el primer globo terráqueo trazado por el geógrafo alemán Martin Behaim en 1492; se entendía que dicho océano se hallaba interpuesto entre el Oriente (Asia) y el Occidente (Europa), sin saber que entre ambos existía un continente, las Indias Occidentales, más tarde llamado América. (1)

Martín Behaim (1459-1507) vivió mucho tiempo en Portugal y como cartógrafo al servicio de su país realizó muchos viajes al África. Su globo terráqueo mide 50 centímetros de diámetro y refleja todas las tierras exploradas hasta antes del descubrimiento de América; en el mismo aparece el Ecuador, un meridiano, tres trópicos y las doce constelaciones del zodíaco, aunque carece de indicaciones de longitud y latitud. Este globo terráqueo se encuentra en el museo de Nüremberg, ciudad natal de Behaim.

Uno de los más grandes estudiosos de mapas antiguos fue Manuel Francisco de Barros e Sousa de Mesquita de Macedo Leitáo Carvahlosa (1791- 1856), segundo vizconde de Santarém, a quien se lo conoce como el padre de la cartografía antigua. Sus trabajos fueron divulgados por la Biblioteca Nacional de Lisboa; la Lámina 1 del Anexo forma parte de sus publicaciones. (2)

A pesar de haberse sabido que las nuevas tierras “descubiertas” fueron mérito de Cristóbal Colón, el primer mapamundi con el nombre de América, en recuerdo de Américo Vespucio, data de 1507 y perteneció a Martin Waldseemüller, cartógrafo alemán (ca. 1475-1522). (3)

El “descubrimiento” de América alteró la concepción del Universo: las nociones de un “mar tenebroso” rodeado de abismos y una tierra plana, cambiaron radicalmente. Las ideas de Copérnico planteaban la teoría heliocéntrica: el Sol era el centro del Universo y la Tierra, un planeta que gira a su alrededor. Galileo Galilei sostuvo y difundió esas mismas ideas, las que fueron condenadas por la Inquisición. Era el tiempo del derrumbe de las supersticiones, del paso de la astrología a la astronomía y de la alquimia a la química, frutos sustantivos del Renacimiento en marcha.

Con la conquista del Paraguay y Río de la Plata, las cartas de marear fueron tomando nuevas formas y dimensiones. Las principales documentaciones gráficas de Asunción, tema de nuestro estudio, se registran desde la segunda mitad del siglo XVI. Se conoce una carta de navegar trazada hacia 1540, obra del cosmógrafo mayor de la Casa de Contratación, Alonso de Santa Cruz. En dicho plano, Asunción aparece representada por un castillo y ubicada con exactitud, en la margen izquierda del río Paraguay. (4)

Un mapa reproducido por Julio César Chaves lleva este epígrafe: Notable mapa de América del Sur con Asunción al centro (1550). La ciudad de Asunción aparece como una fortaleza de madera al norte del paralelo 21º de latitud sur y las leyendas están escritas en inglés. En su entorno no existe otro poblado y con justa razón a juzgar por el año de su elaboración. Recordemos que en ese tiempo, desde el despoblamiento de Buenos Aires, en 1541, hasta la fugaz fundación de Ontiveros, en 1555, Asunción se constituyó en el único centro poblado de españoles en toda la Cuenca del Plata y para subsistir tuvo que verse librada a sus únicas fuerzas (5).

Mucho más interesante e ilustrativo que el anterior es el mapa de principios del siglo XVII, atribuido a Ruy Díaz de Guzmán, nieto del gobernador Domingo Martínez de Irala. En él aparece a la izquierda el río Paraguay, a la derecha el Paraná. La ciudad de Asunción está representada con una iglesia con su torre y el epígrafe: La ciudad de la Asunción (abreviado). Más al centro se halla la reducción franciscana de Itá fundada por Fray Luis Bolaños en 1585; la misma se distingue claramente con sus cuatro grandes casas, con hileras de puertas ubicadas en las fachadas y dispuestas formando un cuadro en torno a la plaza; en ella, la leyenda: El gran pueblo del Itá de la Reducción de San Francisco. Al noreste del mapa ir notan las casas de los guaraníes y al oeste, las de los pueblos chaqueños. Más al sur, las ciudades de Vera de las Siete Corrientes y la de Santa Fe (6). Luis Necker señala con relación a este dibujo que la exactitud del mismo puede ser creíble ya que su presunto autor era hermano de fray Gabriel de Guzmán, discípulo de Bolaños y cura doctrinero de Itá desde 1595 (7).

Si el plano anterior es rico en referencias, el gráfico de Guamán Poma de Ayala, elaborado hacia 1615, resulta por demás curioso. En este aparece Asunción como una isla y en el centro la plaza con gente a caballo y de a pie transitando en ella; a su alrededor se levantan importantes edificios, entre los cuales sobresale la Catedral del obispado, nada semejante al estilo arquitectónico de la ciudad de antaño.

Estudiosos de la cartografía colonial asuncena, entre ellos Esteve Barba, autor de Historiografía Indiana, y Alberto Duarte de Vargas, señalan las posibles razones del por qué Poma de Ayala pudo haber identificado a la ciudad de Asunción con una isla; estas provendrían de la bula de erección del obispado del Río de la Plata, a juzgar por su contenido y por la leyenda del dibujo que guarda relación con Asunción, sede del obispado; la misma dice así: “Civdad. La Civdad de Paragvai. Obispado no tiene jvridición. Civdad. La dicha”. (8)

La bula de Paulo III, Super especula militantis eclesiae, del º de julio de 1547, por la cual erige el Obispado del Río de la Plata declara:

Siendo pues así que entre las demás provincias que hay en las islas del mar océano que están debajo del gremio del Señor, por medio de nuestro muy amado en Cristo hijo Don Carlos Emperador de Romanos, siempre augusto que también es rey de Castilla y de León, nuevamente adquiridas y recibidas y sujetas a su dominio, hay una isla que llaman del Río de la Plata, cuyos moradores y habitantes vivían sin instrucción alguna de la fe de Jesucristo y donde aún no se halla erigida ninguna iglesia. . . erigimos en ella e instituimos una iglesia catedral que se ha de llamar del Río de la Plata, para un obispo que se ha de llamar del Río de la Plata, el cual ha de gobernar la dicha iglesia y en la dicha ciudad y diócesis. (9)

Conviene acotar que el obispo dominico fray Reginaldo de Lizárraga murió en Asunción en noviembre de 1609 y que la sede quedó vacante, sin jurisdicción como reza la leyenda del dibujo, hasta el año 1617 en que se hizo cargo de la misma el obispo Lorenzo Pérez del Grado. (10)

Los planos de Asunción, propiamente dichos, corresponden a la segunda mitad del siglo XVIII. Aquellos se hicieron imprescindibles a la hora de precisar los límites entre las posesiones de América disputadas por España y Portugal. Para el efecto llegó al Río de la Plata un equipo de geógrafos, marinos e ingenieros que, a la espera de sus pares de Portugal, tuvo oportunidad de revisar los archivos, escribir sus diarios y elaborar mapas.

Julio Ramón de César y Félix de Azara nos legaron los mejores planos de Asunción colonial. Del primero se tienen pocos datos biográficos, aunque escribió y trabajó denodadamente en levantar y dibujar dos planos de dicha ciudad. De César fue oficial miliciano, pero gozaba de honores militares; según Furlong, en 1783 fue ascendido al grado de teniente coronel (11) Integró la Cuarta Partida de Límites entre España y Portugal como segundo de Juan Francisco de Aguirre, responsable de la misma. (12)

Julio Ramón de César llegó a la ciudad de Asunción en 1783 en compañía de otros demarcadores y tuvo el mérito de haber relevado y confeccionado el primer plano conocido de Asunción. Lo obtuvo entre 1784 y 1785 de los cuales ocupó cinco meses de intensa labor, tal como el mismo lo léñala:

Para formar su planta sobre papel me costó no poco trabajo, en el término de cinco meses en que me dediqué solamente en esta operación, con plancheta, desde la madrugada hasta mediodía y desde las tres de la tarde hasta las oraciones, en los meses más calurosos del verano, cuyos borradores saqué en pitipié mayor, que reduje a menor en duplicados de copias, que repartí así al excelentísimo señor Virrey, que al Intendente general de entonces, gobernadores, comisarios, etcétera, y últimamente, reduje a menor punto para incluirle en este diario.

El original del primer plano de César (1785) se encuentra en la Real Academia de la Historia de Madrid; su título dice: “Plano de la Asunción capital del Paraguay levantado por don Julio Ramón de César”. (13) Además de las leyendas, en el plano sobresale el dibujo de una flecha en forma de lis, de la dinastía borbónica e indica el norte (14). La primera publicación de este plano data de 1904, editada por el Museo Nacional de Montevideo. Félix de Azara lo incluyó en su obra Geografía física y esférica de las provincias del Paraguay y Misiones Guaraníes. (15)

La segunda edición pertenece a Arsenio López Decoud en su Álbum Gráfico del Paraguay 1811-1911, impreso en Buenos Aires en 1912; más tarde la divulgó Ricardo de Lafuente Machain, en La Asunción de Antaño, editado en 1942; las demás publicaciones provienen de algunas de estas fuentes.

La primera divulgación coloreada y completa de dicho plano la publicó Alberto Duarte en Cartografía Colonial Asuncena, en 2001. En ella se incluyen las “Piedras de Santa Catalina” que están en el margen del plano. (16) En esta versión de César, los principales edificios de Asunción están en fachada; entre ellos, los conventos de la Merced, Santo Domingo, el de los ex patriados jesuítas, además de los templos y torres de la Catedral, San Blas, La Encarnación y San Roque. También destaca el Observatorio astronómico que perteneció a Francisco de Aguirre y que, como segundo suyo, lo habrá conocido de cerca y trabajado en él. (17)

El segundo plano de César corresponde a 1786 y fue localizado por Gustavo Gutiérrez en el Archivo y Mapoteca de la Biblioteca Nacional de la Argentina; este lo publicó parcialmente en su obra Evolución Urbanística y Arquitectónica del Paraguay 1537-1911.

Gracias a gestiones hechas por la Municipalidad de Asunción, el equipo de investigadores que trabajamos en el rescate de la memoria del patio norte del Teatro Municipal pudimos acceder a una diapositiva de este plano que es a colores; se trata del mismo plano que Duarte publicó en sus trabajos sobre Cartografía colonial.

Lo resaltante en este segundo plano de Julio Ramón de César, y que hace a la esencia de nuestro trabajo, es el Cabildo que aparece sin torre. Este detalle lo analizaremos en el cuarto capítulo al hablar de ella, por lo tanto no adelantaremos nada al respecto.

Se incluyen en el plano, entre otros: las Piedras de Santa Catalina, (18) el puente de Santo Domingo, (19) la escalera del “puerto del Colegio” (20) y la muralla de contención sobre la calle real que “pasa por las Barcas”, (21) obra que el Cabildo había ordenado en 1784. (22)

Además de los trazados por de César, Félix de Azara nos legó dos planos que resultaron ser los más ilustrativos, difundidos y valiosos para nuestro estudio (1786 y 1793).

Acerca de su autor podemos señalar que Azara nació en la provincia de Huesca, España, el 18 de mayo de 1742. Provenía de una familia hidalga. Se inscribió en una academia militar de donde egresó en 1767 como subteniente de Infantería e Ingeniero delineador de los ejércitos nacionales, plazas y fortalezas.

En 1775 participó de la primera expedición española a Argel, donde fue herido de gravedad. Por su actuación en la guerra fue ascendido al rango de teniente de Infantería; y luego a teniente coronel.

Entre tanto, en América del Sur, la falta de límites precisos entre España y Portugal hizo que una comisión mixta recorriera y demarcara los límites correctos. Tras varios intentos de acuerdos frustrados debido a trabas e intrigas por parte de Portugal, en 1780 se dispuso reconstituir las Comisiones Demarcadoras. Félix de Azara fue nombrado en 1781, Capitán de Fragata de la Marina y director de la tercera partida demarcatoria.

Llegó a Asunción, vía Buenos Aires, en 1784 y en espera de su contraparte lusitana, que no terminaba de llegar, Azara “organizó partidas de exploración de áreas de interés o poco conocidas, dejando de todas ellas diarios detallados, determinaciones geodésicas, cartográficas y descripciones de la geografía, flora, fauna y antropología”. (23)

“Su preparación matemática y astronómica le permitió trazar las cartas geográficas más precisas que tuvo el Paraguay por muchos años. Entre 1784 y 1795 desarrolló una tarea admirable, elaborando lo más nuclear y valioso de su obra naturalista”. Falleció en 1821 en Huesca, España. (24)

De los planos de Azara, el de 1786 es el más difundido y el primero de todos en publicarse. Se editó en el Atlas de la obra de Azara Voyages dans l’ Amerique Meridionale en Francia en 1809. Lo tituló “Plan de la Ville de 1’ Assomption, dans le Paraguay”. (25)

Según investigaciones de Alberto Duarte, en el Museo de la Ciudad de la Manzana de la Rivera se halla un plano coloreado similar al publicado en París en 1809. También pudo localizar otros en colecciones privadas.

Las referencias o leyendas de los planos son las mismas, a excepción de algunos sitios de menor relevancia que se citan en este plano, entre ellos; el horno de ladrillos, la carnicería, la toldería de los Payaguá y las Piedras de Santa Catalina, de las que hablaremos en su momento.

Por tratarse del plano más conocido y preciso, nos ocuparemos de historiar brevemente el contenido de sus leyendas:

A. La Plaza Mayor, también llamada de armas o plaza pública, medía unos 84 metros de longitud por 168 metros de latitud, limitaba al norte con el Cabildo, la cárcel, la guardia de la plaza y algunas casas particulares (Avenida República); al sur con la Real Factoría de Tabacos, la Casa de los Gobernadores y varias viviendas construidas dentro de la actual plaza. Al este había una gran zanja con un puente (calle Nuestra Señora de la Asunción) y al oeste, la iglesia que perteneció a los jesuítas (calle 14 de Mayo),

B. Cabildo, Cárcel y Guardia. Permanecieron allí durante siglos tras continuas refacciones y nuevas construcciones. Del Cabildo nos ocuparemos en capítulos sucesivos.

C. Casa de los Gobernadores (Avenida El Paraguayo Independiente y Alberdi) A mediados del siglo XVII se construyó una casa de propiedad de la Corona; la misma se conocía como Casa del Rey y se hallaba ubicada al suroeste de la Plaza Mayor. (26) Allí moraron sucesivamente: el gobernador Gregorio de Hinestrosa (1641-1647), el obispo Bernardino de Cárdenas (1649), el gobernador eclesiástico Adrián Cornejo (1655) y el gobernador Cristóbal de Garay (1653-1556), entre otros. Durante el gobierno de Fernando de Pinedo el sitio fue permutado por otro perteneciente a la Junta de Temporalidades que administraba los bienes de los jesuítas expulsos. Se la construyó y refaccionó varias veces en el mismo sitio. Fue en ella donde los próceres ultimaron rendición a Velasco en mayo de 1811 y donde gobernó Francia hasta su muerte en 1840. Al inaugurarse la nueva Casa de Gobierno en 1857 (antiguo Cabildo), aquella quedó convertida en oficinas de Correos y otras instituciones públicas. Lamentablemente fue demolida con motivo del Centenario de la Independencia Nacional, de ella nos queda su estampa en viejas fotografías.

D. Real Seminario de San Carlos. Este centro educativo se inauguró en 1783 en el antiguo edificio del Colegio de los jesuítas. Con altibajos, el Seminario prolongó su existencia hasta 1823, año en que el doctor Francia lo extinguió definitivamente.

E. Real Factoría de Tabaco. Sus oficinas se abrieron en 1779 para encargarse de la venta y comercialización del pety (tabaco). La Real Renta ocupó para el efecto parte del antiguo Colegio jesuítico y según los planos, la misma se hallaba ubicada detrás de la iglesia de la Compañía, sobre la calle 14 de Mayo y El Paraguayo Independiente.

F. Convento de Santo Domingo y su ranchería (15 de Agosto y barrancas del río Paraguay; ex Estadio Comuneros). Los dominicos ocuparon ese sito desde 1627 y allí construyeron la iglesia conventual y la casa de los frailes; junto a ellas estaba la ranchería de esclavos que cuidaba el ganado menor, producto de las limosnas que los religiosos recibían del vecindario. Cuando en 1824 Francia extinguió los conventos y confiscó sus bienes, la parroquia de la Encarnación ocupó la iglesia conventual y demás dependencias, hasta que un incendio devoró el templo en 1889.

G. Iglesia de la Encarnación (Palma y 15 de Agosto, hoy local de Unicentro). (27) Fue la primera parroquia de españoles. Se hallaba ubicada en la Loma Kavara, junto a la primera Casa Fuerte; más tarde se levantó allí el convento de los dominicos; subsistió en el sitio desde 1539 a 1709, año en que la reedificaron en el lugar donde la señalan los planos. Permaneció en ese sitio hasta 1824, tal como queda expresado. A raíz del incendio de 1889 la trasladaron al lugar donde se encuentra. Su construcción, aunque inconclusa, quedó inaugurada en el lugar denominado Bolo kue, en 1912 (Víctor Haedo y 14 de Mayo).

H. La Catedral (Independencia Nacional entre Mariscal López y Comuneros). Fue erigida desde Aranda del Duero-España en 1548 por el obispo franciscano fray Juan de los Barrios. Tuvo varios emplazamientos; el sitio que marcan Cesar y Azara sigue siendo el mismo, aunque la Catedral actual es posterior a la época en que se trazaron los planos. La misma se inauguró en 1845 durante la presidencia de don Carlos Antonio López.

I. Convento de la Merced y su ranchería (actual Plaza de la Democracia y parte del Banco Nacional de Fomento). Su primer emplazamiento fue la Plaza Mayor y se trasladó a este sitio a principios del siglo XVIII. Azara identifica la ranchería de esclavos de los mercedarios con una estrella, sitio ocupado hoy por el Hotel Guaraní y adyacencias. En ese convento se celebraron varios congresos nacionales y se hospedaron entre otros: Azara (fines del XVIII) y el prócer uruguayo, general José Gervasio Artigas (1820). Don Carlos lo mandó demoler para convertirlo en plaza del "Mercado Guasú”; tras la caída de la dictadura stronista se construyó allí un estacionamiento subterráneo y arriba la plaza de la Democracia.

J. Iglesia de San Blas (Barrancas del río, entre las actuales calles Iturbe y Caballero). Fue una de las primeras iglesias de Asunción, ya existía en 1545 y estaba destinada a los indígenas mitarios y yanoconas, así como a los negros, mulatos y pardos esclavos y libres. Después de muchas reedificaciones y refacciones se la extinguió en 1805.

K. (Convento de San Francisco y su ranchería (Iturbe, 25 de Mayo, México y Eligió Ayala). El primer convento estuvo junto a las barrancas, actual Punta Karapa, cerca de la iglesia de San Blas (fines del siglo XVI) y a principios del XVIII se lo trasladó al sitio que llamaban de San Jerónimo. La ranchería de esclavos estaba donde hoy la Plaza Uruguaya, antigua Plaza de San Francisco hasta 1885; Azara lo señala con una H. El convento pasó a ser Cuartel de San Francisco desde 1824 y mientras se construía la Catedral actual, la iglesia conventual del mismo sirvió de Catedral (1842-1845). El antiguo convento se demolió después de la Guerra Grande.

L. Capilla de San Roque (Antequera, Mariscal López y Tacuary). Hernandarias la mandó construir a comienzos del siglo XVII para que allí rezaran las mitarias, yanaconas, negras, pardas y mulatas esclavas y libres. Su primera ubicación fue donde se construyó luego el convento de San Francisco (Sitio de San Jerónimo). Se la trasladó al lugar donde subsiste la parroquia de San Roque, hacia 1767. Don Carlos ordenó su reconstrucción en 1853. El cura párroco Juan Escalante la mandó demoler en aras de la modernidad en la década del 50 del siglo pasado; la actual mira hacia el este, sobre la calle Tacuary esquina Mariscal López.

M. Casa de la pólvora (muy próxima a la avenida Colón y El Paraguayo Independiente) El almacén donde se guardaba la pólvora figura con la letra M en el plano de Azara. Un siglo después, cuando el incendio de la iglesia de la Encarnación, en 1889 se menciona a la “casa de la pólvora” ubicada al lado de aquel templo.

N. Piedras de Santa Catalina (Víctor Haedo, entre Nuestra Señora de la Asunción e Independencia Nacional). Sitio referencial de la ciudad, ubicado detrás del convento y ranchería de la Merced. Juan Francisco Aguirre las describe como formadas por cinco piedras, “tres en una línea y sobre ellas dos, una sobre otra que forman un islote que tiene su descanso en una gran tosca de cuya clase son todas. . .Un árbol que actualmente las abraza. . .las sostienen, porque de lo contrario amenazan caer.. .Cuantas reflexiones quieran hacerse sobre la particularidad de las referidas piedras ninguna es más obvia que la de haber aislado por el derrumbe de las aguas. Si estaban al nivel de la tierra en su creación las 10 varas 2/3 serán la pérdida de la loma”. (28)

O. Es necesario volver a recordar que los planos que estamos presentando corresponden a la Asunción de finales del siglo XVIII, por lo tanto, ninguno de ellos hace alusión precisa a la ermita de Santa Lucía, salvo Azara (1786), que la representa como una capilla adosada a la iglesia de la Encarnación, sin dar nombre. Dicha ermita fue una de las más antiguas de la ciudad y se hallaba en las actuales calles 15 de Agosto, entre Estrella y Palma. En 1697 el Cabildo ordenó su demolición por encontrarse en ruinas y en su reemplazo se edificó la iglesia de la Encarnación, hasta entonces junto a las barrancas del río. El retablo e imagen de Santa Lucía quedaron incorporados al nuevo templo inaugurado en 1709. Así se explica por qué Azara la identificó como capilla o ermita, junto a la iglesia parroquial.

P. Otros elementos que aparecen en los planos de Asunción son los Hornos de ladrillos, ubicados en el barrio de las Barcas (zona portuaria); el Observatorio, instalado en la casa donde vivía Aguirre (29) (Presidente Franco entre Chile y Alberdi). La toldería de Indios Payagua (playa de la bahía de Asunción); Carnicería (cerca del convento y puente de Santo Domingo). En la división de los barrios de Asunción de 1782 se habla de la calle de la carnicería o de Santa Catalina; recordemos que la titular del convento de los dominicos fue Santa Catalina Virgen y Mártir; de allí le viene el nombre.

Según Aguirre, la ciudad de Asunción se fue construyendo como un anfiteatro, de oeste a este a lo largo del río Paraguay. En sus orillas se pueden ver (dibujados en los planos), las rampas, escalas y murallas de contención. Estas últimas fueron iniciadas a pedido de los jesuítas en el año 1760, en ellas trabajaban los presos de la cárcel de la ciudad, (30) lo mismo cuando en 1786 se levantó otro tramo junto al convento de los dominicos. (31)

Si nos fijamos en el plano de Azara de 1786, Asunción, tal como la describe Aguirre, estaba conformada por casas unidas que forman en ciertos espacios convenientes islas o manzanas; pero la Asunción es común la componga cada una. De ese modo es menester suponer que el recinto de la ciudad se va alejando hacia las chacras (32). También el ingeniero Ramón de Cesar señala que Asunción de finales del siglo XVIII contaba con “tantas colinas casi, como casas hay en ellas”. (33)

Otro lugar emblemático de la Asunción colonial fue la calle Samu'u pere, conocida como tal por un añoso palo borracho o samu'u plantado a la vera de la misma, el cual dio nombre al barrio (Juan de Salazar y Artigas). Al respecto dice Aguirre: “Lo que buenamente puede llamarse ciudad tiene mayor distancia desde las Barcas hasta las inmediaciones del árbol Sampere (Samu’u pere) árbol célebre que ha dado al nombre y cuya existencia se pierde en la remota antigüedad. Aquí consiste su celebridad, porque en lo demás es común, muy feo e inútil. Está en la calle real de la comunicación a la provincia; y él hacia fuera se ha edificado bastante en nuestros días (34). También el Cabildo de Asunción lo cita en varias de sus actas capitulares: “Que por cuanto el lugar que nombran de Samuu-pere, preciso tránsito de esta ciudad, se halla una laguna copiosísima que perjudica sobremanera al público, por tanto acuerdan se siegue y terraplene (35). De acuerdo con nuestra investigaciones, el callejón de Samu'upere moría en la calle de la Recoleta. Hasta mediados del siglo XIX mantuvo su antiguo nombre, el que desapareció definitivamente cuando se corrigió la deformidad de la calle de la Recoleta (Avenida España), en 1852. (36)

El último plano de Azara data de 1793, se trata de un mapa del Paraguay y dentro de un recuadro, el plano de Asunción que a simple vista parecería ser igual a los anteriores. Este trabajo lo dedicó su autor “Al muy Ilustre Cabildo Justicia y Regimiento de la ciudad de Asunción [firmado] Félix de Azara. Asunción doce de junio de 1793”.

Este plano aparece en el libro de Ricardo de Lafuente Machain, en 1942 y lleva este epígrafe: “Un mapa del Paraguay, original de don Félix de Azara, contiene dentro de un recuadro, este plano de la ciudad de Asunción, que si bien no difiere del otro hecho por el mismo autor, es de interés por creérselo inédito. Pertenece a los señores Zorrilla de San Martín, de Montevideo a cuya gentileza se debe su publicación”. (37)

Según Alberto Duarte, estudioso de la cartografía colonial de Asunción, fue la única vez que se lo publicó completo; al final de la leyenda se lee: “Los cuadritos oscuros son casas de paja" (38)

En el lapso que se dio entre el plano de César de 1786 y el de Azara de 1793 se pueden apreciar en Asunción muchas construcciones nuevas, tal como lo certifican en sus trabajos de carácter histórico, Juan Francisco de Aguirre y el mismo Félix de Azara. (39)

Lo más resaltante para nuestro estudio es la ubicación del Cabildo de Asunción con la torre adosada al mismo. Como se verá en los próximos capítulos, este plano de Azara de 1793, junto con las actas capitulares y el daguerrotipo del Cabildo de Page (1854) fueron claves para fundamentar nuestra hipótesis sobre el punto de partida del Meridiano Cero de Asunción.


NOTAS

1. Crónica Ilustrada del Paraguay. Tomo I: Paraguay Colonial. Distribuidora Quevedo de Ediciones, Buenos Aires, 1998, p. 57.

2. A Historia da Cartografía na obra do 2º. Vizconde de Santarém, Biblioteca Nacional,

Lisboa, 2006

3. The Catolic Encyclopedia, Vol. I, New York, 1907.

4. Crónica Ilustrada.. . Tomo I, p. 106.

5. Chaves, Julio César. Descubrimiento y Conquista del Río de la Plata y el Paraguay.

6. Ediciones Nizza, Vol. I, Asunción, 1968. n Groussac, Paul: El mapa atribuido a Díaz de Guzmán, p. 473.

7. Necker, Louis. Indios Guaraníes y chamanes franciscanos. Las Primeras Reducciones del Paraguay (1580 - 1800), Biblioteca Paraguaya de Antropología, Vol. 7, Asunción, 1990, p. 95.

8. Duarte de Vargas, Alberto. Cartografía Colonial Asuncena. Municipalidad de Asunción. Academia Paraguaya de la Historia, Asunción, 2001, p. 7. Este autor cree que Guzmán Poma pudo haber conocido esta bula mediante Gonzalo Fernández de Oviedo (1471 - 1557), historiador y cronista de las Indias.

9. Aguirre, Juan Francisco. Diario del Capitán de Fragata D. Juan Francisco Aguirre Tomo II -Primera Parte. Revista de la Biblioteca Nacional, Buenos Aires, 1949, pp. 229 -231. Cfr. Roa -Maíz. Breve Reseña Histórica de la Iglesia de la Santísima Asunción del Paraguay, Asunción, 1899, Apéndice, p. VII.

10. Durán Estragó, Margarita, Los Dominicos en el Paraguay, Separata de Estudios Paraguayos, Revista de la Universidad Católica “Nuestra Señora de la Asunción”, Vol. XI, N.º 2, Asunción, 1983, p. 183.

11. Furlong, Guillermo, Arquitectos argentinos durante la dominación hispánica, Ediciones Huarpes Buenos Aires, p. 339.

12. España constituyó en 1782 cinco comisiones demarcadoras de límites para la región del Río de la Plata bajo la dirección general del capitán de navío Juan José Varela Ulloa, que a su vez fue comisario de la Primera Partida. La Segunda quedó a cargo del teniente de navío Diego de Alvear Escalera; la Tercera la dirigió el capitán de fragata Félix de Azara; la Cuarta el teniente de navío Juan Francisco de Aguirre y la Quinta a cargo de Antonio Álvarez Sotomayor. Azara y Aguirre, con los integrantes de sus respectivas comisiones se asentaron en Asunción por haberles correspondido determinar, junto con sus pares portugueses, la línea demarcatoria entre los ríos Paraná, desde el Ygurey y el Paraguay, hasta el Jaurú.

13. Es el único plano de los que se conocen que trae el nombre del autor, contiene leyendas y está levantado a una escala de 200 varas. La Real Academia nos envió unas diapositivas en colores del plano de Cesar, fue con motivo del trabajo de investigación de arqueología histórica que un equipo de historiadores y arquitectos realizamos años atrás en el patio norte del actual Teatro Municipal, trabajo que logró identificar el edificio del primer Congreso Nacional, inaugurado en 1844 por los cónsules de la República: López y Alonso).

14. El norte se encuentra en la parte inferior del plano.

15. Recordar que esta obra de Azara fue publicada por el Museo Nacional de Montevideo, Uruguay, en 1904.

16. Las Piedras de Santa Catalina fueron un hito de Asunción y se encontraban al sureste de la ciudad. Contamos con un dibujo de las mismas pintadas por el cartógrafo Miguel Antonio Ciera -1758. Gentileza de Martín Romano.

17. Según este plano y otros documentos que lo acreditan, el Observatorio se hallaba en la casa donde vivía Aguirre, la misma pertenecía a Pedro Benítez Robles, frente al actual Teatro Municipal.

18. Es probable que uno de los primeros predios del convento de Santa Catalina de los frailes dominicos haya estado cerca del lugar, de allí el nombre de dichas piedras (actuales calles Víctor Haedo entre Nuestra Señora de la Asunción e Independencia Nacional),

19. ANA-CAC, N.° 6, Acta del 23 de julio de 1641, f. 148. “Traigan carretadas de piedras para aderezar los puentes, pasos y calles”. Con el nombre de Santo Domingo lo encontramos por primera vez quizás, en el acta del 5 de mayo de 1694, f. 50. El puente de Santo Domingo se encontraba entre las actuales calles 15 de agosto y 14 de Mayo, sobre las barrancas del río Paraguay.

20. ANA-CAC, N.° 26, Acta del 23 de agosto de 1772, f. 188. El gobernador saliente, Carlos Morphi, y los miembros del Cabildo recibieron a Agustín Fernando de Pinedo y lo “acompañaron desde el ‘puerto del Colegio’ y lo trajeron en solemnidad de tropa a esta Sala de Acuerdos...”.

21. Actual puerto de Asunción; se lo llamaba “de las Barcas”. En 1782 aparece como uno de los siete barrios de la ciudad (ANA-NE, Vol. 256, f. 139).

22. ANA-CAC, N.° 28, Acta del 18 de setiembre de 1784, f. 131V. La muralla debía ser de piedra para que sirviera de “total reparo, pagándose su costo de los propios de la ciudad”.

23. Contreras Roque, Julio Rafael, Félix de Azara - 1742- 1821, en Calendario Astronómico 2012, Edición Bicentenario de la República del Paraguay, Asunción, 2012, pp. A19-A22.

24. Ibíd.

25. En el Atlas, el plano de Asunción lleva el número xiv; tiene las leyendas en francés pero su escala gráfica es castellana. Inserta una rosa de los vientos y el norte geográfico se halla en la parte inferior del plano.

26. Un monolito con placa indica el sitio preciso; se hallaba en la actual calle Independencia Nacional y Barrancas del río, al costado de la Universidad Católica.

27. Una placa colocada sobre la calle 15 de Agosto indica el sitio donde se hallaba dicha iglesia.

28. AGUIRRE, Diario del capitán de fragata... Tomo II, primera parte, p. 284.

29. AGUIRRE, op. cit., p.330.

30. AGUIRRE, op. cit.

31. ANA-SH, Vol. 146, N1 1, Acta del 29 de mayo de 1786, f. i8iv.

32. AGUIRRE, Op.., cit., p. 273.

33. GUTIÉRREZ, Gustavo, Evolución Urbanística y Arquitectónica del Paraguay 1537-1911, Asunción, 1983, p. 187.

34. AGUIRRE, op. cit., p. 273.

35. ANA-SH, Vol. 145, N.° 1, Acta del 10 de noviembre de 1786.

36. Durán Estragó, Margarita, Templos de Asunción 1537-1860, Biblioteca de Estudios Paraguayos, Vol. xxii, Asunción, 1987, pp. 282 -286.

37. LAFUENTE MACHAIN, op. cit., p. 97

38. DUARTE, op. cit., p. 21

39. Una de las nuevas construcciones que aparecen en este plano es la Casa Viola de la Manzana de la Rivera (El Paraguayo Independiente y Ayolas).




MERIDIANO CERO DE ASUNCIÓN

Un siglo antes de que el observatorio astronómico de la localidad de Greenwich (Inglaterra) fuese adoptado como referencia del Meridiano Cero, conocido también como meridiano base o primer meridiano, llegaba al Paraguay el capitán de fragata Juan Francisco Aguirre, el mismo que unos después elegiría la torre del Cabildo como referencia del Meridiano Cero de Asunción; desde allí, Aguirre y Azara fueron definiendo las coordenadas geográficas de las villas, pueblos y parajes del Paraguay Colonial y probablemente del Río de la Plata ya que no se conoce otro similar en la región.

Es sabido que a partir de los meridianos se miden las longitudes; cada uno de ellos se relaciona con la circunferencia que une los polos. Como existe una infinidad de meridianos que pueden ser considerados como el primero, la preferencia por el escogido depende antes que nada de una decisión política, razón por la cual se tuvieron que buscar estrategias para unificar criterios.

Con ese motivo, en 1634, el cardenal Richelieu convocó a una asamblea internacional de astrónomos, matemáticos y geógrafos para decidir acerca del meridiano cero. Fue entonces cuando se rechazó el de París para seguir con las mediciones de Ptolomeo, vale decir, con el meridiano que pasaba por lo que en la Antigüedad se consideraba el extremo más occidental del mundo: la “Punta Orchilla”, al oeste de la isla El Hierro, en Canarías (España).

Francia siguió usando el Meridiano de París, aunque en 1884, una conferencia internacional mantenida en Washington decidió, so pretexto de que el Reino Unido era la primera potencia marítima mundial, que el meridiano de origen pasara por el observatorio real británico, situado en Greenwich, al este de Londres, y por consiguiente los 180º de longitud oeste y los 180º de longitud este se descontaran a partir del cero de Greenwich. La misma conferencia decidió que la hora de Greenwich sería llamada Greenwich Mean Time (hora GMT.) y serviría de base para calcular la longitud.

Obligada por la crisis nacionalista, Francia se vio forzada a someterse al fallo en 1911, aun así, algunos franceses hablaban del meridiano de Saumur (ciudad por la cual pasa el meridiano de Greenwich) y, rehusaban hablar de la hora GMT; se referían al “Tiempo medio de París atrasado 9 minutos 21 segundos”.

La conferencia internacional de Washington adoptó las siguientes estipulaciones:

Es deseable adoptar un único meridiano de referencia que reemplace los numerosos existentes.

El meridiano que atraviesa el Observatorio de Greenwich será el meridiano inicial.

Las longitudes alrededor del globo al este y oeste se tomarán hasta los 180º desde el meridiano inicial.

Todos los países adoptarán el día universal.

El día universal comienza a medianoche (hora solar) en Greenwich, y tendrá una duración de 24 horas (véase línea internacional de cambio de fecha).

Los días náuticos y astronómicos comenzarán también a medianoche.

Se promoverán todos los estudios técnicos para la regulación y difusión de la aplicación del sistema métrico decimal a la división del tiempo y el espacio.

Hubo una segunda resolución a favor de Greenwich, la misma quedó aprobada con la oposición de Santo Domingo (actualmente República Dominicana) y la abstención de Francia, cuyos mapas siguieron utilizando el Meridiano de París durante algunas décadas más; también Brasil se había inhibido.

Los demarcadores de Límites entre España y Portugal tenían como referencia el Meridiano de Paris, no obstante, para facilitar las mediciones geográficas de la provincia del Paraguay, sin descuidar el anterior, Aguirre adoptó un meridiano local al que denominó “Meridiano Cero de Asunción”. Esta referencia planetaria de trascendental importancia para el RÍO de la Plata y concretamente para el Paraguay, nos honra en la distancia y motiva a los estudiosos de la geografía y la astrofísica a seguir investigando y profundizando en este hecho histórico hasta antes de ahora desconocido.

En cuanto al reconocimiento de su labor científica, Juan Francisco de Aguirre no tuvo la misma suerte que Félix de Azara, quien es muy destacado por sus planos y trabajos sobre ciencias naturales y porque una calle céntrica de Asunción lleva su nombre.

Para honrar la memoria de Aguirre y reconocer sus méritos debemos comenzar por conocerlo; he aquí una síntesis biográfica del mismo; Juan Francisco de Aguirre y Uztáriz nació en Donamaría -Navarra (España), el 18 de agosto de 1758, hijo legítimo de Joaquín de Aguirre y de Josefa Uztáriz, dueños que fueron del Palacio de Cabo de Armería denominado Aguirre, en la misma localidad. Ingresó en la Real Compañía de Nobles Guardias Marinas el 3 de abril de 1772, meses antes de cumplir 14 años. En aquella academia naval se destacó desde el inicio por su capacidad para las matemáticas y la geografía.

Obtuvo la plaza de Guardia Marina, siendo destinado, junto a José de Mazarredo, a bordo de la fragata Rosalía, donde hizo su estreno como oficial de la Armada en la expedición de las Islas Filipinas que mandaba el célebre Juan de Lángara y Huarte, entonces capitán de fragata. Durante el viaje fueron los encargados de calcular la extensión del mar mediante el método de las distancias lunares, tarea por la que serían condecorados.

Tras su vuelta de Filipinas, al año siguiente (1775), realizó cruceros científicos y de observación por el Mediterráneo y las costas africanas en la fragata “Carmen”, siendo ascendido a Alférez de Fragata y destinado a la escuadra del Mediterráneo, donde intervino en varias campañas militares persiguiendo a piratas musulmanes. Participó, además, en la campaña naval y desembarco contra Argel y el sitio de Gibraltar.

Luego de una rápida carrera de ascensos, siendo teniente de navío, fue destinado a las comisiones demarcadoras de límites entre España y Portugal en América del Sur, en 1782, elegido por sus condiciones de estudioso y marino científico. Como los demás demarcadores españoles, estaba obligado a anotar diariamente no solamente los sucesos de sus viajes, posiciones astronómicas y noticias relativas al cumplimiento de su misión específica, sino también todos los datos que fueran útiles para la mejor comprensión de las provincias que debía visitar. Por eso, desde su partida de Cádiz (1783) rumbo al Río de la Plata, Aguirre fue anotando minuciosamente sus peripecias e investigaciones en forma de diario.

A su llegada a Buenos Aires fue designado jefe de la cuarta partida de límites entre España y Portugal con asiento en Asunción a donde llegó en 1784. Permaneció doce años en el Paraguay en espera de los demarcadores portugueses; Aguirre aprovechó aquel tiempo para estructurar sus apuntes y enriquecerlos con documentos provenientes del Archivo de la ciudad. La primera parte de su trabajo lo terminó en Asunción en 1793 y lo llamó Diario del Capitán de Fragata de la Real Armada Don Juan Francisco de Aguirre en la demarcación de límites de España y Portugal en la América meridional. Escribió en total cuatro tomos publicados por la Biblioteca de Buenos Aires en los años 1949 a 1951, además de otras publicaciones.

Durante su permanencia en Asunción fijó residencia en una casa propiedad de Pedro Benítez Robles -frente al actual Teatro Municipal- y allí montó un observatorio astronómico, el primero y quizás el único de la Asunción colonial.

Para realizar sus mediciones, Aguirre y Félix de Azara tomaron a la torre del Cabildo como sitio convencional por donde hicieron pasar el Meridiano Cero; según lo documentó Aguirre en el Tomo I de su Diario (1). Desde allí fueron determinando las coordenadas geográficas de los valles, pueblos, partidos y parajes de la provincia del Paraguay. Gracias a esta investigación de archivos, hoy tenemos noticias de aquel meridiano —al que llamaron Meridiano Cero de Asunción— y de su principal referente, la torre del Cabildo de Asunción.

Aguirre realizó dos grandes incursiones terrestres. La primera en 1791 junto con Azara alrededor de la controvertida y difusa raya limítrofe del Brasil, más allá de la región de Curuguaty, viejo dominio de indios tobatines, hasta las márgenes del río Jejuí, afluente del Paraguay. Y la segunda la efectuó con su destacamento en 1793, por la cordillera y sus ramales empinados cerca de Villa Rica del Espíritu Santo. En ambas exploraciones, verificó numerosos cálculos, mensuras y reconocimientos, que dejó consignados en su inseparable diario de viajero.

Cuando sus planos y comprobaciones topográficas quedaron concluidos, Aguirre y Azara solicitaron su relevo. Aguirre regresó a España Ingresando por la Coruña el 31 de marzo de 1798. En España terminó de escribir los demás tomos de su Diario. Su trabajo fue aprobado y enaltecido y en mérito a ellos se le encomendó la tarea de establecer la condición astronómica de varios pueblos y carreteras de España.

Luego de otra acelerada carrera de ascensos fue promovido a Capitán de Navio en 1805, grado con el que ocupó varios cargos militares. Durante la invasión napoleónica solicitó su relevo. Perseguido por los franceses Vivió escondido en Asturias hasta su muerte acaecida en febrero de 1811.

Sobre el Meridiano Cero de Asunción se ha dado el primer paso: sabremos de su existencia y su senda por el Cabildo de Asunción. Queda el desafío de ir marcando su travesía por pueblos y ciudades del Paraguay. Siguiendo las coordenadas de Aguirre y Azara y tomando como referencia el Meridiano Cero de Asunción se podrán identificar parajes y poblados que alguna vez fueron y que ahora ya no existen. Todo un desafío para los estudiosos de la geografía y la astrofísica en el Paraguay.


NOTAS

1. Aguirre especifica así el punto que utilizó como referencia: Torre del Cabildo - Rumbo -Latitudes 25º 16’ 45” - Longitudes o° 00’ 00”. Ver lámina donde se hace referencia a la latitud de Asunción.




EL CABILDO DE ASUNCIÓN

Desde los inicios de este trabajo venimos hablando del Cabildo, pero hasta ahora no lo hemos definido como tal. Entre otros vocablos equivalentes, Cabildo es sinónimo de junta, corporación y municipalidad. Esta institución se hallaba conformada por un ayuntamiento de personas elegidas para el gobierno de una ciudad; sus fines eran administrar Justicia y ordenar lo concerniente al bien común. (1)

En España, esta institución tuvo antecedentes muy remotos; desde fines del siglo X los reyes le otorgaron fueros a ciertas personas para facilitar el repoblamiento de las regiones conquistadas a los musulmanes, prerrogativa que les permitió ejercer amplias funciones judiciales y administrativas. En la baja Edad Media llegó a su apogeo en los reinos cristianos, como los Consejos en Castilla y León, Cabildos en Aragón y Navarra y Consells en Cataluña. (2)

A mediados del siglo xiv, el Cabildo fue perdiendo su carácter popular debido al afianzamiento del poder real; sus legítimos representantes fueron reemplazados por regidores designados por los reyes castellanos. Cuando a fines de la Edad Media los Cabildos o Consejos de España se hallaban debilitados, su transplante en América, en el siglo XVI, cobró fuerza y vigor por el constante enfrentamiento entre conquistadores, pues los vecinos de ciudades eran al mismo tiempo, fundadores de las mismas.

Al respecto dejó escrito Rafael Eladio Velázquez: “Los Alcaldes Ordinarios son jueces de primera instancia y las plazas de Regidores suelen recaer en vecinos espectables, caracterizados por sus servicios, abolengos o fortuna”. (3) Debemos destacar, además, que el Cabildo fue el único órgano representativo que funcionó en América, a pesar de sus limitaciones. Asunción fue sede del primer Cabildo del Río de la Plata y no hubo otros sino después de casi 15 años de su fundación, cuando surgieron los de Ciudad Real (1556) y Villa Rica del Espíritu Santo (1570), entre otros.

Cabeza del Cabildo y autoridad suprema de los pueblos fue el corregidor; sin embargo su rango no figuraba entre los cargos concejiles. Era libre de asistir o no a los ayuntamientos; si iba lo presidía y no votaba sino en caso de empate; los corregidores de los pueblos de indios eran una especie de justicia rural.

Los alcaldes, que siempre eran dos, de primero y segundo voto, constituían la cabeza del Consejo, y su función privativa era la de administrar justicia, por eso portaban la “vara de la justicia”. Los regidores, como su nombre lo indica, administraban la ciudad, sus bienes, su policía, urbanismo, abastos y otros.

El oficio de alférez real fue de los más codiciados y era vendible, era el encargado de portar el pendón real en campaña, en la procesión de San Blas, patrono del Paraguay, y otras funciones importantes. El alguacil mayor fue algo así como el jefe de policía, a su cargo estaba el cumplimiento de las ordenanzas sobre seguridad pública y la custodia de reos confesos o presuntos.

Entre los oficios extracapitulares se hallaba el de mayordomo de la ciudad: el que administraba los bienes del Cabildo bajo la vigilancia de este, sin cuyo mandato escrito no podía efectuar pago alguno; el protector de naturales o defensor de indios. El fiel ejecutor fue el encargado de reconocer las pesas y medidas utilizadas por los que vendían, y examinar si los géneros que daban eran justos.

El procurador de la ciudad fue o debía ser el defensor de los derechos del vecindario aun contra el Cabildo, algo equivalente al Fiscal General del estado. El escribano o fiel de fechos: lo que hoy son los secretarios y úntanos públicos; a su cargo estaba asistir a las juntas, recibir los votos en las elecciones, escribir las actas del Cabildo y firmarlas después de los cabildantes, entre otros.

Fueron oficios considerados menores:

El pregonero, cargo que desempeñaba un pardo o moreno; era considerado un mal oficio por tener que acompañar a delincuentes que iban a la horca; además, daba a conocer los bandos y “ordenanzas de buen gobierno”.

El verdugo: era el oficio más ingrato y a veces lo cumplía un sentenciado a muerte, a cambio de su vida.

El portero, muy nombrado en las actas capitulares; también hizo de relojero desde 1773 en que se construyó una torre en el Cabildo para sostener las campanas y el reloj de los jesuítas expulsos.

El alarife o maestro albañil y el macero o portador de la maza, que siempre fueron dos. La maza era un atributo o insignia real que llevaba el macero para abrir camino a las autoridades en las grandes solemnidades. Consistía en un bastón de madera dura guarnecido de plata o hierro, como se puede ver en la imagen. El Cabildo de Asunción contó con maceros, aunque se desconocen sus inicios. (4)

Es probable que este oficio se haya ejercido tardíamente. Recordemos que el Cabildo no contó con casa apropiada para sus juntas sino a finales del XVI y una relativamente buena inaugurada en tiempos del gobernador Hernandarias, en 1609. Por tanto, resulta difícil creer que la ciudad, escasa de recursos económicos, haya podido cubrir en sus inicios gastos de indumentaria para maceros.

Acerca del historial del Cabildo de Asunción, debemos señalar que el fuerte militar de Asunción se elevó a la categoría de ciudad con la fundación del Cabildo, el 16 de setiembre de 1541. Al inicio de la conquista, este no tuvo edificio propio y los ayuntamientos o sesiones se llevaban a cabo en casa del gobernador Domingo Martínez de Irala, ubicada junto a la barranca del río; tampoco había cárcel y los presos eran encerrados en domicilios particulares, asegurándolos con grillos y cepos.

La primera acta capitular que consigna una reunión celebrada “en su Cabildo y Regimiento” data de setiembre de 1578, lo cual hace suponer que recién en esa época el Cabildo contó con casa propia. (5)

Tan precaria habrá sido su construcción que una década después, el procurador de la ciudad, Antonio de la Madriz pidió en junio de 1595, se provea de los fondos de la ciudad “para que se hagan las Casas del Cabildo y Cárcel, porque es bien de esta ciudad”. (6)

Todavía en 1607 la obra seguía inconclusa y ocupada por “güepedes” (huéspedes) motivo por el cual los cabildantes se reunían en casa del general Antonio de Añazco, situada junto a la Plaza de Armas. (7)

Dos años después, Hernandarias informó al Rey acerca de la habilitación de las Casas Capitulares, así como del retorno a ella del arcón que guardaba el archivo de la ciudad. Es de suponer que la cárcel también volvió a incorporarse al nuevo edificio:

Hasta ahora ha estado esta ciudad sin Casas de Cabildo a cuya causa ha estado el archivo desta ciudad en las caSas que se metieron en el ínterin y que atento a que ahora están acabadas las Casas del Cabildo y hay comodidad donde puede estar el dicho archivo por tanto acordaron se traiga y se meta en estas casas donde esté en guarda y custodia. (8)

El Cabildo de Asunción se hallaba ubicado “desde tiempo inmemorial” junto a la Plaza Mayor, muy cerca de las barrancas del río. En 1640 se ordenó eliminar los corrales o cercos de las casas episcopales vecinas al Cabildo por robar espacio a la calle “por donde suben los gobernadores y obispos cuando llegan a la ciudad por el río”. (9)

Cinco años después, el Cabildo acordó tramitar a su favor la cesión de las mismas debido a los graves inconvenientes que acarreaba su proximidad:

Es importante que las casas del Cabildo no tengan las casas episcopales conjuntas dellas de que se siguen grandes inconvenientes, así por oír lo que se trata o propone en Cabildo y viene a ser revelado y sabido antes de su ejecución con lo que se diluyen y desvanecen el fin de las dichas proposiciones y acuerdos, y los presos que se ponen por tales en las casas del Cabildo por ser cárcel pública y de posada para ellos, les es muy fácil evadirse de la cárcel y pasarse a las dichas episcopales donde pueden gozar de privilegios por haberlas avisado el señor obispo fray Bernardino de Cárdenas y por ser de la Santa Iglesia Catedral por donación que dellas le hizo el señor obispo don Lorenzo Pérez del Grado, de gloriosa memoria. (10)

Según antecedentes de títulos obrantes en el Archivo Nacional de Asunción, aquellas fincas habían pertenecido, en parte, al Factor Pedro Dorantes, venido con don Pedro de Mendoza en 1536 y otra, al teniente gobernador Felipe de Cáceres (1568-1572). A comienzos del siglo XVIII, la propiedad se hallaba en poder del capitán Francisco de Espinóla y su esposa Mencia Ovalle y Cáceres, hija de Felipe de Cáceres y Magdalena Espinoza. (11)

En 1618, Espinóla vendió una fracción de aquella propiedad al procurador del obispo del Paraguay, el cura de San Blas, Juan López de Gamarra, para vivienda del prelado Lorenzo Pérez del Grado. A la salida de este, la casa quedó al episcopado y allí vivieron varios obispos: fray Tomás de Torres (1621-1625), fray Cristóbal de Aresti (1630-1636) y fray Bernardino de Cárdenas (1642-1646), entre otros.

Es importante señalar que el capitán Francisco de Espinóla había manifestado en 1618 que vendía parte de la propiedad y no la totalidad de ella. A mediados del siglo XVII aquella porción de terreno era poseída por Juan Cabrera y Ovalle, hijo del capitán Juan Cabrera y Guiomar de Ovalle. En 1644, vendió dicho solar con una casa de dos lances y dos cupiales (techo de una sola agua) a su tía Ana de Vera y Aragón, viuda del capitán Juan de Vera y Aragón. La vivienda fue tomada en alquiler por el gobernador Gregorio de Hinestrosa (1641-1646) y luego por su sucesor Diego de Escobar y Osorio. (12)

En el Juicio de Residencia practicado a Hinestrosa al término de su gobierno, se lo acusó de haber introducido mejoras en aquella casa, sin licencia real, motivo por el cual, la misma fue transferida a la Corona, en perjuicio de Ana de Vera y Aragón que en vano reclamó sus derechos, una y otra vez. Desde entonces, aquella propiedad fue conocida como “Casa del Rey” o Casa de Gobierno, aunque la titulación de la misma recién se efectivizó dos décadas después, en 1804; para entonces la sede gubernamental ya había cambiado de sitio y la propiedad pasaba de manos del anterior comprador, Juan de Laguardia (1777), a las de Alejandro García Diez, en 1801. (13)

Retomando el tema, cabe destacar que en 1670 el Cabildo pudo ensanchar su espacio físico con la adquisición de la propiedad del “superintendente” Pedro de Valdivia y Brizuela, que gobernó la provincia en 1677 en ausencia de Juan Diez de Andino; la misma lindaba con las Casas Capitulares y allí se mandó edificar “una sala [para] que se pongan las armas de la ciudad”. (14)

El suelo arenoso de la ciudad, la cercanía de las barrancas y las fuertes lluvias, sumados a la precariedad de la obra, hacían que el Cabildo demandara frecuentes reparos. En 1718 se pidieron indígenas de los pueblos vecinos para reconstruirlas, “especialmente los últimos cuartos que sirven de calabozos”. (15)

En 1722, durante el gobierno de José de Antequera y Castro, el Cabildo presentó a las autoridades de la Iglesia una nueva solicitud de venta o trueque de las casas episcopales, por otra igual; este pedido, reiterado después de más de ocho décadas, prueba que aquella seguía siendo propiedad de la Catedral de Asunción.

En esa oportunidad, el Cabildo justificó su solicitud debido a que no contaba con “casa suficiente para calabozos, archivos y oficinas donde puedan actuar los jueces de la administración de Justicia’’. (16)

Los presos de distinción eran encerrados en la Sala Capitular ubicada en la planta alta; cuando se daba esa situación, los capitulares sesionaban en casa del gobernador, como cuando el apresamiento del maestre de campo Sebastián de León, en 1670; al resto de los presos se los recluía en calabozos situados al fondo del edificio capitular. (17)

Frente al Cabildo, en la Plaza de Armas o Plaza Mayor, se hallaba el Rollo, símbolo de la Justicia; allí se azotaba a los presos que según la ley merecían escarmiento público. En 1768 se acordó levantar un nuevo rollo (yvyra pojokuaha) por encontrarse el actual en muy mal estado. (18)

De tiempo inmemorial procedía la costumbre de vestir los cabildantes una capa negra; la suprimieron durante el gobierno de Pinedo (siglo XVIII) debido a su alto costo. En adelante, los alcaldes y demás señores a quienes correspondía vara debían ir de negro cuando asistían como cuerpo y para lucir de gala en las fiestas de tabla vestirían chupa (camisa ajustada) y medias blancas, casaca y calzón negros, y cuando salían de particular debían llevar bastón. (19)

Los miembros del Cabildo se reconocían como “Padres de la Patria” e iban precedidos de maceros o escoltas que portaban una masa o vara; vestían de damasco carmesí, con vuelos en las mangas. El Cabildo les proporcionó trajes nuevos con motivo de la jura del rey Carlos III, en 1790. Se aprovechó el damasco sobrante para confeccionar una carpeta para la mesa de la Sala Capitular. (20)


NOTAS

1. BAYLE, Constantino, Los Cabildos Seculares en la América Española, Madrid, 1952 p.

101.

2. VALDEAVELLANO, Luis G. de, Historia de las Instituciones Españolas. De los orígenes al final de la Edad Media, Madrid 2a. edición, 1970, pp. 241 y ss.

3. Actas Capitulares y Documentos del Cabildo de Asunción del Paraguay, Siglo XVI,

Municipalidad de Asunción, 2001, p. 10.

4. Sobre cargos concejiles ver. BAYLE, op cit., pp. 155-188.

5. Actas Capitulares. Siglo xvi. Municipalidad de Asunción, 2001. Colección García Viñas, B.N. Doc. N.° 2326, p. 127. En 1575 todavía celebraban las juntas en casa del gobernador, entonces, Juan Ortiz de Zárate (Viñas No. 2311, p. 117).

6. ANA-SH. Vol. 381 f. 35. Acta del Cabildo de Asunción del 10 de junio de 1595.

7. ANA-CAC, N.° 3, Acta del 17 de diciembre de 1607, f. 58.

8. ANA-SH, Vol. XIX, N.° 20, Acta del 4 de mayo de 1609.

9. ANA-CAC, N.° 6, Acta del 26 de noviembre de 1640, f. 57.

10 ANA-CAC, N.° 7, Acta del 15 de mayo de 1645, f. 408

11. ANA-SPT, Vol. 3 N.° 9, f. 16v. Testamento de Juan Cabrera, Año 1625

12. ANA-NE, Vol. 363, f. 156. Año 1618

13. ANA-SH, N.° 10, f. 122. Autos sobre derechos que tiene S. M. en las casas que están en la plaza de la ciudad. Año 1650 -1804.

14. ANA-CAC, N.° 10, Acta del 10 de junio de 1679, f. 91

15. ANA-CAC, N.° 18, Acta del 7 de setiembre de 1718, f. 125

16. ANA-CAC N.° 19, Acta del 19 de agosto de 1722, f. 139




CONSIDERACIONES FINALES

El edificio del Cabildo es uno de los más emblemáticos de la ciudad, allí se conservan paredes de adobe pertenecientes a la época colonial, otra fracción de obra mandada construir por el Dictador José Gaspar de Francia y el resto, construido en tiempos de Carlos Antonio López.

Asunción, centro de conquista, fue durante quince años el único sitio poblado por españoles en todo el Río de la Plata, desde el despoblamiento del puerto de Buenos Aires en 1541 hasta el inicio de la expansión fundadora hacia 1555. Fue entonces que se fundó el Cabildo de Asunción.

Por la pobreza de la tierra, la institución no contó con edificio propio; las juntas o ayuntamientos sesionaban en las casas donde residía el gobernador que por lo general eran viviendas prestadas compulsivamente de algún vecino “acaudalado”.

Durante uno de los gobiernos de Hernandarias en 1609 quedó inaugurado, no la primera de las casas capitulares, pero sí un edificio decente que pudiera albergar a la Justicia, el archivo de la ciudad, la sala de sesiones o sala capitular, la cárcel pública y el regimiento que custodiaba las armas del rey.

Desde sus inicios, el Cabildo estuvo asentado sobre las barrancas del río Paraguay; con el paso del tiempo, su precaria construcción sufrió varias refacciones y ampliaciones. Fue el centro de las actividades políticas del Paraguay comunero de los siglos XVII y XVIII, hasta su total derrota en 1735.

Las actas capitulares de Asunción nos hablan de la preocupación constante que supuso para las autoridades del Cabildo mantener los tejados sin goteras, cerrar grietas en las paredes, contener los zanjones que se formaban a su alrededor y dotarle de una campaña para llamar a reuniones e indicar el tiempo de queda en la ciudad.

La ocasión propicia para contar con un reloj trajo consigo la necesidad de construir una torre que lo sostuviera. En 1773 el Cabildo pudo adquirir de la Junta de Temporalidades un reloj con dos campanas que había pertenecido a los jesuítas expulsos.

Cuatro horcones de madera forrados con paredes de ladrillos de adobe crudo fue la primera torre del Cabildo de Asunción. Su estructura resultó tosca y deforme, razón por la cual la tuvieron que modificar de nuevo, una y más veces. La misma se hallaba unida a la fachada del edificio del Cabildo por uno de sus ángulos, en dirección oeste.

Cuando ya residían en Asunción los integrantes de la Comisión Demarcadora de Límites, entre ellos Aguirre, Azara y Ramón de César, este último fue comisionado por el Cabildo para demoler la torre y construirla de nuevo.

Los planos de César y Azara de 1786 marcan el tiempo en que fue derribada dicha torre. En el plano de Azara todavía aparece en pie, en cambio en el de César, el Cabildo carece de torre, lo que nos dice que al dibujar su plano Ramón de César, el edificio ya no contaba con ella, previo descenso del reloj y sus campanas.

Aunque Félix de Azara la hace aparecer en su plano de 1793, los defectos que sufría la nueva torre, según las actas del Cabildo, seguían siendo los mismos; peligro de desplome de la paredes que da al cuartel de la plaza, grietas, entrada de agua a la caja del reloj y otros. La torre dibujada en el último plano de Azara se halla adosada al viejo edificio del Cabildo, con orientación oeste, como la anterior.

Aguirre concluyó en Asunción la primera parte de su trabajo en 1793 y lo llamó Diario del Capitán de Fragata de la Real Armada Don Juan Francisco de Aguirre... escribió en total cuatro tomos distribuidos en tres volúmenes. En el primer tomo de sus obras especifica el punto que utilizó como referencia y lo hace en estos términos: Torre del Cabildo - Rumbo -Latitudes 25º 16’ 45” - Longitudes o° 00’ 00”.

Aguirre realizó dos grandes incursiones terrestres. La primera en 1791 junto con Azara alrededor de la confusa línea limítrofe del Brasil, más allá de la región de Curuguaty, hasta las márgenes del río Jejuí, afluente del Paraguay. Y la segunda la efectuó con su destacamento en 1793, por la cordillera y sus ramales desnivelados cerca de Villa Rica del Espíritu Santo. En ambas exploraciones verificó numerosos cálculos, mensuras y reconocimientos, que dejó consignados en su Diario; todas sus coordenadas, lo mismo las de Azara, fueron tomadas a partir del Meridiano Cero de Asunción ubicada en la torre del Cabildo.

Durante la Dictadura del Doctor Francia, el viejo Cabildo ya no podía sostenerse en pie; la piedra fundamental fue colocada junto a la pared oeste de la torre, lo cual significa que la misma quedaba en pie, no tanto por su solidez sino por la utilidad que prestaba a la ciudad el reloj con sus campanas; que una marcaba la hora y la otra más pequeña, los cuartos de hora.

Una vez trasladada a sitios convenientes la cárcel pública, el archivo de la ciudad, la sala de sesiones, las oficinas de la Justicia y demás, en 1816 se ordenó la demolición del edificio. La nueva obra comenzó a partir de la torre, lo que hizo que esta cambiara de orientación, en adelante estaría al este del Cabildo.

El plano del Cabildo fue obra de fray Andrés Rodríguez, recoleto, quien recibió en pago cinco onzas de oro, a nombre del convento franciscano de la Recoleta. Los vecinos de Asunción, principalmente los comerciantes españoles y porteños, se vieron compelidos a entregar un aporte proporcional a las ganancias que según Francia debían entregar mensualmente para la “gran obra” como la calificó el Dictador.

A partir de 1822 las sesiones del Cabildo se volvieron a celebrar en la nueva sede. Cuando Francia suprimió el Cabildo en 1824, el archivo de la ciudad siguió formando parte del Cuerpo Municipal, quedando su custodia a cargo del alcalde de primer voto.

Durante el gobierno de Carlos Antonio López, el antiguo Cabildo fue ampliado para sede de Gobierno. Las obras públicas se emprendían bajo la dirección de maestros nacionales y extranjeros contratados estos en Europa, y algo fundamental, el Estado contaba con suficientes fondos provenientes del Tesoro Nacional. El ingeniero austrohúngaro Francisco Wisner de Morgenstern, recién contratado por el gobierno paraguayo fue nombrado director de las obras del Cabildo.

A comienzos de 1847 se trabajaba en el mojinete de la sala con los “arranques que se han unido con las paredes viejas”, vale decir, la unión de la Sala Capitular de la era francista con la nueva levantada a continuación de aquella.

Antes de acabar el mes de julio de 1847 se estaban revocando los pilares, arcos y columnas de la galería, como también la pared del corredor del frente sur.

“En el tímpano del frontón queda dibujado el escudo nacional en el círculo pequeño y en el mayor, las hojas que forman el círculo con el letrero correspondiente y un tablero recortado paralelo con los dos círculos”, los trabajos de pintura “de los blasones” estuvieron a cargo del maestro pintor indígena José Ysogoba.

Gracias a la ilustración de Thomas Page (1854) en la que aparece el Cabildo unido a la torre, hoy se puede entender el reporte del maestro Báez cuando señala que se cortaron 28 palmas y unas varas de alfajías para el tejado: “Queda cubierto de teja vana la media agua en el testero del este, que consta de diez y nueve varas de largo y siete de ancho”. Sin lugar a dudas, se refiere a las paredes de la torre del Cabildo colonial.

Una prueba más de la permanencia de la torre en el extremo este del edificio la hallamos en el informe de noviembre de 1848 que manifiesta la colocación de “nueve barandas en los pilares de las intercolumnas de la galería sud”; la antigua torre no había sido cubierta aún con ningún arco.

Con motivo de los festejos del cumpleaños de Don Carlos, el 4 de noviembre de 1854, “los patriotas” le ofrecieron un sarao en el salón de arriba, constituyendo aquel, el primer baile oficial celebrado en el nuevo Palacio de Gobierno.

En setiembre de 1856, se anunció la celebración de un Congreso extraordinario a reunirse en noviembre, en el citado salón. Recordemos que el edificio de la Sala de Sesiones se había convertido en Teatro Nacional, en 1855; no obstante, los congresos siguientes volvieron a celebrarse en dicha “Sala de Sesiones”, incluso la elección de Francisco Solano López en 1862 y la declaración de guerra a la Argentina, así como el otorgamiento a López del grado de “Mariscal, Presidente de la República del Paraguay y General en Jefe de sus Ejércitos” en 1865.

Las obras del “Cabildo” habían quedado suspendidas en 1849; la proximidad del Congreso de 1856 pudo haber sido la razón de su continuidad y total terminación.

El maestro constructor de esa segunda etapa fue Manuel Riquelme; gracias a sus reportes semanales al Ramo de Guerra y la conservación de los mismos en el Archivo Nacional de Asunción, hoy podemos conocer  las técnicas empleadas en su terminación, los materiales utilizados, las dimensiones del edificio y, lo más curioso, la incorporación de la torre del viejo Cabildo al salón del este; la prueba de esa anexión está a la vista del que quiera verificarla: se trata de la pared vieja, “desencuadrada”, que sobresale del resto del muro frontal, además de las diferencias notorias entre el arco construido a fines de 1856 y las nueve bóvedas o cimbras levantadas durante la primera etapa de construcción (1847).

A comienzos del mes de noviembre de 1856, se estaba revocando “el cornisón, friso y arquitrabe y dos capiteles de pilastras circulares con sus collarines, como también la cornisa circular del arco con sus dos impostas y demás revoques lisos”.

En enero de 1857 se trabajaba “el friso y cornisón de todo lo que ocupa el cuarto de la escalera de uno y otro costado”. Semanas después quedó concluido “el revoque del antepecho de la parte exterior, como también los adornos y el cornisón de un costado”. Se puede decir que la inauguración oficial de la nueva sede gubernativa se dio con la apertura de aquel Congreso extraordinario de 1856, que habilitó a Francisco Solano López para suceder a su padre, en cualquier momento.

El último informe de aquellas obras pertenece al maestro pintor Manuel Benítez, que en marzo de 1857, había pintado “de colorado cinco puertas grandes, ocho chicas, ocho ventanas grandes, cinco chicas y dos costados de barandas”. Con estos detalles, el “Cabildo”, ampliado y remozado por Don Carlos, llegó a su término.

El Cabildo fue sede del Ejecutivo y del Ministerio del Interior hasta 1894 cuando trasladaron sus dependencias al palacio particular de Francisco Solano López, concluido para el efecto e inaugurado el 12 de octubre de 1892. Paulatinamente se fueron trasladando las demás oficinas que todavía quedaban en la vieja Casa de Gobierno.

A partir de 1905, la planta baja del antiguo Cabildo se convirtió en la primera sede del Estado Mayor General, dependiente del Ministerio de Guerra. Tras el golpe de Estado de Albino Jara (1908) se frustró dicho emprendimiento quedando sin efecto la ley de 1905.

En 1917 el Congreso aprobó una fuerte suma de dinero para dotar al edificio del Cabildo de unas escaleras amplias construidas fuera del edificio, aunque incorporadas al mismo mediante resguardos de vidrio.

No faltaron voces que pretendieron ampliar sus paredes y salvar las asimetrías de su fachada para destinarlo, allá por 1938 como sede de la Municipalidad de Asunción. La propuesta no tuvo eco favorable y el edificio se salvó de sufrir modificaciones. Aunque no por mucho tiempo, la Cámara de Senadores adaptó el salón de la planta alta a la medida de sus intereses, total que hoy, luego de la retirada de los congresistas a su nueva sede, el salón quedó casi irreconocible por las despiadadas mutaciones sufridas, tantas que hasta le arrancaron los marcos, ventanas y rejas de hierro del frente norte.

Por suerte, la antigua torre sigue en pie; hoy alberga a la sala de Arte Sacro del Centro Cultural de la República, “El Cabildo”, fundado en 2004 con el patrocinio del Congreso Nacional.

Uno de los primeros frutos de nuestra investigación sobre “La torre del Cabildo. Referencia del Meridiano Cero de Asunción” se vio materializado con la determinación exacta de dicho meridiano, resultado que aparece plasmado en la reciente publicación del Calendario Astronómico 2012, Edición Bicentenario de la República del Paraguay, editado por Waldemar Villamayor-Venialbo con los auspicios del Club de Astrofísica del Paraguay, el Centro Paraguayo de Informaciones Astronómicas, la Facultad de Ingeniería-UNA y la Sociedad Científica del Paraguay.

La determinación de las coordenadas geodésicas del Meridiano Cero referenciadas por el ingeniero Lorenzo Centurión Carmona y editadas en el citado calendario se presentan a continuación en edición facsimilar.

Los resultados de este trabajo científico hicieron posible la señalización del punto exacto por donde pasa el Meridiano Cero de Asunción. En una ceremonia llevada a cabo el 21 de marzo de 2012 en el Centro Cultural de la República, “El Cabildo” se colocó un hito de bronce en el piso de la antigua torre, referencia de dicho meridiano, y una luz magnética de color verde ubicada en el techo ilumina el punto. En el futuro se tiene pensado instalar, en la planta alta del edificio, otra luz magnética que cruce la plaza mayor marcando la trayectoria del histórico Meridiano Cero de Asunción, luminaria que se perdería entre el follaje de los árboles invitando a propios y extraños a que la observen y se interesen por conocer su historia.



REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Fuentes

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AAA-AF: Archivo Fotográfico

AAA: Archivo Nacional de Asunción

AAA-SH: Sección Historia

ANA-NE: Nueva Encuadernación

ANA-SCJ: Sección Civil y Judicial

ANA-CAC: Copia de Actas Capitulares

ANA-SPT: Sección Propiedades y Testamentos

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MAPAS

 

Mapa del geógrafo alemán MARTÍN BEHAIM, 1492

 

 

 

Mapa de Manuel Francisco de Barros e Sousa de Mesquita de Macedo Leitao e Carvalhosa

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Plano de Julio Ramón de César (1785)

 

 

Plano de Félix de Azara (1786)

 

Plano de Julio Ramón de César (1786)

 

Ilustración del cartógrafo Miguel Antonio Ciera (1758)

 

 

 

 

Asunción - Plano de Félix de Azara (1793)

 

 

 

 

 

 

 

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