CAMPAÑA DE HUMAITA - GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA
Con el título de "CAMPAÑA DE HUMAITÁ" incluimos los combates de Itapirú, Pasaje del río Paraná, Estero Bellaco, Tuyutí, Potrero Sauce o Boquerón, Curuzú, Yataity-Corá: conferencia entre López y Mitre, batalla de Curupayty, Tajy-Tatajybá, Reducto o Paso de Cierva, combate de las canoas y evacuación y rendición de Humaitá. Estas acciones y sus alternativas gloriosas, el valor y el coraje del soldado paraguayo adquirieron relieve de epopeya.
COMBATE DE ITAPIRÚ
Entre arenas y piedra, sobre un banco del río Paraná, en uno de los brazos divergentes del mismo, había establecido el Mariscal un pequeño fuerte, con algunas piezas de artillería, con el nombre de Itapirú. Esta minúscula guarnición cumplía un papel de constante hostilización, a los intentos de la escuadra aliada y a los cíe algunas fuerzas desembarcadas en otra isleta mayor en el lado sur.
Continuamente se producían choques navales entre el vaporcito paraguayo "GUALEGUAY" y algunos acorazados brasileños que trataban de acosar al contingente paraguayo dije se encontraba en otra isla cercana, denominada Carayá. Estos elementos de tan poca cuantía, solían infligir damos apreciables a los buques adversarios. En una ocasión, los brasileños habían bajado, navegando Paraná arriba, una dotación de soldados y cañones en tierra firme. Los paraguayos, que habían preparado una emboscada, dieron cuenta acabada del grupo. Tres semanas duraron estas refriegas, frente a una poderosa escuadra y miles de hombres que veían impedidos sus propósitos (1).
En el lado sur del río Paraná, frente a Itapirú, desembarcaron los aliados, el 5 de abril de 1866, una tropa de 2.000 de infantería y 8 piezas de cañones (2). Cavaron trincheras en dos líneas, mientras una escuadra de seis buques llegaba hasta Itatí, ocupándola. Los paraguayos lo habían abandonado con anterioridad. Sin duda, el plan aliado de este desembarco obedecía a una operación preliminar para llegar al otro lado del Paraná. El mariscal LÓPEZ dispuso que el Tte. Cnel. JOSÉ EDUVIGIS DÍAZ con 1.200 hombres y un número adecuado de canoas, aprovechando una oscura noche, desembarcase en las posiciones enemigas, al otro lado del río. La operación fue llevada con acierto hasta las mismas posiciones contrarias.
A la madrugada comenzó el primer combate con una furiosa carga paraguaya que llegó a las primeras líneas por el centro del ataque, pese a que en los flancos fue frenado. La segunda y la tercera arremetidas llevaron a ejecución 400 de tropas que se apostaron en la retaguardia, bajo un fuego abrumador de la escuadra enemiga. La lucha había durado todo el día, hasta que los asaltantes emprendieron la retirada, antes que las canoas fuesen destruidas por el bombardeo de la escuadra. En el reembarco, los soldados paraguayos volvieron a hacer gala de un arrojo temerario, pues la mayoría se hallaban heridos y mutilados después del sangriento encuentro. Llegaron a Itapirú en número de 900, dejando en la lucha 300, entre muertos y heridos. En el lado enemigo las bajas fueron igualmente numerosas, y quizás más, pues cooperaron a aniquilarlos sus propios buques
PASAJE DEL RÍO PARANÁ
Después de los repetidos choques entre la escuadra brasileña y las chatas paraguayas, alrededor del fuerte de Itapirú y la isleta del mismo nombre, los aliados se avinieron a realizar el pasaje del río Paraná. Su objetivo era invadir el territorio paraguayo, luego de un largo planeamiento estratégico. En fecha 16 de abril de 1866, el enemigo, embarcado en treinta vapores, cientos de canoas y otros elementos bogantes (3), llegaron a tierra en una zona difícil para la defensa, a una milla más o menos arriba de la confluencia de los ríos Paraguay y Paraná, en la orilla izquierda del primero.
Estas fuerzas; al mando del general brasileño MANUEL LUÍS OSORIO, se componía de 10.000 hombres. Al día siguiente, igualmente en el lado derecho del río Paraguay, desembarcaron 5.000 más entre argentinos y orientales, al mando del general VENANCIO FLORES. El mariscal LÓPEZ envió dos batallones al mando del capitán HERRERA hacia Tres bocas, con el objeto de vigilar los movimientos enemigos. Estas fuerzas trabáronse en ligeras escaramuzas con la guardia avanzada del enemigo para luego unirse a las tropas del comandante BASILIO BENÍTEZ.
El día 17, el jefe paraguayo enfrentó a las tropas brasileñas que marchaban hacia el fuerte de Itapirú. El combate tuvo lugar en una zona angosta, estrechada por esteros y bosques tupidos que dificultaban la movilidad de nuestro contingente. No obstante la superioridad numérica de los aliados, los paraguayos pelearon con eficacia, causando al enemigo considerables bajas. Las fuerzas del Gral, OSORIO lograron envolver por la derecha a nuestra columna determinando su retirada.
Obligado, por los avances del enemigo, el mariscal López abandonó Itapirú. Hizo transportar, penosamente, algunos cañones que defendían el área de la lucha; pero como el bombardeo de la escuadra imperial continuaba sin cesar, retiróse nuevamente a Paso de Patria. Aquí fue a establecer su cuartel general en Nduré.
La artillería del general Bruguez y algunas tropas del comandante HILARIO MARCÓ quedaron para defender las trincheras de Paso de Patria. Posteriormente, bajo la presión de los aliados, retiró el Mariscal todo su ejército hasta la nueva línea de trincheras, en el lugar llamado Paso Gómez, ya en los campos de Estero Bellaco.
(1) C. Centurión. “Memorias”, pág. 45. Tomo II
(2) C. Centurión. Ob. Citada. Thompson, pág. 148, “Guerra del Paraguay”
(3) C. Centurión. Pág. 54, T.C. Memorias.
BATALLAS DE ESTERO BELLACO - TUYUTI
Después de la batalla del 2 de mayo de 1866 en Estero Bellaco al mando del Cnel. JOSÉ E. DÍAZ que con 3.500 hombres irrumpieron en el campamento aliado al medio día peleando contra 7.000 efectivos cuya sangrienta pelea duró hasta bien entrada la tarde, retirándose Díaz para evitar un exterminio, dejando en el campo de batalla más de 2.000 cadáveres, se resguardó con su tropa en un punto denominado Estero Rojas.
En Tuyutí el ejército ocupaba más o menos un frente de tres millas, hasta Potrero Piris, que quedaba al sur de Estero Bellaco. Un efectivo de 45.000 hombres contaban los aliados, mientras que el Mcal. LÓPEZ había reorganizado su ejército de más o menos 25.000 combatientes. El 24 de mayo de 1866 el Mariscal decidió atacar al enemigo en la siguiente forma: el Gral. VICENTE BARRIOS con 8.000 de infantería y 1.000 de caballería debía embestir por la izquierda al enemigo, el Cnel. EDUVIGIS DÍAZ con 5.000 Hombres en el centro y el Gral. ISIDORO RESQUÍN por la derecha con 7.000 de caballería y 2.000 de infantería.
Barrios y Resquín debían hacer un rodeo lleno de dificultades para encontrarse en la retaguardia con el adversario. Para su realización, tendrían que atravesar montes espesos y ubicarse detrás de los tupidos palmares de YATAYTY-CORÁ. Desgraciadamente, el ataque no fue de sorpresa, tal como fue concebida la operación, porque los aliados estaban en ese momento en pie de combate, con motivo de prepararse para una inminente acción seria de reconocimiento a las posiciones paraguayas.
El Gral. Barrios no pudo ponerse en acción a la hora en que se esperaba, pues el largo trayecto recorrido le impidió llegar a tiempo. A pesar de ello; Barrios arrolló al enemigo, llevándolo hasta el estero. Pero rehaciéndose éste, volvió a controlar las acciones. Se repitieron, más de una vez, los choques de avance y retroceso. Por su parte, el Gral. RESQUÍN, en los primeros momentos derrotó a la caballería argentina al mando del Gral. CÁCERES y a la infantería del Gral. HORNOS. Éstos recibieron un fuerte contingente de refuerzo para rechazar a Resquín, que no pudo llevar la artillería y los cuantiosos materiales capturados en las primeras arremetidas.
Por su parte en el centro el Gral. JOSÉ E. DÍAZ no pudo vencer la resistencia del Gral. VENANCIO FLORES. Contaba con armas nuevas, de tipo moderno, que le dieron ventajas apreciables. Más aún; el jefe paraguayo se encontró en su avance con esteros, en su mayor parte de profundidad irrebasable. Cuando el Gral. RESQUÍN, con su pequeña reserva de infantería, quiso pasar hacia el punto donde debía unirse con BARRIOS, se encontró con que el enemigo había extendido su línea con nuevos batallones que le cortaban el paso. Empero, una parte de un regimiento, a las órdenes del mayor OLAVARRIETA, penetró en las defensas enemigas y alcanzó el lugar convenido, pero el Gral. BARRIOS no había llegado aún. Por los fuertes contingentes que le batieron se paralizó su marcha. La enorme pérdida paraguaya y la imposibilidad de romper las defensas aliadas exigieron la retirada, al atardecer del mismo día 24 en que comenzó la batalla de Tuyuti.
Las bajas por ambas partes fueron numerosísimas. Se calcula por el lado paraguayo 6.000 muertos y por los aliados 8.000 entre muertos y heridos. Tres días después del sangriento combate, el campo aún se hallaba cubierto de cadáveres, mezclados en un hacinamiento pestilente. Los muertos aliados fueron enterrados, mientras que los paraguayos fueron incinerados (Thompson. Obra citada. Pág. 146.).
BATALLA DEL POTRERO SAUCE O BOQUERÓN
Después de la batalla de YATAITY-CORÁ del 10 al 11 de julio, en que DÍAZ actuó como General (ascendido por su actuación en la batalla de Tuyutí), al frente de 6.000 compatriotas, encargó al Gral. ELIZARDO AQUINO el mando para enfrentar a los 15 batallones aliados en una lucha frontal en que se combatió con denuedo hasta bien entrada la noche, después de la batalla preliminar del día anterior. Los paraguayos tuvieron aproximadamente 300 bajas entre muertos y heridos y los aliados perdieron más o menos 200 hombres.
El Mcal. LÓPEZ determinó provocar a sus enemigos en la zona llamada Potrero Sauce o Boquerón. Esta región estaba atrincherada desde Punta Ñarõ a Potrero Piris y se había mandado abrir otras posiciones a modo de hacer peligrar uno de los flancos del ejército brasileño y parte de la retaguardia de las posiciones uruguayas del Gral. VENANCIO FLORES. Estas disposiciones del Mariscal decidieron a los jefes aliados emprender un ataque general. A este fin prepararon un plan de acción esmeradamente concebido, contando con todo el ejército combinado de 35.000 hombres. Las tropas paraguayas contaban con 6.000 hombres de infantería y caballería comandadas por el Gral. RESQUÍN.
En la madrugada del 16 de julio de 1866, el Gral. GUILLERMO MANUEL DE SOUZA con 35.000 hombres se lanzó al ataque en el paso entre Punta Ñarõ y Potrero Piris, previo un bombardeo con ocho piezas de artillería. En tanto, el Gral. JOSÉ LUIS MENA BARRETO, con otra brigada de infantería y dos piezas de artillería, presionaba en el área del citado Potrero Piris. Los paraguayos se defendieron bravamente durante algunas horas. Luego se retiraron hacia los montes del Sauce. Se repusieron al recibir un contingente de refuerzos al mando del Cnel. AQUINO y contraatacaron furiosamente. Llegaron de nuevo a la posición perdida. Los brasileños contraatacaron con tropas frescas. Así se cambió la situación por tres veces consecutivas. El Cnel. AQUINO quedó gravemente herido en la acción y murió tres días después. Indecisa la batalla por no poder romper los aliados la línea de defensa paraguaya, decidieron reforzar sus tropas con las del Gral. MENA BARRETO.
Mientras insistieron en el Potrero Piris, el ejército del Gral. DE SOUZA, por estar demasiado raleado, fue relevado por la división del Gral. ALEJANDRO GOMES DE ARGOLO. No obstante este enorme esfuerzo, requirieron también las fuerzas del Gral. EMILIO MITRE. De esta suerte siguió la lucha en medio de un cañoneo infernal. La fuerza del Gral. ARGOLO, muy castigada, fue reemplazada por la división del Gral. VICTORINO JOSÉ CARNEIRO MONTEIRO. La presión enemiga se hizo muy fuerte, pero a pesar de todo, los defensores pasaron a la ofensiva, metiendo cuñas por diversos puntos.
Así fue como una arremetida, al mando del comandante GIMÉNEZ, causó una tremenda confusión y estuvo a punto de desbaratar la articulación de los ataques enemigos. GIMÉNEZ lo suplantó el Cnel. AQUINO por caer gravemente herido. Medió una breve tregua tras las cuantiosas pérdidas del ejército aliado. No obstante volvieron los brasileños, orientales y argentinos a insistir en el área del Sauce, bajo la dirección del Gral. CARNEIRO. Una y otra vez fueron rechazados, especialmente por las aguerridas gentes del mayor MARCELINO CORONEL, un bravo soldado que mereció el elogio del Mariscal por su comportamiento magnífico, quien murió, lastimosamente, en el campo de batalla como un héroe.
Los ataques combinados por todos los flancos obligaron a los paraguayos a batirse en retirada hacia la línea interior de las últimas trincheras de Boquerón. Los enemigos concentraron decididamente sus ataques sobre este punto. Pero ante el terrible fuego de la artillería paraguaya del Cnel. BRUGUEZ, los atacantes quedaron remolinando. Fue enérgica la oposición de los defensores de la nueva posición.
Por fin, los aliados se abrieron en dos y avanzaron recostados en los paredones que formaba la vegetación tupida de los bosques. Los batallones argentinos fueron los primeros en entrar en zonas atrincheradas, librándose un sangriento combate cuerpo a cuerpo. Los paraguayos sacaron a relucir armas de toda clase como machetes, garrotes, palos, en visible inferioridad de número (5).
En el momento en que las tropas aliadas dominaban el campo, apareció el mayor JESÚS PÁEZ con una batallón desmontado e inició un tremendo contraataque que desorientó al adversario. Cinco batallones más al mando del Gral. DÍAZ, entraron igualmente en combate, desalojando a los argentinos. En esta acción las tropas argentinos fueron totalmente diezmadas. El Cnel. Oriental LEÓN DE PALLEJAS, de origen español, cayó muerto durante el contraataque. Las fuerzas del Gral. DE SOUZA fueron desechas y se dispersaron por los montes. Tres días duraron los sangrientos combates en los que, en total los aliados tuvieron 5.000 bajas y los paraguayos 2.500. Estas jornadas, acaso las más cruentas y enconadas de esta campaña, fueron favorables a los paraguayos y acabaron por entorpecer el movimiento del ejército aliado, creando entre sus jefes las primeras desavenencias.
(5) Gral. Garmendia. "Recuerdos de la Guerra".
COMBATE DE CURUZÚ
El mariscal LÓPEZ había ordenado la construcción de una línea de trincheras en el lugar llamado Curuzú, a un extremo de la zona de Carrizales, extendida desde la costa. Hizo emplazar allí tres cañones de 32, en la parte saliente que daba al río Paraguay.
La escuadra aliada se acercó a Curuzú en los primeros días de setiembre de 1866, trayendo 14.000 hombres de tropa al mando del Gral. GUILLERMO MANUEL, marqués de Souza, barón de Porto Alegre, desembarcando a un punto llamado Las Palmas, en la orilla izquierda del río; mientras los buques bombardeaban de día y de noche los emplazamientos de la guarnición. 2.500 hombres guarnecían este lugar bajo el mando del Cnel. MANUEL ANTONIO GIMÉNEZ. Los paraguayos contestaban sin descanso al bombardeo enemigo.
Uno de los torpedos fabricados por técnicos ingleses, al servicio del ejército paraguayo -de los que se mandaban río abajo contra la escuadra- hundió el acorazado "RÍO DE JANEIRO", de seis cañones, ahogándose su capitán y perdiendo 53 hombres de su dotación. El acorazado "IVAÍ" perdió su caldera y, agujereada en varias partes, abandonó la lucha. Después de varios días de bombardeo, se decidieron los brasileños a desembarcar hacia la izquierda las baterías y llegaron a tierra bajo fuertes pérdidas.
Al hacer irrupción el numeroso ejército del Gral. PORTO ALEGRE y al ser rodeado, el Cnel. GIMÉNEZ ordenó el repliegue de sus tropas del arma de artillería que emprendió la retirada hacia Curupayty. Mientras tanto comenzó una lucha desesperada de l contra 5. La infantería, de 2.500 hombres, se batió empecinadamente y con gran valor, perdiendo banderas y abandonando sus piezas de artillería, por lo que fue amonestado severamente y castigado por el mariscal LÓPEZ por el desbande de las tropas a su cargo.
Los paraguayos tuvieron 700 muertes y 1.500 heridos, cuya mayoría logró alcanzar la zona de seguridad en la retaguardia. Las tropas aliadas perdieron alrededor de 1.500 hombres, entre muertos y heridos. El ejército del Gral. PORTO ALEGRE quedó bastante mermado, por lo que no pudo continuar su marcha hacia Curupayty, que aún no estaba fortificada.
La flota brasileña, resentida por la oposición encontrada, se retiró aguas abajo. No obstante esta disposición, los torpedos paraguayos seguían causándoles cuantiosos daños.
YATAITY-CORA: CONFERENCIA ENTRE LOPEZ Y MITRE
El Ejército Aliado había puesto pie firme en Curuzú. Debía unírsele nuevos contingentes de tropas argentinas y orientales, para la realización de un vasto plan de operaciones sobre Curupayty. En estas circunstancias, el mariscal LÓPEZ se dirigió, por nota al general BARTOLOMÉ MITRE, invitándole a una conferencia. Su propósito era concertar un armisticio que pusiera fin a la contienda o, en su caso contrario, según Thompson, ganar tiempo para fortificar en debida forma la defensa de Curupayty.
Cumplidos los trámites pertinentes, el día 12 de setiembre, el Mariscal llegó a Yataity-Corá, con su guardia y su cortejo de oficiales. La entrevista duró cinco horas entre los dos altos Jefes y Presidentes de sus respectivos países. En ella se habló mucho, ignorándose gran parte de las ideas y proposiciones cambiadas. No obstante, algunos puntos son conocidos por referencias documentadas de Jefes militares a quienes LÓPEZ explicó algunos pasajes de esta conferencia.
El Gral. MITRE se mantuvo firme en su decisión, por un lado, de una previa consulta con los otros miembros de la Alianza y, por otro, hacer valer básicamente, las cláusulas del Tratado Secreto. El Tratado disponía que el Presidente paraguayo debería abandonar el país y su ejército. El Mariscal se negó a ello rotundamente. El Gral. RESQUÍN, Jefe del Estado Mayor de López, sostiene sin embargo lo que sigue:
"El mariscal López propuso que, siendo él la causa de la guerra sostenida por las naciones aliadas, se hallaba resuelto a renunciar a la Presidencia del Gobierno del Paraguay, saliendo del país, como garantía de paz, previas todas las satisfacciones debidas a los gobiernos aliados, desde que ellos renunciasen al Tratado Secreto de la Triple Alianza, firmado el l° de mayo de 1865. El Gral. MITRE aceptó la primera proposición, negándose, por considerarla imposible, a la aprobación del mencionado tratado, antes de sus efectos, aunque sí podía modificarse en parte, desde que el mariscal LÓPEZ se retirara del gobierno de1país. Entonces el Mariscal rechazó enérgicamente esa indicación despidiéndose, dispuesto a continuar la guerra hasta vencer o morir" (6).
El Cnel. Thompson, más explícito que Resquín, describe la entrevista de Yataity-Corá, en los siguientes términos:
"Al día siguiente (de aceptada la entrevista) -12 de setiembre de 1866-, López se vistió con un traje del todo nuevo, que se componía de kepí, más una casaca sin charreteras, un par de botas granaderas, con espuelas y, para completarlo, un par de guantes: las botas y las espuelas no las abandonaba nunca, porque pretendía imitar a Napoleón. Sobre el traje militar agregó su poncho favorito, que era de paño crema, forrado de vicuña, ribeteado con un galón de oro y la abertura ricamente bordada de oro. La escolta no se presentó con uniforme de parada, sino simplemente con las camisetas de costumbre. El Gral. BARRIOS y sus hermanos VENANCIO y BENIGNO LÓPEZ formaron también parte de la comitiva. Hasta la trinchera fue conducido en un carruaje americano de cuatro ruedas y allí montó su caballo blanco. Al partir del cuartel general con su comitiva, hizo un largo rodeo, para salir por el Paso Gómez y hacer creer al enemigo que este era el único camino que existía. El uniforme de MITRE consistía en una casaca con cinturón y tiros blancos y un sombrero viejo de fieltro con alas anchas y copa baja, que le daba cierta semejanza a don Quijote. Las escoltas hicieron alto y los dos Presidentes se adelantaron solos, y a cierta distancia, paso al habla de sus ayudantes. Algunos minutos después, MITRE mandó llamar a POLIDORO y a FLORES para que asistieran a la entrevista. El primero contestó que desde que el General en Jefe estaba presente, su presencia era innecesaria. FLORES vino y fue presentado a LÓPEZ; éste le acusó de ser el causante de la guerra por haber solicitado y obtenido la intervención brasileña en la Banda Oriental, a lo que FLORES contestó que nadie era más celoso que él por la independencia de su patria".
"Los dos presidentes se presentaron mutuamente, LÓPEZ al Gral. BARRIOS y a sus dos hermanos, y MITRE al Gral. FLORES y a algunos otros oficiales. FLORES se retiró momentos después, quedando solos los dos presidentes. Su conferencia privada duró cinco horas seguidas. López hizo traer sillas y una mesa, durante el tiempo de la conferencia, unas veces permanecían sentados y otras se paseaban. Como había tinta y papel se levantó un protocolo, en el que se estableció, que S.E. el mariscal LÓPEZ había invitado al presidente MITRE a tomar en consideración si la sangre derramada ya no era bastante para lavar sus mutuos agravios, y que S.E. el presidente MITRE, se había limitado a contestar que pondría el asunto en conocimiento a los gobierno aliados, que eran los únicos competentes para resolver la cuestión. Durante la entrevista, cuando LÓPEZ encarecía sus sentimientos pacíficos, MITRE le contestaba que él no podría tomar determinación que no estuviera de completo acuerdo con el tratado de alianza, y preguntó a LÓPEZ si creía que bajo estas bases podría terminar la guerra. LÓPEZ contestó que jamás podría aceptar las condiciones de ese tratado, que nunca podría servir de base a un tratado de paz, y que si éstas eran las únicas condiciones que se le hacían las resistiría hasta el último extremo. Brindaron con agua y cognac y cambiaron sus látigos en recuerdo de la entrevista. MITRE dijo a LÓPEZ que las operaciones de la guerra serían llevadas adelante con el mayor vigor, Después de esto se separaron" (7)
Algunos comentaristas afirman que López no podía, en ninguna forma, aceptar semejante imposición, pues, en tal caso, el Paraguay quedaría siendo presa humillante de sus agresores ensorbecidos. Tampoco el Mariscal podría dejar el país a merced de sus enemigos. Por otra parte, no era posible, sin mengua de la soberanía y la independencia de su patria, aceptar lo que los aliados dispusieran a su arbitrio o conveniencia, la destitución del Presidente de la República, electo legalmente por el Congreso Nacional y conforme a la libre voluntad de su pueblo. Sea de ello lo que hiera, la conferencia de Yataity-Corá señala un alto en el espíritu orgulloso del Mariscal y le da una exacta comprensión de su precaria probabilidad bélica de vencer, en aquella hora incierta de su gigantesca hucha, por una causa loable y justa, la de defender la soberanía de la República del Paraguay.
Por lo que afirman el Gral. RESQUÍN y el Cnel. THOMPSON en los párrafos anteriores, el Gral. MITRE y sus coaligados provocaron la guerra, no para derrocar al presidente LÓPEZ, sino con la firme decisión de destruir totalmente al pueblo paraguayo y repartirse como buitres su territorio, como parcialmente lo hicieron.
(6) Gral. Francisco Isidoro Resquín: "Datos históricos de la Guerra del Paraguay contra la Triple Alianza". Vol. I. Pág. 46. Ed. imp. Militar. 1942.
(7) Thompson: "La Guerra del Paraguay". Pág. 95 y sgtes. Edición 1869. Buenos Aires.
BATALLA DE CURUPAYTY
Después de que el ejército aliado se aferrara a Curuzú y la escuadra embarcara numerosos contingentes argentinos desde Itapirá, el Mcal. LÓPEZ cayó en la cuenta de que el enemigo se aprestaba ostensiblemente a embestir la línea paraguaya por el lado de Curupayty. Esto motivó que inmediatamente ordenara la fortificación desde la parte más saliente sobre el río Paraguay, hasta una extensión conveniente a la izquierda, de manera que no sea factible un flanqueo. En todo lo largo de las trincheras se abrieron fosos de seis pies de profundidad y once de ancho (8). Fueron colocadas 49 piezas de artillería, distribuidas estratégicamente, con especialidad en el área al río (9).
Así se precavía que no se repitiera el flanqueo de Curuzú. La guarnición paraguaya contaba con un efectivo de 5,000 hombres de infantería al mando del Cnel. ANTONIO LUIS GONZÁLEZ, subordinado al Gral. JOSÉ EDUVIGIS DÍAZ, comandante en Jefe de la fortaleza y algunos batallones de artillería, que en su distribución, los grupos estaban bajo el mando del Cap. PEDRO GILL, Cap. ADOLFO SAGUIER, el mayor PEDRO HERMOSA y el Sgto. ALBERTANO ZAYAS, quien murió en batalla.
El día 22 de setiembre de 1866 a primera hora de la mariana, comenzó un bombardeo atronador de la escuadra aliada al mando del almirante vizconde de TAMANDARÉ. Las baterías paraguayas contestaron sostenidamente. Casi al mediodía, el ejército aliado en uniforme "de parada" de 8.000 hombres al mando del Barón de Porto Alegre, inició el ataque frontal juntamente con los generales WENCESLAO PAUNERO y EMILIO MITRE, igualmente otros 10.000 brasileños conducidos por el Gral. MARQUÉS DE SOUZA hicieron lo propio. Así se inició el ataque frontal por el centro de las líneas de trincheras, sin hallar resistencia en el primer momento. Cuando se aproximaron convenientemente, la defensa abrió fuego cruzado, produciéndose de inmediato un remolino y atascamiento entre las tropas atacantes. En ellas se abrían visibles claros, con pérdidas de batallones enteros, barridos por la metralla que no cesaba de actuar, en medio de un ruido ensordecedor.
Saltaban por el aire, confundidos, masas de hombres, faginas, escaleras, utensilios de diversas clases, mezclados con ayes dolorosos de los que caían, en una confusión dantesca (10).
Horas después llegaron los refuerzos aliados. Entraron por la derecha e izquierda, en arremetidas sucesivas. Todos cayeron confusos en tropel, aniquilados por el fuego implacable de los defensores. Las tropas brasileñas que pretendieron llegar por la derecha a la fortificación quedaron prácticamente destrozadas. Lo mismo ocurrió a las columnas del centro, dirigidas por el Cnel. CARVALHO y los batallones del Gral. WENCELSAO PAUNERO. Algunos oficiales, que pudieron llegar a las proximidades de los fosos, queriendo animar a sus tropas, perecieron igualmente.
Después de cuatro horas de mortandad, sin descanso, el Gral. BARTOLOMÉ MITRE, Comandante en Jefe, que permanecía en la retaguardia esperando afanoso el resultado ordenó la retirada general. El ejército aliado perdió, entre muertos, heridos y abandonados; 6.000 hombres. Los siguientes jefes y oficiales argentinos murieron en la acción, entre otros los coroneles ROSETTI, CHARLONE, ALEJANDRO DÍAZ y OLASCOAGA. Heridos, los comandantes CALVETE, AYALA, GASPAR, CAMPOS, VICTORICA, RETALOZA y otros. Los brasileños perdieron veinte jefes, coroneles y comandantes, entre ellos SOUZA BARRETO, ABREU, FABRICIO DE MATOS, FONSECA, DO REÍS. La escuadra igualmente sufrió averías de consideración, la muerte de dos oficiales y 27 hombres de la dotación.
Las bajas paraguayas fueron de 57 de tropa y un oficial herido. El batallón 12 que salió de las trincheras para hacer una breve persecución al enemigo, recogió gran cantidad de armas, relojes, dinero, tambores e instrumento de música con los cuales venían tocando al inicio de la batalla en perfecta formación de parada. Se calcula en 3000 los fusiles tomados en todos los tipos además de uniformes de ofíciales y banderas despedazadas.
Esta victoria rotunda y única de las armas paraguayas determinó la paralización de la guerra por 14 meses y originó la mayor distancia y tirantez entre los aliados. Produjéronse relevos de altos jefes, cambios de organización, procesos, disputas y censuras recíprocas.
El Gral. DÍAZ se llevó la gloria por esta exitosa y memorable batalla que quedó como un hito en la epopeya de la guerra del 70.
Aquel día de triunfo total recuperó su libertad un conocido sacerdote, quien estuvo preso desde la ascensión al poder de SOLANO LÓPEZ. Pidió permiso para visitar el campo de acción, como lo hizo. Allí formo una cruz de madera, que plantó en medio de los cadáveres aún insepultos y con la punta de un cuchillo grabó la siguiente leyenda: "Aquí yace la flor y nata de la juventud argentina".
(8) Thompson, que inspeccionó la fortificación, dice que tos fosos tenían una profundidad de seis pies y once de ancho. Centurión asevera que tenía 3 varas de profundidad y 4 de ancho.
(9) El número de cañones era de 49 y no de 90, como afirma el Gral. Garmendia.
(10) Centurión, obra citada. Pág. 219.
COMBATE DE TAJY Y TATAJYBA
Al sur del Departamento de Ñeembucú, en el lugar denominado TAJY, tuvo lugar el combate del mismo nombre, en fecha 6 de octubre de 1866. El general BERNARDINO CABALLERO, que solía hacer periódicas salidas para enterarse de los movimientos enemigos, marchó hacia aquel punto con 1.000 hombres. En el segundo día, las tropas paraguayas chocaron con guerrillas enemigas, trabándose combates de poca cuantía y en los cuales los enemigos se daban una y otra vez a la fuga. Molestos por estas andanzas del jefe paraguayo, las fuerzas brasileñas decidieron trabar un combate serio con fuerte efectivo de caballería. En la orilla de uno de los montes más tupidos tuvo lugar la batalla que duró varias horas. En ella el jefe paraguayo demostró guapeza y habilidad derrotando completamente a los brasileños. Más de 500 muertos dejaron los enemigos en el campo de lucha. Los nuestros tuvieron 300 bajas entre muertos y heridos.
Este revés desconcertó a los jefes aliados. Prepararon, entonces, una emboscada a las tropas del general CABALLERO, que persistía en su marcha de reconocimiento. En el lugar llamado TATAJYBA, el general LUÍS ALVES DE LIMA, marqués de Caxías dispuso convenientemente 5.000 hombres para dar caza a las tropas paraguayas. Envió una tropa adelantada para tentar a Caballero, quien inmediatamente lo persiguió y, encontrándose sorpresivamente en medio de un enemigo muy superior, se vio obligado a pelear desesperadamente.
Rodeado totalmente, se empeñó en un combate furioso, y mientras ejecutaba cargas y recibía embestidas fue recorriendo tres millas hacia Humaitá hasta ponerse bajo la protección de los cañones del fuerte.
Efectivamente fue magnífico el comportamiento de esas tropas que, pese a perder 400 hombres, pudieron desprenderse de sus enemigos que en continuo ataque apretaban el cerco a su alrededor. Esta acción le valió a CABALLERO el grado de coronel. En TAJY había ganado el grado de Comandante. El mariscal LÓPEZ honró a los soldados con una medalla conmemorativa de aquellas heroicas acciones.
COMBATE DE REDUCTO O PASO DE CIERVA
El 14 de enero de 1868 MITRE dejó el teatro de la guerra para trasladarse a Buenos Aires, de donde ya no volvió. Había quedado en su reemplazo el general CAXIAS, después designado como "Comandante en Jefe de las Fuerzas Imperiales en la Campaña del Paraguay". El 19 de febrero, gran parte de la flota brasileña y sus ejércitos de tierra en los distintos sectores comenzaron un recio bombardeo sobre las líneas paraguayas y contra los fuertes sobre el río Paraguay. Era una preparación para forzar el paso de Humaitá. Con este motivo, los cañones de tierra sostuvieron un verdadero duelo de artillería con la escuadra enemiga. Esta sufrió algunas averías pero logró su propósito. Los vapores paraguayos "'TACUARÍ" e "YGUREI", ante el peligro que significaban los poderosos acorazados, tuvieron que ganar el arroyo Hondo. La guarnición de Laurel por hallarse sobre el río, tuvo que retirarse a Timbó.
En la misma fecha, el general CAXÍAS, creyendo que el REDUCTO CIERVA tenía comunicación con Humaitá y Laurel, ordenó que fuese atacada por 12 batallones de infantería, 6 regimientos de caballería y 12 cañones (11). La posición, por sí riesgosa y la mala topografía del terreno conspiraban contra las posibilidades paraguayas para una defensa eficaz. No obstante estas condiciones desfavorables, el mayor JOSÉ OLAVARRIETA, con 600 hombres, resistió firme la arremetida. Los brasileños cargaron con brío inusitado en el primer momento, usando por primera vez los fusiles de aguja, los más modernos de la época. A pesar de la enorme superioridad de efectivos y de armas, los paraguayos rechazaron el primer ataque. Pocas horas después, sobrevino el segundo que fine nuevamente rechazado con cuantiosas pérdidas. El tercer y cuarto ataque brasileños, empeñándose con bombas de mano fueron igualmente rechazados.
La artillería paraguaya, que disparaba a boca de jarro, decidió el retiro de los atacantes.
El jefe brasileño, después de comprobar que la guarnición del Reducto era muy inferior a lo que él había supuesto, resolvió reatacarlo, con el apoyo de nuevas fuerzas. Pero los paraguayos ya estaban embarcándose en el "TACUARÍ" e "YGUREÍ" para volver a Humaitá. En el viaje y en dos oportunidades se enfrentaron con los acorazados, cambiando nutridos tiros. La escuadra enemiga no osó perseguir a los nuestros.
Así terminó la acción de REDUCTO CIERVA, habiendo dejado el enemigo 1.200 muertos y enorme cantidad de heridos. Los paraguayos perdieron 150 hombres y 9 cañones (12).
(11) Blas Garay, pág. 245.
(12) Idem, pág. 247.
COMBATE DE LAS CANOAS
En la primera quincena del mes de enero de 1868, la escuadra Imperial forzó el paso de la fortaleza de Humaitá, quedando parte en ella, entre ésta y Curupayty. Estos buques fueron los siguientes: "LIMA BARROSO", "SILVADO" y “HERBAL”. Un poco más abajo estaban el "MEARIM BARROS" y el "COLOMBO".
El Mariscal se hallaba en Humaitá, sabiendo que sería de singular importancia y utilidad la captura de por lo menos un acorazado, que tanta falta le hacía, por lo que dispuso un ataque sorpresivo a los mismos. Hizo llamar a su ayudante de confianza, el capitán JOSÉ IGNACIO GENES y le instruyó debidamente. Igual instrucción dio a sus colaboradores, capitanes EDUARDO VERA, MANUEL BERNAL y TOMÁS CÉSPEDES y a los tenientes de marina TORIBIO PEREIRA y JOSÉ URDAPILLETA. El Cap. GENES con 200 hombres, expertos nadadores, su puso inmediatamente en condiciones de partir para su objetivo en ocho canoas con veinticinco hombres cada una, llevando armas blancas y bombas de mano. Partió del punto llamado CARBÓN-CUÉ la improvisada flotilla de canoas, todas encubiertas por camalotes y aguapés, para pasar inadvertidas a la vista del enemigo.
Era el 2 de marzo del citado año, cuando la cuadrilla iba aproximándose a los acorazados de vanguardia y se topó con una lancha enemiga que patrullaba las aguas en los alrededores, que huyó al verse perseguido por los nuestros, mientras sus ocupantes avisaban a gritos a sus compañeros a bordo de los acorazados del inminente peligro... "paragua, paragua, a abordagen" (13).
Entre tanto los primeros asaltantes llegaron al "LIMA BARROSO" y trepando ágilmente hasta cubierta, dieron cuenta de los primeros defensores que encontraron a su paso. Los demás tripulantes se metieron a la bodega.
Las canoas del capitán BERNAL se acercaron al acorazado “CABRAL” y lo abordaron enseguida (14). Los otros vapores acudieron inmediatamente para defender a los atrapados. Los paraguayos, viéndose ametrallados a corta distancia, tuvieron que lanzarse al agua. Cuando solo quedaron pocos hombres a bordo del "LIMA BARROSO", se les acercó el "SILVADO", barriendo a tiros la cubierta. El Cap. GENES, que quedó solo en un momento dado del combate cuerpo a cuerpo, luchando a brazo partido contra sus numerosos atacantes, ya repuestos del susto inicial, perdió un ojo en la recia pelea.
Así herido y todo ensangrentado se lanzó al agua y nadando ganó una de las canoas, ordenando el retiro y emprendiendo la vuelta con algunos compañeros (15). En el tramo de regreso casi pereció por la metralla enemiga que seguía escupiendo fuego. Se salvó gracias a la intervención de un soldado que lo escoltaba. Cuando se presentó al Mariscal para dar el parte correspondiente, con el ojo colgado sobre la mejilla y la vestimenta hecha jirones por los sablazos recibidos en casi todo el cuerpo, éste le prendió en el pecho "La Estrella de la Orden del Mérito", vivamente emocionado por la proeza infortunada pero magnífica, de su noble capitán.
(13) C. Centurión. “Memorias”. Tomo III. Pág. 102.
(14) Idem. Pág. 103. La orden estaba mal dada, porque permitía que los otros acorazados actuaran libremente.
(15) Juan. G. O'Leary. "Epopeya del Paraguay". Pág. 468.
EVACUACIÓN Y RENDICIÓN DE HUMAITÁ
El 11 de abril de 1868, los aliados comenzaron a moverse frente a la plaza de Humaitá, completamente aislada, para reconocer los efectivos que la defendían. En ella se encontraban 2.500 hombres al mando del Cnel. PAULINO ALEM, primero, y después bajo la dirección del Cnel. FRANCISCO MARTÍNEZ. El Mariscal pensó ayudar de alguna manera a los sitiados, para lo cual ordenó un ataque a los acorazados "BARROSO" y "RÍO GRANDE" que se hallaban más arriba de Timbó. Preparó 24 canoas en el río Bermejo, tripuladas por 10 hombres cada una, que emprendieron la expedición el 2 de julio del mismo año. Llegaron junto a los acorazados casi a la medianoche. Inmediatamente se apoderaron del "RÍO GRANDE" cuya tripulación, atacada furiosamente, se encerró en las casamatas. El "BARROSO" que, aún no había sido abordado, se acercó al otro buque disparando metrallas por todos los costados. Hizo estragos entre los asaltantes. Los que sobrevivieron se lanzaron al agua y alcanzando algunas canoas, volvieron a la guarnición de Timbó.
Fracasado este intento, las gentes de Humaitá quedaron sin esperanza, pero con la decisión de luchar. El 13 de julio, el Gral. OSORIO con 12.000 hombres de tropa dispuso el ataque por el centro, mientras que los argentinos debían hacerlo por un flanco. Los paraguayos esperaron que el enemigo llegara a una distancia próxima y. rompieron un compacto fuego de metralla y fusilería produciendo desconcierto en las filas atacantes. Una y otra vez intentaron los brasileños llegar a la línea de trincheras pero fueron igualmente rechazados con terribles bajas. Se calcula que tuvieron 3.000 muertos y muchas armas abandonadas (16).
Desde Timbó otras fuerzas paraguayas habían marchado para hostigara las tropas argentinas del Gral. RIVAS hasta el punto llamado Reducto Corá donde se hallaba una pequeña guarnición paraguaya. El jefe argentino decidió atacar a estas fuerzas el 18 de julio y 3 batallones al mando del Cnel. MARTÍNEZ DE HOZ emprendió la acción. Los 200 paraguayos que se hallaban en el reducto dejaron que se aproximara el enemigo para lanzarse sobre ellos con furiosa carga a sable y lanza. En el recio combate los argentinos perdieron 400 soldados; huyendo los pocos que se salvaron. Los coroneles MARTÍNEZ DE HOZ y CAMPOS cayeron prisioneros.
Posteriormente, los paraguayos siguieron avanzando hasta dar con el grueso de tropa del Gral. RIVAS en Acayuasá y tras un combate empeñoso se retiraron ordenadamente. En tanto, desde Humaitá, los sitiados trataron de abandonar la plaza en 30 canoas y la primera salida lo hicieron el 25 de julio, llevando muchas mujeres y heridos sin que el enemigo cayera en cuenta de la maniobra. Cuando se enteraron de la sigilosa retirada de este grupo por el lado de Laguna Verá, reforzaron el ejército del Gral. RIVAS y enviaron a la citada laguna 60 canoas, algunas arenadas con cañones para impedir la salida de los paraguayos por ese punto. Los nuestros, que seguían bajo la asordante artillería enemiga que barría la zona del pasaje fueron alcanzados por los aliados. Las acciones resultaron verdaderos combates a sables, de cuerpo a cuerpo, en el entrevero de las canoas. En medio de la noche oscura, solo se oía el chocar de las armas y el griterío de los combatientes.
El 28 del mismo mes los brasileños atacaron nuevamente el fuerte de Humaitá. Bombardearon con innumerables piezas de artillería durante interminables horas, pero fueron repetidamente rechazados. Los ataques se realizaban de noche y simultáneamente por distintos lados. Así fue como una vez, los propios brasileños pelearon entre sí, llevados por la confusión.
En la fortaleza comenzaba a faltar el indispensable alimento para la tropa a pesar de que más de 2000 hombres habían abandonado el sitio durante la retirada en canoas. El peligro se cernía más bien por efecto del hambre que por el asedio enemigo.
El 2 de agosto los aliados intimaron rendición al Cnel. MARTÍNEZ, pero éste se concretó a rechazar con tiros al emisario. Sin embargo, el día 5 aceptó tratar con el enemigo; que le reiteró la intimación. Humaitá capituló después de cuatro meses de estar sitiada. El Cnel. MARTÍNEZ entregó la plaza quedando prisioneros sus 900 hombres sanos, entre ellos, él mismo y más de 200 soldados que no podían tenerse en pie por el hambre (17)
(16) Thompson. Ob. cit, Pág. 505.
(17) ídem. Hacía cuatro días que no habían probado bocado, muchos se mantenían acostados porque no tenían fuerza ni para moverse. Sin duda, el millar de valientes que se quedaron en Humaitá sucumbieron al imperio inexorable del hambre y no por decisión de las armas enemigas.
Por MANUEL RIQUELME
Editorial Servilibro, Asunción, Paraguay 2008.
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Fuente en Internet: itanramada.blogspot.com