MARISCAL JOSÉ FÉLIX ESTIGARRIBIA
Obra de JAIME BESTARD
Óleo sobre lienzo de 203 x 135 cm., Año 1957
SALÓN CENTRAL CÍRCULO DE OFICIALES RETIRADOS
DE LAS FUERZAS ARMADAS DE LA NACIÓN
Tema RETRATO DE PRÓCERES, FAMILIARES,
AMIGOS Y AUTORRETRATO
Fotografías de JUAN CARLOS MEZA
JAIME BESTARD
HIPÓLITO SÁNCHEZ QUELL
Comentario escrito en prensa local
Era en 1918. En la vieja casona de la esquina General Díaz y 15 de Agosto. La que sirvió de residencia en 1859 al Presidente argentino general justo losé de Urquiza. La que fue después, Legación de los Estados Unidos, habitada por Charles Washburn, durante la Guerra de la Triple Alianza. La que ocupaba en aquel entonces el Instituto Paraguayo. La que ahora conserva apenas un muñón de su antigua prestancia. Allí realizaba su primera exposición un joven pintor paraguayo: JAIME BESTARD.
Todavía influenciado por sus maestros, Bestard sin embargo era ya algo más que una promesa. La selecta concurrencia, la elogiosa crítica de la prensa y el éxito de venta demostraron que un nuevo jalón se había plantado en la historia de la pintura paraguaya.
La trayectoria del arte pictórico nacional había tenido sus altibajos. Durante la colonia, los catecúmenos de las Misiones pintaron bajo la dirección de los jesuitas. De la era franciscana nada se conoce. Carlos Antonio López envió como becarios a Europa a Aurelio García y Saturio Rios, que a su regreso ejecutaron retratos de personajes de la época. Después de la hecatombe del 64-70, vino una larga estagnación. Pero fue en el presente siglo que surgió en el Paraguay una generación de brillantes exponentes del arte pictórico. Juan A. Samudio, en cuyas telas palpita la eglógica quietud de las campiñas paraguayas.
Pablo Alborno, enamorado de las fuertes tonalidades de la flora nativa. Julián de la Herrería, vigoroso pintor y ceramista de motivos aztecas, quechuas y guaraníes. Modesto Delgado Rodas, cuyos retratos, desnudos y paisajes tienen vibración vital. Roberto Holdenjara, avezado captador de tipos aborígenes. A esa pléyade se incorporaba Jaime Bestard en 1918.
París, la eterna Meca de escritores y artistas, lo atraía con la fuerza de un imán. Y, con el morral de ilusiones a cuestas, Bestard hacia allá partió en 1924.
Con frecuencia encaminaba sus pasos hacia el Museo de Louvre, uno de los más considerables y más enciclopédicos del mundo, admirando en cada sala los mayores recuerdos históricos y las más incontables obras maestras del arte internacional, tanto las antiguas colecciones reales como las obtenidas después por las conquistas de la revolución y del Imperio, y las compras y donaciones que se han multiplicado hasta nuestros días. Comenzando por la Gioconda que agrupa obras maestras de la pintura italiana, siguiendo con El Greco y Goya que reúne a la escuela española y pasando por las salas flamenca y holandesa con obras estupendas de Van Dyck, Rubens y Franz Hals, Bestard recorría la continua serie de sorprendentes maravillas que se completan con las salas de pintura francesa, desde los primitivos hasta el siglo XX. Y observaba también atentamente las alhajas de la Corona, el maderaje de las cámaras reales, los tapices, objetos de arte, las cerámicas y los esmaltes, las salas de escultura egipcia, oriental, griega y romana.
Bestard estableció su atelier primeramente en el Barrio Latino y más tarde en Montparnasse. Estudió en academias libres. Sus telas de entonces se caracterizan por SUS tonos obscuros de gran sobriedad. Expuso en el salón de los independientes algunos desnudos, motivos de París y de la campiña francesa.
Él nos cuenta que "por las mañanas, cuando hacía buen tiempo, iba al jardín de Plantas; bajaba luego hacia el Sena, y empezando por el Mercado de los Vinos seguía la ribera hasta el muelle Saint-Michel, y subía el bulevar para nuevamente emprender el rumbo hacia mi vivienda. Durante el camino, no dejaba de tomar apuntes de los puentes, de las casas lejanas, de los magníficos percherones de lento y acompasado andar tirando de carros repletos; de los remolcadores seguidos por densos y obscuros nimbos de humo...". Recorriendo el Quai d'Anjou, en la isla San Luis, Bestard solía visitar, bajo los puentes del Sena, a Guerín, su amigo vagabundo. "Desde allí -dice- me deleitaba en contemplar el ancho panorama que desplegaba sus pompas ante mi vista. El tiempo magnífico, amable el sol, el cielo de un azul pálido, tan suave y terso como el pétalo de una flor... Todo contribuía a mantener el espíritu arrobado en la contemplación. Lejos, en la ribera opuesta, levantaba, en el aire diáfano, su alta torre la Estación de Lyon"
Nueve años vivió Bestard en París. De regreso a la patria, desplegó una activa y meritoria labor artística y cultural. En esta etapa, Bestard fue un iluminista de tonos claros. Con vigorosos golpes de espátula, captó en sus telas toda la gama radiante del paisaje paraguayo. Y así fueron surgiendo de su diestra paleta la Catedral, los barrancos de la Chacarita, el Parque Caballero, Caacupé y sus inolvidables patios asuncenos con la maravillosa policromía de sus crotos.
Además de excelente pintor; Bestard fue destacado escritor. Llevó a las tablas las comedias “ARÉVALO” y "LOS GORRIONES DE LA LOMA" y nos dejó "LA CIUDAD FLORIDA", narración autobiográfica de su bohemia parisiense, escrita en galano estilo y llena de humanidad y de ternura. "La Ciudad Florida" es un libro que ningún amante de las letras y las artes debiera dejar de leer.
Pintor y escritor; Bestard fue también un eficaz impulsor de la cultura en nuestro país. En 1939 el Ateneo Paraguayo renovó su elenco directivo. Formaban el grupo, entre otros, el etnólogo Dr. Juan Francisco Recalde, el biólogo Dr. Juan Boggino, el pintor Jaime Bestard, el compositor Juan Carlos Moreno González, los dramaturgos ArturoAlsina, Luis Ruffinelli y Julio Correa, el periodista José Antonio Moreno González, los poetas Vicente Lamas, José Concepción Ortiz, Josefina Plá y Herib Campos Cervera, y el que esto escribe. Fue un período verdaderamente febril. Se organizó un ciclo de 24 conferencias, bajo la denominación de "Los jueves del Ateneo"; se inauguraron la Exposición de Arte Pictórico, un Concurso de Pintores Paraguayos, el IV Salón de Primavera y varias exposiciones personales; se realizaron numerosos conciertos de gran jerarquía; se contrató a pianistas, recitadoras y danzarines extranjeros de brillantes antecedentes artísticos; se incorporó la Biblioteca Carnegie a la entidad; se efectuaban peñas nocturnas quincenales, y se fundaron la "Revista del Ateneo Paraguayo", la Compañía de Comedias y el Coro Polifónico. En todas estas actividades Bestard desempeñó una labor entusiasta y útil.
Cuando en 1961 se cumplió el Sesquicentenario de la Independencia Nacional, Bestard pintó valiosos óleos de carácter histórico: IGLESIA DE LA MERCED, EJECUCIÓN DE ANTEQUERA, BATALLA DE TACUARÍ, MACHAIN CUE, CASA DE LOS GOBERNADORES, CASA DE LA INDEPENDENCIA, INTIMACIÓN A VELASCO, OFRENDA DE JUANA DE LARA y LLEGADA DE FULGENCIO YEGROS.
En sus últimos tiempos, Bestard buscaba contraste de colores vivos y negros, en formas cubistizantes. En ellos el autor se desliga de la simple imitación, e interpreta su visión de los objetos únicamente en lo que éstos sugieren como profundidad y color.
Al inaugurarse hace una quincena la Exposición Retrospectiva, Enrique Mares Lind, hizo una acertada síntesis cuando dijo: "La totalidad de la obra de Jaime Bestard se puede dividir en cuatro períodos. Desde su primer dibujo, que hoy podemos exhibirles y que se titula "Casa solariega de los Bestard en Mallorca", realizado en un viaje a las bellas islas Baleares con su padre en 1907 cuando era casi un niño, hasta "Siesta" su última obra, que también está en estos salones, terminada en mayo de 1965, podemos dividir así sus trabajos: antes de su viaje a París (1907-1923), sus años de París (1924-1933); primeros años después de su regreso de Europa (1934-1950) y sus últimos años (1951-1965)".
Bestard expuso en el Instituto, en el Gimnasio y en el Ateneo Paraguayo, en la Casa Argentina, en la Casa de la Independencia, en Buenos Aires, en Montevideo y en Sao Paulo. Lucen cuadros suyos en los Museos de Bellas Artes de Buenos Aires, New York y El Cairo, y en museos, reparticiones públicas y colecciones particulares de Asunción.
Coronando sus muchos méritos, Jaime Bestard era un hombre bueno y desinteresado, "libre de vanidad mundana y de ambición material". Las penurias que sufrió en París y la indiferencia de los metalizados no hicieron mella en su espíritu. Fue un maestro de la dignidad y del carácter.
Hoy, ya no está entre nosotros. Integrando la caravana de los artistas que le precedieron en el tránsito, reside ahora en las estrellas. Y es seguro que, desde allí, con su innata modestia y su sonrisa bonachona, nos estará diciendo: "Gracias, muchas gracias amigos!..."Y en la gratitud del maestro vibra un mensaje para las generaciones venideras, que deben inspirarse en su vida y en su obra, para así honrar a este paradigma del arte nacional.
HIPÓLITO SÁNCHEZ QUELL (1907- 1986)
Abogado, docente, político, investigador y poeta. Nació en Asunción, Paraguay. Trabajó en el Archivo Nacional, fundó la Academia Paraguaya de la Historia, fue director del Ateneo Paraguayo. Embajador en México, Brasil y Francia. Los últimos diez y ocho años de su vida fue director del Archivo Histórico.
Algunas de sus obras escritas: PEDRO JUAN CABALLERO Y OTROS ENSAYOS, LA DIPLOMACIA PARAGUAYA Y OTROS ENSAYOS, LOS 50.000 DOCUMENTOS PARAGUAYOS LLEVADOS AL BRASIL, PANORAMA DE LA SOCIOLOGÍA PARAGUAYA, JORNADAS PARAGUAYAS JUNTO AL SENA, entre otros.
FUENTE (ENLACE INTERNO)
JAIME BESTARD - ARTE Y DIGNIDAD
Por AMALIA RUIZ DÍAZ
Publicación realizada con el apoyo del FONDEC
© Amalia Ruiz Díaz
Fotografía: Amalia Ruiz Díaz y Juan Carlos Meza
Asunción-Paraguay 2009 (150 páginas)