galiboc@tigo.com.py

La doctrina católica sostiene que la vida empieza con la unión del óvulo y el espermatozoide, suceso que ocurre en las trompas de Falopio de la madre. Desde ese momento existe un ser humano con todos los derechos de esa condición, aunque aún deba crecer y desarrollar sus capacidades en los siguientes meses intrauterinos. Aunque el momento exacto en que recibe la infusión del alma espiritual todavía está en discusión, no cabe duda de que, a los efectos prácticos, el ser concebido es como ya nacido.

Es por eso que los grupos provida hablan de “asesinato” cuando una mujer expresa su voluntad de decidir sobre la continuidad del embarazo. Afirman que se está matando a un feto indefenso. El aborto es tan criminal como asesinar a un niño de seis años. Esta interpretación es discutible y es por eso que el aborto está despenalizado en tantos países del mundo. Las personas que tienen estas convicciones deben ser respetadas, aunque en ocasiones ellas quieran imponerlas a toda la sociedad, olvidando que somos un Estado laico.

Hay algo, sin embargo, curioso. Muchas de las activistas católicas antiaborto utilizan métodos contraceptivos como los dispositivos intrauterinos (DIU) o han quedado embarazadas mediante tratamientos de fertilización asistida. Es decir, de acuerdo con sus creencias, ellas mismas son cómplices de abortos. Intentaré explicarme.

El DIU es un elemento con forma de “T” y con un filamento de cobre, a veces con hormonas que, una vez colocado, actúa sobre los espermatozoides y sobre las paredes internas del útero. A este nivel el DIU imposibilitaría que el óvulo fecundado por el espermatozoide se implante o anide para continuar su desarrollo. Eso, dogmáticamente, implica la muerte por aborto de seres humanos cuyas vidas habían comenzado hacía poco.

La fecundación in vitro permite fecundar un óvulo con un espermatozoide fuera del útero. Cuando el óvulo se convierte en embrión se lo implanta en el útero para que siga su desarrollo. Con esta técnica, millones de personas estériles en el mundo pudieron concebir hijos. Pero surgió un problema para los católicos. En el procedimiento se fecunda más de un óvulo y los embriones sobrantes son descartados. De acuerdo con el dogma se trata de un aborto que atenta contra la dignidad de seres humanos que ya están dotados de alma inmortal. Para soportar la contradicción católica, la ciencia ya no los desecha, los congela “ad eternum”.

Los grupos provida, siempre tan dispuestos a estigmatizar a las mujeres que deciden interrumpir su embarazo, no extienden su enojo a las mujeres que usan DIU o que recurren a la fertilización asistida. Lo consideran un pecado venial. Menos mal, porque lucirían muy ridículos manifestándose frente a una clínica de fertilización. La coherencia es, a veces, molesta. En estos casos, es preferible una cierta dosis de hipocresía.

Fuente:  ULTIMA HORA (ONLINE)

www.ultimahora.com

Sección OPINIÓN

Sábado, 16 de Junio de 2018

ENLACE INTERNO A ESPACIO DE VISITA RECOMENDADA

(Hacer click sobre la imagen)