Portal Guaraní - HORACIO FALTÓ AL PREMIO DE SUSY - Por ALFREDO BOCCIA PAZ

La pequeña comunidad literaria se indignó por el ninguneo que el Gobierno propinó a la escritora Susy Delgado, ganadora del Premio Nacional de Literatura. Pese a que la ley indica que la solemne ceremonia debe ser pública y presidida por el presidente de la República, el galardón le fue entregado en un rápido acto privado por el jefe de Gabinete. La homenajeada no tuvo oportunidad de leer el discurso que había preparado, como es tradicional en este tipo de premiaciones.

Entiendo la frustración de Susy y sus amigos, pero necesario es hacer precisiones. Nada rara la ausencia de Cartes, pues su concepto de cultura es algo cercano a un vacío nebuloso. Una reunión con seccionaleros de Choré, por ejemplo, es una actividad mucho más concreta y prioritaria. Desde aquella lejana vez que Berta Rojas tuvo la mala ocurrencia de preguntarle por sus planes para la cultura y él respondió que sería interesante reactivar el Jardín de la Cerveza, nadie se hizo ilusiones. La cultura no era lo suyo. Por eso, si se viera obligado a asistir y premiar a Susy, lo consideraría una pérdida de tiempo y no entendería gran cosa de su discurso.

De hecho, desde entonces, poca gente hizo hincapié en este déficit presidencial. Una excepción fue el senador Galaverna, quien reveló que Cartes jamás leyó un libro. El dato, algo incómodo, no molestó demasiado a un electorado que tampoco es muy aficionado a la lectura. Si volvimos al tema, es por sus errores al escribir una frase de simpleza elemental. Las bromas provocadas por su incierta escritura disimularon un aspecto colectivamente angustiante.

El fallo habla de Cartes, pero sobre todo habla de nosotros, de todos los paraguayos. Demuestra, por una parte, que la buena educación no es un requisito excluyente para llegar a presidente. Lo sabíamos: son otras las habilidades las que permiten acumular fortuna, éxito empresarial y político. Nos lo recuerdan por las redes sociales la legión de bestias gramaticales que apoya a su ágrafo líder. Pero, por otra parte, hasta el más fanático de estos reconocerá que un estadista debe tener un bagaje cultural que permita una comprensión profunda de los problemas de un país. Si estos valores importan poco a la hora de elegir, el problema no es el presidente, sino la gente. Cartes nos representa como sociedad. Fue electo presidente por nosotros. Esa es la educación y el nivel cultural que tenemos. Es doloroso aceptarlo: el atraso, el conservadurismo y la mediocridad no son la culpa de un presidente incapaz de escribir frases simples sin errores. Son, en cambio, un diagnóstico social.

¿O acaso cree que alguien con estas carencias formativas podría, por ejemplo, ser electo presidente en Chile o Uruguay? Habría que llorar en vez de reír. ¿Le sigue importando la caligrafía presidencial? ¿De veras lamenta la querida Susy que Cartes no haya ido a su premiación?

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