. Aquel grito detenido
tanto tiempo entre los dientes,
se arrojó a ganar la calle,
rompió las cuatro paredes.
. Una garganta esparcida
le congrega y le sostiene
como un ardoroso escudo
entre el aire y nuestra gente.
. Cuando el grito se corona
de libertad por la frente,
echan luz hasta las piedras,
los árboles se conmueven.
. Grito que empieza en la tierra,
que el alba empuja y promete,
le defienden nuestros muertos,
le alimentan nuestros héroes.
La sangre es empuñadura
del grito que el pueblo atiende,
y si la sangre se afirma
las viejas sombras se pierden.
. Asunción, ciudad vacía,
cansada de tanta peste,
te irá limpiando este río
cuanto más crezca y resuene.
. Asunción, ciudad callada,
escucha cómo florece
el grito que está cambiando
tus esquinas y tu suerte.
para Gloria y Humberto Rubin
El grito en las calles II
. Si la patria es campana,
. el grito es su tañido,
. fulgor hasta el mañana
. libremente tendido.
. El grito como cielo desatado
ha de ser nuestra lluvia vencedora,
y erguido, con el viento de su lado
para tocar la aurora.
. De pronto, las veredas nos convocan
a un diluvio de pasos y latidos
y en el viejo abandono desembocan
raudales encendidos.
. A pesar de los golpes en la cara,
el grito no se esconde ni se mancha
pero prosigue la canción más clara
y cada vez más ancha.
para Alcibiades González Delvalle
Trajinantes del alba I
. Portadora del día que el horizonte clama,
juventud que pronuncia su espiga bien nacida,
basta y sobra tu marcha para fundar la llama
en el yunque incesante de la voz repartida.
. Con el pecho habitado de canciones urgentes,
iniciando los vientos con el ala segura,
los hombres que propone la luz adolescente
salvarán su camino del miedo y la basura.
. Muchacho trabajado por esta fiebre altiva,
la libertad remonta su pulso hacia tu vuelo;
muchacha que propagas una flor decisiva,
la libertad arrima tu sueño a su desvelo.
para Juan Manuel Marcos
Trajinantes del alba II
. A la patria sube
el fogoso pétalo:
le guardan los jóvenes
con su propio cuerpo,
sin otra vigilia,
sin otro contento
que el de abrir su aroma
fulgurante y cierto.
. La fría armadura
del sordo y el ciego
recula y se tuerce
ante un sol intrépido;
al joven impacto
del brazo sincero,
caerán las prisiones,
huirá el carcelero.
para Guido Rodríguez Alcalá
Las sombras por la tierra I
In memoriam
Aurelio Silvero
y Francisco Martínez,
campesinos sin tierra
muertos a bala
el once de julio de 1986
en Juan E. O'Leary, Alto Paraná
1
. Cuando arreciaba la siesta
el crimen rindió el paraje
coincidiendo los fusiles,
el látigo y el ultraje.
. Junto a un mástil se plantaron
con los demás campesinos:
allí percutió en la selva
el perfil del asesino.
2
. Frente a las cruces delgadas
jadea el humo perdido,
desovan las mariposas
y se arrodilla el olvido.
. Huesos de Aurelio y Francisco,
dueños por fin de un rozado
arriba de las cosechas
y más allá del arado.