ARTÍCULOS PERIODÍSTICOS, 2007
Obras de HELIO VERA
CURIOSIDADES DE UNAS ELECCIONES
Las elecciones internas de los dos partidos tradicionales terminaron en un desastre. Uno votó con papeletas y otro con urnas electrónicas. Conclusión: el problema no está en el tipo de urna, sino en un sistema que permite que voten muertos y sujetos por nacer.
Si uno de los dos partidos tradicionales convierte sus elecciones internas en una sucursal del mercado número 4, esto quiere decir que la democracia está muy enferma. Si esto ocurre con los dos partidos, quiere decir que está al borde del colapso. Ya está dando las últimas boqueadas y solo espera que llegue el sacerdote para darles la extrema unción.
Siempre ha habido problemas. Fraude, sobornos, voto calesita, compra de cédulas, falsificación de documentos. Pero lo que ha ocurrido en estas dos internas parece que supera todo lo imaginable. No sé quiénes serán los ganadores. Pero barrunto que los perdedores no aceptarán ese resultado, con graves consecuencias para la legitimidad de todo el sistema.
Los colorados votaron con papeles, y sus comicios terminaron en un desastre. Los liberales votaron con urnas electrónicas y sus elecciones terminaron en un desastre. Conclusión: el problema no está en el tipo de urnas sino que el sistema utilizado tiene más agujeros que un colador, que dejan pasar todas las formas de ilegalidad imaginables.
Democracia es el sistema donde el gobierno surge de la voluntad espontánea de los electores; no aquél donde el gobierno surge de quien compra más votos o hace más trampas que el adversario. La voluntad de la gente se expresa mediante el voto, que es un acto libre; y no una operación comercial de compraventa. Mucho menos un truco mágico que permite extraer votos de la galera de Mandrake.
Dichas estas argelerías, miremos lo que está pasando. Hay algún cacareo, sobre todo en el PLRA, contra las urnas electrónicas. Pero tales aparatos no levantan los muertos del cementerio, ni trasladan electores de un distrito a otro. Señal clara de que el problema está en otra parte, y no en ese pequeño artefacto, que no hace otra cosa que cumplir las órdenes que le dan los seres humanos. Hay un aforismo muy usado por los informáticos: " si metes basura, sale basura".
Rechazar un artefacto electrónico es confesar que, tecnológicamente hablando, se permanece en la época de José Gill y de Plácido Jara; época del arreamen chapeado, del ferrocarril de vapor y de las lámparas de kerosene. Es una confesión de que se es incapaz de comprender la tecnología moderna y mucho menos de controlarla eficientemente. Me pregunto cómo conducirá el país a la modernidad quien todavía cura a los enfermos con oraciones.
En el Partido Colorado también ocurren cosas notables. En primer lugar, Blanca Ovelar tuvo 50 mil votos más que la lista de senadores encabezada por Duarte Frutos. Señal inequívoca de que, pese a todo el gasto que hicimos por Nicanor (digo "nosotros" porque supongo que el dinero salió de nuestros bolsillos, no de los suyos), no fue suficiente para hacerle triunfar en las urnas. Señal también de que el macho colorado, paradigma del bípedo implume sudamericano, no tiene ningún problema en votar por una mujer.
Hubo también algunos datos sospechosos: en ciertos lugares, incluyendo Itapúa, el nicanorismo (suponiendo que exista tal cosa) votó por los candidatos a senadores, pero no por la presidenciable. Como esto solo ocurrió en algunos sitios, quiere decir que no fue el reflejo de una tendencia general sino de una simple cocinada de algunos próceres regionales del oficialismo. Entre ellos, algunos sujetos que, como sabemos, pueden cortarnos el cuello para despojarnos de un diente de oro.
Me pregunto qué pasará si Blanca Ovelar resulta ganadora. ¿Olvidará que el Tendotá la trataba poco menos que como la mucama de la casa, hasta el punto de arrebatarle el micrófono delante de todo el mundo y de anunciar, en un programa de televisión, que él le estaba eligiendo el gabinete? Tal vez tendremos ocasión de conocerla mejor.
El 23, los liberales tendrán su votación final. El 30 lo harán los colorados. Pero todo conduce a pensar que la historia, para cada uno de ellos, recién comenzará en esas fechas.
LA ESPESA SOMBRA DE LÓPEZ
La del 70 fue una guerra como casi todas las del siglo XIX: sanguinaria, cruel y tal vez innecesaria. Pero ella nos dejó un debate que sigue dividiendo a los paraguayos en lopiztas y antilopistas. La discusión dista mucho de ser objetiva, y discurre sobre antinomias irreductibles: bueno-malo, justo-injusto. Por eso, para unos, López es el arcángel del señor; para otros, el emisario del demonio.
Si hay un asunto sobre que detesto debatir es acerca del mariscal López. Su nombre divide a los paraguayos desde el siglo XIX y ha desatado las más arduas e irracionales polémicas de nuestra historia. Todas ellas al margen del razonamiento lógico, al costado del sentido común, en la trastienda de los hechos. Es que con López no hay términos medios: se está ciegamente a favor o se está cerradamente contra él.
No se trata de algo que pertenece definitivamente al pasado. Aun hoy, su sola mención levanta posiciones encontradas. Sin ir más lejos, senadores de una misma bancada se enfrentaron a raíz de una recordación a los niños de Acosta Ñú. Se llegó a comparar a López con Hitler, lo cual parece algo más que forzado. Al mismo tiempo, parece que el gerente argentino de un canal de televisión asunceno no permitió la publicidad de un programa en el que se iba a tratar el caso de esa batalla.
Lo que sorprende es que toda discusión prescinde de las circunstancias objetivas, y se zambulle en el mundo de las conjeturas y las suposiciones. Donde faltan hechos, la imaginación les agrega los elementos que faltan, como un rompecabezas incompleto. De esta manera, el mismo personaje histórico será presentado como un santo ecuestre esgrimiendo una espada resplandeciente o un monstruo diabólico dispuesto a calcinarnos con una bocanada de fuego.
Es más grave que López, un caudillo del siglo XIX, haya sido empleado como elemento legitimador de varias dictaduras del siglo XX. Las circunstancias extraordinarias por las tuvo que pasar, que le impulsaron a tomar una serie de decisiones, muchas de ellas brutales y probablemente equivocadas, fueron utilizadas para justificar acontecimientos que, dentro del contexto de otra época, resultaban obviamente desproporcionados.
Parece, pues, muy difícil juzgar a López según métodos provenientes de la investigación histórica. Se ha preferido, por tanto, analizarlo a la luz de antinomias morales: bueno-malo, justo-injusto. El método ha sido, de esta manera, invariablemente el mismo: primero se toma partido, a favor o en contra. Y después se buscan los argumentos para justificar una u otra posición.
De esa manera es difícil echar luz sobre lo acontecido. Al politizar la historia, los hechos se deforman inevitablemente. Y conste que allá por la década de 1920, varios legisladores liberales, entre ellos Justo Pastor Benítez, intentaron sacar a López del terreno de la polémica; el propio Manuel Gondra fue inspirador de ese punto de vista. Pero no tuvieron suerte, y López siguió siendo un factor de separación ideológica y emocional entre los paraguayos.
Por eso todavía hoy es imposible poner las cosas en su justo medio, y juzgar los hechos con devoción a la verdad, antes que con amor u odio hacia algunas de las partes. López no fue, sin duda, San Francisco; pero sus enemigos tampoco fueron los arcángeles del Señor. Los demuestran hechos como el incendio del hospital de Piribebuy, la esclavización de los prisioneros de Uruguayana y el degüello de prisioneros todas las veces que pudieron.
La del 70 fue una guerra como casi todas las del siglo XIX: sanguinaria, cruel y tal vez innecesaria. Sobre ella, entrego una confesión: no creo que López haya sido un genio militar, ni que la conducción política que desencadenó el conflicto haya sido acertada. Pero, de alguna extraña manera, este hombre se ha encarnado en nuestros más secretos sentimientos, que nos exigen aceptarlo íntegramente, aun con sus torpezas y sus crueldades. Y que, ante el alud de razones de quienes quieren enterrar a quien está enterrado desde hace casi un siglo y medio, rehusamos contestar con otros tantos argumentos. Preferimos, simplemente, invitarles a que se vayan al demonio.
(19-VIII-2007).
GRANDEZA Y DECADENCIA DEL PLRA
El PLRA permite ver de cerca el fenómeno de la decadencia de un partido tradicional. De haber sido una escuela de cultura política, ha devenido en un clon del Partido Colorado. La práctica del canibalismo interno ha sido tan obstinada, que hoy se halla instalado el aforismo: "Para un liberal, no hay peor enemigo que un liberal".
Cuando todos se preguntan el motivo por el cual ha emergido de las sombras el liderazgo del ex obispo Fernando Lugo, yo prefiero preguntarme por qué los partidos políticos no han creado figuras similares. Es verdad que hay candidatos que pugnan por la nominación para cargos parlamentarios y hasta para la vicepresidencia de la República. Pero es como si consideraran que la presidencia del Paraguay es una presa demasiado difícil y lejana, fuera del alcance de las manos.
Lo lógico hubiera sido esperar que un liderazgo convocante hubiese surgido en el PLRA, el más importante de los partidos de la oposición. Pero el PLRA estuvo demasiado enfrascado estos años en la práctica del canibalismo interno y no le quedó tiempo para ocuparse de los problemas nacionales. Aun hoy, si usted se acerca a un correligionario corre el riesgo cierto de que éste le coma un brazo. Por eso, allí se practica con vigor el lema: "Para un liberal, no hay peor enemigo que otro liberal". Las consecuencias han sido pintorescas, para quien quiere ver las cosas con algo de humor.
Analizar al PLRA es un ejercicio de Sociología Política, que permite contemplar, en todo su dinamismo, el proceso de decadencia de un partido tradicional. Olvidado de programas e ideologías, ausente de toda cosa que implique un debate intelectual sobre la suerte del país, devino en una suerte de confederación de tribus que disputan los pocos cargos de la administración pública que les arrojan los colorados.
En plena dictadura, incluso en los duros tiempos de la clandestinidad, el Partido Liberal publicaba una serie de periódicos. Algunos eran editados en Buenos Aires, en el exilio, e introducidos clandestinamente en el país, nadie sabe cómo. Entre ellos, si mal no recuerdo, "El Heraldo". Otros eran producidos precariamente en las catacumbas. Las mejores plumas del Paraguay dejaron sus ideas en esas páginas furtivas, que se leían a puerta cerrada. Y conste que era la época que llevar al cuello un pañuelo azul era el camino más corto a perecer degollado. Después, cuando la dictadura de Stroessner insinuó una tímida apertura, apareció "El Radical" que, junto con otros periódicos ("El Enano", "Tribunal Liberal" y "La Libertad", son nombres que todavía recuerdo) difundían una prosa combativa, que no excluía los planteamientos doctrinarios y programáticos. Hoy, el PLRA no tiene ni siquiera una hojita parroquial.
Así las cosas, la dictadura del general Stroessner pasó a la historia. El PLRA resucitó de entre las cenizas como fuerza electoral, pero pronto comenzó a convertirse en una especie de clon del Partido Colorado, con todos los defectos del original y muy pocas de sus virtudes. Si hay corrupción en la administración del país, también la hay en las gobernaciones y municipios gobernados por los liberales. Si hay nepotismo en la ANR, también lo hay en el PLRA. Si hay esterilidad intelectual en uno, también ella brilla en el otro.
En el PLRA se cree, como lo cree cierta tribu indígena, que con cambiar de nombre no será alcanzado por los espíritus de los muertos, que siguen vagando sobre la tierra. Por eso fueron sepultados los nombres anteriores de PL Y PLR. También como nuestros ancestros indígenas, los liberales suponen que la adopción de un nombre ("auténtico") les hará adquirir el espíritu que se halla detrás de la palabra. Por eso, mantienen un nombre tan largo como complicado: Partido Liberal Radical Auténtico.
Todos olvidan que fue con el nombre de Partido Liberal que esta agrupación alcanzó sus momentos de mayor gloria. Y que el nombre de PLRA fue adoptado por una razón circunstancial: la inscripción en la Justicia Electoral del nombre de PLR (Partido Liberal Radical) por parte de un grupo que gozaba del favor del régimen. Lo de "auténtico" fue solo una palabra para diferenciarse del PLR y nada más.
Algún prócer sostuvo en la última convención que el nombre de PLRA fue elegido para diferenciarlo del Partido Liberal, nombre monopolizado por el movimiento encabezado por Carlos Levi. No fue así. Como se ve, hasta en los pequeños detalles se advierten las huellas de la decadencia. Es que el horror a los libros parece haber adquirido carta de ciudadanía en un partido que contribuyó, como pocos en el pasado, al enriquecimiento de la cultura política paraguaya.
GOLPE MORTAL AL CONTRABANDO
A raíz del cierre de la azucarera de Carapeguá, el presidente Duarte Frutos decretó la guerra a muerte contra el contrabando. Para ello, ordenó la movilización de las divisiones blindadas, la flota submarina, la escuadrilla de globos aerostáticos y el escuadrón de lanzadores de mbocavichos y rompeportones de Luque.
A veces me asalta la insistente sospecha de que el presidente Duarte Frutos realmente cree en las cosas que dice. Son, lo admito con humildad, momentos de flaqueza espiritual de los que me recupero inmediatamente, no sin antes pellizcarme un brazo. Aunque, quién sabe, tal vez su capacidad de persuasión tiene en él mismo a su primer convencido.
Me explico. Hace algunos días, el presidente impartió una orden fulminante: el contrabando deberá ser atacado inmediatamente por tierra, mar y aire. Para ello, cursó precisas instrucciones a las unidades de tanques, a la flota submarina, al sistema de armas de disuasión nuclear, a las unidades de misiles intercontinentales, a la escuadrilla de globos aerostáticos, a la batería de misiles antimisiles Patriot, al pelotón de lanzallamas, al batallón de lanzadores de mbocavichos y rompeportones de Luque, a los macheteros de Santaní y a la briosa y temeraria unidad de honditeros de Isla Valle. El Paraguay completo fue puesto en pie de guerra.
La voz de alarma fue emitida a raíz del cierre de la Azucarera de Carapeguá. Horror. Las sombras del mariscal López, del general José Díaz, de Yacaré Valija, Mburika´i, León Karé y Avión Pyta se sacudieron, sobresaltadas, en sus tumbas. ¿Contrabando? El Paraguay no puede tolerar semejante afrenta a su honor. Toda medida represiva será poca para hacer frente a este desafío que ataca nuestra economía, destruye el mercado laboral, corroe la moral pública y privada y debilita las instituciones republicanas.
Me pareció entender que el gobierno iba a emprender una brava campaña para arrojar al agua, para que lo coman las pirañas, a tan artero enemigo del Paraguay. El anuncio fue recibido con una salva de pipus, hurras y cohetes tres por tres por un público entusiasta, atiborrado de aduaneros, inspectores de Hacienda, giradores y administradores de instituciones públicas y otros próceres de la nación.
Algunos sollozaban, emocionados. Otros se golpeaban furiosamente el pecho, prorrumpiendo en estentóreos "mea culpa, mea culpa". No faltó quien arrojara pétalos de rosas al palco oficial, en señal de apoyo, y hasta hubo quien, sin entender bien lo que pasaba, comenzó a hacer hurras a la reelección de Nicanor. Por cuatro periodos consecutivos, cuanto menos.
Como anticipé, yo mismo caí presa del hechizo de la pulida y elegante oratoria del presidente, pródiga en metáforas cervantinas, como las prodigadas recientemente en un acto político en Belén. Es que, en la milenaria cultura tupí-guaraní, pronunciar una palabra implicaba materializar el objeto nombrado. Como buen exponente del Paraguay profundo, lo que hizo el presidente no fue otra cosa que confiar en las virtudes mágicas de la voz humana. Exactamente como lo hacían los shamanes del Paraguay precolombino que, cuando decían carpincho o tapití, el carpincho y el tapití aparecían al punto ante sus narices.
Como yo también vengo del mismo Paraguay, no pude menos que esperar pacientemente que, como consecuencia inmediata del anuncio presidencial, lloverían órdenes de detención de altos funcionarios del gobierno, comisarios, dirigentes políticos, empresarios conocidos, inspectores, vistas y valoradores aduaneros. Faltarían jaulas para albergar a tan selectos huéspedes.
Simultáneamente, como parte de la campaña, serían llevados a remate, solo en la primera semana, por lo menos un centenar de camiones rolleros, y una docena de camiones repletos de "cedés" serían interceptados, unos tras otros. Al mismo tiempo, una cincuentena de depósitos, propiedad de capos de la política y de la administración, serían allanados por policías y soldados armados de bazukas, ametralladoras y lanzacohetes.
Luego, como broche de oro, todos los casos irían a parar a la justicia, donde jueces implacables y fiscales patriotas dictarían largas condenas a la caterva de pillos que viven del contrabando. Por supuesto, lo harían después de rechazar, altiva y decorosamente, las estimulantes ofertas de los atorrantes. Antes morir que venderse.
Sé que usted, amigo, comparte mi mismo optimismo. Y lo comprendo. Al fin de cuentas, como decía el Negro Olmedo, todo es cuestión de fe.
(2-09-2007).
ANDANZAS DE UN APRENDIZ DE BRUJO
El presidente Duarte Frutos se encargó de desmentir que la libertad del general Oviedo fue una decisión tomada por un sistema de justicia independiente. Esta decisión se parece mucho a los juegos del aprendiz de brujo, que no supo cómo devolver a la galera los conejos que había extraído de ella.
A Duarte Frutos le puede ocurrir lo que al aprendiz de brujo: que no sea capaz de encontrar la fórmula mágica para devolver a la galera el conejo que había extraído de ella. El poner en libertad a Oviedo -sólo un ingenuo puede creer que la decisión fue tomada por el Tribunal Militar de manera independiente- puede confirmar, una vez más, la exactitud de este cuento popular.
Parece muy obvio que Oviedo fue puesto en libertad después de una negociación cuyo contenido desconocemos. En cuanto a que la decisión fue tomada por la justicia con entera autonomía, ello fue desmentido categóricamente por el propio Duarte Frutos cuando afirmó que la decisión fue tomada por la justicia con entera autonomía. No descarto, porque nunca falta algún opa, que haya quien se lo crea.
Los chupamedias suelen cortejar el axioma de que Duarte Frutos es infalible en cuestiones políticas, así como lo es Su Santidad, el Papa, en cuestiones teologales. De acuerdo con esa superstición, esta jugada (nada sorpresiva, porque se la venía anunciando hace meses) le saldrá bien, y le permitirá meter el gol en el momento en que lo necesite.
Puede ser. A estos fundamentalistas del nicanorismo les recuerdo que el fracaso del proyecto reeleccionista fue responsabilidad exclusiva del presidente. En su frenesí por obtener un nuevo mandato se movió con la delicadeza de un elefante ciego, ebrio y asustado en medio de una cristalería. Así logró el resultado exactamente opuesto al deseado. Hasta ciertos senadores liberales, que ya se veían contando los billetes prometidos, huyeron despavoridos para no ser convertidos en cenizas por el incendio.
Así las cosas, y con la cancha embarrada, nadie sabe lo que va a pasar. Empero, tal vez podamos conjeturar lo que no va a pasar. Primero, por supuesto, la reelección de Duarte Frutos. Segundo, que Oviedo llegue a la presidencia de la República. Tercero que la justicia pronuncie un fallo independiente en el caso Lugo. Cuarto, que el sentido común (el menos común de los sentidos) se instale en la oposición y la paz vuelva a los espíritus atormentados.
Después de estas imposibilidades, puede ocurrir cualquier cosa: entre ellas, que la Corte Suprema de Justicia designe a Duarte Frutos sultán de Turquía y obispo de Lieja. Eso, si él no prefiere el cargo de emir de Bagdad, aunque debemos suprimir esta hipótesis, debido a las condiciones insalubres que prevalecen en esta ciudad.
Mientras tanto, Duarte Frutos se encarga de añadir cada vez más confusión al escenario. Entre otras cosas, ha echado a rodar una campaña publicitaria por televisión que promueve la figura del ingeniero Paul Sarubbi como si este fuera el verdadero candidato a presidente de la República. El hecho de arrojar centenares de millones de guaraníes de dinero del dinero público para promocionar el rostro de un funcionario, constituye una grosería en un país sumergido en incontables necesidades. Dicho sea de paso, esta campaña contrasta con la relativa prudencia de Víctor Bernal, director de Itaipú, cuya publicidad es generalmente institucional y, en todo caso, referida al presidente.
Así las cosas, nos aproximamos a la recta final, donde ya no se podrán rectificar las torpezas, ni aunque se quiera hacerlo. Ni Duarte Frutos, ni Oviedo, Ni Lugo, ni nadie. Claro, llegará el momento en que uno cae en la tentación de mirar hacia atrás y comprobar que ha metido la pata escandalosamente. Será entonces el momento de recordar el proverbio cervantino "tarde piaste" que, en el español paraguayo fue convertido en un rotundo "tarde piancho".
(ABC - 9-09-2007).
MOTIVOS DEL FUEGO
El incendio que arrasó los boques de buena parte del Norte de la Región Oriental son la consecuencia de una peversa combinación de ignorancia, desidia y corrupción. Por una parte, se persiste en prácticas arcaicas de manejo de campos y, por otro, se las acepta con indiferencia desde el EStado.
La calamidad que castiga al Norte del país, con características de castigo bíblico, es el producto de una combinación perversa de ignorancia, necedad y corrupción. Las consecuencias serán padecidas, como siempre, por toda la población, que ahora mira horrorizada cómo inmensas riquezas naturales se están convirtiendo en cenizas.
Por un lado, los ganaderos tradicionales persisten en la práctica de quemar los pastizales, porque la experiencia les ha mostrado que las vacas gustan del pasto tierno que crece después de la quemazón. A nadie se le ocurrió pensar que el fuego quema también los nutrientes de la tierra, mata a los animales que forman parte del ecosistema y destruye los pocos reductos del monte. Aquellos que todavía no fueron pelados por los brasileños.
Por otro lado, tenemos un gobierno que no tuvo, no tiene y probablemente no tendrá una política ambiental, de defensa de estos recursos, de sanción a los infractores y de educación general. Generalmente, los que pasan por los cargos en que estas políticas son diseñadas y ejecutadas son leales correligionarios que se encargan de traficar con las guías de traslado y alcanzar la prosperidad a la que tienen legítimo derecho, porque ven a los que están más arriba hacer exactamente lo mismo.
Por eso, cada agosto el cielo se oscurece con la bruma desatada por los incendios. Hasta donde yo sé, nunca fue reprimida esta práctica arcaica, que coloca a parte de nuestra ganadería en un nivel técnico equivalente a la que practicaban los antiguos sumerios. O quizá antes, porque los sumerios habían desarrollado algún que otro sistema de regadío.
Sólo que esta vez, la misma naturaleza se encargó de jugarnos una mala pasada. La quemazón comenzó con una larga sequía, con picos de calor y con un irritante predominio de viento Norte, el mismo que nos pone de mal humor. El resultado fue que el problema se volvió incontrolable. El gobierno, como no podía ser de otra manera, carecía de políticas para enfrentar este fenómeno, que se viene repitiendo desde que un tal Gaete trajo los primeros animales vacunos en el siglo XVI.
Pero esta vez, los daños dejaron atrás todo lo previsible. Un ganadero de Caaguazú, el señor Smith Kennedy, pereció en el intento de defender su patrimonio, amenazado por las llamas. Deja viuda e hijos, que seguramente se preguntarán por qué deben pagar el precio de la estupidez ajena. Numerosos refugios forestales fueron arrasados por el fuego, y el empobrecimiento ecológico del Paraguay sufrió un inesperado aceleramiento. Quién sabe cuántas décadas se tardará para recuperar lo perdido, suponiendo que haya alguien que demuestre interés en lograrlo.
El fuego pasará alguna vez, porque toda calamidad termina así como comenzó. Pero dejará un país más pobre, más arrasado, con menos perspectivas que antes. Un país donde encontrar una reserva forestal será tan difícil como encontrar un político con visión de patria.
Los bomberos voluntarios encontraron vestigios de que los incendios fueron provocados. ¿Es que puede haber alguna duda de eso? Las antorchas halladas en algunos lugares no hacen sino confirmar que todo este desastre es el producto de la intervención humana. Y que, como siempre, la ignorancia hizo de las suyas. Pero a un precio inesperado, que quizá sirva para sacudirnos de la necedad, de la imprevisión y, de seguro, de la complicidad.
(ABC 16-09-2007)
CHIPA BARRERO Y LOS "CHICAGO BOY´S"
El mejor indicador de la coyuntura económica es el precio de la chipa. Desde hace poco, su precio ha llegado a dos mil guaraníes por unidad, después de varios años de resistir el aumento del costo de producción. Ahora, con el precio duplicado, refleja los embates de la inflación.
Los más eminentes economistas del mundo se han quemado las pestañas tratando de encontrar la fórmula de un diagnóstico exacto de la economía de un país; un diagnóstico que permita apreciar, en su conjunto, lo macro y lo micro, lo general y lo particular, lo derecho y lo torcido. Más de un Premio Nobel de Economía debió el galardón al perfeccionamiento de un instrumento eficaz para saber cuál es la situación. Con el respeto que todos ellos se merecen, declaro solemnemente que he encontrado una fórmula que puede describir, mejor que cualquier otra, dónde estamos y hacia dónde vamos.
Pues bien, me aseguran viajeros que circulan por la ruta que lleva de Coronel Oviedo a Asunción (desde Ciudad del Este o Villarrica) que han realizado un hallazgo desagradable: en algunos sitios, la tradicional chipa Barrero ya cuesta ahora dos mil guaraníes por unidad. El antiguo precio de mil ha sido confinado a los recuerdos de nuestros antepasados; tal vez a la época de la mítica "Chipa Kali", madre de todas las chipas y de todas las chiperas. Pues bien, el miltón por chipa, propio de los tiempos dorados, ha sido devorado por una inflación alimentada por el crónico desequilibrio presupuestario. Ese precio, amóntema. O, como diría una delicada metáfora, que habita la letra de una bella canción popular: "memoriamínte, clavel pyta" .
Cierto es también que la chipa Barrero ya había realizado una denodada resistencia para evitar este salto. Sospecho que disminuyó de tamaño, que menguó la calidad de los ingredientes, que tiene menos huevos, que es menor la cantidad del queso. Pero límites tienen las cosas. Ha llegado la hora de la verdad, la hora en que el ventarrón inflacionario (que puede convertirse en una tempestad) barre con todas las previsiones. El efecto Nicanor, con su generoso despilfarro de los recursos financieros del Estado para aceitar su maquinaria electoral, ha logrado dinamitar el precio sacramental de mil guaraníes, que la chipa sostuvo durante mucho tiempo.
Todavía no estoy seguro si los fabricantes no estén dispuestos a hacer un último esfuerzo para evitar la disparada. Pero, si eso ocurre, será a costa de la calidad. Recordemos que una chipa que se precie de tal debe llevar almidón, huevos, queso Paraguay, grasa de cerdo o manteca y hasta algo de anís, a veces. Si queremos una chipa "amestizada", como decía mi abuela, se deberá agregarle harina de maíz. Y si queremos alcanzar las cumbre de la exquisitez, algo así como una especie de caviar de las chipas, podremos mezclar cuatro quesos distintos en la base. Pero, claro, allí estaremos fuera del ámbito del gusto popular, en un territorio donde un miltón de más o menos no le quitará el sueño a nadie.
Me cuentan que en la entrada de una de las estaciones del metro de Nueva York hay una vendedora de chipa. Con este producto, que los paraguayos le arrebatan de las manos, logra mantenerse airosamente, y hasta puede ahorrar unos cuantos dólares para su retiro. En Buenos Aires también hay sitios donde se puede encontrar este plato criollo. Y ahora, seguramente podrá comprarse en España y en Australia, sitios hacia donde huyen los desahuciados de la prosperidad que trajo a la patria el amado Tendotá.
La certera ecuación económica de chipa Barrero nos demuestra dónde estamos exactamente. Y nos vaticina un futuro poco claro, porque lo que sembramos hoy fructificará mañana, y no lo impedirán los gritos, los plagueos ni las protestas de honestidad que escuchamos todos los días. Los números son contundentes, y nadie podrá desmentirlos. Allí estará la ecuación para cantarnos las cuarenta. O, con más propiedad, para reclamarnos un dos miltón.
(ABC-11-09-2007)
LA FLAUTA DE HAMELÍN VUELVE A SONAR
El flautista de Hamelín, personaje mítico de la Edad Media, reapareció en Asunción. Ahora, en vez de estimular a las ratas a que se arrojen al despeñadero, empuja a los líderes opositores a despedazarse unos a otros. El destino de estos será idéntico al de los roedores que infestaban el pequeño pueblito medieval.
con inquietante insistencia la fantástica historia del flautista de Hamelín. Para quienes no la recuerden, la resumo en pocas palabras: una pequeña ciudad del Norte de Alemania había sido tomada por asalto por las ratas, y el alcalde se veía impotente para organizar la defensa. Los voraces roedores se comían todo lo que encontraban a su paso: comida, desperdicios, plantas, flores, animales domésticos, las cunas de los niños y hasta el sombrero y la vara ceremonial del alcalde. En algún momento se devoraron, en un santiamén, a los dos faisanes del cura párroco.
Un día llegó a la ciudad un sujeto misterioso, que se presentó como el Flautista Mágico. Pálido como un cadáver, dueño de un par de penetrantes ojos azules, venía envuelto en una capa de cuadros rojos y amarillos. Una vez ante el alcalde, le dijo que poseía la fórmula para expulsar las ratas de la ciudad. A cambio, pedía el pago de ciertos honorarios, que al principio los notables del pueblo encontraron algo abultados. Ya comenzaban a regatear cuando un criado llegó a la carrera gritando que las ratas se habían comido el altar de la iglesia y el manto de la Virgen María. Al punto, aceptaron los honorarios.
El hombre extrajo una flauta de su morral y comenzó a soplar, arrancándole una extraña y fascinante melodía. Pronto, las ratas fueron congregándose alrededor, formando una multitud grisácea y movediza, que demostraba su placer con un escalofriante entrechocar de sus incisivos. El hombre, sin dejar de tocar, se encaminó hacia las afueras, hasta llegar a un abrupto despeñadero. Agregó unas cuantas notas, algo más suaves que las anteriores, y las ratas comenzaron a arrojarse al abismo, hasta no quedar ni una sobre la superficie.
La historia agrega la inevitable ingratitud. Los notables comenzaron a encontrar exagerado el pago, a oponer pretextos, a criticar al flautista y hasta a negarle sus aptitudes. Terminaron por ordenarle salir de la ciudad. Ofendido, el flautista volvió a tocar el extraño instrumento. Todos los niños se reunieron alrededor de él y, sin dudar, lo acompañaron hasta el abismo, al que se arrojaron sin titubear.
Esta vez, el sujeto ha llegado a Asunción, e interpreta la melodía desde Mburuvicha Róga. Ya ha logrado que los políticos, aunque afirmen oponerse, se concentren alrededor de él, absortos y maravillados. La melodía hace que todos bailen al son de la música del Flautista Mágico. Ella tiene un efecto, provocado por algunos semitonos de la flauta, que no se habían producido en Hamelín. Fascinados por el sonido, todos se sienten poseídos de una extraña ferocidad que los arroja unos contra otros. Aquí, Pedro Fadul le tira un petardo a Mateo Balmelli; Allá, Yoyito Franco le pone una zancadilla a Blas Llano; Lino Oviedo y Fernando Lugo se increpan mutuamente. En verdad, el efecto de la flauta es admirable. Aquí un insulto, allá una acusación; aquí, un golpe al bajo vientre, allá un pisotón al callo más doloroso. Pero, eso sí, sin dejar de disputar y de propinarse codazos y puntapiés, la multitud camina disciplinadamente hacia el sitio señalado por el músico.
Al final, la historia se repetirá con todos sus detalles. El flautista indicará a la multitud el sitio exacto donde ella deberá arrojarse; un abismo oscuro y profundo. Las notas -el propio flautista me lo ha contado en confidencia- añadirán a la ferocidad mutua un peligroso optimismo: todos creerán que saldrán del fondo sin dificultades. Pero esa confianza también les será inducida por ciertas notas de la flauta maravillosa, que seguirá sonando cuando todos ellos hayan desaparecido.
(23-09-2007)
Fuente en Internet: http://www.heliovera.com
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