LA POSGUERRA DEL CHACO
Por HELIO VERA
LA HISTORIA DEL PARAGUAY - ABC COLOR
FASCÍCULO Nº 31 - CAPÍTULO 16
Asunción – Paraguay
2012
Se dijo alguna vez que la guerra no es tan cruel por los hombres que en ella caen, sino por los héroes que de ella regresan. Esta sentencia es aplicable en toda su expresión a lo ocurrido en el Paraguay luego de la victoriosa campaña militar del Chaco. A tres años de valor y heroísmo, y sobre todo de un patriotismo ejemplar demostrado por civiles y militares en aquellos difíciles días, siguieron jornadas de profundos cambios en la vida social y política del país, frutos de la nueva conciencia emergente de: la reciente guerra.
Apenas iniciadas las deliberaciones de la Conferencia de Paz en Buenos Aires para encontrar las soluciones definitivas a los problemas de límites entre Paraguay y Bolivia, se inició también en la sociedad paraguaya un período de inestabilidad política, alimentada principalmente por el cuadro de oficiales de reserva que regresaba del Chaco y cuya reabsorción por la vida civil presentaba dificultades y no podía lograrse sino de manera gradual. La cabeza visible del movimiento que sostenía la postura de que los militares debían asumir la conducción del país era el coronel Rafael Franco, héroe legendario de la guerra. Participaron de las conspiraciones, entre los militares, el teniente coronel Federico W Smith, Ramón L. Paredes, Antonio González y, entre los civiles, el doctor Gomes Freire Esteves. Recién conocida la orden que pasaba a retiro a un grupo de oficiales, y estando aún el coronel Franco en el exilio desde enero de 1936 por imputársele la jefatura del movimiento conspiraticio, se produjo el golpe del 17 de febrero de ese año que depuso al presidente Eusebio Ayala. El movimiento armado se inició en la guarnición de Campo Grande que marchó sobre Asunción, donde el gobierno organizó la defensa con las escasas fuerzas de la Policía. Al caer la noche el presidente Ayala presentó renuncia al cargo y fue arrestado.
El movimiento militar estaba apoyado por un, amplio sector del pueblo paraguayo y fue, quizá por largos años, el movimiento popular más amplio del país. En él intervinieron fuerzas del coloradismo, el comunismo, que reivindicaba la revolución social materialista; un sector del ejército, representado por aquellos disconformes con las negociaciones de paz con el vencido y disconformes sobre todo con el pase a retiro -el "sobre azul" cuyo contenido instruía a los comandantes de las unidades sobre la desmovilización de los cuadros no profesionales del ejército del Chaco-, las injusticias en los ascensos y condecoraciones, los bajos sueldos que volvían difícil el sostenimiento familiar para los oficiales casados; obreros sindicalizados y estudiantes en franca lucha contra el liberalismo desde años atrás -recuérdese el 23 de octubre de 1931- y elementos de la Liga Nacional Independiente, liderada por el abogado Juan Stefanich, quien se convertiría en la persona más influyente del gobierno de Franco.
Esta Liga Nacional, que pretendió constituirse en partido político antes de la Guerra del Chaco, estaba formada por importantes sectores de profesionales egresados de las facultades de Medicina y de Derecho, pero que no pudieron ingresar a las grandes masas sociales controladas por los partidos tradicionales, el Liberal y la Asociación Nacional Republicana (Colorado).
Unos días después -el 20 de febrero-, el propio general José F. Estigarribia, de regreso del Chaco donde se encontraba en visita de inspección a las unidades militares mantenidas en el teatro de operaciones, cayó prisionero de las fuerzas sublevadas. Se le mantuvo detenido junto con el expresidente Ayala en el cuartel de Guardiacárceles, donde el recientemente designado ministro del Interior Gomes Freire Esteves le indicó que sería procesado y fusilado por el armisticio de Campo Vía y sus efectos negativos para el Paraguay.
Los sublevados designaron presidente provisional al coronel Franco, en virtud de un acta plebiscitaria; sin embargo, algunos de los principales protagonistas del movimiento aseveran que la presidencia le fue ofrecida primeramente al teniente coronel Federico W Smith. Otro candidato fue el doctor Gomes Freire Esteves, redactor del Acta Plebiscitaria; ambos rechazaron el ofrecimiento de la presidencia, al que accedió finalmente Franco.
Inmediatamente y sin consulta alguna derogaron la Constitución liberal de 1870 y disolvieron el Congreso. Los dos grandes partidos políticos paraguayos, el Colorado y el Liberal, no formaron parte del nuevo gobierno cuyo programa se establecía en la mencionada Acta Plebiscitaria de febrero y en el Decreto Ley N.° 152.
Se transcriben a continuación partes de ambos documentos por el valor histórico y documental que ellos representan:
“¡¡Paraguayos!!”
Pueblo ilustre de Antequera, de Rodríguez de Francia y de los López! Vuestros soldados en armas hemos asumido definitivamente en este día la guarda del honor, del pabellón del suelo intangible y de la vida misma de la patria. Os lo anunciamos.
Hemos escuchado el mandato imperativo de las gestas solemnes de nuestra historia. Lo mismo que en el plebiscito armado de las milicias de Antequera, que nos dio el credo definitivo de la formación espiritual de la república; que en la cita de los cuarteles del 14 de mayo de 1811, que nos dio la soberanía internacional; que en los sufragios de esos mismos cuarteles que afirmaron en Gaspar Rodríguez de Francia el juramento colectivo de pervivir en el Río de la Plata como nación intangible e independiente a través de los siglos; que en las juntas de las milicias de Asunción de 1842 que engendraron con su espada la nacionalidad mejor gobernada del mundo bajo el idealismo colectivo de un intérprete fiel, don Carlos Antonio López; que en el plebiscito de los ejércitos de 1865, que se tradujo en la epopeya nacional de vencer o morir al lado de nuestro vocero irreductible, Mariscal Francisco Solano López, sosteniendo a la faz del planeta el principio de la no intervención como única norma del derecho internacional público americano, que ha de asegurar la convivencia de derecho a todas las naciones libres que integran la humanidad civilizada; lo mismo que en el nuevo plebiscito de vuestros ejércitos, que acaba de consumarse durante tres años de campaña, afilo de espada, del uno al otro confín de nuestro Chaco inviolable, de barrer de él los detritus de hordas bárbaras caídas sobre nuestras llanuras indefensas con el designio de arrebatarnos la heredad tricecular que nos amojonaron para siempre desde el Parapití nuestros progenitores Ñuflo de Chávez y sus soldados en armas, mensajeros de nuestra gloriosa Villa de la Asunción, nosotros ahora venimos a nuestra vez a plebiscitar la protesta suprema de todo el pueblo de la república, de todos los hombres y mujeres amantes de su tierra, contra un régimen de bandidos de levita sobornados por el extranjero y de asesinos empedernidos que, a través de varias décadas de violento predominio, ha terminado por constituir el foco infeccioso de los mayores males internos y externos que jamás hayan atacado con mayor peligro de muerte la salud moral y material de la república.
El presidente Eusebio Ayala constituía el cuerpo del delito más acabado que ofrecía a la opinión sana de la república la avilantez sin límites de esa mafia adueñada de todos los resortes del poder.
¡Y es este espécimen de traidor nato a su país el que logró sobornar con el oro al general paraguayo que le facilitó el armisticio de Campo Vía, para convertirlo en su guardaespaldas a sueldo desde el alto comando del ejército y el que por lógico desenlace de sus infidencias al Paraguay, se ha atrevido a valerse de este último para reducir a prisión y proscribir del suelo de la patria a nuestro único jefe auténtico, el coronel don
Rafael Franco, símbolo y espejo viviente de las más excelsas virtudes que palpitan en las filas de vuestro ejército libertador!".
Y termina la proclama señalando:
"...Y cumplimos en declarar a la faz del mundo que hacemos nuestro el principio de la mayor defensa nacional que registra la Europa contemporánea: Ningún Estado tiene juez superior a sí mismo y puede comprometer su porvenir por el bien de otro Estado. Decretamos, en consecuencia, que cesan en sus funciones el presidente de la República doctor Eusebio Ayala y todo el personal de su administración en los tres poderes del estado.
¡Paraguayos!
Vuestros soldados en armas os juramos cumplir con nuestra misión: la nación será restituida al nivel de su historia en el Río de la Plata al libre dominio de su suelo y a la grandeza de su porvenir.
Asunción, febrero 17 de 1936".
Más de trescientos militares, la mayoría de ellos en plena actividad profesional, firmaron esta proclama. Muchos de estos mismos oficiales, en agosto de 1937, formaron parte del contingente que derrocó a Franco.
Inmediatamente se redactó el Acta Constitucional del plebiscito del Ejército libertador en los términos siguientes:
"Nos, los jefes y oficiales del Ejército y Marina de la República del Paraguay; reunidos en junta general para deliberar sobre las medidas de emergencia que corresponde adoptar en provisión de necesidades perentorias de la reorganización nacional, interpretando las aspiraciones del Ejército libertador consignadas en el manifiesto plebiscitario del mismo, resolvemos:
Artículo 1.° Designase Presidente Provisional de la República del Paraguay al ciudadano coronel don Rafael Franco con la misión de establecer el gobierno que ha de realizar los ideales de grandeza nacional esbozados en el plebiscito del Ejército libertador.
Artículo 2.° Autorízase al ciudadano presidente provisional designado a convocar, en su oportunidad, una Convención Nacional Constituyente que habrá de resolver sobre la organización moderna definitiva de la república y a dictar decretos leyes que sean indispensables para proveer intereses vitales de la nación mientras dure el período del gobierno provisional.
Artículo 3.° La carta constitucional de 1870 será observada en su espíritu y preceptos fundamentales, considerándose las circunstancias del momento histórico. Dado en Asunción, capital de la República del Paraguay, a los diez y nueve días del mes de febrero de mil novecientos treinta y seis".
Algunos días después, el 10 de marzo de 1936, se firmó el Decreto Ley N.° 152, que dice:
El Presidente provisional de la República:
Siendo perentoriamente necesario establecer el contenido político, jurídico y estatal de la Revolución libertadora en forma cierta e inequívoca que permita al pueblo paraguayo conocer sin reticencias posibles la nueva estructura del Estado y estar a cubierto de toda incomprensión acerca de la fuerza y del mandato histórico del primer Gobierno de la Revolución, y considerando:
Que el Acta Constitucional de institución del Primer Gobierno de la República se halla incorporada ya al Derecho Constitucional de la República con la trascendencia de una nueva Carta Magna que dispone sobre la futura organización del Estado y prescribe la convocación de una Asamblea Nacional Constituyente que determinará la Organización Moderna definitiva de la República, de acuerdo a los móviles de la Revolución libertadora.
Que ese acto supremo de soberanía invistió al Gobierno Provisional de un mandato imperativo que este no puede eludir y, por el contrario, deberá ejercitarlo en toda la plenitud que le acuerdan las facultades expresamente establecidas en el Plebiscito Constitucional del Ejército libertador, del que emanan sus atribuciones. Que la magnitud del cambio de situación consumado, a la vista de esos antecedentes excusa toda tarea de interpretación por cuanto evidentemente impuso soluciones históricas intergiversables que demuestran que el advenimiento de la República Libertadora en el Paraguay reviste la misma índole de las transformaciones sociales totalitarias de la Europa contemporánea, en el sentido de que la Revolución Libertadora y el Estado son una misma e idéntica cosa.
Que, no obstante la evidencia del cambio estructural del país, que ha traído y establecerá en su desarrollo la Revolución, diversos núcleos de tendencias demagógicas vienen manifestándose en el ambiente con miras de introducir en las filas populares gérmenes de desorientación sobre el contenido político, jurídico, social y estatal de la Revolución y de desviar a esta de su idea matriz, cual es la organización moderna definitiva del nuevo Paraguay, liberado de los males endémicos de la demagogia industrial y sectarista encarnados en el régimen depuesto.
Que para abocarse al estudio y solución integrales de la reorganización constitucional futura de la República y de los problemas de Gobierno que aparejan, el Presidente Provisional está facultado a fijar las normas necesarias y a conducir a la nación hacia la efectividad completa del mandato imperativo conferídosele: Oído el parecer del Consejo de Ministros
Decreta
Artículo 1.º Declárase identificada la Revolución Libertadora del 17 de febrero de 1936 con el Estado de la República del Paraguay.
Artículo 2.° La Revolución Libertadora del 17 de febrero de 1936, identificada con el Estado, movilizará desde la fecha el concurso voluntario de todos los ciudadanos de la República a los efectos de la realización integral de sus fines permanentes, directamente por órganos del Estado.
Artículo 3.° Toda actividad de carácter político, de organización partidista, sindical o de intereses creados o por crear de naturaleza política dentro de la nación, que no emane explícitamente del Estado o de la Revolución identificada con el Estado, se prohíbe por el término de un año.
Artículo 4.° Quedan bajo la jurisdicción del Ministerio del Interior todas las cuestiones relacionadas con la política social del Estado identificado con la Revolución Libertadora, comprendiéndose en ellas las relaciones y conflictos entre el trabajo y el capital, las organizaciones y necesidades de obreros y trabajadores, como igualmente de los patrones, en firma definitiva.
Artículo 5.° Créase un Comité de Movilización Civil de la República a los efectos del cumplimiento del Articulo 2.° de este Decreto, cuyo reglamento y organización dictará el Poder Ejecutivo.
Artículo 6.° Créase un Departamento Nacional de Trabajo, a los efectos prevenidos en el Artículo 4.° de este decreto.
Artículo 7° Encárgase al Ministerio del Interior la constitución, reglamentación y funcionamiento del organismo expresado en el Artículo 6.° de este Decreto.
Artículo 8.° Comuníquese, publíquese y archívese.
Rafael Franco - Gomes Freire Esteves -Juan Stefanich - L. Freire Esteves - Anselmo Jover Peralta - B. Caballero".
Dr. Juan Stefanich, maestro de los jóvenes del grupo "Minerva",
órgano periodístico de la "generación del 28".
Miembro de la Liga Nacional Independiente, Stefanich integró
el gabinete del Coronel Franco como Ministro de Relaciones Exteriores.
Integraron el gabinete revolucionario de Franco: Dr. Gomes Freire Esteves en el Ministerio del Interior; Dr. Juan Stefanich en el de Relaciones Exteriores; Dr. Luis Freire Esteves en el de Hacienda (después: Alfredo J. Jacquet y Emilio Gardel); Anselmo Jover Peralta en el Ministerio de Justicia, Culto e Instrucción Pública (después: Emilio Gardel, Crescencio Lezcano y Damián Bruyn); Cnel. Arístides Rivas Ortellado en el Ministerio de Guerra y Marina; Dr. Bernardino Caballero en el de Agricultura (después: Guillermo Tell Bertoni); y el Dr. Pedro Duarte Ortellado en el Ministerio de Salud Pública.
Las primeras medidas revolucionarias, en consonancia con la franca tendencia autoritaria del gobierno y en virtud del citado decreto, fueron el amordazamiento de la prensa, que pasó a ser manejada directamente por el gobierno revolucionario, y la persecución y extrañamiento de prominentes hombres de otros sectores políticos, contrarios al nuevo régimen. Para el efecto fue habilitada la prisión de Peña Hermosa -una pequeña isla en el Alto Paraguay-, adonde fueron remitidos los militares que permanecieron fieles a las autoridades constituidas y al comandante en jefe general José F. Estigarribia.
Entre los prisioneros de la isla figuraban distinguidos oficiales y excombatientes, como los capitanes de navío José Bozzano y Rufino Martínez; los tenientes coroneles Paulino Antola, Gilberto Andrada, Raimundo Rolón, Ramón L. Paredes, Juan N. Barrios y Alfredo Ramos; los mayores Mitshuito Villasboa y Amancio Pampliega; los capitanes Juan Espinoza y Virginio Lanosa, y el teniente de marina Heriberto dos Santos. Varios de estos jefes y oficiales fueron dados de baja tres meses después.
En ese mismo año de 1936 nació la Unión Nacional Revolucionaria, origen del Partido Revolucionario Febrerista.
Aquel golpe fue, sin duda, la irrupción del militarismo en la vida política del Paraguay contemporáneo, cuya influencia perdura hasta nuestros días. El remplazo de los partidos políticos en la conducción de los asuntos de Estado, por este golpe militar, significó sobre todo, la interrupción definitiva de un proceso iniciado con la revolución de 1904 y cuyo objetivo fue el de modernizar la administración del país, apoyado en la Constitución de 1870 y en las mejores inteligencias de entonces, proceso bastante discontinuo, hay que decirlo, fundamentalmente por el notorio personalismo que lamentablemente regía -y sigue rigiendo- en las agrupaciones políticas de nuestro país.
También trajo consigo otra consecuencia que, latente desde los años veinte y algo oculto durante los sucesos del Chaco, emergió sin disimulos y rápidamente luego de la finalización del conflicto: el renacer de la causa obrera y sus reclamos gremiales y laborales. También hizo su aparición en el campo político y en diversas otras actividades de la vida nacional la pequeña clase media; las ideologías de izquierda y derecha, en sus versiones más extremistas, se manifestaban en la calle, en los pequeños círculos intelectuales, en las aulas y en los talleres.
Con todo, el panorama general de la sociedad paraguaya era el de un gran desconcierto ideológico que el franquismo intentará encauzar a través de decretos y documentos oficiales, sin mayores resultados.
El gobierno de Rafael Franco, consciente de la importancia de gobernar apoyado en los sectores obrero y campesino, además de un sector de las milicias, dirigió sus pasos a mejorar la situación de aquellos con políticas y acciones sustentadas en doctrinas socialistas y hasta totalitarias -según recientes modelos europeos-, a influjos de sus principales referentes, tales como los citados Juan Stefanich y Gomes Freire Esteves.
Gomes Freire Esteves, exliberal del Sector Cívico.
Ministro del Interior en el Gabinete del Coronel Franco.
Facsímil del Nº 4 de la revista "Minerva",
difusora de las ideas de la "generación del 28".
Se crearon los ministerios de Salud y de Agricultura, y se estableció la jornada laboral de 8 horas; se dio impulso a la mentada reforma agraria, planteada ya durante los gobiernos liberales desde 1911 y que el propio Eusebio Ayala había intentado mejorar a través de un nuevo proyecto que no fue atendido por el Congreso. Debe señalarse sin embargo, algunos detalles importantes relacionados con la llamada Reforma Agraria de la Revolución, sustentada en el destino agrícola-ganadero del Paraguay definido por su propia naturaleza.
La reforma del Estado, atendiendo a la fundación de la prosperidad económica paraguaya, debía proponerse. 1) Organizar la producción agrícola y ganadera con todos los recursos de la técnica y de las ciencias; 2) Poner fin a la economía colonial; 3) Emancipar las finanzas nacionales; 4) Completar la liberación nacional con un sistema propio de transporte interior y exterior, y, por supuesto, el impulso a la reforma agraria, que estaría sustentada en la multiplicación de los propietarios individuales de la tierra y el parcelamiento adecuado de solares para afirmar el bienestar de la familia agricultora, y en la introducción de un nuevo concepto en el régimen agrario nacional, despojando de su carácter absoluto y exclusivo al derecho de propiedad de la tierra, dejando establecido que el derecho de propiedad tiene un fin individual y social al mismo tiempo.
Así, el 5 de mayo de 1936 fue dictada la Ley N.° 1060 de Reforma Agraria, que alimentó fuertes esperanzas en la gran masa campesina, ya deseosa de poner fin a su larga estela de sacrificios. De fuerte contenido político y doctrinario totalitario, más que legal, la mencionada ley expresaba: “Afirma el derecho de propiedad privada de la tierra, pero lo modifica privándolo del carácter absoluto y exclusivo que le otorgó el derecho romano; no admite el colectivismo agrario ni el comunismo en el régimen dominial de la tierra, y por tanto no permite la absorción de la propiedad privada en el dominio del Estado y la nación; admite el fin individual y social de la tierra al mismo tiempo; la tierra es de quien la trabaja; repudia el régimen de latifundio que anula el usufructo del suelo; autoriza la nacionalización parcial de las tierras, minas, bosques y yerbales; dispone la expropiación por causas sociales y el pago justo de la misma, etc. ".
Algunos de los más destacados miembros de la “generación del 28”;
protagonistas de la vida social, intelectual y política de las siguientes décadas:
Sentados, de izquierda a derecha: Eduardo Amarilla Fretes, Hermógenes Rojas Silva, Ruperto D. Resquín,
Silvio Bécker y César Villalón.
Parados, de izquierda a derecha: Federico Masi, Luis Paleari, Reinaldo Martínez, Emilio Velilla, Leandro Pereira,
Enrique Moleón Andreu y Hernán Velillo, uno de los primeros mártires del Chaco.
La aplicación de las disposiciones de esta ley, agravada por los defectos técnicos, resultó contradictoria: por un lado se suspendía la organización de colonias agrícolas a través del Departamento de Tierras y Colonias, y por otro se expropiaban grandes superficies de tierras destinadas a la colonización, donde era imposible ponerlas en práctica.
No obstante las intenciones y estas reformas del gobierno revolucionario de febrero, así como su mentado nacionalismo intransigente, y posición revisionista y revolucionaria, este no prosperó en sus intentos de consolidarse en el poder. Varios factores influyeron para ello: los esfuerzos de Franco de responder a las inquietudes de la gran masa de obreros, campesinos y militares desmovilizados fueron insuficientes, y el violento combate contra la política internacional de Juan Stefanich, entonces canciller de Franco, dirigido por los liberales en el exilio a través de "El Heraldo" principalmente. Estos ataques socavaron rápidamente los cimientos del movimiento de febrero.
La cuestión de la paz del Chaco suscitaba nuevas preocupaciones que fueron atendidas tímidamente por el canciller Stefanich, pues este no contaba con la suficiente autoridad para tratar la solución definitiva al ya largo problema territorial.
Hay que señalar también que la Unión Nacional Revolucionaria nunca pudo organizarse debidamente a fin de aglutinar en sus filas a un cuerpo doctrinariamente compacto y sólido, ya que en su seno se contaban con representantes de ideologías antagónicas que pugnaban entre sí.
No obstante, más tarde, y ya durante el exilio del coronel Franco en Montevideo, esta agrupación se reorganizaría con el nombre de Concentración Revolucionaria Febrerista, y en 1951, en la ciudad de Buenos Aires, daría inicio al Partido Revolucionario Febrerista, siempre bajo la conducción de Rafael Franco.
Es justo señalar la obra del gobierno de febrero de 1936 que, en sus dieciocho meses de duración, efectuó lo siguiente:
• La creación del Ministerio de Agricultura (Decreto N.° 2; 20 de febrero de 1936)
• Ministerio de Salud Pública (Decreto N.° 2000 del 15 de junio de 1936)
• Banco de la República del Paraguay (Decreto N.° 11 del 22 de febrero de 1936)
• Departamento Nacional del Trabajo
• Ley de reforma agraria (Decreto N.° 1060)
• Derogación de los derechos a los estudios universitarios y secundarios (Decreto N.° 332 del 18 de marzo de 1936)
• Creación de colegios secundarios y escuelas (varios decretos)
• Facultades de Odontología y de Ciencias Económicas
• Establecimiento de la jornada de 8 horas de trabajo diarias o 48 semanales; el descanso dominical y el pago de jornales en efectivo (se prohibió el pago en "vales" o “plata blanca”
• La repatriación de compatriotas y la fundación de colonias y puertos
•La reorganización de la Flota Mercante del Estado.
Muchas de estas instituciones y conquistas sociales perduran actualmente en la vida nacional, con las modificaciones que las necesidades actuales requieren.
Gabinete del Dr. Félix Paiva,
posterior al derrocamiento del Coronel Rafael Franco
EL GOLPE DE AGOSTO DE 1937
EL PARTIDO LIBERAL REGRESA AL PODER
Los permanentes descontentos populares -y militares- se infiltraron muy rápidamente en el ejército, en cuyo seno el Partido Liberal conservaba muchos simpatizantes. Con ellos se gestó el movimiento armado que estalló, aunque sin derramamiento de sangre, el 13 de agosto de 1937, y que repuso al Partido Liberal en el poder bajo una coalición político-militar.
El golpe fue encabezado por el comandante de la región militar del Chaco, coronel Ramón L. Paredes, apoyado por la Primera División de Caballería, comandada por el mayor Dámaso Sosa Valdez, y la Marina de Guerra, al mando del capitán de fragata Porfirio Machuca. Eduardo Schaerer aparece como líder civil del movimiento. A las dos de la madrugada del 13 de agosto de 1937, tres cañonazos provenientes del buque de, guerra Humaitá anunciaron la hora H del levantamiento que derrocó a Franco.
Los prolegómenos de la caída de Franco se remontan a fines de junio y principios de julio del `37, cuando en una reunión del Consejo de Defensa Nacional, el doctor Stefanich planteó un supuesto agravamiento de la cuestión del Chaco, por lo que se decidió enviar un ejército al mando de Dámaso Sosa Valdez.
Uno de los acontecimientos religiosos más importantes verificados en Asunción,
en lo que va de este siglo: el Congreso Eucarístico, celebrado en 1937.
La imagen corresponde a una ceremonia realizada en la Plaza de la Independencia.
Al fondo, la "loma Cabará" y el palacio de Gobierno.
Congreso Eucarístico reunido en agosto de 1937.
Una devota multitud -reunida frente al altar montado a un costado del "viejo Cabildo".
Bajo el cielo plomizo de Asunción se recortan las cúpulas del Oratorio,
del “palacio Alegre" y de la iglesia de La Encarnación.
Aunque se fueron algunos... otros permanecieron.
Militares compartiendo almuerzo con el presidente de la República. Dr. Félix Paiva,
después de la salida del febrerismo" del poder.
Entre los uniformados se encuentran el Cnel. Nicolás Delgado, ministro de Guerra y Marina;
el Cnel. Paulino Antela, comandante en jefe, y el Tte. Cnel. Alcibiades Irrazábal, edecán del Presidente.
Imagen reproducida del libro “Armas y Letras, Memorias del Cnel. Arturo Bray". Ed. NAPA, 1981.
Ya en el Chaco se descubrió que el tal agravamiento no era real, ya que el enviado paraguayo a la Conferencia de Buenos Aires, el doctor Isidro Ramírez, se encontraba discutiendo en buenos términos con los bolivianos y los representantes neutrales el modus vivendi en el Chaco.
El disgusto provocado por el engaño produjo que varios oficiales superiores se sublevaran y llegaran hasta Asunción para derrocar al gobierno de Franco. Al parecer, el golpe era contra los ministros de Franco, particularmente contra Juan Stefanich, considerándose la posibilidad de su continuidad en el cargo, sin los miembros de su gabinete; pero finalmente se optó por destituirlo definitivamente de la presidencia.
De este modo se puso fin al gobierno revolucionario de febrero que para unos fue un sacudimiento político y social que puso en conmoción a toda la república, despertando grandes esperanzas en ella para reorientar la vida nacional; para otros no fue sino un acto de sedición antes que una revolución. Algunos estudiosos y analistas se muestran incluso más duros al calificar al gobierno de Rafael Franco como el punto de partida de la desgracia nacional hasta nuestros días.
Juan Stefanich calificó al episodio de febrero como "...un movimiento de liberación integral del pueblo paraguayo contra los vende patria, legionarios, entregadores liberales", a lo que Policarpo Artaza -intelectual perteneciente a la corriente liberal- replicó: "En realidad el movimiento del 17 de febrero de 1936 marca el inicio de la anarquía que carcome los cimientos vitales del Paraguay. La historia juzgará a su hora ese pronunciamiento que no tiene justificación ni explicación alguna dentro de la lógica y del patriotismo":
Luego de su renuncia, el Cnel. Rafael Franco volvió al exilio, solo para retornar en 1946 y tomar parte de la llamada revolución del `47, en que una coalición de centro-izquierda intentó derrocar al gobierno colorado. Franco, hombre de reputada honradez, moriría en Asunción el 15 de setiembre de 1973.
A solicitud de los militares, asumió la presidencia provisional de la República el doctor Félix Paiva, un influyente jurista y profesor universitario. El control político del país continuó bajo el mando del coronel Ramón L. Paredes, ministro de Defensa; del jefe de la Caballería, mayor Dámaso Sosa Valdez, y del coronel Arturo Bray, jefe de la Policía y luego ministro del Interior, por breve tiempo.
Paiva, dadas las circunstancias, comprendió que la normalización institucional del país no podía darse sin la colaboración del otro partido tradicional, el Colorado, entonces en la llanura. Para tal efecto, entabló negociaciones con los principales líderes de aquel partido para preparar las elecciones parlamentarias, primero, y las presidenciales, después; pero este intento fracasó porque el Partido Colorado se abstuvo de participar de las elecciones parlamentarias, disconforme con el procedimiento manejado por el Partido Liberal para la firma del tratado definitivo de paz entre Paraguay y Bolivia.
Por esa razón se constituyó el Parlamento con representación única, la del Partido Liberal. Nuevos problemas se cernían sobre el Paraguay.
Los avatares de la política criolla, el militarismo siempre amenazante alrededor del poder político, una economía en crisis y la falta de solución definitiva a la cuestión del Chaco constituían los principales factores que marcaban la inestabilidad de la vida nacional y cuya solución no se avizoraba a corto plazo.
EL GOBIERNO DE FÉLIX PAIVA
Al doctor Félix Paiva le corresponde el honor de ser el único paraguayo, hasta entonces, en haber ocupado los tres poderes del Estado: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Una vez en el poder formó su gabinete con varios universitarios graduados: Coronel Ramón L. Paredes en la cartera del Interior; Dr. Cecilio Báez, luego el Dr. Luis A. Argaña, en Relaciones Exteriores; Dr. Luis P Frescura, luego Enrique Bordenave y Justo Pastor Benítez, en el Ministerio de Hacienda; Dr. Luis A. Argaña, luego Justo P Prieto y Juan Francisco Recalde, en el Ministerio de Justicia, Culto e Instrucción Pública; Dr. Gerardo Boungermini, en Salud Pública; en el Ministerio de Agricultura, el Dr. Luis P Frescura como interino y luego el Dr. Francisco Rolón; en el Ministerio de Guerra y Marina, el coronel Juan B. Ayala y luego el Gral. Nicolás Delgado; en la cartera de Economía, el Cap. De navío José Bozzano, al que le sucedió él Dr. Andrés Barbero.
Durante el gobierno de Paiva resurgió el antiguo conflicto entre el Paraguay y la Argentina por los límites entre ambas naciones en el sector del río Pilcomayo, cuyo cauce principal, motivo del conflicto, era sumamente difícil de establecer.
Luego de arduas negociaciones, y otra vez con la activa influencia del Gral. Estigarribia -ya para entonces electo presidente-, se resolvió el impasse con la firma de un acuerdo rubricado el 5 de julio de 1939. Firmaron por Paraguay el ministro Higinio Arbo y por la Argentina el canciller José María Cantilo. El acuerdo estableció que el brazo principal del Pilcomayo era el brazo sur, que desemboca justo frente a Itá Enramada.
En el marco educativo se creó la Facultad de Química y Farmacia (1938), sobre la base de la antigua Escuela de Farmacia.
En el aspecto político, Paiva llamó a elecciones para 1939, como se señaló, y propició la candidatura del Gral. Estigarribia, basada en el prestigio personal del mismo. Hay que recordar que su influencia en la aprobación y firma del tratado definitivo de límites con Bolivia y Argentina fue decisiva.
La personalidad de Estigarribia acaparaba la atención pública y se pensaba, quizá con razón, que era el hombre indicado para sacar al país de la crisis social y política en que estaba sumergido desde la finalización del conflicto chaqueño_ Lo cierto es que en las elecciones de 4 de marzo de 1939 Estigarribia fue electo presidente de la República, acompañando del Dr. Luis A. Riart, antiguo ministro de Economía de Eusebio Ayala durante la Guerra del Chaco.
El 15 de agosto de 1939 asumió José Félix Estigarribia como primer mandatario del Paraguay. Muchas esperanzas populares estaban depositadas en su personalidad.
Se imputa como un aspecto negativo del periodo gubernativo de Paiva la censura a la prensa libre, ya que varios medios fueron clausurados durante su gestión en la primera magistratura de la nación. En su mensaje al Honorable Congreso Nacional del 1 de octubre de 1938, el presidente Félix Paiva dijo, refiriéndose a la situación de la prensa en el período anterior: `La prensa, que fuera y es un instrumento de difusión de ideas, dejó de emular con su influencia eficaz para ilustrar a la opinión pública sobre las cosas de interés general. A algunos diarios y periódicos se les permitía, ciertamente, seguir publicándose, pero a condición sola de ocuparse de los encantos del gobierno.
Aun más: algunas imprentas particulares fueron allanadas y usufructuadas de inmediato por gentes que colocaban dentro de la órbita oficial, sin ninguna indemnización para sus legítimos propietarios y bajo la supervigilancia de una agencia o entidad de creación ad-hoc llamada “Prensa y Propaganda”.
Si la libertad de opinión quedaba enmudecida, era lógico y ya nada de extraño tenía el que no se permitiera la organización política y partidaria. Es que no debía haber en adelante más que el partido de gobierno, declarándose que los existentes debían permanecer mudos, sin actividad, durante un tiempo indefinido hasta que aquel se constituyera y se consolidara...".
Parece extraño que un hombre dedicado desde su juventud hasta sus últimos días al periodismo justamente opusiera obstáculos para el normal desenvolvimiento de la actividad periodística. Paiva escribió en "La Semana", vocero estudiantil del colegio, junto con Manuel Domínguez; fue colaborador de "La Democracia" y de "El Paraguay", con Adolfo Riquelme; fue uno de los principales redactores de "El Diario" y más tarde fundador y codirector de `El Orden". Asimismo, apoyado en el estado de sitio y el toque de queda, el bando N.° 1 decretado por el coronel Arturo Bray -entonces jefe de Policía- advertía que cualquier ciudadano podía ser sumariamente ejecutado con la sola presencia de un oficial. "Después de la hora citada -24 horas-, el personal de vigilancia dará la voz de alto a todo transeúnte o vehículo, con instrucciones de hacer fuego después de la segunda intimación si el alto “no es obedecido", establecía el bando.
El gobierno del Dr. Félix Paiva dejó, con todo, un grato ejemplo de honestidad en la administración del Estado, y no se te puede señalar un solo acto de malversación de la cosa pública. Paiva falleció en Asunción el 2 de noviembre de 1965, en una discreta y honrada penumbra, en el decir de uno de sus biógrafos.
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Fuente digital: www.abc.com.py
Registro: Diciembre del 2012